AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Tears - Flashback [Celine Bellerose]
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Tears - Flashback [Celine Bellerose]
"Te extraño, como se extraña las noches sin estrellas,
como se extrañan las mañanas bellas,
no estar contigo por Dios, que me hace daño".
como se extrañan las mañanas bellas,
no estar contigo por Dios, que me hace daño".
El viento sacude sus enaguas en tanto el caballo avanza a velocidad impresionante intentando alejar a su jinete de todo lo que ahora es su realidad, de los avances en sus proyectos, de las personas que la observan con esa tristeza en tanto intenta levantar su frágil cuerpo para continuar con la vida. Con esta existencia solitaria y vacía, donde las personas van y vienen, piden, solicitan, acuden a ella sin saber si puede o quiere ayudarles. Las exigencias son cada vez más insoportables, ni siquiera hay una mano que pueda extenderse a su vera para ayudarle con lo que a su cabeza preocupa y entristece. El pecho le duele entre tanta exhalación violenta, las manos desnudas están ateridas de frío en este invierno crudo y agresivo.
Las mejillas se tornan rosadas, la nieve cae poco a poco, llenándolo todo de blancura en este instante de soledad necesario como acuciante. El caballo relincha en plena carrera, la mujer sobre él sólo atina a bajar la cabeza entre lágrimas que cada vez son más y más heladas. Entre la desesperación que la obliga a huir y dejarlo atrás todo. Donde la carta en sus manos es la única razón del por qué abandonó su hogar dejando atrás todas las responsabilidades para buscar un lugar donde dar rienda suelta a este dolor que la aflige y la fustiga como si fuera el mismo fuete con que castiga a su caballo que acelera más y más el paso. El camino se bifurca y Butter toma el de la derecha por instinto, para fortuna de la inglesa que no sabría hacia dónde dirigirse.
El viento cada vez es más y más agresivo, las gotas de agua y nieve se cuelan por las enaguas de la fémina hasta helar sus piernas. El ligero abrigo que la cubre es insuficiente para darle el calor necesario en esta noche que a paso lento y firme va convirtiéndose en una ventisca que será imposible de detener hasta que se torne una gran tormenta. Los jinetes salieron a toda velocidad en su búsqueda en cuanto se dio la voz, más Butter es uno de los caballos más rápido de todos y ni siquiera tuvo necesidad de ensillarlo. A puro pelo está montada la dama denotando su habilidad en la equitación. Sujetándose a mano desnuda de las crines, arrea una y otra vez al equino en tanto sus lágrimas siguen surcando su rostro y sus ojos aguados están cada vez más perdiendo la visión del camino.
En un momento, Butter pierde el paso, caballo y jinete caen al suelo terroso y mojado, la joven gira sobre su cuerpo evitando que la pesada montura caiga sobre ella. Se queda con la mejilla contra la tierra mojada, entre sollozos desgarradores cerrando los ojos para evitar mirar lo que es una vida en la que ya no quiere estar. En la que no es suficiente vivir como lo hace, sólo siguiendo el impulso de los deseos de los demás. ¿Dónde están sus propios anhelos? Muertos con sus padres. Con sus hermanos. Aprieta la misiva de uno de sus espías que lo confirma. "Signorina De Louise, lamento informarle que los registros de sus dos hermanos indican que han fallecido, el primero..." ni siquiera quiso leer el resto. Está sola en este mundo de decadencia, en esta sociedad donde son importantes las normas de etiqueta, donde absolutamente nadie se fija en los demás para extender una mano amigable.
No como ella lo hace, no como ella procura con todo el corazón dar alegría y esperanza. Y ahí está, en el suelo frío, deseando que la muerte llegue hasta ella en forma de una helada parca con capa de nieve y viento helado moviendo sus faldas inclemente. Que Butter se levante y salga corriendo a toda velocidad, ni siquiera le llama la atención. Está concentrada en una sola cosa: llorar y llorar por lo perdido, por lo muerto y por un alma como la suya, que no tiene un especial lugar en la de otro.
Última edición por Annabeth De Louise el Vie Mayo 18, 2018 11:32 am, editado 1 vez
Annabeth De Louise- Humano Clase Alta
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Localización : En medio de sus brazos, bajo sus colmillos.
Re: Tears - Flashback [Celine Bellerose]
-Vale Celine, hoy sí que te has alejado mucho- Se regañó a ella misma la nebulosa forma de la fantasma mientras avanzaba grácil y sutilmente entre las ramas bajas de los árboles y las nudosas formas de las raíces. Por un instante, se alegró de no tener que molestarse en esquivar todo aquel tupido laberinto, pues para la impaciente fantasma hubiera llevado demasiado tiempo. Para placer de la espectro, disfrutaba de la extraña sensación que provocaban las afiladas ramas sobre su intangible cuerpo, atravesándola inocuamente, dejándole un leve cosquilleo de irrealidad en su forma, mientras que sus pies apenas levantaban una fina capa de nieve en polvo sobre el suelo del bosque.
Siempre le había encantado la nieve, pero sus padres nunca le habían dejado salir a jugar en invierno, al parecer una muy fácil enfermar o partirse algún hueso al caerse sobre la resbaladiza superficie. Por eso mismo ella había decidido ver ahora que podía el rostro más hibernal de la capital francesa. Había descubierto estampas verdaderamente mágicas, bailando al son de los copos de nieve que caían, casi tan irreales como ella. Suspiro mientras pensaba que le hubiera encantado sentir ese pequeño escalofrío que describen los libros cuando aquellas pequeñas estructuras de hielo se derriten sobre la piel, o el dolor que se siente en las manos cuando tras hacer un muñeco de nieve estas se amoratan y cuartean por el frío.
En esos pensamientos estaba cuando al fin su errático rumbo la llevó a una gran zona residencial, con algunas de las casas más impresionantes que había visto nunca, algunas incluso más grandes que la suya –Aunque no más bonitas- se dijo a si misma orgullosa mientras recordaba las congeladas orillas del Sena bajo la ventana del salón principal, o los pequeños juncos que salían entre el regio muro de piedra y la lábil orilla del río, siempre cambiante. Por no hablar de todas aquellas golondrinas bebiendo mientras hacían arriesgadas pasadas sobre la superficie del agua.
Tan sumida estaba en sus pensamientos en mitad del camino que no fue consciente hasta que fue demasiado tarde de que un descontrolado jinete se acercaba a ella a toda velocidad. Más por instinto que por necesidad, cerró muy fuertes sus claros ojos, dándose un susto de muerte al verse encima al enorme animal… que simplemente pasó a través de ella, relinchando como única respuesta a la desagradable sensación de frío que habría compartido con ella.
Cuando el espectro volvió a abrir los ojos sobresaltada, golpeó varias veces el congelado suelo con su pie en un gesto de impaciencia y desagrado –¡Vas a matar a alguien!- grito a sabiendas de que no la escucharía nadie, pues el jinete se encontraba ya a punto de perderse entre los árboles. Aquella alocada carrera sin embargo llamó la atención de la fantasma, que con un gesto de exasperación desapareció del camino, apareciendo a unos pocos metros por delante del jinete, si había algún motivo para escapar así, era necesario que ella lo supiera, por lo que su etéreo cuerpo aparecía y desaparecía, intentando seguir los pasos del veloz corcel, que parecía empeñado en dejarla atrás.
Sin embargo, aún pudo ver la aparatosa caída del jinete y su montura, acabando con ambos en mitad del suelo pobremente nevado, que sin duda había tenido algo que ver en evitar daños mayores en una caída como aquella. Celine se tranquiliza visiblemente al ver como el cuerpo de la joven convulsiona con unos pequeños sollozos contra el suelo, signo de que la menos la caída no ha sido todo lo mala que podría ser. Con cierto gesto de hastío, llega a la conclusión de que no sería un buen momento para recriminarle su temeraria actitud, por lo que empieza a adoptar su forma material, eligiendo tapar su vaporoso vestido con uno de los abrigos de piel de conejo blanco de su madre, dándole un aspecto más invernal a su atuendo. Cuando su forma material se hace visible a las espaldas de la humana, aún levita unos pocos metros con sus pies casi rozando el suelo hasta que la gravedad reclama su nueva forma por completo. Un observador avezado aún podría notar la falta de huellas en la nieve que había dejado la dama. Su aspecto casa perfectamente con los colores invernales que definen el paisaje, pues su piel pálida, pelo rubio y ropajes blancos apenas aportan color a la estampa, tan solo destacando en ella unos pequeños labios de color fresa.
Con un relichar nervioso, los ojos del caballo se clavan el ella antes de que sus poderosas patas vuelvan a responderle, abandonando el claro de manera precipitada. –Los problemas uno a uno- se dijo mientras resoplaba molesta. Con manos dulces, sacude levemente la espalda de la accidentada joven, corroborando ahora que está tan cerca que no parece haber unos daños muy graves en aquella dama de alta sociedad –Ha sido una caída horrible- susurra con la voz suave y apaciguadora –¿Te encuentras bien?- le pregunta ayudando a incorporarse de la fea postura, haciendo que la mire al retirar aquella pequeña cara del frío barro, obsequiándole con la más dulce sonrisa de su repertorio, mientras por dentro, la curiosidad de la joven no hace más que aumentar al ver a una dama como ella en semejante situación, con su cara congestionada por el llanto. -¿Te persiguen?- continúa su pequeño interrogatorio mientras ayuda a limpiar la cara de su extraña acompañante y sus claros irises se fijan en el arrugado trozo de papel que estrangula en una de sus manos.
Siempre le había encantado la nieve, pero sus padres nunca le habían dejado salir a jugar en invierno, al parecer una muy fácil enfermar o partirse algún hueso al caerse sobre la resbaladiza superficie. Por eso mismo ella había decidido ver ahora que podía el rostro más hibernal de la capital francesa. Había descubierto estampas verdaderamente mágicas, bailando al son de los copos de nieve que caían, casi tan irreales como ella. Suspiro mientras pensaba que le hubiera encantado sentir ese pequeño escalofrío que describen los libros cuando aquellas pequeñas estructuras de hielo se derriten sobre la piel, o el dolor que se siente en las manos cuando tras hacer un muñeco de nieve estas se amoratan y cuartean por el frío.
En esos pensamientos estaba cuando al fin su errático rumbo la llevó a una gran zona residencial, con algunas de las casas más impresionantes que había visto nunca, algunas incluso más grandes que la suya –Aunque no más bonitas- se dijo a si misma orgullosa mientras recordaba las congeladas orillas del Sena bajo la ventana del salón principal, o los pequeños juncos que salían entre el regio muro de piedra y la lábil orilla del río, siempre cambiante. Por no hablar de todas aquellas golondrinas bebiendo mientras hacían arriesgadas pasadas sobre la superficie del agua.
Tan sumida estaba en sus pensamientos en mitad del camino que no fue consciente hasta que fue demasiado tarde de que un descontrolado jinete se acercaba a ella a toda velocidad. Más por instinto que por necesidad, cerró muy fuertes sus claros ojos, dándose un susto de muerte al verse encima al enorme animal… que simplemente pasó a través de ella, relinchando como única respuesta a la desagradable sensación de frío que habría compartido con ella.
Cuando el espectro volvió a abrir los ojos sobresaltada, golpeó varias veces el congelado suelo con su pie en un gesto de impaciencia y desagrado –¡Vas a matar a alguien!- grito a sabiendas de que no la escucharía nadie, pues el jinete se encontraba ya a punto de perderse entre los árboles. Aquella alocada carrera sin embargo llamó la atención de la fantasma, que con un gesto de exasperación desapareció del camino, apareciendo a unos pocos metros por delante del jinete, si había algún motivo para escapar así, era necesario que ella lo supiera, por lo que su etéreo cuerpo aparecía y desaparecía, intentando seguir los pasos del veloz corcel, que parecía empeñado en dejarla atrás.
Sin embargo, aún pudo ver la aparatosa caída del jinete y su montura, acabando con ambos en mitad del suelo pobremente nevado, que sin duda había tenido algo que ver en evitar daños mayores en una caída como aquella. Celine se tranquiliza visiblemente al ver como el cuerpo de la joven convulsiona con unos pequeños sollozos contra el suelo, signo de que la menos la caída no ha sido todo lo mala que podría ser. Con cierto gesto de hastío, llega a la conclusión de que no sería un buen momento para recriminarle su temeraria actitud, por lo que empieza a adoptar su forma material, eligiendo tapar su vaporoso vestido con uno de los abrigos de piel de conejo blanco de su madre, dándole un aspecto más invernal a su atuendo. Cuando su forma material se hace visible a las espaldas de la humana, aún levita unos pocos metros con sus pies casi rozando el suelo hasta que la gravedad reclama su nueva forma por completo. Un observador avezado aún podría notar la falta de huellas en la nieve que había dejado la dama. Su aspecto casa perfectamente con los colores invernales que definen el paisaje, pues su piel pálida, pelo rubio y ropajes blancos apenas aportan color a la estampa, tan solo destacando en ella unos pequeños labios de color fresa.
Con un relichar nervioso, los ojos del caballo se clavan el ella antes de que sus poderosas patas vuelvan a responderle, abandonando el claro de manera precipitada. –Los problemas uno a uno- se dijo mientras resoplaba molesta. Con manos dulces, sacude levemente la espalda de la accidentada joven, corroborando ahora que está tan cerca que no parece haber unos daños muy graves en aquella dama de alta sociedad –Ha sido una caída horrible- susurra con la voz suave y apaciguadora –¿Te encuentras bien?- le pregunta ayudando a incorporarse de la fea postura, haciendo que la mire al retirar aquella pequeña cara del frío barro, obsequiándole con la más dulce sonrisa de su repertorio, mientras por dentro, la curiosidad de la joven no hace más que aumentar al ver a una dama como ella en semejante situación, con su cara congestionada por el llanto. -¿Te persiguen?- continúa su pequeño interrogatorio mientras ayuda a limpiar la cara de su extraña acompañante y sus claros irises se fijan en el arrugado trozo de papel que estrangula en una de sus manos.
Última edición por Celine Bellerose el Lun Mayo 14, 2018 1:33 am, editado 1 vez
Pauline Laphavrant- Fantasma
- Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 10/05/2018
Re: Tears - Flashback [Celine Bellerose]
En tanto el mundo se llena de alegría, los hogares están calientes por las chimeneas encendidas y los leños ardiendo en sus interiores creando una atmósfera relajada y agradable para este veinticuatro de diciembre, para la joven inglesa no existe algo que la alegre, que la mantenga de pie, que le incite a levantarse de la fría tierra donde quisiera permanecer el resto de sus días ignorando que hoy es navidad y el natalicio de Jesucristo, por lo que es celebrado en todos los lugares de Europa por las enseñanzas católicas. En casa, la ausencia de sus padres es sensible, es un tema que se evade, donde la mayoría baja la cabeza sin saber qué decir al respecto que pueda hacer sentir mejor a esta mujer que durante tres años estuvo organizando y levantando de las cenizas al gran pájaro mítico, el Phoenix. La sociedad antigua y familiar.
La que ahora pesa sobre sus hombros es una losa tan excesiva en kilos para los frágiles hombros de una mujer de ahora veinticuatro años que lo ha perdido todo por los sobrenaturales que están en contra de Phoenix y que, en su momento, estuvieron llenos de deseos de venganza que fustigaron hasta la muerte a sus padres biológicos, el matrimonio Moncrieff. En el pasado, desconocía de su existencia creyendo que los De Louise eran sus únicos parientes, tras su fallecimiento, se destapó una cloaca de inmundicias tan apestosas que mareó una y otra vez a la joven. Quien ahora sigue derramando lágrimas contra el frío suelo y la tierra se adhiere a su epidermis con el hielo a semi derretir intercambiando temperaturas con la constitución física femenina.
Uno pasa del sólido al líquido provocando que el cuerpo empiece a congelarse, al igual que sus lágrimas que con el viento descarnado las torna de un líquido a un sólido que al resbalar deja marcas rojizas en las mejillas de la fémina. Su llanto es desgarrador, su boca se abre intentando dejar pasar un aire que con la tempestad lascera el interior de su cavidad oral obligando a que sus labios se aprieten por la forma en que raspa su garganta. Quiere su mente pensar que los golpes en su espalda es producto del viento que azota inclemente elevando las enaguas con formas violentas, más la dulce voz que escucha después, la obligan a voltear la cabeza con rapidez provocando que el hermoso peinado se afloje dejando caer algunos mechones de esa guedeña oscura que contrasta con su tez blanca ahora tan roja por el frío.
Por instinto, se levanta ayudada por la joven que apareció de la nada. Aspira aire intentando controlar los espasmos de su cuerpo, con manos heladas, busca en los bolsillos de su vestido encontrando un paño que lleva primero a los ojos para deshacerse de las gotas saladas escuchando sus preguntas. A la primera asiente con la cabeza para negar después a la segunda. Por inercia, se fija ahí donde la otra mujer tiene depositados sus ojos. La carta está ya manchándose de agua y ésto implica que la tinta con que fue escrita empieza a desdibujarse llenando con ese tono su palma. Ríe con amargura entregándosela a la mujer en tanto que se lleva las manos a los ojos para seguir con su llanto.
La carta, dice así:
Signorina De Louise:
Lamento informarle que los registros de sus dos hermanos indican que han fallecido. Del primero, Charles Moncrieff, los informes indican que tuvo lugar en una escena brutal en Londres, Inglaterra. Del segundo, Bruce Moncrieff, quien cambió su nombre a Loyd Granchester, en un linchamiento en un pueblo alejado por Alemania. Ninguno de los dos ha dejado familia con la cual contactar, aunque su hermano Bruce (ahora Loyd) estaba casado con una señora de nombre Grace quien desapareció o se cree que también murió en ese penoso acontecimiento. Les tacharon de brujos porque su hermano y su suegro eran médicos y al parecer, habían logrado que la señora Grace pudiera mejorar de una rara enfermedad.
Le doy el más sentido de mis pésames, signorina De Louise. Lamento que éstas no sean las noticias que esperaba.
Suyo
Nicolás Alberti.
Aspira con un ruido propio de quien tiene la nariz congestionada antes de limpiarla con el pañuelo - están muertos, mis hermanos están muertos. Mis padres también ¿Qué debo celebrar en esta navidad? En lugar de una cena, preferiría un funeral - susurra con voz rota antes de seguir llorando, cayendo de rodillas tan derrotada como se siente, con las mejillas rojas y en la derecha, un raspón que tardará en curar que sangra al unísono de su solitario corazón.
La que ahora pesa sobre sus hombros es una losa tan excesiva en kilos para los frágiles hombros de una mujer de ahora veinticuatro años que lo ha perdido todo por los sobrenaturales que están en contra de Phoenix y que, en su momento, estuvieron llenos de deseos de venganza que fustigaron hasta la muerte a sus padres biológicos, el matrimonio Moncrieff. En el pasado, desconocía de su existencia creyendo que los De Louise eran sus únicos parientes, tras su fallecimiento, se destapó una cloaca de inmundicias tan apestosas que mareó una y otra vez a la joven. Quien ahora sigue derramando lágrimas contra el frío suelo y la tierra se adhiere a su epidermis con el hielo a semi derretir intercambiando temperaturas con la constitución física femenina.
Uno pasa del sólido al líquido provocando que el cuerpo empiece a congelarse, al igual que sus lágrimas que con el viento descarnado las torna de un líquido a un sólido que al resbalar deja marcas rojizas en las mejillas de la fémina. Su llanto es desgarrador, su boca se abre intentando dejar pasar un aire que con la tempestad lascera el interior de su cavidad oral obligando a que sus labios se aprieten por la forma en que raspa su garganta. Quiere su mente pensar que los golpes en su espalda es producto del viento que azota inclemente elevando las enaguas con formas violentas, más la dulce voz que escucha después, la obligan a voltear la cabeza con rapidez provocando que el hermoso peinado se afloje dejando caer algunos mechones de esa guedeña oscura que contrasta con su tez blanca ahora tan roja por el frío.
Por instinto, se levanta ayudada por la joven que apareció de la nada. Aspira aire intentando controlar los espasmos de su cuerpo, con manos heladas, busca en los bolsillos de su vestido encontrando un paño que lleva primero a los ojos para deshacerse de las gotas saladas escuchando sus preguntas. A la primera asiente con la cabeza para negar después a la segunda. Por inercia, se fija ahí donde la otra mujer tiene depositados sus ojos. La carta está ya manchándose de agua y ésto implica que la tinta con que fue escrita empieza a desdibujarse llenando con ese tono su palma. Ríe con amargura entregándosela a la mujer en tanto que se lleva las manos a los ojos para seguir con su llanto.
La carta, dice así:
Signorina De Louise:
Lamento informarle que los registros de sus dos hermanos indican que han fallecido. Del primero, Charles Moncrieff, los informes indican que tuvo lugar en una escena brutal en Londres, Inglaterra. Del segundo, Bruce Moncrieff, quien cambió su nombre a Loyd Granchester, en un linchamiento en un pueblo alejado por Alemania. Ninguno de los dos ha dejado familia con la cual contactar, aunque su hermano Bruce (ahora Loyd) estaba casado con una señora de nombre Grace quien desapareció o se cree que también murió en ese penoso acontecimiento. Les tacharon de brujos porque su hermano y su suegro eran médicos y al parecer, habían logrado que la señora Grace pudiera mejorar de una rara enfermedad.
Le doy el más sentido de mis pésames, signorina De Louise. Lamento que éstas no sean las noticias que esperaba.
Suyo
Nicolás Alberti.
Aspira con un ruido propio de quien tiene la nariz congestionada antes de limpiarla con el pañuelo - están muertos, mis hermanos están muertos. Mis padres también ¿Qué debo celebrar en esta navidad? En lugar de una cena, preferiría un funeral - susurra con voz rota antes de seguir llorando, cayendo de rodillas tan derrotada como se siente, con las mejillas rojas y en la derecha, un raspón que tardará en curar que sangra al unísono de su solitario corazón.
Annabeth De Louise- Humano Clase Alta
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Re: Tears - Flashback [Celine Bellerose]
Celine se queda unos segundos pensativa, cuando el leve contacto que tiene con la dama no produce en esta ningún tipo de reacción. Con el gesto un poco contrariado, vuelve a observarla en busca de algún síntoma o hematoma que le haga seguir aturdida o inconsciente, pero no parece haber nada más que el golpe general y un pequeño corte del que se escapa lentamente el líquido escarlata. Lo segundo que piensa es si ha tenido algún fallo o desliz y no se ha vuelto corpórea por completo, por lo que su atención la recogen sus ahora opacas manos, que dejan una suave marca en la ropa de la joven allí donde se posan sus falanges, por lo que debería de haber alcanzado su forma física de manera eficaz. ¿Por qué entonces aquella joven seguía sin reaccionar a su presencia?
Tan inmersa estaba en sus propias cavilaciones que el repentino movimiento de su cabeza coge a la espectro tan desprevenida que hace que de un pequeño bote debido al sobresalto que le provoca. Recuperándose, sus manos acuden prestas a sujetar el débil cuerpo con delicadeza, alejando la expuesta piel del frío suelo. Ahora podía ver mejor su cara, aquellos ojos rojos, congestionados e inflamados por la cantidad de lágrimas que ya habrían derramado, la cuidada y blanca tez de su cara agrietada, recorrida por inmisericordes surcos cristalinos que el frío ambiental se encargaba de grabar a fuego sobre su rostro. El vestido manchado de frío barro, al igual que una pequeña parte de su cara allí donde esta había estado en contacto con el helado lecho del bosque. Sus brazos se mueven descoordinados, independientes y débiles entre el frío, los nervios y la ansiedad que asolan a su dueña.
Incluso para un ser que llevaba varias décadas sin poder sentir las emociones como cuando estaba viva, la desolación, la angustia y la avasalladora tristeza que atenazan el corazón de aquella joven son como un faro que atrae a sus curiosos ojos hacia ella una y otra vez, deseando vivir aquellos sentimientos, aunque fueran a través de los orbes de otra persona. Saber sus reacciones, sus gestos, cómo se siente, que piensa, a que se agarra… es una maravillosa enciclopedia de nuevas vivencias, a tan solo unos palmos de distancia de ella.
-No es una buena época para estar tumbada en el suelo- susurra gentilmente sin perder la tímida y reconfortante sonrisa mientras la ayuda a incorporarse. –A ver, déjame ayudarte cariño- susurra mientras agarra suavemente pero con firmeza las congeladas manos de ella, llevándose ella misma el pañuelo entre sus dedos al ver la poca eficacia de ella al limpiarse. Con suavidad, dobla el pañuelo entre sus blancos dedos, antes de empezar a limpiar las lágrimas congeladas, y los pedazos de tierra aún adheridos.
Cuando le da el papel, la mira extrañada a los ojos, antes de bajar la mirada entre nerviosa y curiosa, leyendo con dificultad lo que aquellas letras cada vez más difuminadas cuentan. Si la joven había llamado la atención de Celine al verla en la nieve deshecha, ahora su mente juvenil en muchos aspectos trabajaba frenética, excitada y nerviosa, intentando hilar tan extraña revelación. ¿Quién era aquella mujer? ¿Quién podía tener interés en matar a dos hermanos? ¿Era la suma de dos horribles tragedias independientes? Algunas frases cuadraban poco con aquella última hipótesis, un cambio de nombre, y “una brutal escena”. En los claros ojos de la fantasma casi se podía ver un brillo humano, debido a las emociones contenidas.
Su pequeña fantasía se acabó de manera abrupta cuando aquella joven cayó de rodillas, colapsando sobre ella misma, rota de dolor tras dar voz ella misma al resumen de la carta. Celine se arrodilló rápidamente frente a ella, guardándose la carta precipitadamente en un bolsillo, tomando las manos de ella. –Llora querida- le susurró mientras llevaba con sus brazos la cabeza a su hombro, dejando que se desahogara, que exteriorizara aquella pena que mantenía extasiada a la fantasma.
Mientras los ropajes de la humana volvían a calarse y a ensuciarse con la sucia nieve que rozaba sus bajos, el vestido y el abrigo de su acompañante se mantenían imposiblemente blancos, impolutos a pesar de estar en contacto con la misma suciedad, y mientras la cara y la piel expuesta de la señorita acusaban el frío y el desgarrador llanto, la tez de Celine permanecía igualmente perfecta que al llegar, tersa y suave, ningún tono rojizo o irritado perturbaba su rostro de porcelana, ni siquiera la ligera nevada parecía alterar el peinado o las pestañas con rebeldes copos entre su rubio pelo suelto.
-Puede celebrar que estás viva- responde a su pregunta cuando la ha dejado llorar un tiempo. –Seguro que todos ellos desearían que pudieras continuar con tu vida, por ti y por ellos. No creo que ninguno deseara ver tus días terminar tan prematuramente, y mucho menos muerta de frío desgarrada por la pena que ellos te provocan- responde lenta, pausadamente, con un tono plácido y tierno, sin mover a la aristócrata del refugio que le otorga su mullido hombro, acariciando suavemente la espalda de ella- ¿Quieres contarme que ha ocurrido?- responde mirándola ahora a los ojos tras retirarla un poco de ella –¿O contarme como puede llevarse un caballo al galope, en vestido y sin silla?- vuelve a preguntar con una tierna sonrisa.
Tan inmersa estaba en sus propias cavilaciones que el repentino movimiento de su cabeza coge a la espectro tan desprevenida que hace que de un pequeño bote debido al sobresalto que le provoca. Recuperándose, sus manos acuden prestas a sujetar el débil cuerpo con delicadeza, alejando la expuesta piel del frío suelo. Ahora podía ver mejor su cara, aquellos ojos rojos, congestionados e inflamados por la cantidad de lágrimas que ya habrían derramado, la cuidada y blanca tez de su cara agrietada, recorrida por inmisericordes surcos cristalinos que el frío ambiental se encargaba de grabar a fuego sobre su rostro. El vestido manchado de frío barro, al igual que una pequeña parte de su cara allí donde esta había estado en contacto con el helado lecho del bosque. Sus brazos se mueven descoordinados, independientes y débiles entre el frío, los nervios y la ansiedad que asolan a su dueña.
Incluso para un ser que llevaba varias décadas sin poder sentir las emociones como cuando estaba viva, la desolación, la angustia y la avasalladora tristeza que atenazan el corazón de aquella joven son como un faro que atrae a sus curiosos ojos hacia ella una y otra vez, deseando vivir aquellos sentimientos, aunque fueran a través de los orbes de otra persona. Saber sus reacciones, sus gestos, cómo se siente, que piensa, a que se agarra… es una maravillosa enciclopedia de nuevas vivencias, a tan solo unos palmos de distancia de ella.
-No es una buena época para estar tumbada en el suelo- susurra gentilmente sin perder la tímida y reconfortante sonrisa mientras la ayuda a incorporarse. –A ver, déjame ayudarte cariño- susurra mientras agarra suavemente pero con firmeza las congeladas manos de ella, llevándose ella misma el pañuelo entre sus dedos al ver la poca eficacia de ella al limpiarse. Con suavidad, dobla el pañuelo entre sus blancos dedos, antes de empezar a limpiar las lágrimas congeladas, y los pedazos de tierra aún adheridos.
Cuando le da el papel, la mira extrañada a los ojos, antes de bajar la mirada entre nerviosa y curiosa, leyendo con dificultad lo que aquellas letras cada vez más difuminadas cuentan. Si la joven había llamado la atención de Celine al verla en la nieve deshecha, ahora su mente juvenil en muchos aspectos trabajaba frenética, excitada y nerviosa, intentando hilar tan extraña revelación. ¿Quién era aquella mujer? ¿Quién podía tener interés en matar a dos hermanos? ¿Era la suma de dos horribles tragedias independientes? Algunas frases cuadraban poco con aquella última hipótesis, un cambio de nombre, y “una brutal escena”. En los claros ojos de la fantasma casi se podía ver un brillo humano, debido a las emociones contenidas.
Su pequeña fantasía se acabó de manera abrupta cuando aquella joven cayó de rodillas, colapsando sobre ella misma, rota de dolor tras dar voz ella misma al resumen de la carta. Celine se arrodilló rápidamente frente a ella, guardándose la carta precipitadamente en un bolsillo, tomando las manos de ella. –Llora querida- le susurró mientras llevaba con sus brazos la cabeza a su hombro, dejando que se desahogara, que exteriorizara aquella pena que mantenía extasiada a la fantasma.
Mientras los ropajes de la humana volvían a calarse y a ensuciarse con la sucia nieve que rozaba sus bajos, el vestido y el abrigo de su acompañante se mantenían imposiblemente blancos, impolutos a pesar de estar en contacto con la misma suciedad, y mientras la cara y la piel expuesta de la señorita acusaban el frío y el desgarrador llanto, la tez de Celine permanecía igualmente perfecta que al llegar, tersa y suave, ningún tono rojizo o irritado perturbaba su rostro de porcelana, ni siquiera la ligera nevada parecía alterar el peinado o las pestañas con rebeldes copos entre su rubio pelo suelto.
-Puede celebrar que estás viva- responde a su pregunta cuando la ha dejado llorar un tiempo. –Seguro que todos ellos desearían que pudieras continuar con tu vida, por ti y por ellos. No creo que ninguno deseara ver tus días terminar tan prematuramente, y mucho menos muerta de frío desgarrada por la pena que ellos te provocan- responde lenta, pausadamente, con un tono plácido y tierno, sin mover a la aristócrata del refugio que le otorga su mullido hombro, acariciando suavemente la espalda de ella- ¿Quieres contarme que ha ocurrido?- responde mirándola ahora a los ojos tras retirarla un poco de ella –¿O contarme como puede llevarse un caballo al galope, en vestido y sin silla?- vuelve a preguntar con una tierna sonrisa.
Pauline Laphavrant- Fantasma
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Re: Tears - Flashback [Celine Bellerose]
Ya es suficiente de sufrir, de tener que aceptar golpe tras golpe. Sus padres, los De Louise primero. El conocimiento de los Moncrieff con su fallecimiento años antes. Y después, la esperanza de tener dos hermanos y que le buscaran, hoy deshecha. Tenía que ser hoy, en Navidad cuando su casa está llena de personas que fueron a celebrarlo con ella, que con estas noticias, decidió huir. Las lágrimas continúan su camino más cuando siente alguien que la contiene, que le rodea y le incita a llorar. Las finas lágrimas se convierten en un riachuelo imposible de controlar ahora, en tanto grita contra el pecho de la joven que le sostiene para impedir su caída. Los gemidos y sollozos se vuelven desgarradores, se encaja las uñas en las palmas de las manos de la fuerza que le azota inclemente como el viento que le recuerda su ausencia de abrigo.
Abraza la cintura de la fémina con fuerza queriendo quedar seca, que ésto sea su fin y le permitan ir a donde su familia. Toda ésta. El saber que en casa tiene personas que la estiman, no impide estos pensamientos deprimentes. Sería tan fácil tomar alguno de los objetos punzocortantes para abrir sus venas dejando que la vida se escape. Tan fácil quedarse en este lugar permitiendo que el frío la congele. La Annabeth alegre y entusiasta se ha esfumado en unas simples líneas. Sólo queda la desolación, la ausencia de emociones alegres y optimistas. El llanto permanece hasta que su propio y frágil cuerpo está colapsando por el frío, buscando entonces su instinto primario de supervivencia parar todo ésto, la insana idea de morir. Se auxilia de las palabras de la otra mujer que le incitan a continuar adelante.
El rostro manchado por la tierra, las lágrimas y la sangre, se alza. Los hermosos ojos azules llenos de agua, rojizos por tanto esfuerzo, le observan como si fuera un ángel en medio de esta tempestad, la de su corazón y la del medio ambiente que continúan lastimando su noble cuerpo. Un poco de saliva se desliza por su garganta hasta que asiente lento. Los hipidos van remitiendo hasta que una voz trémula va apareciendo tímida desde su boca - l-lo lo siento. No suelo comportarme tan inapropiadamente - se limpia las lágrimas con otro de sus pañuelos antes de emitir un gemido suave cuando pasa la tela contra la herida que aún sangra.
Mira la rojiza mancha como si eso le diera una idea de lo que está pasando, aspira aire profundo o lo intenta, el frío impide que pueda ya moverse con facilidad. Los dientes le castañean - deberíamos ir a un lugar más cálido - es en estos momentos donde su mente necesita ocuparse de algo y el buscar un refugio se ha convertido en su tabla de salvación. Mira a la joven, antes de que sus ojos se hagan pequeños al notar que, a diferencia de la De Louise, ella está impoluta. Ni siquiera el viento la toca, a su mente llega la respuesta - Eres un fantasma - susurra sorprendida por su descubrimiento. Sabe que existen, más nunca se encontró con uno como esta joven.
Eso le esboza una trémula sonrisa dulce - gracias por ayudarme. Gracias por consolarme - por inercia, sus labios regalan un beso en la mejilla de la fantasma antes de que el siguiente sollozo le gane a la alegría de encontrarse con uno - lo siento, llegaste en mal momento. Me siento tan sola en medio de todos mis conocidos que me saturan con tantas atenciones queriendo hacerme olvidar que es la primera navidad sin mis padres - sonríe, es una mueca que carece de alegría, llena de amargura y soledad - estoy sola en medio de una muchedumbre. Estoy sin saber a dónde ir, en medio de tantas puertas que se me ofrecen. ¿Alguna vez sentiste eso? - quiso saber.
El color sonrojado de las mejillas de la humana va tornándose azul, denotando cuántos grados de temperatura está perdiendo su cuerpo.
Abraza la cintura de la fémina con fuerza queriendo quedar seca, que ésto sea su fin y le permitan ir a donde su familia. Toda ésta. El saber que en casa tiene personas que la estiman, no impide estos pensamientos deprimentes. Sería tan fácil tomar alguno de los objetos punzocortantes para abrir sus venas dejando que la vida se escape. Tan fácil quedarse en este lugar permitiendo que el frío la congele. La Annabeth alegre y entusiasta se ha esfumado en unas simples líneas. Sólo queda la desolación, la ausencia de emociones alegres y optimistas. El llanto permanece hasta que su propio y frágil cuerpo está colapsando por el frío, buscando entonces su instinto primario de supervivencia parar todo ésto, la insana idea de morir. Se auxilia de las palabras de la otra mujer que le incitan a continuar adelante.
El rostro manchado por la tierra, las lágrimas y la sangre, se alza. Los hermosos ojos azules llenos de agua, rojizos por tanto esfuerzo, le observan como si fuera un ángel en medio de esta tempestad, la de su corazón y la del medio ambiente que continúan lastimando su noble cuerpo. Un poco de saliva se desliza por su garganta hasta que asiente lento. Los hipidos van remitiendo hasta que una voz trémula va apareciendo tímida desde su boca - l-lo lo siento. No suelo comportarme tan inapropiadamente - se limpia las lágrimas con otro de sus pañuelos antes de emitir un gemido suave cuando pasa la tela contra la herida que aún sangra.
Mira la rojiza mancha como si eso le diera una idea de lo que está pasando, aspira aire profundo o lo intenta, el frío impide que pueda ya moverse con facilidad. Los dientes le castañean - deberíamos ir a un lugar más cálido - es en estos momentos donde su mente necesita ocuparse de algo y el buscar un refugio se ha convertido en su tabla de salvación. Mira a la joven, antes de que sus ojos se hagan pequeños al notar que, a diferencia de la De Louise, ella está impoluta. Ni siquiera el viento la toca, a su mente llega la respuesta - Eres un fantasma - susurra sorprendida por su descubrimiento. Sabe que existen, más nunca se encontró con uno como esta joven.
Eso le esboza una trémula sonrisa dulce - gracias por ayudarme. Gracias por consolarme - por inercia, sus labios regalan un beso en la mejilla de la fantasma antes de que el siguiente sollozo le gane a la alegría de encontrarse con uno - lo siento, llegaste en mal momento. Me siento tan sola en medio de todos mis conocidos que me saturan con tantas atenciones queriendo hacerme olvidar que es la primera navidad sin mis padres - sonríe, es una mueca que carece de alegría, llena de amargura y soledad - estoy sola en medio de una muchedumbre. Estoy sin saber a dónde ir, en medio de tantas puertas que se me ofrecen. ¿Alguna vez sentiste eso? - quiso saber.
El color sonrojado de las mejillas de la humana va tornándose azul, denotando cuántos grados de temperatura está perdiendo su cuerpo.
Annabeth De Louise- Humano Clase Alta
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Re: Tears - Flashback [Celine Bellerose]
La fantasma abre los ojos sobresaltada ante la violencia del abrazo que le otorga la accidentada, respondiendo al reclamo de sus brazos sobre su espalda. Acaricia suavemente con una mano el otrora cuidado peinado, mientras que su otra mano crea suaves y ligeros garabatos sobre su espalda, intentando reconfortarla, calmarla, acunarla, en una actitud casi maternal, tal y como sus padres hacían con ella cuando el llanto y el desconsuelo hacían presa de la pequeña e inocente niña que fue hace tanto tiempo.
La espalda de Celine convulsiona en un pequeño escalofrío cuando la dama, sintiéndose protegida y arropada exterioriza toda aquella pena e impotencia. Los chillos ahogados por su propio pecho, los estertores del pecho contrario, intentando encontrar aire suficiente para exteriorizar todo el mar que la inundaba en aquel momento mantienen extasiada a la fantasma, que disfruta de las emociones humanas casi como las propias, bebiendo de aquella sobredosis sensorial que actúa como el mana griego en su anodina vida. Explora cada sollozo, siente cada hipido como uno propio, casi puede notar su garganta ardiendo debido al sobreesfuerzo de sus vías respiratorias, mientras su cuerpo sigue estrechando el de ella. Sus pelos rubios, se entremezclan con los azabaches de ella cuando la estrecha más fuerte entre sus brazos, buscando transmitirle también algo de calor, pues sus manos siguen moviéndose de manera errática.
Sus cuidadas uñas acarician suavemente el rostro de ella cuando esta la mira –Mucho mejor así criatura- le dice sin perder la sonrisa afable que mantiene desde el inicio del encuentro, dejando escapar una risa cantarina ante la primera frase de ella –No lo sientas cariño, lo apropiado es tan anodino- contesta antes de volver a reír, marcando la penúltima palabra con un tono largo y aniñado.
La ayuda a levantarse, intentando que el cuerpo de la muchacha reaccione a pesar del inclemente frío que azota ya con fuerza el claro del bosque, cobrando su factura en el cuerpo de la humana, no había caído en lo terrorífico que podía ser aquella incipiente ventisca para una persona real hasta que empezó a ver las quemaduras en la cara de la joven debidas al inclemente viento y a las zonas amoratadas que empezaban a ser visibles en las zonas más sensibles y expuestas. Un pequeño atisbo de nerviosismo se entrevé en la fantasma, que no sabe exactamente a donde dirigirse con la maltrecha muchacha, pues está igual de perdida que ella en aquellos lares. –Si sabes algún lugar donde refugiarnos de esta ventisca estaré encantada de ayudarte a llegar- responde dejando entrever su poca ayuda al no conocer nada de la zona.
Cuando la mujer se da cuenta de su naturaleza, la fantasma amplía su sonrisa, que pierde parte de su tono dulce, volviéndose más juguetona y vivaz al recibir el pequeño gesto de cariño de la humana. Como corroborando sus palabras, por unos instantes su imagen se desvanece por completo, hasta que vuelve a aparecer agarrando a la aristócrata del brazo contrario, con el mismo gesto afable que antes –No tienes que darme las gracias cariño, me has caído bien- responde como si aquello explicara todo lo que estaba haciendo por una completa desconocida, obviando el dato de todo lo que ha disfrutado y aprendido con la tristeza de su acompañante.
Las palabras de la joven provocan una carcajada en Celine, levemente infantil, pura y fría como el agua clara. –Querida, nadie podrá hacerte olvidar eso, es un momento triste y es natural y humano estarlo- sonríe de forma reconfortante –solamente intentan ayudarte a sobrepasarlo lo mejor posible, es algo positivo a valorar, aunque las maneras no sean las mejores- continúa conciliadora mientras ayuda a la joven a sortear las nudosas raíces del suelo del bosque. -¿Sabes? Te contaré mi historia cuando puedas escucharla si castañear los dientes, te lo prometo, pero mientras tanto, piensa en todas esas puertas, en todos esos caminos y opciones que se abren ante ti que tanto te abruman ¿De verdad hay tantas? De momento ahora mismo solo debería importarte la que lleva a un refugio que te permita seguir hablando conmigo- alecciona de manera afable y dulce, intentando cubrir lo máximo posible del frío el sensible cuerpo de ella, al fin y al cabo, a ella el frío hacía mucho que no le importaba. –Y cuando llegues a casa y veas de nuevo todas esas puertas, el consejo de esta fantasma que se arrepiente de no haberlo hecho en vida es que las mires fijamente y pienses cuantas puertas son tuyas y cuantas te han impuesto. Una vez que lo sepas, simplemente tienes que decidir cuál quieres abrir de verdad con todo tu corazón- responde cantarina e idealista, como si estuviera explicando una cosa sumamente sencilla. -Me intrigas señorita de Louise- afirma con curiosidad en los ojos al final, utilizando el apellido que leyó antes en la carta.
La espalda de Celine convulsiona en un pequeño escalofrío cuando la dama, sintiéndose protegida y arropada exterioriza toda aquella pena e impotencia. Los chillos ahogados por su propio pecho, los estertores del pecho contrario, intentando encontrar aire suficiente para exteriorizar todo el mar que la inundaba en aquel momento mantienen extasiada a la fantasma, que disfruta de las emociones humanas casi como las propias, bebiendo de aquella sobredosis sensorial que actúa como el mana griego en su anodina vida. Explora cada sollozo, siente cada hipido como uno propio, casi puede notar su garganta ardiendo debido al sobreesfuerzo de sus vías respiratorias, mientras su cuerpo sigue estrechando el de ella. Sus pelos rubios, se entremezclan con los azabaches de ella cuando la estrecha más fuerte entre sus brazos, buscando transmitirle también algo de calor, pues sus manos siguen moviéndose de manera errática.
Sus cuidadas uñas acarician suavemente el rostro de ella cuando esta la mira –Mucho mejor así criatura- le dice sin perder la sonrisa afable que mantiene desde el inicio del encuentro, dejando escapar una risa cantarina ante la primera frase de ella –No lo sientas cariño, lo apropiado es tan anodino- contesta antes de volver a reír, marcando la penúltima palabra con un tono largo y aniñado.
La ayuda a levantarse, intentando que el cuerpo de la muchacha reaccione a pesar del inclemente frío que azota ya con fuerza el claro del bosque, cobrando su factura en el cuerpo de la humana, no había caído en lo terrorífico que podía ser aquella incipiente ventisca para una persona real hasta que empezó a ver las quemaduras en la cara de la joven debidas al inclemente viento y a las zonas amoratadas que empezaban a ser visibles en las zonas más sensibles y expuestas. Un pequeño atisbo de nerviosismo se entrevé en la fantasma, que no sabe exactamente a donde dirigirse con la maltrecha muchacha, pues está igual de perdida que ella en aquellos lares. –Si sabes algún lugar donde refugiarnos de esta ventisca estaré encantada de ayudarte a llegar- responde dejando entrever su poca ayuda al no conocer nada de la zona.
Cuando la mujer se da cuenta de su naturaleza, la fantasma amplía su sonrisa, que pierde parte de su tono dulce, volviéndose más juguetona y vivaz al recibir el pequeño gesto de cariño de la humana. Como corroborando sus palabras, por unos instantes su imagen se desvanece por completo, hasta que vuelve a aparecer agarrando a la aristócrata del brazo contrario, con el mismo gesto afable que antes –No tienes que darme las gracias cariño, me has caído bien- responde como si aquello explicara todo lo que estaba haciendo por una completa desconocida, obviando el dato de todo lo que ha disfrutado y aprendido con la tristeza de su acompañante.
Las palabras de la joven provocan una carcajada en Celine, levemente infantil, pura y fría como el agua clara. –Querida, nadie podrá hacerte olvidar eso, es un momento triste y es natural y humano estarlo- sonríe de forma reconfortante –solamente intentan ayudarte a sobrepasarlo lo mejor posible, es algo positivo a valorar, aunque las maneras no sean las mejores- continúa conciliadora mientras ayuda a la joven a sortear las nudosas raíces del suelo del bosque. -¿Sabes? Te contaré mi historia cuando puedas escucharla si castañear los dientes, te lo prometo, pero mientras tanto, piensa en todas esas puertas, en todos esos caminos y opciones que se abren ante ti que tanto te abruman ¿De verdad hay tantas? De momento ahora mismo solo debería importarte la que lleva a un refugio que te permita seguir hablando conmigo- alecciona de manera afable y dulce, intentando cubrir lo máximo posible del frío el sensible cuerpo de ella, al fin y al cabo, a ella el frío hacía mucho que no le importaba. –Y cuando llegues a casa y veas de nuevo todas esas puertas, el consejo de esta fantasma que se arrepiente de no haberlo hecho en vida es que las mires fijamente y pienses cuantas puertas son tuyas y cuantas te han impuesto. Una vez que lo sepas, simplemente tienes que decidir cuál quieres abrir de verdad con todo tu corazón- responde cantarina e idealista, como si estuviera explicando una cosa sumamente sencilla. -Me intrigas señorita de Louise- afirma con curiosidad en los ojos al final, utilizando el apellido que leyó antes en la carta.
Pauline Laphavrant- Fantasma
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Re: Tears - Flashback [Celine Bellerose]
Entre tanto siguen platicando, los pies de Annabeth buscan continuar el camino intentando ubicarse, mirando de un lado al otro sin saber dónde se encuentra. Le preocupa lo que significa, si está perdida, podría estar caminando al interior del bosque sin hallar un refugio. Un sonido la alerta quedándose quieta para agudizar el oído. Sí, ahí está, sonríe con algo de alegría - creo que por aquí está la vieja cabaña de messié Le Blonde, vamos a ver si la encontramos - empieza a toser, la forma de las contracciones de su pecho le indican que más vale que se apresure o generará algo más que una simple gripa.
Avanza del brazo de la joven fantasma. ¿Qué tan grande podría ser? En tanto siguen sus pasos hacia a cabaña dejándose guiar por el sonido que hace esa lámina de metal que messié Le Blonde no se digna en arreglar. Sus ojos azules miran a la mujer a su lado, no sabe si decirle así porque lleva muerta quizá mucho tiempo, recuerda cuando se desvaneció. De verdad que son poderosos y a Annabeth le tocó alguien bueno y amable. Sabe que tienen una tremenda fama más si los posesionan sus malas experiencias y sentimientos. Más ella sólo quiere consolarla porque "le había caído bien". No importa, le ayuda a salir avante hasta llegar al camino que a cien metros, descubre la pequeña cabaña del francés que ahora está vacía porque seguro que está con su familia en el centro de París.
El resto del camino no lo recordará, con las palabras de la fantasma respecto a las puertas, se quedó meditando todas y cada una de las que tenía frente a ella. Aspiró ruidosamente aire cuando por fin estuvieron frente a la puerta de la cabaña, Annabeth volteó a mirarla -sé que messié Le Blonde guarda otro duplicado de sus llaves por aquí - empieza a buscarlas debajo del tapete y de algunas macetas - ¡Aquí está! - la enseña para insertar en la cerradura dicha llave, abrir y entrar de inmediato para cerrar la puerta. Mira a su alrededor. Si bien el dueño no es rico, tiene algunos aditamentos para casos de emergencia como éste. Sabe que las ventiscas son traicioneras y mientras dejen su casa en orden y con posterioridad le paguen lo consumido, permite que se refugien ahí.
Annabeth corre a tomar una piel mullida que está sobre uno de los sillones para cubrirse titiritando de frío. Ni siquiera duda en quitarse los zapatos húmedos ni el vestido para rodearse con esa manta tan abrigadora que le proporcionará más calor desnuda que con la indumentaria puesta. Una vez siente mejor sus dedos, se hinca para encender la chimenea - he pensado en lo de las puertas que dices. Me temo que una de ellas es mi prometido, Valentine. Es muy guapo, es todo un caballero, más no empatamos. ¿Entiendes de qué hablo? Él dice negro y yo blanco. Gato, yo perro. Cielo, yo tierra. Volcán, yo mar. Es una enorme carga tener que coexistir con él. ¿Te imaginas si nos casamos? - en cuanto los leños están listos y una tetera llena de agua se calienta sobre éstos, corre a subirse al sillón para hacerse una bola humana mirando a la fantasma - ahora cuéntame tu historia - ruega con los ojos brillantes de la emoción - jamás había conocido una fantasma - confiesa con el rostro más cálido.
Se pone atenta para que en cuanto la tetera silbe, poder servirse un té y calentar mejor su cuerpo. Mientras tanto, todavía tiembla y sus dientes de vez en vez le castañetean. Más el color azul de su epidermis va tornándose rojizo poco a poco, aunque las heridas de la tempestad se quedarán en tan lindo rostro.
Avanza del brazo de la joven fantasma. ¿Qué tan grande podría ser? En tanto siguen sus pasos hacia a cabaña dejándose guiar por el sonido que hace esa lámina de metal que messié Le Blonde no se digna en arreglar. Sus ojos azules miran a la mujer a su lado, no sabe si decirle así porque lleva muerta quizá mucho tiempo, recuerda cuando se desvaneció. De verdad que son poderosos y a Annabeth le tocó alguien bueno y amable. Sabe que tienen una tremenda fama más si los posesionan sus malas experiencias y sentimientos. Más ella sólo quiere consolarla porque "le había caído bien". No importa, le ayuda a salir avante hasta llegar al camino que a cien metros, descubre la pequeña cabaña del francés que ahora está vacía porque seguro que está con su familia en el centro de París.
El resto del camino no lo recordará, con las palabras de la fantasma respecto a las puertas, se quedó meditando todas y cada una de las que tenía frente a ella. Aspiró ruidosamente aire cuando por fin estuvieron frente a la puerta de la cabaña, Annabeth volteó a mirarla -sé que messié Le Blonde guarda otro duplicado de sus llaves por aquí - empieza a buscarlas debajo del tapete y de algunas macetas - ¡Aquí está! - la enseña para insertar en la cerradura dicha llave, abrir y entrar de inmediato para cerrar la puerta. Mira a su alrededor. Si bien el dueño no es rico, tiene algunos aditamentos para casos de emergencia como éste. Sabe que las ventiscas son traicioneras y mientras dejen su casa en orden y con posterioridad le paguen lo consumido, permite que se refugien ahí.
Annabeth corre a tomar una piel mullida que está sobre uno de los sillones para cubrirse titiritando de frío. Ni siquiera duda en quitarse los zapatos húmedos ni el vestido para rodearse con esa manta tan abrigadora que le proporcionará más calor desnuda que con la indumentaria puesta. Una vez siente mejor sus dedos, se hinca para encender la chimenea - he pensado en lo de las puertas que dices. Me temo que una de ellas es mi prometido, Valentine. Es muy guapo, es todo un caballero, más no empatamos. ¿Entiendes de qué hablo? Él dice negro y yo blanco. Gato, yo perro. Cielo, yo tierra. Volcán, yo mar. Es una enorme carga tener que coexistir con él. ¿Te imaginas si nos casamos? - en cuanto los leños están listos y una tetera llena de agua se calienta sobre éstos, corre a subirse al sillón para hacerse una bola humana mirando a la fantasma - ahora cuéntame tu historia - ruega con los ojos brillantes de la emoción - jamás había conocido una fantasma - confiesa con el rostro más cálido.
Se pone atenta para que en cuanto la tetera silbe, poder servirse un té y calentar mejor su cuerpo. Mientras tanto, todavía tiembla y sus dientes de vez en vez le castañetean. Más el color azul de su epidermis va tornándose rojizo poco a poco, aunque las heridas de la tempestad se quedarán en tan lindo rostro.
Annabeth De Louise- Humano Clase Alta
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Re: Tears - Flashback [Celine Bellerose]
El aire se empieza a volver tan peligroso como el mismísimo frío, levanta la nieve aún suelta del suelo y las ramas, sumándola en un aterrador y caótico baile con los copos que empezaban a caer con mayor fuerza en ese momento. No dijo nada, pero su preocupación por la chica iba en aumento, su cuerpo acusaba ya la falta de calor ambiental, sus manos estaban heladas y el aliento de la dama era tan visible como los copos que la azotaban en el rostro, los cuales ella intentaba parar con sus poderes, como quien intenta parar una tempestad con una puerta, como intentaba sostener el cuerpo de su aquella joven en posición vertical a pesar del indolente tiempo y los continuos tropiezos con el irregular lecho del bosque. De necesitar respirar, estaba segura que jadearía y de latir su corazón estaba segura de que este estaría desbocado en mitad de tal esfuerzo y si sus venas aún portaran algún líquido escarlata, este se agolparía en sus mejillas, ruborizándolas en un vano intento de mantener la temperatura corporal equilibrada. Era en aquellos momentos, conviviendo de tan cerca con un mortal cuando se sentía más viva y más muerta a la vez, ella ya nunca volvería a sentir nada de aquello que ahora acosaba a la aristócrata, aquellas emociones desbordadas de su cuerpo hace tan solo unos minutos, condenada a vivir el mundo a través de un espeso y traslúcido filtro. Aunque algo compartía con aquella dama, ese espíritu de supervivencia y de superación, esas ganas de vivir un día más, aquellas sensaciones también mantenían aquí a la última Bellerose.
Tal es el esfuerzo al que no está acostumbrada intentando cubrir de la horrible ventisca que se había desatado, que cuando la dama entra en la casa, su corporeidad apenas soporta que sus dedos giren el picaporte de la puerta, encerrando a ambas en el interior y dejando tras ella al inmisericorde invierno que casi reclama a la chica para sí. Su forma visible se difumina por unos segundos hasta que vuelve a mostrar el rostro de porcelana de Celine, mirando el lugar con curiosidad, pero sobre todo los manejos de aquella humana –Cabalgas a pelo, te orientas en el bosque y sabes encender un fuego son soltura- enumera Celine recuperando su natural tono divertido e indolente mientras que sus etéreos pies, ahora descalzos, corretean por toda la cabaña, buscando algo que llame su atención –No vas a salir de esta cabaña hasta que lo sepa todo de ti querida- se ríe mientras ve como la muchacha se hace un ovillo en uno de los sillones, dándole una mezcla de gracia y ternura ante la fragilidad de su cuerpo.
Su cuerpo se desvanece, para reaparecer encima de uno de los posa brazos del sillón, con su vaporoso vestido confundiéndose entre las pieles que abrigan a su acompañante, mientras su diestra, acaricia de manera maternal el castigado rostro en una espectral y etérea caricia. Su risa se vuelve traviesa y algo siniestra cuando la humana le cuenta el suceso que le espera tras la primera puerta. –¿Cariño cómo de guapo?—pregunta Celine con la sonrisa traviesa. -Querida a mí me dejo en este estado uno como el que describes ¡y no me recuerdo tan poco ilusionada como tú con el compromiso!- ríe la fantasma con el cotilleo, una vez más calmada, se esfuma del respaldo del sillón por unos instantes, haciendo que su voz se escuche en toda la sala –Apliquemos el consejo de antes ¿de verdad quieres casarte con él? No suenas ni apasionada, ni enamorada, ni excitada, ni entusiasmada- enumera la fantasma aquellas emociones que recuerda del día de su boda -¿Por qué querrías casarte?- pregunta reapareciendo con su ingenuo gesto infantil en una mueca contrariada.
Con una risa cantarina, reaparece en el otro sillón de la estancia, con la cabeza apoyada en un posa brazos, haciendo que sus rubios cabellos bailen en el vacío, mientras que sus desnudos pies cuelgan del otro lado. Con un suspiro, empieza a contarle su infancia, y aunque su sonrisa se va marchitando en su cara al hablar de su pasado y su voz dulce y aniñada se torna melancólica y monótona, mientras va pasando por su infancia encerrada en la mansión, hasta llegar hasta la muerte de sus padres, solo para continuar con su horripilante boda y su final, momento en el que por tan solo un instante, el prefecto aspecto de la fantasma cambia, mostrando un cuerpo sin piel, negro, surcado por horribles deformidades dejadas por el fuego, solo para volver a mostrar un perfecto rostro tan solo un parpadeo después. Su voz es ya prácticamente monocorde cuando narra sus dos años en los que mató a la mayoría de la familia de su prometido, asegurándose que su herencia nunca acabara en sus manos de aquella familia. Cuando termina con el relato, lo único que atestigua que aquel rostro de porcelano sigue vivo son dos lagrimones que recorren su cara, mientras uno de aquellos pies descalzos se balancea con una despreocupación que no parece casar con el resto de ella. Hacía décadas que no contaba su historia y se da cuenta de que la tristeza es de las pocas emociones que no tiene que buscar en otras personas.
Tal es el esfuerzo al que no está acostumbrada intentando cubrir de la horrible ventisca que se había desatado, que cuando la dama entra en la casa, su corporeidad apenas soporta que sus dedos giren el picaporte de la puerta, encerrando a ambas en el interior y dejando tras ella al inmisericorde invierno que casi reclama a la chica para sí. Su forma visible se difumina por unos segundos hasta que vuelve a mostrar el rostro de porcelana de Celine, mirando el lugar con curiosidad, pero sobre todo los manejos de aquella humana –Cabalgas a pelo, te orientas en el bosque y sabes encender un fuego son soltura- enumera Celine recuperando su natural tono divertido e indolente mientras que sus etéreos pies, ahora descalzos, corretean por toda la cabaña, buscando algo que llame su atención –No vas a salir de esta cabaña hasta que lo sepa todo de ti querida- se ríe mientras ve como la muchacha se hace un ovillo en uno de los sillones, dándole una mezcla de gracia y ternura ante la fragilidad de su cuerpo.
Su cuerpo se desvanece, para reaparecer encima de uno de los posa brazos del sillón, con su vaporoso vestido confundiéndose entre las pieles que abrigan a su acompañante, mientras su diestra, acaricia de manera maternal el castigado rostro en una espectral y etérea caricia. Su risa se vuelve traviesa y algo siniestra cuando la humana le cuenta el suceso que le espera tras la primera puerta. –¿Cariño cómo de guapo?—pregunta Celine con la sonrisa traviesa. -Querida a mí me dejo en este estado uno como el que describes ¡y no me recuerdo tan poco ilusionada como tú con el compromiso!- ríe la fantasma con el cotilleo, una vez más calmada, se esfuma del respaldo del sillón por unos instantes, haciendo que su voz se escuche en toda la sala –Apliquemos el consejo de antes ¿de verdad quieres casarte con él? No suenas ni apasionada, ni enamorada, ni excitada, ni entusiasmada- enumera la fantasma aquellas emociones que recuerda del día de su boda -¿Por qué querrías casarte?- pregunta reapareciendo con su ingenuo gesto infantil en una mueca contrariada.
Con una risa cantarina, reaparece en el otro sillón de la estancia, con la cabeza apoyada en un posa brazos, haciendo que sus rubios cabellos bailen en el vacío, mientras que sus desnudos pies cuelgan del otro lado. Con un suspiro, empieza a contarle su infancia, y aunque su sonrisa se va marchitando en su cara al hablar de su pasado y su voz dulce y aniñada se torna melancólica y monótona, mientras va pasando por su infancia encerrada en la mansión, hasta llegar hasta la muerte de sus padres, solo para continuar con su horripilante boda y su final, momento en el que por tan solo un instante, el prefecto aspecto de la fantasma cambia, mostrando un cuerpo sin piel, negro, surcado por horribles deformidades dejadas por el fuego, solo para volver a mostrar un perfecto rostro tan solo un parpadeo después. Su voz es ya prácticamente monocorde cuando narra sus dos años en los que mató a la mayoría de la familia de su prometido, asegurándose que su herencia nunca acabara en sus manos de aquella familia. Cuando termina con el relato, lo único que atestigua que aquel rostro de porcelano sigue vivo son dos lagrimones que recorren su cara, mientras uno de aquellos pies descalzos se balancea con una despreocupación que no parece casar con el resto de ella. Hacía décadas que no contaba su historia y se da cuenta de que la tristeza es de las pocas emociones que no tiene que buscar en otras personas.
Pauline Laphavrant- Fantasma
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Re: Tears - Flashback [Celine Bellerose]
Para evitar que Annabeth se sumerja en una cubeta de emociones y se ahogue en ella, tienes que darle un paño para indicarle qué hacer, qué limpiar, qué secar para tenerla en actividad y se olvide de todo aquéllo que le hace daño. Así que para la De Louise, buscar la cabaña evitando caer, es suficiente para que deje de llorar, su mente se active y salga avante de todo lo que le daña. Ahora, sentada en el sillón, esperando que la tetera silbe, cubierta hasta la nariz con las pieles, está contenida. Está a salvo. Y por pura maldad -o quizá debilidad- le pide a la fantasma que le cuente su historia en tanto intenta con su calor corporal por medio de exhalaciones bucales, calentar los dedos de sus manos. La chimenea va aumentando la temperatura de la habitación que mientras estén todas las puertas a habitaciones alternas cerradas, permitirá que Annabeth vuelva a sentirse humana y no paleta de hielo.
Se ríe a duras penas con su castañeteo dental abrazándose más las piernas - todo me lo enseñaron en casa. El cabalgar a pelo exige de cierta manera confianza en tu caballo y Butter es magnífico para llevar así, eso me lo enseñó mi prometido, Valentine. El orientarme en un bosque me lo enseñó un amigo de la familia y qué decir de encender una chimenea. Mi madre siempre decía: "Annabeth, antes de señorita de alta sociedad, eres una mujer, así que tendrás que aprender de todo porque para mandar, hay que saber hacerlo" - remea con tono de una típica mujer de alta sociedad aleccionando en tanto se burla de su madre exagerando sus gestos en tanto aprieta los labios formando una "o" pequeña, mueve la cabeza centímetros a la derecha y a la izquierda como si fuera una antena a la que le hubieran dado un golpecito y sus cejas forman un gesto curioso al juntarse formando arrugas en medio de ellas. Completa el gesto con un dedo índice levantado moviéndose como su cabeza, en un sentido aleccionador. - Una dama puede ser cualquiera, una mujer es diferente y para ello, tienes que aprender a hacerlo - termina para reír a carcajadas con mejor humor.
Casi, porque de nuevo se le llenan los ojos de lágrimas al recordar a su madre. Sin la ventisca, puede notar cómo el interior de su tabique nasal le duele al tiempo que la nariz se torna agua. El sonido de la tetera la distrae; como ya quedó indicado, a la joven hay que ocupar para que deje de llorar. Así que se pone en pie, busca los tazas, algo de té y miel llevando todo cuando lo encuentra, a una mesita frente al sofá, preparar dos buenos brebajes y mirarla - sé que los fantasmas no necesitan beber, más me pareció una bonita forma de compartir algo aparte de nuestros recuerdos, aunque no hay crema - pone una expresión de capricho mal cumplido antes de dejar su taza en la mesa, tomar la suya y acomodarse entre las pieles para beber. Ni siquiera le importó levantarse en paños menores caminando por el lugar. Es una fantasma, es una mujer y como dijera Violet, su ama de llaves "tenemos lo mismo, sólo que en diferentes proporciones y estadios de gravedad".
Siente cómo la acaricia quedándose un poco sorprendida por el salto astral que la fantasma realiza, parpadea acostumbrándose a la visión de que desaparezca y aparezca. Se ríe cuando le pregunta por Valentine - ¿Cómo de guapo? En Florencia él llegaba y todas las chicas corrían a asearse, cambiarse y ponerse en su camino. Tiene unos ojos grises, una piel blanca tostada por el sol dándole ese tono sonrosado hermoso; mide lo suyo, más de un metro noventa y tres, es bastante alto y tengo que ponerme de puntitas para alcanzarle. Es cazador de sobrenaturales, así que es muy fuerte, debiera de sentirme feliz, más hay cosas en las que no empatamos. Es muy terco, para él no hay medias tintas. Negro es negro. Blanco es blanco. Es cabezota y no, no me gusta. Por eso te dije que tendría que cerrar esa puerta de una vez, es un compromiso que no deseo - bebe un poco de su té de nuevo. Le entusiasma Valentine, más no es capaz de concentrarse del todo en él.
Y la fantasma dice algo que le deforma su rictus con el típico gesto Moncrieff. ¿El prometido le dejó en ese estado? Como si el propio dique de la fantasma fuera incontenible, las palabras salen de su boca, en tanto la humana va bebiendo del té escuchándola, su infancia, sumida en una burbuja que Anna también conoce, si no fuera por tantas personas que llegaban a la mansión por informes, estaría sin haber conocido al mundo, estaría indefensa e incapaz de encontrar por ejemplo, el camino desde el bosque a la cabaña o de montar a pelo. Ha tenido una gran suerte, debe reconocer. El relato termina con lo de su prometido, a pesar de los constantes saltos de lugar a los que la joven empieza a acostumbrarse, alcanza a vislumbrar en ese instante de debilidad, lo que debiera ser la verdadera forma de su cuerpo. El motivo de su muerte, su real apariencia que aterroriza a Annabeth por semejante visión así que baja la cabeza apretando la taza ya vacía. - Malditos - susurra cuando termina de contarle. - ¿Y de verdad no hay nadie que pueda recuperar tu herencia? - pregunta poniéndose en pie, dejando la taza en la mesa y acercándose a la mujer.
Le acaricia el cabello con mucho cuidado - ¿Y no te duele ya? ¿Todas tus heridas? - susurra despacito mirándola a los ojos - Ni siquiera sé tu nombre, yo soy Annabeth De Louise, mucho gusto - se sonríe extendiéndole la mano para que la tome antes de soltar un suspiro profundo. Pega su frente a la de la fantasma - Vamos a hacer ésto, hablaré con mis abogados, creo que tengo la manera de recuperar tu dinero, prometo que si lo logramos, se hará con él lo que quieras. Estoy pensando que antes de morirte dejaste una gran, gran, gran deuda con mi familia y que acabo de encontrar los documentos que me hacen dueña de toda tu herencia y que puedo ir a reclamarles. Así podrías dejar a unos que otros vivos y todo lo que es tuyo, volvería a tus manos ¿Te parece? - se le ocurre mientras procura ponerla de buen humor.
Así como la fantasma le ayudó, Annabeth lo hace. - Es más, creo que por aquí tengo algo que podría funcionar - busca en los bolsillos de su abrigo hasta que lo encuentra - Oh sí, ven, ven - se acomoda en el sillón para alargar sus manos y tomar las de la fantasma con un pequeño rosario en las manos - no te voy a hacer daño, este rosario tiene un hechizo de telepatía, todo lo que yo piense, los demás que toquen este rosario pueden verlo. Y si pienso en imágenes, pueden también recibirlas. Así que verás qué tan guapo es mi prometido por si quieres ir a pellizcarlo - se ríe divertida antes de concentrarse y pensar en Valentine, el muy guapo Valentine, el sexy Valentine y como típicas adolescentes, ambas se echan a reír sonrojadas.
Annabeth se muerde el labio inferior - Creo que esa es la gran razón del por qué no deshago el compromiso, es tan guapo - se muerde el labio inferior toda sonrojada - pero no hay química, no hay, no hay, eso me mata - gruñe un poco antes de reír - Aquí está la guinda del pastel - le promete pensando en la imagen más sexy de Valentine y riendo como tonta al recordarle. - Ese día llegó herido de una cacería y alguien tenía que atenderlo, - el tono no pega con la cara de coqueta que tiene sonrojada al máximo - así que me sacrifiqué y le lavé la espalda - ¡Todo un atrevimiento para la época! Se ríe nerviosa al recordarlo.
Se ríe a duras penas con su castañeteo dental abrazándose más las piernas - todo me lo enseñaron en casa. El cabalgar a pelo exige de cierta manera confianza en tu caballo y Butter es magnífico para llevar así, eso me lo enseñó mi prometido, Valentine. El orientarme en un bosque me lo enseñó un amigo de la familia y qué decir de encender una chimenea. Mi madre siempre decía: "Annabeth, antes de señorita de alta sociedad, eres una mujer, así que tendrás que aprender de todo porque para mandar, hay que saber hacerlo" - remea con tono de una típica mujer de alta sociedad aleccionando en tanto se burla de su madre exagerando sus gestos en tanto aprieta los labios formando una "o" pequeña, mueve la cabeza centímetros a la derecha y a la izquierda como si fuera una antena a la que le hubieran dado un golpecito y sus cejas forman un gesto curioso al juntarse formando arrugas en medio de ellas. Completa el gesto con un dedo índice levantado moviéndose como su cabeza, en un sentido aleccionador. - Una dama puede ser cualquiera, una mujer es diferente y para ello, tienes que aprender a hacerlo - termina para reír a carcajadas con mejor humor.
Casi, porque de nuevo se le llenan los ojos de lágrimas al recordar a su madre. Sin la ventisca, puede notar cómo el interior de su tabique nasal le duele al tiempo que la nariz se torna agua. El sonido de la tetera la distrae; como ya quedó indicado, a la joven hay que ocupar para que deje de llorar. Así que se pone en pie, busca los tazas, algo de té y miel llevando todo cuando lo encuentra, a una mesita frente al sofá, preparar dos buenos brebajes y mirarla - sé que los fantasmas no necesitan beber, más me pareció una bonita forma de compartir algo aparte de nuestros recuerdos, aunque no hay crema - pone una expresión de capricho mal cumplido antes de dejar su taza en la mesa, tomar la suya y acomodarse entre las pieles para beber. Ni siquiera le importó levantarse en paños menores caminando por el lugar. Es una fantasma, es una mujer y como dijera Violet, su ama de llaves "tenemos lo mismo, sólo que en diferentes proporciones y estadios de gravedad".
Siente cómo la acaricia quedándose un poco sorprendida por el salto astral que la fantasma realiza, parpadea acostumbrándose a la visión de que desaparezca y aparezca. Se ríe cuando le pregunta por Valentine - ¿Cómo de guapo? En Florencia él llegaba y todas las chicas corrían a asearse, cambiarse y ponerse en su camino. Tiene unos ojos grises, una piel blanca tostada por el sol dándole ese tono sonrosado hermoso; mide lo suyo, más de un metro noventa y tres, es bastante alto y tengo que ponerme de puntitas para alcanzarle. Es cazador de sobrenaturales, así que es muy fuerte, debiera de sentirme feliz, más hay cosas en las que no empatamos. Es muy terco, para él no hay medias tintas. Negro es negro. Blanco es blanco. Es cabezota y no, no me gusta. Por eso te dije que tendría que cerrar esa puerta de una vez, es un compromiso que no deseo - bebe un poco de su té de nuevo. Le entusiasma Valentine, más no es capaz de concentrarse del todo en él.
Y la fantasma dice algo que le deforma su rictus con el típico gesto Moncrieff. ¿El prometido le dejó en ese estado? Como si el propio dique de la fantasma fuera incontenible, las palabras salen de su boca, en tanto la humana va bebiendo del té escuchándola, su infancia, sumida en una burbuja que Anna también conoce, si no fuera por tantas personas que llegaban a la mansión por informes, estaría sin haber conocido al mundo, estaría indefensa e incapaz de encontrar por ejemplo, el camino desde el bosque a la cabaña o de montar a pelo. Ha tenido una gran suerte, debe reconocer. El relato termina con lo de su prometido, a pesar de los constantes saltos de lugar a los que la joven empieza a acostumbrarse, alcanza a vislumbrar en ese instante de debilidad, lo que debiera ser la verdadera forma de su cuerpo. El motivo de su muerte, su real apariencia que aterroriza a Annabeth por semejante visión así que baja la cabeza apretando la taza ya vacía. - Malditos - susurra cuando termina de contarle. - ¿Y de verdad no hay nadie que pueda recuperar tu herencia? - pregunta poniéndose en pie, dejando la taza en la mesa y acercándose a la mujer.
Le acaricia el cabello con mucho cuidado - ¿Y no te duele ya? ¿Todas tus heridas? - susurra despacito mirándola a los ojos - Ni siquiera sé tu nombre, yo soy Annabeth De Louise, mucho gusto - se sonríe extendiéndole la mano para que la tome antes de soltar un suspiro profundo. Pega su frente a la de la fantasma - Vamos a hacer ésto, hablaré con mis abogados, creo que tengo la manera de recuperar tu dinero, prometo que si lo logramos, se hará con él lo que quieras. Estoy pensando que antes de morirte dejaste una gran, gran, gran deuda con mi familia y que acabo de encontrar los documentos que me hacen dueña de toda tu herencia y que puedo ir a reclamarles. Así podrías dejar a unos que otros vivos y todo lo que es tuyo, volvería a tus manos ¿Te parece? - se le ocurre mientras procura ponerla de buen humor.
Así como la fantasma le ayudó, Annabeth lo hace. - Es más, creo que por aquí tengo algo que podría funcionar - busca en los bolsillos de su abrigo hasta que lo encuentra - Oh sí, ven, ven - se acomoda en el sillón para alargar sus manos y tomar las de la fantasma con un pequeño rosario en las manos - no te voy a hacer daño, este rosario tiene un hechizo de telepatía, todo lo que yo piense, los demás que toquen este rosario pueden verlo. Y si pienso en imágenes, pueden también recibirlas. Así que verás qué tan guapo es mi prometido por si quieres ir a pellizcarlo - se ríe divertida antes de concentrarse y pensar en Valentine, el muy guapo Valentine, el sexy Valentine y como típicas adolescentes, ambas se echan a reír sonrojadas.
Annabeth se muerde el labio inferior - Creo que esa es la gran razón del por qué no deshago el compromiso, es tan guapo - se muerde el labio inferior toda sonrojada - pero no hay química, no hay, no hay, eso me mata - gruñe un poco antes de reír - Aquí está la guinda del pastel - le promete pensando en la imagen más sexy de Valentine y riendo como tonta al recordarle. - Ese día llegó herido de una cacería y alguien tenía que atenderlo, - el tono no pega con la cara de coqueta que tiene sonrojada al máximo - así que me sacrifiqué y le lavé la espalda - ¡Todo un atrevimiento para la época! Se ríe nerviosa al recordarlo.
Última edición por Annabeth De Louise el Vie Mayo 18, 2018 11:34 am, editado 1 vez
Annabeth De Louise- Humano Clase Alta
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Localización : En medio de sus brazos, bajo sus colmillos.
Re: Tears - Flashback [Celine Bellerose]
La espectro no ha tenido mucho contacto cercano con un gran número de personas desde que llegó a la mansión de su familia de nuevo tantos años atrás, pero aunque hubiera sido al contrario, le hubiera costado recordar a alguien con la capacidad emocional que estaba demostrando aquella dama. En tan solo unos minutos había pasado de la indefensión absoluta, del abandono de su propia vida a un pequeño y frenético saco de ratones que era incapaz de estarse quieto, a una vivaz comadreja que manipula la situación a su conveniencia y una excelente conversadora con capacidad para darle la vuelta a una conversación mal encaminada para sus intereses. El espíritu echa de menos no tener uno de sus cuadernos a mano pues aquella dama era digna de aparecer en una de sus páginas.
La expresión de Celine es de una falsa condescendencia cuando la dama le da una contestación del todo insuficiente para la fantasma, que escucha con una expresión aburrida en la cara mientras sus pies se mantienen a unos pocos centímetros del suelo. –Me quieres decir que mientras a todas las demás damas del país le enseñan danza, canto, baile, literatura y costura en tu casa te enseñan a cabalgar, supervivencia y a prender un fuego en segundos- su risa vuelve a ocupar toda la habitación, tanto por la mentira tan poco creíble como por las imitaciones de su nueva amiga que le impiden estar seria mucho tiempo. –Tal vez tenga que preguntarte por qué iban a enseñarle a una delicada dama como tu todo eso ¿No te parece?- pregunta rápidamente entusiasmada.
Se ruboriza levemente cuando sus ojos se desvían al bonito cuerpo de la mujer que tiene delante en su ir y venir de quehaceres, llevándose una uña nerviosa a la comisura de sus labios, mientras se descubre a si misma comparándolo con el suyo propio y sus ojos recorren la femenina curva de su cadera, que le provoca que aquel sutil tono carmín de sus mejillas se concentre por completo en la punta de sus orejas, obligándola a desviar la mirada.
La última de los Bellerose se queda un momento extrañada cuando prepara dos pequeñas tazas para el té, posando lentamente sus pies descalzos sobre el suelo, mientras la corporeidad volvía a su cuerpo, que se hacía por segundos más real y menos etéreo hasta que incluso los lacios pelos rubios cayeron al fin dóciles sobre sus hombros en su perfecto peinado habitual. Su rostro aún muestra una cara extraña cuanto toma el caliente recipiente con sus manos, tan suaves como la porcelana que sostiene, esbozando una tímida sonrisa ante el gesto. –Hace unos seis años que no bebo querida- confiesa contenta mientras bebe un largo buche, sintiendo como la extraña sensación de algo cálido bajando por su garganta. Riendo dulcemente tras hacerlo.
-Querida tal y como lo describes bien podrías presentármelo, te lo quitaría de encima encantada- responde mientras le pestañea de manera sugerente, para luego estallar en una carcajada. –Ya tiene que tener serrín en la cabeza ese hombre para que quieras dejarlo escapar entonces- vuelve a reír, asustándose por la desagradable sensación que viene desde su garganta y su nariz, casi se le había olvidado que aquellos traicioneros líquidos pueden salir por aquel lugar tan desagradable si no se tiene cuidado con las risas. Lleva una pequeña servilleta a su cara para sonarse discretamente.
Cuando termina de contar su historia, el rostro de Celine continúa siendo una máscara de porcelana, apenas mueve sus músculos para llorar, ni su respiración se agita lo más mínimo, lo que hace aún más inquietantes sus ojos anegados en lágrimas, de las que se escapan cada cierto tiempo en forma de dos grandes lagrimones que recorren sus mejillas sin dejar apenas rastro en su piel. Sin embargo la larga mirada con la que obsequia a su acompañante está llena de una tristeza insondable. –No- responde secamente con la voz fría y monocorde como el desgarrador invierno del exterior, sin aclarar a cuál de las preguntas responde tan escueta respuesta –Yo era la única heredera de esa rama de mi familia y al no estar casada, no pueden reclamar la herencia, aún así lo han intentado- relata con voz neutra, como si no fuera la protagonista de aquella historia. –Hace trece años lo intentó el último de aquella familia. Enloqueció tanto que pensó que era su hija. Arregló la mansión, me compró juguetes y ropa nueva, decía que yo era lo único que le importaba. Un día se suicidó pensando que así conseguiría estar junto a mí para siempre.- Su postura tampoco ha cambiado durante la narración, como si se le hubiera olvidado que aún tenía un cuerpo que mantener y que animar, mientras que su voz sigue tratando aquellos escalofriantes temas con una frialdad inusitada en el vivaz espíritu que solía ser.
-No puedes ayudarme Annabeth- le responde mientras le coge las manos, parpadeando varias veces hasta que su gesto adquiere una sonrisa triste. –Si te entregara a ti mi herencia, dependería de ti, o de tus hijos, no puedo permitirlo- susurra mientras le da un pequeño beso en la nariz. –Si quieren seguir vivos que no se acerquen a mí mansión, no tienen ningún derecho sobre ella- sentencia mientras nota como el enfado empieza a hervir bajo su nívea piel, haciendo que las tazas de café vibren sobre sus platos con sonoridad y sus lacios pelos se levantan unos pocos centímetros, antes de que aquella pequeña explosión de ira desaparezca tan pronto como llegó, obsequiando con su sonrisa natural a la nueva amiga que se presenta ante ella. –Encantada Annabeth- responde dulcemente desapareciendo del sillón, reapareciendo en mitad de la habitación para hacer una reverencia. –Celine Bellerose para servirla-
La fantasma mira con desconfianza el rosario que le ofrece, los elementos eclesiásticos no suelen tener buenos resultados con los fantasmas, alguna vez ha tenido la desgracia de comprobarlo al acabar demasiado cerca de un cazador en sus andanzas pero cuando aquella dama la toca, dejándole compartir sus recuerdos, pierde cualquier reparo, abriendo la boca en un gesto de sorpresa para nada desagradable. Se tapa la boca con la otra mano cuando las imágenes empiezan a inundar su mente. –Definitivamente tienes que avisarme cuando lo dejéis, es por su bien por supuesto, necesitará alguien que lo consuele- vuelve a reír mientras muerde levemente la uña de su dedo índice con la comisura de sus labios. -¿No tienes ningún recuerdo más picante, más íntimo?- pregunta entre descarada y asombrada con una media sonrisa a la aristócrata, mientras intenta aferrar aquel torso mojado en su memoria entre risas nerviosas.
-Ya veo- se sobresalta Celine cuando su hiperactivamente sale de su ensimismamiento. –Eres la prometida de un cazador, pero casi te comportas como uno.- Responde con un dedo acusatorio mientras su risa infantil se le escapa de nuevo. –Sabías que era una fantasma, tienes un objeto encantado y cabalgas mejor que la mitad de la guardia real ¿De verdad que no eres tu una cazadora? Está muy mal mentir a las amigas Annabeh- termina melosa mientras le da un pequeño y chantajista beso en su mejilla, callándose la extraña muerte de sus hermanos en un pequeño destello de empatía.
La expresión de Celine es de una falsa condescendencia cuando la dama le da una contestación del todo insuficiente para la fantasma, que escucha con una expresión aburrida en la cara mientras sus pies se mantienen a unos pocos centímetros del suelo. –Me quieres decir que mientras a todas las demás damas del país le enseñan danza, canto, baile, literatura y costura en tu casa te enseñan a cabalgar, supervivencia y a prender un fuego en segundos- su risa vuelve a ocupar toda la habitación, tanto por la mentira tan poco creíble como por las imitaciones de su nueva amiga que le impiden estar seria mucho tiempo. –Tal vez tenga que preguntarte por qué iban a enseñarle a una delicada dama como tu todo eso ¿No te parece?- pregunta rápidamente entusiasmada.
Se ruboriza levemente cuando sus ojos se desvían al bonito cuerpo de la mujer que tiene delante en su ir y venir de quehaceres, llevándose una uña nerviosa a la comisura de sus labios, mientras se descubre a si misma comparándolo con el suyo propio y sus ojos recorren la femenina curva de su cadera, que le provoca que aquel sutil tono carmín de sus mejillas se concentre por completo en la punta de sus orejas, obligándola a desviar la mirada.
La última de los Bellerose se queda un momento extrañada cuando prepara dos pequeñas tazas para el té, posando lentamente sus pies descalzos sobre el suelo, mientras la corporeidad volvía a su cuerpo, que se hacía por segundos más real y menos etéreo hasta que incluso los lacios pelos rubios cayeron al fin dóciles sobre sus hombros en su perfecto peinado habitual. Su rostro aún muestra una cara extraña cuanto toma el caliente recipiente con sus manos, tan suaves como la porcelana que sostiene, esbozando una tímida sonrisa ante el gesto. –Hace unos seis años que no bebo querida- confiesa contenta mientras bebe un largo buche, sintiendo como la extraña sensación de algo cálido bajando por su garganta. Riendo dulcemente tras hacerlo.
-Querida tal y como lo describes bien podrías presentármelo, te lo quitaría de encima encantada- responde mientras le pestañea de manera sugerente, para luego estallar en una carcajada. –Ya tiene que tener serrín en la cabeza ese hombre para que quieras dejarlo escapar entonces- vuelve a reír, asustándose por la desagradable sensación que viene desde su garganta y su nariz, casi se le había olvidado que aquellos traicioneros líquidos pueden salir por aquel lugar tan desagradable si no se tiene cuidado con las risas. Lleva una pequeña servilleta a su cara para sonarse discretamente.
Cuando termina de contar su historia, el rostro de Celine continúa siendo una máscara de porcelana, apenas mueve sus músculos para llorar, ni su respiración se agita lo más mínimo, lo que hace aún más inquietantes sus ojos anegados en lágrimas, de las que se escapan cada cierto tiempo en forma de dos grandes lagrimones que recorren sus mejillas sin dejar apenas rastro en su piel. Sin embargo la larga mirada con la que obsequia a su acompañante está llena de una tristeza insondable. –No- responde secamente con la voz fría y monocorde como el desgarrador invierno del exterior, sin aclarar a cuál de las preguntas responde tan escueta respuesta –Yo era la única heredera de esa rama de mi familia y al no estar casada, no pueden reclamar la herencia, aún así lo han intentado- relata con voz neutra, como si no fuera la protagonista de aquella historia. –Hace trece años lo intentó el último de aquella familia. Enloqueció tanto que pensó que era su hija. Arregló la mansión, me compró juguetes y ropa nueva, decía que yo era lo único que le importaba. Un día se suicidó pensando que así conseguiría estar junto a mí para siempre.- Su postura tampoco ha cambiado durante la narración, como si se le hubiera olvidado que aún tenía un cuerpo que mantener y que animar, mientras que su voz sigue tratando aquellos escalofriantes temas con una frialdad inusitada en el vivaz espíritu que solía ser.
-No puedes ayudarme Annabeth- le responde mientras le coge las manos, parpadeando varias veces hasta que su gesto adquiere una sonrisa triste. –Si te entregara a ti mi herencia, dependería de ti, o de tus hijos, no puedo permitirlo- susurra mientras le da un pequeño beso en la nariz. –Si quieren seguir vivos que no se acerquen a mí mansión, no tienen ningún derecho sobre ella- sentencia mientras nota como el enfado empieza a hervir bajo su nívea piel, haciendo que las tazas de café vibren sobre sus platos con sonoridad y sus lacios pelos se levantan unos pocos centímetros, antes de que aquella pequeña explosión de ira desaparezca tan pronto como llegó, obsequiando con su sonrisa natural a la nueva amiga que se presenta ante ella. –Encantada Annabeth- responde dulcemente desapareciendo del sillón, reapareciendo en mitad de la habitación para hacer una reverencia. –Celine Bellerose para servirla-
La fantasma mira con desconfianza el rosario que le ofrece, los elementos eclesiásticos no suelen tener buenos resultados con los fantasmas, alguna vez ha tenido la desgracia de comprobarlo al acabar demasiado cerca de un cazador en sus andanzas pero cuando aquella dama la toca, dejándole compartir sus recuerdos, pierde cualquier reparo, abriendo la boca en un gesto de sorpresa para nada desagradable. Se tapa la boca con la otra mano cuando las imágenes empiezan a inundar su mente. –Definitivamente tienes que avisarme cuando lo dejéis, es por su bien por supuesto, necesitará alguien que lo consuele- vuelve a reír mientras muerde levemente la uña de su dedo índice con la comisura de sus labios. -¿No tienes ningún recuerdo más picante, más íntimo?- pregunta entre descarada y asombrada con una media sonrisa a la aristócrata, mientras intenta aferrar aquel torso mojado en su memoria entre risas nerviosas.
-Ya veo- se sobresalta Celine cuando su hiperactivamente sale de su ensimismamiento. –Eres la prometida de un cazador, pero casi te comportas como uno.- Responde con un dedo acusatorio mientras su risa infantil se le escapa de nuevo. –Sabías que era una fantasma, tienes un objeto encantado y cabalgas mejor que la mitad de la guardia real ¿De verdad que no eres tu una cazadora? Está muy mal mentir a las amigas Annabeh- termina melosa mientras le da un pequeño y chantajista beso en su mejilla, callándose la extraña muerte de sus hermanos en un pequeño destello de empatía.
Pauline Laphavrant- Fantasma
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Fecha de inscripción : 10/05/2018
Re: Tears - Flashback [Celine Bellerose]
La atmósfera del lugar es variopinta, va deslizándose desde la agradable conversación de dos damas, llegando al sentido sentimiento de tristeza y añoranza de la inglesa hasta terminar con algunas frases rudas que la fantasma enuncia a sabiendas de que hay algo raro en la De Louise como para obviar. Y su pregunta referente a su educación, tiene mucho qué ver. Por costumbre involuntaria, la humana guarda silencio. Muchos debieran conocer su sociedad, más llamar demasiado la atención sería justo una invitación al desastre como aconteciera con sus padres adoptivos. Incluso los informes de sus padres biológicos así lo registran. Hablar de más puede implicar la muerte de alguien y Annabeth ha perdido a tantos a lo largo de su corta vida, que prefiere guardar silencio y sólo bajar la cabeza.
Al menos los intentos por desviar la conversación a su prometido tienen resultado, ella propone quedárselo a lo cual la inglesa le corresponde con una leve sonrisa. - Tiene el carácter indomable de un hombre acostumbrado a hacer lo que quiere y en consecuencia, discrepa con la libertad que mis padres me dieron durante toda su vida a mi lado - confiesa en tanto la observa beber el té. Sabe que para ello hay un entrenamiento especial, que ella lo reafirme indicando que hace ocho años que se mantiene sin ingerir alguna bebida lo comprueba. Han pasado más de sesenta años donde su único objetivo ha sido la venganza. Ese es su lazo, lo que la ata a este plano existencial impidiendo que avance al siguiente. Ese deseo de destruir a los que tanto daño le hicieron. Se apena por ella, quisiera ayudarle a seguir adelante, más Celine es férrea.
Es cabezota como la De Louise, no quiere ser ayudada y sus palabras son verdaderas para la inglesa que asiente moviendo la cabeza entendiendo todas sus palabras. Ignora la contundente negativa que le da la fantasma porque con razones, todo es comprensible. Es la humana la que alarga la mano para limpiar con sus dedos comenzando a calentarse, las mejillas de la fantasma con ternura propia de una hermana - compartimos dolores en esta navidad. Compartimos lágrimas y por ello, te agradezco la confianza que depositas en mí - susurra con dulzura. Ni siquiera el temblor de los platos y tazas la hace cambiar de opinión, sólo reafirma más su pensamiento de que la fantasma necesita también contención y cuidados. Así como aparece esa sensación opresiva, se esfuma. Hechas las presentaciones, la fantasma tiene un nombre - un placer, mademoiselle Bellerose, qué hermoso apellido y tu nombre más - tiene ganas de decirle lo que en su interior bulle como si fuera agua hirviendo.
Por prudencia, vuelve a callar hasta que la fantasma habla de su prometido, la hace reír a carcajadas echando atrás la cabeza en tanto procura mantenerse abrigada - ¡No! ¿Qué pensarían de mí? Sólo besos castos en los labios, en la frente, abrazos formales y ya. Valentine es muy rígido en eso. Es mayor que yo por casi quince años y es todo un caballero. O un aburrido, si lo piensas así - seguía riendo hasta que las últimas palabras son emitidas en ese pequeño lugar. Entonces, siente un cerco gigante que se cierra alrededor de ella, la mujer le da un beso en la mejilla que, ahora más tibia la epidermis, se siente frío haciéndola consciente de que está metida en un inmueble donde la oprimen con la imagen de una mujer dulce que parece todo lo contrario si lo piensa porque es un ser que ha enloquecido a muchos. La saliva pasa de su boca por su garganta con dificultad antes de morderse el labio inferior - no soy una cazadora. Soy miem... - se detiene antes de negar con la cabeza.
Mira a su derecha con dolor en el pecho, antes de susurrar con rota voz - soy líder de una sociedad secreta, Phoenix. Seguro no has escuchado de ella. Recibimos información, la guardamos y la entregamos a sus miembros. Mi hogar es ahora la base principal y única de la sociedad que fue creada por los antecesores de mis padres, es una sociedad que va de generación en generación. Si soy novia de un cazador, es porque su familia era amiga de mis padres. Si sé tanto es porque a lo largo de mi existencia hubieron cientos de personas que me enseñaron a montar a pelo, a encontrar rastros, a encender una fogata y toda clase de actividades que me permitan sobrevivir en caso de - se interrumpe para sonreír con amargura antes de levantarse para ir por sus ropas - en caso de que alguien de mi familia muriera. Como ves, soy una chica muy preparada para todo, lo tengo todo lo que el dinero puede comprar, sólo carezco de un pequeño e insignificante detalle: con quién compartirlo - se pone el vestido con rapidez atando los cinturones - creo que me retiro, así no tendrás la inquietud de pensar que voy a cazarte - malinterpreta todo.
Las lágrimas vuelven a recorrer sus mejillas. - ¿Y SABES QUÉ ES LO PEOR? - le grita con vehemencia - QUE FUERON JUSTO SOBRENATURALES QUIENES MATARON A MIS PADRES LOS DE LOUISE Y LOS MONCRIEFF - golpea la pared antes de ir hacia la puerta y largarse de ahí. Debiera odiar a los sobrenaturales de no ser porque entiende que muchos no son malos. Muchos como Celine, como ella, sólo están heridos.
Al menos los intentos por desviar la conversación a su prometido tienen resultado, ella propone quedárselo a lo cual la inglesa le corresponde con una leve sonrisa. - Tiene el carácter indomable de un hombre acostumbrado a hacer lo que quiere y en consecuencia, discrepa con la libertad que mis padres me dieron durante toda su vida a mi lado - confiesa en tanto la observa beber el té. Sabe que para ello hay un entrenamiento especial, que ella lo reafirme indicando que hace ocho años que se mantiene sin ingerir alguna bebida lo comprueba. Han pasado más de sesenta años donde su único objetivo ha sido la venganza. Ese es su lazo, lo que la ata a este plano existencial impidiendo que avance al siguiente. Ese deseo de destruir a los que tanto daño le hicieron. Se apena por ella, quisiera ayudarle a seguir adelante, más Celine es férrea.
Es cabezota como la De Louise, no quiere ser ayudada y sus palabras son verdaderas para la inglesa que asiente moviendo la cabeza entendiendo todas sus palabras. Ignora la contundente negativa que le da la fantasma porque con razones, todo es comprensible. Es la humana la que alarga la mano para limpiar con sus dedos comenzando a calentarse, las mejillas de la fantasma con ternura propia de una hermana - compartimos dolores en esta navidad. Compartimos lágrimas y por ello, te agradezco la confianza que depositas en mí - susurra con dulzura. Ni siquiera el temblor de los platos y tazas la hace cambiar de opinión, sólo reafirma más su pensamiento de que la fantasma necesita también contención y cuidados. Así como aparece esa sensación opresiva, se esfuma. Hechas las presentaciones, la fantasma tiene un nombre - un placer, mademoiselle Bellerose, qué hermoso apellido y tu nombre más - tiene ganas de decirle lo que en su interior bulle como si fuera agua hirviendo.
Por prudencia, vuelve a callar hasta que la fantasma habla de su prometido, la hace reír a carcajadas echando atrás la cabeza en tanto procura mantenerse abrigada - ¡No! ¿Qué pensarían de mí? Sólo besos castos en los labios, en la frente, abrazos formales y ya. Valentine es muy rígido en eso. Es mayor que yo por casi quince años y es todo un caballero. O un aburrido, si lo piensas así - seguía riendo hasta que las últimas palabras son emitidas en ese pequeño lugar. Entonces, siente un cerco gigante que se cierra alrededor de ella, la mujer le da un beso en la mejilla que, ahora más tibia la epidermis, se siente frío haciéndola consciente de que está metida en un inmueble donde la oprimen con la imagen de una mujer dulce que parece todo lo contrario si lo piensa porque es un ser que ha enloquecido a muchos. La saliva pasa de su boca por su garganta con dificultad antes de morderse el labio inferior - no soy una cazadora. Soy miem... - se detiene antes de negar con la cabeza.
Mira a su derecha con dolor en el pecho, antes de susurrar con rota voz - soy líder de una sociedad secreta, Phoenix. Seguro no has escuchado de ella. Recibimos información, la guardamos y la entregamos a sus miembros. Mi hogar es ahora la base principal y única de la sociedad que fue creada por los antecesores de mis padres, es una sociedad que va de generación en generación. Si soy novia de un cazador, es porque su familia era amiga de mis padres. Si sé tanto es porque a lo largo de mi existencia hubieron cientos de personas que me enseñaron a montar a pelo, a encontrar rastros, a encender una fogata y toda clase de actividades que me permitan sobrevivir en caso de - se interrumpe para sonreír con amargura antes de levantarse para ir por sus ropas - en caso de que alguien de mi familia muriera. Como ves, soy una chica muy preparada para todo, lo tengo todo lo que el dinero puede comprar, sólo carezco de un pequeño e insignificante detalle: con quién compartirlo - se pone el vestido con rapidez atando los cinturones - creo que me retiro, así no tendrás la inquietud de pensar que voy a cazarte - malinterpreta todo.
Las lágrimas vuelven a recorrer sus mejillas. - ¿Y SABES QUÉ ES LO PEOR? - le grita con vehemencia - QUE FUERON JUSTO SOBRENATURALES QUIENES MATARON A MIS PADRES LOS DE LOUISE Y LOS MONCRIEFF - golpea la pared antes de ir hacia la puerta y largarse de ahí. Debiera odiar a los sobrenaturales de no ser porque entiende que muchos no son malos. Muchos como Celine, como ella, sólo están heridos.
Annabeth De Louise- Humano Clase Alta
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Re: Tears - Flashback [Celine Bellerose]
Hacía mucho tiempo que no tenía una conversación tan amena con un humano y con la mayoría de los que hablaba debía de hacerlo bajo su apariencia de dama de alta sociedad para evitar que su naturaleza causara el pánico en sus coloquios, lo que a su vez limitaba muchísimo los temas a tratar. Por un lado estaba el absoluto desconocimiento de los mortales sobre su propio mundo que hacía que la perspectiva de Celine superara con mucho el entendimiento de muchos de ellos en gran cantidad de temas y por otro, los temas de los que una mujer como ella podía hablar libremente eran tan limitados como anodinos. Sin embargo aquella humana estaba cultivada en todos y cada uno de los temas que habían tratado, superando en muchos a la propia fantasma. Era una sensación agradable la que le transmitía una conversación tan variopinta y poco usual, por lo que cuando el gesto de su interlocutora se tensó con su pregunta, una media sonrisa se dibujó en el gesto de la espectro. Había desde luego mucho más en la dama de lo que había dado a entender y no iba a dejar su curiosidad sin resolver, pero tampoco podía arriesgarse a importunar en exceso a su nueva amiga y quedarse sin su conversación y sin respuestas.
Todo el autocontrol que le habían inculcado a Celine de pequeña había desparecido con la libertad que le había dado ser un fantasma. Ya no tenía que preocuparse por lo que pensara de ella la sociedad, ni sus padres ni una pareja horrible. Cualquiera de esas cosas le parecía ahora castrante y complicada de soportar, por lo que para ella, dejar mostrar su peligroso genio era algo común, más para un tema tan personal para ella como la única herencia que podía mantener a salvo de sus padres. El resto se había perdido, sus barcos, sus almacenes habían pasado a manos de la corona sin que la fantasma pudiera hacer mucho por evitarlo, pero la hacienda familiar no pasaría de manos ni siquiera por encima de su cadáver. Por ello, preparada como estaba para una posible confrontación, su ira se aleja como por encanto al notar las cálidas manos de su amiga en la cara. Las energías paranormales se difuminan con la misma rapidez con la que se manifestaron, dejando levemente las tazas en su lugar y los cabellos de las fantasmas caer lacios sobre sus hombros. Su expresión al mirarla a los ojos vuelve a mostrar una pena y una desazón tan antiguas como su dueña. Cerrando los ojos, posa sus manos ella misma en las mejillas contrarias acercando ambas caras hasta que sus labios depositan un fino y suave beso en la punta de la nariz de ella –Gracias… amiga- musita levemente.
Pasado el momento de tensión, las risas entre ambas fluyen de nuevo con la viveza de un torrente en primavera. Celine infla los mofletes en una expresión de desagrado aniñada y divertida –Querida ¿y nunca has intentado que pierda los papeles?¿Qué ese apuesto y casto caballero caiga bajo tus irresistibles encantos de mujer?- ríe con picardía. –Cariño has roto más normas de la sociedad cabalgando a ese semental que si hubieras metido a ese hombre entre tus sábanas aunque si lo describes así, para lo que yo lo quiero no me apetece ni un caballero ni un aburrido- ríe con ganas ante su atrevimiento. –Yo me llevé diecinueve años de vida haciendo lo que se suponía que debía hacer una mujer de alta cuna como yo, solo para darme cuenta de que me siento más viva de fantasma que en aquel entonces- confiesa con cierta incomodidad a la dama. –Por eso envidio mucho esa espectacular educación- vuelve a dejar relucir el tema -¿Me enseñarás a montar a caballo?- pregunta con los ojos brillantes.
Tan a gusto está con la conversación cuando la mujer se abre, tanto se abre sus ojos de sorpresa y anticipación conforme el relato de su compañera avanza, tanto desea saber más de la alucinante vida que puede llevar una aristócrata de espaldas a dos mundos, tan interesada está en hacer más y más preguntas hasta que los leños de la chimenea acaben por consumirse que apenas detecta como la voz de ella se ensombrece, que sus ojos se vuelven llorosos una vez más y que su mirada se vuelve cada vez más fría y distante tras ese traslúcido velo de lágrimas. Tan centrada estaba en envidiar cada una de las facetas de la vida de ella, tan parecida a lo que ella hubiera deseado para sí misma de estar viva que el brusco movimiento de la dama la sacó de su ensoñación, no entendía porque se estaba vistiendo ¿Había pasado algo?¿Se asustaría de ella a estas alturas? Todo lo contrario.
El golpe hace que Celine por instinto desaparezca asustada, apareciendo justo detrás del sillón con la cara contrariada y si hubiera tenido un corazón que latiera, estaba segura de que este le golpearía en el pecho. –Annabeth yo no…- calla al verla ir hacia la puerta, haciendo actuar a la fantasma con su impulsividad natural. El pestillo de la puerta se cierra pesadamente, obligando a la dama a pararse frente a la puerta. Una risa infantil se escucha de nuevo en la habitación cuando su inmaterial cuerpo aparece justo detrás de su amiga, pasando sus etéreos por debajo de los contrarios para estrecharla en un abrazo que se va volviendo cada vez más sólido y material. –Tranquila querida- susurra mientras uno de sus dedos acaricia la sien de ella. –Solo observa- ríe la fantasma mientras empieza a compartir una serie de escenas vividas hace varios años. Escenas que relatan desde los ojos de Celine como ayudó y cuidó a un hombre armado con una espada y una ballesta que fracasó en acabar con un vampiro. En un descuido de la joven, la escena salta al interior de un cuarto de aspecto infantil, en los que el cazador parece ya mucho más recuperado y en como la fantasma se mete entre las sábanas junto a él, momento en el que corta el liviano contacto con la sien de su amiga, interrumpiendo de manera abrupta la visión, algo sonrojada.
Vuelve a reír, mientras la toma de las manos dulcemente hasta alejarla de la puerta. –Espero que haya quedado clara mi abierta postura hacia los cazadores en general- comenta pícara guiñándole un ojo. –Me encantaría saber más de esa organización Annabeth y de tu vida- susurra con cuidado –Juro llevarme el secreto a la tumba.-
Todo el autocontrol que le habían inculcado a Celine de pequeña había desparecido con la libertad que le había dado ser un fantasma. Ya no tenía que preocuparse por lo que pensara de ella la sociedad, ni sus padres ni una pareja horrible. Cualquiera de esas cosas le parecía ahora castrante y complicada de soportar, por lo que para ella, dejar mostrar su peligroso genio era algo común, más para un tema tan personal para ella como la única herencia que podía mantener a salvo de sus padres. El resto se había perdido, sus barcos, sus almacenes habían pasado a manos de la corona sin que la fantasma pudiera hacer mucho por evitarlo, pero la hacienda familiar no pasaría de manos ni siquiera por encima de su cadáver. Por ello, preparada como estaba para una posible confrontación, su ira se aleja como por encanto al notar las cálidas manos de su amiga en la cara. Las energías paranormales se difuminan con la misma rapidez con la que se manifestaron, dejando levemente las tazas en su lugar y los cabellos de las fantasmas caer lacios sobre sus hombros. Su expresión al mirarla a los ojos vuelve a mostrar una pena y una desazón tan antiguas como su dueña. Cerrando los ojos, posa sus manos ella misma en las mejillas contrarias acercando ambas caras hasta que sus labios depositan un fino y suave beso en la punta de la nariz de ella –Gracias… amiga- musita levemente.
Pasado el momento de tensión, las risas entre ambas fluyen de nuevo con la viveza de un torrente en primavera. Celine infla los mofletes en una expresión de desagrado aniñada y divertida –Querida ¿y nunca has intentado que pierda los papeles?¿Qué ese apuesto y casto caballero caiga bajo tus irresistibles encantos de mujer?- ríe con picardía. –Cariño has roto más normas de la sociedad cabalgando a ese semental que si hubieras metido a ese hombre entre tus sábanas aunque si lo describes así, para lo que yo lo quiero no me apetece ni un caballero ni un aburrido- ríe con ganas ante su atrevimiento. –Yo me llevé diecinueve años de vida haciendo lo que se suponía que debía hacer una mujer de alta cuna como yo, solo para darme cuenta de que me siento más viva de fantasma que en aquel entonces- confiesa con cierta incomodidad a la dama. –Por eso envidio mucho esa espectacular educación- vuelve a dejar relucir el tema -¿Me enseñarás a montar a caballo?- pregunta con los ojos brillantes.
Tan a gusto está con la conversación cuando la mujer se abre, tanto se abre sus ojos de sorpresa y anticipación conforme el relato de su compañera avanza, tanto desea saber más de la alucinante vida que puede llevar una aristócrata de espaldas a dos mundos, tan interesada está en hacer más y más preguntas hasta que los leños de la chimenea acaben por consumirse que apenas detecta como la voz de ella se ensombrece, que sus ojos se vuelven llorosos una vez más y que su mirada se vuelve cada vez más fría y distante tras ese traslúcido velo de lágrimas. Tan centrada estaba en envidiar cada una de las facetas de la vida de ella, tan parecida a lo que ella hubiera deseado para sí misma de estar viva que el brusco movimiento de la dama la sacó de su ensoñación, no entendía porque se estaba vistiendo ¿Había pasado algo?¿Se asustaría de ella a estas alturas? Todo lo contrario.
El golpe hace que Celine por instinto desaparezca asustada, apareciendo justo detrás del sillón con la cara contrariada y si hubiera tenido un corazón que latiera, estaba segura de que este le golpearía en el pecho. –Annabeth yo no…- calla al verla ir hacia la puerta, haciendo actuar a la fantasma con su impulsividad natural. El pestillo de la puerta se cierra pesadamente, obligando a la dama a pararse frente a la puerta. Una risa infantil se escucha de nuevo en la habitación cuando su inmaterial cuerpo aparece justo detrás de su amiga, pasando sus etéreos por debajo de los contrarios para estrecharla en un abrazo que se va volviendo cada vez más sólido y material. –Tranquila querida- susurra mientras uno de sus dedos acaricia la sien de ella. –Solo observa- ríe la fantasma mientras empieza a compartir una serie de escenas vividas hace varios años. Escenas que relatan desde los ojos de Celine como ayudó y cuidó a un hombre armado con una espada y una ballesta que fracasó en acabar con un vampiro. En un descuido de la joven, la escena salta al interior de un cuarto de aspecto infantil, en los que el cazador parece ya mucho más recuperado y en como la fantasma se mete entre las sábanas junto a él, momento en el que corta el liviano contacto con la sien de su amiga, interrumpiendo de manera abrupta la visión, algo sonrojada.
Vuelve a reír, mientras la toma de las manos dulcemente hasta alejarla de la puerta. –Espero que haya quedado clara mi abierta postura hacia los cazadores en general- comenta pícara guiñándole un ojo. –Me encantaría saber más de esa organización Annabeth y de tu vida- susurra con cuidado –Juro llevarme el secreto a la tumba.-
Pauline Laphavrant- Fantasma
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Re: Tears - Flashback [Celine Bellerose]
El pestillo se corre antes de que la inglesa pueda hacer nada para evitarlo, va a dar la vuelta para encarar a la fantasma con rabia cuando ésta la abraza con cariño y contención. Se le rompe la voz antes de siquiera mencionar nada. Se aprieta contra ella, contra ese cuerpo que se ofrece para consolar su afligido corazón. Sus ojos la observan antes de exhalar un aire contenido asintiendo con pesar. La imagen recorre sus pensamientos haciendo que sonría e incluso, sus ojos se abran como platos con el final de la escena. - Coqueta. Eres una reverenda e irreverente coqueta, Celine. ¡Mira que meterte al lecho de alguien! Soy incapaz de tales acciones, aún creo en eso de llegar virgen al matrimonio - confiesa sonrojada.
Para ella, la intimidad con la pareja es algo que desconoce, por lo que prefiere primero casarse y luego entregar su cuerpo - imagina ésto. No me caso con Valentine y entonces mi futuro marido va a tener a una mujer que está acostumbrada a otros brazos, otros besos y otros haceres - sacude la cabeza rotunda - siempre pensé, cuando una amiga de mi madre me comentó lo que pasaba en la noche de bodas, que tenía razón al decirme que una pareja debe ser así en el lecho. Partes de un solo ser que se unen para formar un lazo inquebrantable con la familia que van a procrear - explica antes de temblar de nuevo, en su locura de vestirse, olvidó que las prendas seguían mojadas, por lo que su cuerpo se siente helado.
Refunfuñando, se desprende de éstas escuchando que la fantasma pide saber más. ¿Y quién no? - De acuerdo, te enseñaré a montar, para eso tendremos que hacer uso de Thunder que no es tan miedoso con los sobrenaturales y es muy inteligente, a diferencia de Butter, que es el corcel en que llegué. Es que a Thunder lo tenemos metido con una yegua para que haga Thundercitos, por eso monté a Butter - se ríe de sus palabras. Una vez de nuevo en paños menores, se abriga en las mantas para suspirar pensando en lo que debería decirle - no tengo la más remota idea de dónde empezar. Debería hacerte firmar el pacto de no agresión y confidencialidad más tú no sangras que es requisito indispensable para que funcione. Además, ¡YA ESTÁS MUERTA! - toma uno de los cojines del sofá para aventarlo contra su rostro sabiendo que la va a atravesar.
Se cruza de brazos mirándola con el típico gesto Moncrieff antes de elevar los hombros y dejarlos caer - decir que te llevarás el secreto a la tumba no me sirve, Celine. Mejor dime que harás lo imposible porque nadie lo sepa. Eso hizo que mataran a mis padres, alguien se fue de boca y ya ves - acomoda la barbilla en sus piernas que ha flexionado contra su pecho abrazando éstas por la parte de los tobillos. - Bueno, dispara y veremos qué puedo decirte o cómo decirlo. Prometo ser sincera en todo momento, más hay cosas que sé y otras que desconozco. Tampoco entiendo qué es lo que quieres saber - parpadea antes de tomar la taza y darle un trago. El líquido ya está tibio.
Para ella, la intimidad con la pareja es algo que desconoce, por lo que prefiere primero casarse y luego entregar su cuerpo - imagina ésto. No me caso con Valentine y entonces mi futuro marido va a tener a una mujer que está acostumbrada a otros brazos, otros besos y otros haceres - sacude la cabeza rotunda - siempre pensé, cuando una amiga de mi madre me comentó lo que pasaba en la noche de bodas, que tenía razón al decirme que una pareja debe ser así en el lecho. Partes de un solo ser que se unen para formar un lazo inquebrantable con la familia que van a procrear - explica antes de temblar de nuevo, en su locura de vestirse, olvidó que las prendas seguían mojadas, por lo que su cuerpo se siente helado.
Refunfuñando, se desprende de éstas escuchando que la fantasma pide saber más. ¿Y quién no? - De acuerdo, te enseñaré a montar, para eso tendremos que hacer uso de Thunder que no es tan miedoso con los sobrenaturales y es muy inteligente, a diferencia de Butter, que es el corcel en que llegué. Es que a Thunder lo tenemos metido con una yegua para que haga Thundercitos, por eso monté a Butter - se ríe de sus palabras. Una vez de nuevo en paños menores, se abriga en las mantas para suspirar pensando en lo que debería decirle - no tengo la más remota idea de dónde empezar. Debería hacerte firmar el pacto de no agresión y confidencialidad más tú no sangras que es requisito indispensable para que funcione. Además, ¡YA ESTÁS MUERTA! - toma uno de los cojines del sofá para aventarlo contra su rostro sabiendo que la va a atravesar.
Se cruza de brazos mirándola con el típico gesto Moncrieff antes de elevar los hombros y dejarlos caer - decir que te llevarás el secreto a la tumba no me sirve, Celine. Mejor dime que harás lo imposible porque nadie lo sepa. Eso hizo que mataran a mis padres, alguien se fue de boca y ya ves - acomoda la barbilla en sus piernas que ha flexionado contra su pecho abrazando éstas por la parte de los tobillos. - Bueno, dispara y veremos qué puedo decirte o cómo decirlo. Prometo ser sincera en todo momento, más hay cosas que sé y otras que desconozco. Tampoco entiendo qué es lo que quieres saber - parpadea antes de tomar la taza y darle un trago. El líquido ya está tibio.
Annabeth De Louise- Humano Clase Alta
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Localización : En medio de sus brazos, bajo sus colmillos.
Re: Tears - Flashback [Celine Bellerose]
La fantasma se alegra de que el pequeño gesto baste para solucionar aquel pequeño malentendido entre ambas. Dadas las circunstancias se seguía considerando uno de los fantasmas más sociales de los que había oído hablar, bien por otros espíritus atrapados entre ambos planos que había conocido, bien por las miles de historias, leyendas y novelas escritas sobre el tema. Aun así, no es la mejor circunstancia para conocer gente nueva y empatizar, por lo que tenía un poco de miedo de perder una amiga al poco rato de encontrarla. Deja que la dama se desahogue entre sus brazos, pensado para si misma que hay humanos igual de solitarios que algunos fantasmas.
Se ríe de manera inocente e infantil ante el comentario de su nueva amiga –Te aseguro que esa preciosidad de cazador no opuso ninguna resistencia. Al contrario, yo diría que colaboró bastante- ríe de nuevo ante su escandalizada amiga. –Admito que no esperaba tales remilgos de una dama capaz de montar de esa manera.-
Escucha entre divertida y curiosa las explicaciones que la dama da sobre su postura ante los temas amatorios. –Te recuerdo que yo guardé castamente mi flor hasta la boda querida y no por ello salió mejor- responde con cierta amargura. –Sé que es un tema complicado de hablar pero piénsalo así ¿Cuántas cosas de las que haces te permite hacer la sociedad cariño? ¿Y cuáles son realmente malas, ciertas o correctas? Igual que necesitas conocer a tu hombre, en qué trabaja, cuántos años tiene, su modo de ganarse la vida, a que huele...- Enumera mientras acaricia a la dama las manos como si le explicara algo a su hermana pequeña –También tienes que conocerlo en otras lides que a veces serán igual de importantes y es mucho mejor conocerse a una misma y conocerlos ¡Si ya conoces otro hombre pues que el siguiente se esfuerce más en complacerte! Y por favor querida no caigas en las trampas de la iglesia, para formar una familia y criar cachorritos hacen el amor los animales. Las personas también lo hacemos para demostrar el afecto, el amor y sentirnos queridos- continúa la fantasma con una dulce sonrisa. –Claro que eso es una decisión de cada una. Aunque te advierto que si te dejara continuar viendo esa noche te lo replantearías- susurra la espectro en tono confidente guiñándole un ojo de manera pícara antes de volver a reír, pensando que ya estaba bien de sonrojar a la aristócrata.
Aparece y desaparece varias veces por la excitación ante la idea de galopar sobre un animal tan noble y bravo como lo estaba haciendo la dama hace unas horas, sintiendo la brisa en sus cabellos y la caliente sangre del animal corriendo a tan solo unos milímetros de sus piernas. –Estaré encantada de conocer a Thunder Annabeth- contesta entusiasmada con sus fríos ojos brillando de emoción contenida.
Intenta poner un mohín de disgusto cuando el acolchado objeto atraviesa limpiamente su figura, parpadeando varias veces ante la amistosa agresión, aunque finalmente estalla en una carcajada sin poder aguantarse las ganas por más tiempo. Reaparece sentada en el suelo a los pies del sillón como una india, con sus ojos brillantes de emoción mientras se acomoda el vestido e intenta adoptar una aptitud más solemne y seria, como su amiga ha recalcado acertadamente, aunque para ella aquello solo fuera una aventura más, era una cosa seria capaz de costarle la vida a mucha gente. –Te juro que nadie conocerá esta organización ni a ninguno de sus integrantes por mí Annabeth- responde lo más solemne que puede aunque puede notarse la excitación y el nerviosismo incluso en el poco expresivo cuerpo de la fantasma –Me gustaría saber a qué os dedicáis, cómo ayudáis a los sobrenaturales y a los humanos ¿Qué enemigos tiene una organización así?¿Cómo conseguís tanta información?- Se para levemente ruborizándose, si sus pulmones funcionaran estaba segura de que necesitaría jadear después de preguntar tantas cosas de corrido, por lo que inspira un par de veces, más para relajarse y dejar pasar el tiempo que por necesidad. Tras un par de segundos, tras ruborizarse levemente pregunta otra vez mucho más tímida e insegura -¿Y necesitaríais la ayuda alguna vez de una fantasma?-
Se ríe de manera inocente e infantil ante el comentario de su nueva amiga –Te aseguro que esa preciosidad de cazador no opuso ninguna resistencia. Al contrario, yo diría que colaboró bastante- ríe de nuevo ante su escandalizada amiga. –Admito que no esperaba tales remilgos de una dama capaz de montar de esa manera.-
Escucha entre divertida y curiosa las explicaciones que la dama da sobre su postura ante los temas amatorios. –Te recuerdo que yo guardé castamente mi flor hasta la boda querida y no por ello salió mejor- responde con cierta amargura. –Sé que es un tema complicado de hablar pero piénsalo así ¿Cuántas cosas de las que haces te permite hacer la sociedad cariño? ¿Y cuáles son realmente malas, ciertas o correctas? Igual que necesitas conocer a tu hombre, en qué trabaja, cuántos años tiene, su modo de ganarse la vida, a que huele...- Enumera mientras acaricia a la dama las manos como si le explicara algo a su hermana pequeña –También tienes que conocerlo en otras lides que a veces serán igual de importantes y es mucho mejor conocerse a una misma y conocerlos ¡Si ya conoces otro hombre pues que el siguiente se esfuerce más en complacerte! Y por favor querida no caigas en las trampas de la iglesia, para formar una familia y criar cachorritos hacen el amor los animales. Las personas también lo hacemos para demostrar el afecto, el amor y sentirnos queridos- continúa la fantasma con una dulce sonrisa. –Claro que eso es una decisión de cada una. Aunque te advierto que si te dejara continuar viendo esa noche te lo replantearías- susurra la espectro en tono confidente guiñándole un ojo de manera pícara antes de volver a reír, pensando que ya estaba bien de sonrojar a la aristócrata.
Aparece y desaparece varias veces por la excitación ante la idea de galopar sobre un animal tan noble y bravo como lo estaba haciendo la dama hace unas horas, sintiendo la brisa en sus cabellos y la caliente sangre del animal corriendo a tan solo unos milímetros de sus piernas. –Estaré encantada de conocer a Thunder Annabeth- contesta entusiasmada con sus fríos ojos brillando de emoción contenida.
Intenta poner un mohín de disgusto cuando el acolchado objeto atraviesa limpiamente su figura, parpadeando varias veces ante la amistosa agresión, aunque finalmente estalla en una carcajada sin poder aguantarse las ganas por más tiempo. Reaparece sentada en el suelo a los pies del sillón como una india, con sus ojos brillantes de emoción mientras se acomoda el vestido e intenta adoptar una aptitud más solemne y seria, como su amiga ha recalcado acertadamente, aunque para ella aquello solo fuera una aventura más, era una cosa seria capaz de costarle la vida a mucha gente. –Te juro que nadie conocerá esta organización ni a ninguno de sus integrantes por mí Annabeth- responde lo más solemne que puede aunque puede notarse la excitación y el nerviosismo incluso en el poco expresivo cuerpo de la fantasma –Me gustaría saber a qué os dedicáis, cómo ayudáis a los sobrenaturales y a los humanos ¿Qué enemigos tiene una organización así?¿Cómo conseguís tanta información?- Se para levemente ruborizándose, si sus pulmones funcionaran estaba segura de que necesitaría jadear después de preguntar tantas cosas de corrido, por lo que inspira un par de veces, más para relajarse y dejar pasar el tiempo que por necesidad. Tras un par de segundos, tras ruborizarse levemente pregunta otra vez mucho más tímida e insegura -¿Y necesitaríais la ayuda alguna vez de una fantasma?-
Pauline Laphavrant- Fantasma
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Fecha de inscripción : 10/05/2018
Re: Tears - Flashback [Celine Bellerose]
En estos momentos me encuentro oxidada, hacer que mis pensamientos coordinen con mis decisiones es un poco difícil debido a que la mayor parte del tiempo estoy en una constante vorágine donde es mi instinto el que me dirige los pasos más allá de las elecciones tomadas con anticipación. Y el frío que entumece mis dedos, parece que se transporta a mi mente, si no ¿Por qué estoy confiando los secretos de Phoenix a esta fantasma a quien ni siquiera conozco en realidad? Una cosa es que ella me ayude a salir avante de una situación tan precaria como lo es encontrarme con que mis hermanos hayan fallecido y otra, decirle todo lo que por casi siglos fue ocultado a ojos de los demás. ¿Qué está pasándome? Seguro que es el frío, no encuentro otra razón para ello.
En tanto mis dudas y temores se plantan ante mí como si fueran enormes paredes imposibles de escalar que amenazan con aplastarme, ella sigue hiperactiva. Aparece y desaparece a placer y me pregunto si esa constante forma de demostrarme que no puede mantenerse quieta fue parte de su persona cuando estuvo viva. ¿Seré así cuando muera? ¿Iré y vendré para todos lados como cabra desbocada sin un lazo que pueda mantenerme quieta? Si soy sincera conmigo, a pesar de lo que implique -vamos, mi propio enojo-, la respuesta es aplastante. "Sí". Y de sólo pensarlo mis cejas se unen queriendo dibujar una línea y obtienen como resultado tres arrugas en medio de éstas. Si me viera en el espejo, estaría relajando el gesto intentando pasear mis dedos porque lo último que quiero es arrugarme como madame Violet. ¿Yo con arrugas? ¡Nooo!
Las arrugas pasan a segundo término cuando la díscola de Celine ¡Critica mi forma de ser tan casta comparando mi habilidad de montar cual varón! Eso hace que mis mejillas se tornen granate sin que pueda contenerlas. Aprieto los ojos procurando que la boca se quede cerrada porque diré una barbaridad. Lo sé tan bien como que me llamo Annabeth. A pesar de todo, escucho atenta sus consejos, cierto es que debería saber todo en la vida de mi prometido. Si lo pienso bien, me falta mucho por conocer y es porque por más que pregunto, él casi no me contesta. Así no llegaremos a buen puerto. De mi boca sale un resoplido, apenas lo noto porque mueve mis rizos hacia el cielo para luego caer sobre mi rostro por la gravedad. Con la diestra, los hago a un lado acomodándolos tras la oreja derecha. Todo lo que dice es tan cierto que me da más armas para terminar mi relación de una vez por todas. Del resto de sus palabras sólo se me queda grabada una cosa, "que el siguiente se esfuerce en complacerme" y para mí sólo es una opresión en el vientre porque tengo ansiedad de saber -maldito gato interno- así como tengo terror. - No, por Dios, no, ¿Qué tal si se me antoja y no tengo con quién? - eso no lo dije yo. ¿Verdad? Al ver su expresión de mis labios se escapa una exhalación mitad bufido, mitad reclamo. ¡Yo y mi gran bocota! "Hay que conectar el cerebro con la lengua", me han dicho cientos de veces, más en ocasiones como ésta, donde unas cuantas palabras terminan por hacer que mis pensamientos racionales escapen cual palomas al viento, me es imposible. De los nervios de pensar en todo lo que Celine me propone, me provoca que las palmas suden.
Ya estoy igual que ella de hiperactiva. Muevo las palmas la una contra la otra provocando una fricción agradable para mi baja temperatura, restriego mi palma contra el dorso de la otra y viceversa. Estoy tan nerviosa que desearía estar en mi casa, no haberme escapado y por lo tanto, desconocer a tan intrépida mujer que habla con toda la experiencia de alguien que vivió y murió por y para un hombre y la sociedad. ¿Cuál fue el resultado? Terminar muerta para entender que lo que los demás dicen, las leyes del buen comportamiento, son una sarta de tonterías que en lugar de ayudar a la vida, la perjudican. Mi garganta se reseca con la última propuesta. Terminar de ver lo que ella hizo en la cama con el cazador me tienta. Me provoca un hueco en mi bajo vientre, ahí muy cerca de mi sexo que -horror de horrores- pareciera responder dejando un leve rastro líquido que me esmero que pase desapercibido subiendo las piernas a mi pecho para apretarlas. ¡Qué vergüenza!
Justo cuando pienso que mejor debería cambiar de tema, ella parece comprender lo que está provocando en mi cuerpo, cambia el tema hablando de Thunder. En un concepto más seguro de esta conversación, puedo relajar mis manos que aprietan mis pantorrillas como si quisieran exprimirlas para ver si así puedo controlar mis impulsos. Ella aparece y desaparece como si fuera una estrella titilante en lo que aprovecho para respirar con las técnicas aprendidas por mi maestro del Oriente para obtener el control total de mi cuerpo incluida mi parte más íntima. Ya más confiada, entonces sí podemos hablar de algo más "seguro". De acuerdo, exagero. Phoenix es un tema ríspido para mis estándares. Desearía hablar de algo diferente, de pensarlo temo que ella elija de nuevo los consejos maritales por lo que será mejor darle lo que quiere.
Me da ternura ver que me promete que nadie sabrá sobre Phoenix, si pudiera la abrazaría, más ahora estoy bien concentrada en mantener el calor de mi cuerpo evitando un movimiento que me baje la temperatura que con los leños en la chimenea y el té antes ingerido, es casi imposible. - Gracias, de verdad me es muy importante que ésto se quede en secreto. Ahora, tus preguntas. Tengo una red de informantes tan extensa como lo es Europa, Asia y América. Todos los que llegan a mi casa deben firmar primero un pacto de no agresión en el interior del lugar. He tenido cambiantes, licántropos, vampiros y hechiceros conviviendo simultáneamente sin que se ataquen. Un solo paso en falso y son teletransportados a las mazmorras. Tal es el hechizo que envuelve la casa y por el que todos están atados. En ocasiones sucede que hay rencillas, más un ataque que implique la muerte de alguien es lo que activa el hechizo. Todos los que llegan pueden obtener información siempre y cuando la tengamos. Hay libros y libros, pergaminos, inclusive hasta diarios que nos han entregado o bien, hemos copiado o nos han escrito personas conocedoras de los temas. Así ayudamos a los sobrenaturales con la información que puedan necesitar o a los humanos - es un esbozo muy sencillo de lo que sucede en mi casa.
Aún así, espero que haya quedado claro para ella que es tan inquieta. - Enemigos tenemos todos aquéllos que son sobrenaturales con ansias de destruir sin una razón que lo avale. Vampiros que hacen destrucciones en poblados lejanos, hombres lobo que no se controlan y muerden sin control, sujetos así, más intentamos siempre analizar bien todo para no atacar a quien no se debe - quiero que entienda mejor lo que para ella es un enigma. Cuando me pregunta si necesitamos a un fantasma, río como nunca, echando atrás la cabeza moviendo las piernas en el aire algo impropio para una dama, más entre Celine y yo se ha creado una atmósfera tan relajada que seguro que no lo tomará a mal. Río y río para al final, controlarme secando un par de lagrimitas para mirarla intenso - ¡Por supuesto que sí, Celine! Tenemos lugares donde entrar sería imposible. Algunos que son protegidos por magias poderosas y trampas a los cuales no podemos acceder y otros que por el paso del tiempo se han derrumbado y no sabemos dónde excavar para obtener sus secretos. ¿Te imaginas ayudándonos? Porque si es así, ¡Bienvenida a bordo! - extiendo los brazos buscando que ella se refugie en ellos.
Mentiría si dijera que he tenido momentos más felices que éstos porque saber que tengo una amiga, que es un fantasma y que puedo confiarle a ella todos los secretos de Phoenix me hace la mujer más feliz del mundo. Al menos, hasta el día de hoy - lo que sí es que comprenderás que en ocasiones hay que trasladarnos a lugares lejanos para ello. Si tomas en cuenta ésto, hablaré con algunas personas que te necesitan ahora mismo porque hay dos sitios donde es imposible acceder. Uno está bajo el agua, el otro bajo arena. Así que tú me dices - le sonrío divertida antes de quedarme unos segundos callada. Mi mente está pensando en otra locura mil veces peor que las que ponen a mi ama de llaves nerviosa - estoy pensando que puede que también requiera de tus servicios de espía. ¿Qué tal se te da escuchar conversaciones ajenas? - mi colmillo atrapa mi labio inferior, el típico gesto que hago cuando algo me preocupa, me intriga o me hace sentir como ahora, con los nervios a flor de piel.
¿Quién diría que las malas noticias me traerían algo tan positivo como Celine a mi vida? Nunca lo hubiera pensado cuando escapé de casa.
En tanto mis dudas y temores se plantan ante mí como si fueran enormes paredes imposibles de escalar que amenazan con aplastarme, ella sigue hiperactiva. Aparece y desaparece a placer y me pregunto si esa constante forma de demostrarme que no puede mantenerse quieta fue parte de su persona cuando estuvo viva. ¿Seré así cuando muera? ¿Iré y vendré para todos lados como cabra desbocada sin un lazo que pueda mantenerme quieta? Si soy sincera conmigo, a pesar de lo que implique -vamos, mi propio enojo-, la respuesta es aplastante. "Sí". Y de sólo pensarlo mis cejas se unen queriendo dibujar una línea y obtienen como resultado tres arrugas en medio de éstas. Si me viera en el espejo, estaría relajando el gesto intentando pasear mis dedos porque lo último que quiero es arrugarme como madame Violet. ¿Yo con arrugas? ¡Nooo!
Las arrugas pasan a segundo término cuando la díscola de Celine ¡Critica mi forma de ser tan casta comparando mi habilidad de montar cual varón! Eso hace que mis mejillas se tornen granate sin que pueda contenerlas. Aprieto los ojos procurando que la boca se quede cerrada porque diré una barbaridad. Lo sé tan bien como que me llamo Annabeth. A pesar de todo, escucho atenta sus consejos, cierto es que debería saber todo en la vida de mi prometido. Si lo pienso bien, me falta mucho por conocer y es porque por más que pregunto, él casi no me contesta. Así no llegaremos a buen puerto. De mi boca sale un resoplido, apenas lo noto porque mueve mis rizos hacia el cielo para luego caer sobre mi rostro por la gravedad. Con la diestra, los hago a un lado acomodándolos tras la oreja derecha. Todo lo que dice es tan cierto que me da más armas para terminar mi relación de una vez por todas. Del resto de sus palabras sólo se me queda grabada una cosa, "que el siguiente se esfuerce en complacerme" y para mí sólo es una opresión en el vientre porque tengo ansiedad de saber -maldito gato interno- así como tengo terror. - No, por Dios, no, ¿Qué tal si se me antoja y no tengo con quién? - eso no lo dije yo. ¿Verdad? Al ver su expresión de mis labios se escapa una exhalación mitad bufido, mitad reclamo. ¡Yo y mi gran bocota! "Hay que conectar el cerebro con la lengua", me han dicho cientos de veces, más en ocasiones como ésta, donde unas cuantas palabras terminan por hacer que mis pensamientos racionales escapen cual palomas al viento, me es imposible. De los nervios de pensar en todo lo que Celine me propone, me provoca que las palmas suden.
Ya estoy igual que ella de hiperactiva. Muevo las palmas la una contra la otra provocando una fricción agradable para mi baja temperatura, restriego mi palma contra el dorso de la otra y viceversa. Estoy tan nerviosa que desearía estar en mi casa, no haberme escapado y por lo tanto, desconocer a tan intrépida mujer que habla con toda la experiencia de alguien que vivió y murió por y para un hombre y la sociedad. ¿Cuál fue el resultado? Terminar muerta para entender que lo que los demás dicen, las leyes del buen comportamiento, son una sarta de tonterías que en lugar de ayudar a la vida, la perjudican. Mi garganta se reseca con la última propuesta. Terminar de ver lo que ella hizo en la cama con el cazador me tienta. Me provoca un hueco en mi bajo vientre, ahí muy cerca de mi sexo que -horror de horrores- pareciera responder dejando un leve rastro líquido que me esmero que pase desapercibido subiendo las piernas a mi pecho para apretarlas. ¡Qué vergüenza!
Justo cuando pienso que mejor debería cambiar de tema, ella parece comprender lo que está provocando en mi cuerpo, cambia el tema hablando de Thunder. En un concepto más seguro de esta conversación, puedo relajar mis manos que aprietan mis pantorrillas como si quisieran exprimirlas para ver si así puedo controlar mis impulsos. Ella aparece y desaparece como si fuera una estrella titilante en lo que aprovecho para respirar con las técnicas aprendidas por mi maestro del Oriente para obtener el control total de mi cuerpo incluida mi parte más íntima. Ya más confiada, entonces sí podemos hablar de algo más "seguro". De acuerdo, exagero. Phoenix es un tema ríspido para mis estándares. Desearía hablar de algo diferente, de pensarlo temo que ella elija de nuevo los consejos maritales por lo que será mejor darle lo que quiere.
Me da ternura ver que me promete que nadie sabrá sobre Phoenix, si pudiera la abrazaría, más ahora estoy bien concentrada en mantener el calor de mi cuerpo evitando un movimiento que me baje la temperatura que con los leños en la chimenea y el té antes ingerido, es casi imposible. - Gracias, de verdad me es muy importante que ésto se quede en secreto. Ahora, tus preguntas. Tengo una red de informantes tan extensa como lo es Europa, Asia y América. Todos los que llegan a mi casa deben firmar primero un pacto de no agresión en el interior del lugar. He tenido cambiantes, licántropos, vampiros y hechiceros conviviendo simultáneamente sin que se ataquen. Un solo paso en falso y son teletransportados a las mazmorras. Tal es el hechizo que envuelve la casa y por el que todos están atados. En ocasiones sucede que hay rencillas, más un ataque que implique la muerte de alguien es lo que activa el hechizo. Todos los que llegan pueden obtener información siempre y cuando la tengamos. Hay libros y libros, pergaminos, inclusive hasta diarios que nos han entregado o bien, hemos copiado o nos han escrito personas conocedoras de los temas. Así ayudamos a los sobrenaturales con la información que puedan necesitar o a los humanos - es un esbozo muy sencillo de lo que sucede en mi casa.
Aún así, espero que haya quedado claro para ella que es tan inquieta. - Enemigos tenemos todos aquéllos que son sobrenaturales con ansias de destruir sin una razón que lo avale. Vampiros que hacen destrucciones en poblados lejanos, hombres lobo que no se controlan y muerden sin control, sujetos así, más intentamos siempre analizar bien todo para no atacar a quien no se debe - quiero que entienda mejor lo que para ella es un enigma. Cuando me pregunta si necesitamos a un fantasma, río como nunca, echando atrás la cabeza moviendo las piernas en el aire algo impropio para una dama, más entre Celine y yo se ha creado una atmósfera tan relajada que seguro que no lo tomará a mal. Río y río para al final, controlarme secando un par de lagrimitas para mirarla intenso - ¡Por supuesto que sí, Celine! Tenemos lugares donde entrar sería imposible. Algunos que son protegidos por magias poderosas y trampas a los cuales no podemos acceder y otros que por el paso del tiempo se han derrumbado y no sabemos dónde excavar para obtener sus secretos. ¿Te imaginas ayudándonos? Porque si es así, ¡Bienvenida a bordo! - extiendo los brazos buscando que ella se refugie en ellos.
Mentiría si dijera que he tenido momentos más felices que éstos porque saber que tengo una amiga, que es un fantasma y que puedo confiarle a ella todos los secretos de Phoenix me hace la mujer más feliz del mundo. Al menos, hasta el día de hoy - lo que sí es que comprenderás que en ocasiones hay que trasladarnos a lugares lejanos para ello. Si tomas en cuenta ésto, hablaré con algunas personas que te necesitan ahora mismo porque hay dos sitios donde es imposible acceder. Uno está bajo el agua, el otro bajo arena. Así que tú me dices - le sonrío divertida antes de quedarme unos segundos callada. Mi mente está pensando en otra locura mil veces peor que las que ponen a mi ama de llaves nerviosa - estoy pensando que puede que también requiera de tus servicios de espía. ¿Qué tal se te da escuchar conversaciones ajenas? - mi colmillo atrapa mi labio inferior, el típico gesto que hago cuando algo me preocupa, me intriga o me hace sentir como ahora, con los nervios a flor de piel.
¿Quién diría que las malas noticias me traerían algo tan positivo como Celine a mi vida? Nunca lo hubiera pensado cuando escapé de casa.
Annabeth De Louise- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/04/2018
Localización : En medio de sus brazos, bajo sus colmillos.
Re: Tears - Flashback [Celine Bellerose]
La fantasma se debatía entre continuar divirtiéndose con la inexperiencia amatoria de su nueva amiga o abandonar aquella actitud descarada antes de que abandonara la casa corriendo, derritiendo la mitad de la nieve del bosque antes de volver a entrar en hipotermia. –La oferta sigue en pie si lo deseas querida, ya has visto como sería, vivir la experiencia como si fuera tuya. Y si te dieran ganas no creo que con ese cuerpo y esos ojazos te costara más de un pestañeo encontrar a un galán que bebiera los vientos por ti cariño- le guiña un ojo sonriéndole sugerentemente por última vez antes de abandonar el tema. En un asomo de su oxidada y poca usada empatía admite que para una aristócrata como lo fue ella la charla que acababan de tener era como para mandarla a encerrar en uno de los locales del barrio rojo. Suspira pensando en lo restrictiva que había sido la sociedad con ella, igual que lo estaría siendo con su amiga, por eso mismo intenta abrirle los ojos a tan aguerrida guerrera a la que considera capaz de mirar lo que aquella sociedad castrante tiene preparado para ella y seguir su propio camino, algo que ella no tuvo el valor de hacer en vida.
Se alegra que sus bruscos cambios de tema tengan la capacidad de relajar a su amiga. Aunque la conoce desde hace poco se da cuenta de que a su amiga le pone peligrosamente tensa no tener el control de la situación o de las circunstancias y dado la historia que le ha planteado sobre su vida empieza a entender porque. Ya lo vio en su padre, son los efectos de sumar una gran cantidad de responsabilidades con la responsabilidad de tomar las decisiones correctas que da el mando. En esas circunstancias, el error, lo azaroso y los cabos sueltos son enemigos mortales que deben ser destruidos sin piedad. Vuelve a coger aire lentamente, no por necesidad si no para exteriorizar su preocupación, la fantasma es caos y desorden y sus decisiones se basan desde hace décadas en los sentimientos y pasiones que tuvo que dejar de lado cuando estaba viva, aquello puede ser un punto de distanciamiento entre las dos o un sano contrapunto que ayude a las personalidades de ambas a equilibrarse, solo el tiempo lo diría.
-¡No voy a defraudar la confianza de mi primer amiga en años!- responde risueña e inocente a las innecesarias gracias de su compañera antes de quedarse totalmente inmóvil y en silencio por primera vez desde que se conocieron. Si tuviera músculos, estos se agarrotarían de la tensión que experimenta la fantasma mientras le narra su organización. La única muestra de que está prestando atención en su pétreo cuerpo es los ojos que olvidándose hasta de parpadear en más de una ocasión se van llenando de una luz que desentona visiblemente con el tono apagado y frío que muestra el resto del espectro. Muestran una mezcla de incredulidad, nerviosismo, admiración y excitación complicadas de asimilar y mucho menos soportar. ¿Cómo era posible que aquella aristócrata viviera una vida tan apasionante llena de aventuras y misterios mientras a ella apenas la dejaban salir a la puerta de su propia mansión?¿Y como podía una sola persona encargarse de semejante empresa? -¿Qué información puede venir bien a los sobrenaturales?- pregunta al fin, si su boca necesitara lubricarse para funcionar estaba segura de que no hubiera podido articular palabra ante semejante revelación. Con su cuerpo no muerto incapaz de expresar sus reacciones, la chimenea empieza a crepitar movida por un inexistente viento de manera más errática y violenta, al igual que los bajos del vaporoso vestido de la fantasma cuyo sonido a tela
-El odio siempre ha sido un negocio- habla tras pensar unos segundos las palabras de la dama. –Imagino que muchos querrán erradicar ese clima de colaboración y respeto que intentáis crear ¿Qué relación tenéis con la Iglesia?- pregunta un tanto ladina imaginando la posición de la santa sede ante tal afrenta a los principios. –Imagino que no os conoce- ríe levemente divertida.
Aunque la sonrisa se le hiela en los labios cuando ve a su amiga reírse de su pregunta. Entiende que se acaban de conocer y que es un tema serio y complicado pero despreciar así no solo la ayuda de la fantasma si no a si misma le parecía que estaba totalmente fuera de lugar y que era algo cruel por parte de su amiga. Su cambio en el estado de ánimo se reflejó por unos instantes en la misma temperatura de la habitación que descendió visiblemente, mientras que los ojos de la fantasma se empañaban de pena y rabia. Por eso aquel sonoro sí, cogió sumamente por sorpresa a la fantasma cuyo rostro mostró por primera vez en todo aquel rato un rastro de duda e incredulidad muy marcados. Los colores empezaron a teñir las pálidas níveas mejillas de la fantasma que azorada de repente no sabía dónde mirar, tanto por su propio malentendido como por la manera de su amiga de alabar sus habilidades. –¡Me encantaría ayudarte Annabeth!- responde apareciendo de repente entre los brazos que le ofrece aquella joven, estrechándola con fuerza contra su ahora corpóreo cuerpo llena de emoción apenas contenida.
Como muda respuesta a la pregunta sobre sus dotes de subterfugio, Celine le sonríe de manera infantil e insinuante mientras desaparece de entre sus brazos, volviéndose invisible e incorpórea de nuevo. Con ligereza, se sitúa a la diestra de la aristócrata antes de susurrar en su oído con voz sugerente –Puedo ser muy muy discreta cariño.- Vuelve a reaparecer con la mirada algo más seria, mordiéndose el labio debatiendo como va a decírselo a su amiga –Me encantaría viajar por todo el mundo y ayudarte Annabeth pero tengo que proteger la hacienda de mis padres y hace años que me siento algo más débil si me alejo mucho, no se si podría realizar un viaje tan largo y abandonarla sin riesgo.- Responde con miedo en su mirada, no miedo a la muerte pues eso hace décadas que no puede atormentarla, si no tiempo a que por una imprudencia su estancia prestada en este mundo se debilite demasiado. –Si alguien protege mi casa mientras tanto tal vez encuentre una manera- continúa pensativa mientras se muerde el dedo índice con la comisura de sus labios.
Se alegra que sus bruscos cambios de tema tengan la capacidad de relajar a su amiga. Aunque la conoce desde hace poco se da cuenta de que a su amiga le pone peligrosamente tensa no tener el control de la situación o de las circunstancias y dado la historia que le ha planteado sobre su vida empieza a entender porque. Ya lo vio en su padre, son los efectos de sumar una gran cantidad de responsabilidades con la responsabilidad de tomar las decisiones correctas que da el mando. En esas circunstancias, el error, lo azaroso y los cabos sueltos son enemigos mortales que deben ser destruidos sin piedad. Vuelve a coger aire lentamente, no por necesidad si no para exteriorizar su preocupación, la fantasma es caos y desorden y sus decisiones se basan desde hace décadas en los sentimientos y pasiones que tuvo que dejar de lado cuando estaba viva, aquello puede ser un punto de distanciamiento entre las dos o un sano contrapunto que ayude a las personalidades de ambas a equilibrarse, solo el tiempo lo diría.
-¡No voy a defraudar la confianza de mi primer amiga en años!- responde risueña e inocente a las innecesarias gracias de su compañera antes de quedarse totalmente inmóvil y en silencio por primera vez desde que se conocieron. Si tuviera músculos, estos se agarrotarían de la tensión que experimenta la fantasma mientras le narra su organización. La única muestra de que está prestando atención en su pétreo cuerpo es los ojos que olvidándose hasta de parpadear en más de una ocasión se van llenando de una luz que desentona visiblemente con el tono apagado y frío que muestra el resto del espectro. Muestran una mezcla de incredulidad, nerviosismo, admiración y excitación complicadas de asimilar y mucho menos soportar. ¿Cómo era posible que aquella aristócrata viviera una vida tan apasionante llena de aventuras y misterios mientras a ella apenas la dejaban salir a la puerta de su propia mansión?¿Y como podía una sola persona encargarse de semejante empresa? -¿Qué información puede venir bien a los sobrenaturales?- pregunta al fin, si su boca necesitara lubricarse para funcionar estaba segura de que no hubiera podido articular palabra ante semejante revelación. Con su cuerpo no muerto incapaz de expresar sus reacciones, la chimenea empieza a crepitar movida por un inexistente viento de manera más errática y violenta, al igual que los bajos del vaporoso vestido de la fantasma cuyo sonido a tela
-El odio siempre ha sido un negocio- habla tras pensar unos segundos las palabras de la dama. –Imagino que muchos querrán erradicar ese clima de colaboración y respeto que intentáis crear ¿Qué relación tenéis con la Iglesia?- pregunta un tanto ladina imaginando la posición de la santa sede ante tal afrenta a los principios. –Imagino que no os conoce- ríe levemente divertida.
Aunque la sonrisa se le hiela en los labios cuando ve a su amiga reírse de su pregunta. Entiende que se acaban de conocer y que es un tema serio y complicado pero despreciar así no solo la ayuda de la fantasma si no a si misma le parecía que estaba totalmente fuera de lugar y que era algo cruel por parte de su amiga. Su cambio en el estado de ánimo se reflejó por unos instantes en la misma temperatura de la habitación que descendió visiblemente, mientras que los ojos de la fantasma se empañaban de pena y rabia. Por eso aquel sonoro sí, cogió sumamente por sorpresa a la fantasma cuyo rostro mostró por primera vez en todo aquel rato un rastro de duda e incredulidad muy marcados. Los colores empezaron a teñir las pálidas níveas mejillas de la fantasma que azorada de repente no sabía dónde mirar, tanto por su propio malentendido como por la manera de su amiga de alabar sus habilidades. –¡Me encantaría ayudarte Annabeth!- responde apareciendo de repente entre los brazos que le ofrece aquella joven, estrechándola con fuerza contra su ahora corpóreo cuerpo llena de emoción apenas contenida.
Como muda respuesta a la pregunta sobre sus dotes de subterfugio, Celine le sonríe de manera infantil e insinuante mientras desaparece de entre sus brazos, volviéndose invisible e incorpórea de nuevo. Con ligereza, se sitúa a la diestra de la aristócrata antes de susurrar en su oído con voz sugerente –Puedo ser muy muy discreta cariño.- Vuelve a reaparecer con la mirada algo más seria, mordiéndose el labio debatiendo como va a decírselo a su amiga –Me encantaría viajar por todo el mundo y ayudarte Annabeth pero tengo que proteger la hacienda de mis padres y hace años que me siento algo más débil si me alejo mucho, no se si podría realizar un viaje tan largo y abandonarla sin riesgo.- Responde con miedo en su mirada, no miedo a la muerte pues eso hace décadas que no puede atormentarla, si no tiempo a que por una imprudencia su estancia prestada en este mundo se debilite demasiado. –Si alguien protege mi casa mientras tanto tal vez encuentre una manera- continúa pensativa mientras se muerde el dedo índice con la comisura de sus labios.
Pauline Laphavrant- Fantasma
- Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 10/05/2018
Re: Tears - Flashback [Celine Bellerose]
Voy a cerrar el tema de que Celine me permita ver lo que ella hizo con el cazador con un: "Ni loca". Por más que me diga que puedo conseguir un hombre y que es tan natural como de que soy un ser humano que puede elegir, todavía siento que es demasiado conocimiento para alguien tan inquieto como lo soy. El que haya todo tipo de hombre que quiera complacerme no me basta. A pesar de todo lo que puede pensarse, soy demasiado romántica y sigo en búsqueda de un amor como el que veía en mis padres, tantos gestos dulces entre ellos lo hacían latente. Visible. Desde que mi madre fuera la que le preparara personalmente el té a papá. Que papá llegara todos los días de la calle con una flor para ella cuando en casa había cientos de éstas. Eran detalles de cuánto y cómo se seguían amando. Si lo pienso, estoy segura de que papá intentó defender a mamá y murió primero con el ataque al Phoenix de Florencia. Eso quiero para mí. No es sólo sexo, es todo lo que conlleva una pareja.
Tras comentarle sobre Phoenix, una pregunta se queda en el aire, me quedo pensativa unos instantes mordiendo mi labio inferior antes de asegurarle - desde registros de vampiros u hombres lobo creados porque cuando te das cuenta, en su futuro logran proezas, hasta datos antiguos sobre reliquias, joyas, artefactos, incluso grandes compendios de información pagana para ojos de la iglesia. Hay muchas cosas que podrían interesarnos, por ejemplo no sabemos a ciencia cierta nada sobre fantasmas. No tengo un buen compendio de eso, sólo rumores - espero haber respondido su pregunta de la forma correcta porque en ocasiones es tan basto lo que buscamos como las arenas del mar. Abrazo mis piernas en tanto puedo notar cómo las llamas de la chimenea se mueven y el bajo del vestido de Celine también.
Todo ésto debiera anotarlo, más estoy segura de que mi nueva amiga me ayudará en ésto - Y sí, por eso murieron mis padres en Florencia. Nos atacó un nutrido grupo de sobrenaturales y ellos cayeron. La Iglesia tiene sospechas de nuestra existencia, más dentro de sus altas esferas tenemos miembros, personas muy influyentes y notables que nos apoyan. Aún así, la Iglesia tiene su propio apartado de investigación con la facción de los espías y la de los bibliotecarios, por lo que mucho no podemos aportarles - eso es lo que espero, que en realidad para la Iglesia mi sociedad y nuestras actividades sean tan insignificantes como para obviarlas y no tener la intención de ver qué hay más allá y así mandar a una cuadrilla en nuestra contra. Además, mis padres ayudaron a muchos Inquisidores a lo largo de su vida, incluso los propios Moncrieff, la familia biológica a la que la ojiazul pertenece en realidad, fueron miembros del Santo Oficio. También yo les ayudo a los integrantes de la Iglesia cuando van a cazar sobrenaturales tan poderosos que han enloquecido. En eso tenemos que unir esfuerzos.
Así pues, tengo fe de que todo salga mejor que en Florencia. Celine tiene fallas, obstáculos y limitaciones como puedo reconocer de las palabras que pronuncia. Está atada a su mansión, alejarse demasiado podría ser contraproducente para ella. Mi cabeza se mueve vacilante comprendiendo rápido el por qué de todo - me parece que tu propósito es cuidar la mansión de tu familia, a eso se ha limitado todo. Por eso es que te sientes tan débil si te alejas, corazón. No es cuestión de cuidar el lugar, es que estás atada a él. Por lo que temo que si te separas mucho de éste, el hilo que ata tu existencia a este plano se rompa y no sé a dónde irías. De eso sí desconozco Celine. Los libros sobre los Fantasmas estaban en Florencia cuando nos atacaron, lo quemaron todo, así que lo poco que pude recuperar no habla sobre fantasmas. Así que no puedo ayudarte, lo lamento. Y sin embargo ¿Qué te parece documentar todo lo que tiene que ver con la actividad fantasmal en París? Eso me ayudaría mucho - le propongo para que no se apene.
Sé que de pronto todo esto de Phoenix es para la fantasma un balde de agua fría en su constante y perenne vida aburrida en tanto decide si partir, matar a los últimos descendientes de la familia de su prometido o no. Tiene qué ocuparse en algo y ponerla a documentar puede ser lo más lógico y sobre todo, prudente para nosotros porque así recuperamos archivos y Celine se siente útil. Ha de ser horrible vivir en un lugar sin nadie con quién hablar, en soledad total. - Puedo llevarte papel, plumas, tinteros para que me hagas todas esas anotaciones. Puedes viajar por París, sólo París para documentar qué fantasmas hay, dónde y qué nivel de peligrosidad tienen. Eso ayudaría mucho para entender lo que pasa en algunos sitios. Inclusive, puedes sernos de ayuda espiando en la base inquisitorial. Sólo un favor, sé que hay lugares donde tienen trampas mágicas. Deberás tener cuidado. Hay sitios donde los inquisidores guardan secretos que también son bibliotecas. En fin, hay mucho por hacer, ¿Cuándo empiezas? - le sonrío con entusiasmo.
¡Por Dios! Una fantasma en mi equipo. ¿Acaso hay algo más hermoso que eso? Bueno sí, mi familia reunida sería algo fantástico.
Tras comentarle sobre Phoenix, una pregunta se queda en el aire, me quedo pensativa unos instantes mordiendo mi labio inferior antes de asegurarle - desde registros de vampiros u hombres lobo creados porque cuando te das cuenta, en su futuro logran proezas, hasta datos antiguos sobre reliquias, joyas, artefactos, incluso grandes compendios de información pagana para ojos de la iglesia. Hay muchas cosas que podrían interesarnos, por ejemplo no sabemos a ciencia cierta nada sobre fantasmas. No tengo un buen compendio de eso, sólo rumores - espero haber respondido su pregunta de la forma correcta porque en ocasiones es tan basto lo que buscamos como las arenas del mar. Abrazo mis piernas en tanto puedo notar cómo las llamas de la chimenea se mueven y el bajo del vestido de Celine también.
Todo ésto debiera anotarlo, más estoy segura de que mi nueva amiga me ayudará en ésto - Y sí, por eso murieron mis padres en Florencia. Nos atacó un nutrido grupo de sobrenaturales y ellos cayeron. La Iglesia tiene sospechas de nuestra existencia, más dentro de sus altas esferas tenemos miembros, personas muy influyentes y notables que nos apoyan. Aún así, la Iglesia tiene su propio apartado de investigación con la facción de los espías y la de los bibliotecarios, por lo que mucho no podemos aportarles - eso es lo que espero, que en realidad para la Iglesia mi sociedad y nuestras actividades sean tan insignificantes como para obviarlas y no tener la intención de ver qué hay más allá y así mandar a una cuadrilla en nuestra contra. Además, mis padres ayudaron a muchos Inquisidores a lo largo de su vida, incluso los propios Moncrieff, la familia biológica a la que la ojiazul pertenece en realidad, fueron miembros del Santo Oficio. También yo les ayudo a los integrantes de la Iglesia cuando van a cazar sobrenaturales tan poderosos que han enloquecido. En eso tenemos que unir esfuerzos.
Así pues, tengo fe de que todo salga mejor que en Florencia. Celine tiene fallas, obstáculos y limitaciones como puedo reconocer de las palabras que pronuncia. Está atada a su mansión, alejarse demasiado podría ser contraproducente para ella. Mi cabeza se mueve vacilante comprendiendo rápido el por qué de todo - me parece que tu propósito es cuidar la mansión de tu familia, a eso se ha limitado todo. Por eso es que te sientes tan débil si te alejas, corazón. No es cuestión de cuidar el lugar, es que estás atada a él. Por lo que temo que si te separas mucho de éste, el hilo que ata tu existencia a este plano se rompa y no sé a dónde irías. De eso sí desconozco Celine. Los libros sobre los Fantasmas estaban en Florencia cuando nos atacaron, lo quemaron todo, así que lo poco que pude recuperar no habla sobre fantasmas. Así que no puedo ayudarte, lo lamento. Y sin embargo ¿Qué te parece documentar todo lo que tiene que ver con la actividad fantasmal en París? Eso me ayudaría mucho - le propongo para que no se apene.
Sé que de pronto todo esto de Phoenix es para la fantasma un balde de agua fría en su constante y perenne vida aburrida en tanto decide si partir, matar a los últimos descendientes de la familia de su prometido o no. Tiene qué ocuparse en algo y ponerla a documentar puede ser lo más lógico y sobre todo, prudente para nosotros porque así recuperamos archivos y Celine se siente útil. Ha de ser horrible vivir en un lugar sin nadie con quién hablar, en soledad total. - Puedo llevarte papel, plumas, tinteros para que me hagas todas esas anotaciones. Puedes viajar por París, sólo París para documentar qué fantasmas hay, dónde y qué nivel de peligrosidad tienen. Eso ayudaría mucho para entender lo que pasa en algunos sitios. Inclusive, puedes sernos de ayuda espiando en la base inquisitorial. Sólo un favor, sé que hay lugares donde tienen trampas mágicas. Deberás tener cuidado. Hay sitios donde los inquisidores guardan secretos que también son bibliotecas. En fin, hay mucho por hacer, ¿Cuándo empiezas? - le sonrío con entusiasmo.
¡Por Dios! Una fantasma en mi equipo. ¿Acaso hay algo más hermoso que eso? Bueno sí, mi familia reunida sería algo fantástico.
Annabeth De Louise- Humano Clase Alta
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Localización : En medio de sus brazos, bajo sus colmillos.
Re: Tears - Flashback [Celine Bellerose]
Celine no recuerda haber estado tan excitada hablando con un mortal al menos desde… desde que ella era uno de ellos y los sentimientos podían sentirse y asumirse con una intensidad tan genuina, única y absoluta en vez de con la grisácea opacidad con la que la no muerte dejaba entrever todas las cosas, desde los escenarios, hasta las propias emociones, despojándolas de la grandiosidad y fogosidad que al parecer solo estaba reservada a los vivos. De haberlo sabido desde luego lo efímera que iba a ser su existencia y su oportunidad para disfrutar de todos aquellos placeres reservados a los vivos, sin duda hubiera vivido de manera muy diferente, obviando aquella serie de normas que le impedían disfrutar y conocerse a sí misma como persona, buscando alejarla de un mundo horrible y amenazador que había hecho presa de ella igualmente, pues la lección más fácil de asumir para un fantasma es que nadie puede huir de su muerte.
En su caso sin embargo estaba decidida a jugar con ella y aquella aristócrata le estaba dando una nueva perspectiva a aquellas años tan apasionante como valorada, lo que le hacía chispear de emoción, sintiendo que una alegría que no sentía en mucho tiempo se derramaba desde sus ojos en dos cristalinas lágrimas que en nada alteran el color de sus blancos ojos, demasiado prístinas y puras como para ser un gesto de verdad. De pura emoción, la fantasma se teletransporta casi sin querer a uno de los posabrazos del colchón de su amiga, muy cerca de ella, deseando escuchar lo más atenta posible sus palabras. Las historias sobre sobrenaturales, siempre la habían causado una fascinación morbosa combinado con un extraño terror, eran seres que incluso para su dilatada experiencia escapaban en gran parte a su comprensión. Imaginarse a sí misma rodeada de antiguos textos y manuscritos, explorando extraños y peligrosos lugares, le daban una perspectiva tan apasionante que de su boca tapada con ambas manos escapó un pequeño grito con el fin de aliviar tanta emoción. -¿Podría leer algunos de esos tomos Annabeth? Siempre he sido más escritora que lectora pero me encantaría conocer tantas cosas.- pregunta con la ilusión apenas contenida.
-Siento mucho la tragedia amiga- Responde en un tono más tranquilo y ligeramente triste, ella más que nadie sabe lo que es echar de menos a sus padres, nota como la llaman y como le muestran el camino hacia ellos, todos los días, todas las noches, más aún no es el momento de responder a esa llamada, aún puede hacer muchas cosas en este mundo y desde ese casual encuentro en el bosque, muchas más. –Pero entre las dos haremos que no vuelva a pasar y mantendremos esta organización en su legado.- le responde con un tono animado y una dulce sonrisa solo para ella, que remarca con un sonoro beso en la mejilla de su nueva amiga.
La mira preocupada. –Hay hechizos, encantamientos que me permitirían ligar mi esencia a algún objeto móvil o importante para mí. Estuve varios años recorriendo el país y no me sentí más débil, estoy segura de que podría volver a hacerlo- responde mostrando de nuevo la cabezonería típica de la fantasma que no estaba dispuesta a abandonar sus aventuras tan fácilmente. –Me tendrías que garantizar la integridad de mi casa mientras estoy fuera- advierte pensativa. –Estás invitada a toma el té siempre que gustes querida- sonríe de nuevo con su característica falta de atención. –Te ayudaré por supuesto a completar esos archivos sobre fantasmas, algo he aprendido en estas décadas siendo uno querida, es un comienzo. Y ese registro me parece una idea fantástica de la que puede que ya tenga algunos datos escritos- sonríe con una pequeña sonrisa petulante, deseosa de mostrar su potencial a su nueva amiga.
Sabe que su amiga le está avisando de los posibles peligros incluso para un ser que ya tiene poco a lo que temer como es ella. Intuye que lo hace para que sea precavida y sensata, moderando su entusiasmo natural por aquellas tareas pero ese entusiasmo solo hace aumentar varias octavas más. Si su cuerpo aún reaccionara, la adrenalina correría ahora a raudales por sus venas ante la perspectiva de superar al fin a rivales a la altura de sus nuevas habilidades. Se veía a si misma resolviendo misterios, sorteando trampas aún más antiguas que ella y haciéndose con codiciados objetos capaces de cambiar el destino de un país de caer en malas manos.
En esas ensoñaciones anda perdida, incapaz de echar cuenta a las palabras de su acompañante cuando el robusto portón de la entrada se abre con estrépito, asustando a la espectro que inmediatamente se hace invisible ante el hombre, un hombre que le parece excesivamente familiar, que conoce demasiado bien incluso debajo de aquellas invernales ropajes gracias a los recuerdos de su amiga. Recuperándose levemente del susto acerca su boca al lóbulo de su oreja sugerente –Tu príncipe azul querida ha venido a rescatarte-ríe sabiendo que el cazador no puede detectarla, disfrutando de la estupefacción y de las dudas de su amiga muy a su pesar. Aunque no podía negar una cosa. –Eres tan atractivo como en sus recuerdos cariño- susurra mordiéndose un labio aún desde el compartido sillón.
En su caso sin embargo estaba decidida a jugar con ella y aquella aristócrata le estaba dando una nueva perspectiva a aquellas años tan apasionante como valorada, lo que le hacía chispear de emoción, sintiendo que una alegría que no sentía en mucho tiempo se derramaba desde sus ojos en dos cristalinas lágrimas que en nada alteran el color de sus blancos ojos, demasiado prístinas y puras como para ser un gesto de verdad. De pura emoción, la fantasma se teletransporta casi sin querer a uno de los posabrazos del colchón de su amiga, muy cerca de ella, deseando escuchar lo más atenta posible sus palabras. Las historias sobre sobrenaturales, siempre la habían causado una fascinación morbosa combinado con un extraño terror, eran seres que incluso para su dilatada experiencia escapaban en gran parte a su comprensión. Imaginarse a sí misma rodeada de antiguos textos y manuscritos, explorando extraños y peligrosos lugares, le daban una perspectiva tan apasionante que de su boca tapada con ambas manos escapó un pequeño grito con el fin de aliviar tanta emoción. -¿Podría leer algunos de esos tomos Annabeth? Siempre he sido más escritora que lectora pero me encantaría conocer tantas cosas.- pregunta con la ilusión apenas contenida.
-Siento mucho la tragedia amiga- Responde en un tono más tranquilo y ligeramente triste, ella más que nadie sabe lo que es echar de menos a sus padres, nota como la llaman y como le muestran el camino hacia ellos, todos los días, todas las noches, más aún no es el momento de responder a esa llamada, aún puede hacer muchas cosas en este mundo y desde ese casual encuentro en el bosque, muchas más. –Pero entre las dos haremos que no vuelva a pasar y mantendremos esta organización en su legado.- le responde con un tono animado y una dulce sonrisa solo para ella, que remarca con un sonoro beso en la mejilla de su nueva amiga.
La mira preocupada. –Hay hechizos, encantamientos que me permitirían ligar mi esencia a algún objeto móvil o importante para mí. Estuve varios años recorriendo el país y no me sentí más débil, estoy segura de que podría volver a hacerlo- responde mostrando de nuevo la cabezonería típica de la fantasma que no estaba dispuesta a abandonar sus aventuras tan fácilmente. –Me tendrías que garantizar la integridad de mi casa mientras estoy fuera- advierte pensativa. –Estás invitada a toma el té siempre que gustes querida- sonríe de nuevo con su característica falta de atención. –Te ayudaré por supuesto a completar esos archivos sobre fantasmas, algo he aprendido en estas décadas siendo uno querida, es un comienzo. Y ese registro me parece una idea fantástica de la que puede que ya tenga algunos datos escritos- sonríe con una pequeña sonrisa petulante, deseosa de mostrar su potencial a su nueva amiga.
Sabe que su amiga le está avisando de los posibles peligros incluso para un ser que ya tiene poco a lo que temer como es ella. Intuye que lo hace para que sea precavida y sensata, moderando su entusiasmo natural por aquellas tareas pero ese entusiasmo solo hace aumentar varias octavas más. Si su cuerpo aún reaccionara, la adrenalina correría ahora a raudales por sus venas ante la perspectiva de superar al fin a rivales a la altura de sus nuevas habilidades. Se veía a si misma resolviendo misterios, sorteando trampas aún más antiguas que ella y haciéndose con codiciados objetos capaces de cambiar el destino de un país de caer en malas manos.
En esas ensoñaciones anda perdida, incapaz de echar cuenta a las palabras de su acompañante cuando el robusto portón de la entrada se abre con estrépito, asustando a la espectro que inmediatamente se hace invisible ante el hombre, un hombre que le parece excesivamente familiar, que conoce demasiado bien incluso debajo de aquellas invernales ropajes gracias a los recuerdos de su amiga. Recuperándose levemente del susto acerca su boca al lóbulo de su oreja sugerente –Tu príncipe azul querida ha venido a rescatarte-ríe sabiendo que el cazador no puede detectarla, disfrutando de la estupefacción y de las dudas de su amiga muy a su pesar. Aunque no podía negar una cosa. –Eres tan atractivo como en sus recuerdos cariño- susurra mordiéndose un labio aún desde el compartido sillón.
Pauline Laphavrant- Fantasma
- Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 10/05/2018
Re: Tears - Flashback [Celine Bellerose]
Nunca tuve una amiga que me brindara tantos momentos de alegría como esta fantasma que con sólo unas cuantas horas ha creado lazos imposibles de romper. Me siento eufórica, capaz de cualquier cosa ahora que puedo entender muchas cosas y que en mi vida puedo alcanzar lo que quiero: amor, un compañero, un aliado, un amante, una familia. Niños, de sólo pensar en ellos me late el útero como dice Madame Violet cuando se me van los ojos detrás de unos infantes. Quiero que crezcan en un hogar como los De Louise me brindaron, que sean felices, puedan corretear y hacer todas las preguntas que quieran, que sean respondidas con ecuanimidad y la seriedad que mi padre tenía para mí. Con Valentine será imposible que pueda lograr un equilibrio siendo tan serio, seco y cínico. Porque lo es. De sólo pensar en todas las ocasiones en que me ha mirado como si fuera una chiquilla minimizando mis inquietudes me deja en claro que con él, esa vida no existirá.
Además, ella comparte mi gusto por la lectura, en cuanto lo pide, muevo mi cabeza de arriba a abajo en un efusivo "sí" que a ambas nos hace sonreír - ¡Por supuesto! Sólo la condición es la no agresión. Por lo que no te atrevas a asustar a nadie que no se lo merezca, porque ya te diré a quién sí sólo para divertirnos y listo - prometo recordando a un par de licántropos con los que he tenido que soportar sus pésimas bromas y de sólo pensar en lo que Celine y yo podríamos hacer, me provoca picazón en las manos por lo que las froto con aire malévolo. Oh, ya estoy imaginando sus caras. De la pura imagen mental me río con oscuras intenciones. Más cuando tocas el tema sensible de Phoenix, siento cómo las orejas del gato se bajan tocando su cabeza de lo mucho que me afecta todavía. Acepto que me ayudes al tiempo que muevo afirmativamente mi cabeza sintiendo un nudo en la garganta que no puedo deshacer.
Mis padres deberán estar orgullosos de mí, para eso tendré que hacer muchos sacrificios como ellos, siguiendo su ejemplo, levantaré a Phoenix. - Gracias, Celine, muchas gracias - susurro bajo antes de abrazar ese cuerpo tan raro tuyo porque puedo sentir cómo lo rodeo y al tiempo, cómo mis manos parecen ser incapaces de tocar tu materia. Cuestiones de fantasmas, pensaré y me relajaré porque haces un esfuerzo increíble por ayudarme. Sonrío poco cuando me besas la mejilla sintiendo tus labios fríos y al mismo tiempo tibios. ¡Qué raro es ésto! Ahora que lo dices, recuerdo algo así - hablaré con los hechiceros, seguro que pueden hacer algo así, como un ancla, una forma de mantenerte atada a tus recuerdos sin que pierdas tu energía como dices. Tú déjalo en mis manos - prometo y con la memoria que tengo, puedes estar segura de que no lo voy a olvidar.
Si ninguno nos ayuda, tendremos que buscar en los libros de hechicería y para eso hay bastantes. - Tu casa estará bien, sólo tendrás que llevarme a ella, incluso haré las reparaciones pertinentes para que se mantenga en buenas condiciones y así, puedas seguir habitándola con tranquilidad - hay que contratar a un experto en ello para que le dé una ojeada cada tres, cuatro años para ir puliendo los detalles - sólo deberás ser paciente porque seguro que harán mucho ruido y me avisarás cuando hagan algo indebido antes de siquiera actuar. Una casa embrujada es más difícil de mantener a salvo si nadie quiere ir a repararla - razono con ella para que entienda la magnitud de sus actos en caso de enojarse - siempre podemos hacer que vengas a casa en tanto la arreglan para que no te alteren - concilio con toda la ecuanimidad de la que soy capaz. Mírame papá, seguro que estarás orgulloso de mí.
Sonrío plena cuando me prometes que nos ayudarás con los archivos de los fantasmas, - esa es la excusa perfecta para que estés en casa en tanto las reparacio... - un sonido estrepitoso hace que la fantasma desaparezca en tanto doy un salto asustada de ver cómo la puerta se abre de una patada. La figura de Valentine con ese horrible abrigo con capucha llena todo el marco en tanto abro la boca ofuscada por sus actuares - si hubieras tocado la puerta nos habríamos evitado la reparación de los goznes, Valentine - aprecio en tanto él ignora mis palabras acercándose para mirar mi rostro desde su enorme altura. Sí, mido un metro setenta y tantos, más él me supera y ahora parado ante mí, con ese horrible abrigo y lleno de nieve, asusta. Me intento cubrir sin mucho éxito las ropas íntimas. Estaba con una mujer, así que el cuerpo femenino es algo que ambas compartimos con diferentes tamaños, pesos y formas, más es igual.
En cambio, con Valentine frente a mí, me siento desnuda. Alargo la mano para tomar mi vestido echándomelo encima en tanto lo observo fijo. - Te lo regalo - susurro con voz baja, más es para Celine el comentario que para él, por lo que me observa de esa forma que pareciera indicar que sus sospechas son ciertas y que tengo algunos tornillos mal puestos. Deja caer una mochila para sacar de ésta ropas más invernales, las mías, por supuesto - vístete y vámonos de una vez. ¿Acaso se te ocurrió que todos estarían desesperados por tu desaparición, Annabeth? Encontré al caballo vagando por el camino, tiene una herida en la pata delantera, ¿Pensaste en él cuando te fuiste como loca sin explicar nada a nadie? ¿Qué te pasa? ¿Estás mal de la cabeza? - ya fue suficiente. El rojo de mis mejillas se debe tanto a sus palabras como al saber que Celine está escuchando cada una de sus preguntas que, de encontrarme sola, me habrían abierto en canal el pecho, sacado el corazón y hacerlo trizas con sus grandes manazas.
Tomo la ropa para vestirme con rapidez sin necesidad de que él me ayude. Son las ropas de montar, así que no necesitaré nada más que lo que ya traigo puesto. Intenta acercarse para abrochar los botones del vestido cuando le digo seca - ya hiciste suficiente, Valentine. Como siempre, tienes las pruebas en la mano de lo que aconteció, has juzgado, sentenciado y ahora vienes cual verdugo a ejecutar la sentencia. Ya no más. Considera que nuestro compromiso se ha terminado. Estás en libertad de elegir a una nueva mujer para casarte con ella, alguien digno de tu nombre, no una chiquilla como siempre me has considerado. Ya tuve suficiente de ti - en tanto le hablo, los ojos del hombre se abren tan grandes que parecen salir de sus cuencas, con poco éxito intento abrocharme los botones de la espalda, más puedo apreciar que alguien lo hace por mí al tiempo que voy rozando cada uno. Esa eres tú, Celine. Te siento conmigo y eso me da más fuerzas para arremeter con poderío.
Alzo la barbilla con resolución - el compromiso lo hicieron mis padres, ahora que no están, soy perfectamente capaz de decidir por mí y como tal, no te quiero en mi vida. Busca a alguien más maduro, más sumiso, menos irreverente - suelto todo el veneno que me has inoculado estos años, todo mi dolor te lo echo en cara - estás loca, ¿Cuándo te he dicho eso? - que me contradiga en tanto recorta la distancia entre nosotros, vuelve a incendiar mi temperamento. Volteo a mirarlo antes de que mi mano se estampe en su rostro con violencia impropia de mi forma de ser. - Dije que hemos terminado, es mi última palabra. Toma tus cosas de la mansión y vete. Puedo seguir adelante sin ti. Puedo valerme por mí misma y si no, ya vendrás a echármelo en cara - doy media vuelta para salir de ahí.
Curiosamente todos los botones están abrochados, sonrío un poco sabiendo que fuiste tú, mi adorada amiga. Salgo de la casa tomando el abrigo para cubrir mi cuerpo y la cabeza observando a los dos caballos amarrados a la verja. Tomo el que montara en mi escapatoria revisando sus heridas, son leves y superficiales, más bajo la cabeza - lo lamento, de verdad lo siento - él parece comprender al tiempo que baja las patas para que pueda montar de un solo impulso con las piernas a cada lado de sus costados, tomo su crin - vámonos, Celine - susurro bajo antes de arrear al caballo mirando cómo Valentine se queda en la puerta aún golpeado por el shock de mi bofetón y lo que le dije. En cuanto el caballo empieza el camino de regreso a casa, susurro de nuevo - ¿No querías montar a pelo, Celine? Te lo has ganado, anda, vénte atrás mío, divirtámonos antes de que veas dónde vivo para que me visites cuando quieras - río a carcajadas sintiéndome feliz y contenta, exultante. ¡He logrado demasiado! Y todo gracias a ti, mi amiga.
Además, ella comparte mi gusto por la lectura, en cuanto lo pide, muevo mi cabeza de arriba a abajo en un efusivo "sí" que a ambas nos hace sonreír - ¡Por supuesto! Sólo la condición es la no agresión. Por lo que no te atrevas a asustar a nadie que no se lo merezca, porque ya te diré a quién sí sólo para divertirnos y listo - prometo recordando a un par de licántropos con los que he tenido que soportar sus pésimas bromas y de sólo pensar en lo que Celine y yo podríamos hacer, me provoca picazón en las manos por lo que las froto con aire malévolo. Oh, ya estoy imaginando sus caras. De la pura imagen mental me río con oscuras intenciones. Más cuando tocas el tema sensible de Phoenix, siento cómo las orejas del gato se bajan tocando su cabeza de lo mucho que me afecta todavía. Acepto que me ayudes al tiempo que muevo afirmativamente mi cabeza sintiendo un nudo en la garganta que no puedo deshacer.
Mis padres deberán estar orgullosos de mí, para eso tendré que hacer muchos sacrificios como ellos, siguiendo su ejemplo, levantaré a Phoenix. - Gracias, Celine, muchas gracias - susurro bajo antes de abrazar ese cuerpo tan raro tuyo porque puedo sentir cómo lo rodeo y al tiempo, cómo mis manos parecen ser incapaces de tocar tu materia. Cuestiones de fantasmas, pensaré y me relajaré porque haces un esfuerzo increíble por ayudarme. Sonrío poco cuando me besas la mejilla sintiendo tus labios fríos y al mismo tiempo tibios. ¡Qué raro es ésto! Ahora que lo dices, recuerdo algo así - hablaré con los hechiceros, seguro que pueden hacer algo así, como un ancla, una forma de mantenerte atada a tus recuerdos sin que pierdas tu energía como dices. Tú déjalo en mis manos - prometo y con la memoria que tengo, puedes estar segura de que no lo voy a olvidar.
Si ninguno nos ayuda, tendremos que buscar en los libros de hechicería y para eso hay bastantes. - Tu casa estará bien, sólo tendrás que llevarme a ella, incluso haré las reparaciones pertinentes para que se mantenga en buenas condiciones y así, puedas seguir habitándola con tranquilidad - hay que contratar a un experto en ello para que le dé una ojeada cada tres, cuatro años para ir puliendo los detalles - sólo deberás ser paciente porque seguro que harán mucho ruido y me avisarás cuando hagan algo indebido antes de siquiera actuar. Una casa embrujada es más difícil de mantener a salvo si nadie quiere ir a repararla - razono con ella para que entienda la magnitud de sus actos en caso de enojarse - siempre podemos hacer que vengas a casa en tanto la arreglan para que no te alteren - concilio con toda la ecuanimidad de la que soy capaz. Mírame papá, seguro que estarás orgulloso de mí.
Sonrío plena cuando me prometes que nos ayudarás con los archivos de los fantasmas, - esa es la excusa perfecta para que estés en casa en tanto las reparacio... - un sonido estrepitoso hace que la fantasma desaparezca en tanto doy un salto asustada de ver cómo la puerta se abre de una patada. La figura de Valentine con ese horrible abrigo con capucha llena todo el marco en tanto abro la boca ofuscada por sus actuares - si hubieras tocado la puerta nos habríamos evitado la reparación de los goznes, Valentine - aprecio en tanto él ignora mis palabras acercándose para mirar mi rostro desde su enorme altura. Sí, mido un metro setenta y tantos, más él me supera y ahora parado ante mí, con ese horrible abrigo y lleno de nieve, asusta. Me intento cubrir sin mucho éxito las ropas íntimas. Estaba con una mujer, así que el cuerpo femenino es algo que ambas compartimos con diferentes tamaños, pesos y formas, más es igual.
En cambio, con Valentine frente a mí, me siento desnuda. Alargo la mano para tomar mi vestido echándomelo encima en tanto lo observo fijo. - Te lo regalo - susurro con voz baja, más es para Celine el comentario que para él, por lo que me observa de esa forma que pareciera indicar que sus sospechas son ciertas y que tengo algunos tornillos mal puestos. Deja caer una mochila para sacar de ésta ropas más invernales, las mías, por supuesto - vístete y vámonos de una vez. ¿Acaso se te ocurrió que todos estarían desesperados por tu desaparición, Annabeth? Encontré al caballo vagando por el camino, tiene una herida en la pata delantera, ¿Pensaste en él cuando te fuiste como loca sin explicar nada a nadie? ¿Qué te pasa? ¿Estás mal de la cabeza? - ya fue suficiente. El rojo de mis mejillas se debe tanto a sus palabras como al saber que Celine está escuchando cada una de sus preguntas que, de encontrarme sola, me habrían abierto en canal el pecho, sacado el corazón y hacerlo trizas con sus grandes manazas.
Tomo la ropa para vestirme con rapidez sin necesidad de que él me ayude. Son las ropas de montar, así que no necesitaré nada más que lo que ya traigo puesto. Intenta acercarse para abrochar los botones del vestido cuando le digo seca - ya hiciste suficiente, Valentine. Como siempre, tienes las pruebas en la mano de lo que aconteció, has juzgado, sentenciado y ahora vienes cual verdugo a ejecutar la sentencia. Ya no más. Considera que nuestro compromiso se ha terminado. Estás en libertad de elegir a una nueva mujer para casarte con ella, alguien digno de tu nombre, no una chiquilla como siempre me has considerado. Ya tuve suficiente de ti - en tanto le hablo, los ojos del hombre se abren tan grandes que parecen salir de sus cuencas, con poco éxito intento abrocharme los botones de la espalda, más puedo apreciar que alguien lo hace por mí al tiempo que voy rozando cada uno. Esa eres tú, Celine. Te siento conmigo y eso me da más fuerzas para arremeter con poderío.
Alzo la barbilla con resolución - el compromiso lo hicieron mis padres, ahora que no están, soy perfectamente capaz de decidir por mí y como tal, no te quiero en mi vida. Busca a alguien más maduro, más sumiso, menos irreverente - suelto todo el veneno que me has inoculado estos años, todo mi dolor te lo echo en cara - estás loca, ¿Cuándo te he dicho eso? - que me contradiga en tanto recorta la distancia entre nosotros, vuelve a incendiar mi temperamento. Volteo a mirarlo antes de que mi mano se estampe en su rostro con violencia impropia de mi forma de ser. - Dije que hemos terminado, es mi última palabra. Toma tus cosas de la mansión y vete. Puedo seguir adelante sin ti. Puedo valerme por mí misma y si no, ya vendrás a echármelo en cara - doy media vuelta para salir de ahí.
Curiosamente todos los botones están abrochados, sonrío un poco sabiendo que fuiste tú, mi adorada amiga. Salgo de la casa tomando el abrigo para cubrir mi cuerpo y la cabeza observando a los dos caballos amarrados a la verja. Tomo el que montara en mi escapatoria revisando sus heridas, son leves y superficiales, más bajo la cabeza - lo lamento, de verdad lo siento - él parece comprender al tiempo que baja las patas para que pueda montar de un solo impulso con las piernas a cada lado de sus costados, tomo su crin - vámonos, Celine - susurro bajo antes de arrear al caballo mirando cómo Valentine se queda en la puerta aún golpeado por el shock de mi bofetón y lo que le dije. En cuanto el caballo empieza el camino de regreso a casa, susurro de nuevo - ¿No querías montar a pelo, Celine? Te lo has ganado, anda, vénte atrás mío, divirtámonos antes de que veas dónde vivo para que me visites cuando quieras - río a carcajadas sintiéndome feliz y contenta, exultante. ¡He logrado demasiado! Y todo gracias a ti, mi amiga.
Annabeth De Louise- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/04/2018
Localización : En medio de sus brazos, bajo sus colmillos.
Re: Tears - Flashback [Celine Bellerose]
El gesto de la fantasma, normalmente poco expresivo, como si la dueña tuviera que estar pendiente normalmente de buscar que expresión debe reflejar, moviendo cada músculo y cada tendón de manera casi consciente para lograr el resultado buscado en un trabajo artesano y complicado, se encuentra desde hace rato en aquella conversación relajado y distendido, mostrando una simpática y dulce expresión de felicidad y relajación mucho más realista que sus normalmente infantiles expresiones y risotadas. Lo cierto es que la fantasma no recordaba haber estado tan a gusto hablando con una mortal, hasta el punto de hacerle olvidar cuan diferentes podían ser ambas mientras las uniera aquellos bonitos y duraderos lazos regados con aquella confidencia desinteresada en un principio que se había creado entre ambas pero que tantas cosas les había aportado, se habían aportado sin tan siquiera saber que se buscaban.
Su sonrisa se hace más alta y aguda cuando su amiga asiente de manera tan afirmativa. Una pequeña e inocente cara de asombro se dibuja en el rostro de la fantasma ante la petición de su amiga. Sus comisuras no obstante se tuercen creando una pícara y traviesa sonrisa ante la insinuación de la aristócrata que la hace volver a reír a carcajadas ante su velada travesura. Le parecía verdaderamente increíble que aquella humana pudiera sacar tantas fuerzas para sonreír y bromear en un momento así, tomando nota mental de su gran fortaleza mental.
Sin embargo la conversación se agría levemente cuando tienen que abordar el tema de sus padres. La espectro entra casi visiblemente en pánico cuando ve a su amiga torcer el gesto y sus sentimientos se vuelven taciturnos y tristes de nuevo. Por primera vez odia sentir aquellas emociones de un humano, deseando que su amiga se sienta bien y no de nuevo triste y preocupada. Su ansiedad parece incrementarse cuando empieza a pensar si ella ha hecho algo mal para producir la desazón en la joven. Tiene un poco oxidada la empatía y no se recordaba especialmente buena dando ánimos y por supuesto aquella libertina boca suya podía dar información de manera brusca, desordenada, molesta y poco consecuente en gran cantidad de ocasiones, por lo que el miedo a que haya molestado o importunado a su nueva amiga para ella está perfectamente fundado. Por eso cuando sus torpes caricias son bien aceptadas por su amiga y sus ojos vuelven a aclararse suelta una pequeña risa nerviosa, contenta de que su intento de animarla no hubiese tenido el efecto antagónico. Asiente con la cabeza con decisión, provocando que algunos labios y rubios cabellos caigan por delante de sus ojos rebeldes. –Ayudaré en todo lo posible porque no pienso quedarme sin ayudar a mi mejor amiga… ni a viajar a lugares tan exóticos y divertidos-añade con una pequeña carcajada.
-Estás más que invitada a mi casa querida- Ríe divertida antes las palabras de la aristócrata cuando menciona una visita a su casa. Su cabeza viaja momentáneamente hacia aquel momento, tendría que hacer muchas cosas antes de poder invitar a su amiga a casa y que la visita fuera algo agradable. Debía limpiar alguna de las estancias para tomar el té, posiblemente la que daba al río, lo que implicaba no obstante adecentar el jardín para que las malas hierbas no afearan las vistas, debía también limpiar los cristales, las habitaciones adyacentes, limpiar la cocina para poder preparar la bebida y …comprar té, no era algo que en una casa donde habitaba solamente un fantasma fuera de uso común desde luego.
Cuando su mente vuelve a ser capaz de atender a las palabras de su acompañante, el buen humor parece esfumarse lentamente mientras una ligera tensión va tensando la comisura de sus labios que se aprietan hasta formar una fina línea. En el fondo tiene razón, la casa empieza a acusar años de abandono y por mucho que le pese ella sola no podrá mantenerla ni mucho menos repararla. Desaparece, volviendo a aparecer de espaldas, en el otro extremo de la habitación intentando serenarse, respirando profundo como hacen los vivos aunque no tenía ni idea si aquello tendría algún efecto en los seres como ella que no necesitaban tan siquiera respirar. –Tienes razón Annabeth, me encantará mudarme una temporada a tu casa, siempre y cuando no te importe meter en ella a una fantasma- susurra dándole la razón a su amiga, volviendo a su lado flotando lentamente con una tímida sonrisa a modo conciliador. Tono que queda cortado cuando la puerta se abre con estrépito y la conversación entre ambas queda cortada por el que le confirman como su marido.
Anonadada por el tono que usa contra su mejor amiga, una furia gélida como el invierno que se cuela por la puerta abierta empieza a invadir a la fantasma que contesta para que solo la escuche Anabeth –Entre el mal carácter y lo aburrido que parece, creo que cancelo el plan querida- ríe con malicia mientras flota hasta ponerse detrás de su amiga, tomándole las temblorosas manos con cariño antes empezar a colocarle los botones mimosamente. Si su amiga pudiera ver en ese momento su imagen vería una horrible y espectral cara de enfado apenas contenido. Si la puerta no estuviera abierta les extrañaría la bajada de temperatura de la habitación y si el aire gélido no azotara el interior del cuarto, tal vez se extrañarían del extraño movimiento de las llamas de la chimenea, que vomita varias veces pequeñas bocanadas de ascuas hacia la habitación. La fantasma abraza ligeramente a su amiga por la cintura –Lo estás haciendo genial- le susurra antes de dejarle espacio que ella aprovecha magistralmente estampando su delicada mano en la cara del hombre. Celine no puede evitar reírse, haciendo que solo sea audible para su amiga, tomando su mano cuando abandonan la casa con urgencia –Si no le sacudías tu esa bofetada juro que lo hacía yo- ríe de nuevo una vez el frío invernal azota ambos rostros.
Duda un poco, viendo como al contrario que ella su amiga sube de manera rápida y elegante a la grupa de la montura. ¿Eran tan grandes los caballos? Se pregunta algo dubitativa antes de optar por reaparecer directamente en su grupa, asegurando las piernas como puede mientras se aferra con excesivamente a la cintura de la jinete –Me alegra que seas mi mejor amiga Annabeth- susurra dándole un sonoro beso en la mejilla antes de gritar divertida y nerviosa al sentir como el animal empieza a moverse, con sus lacios cabellos ondeando al viento tras su dueña.
Su sonrisa se hace más alta y aguda cuando su amiga asiente de manera tan afirmativa. Una pequeña e inocente cara de asombro se dibuja en el rostro de la fantasma ante la petición de su amiga. Sus comisuras no obstante se tuercen creando una pícara y traviesa sonrisa ante la insinuación de la aristócrata que la hace volver a reír a carcajadas ante su velada travesura. Le parecía verdaderamente increíble que aquella humana pudiera sacar tantas fuerzas para sonreír y bromear en un momento así, tomando nota mental de su gran fortaleza mental.
Sin embargo la conversación se agría levemente cuando tienen que abordar el tema de sus padres. La espectro entra casi visiblemente en pánico cuando ve a su amiga torcer el gesto y sus sentimientos se vuelven taciturnos y tristes de nuevo. Por primera vez odia sentir aquellas emociones de un humano, deseando que su amiga se sienta bien y no de nuevo triste y preocupada. Su ansiedad parece incrementarse cuando empieza a pensar si ella ha hecho algo mal para producir la desazón en la joven. Tiene un poco oxidada la empatía y no se recordaba especialmente buena dando ánimos y por supuesto aquella libertina boca suya podía dar información de manera brusca, desordenada, molesta y poco consecuente en gran cantidad de ocasiones, por lo que el miedo a que haya molestado o importunado a su nueva amiga para ella está perfectamente fundado. Por eso cuando sus torpes caricias son bien aceptadas por su amiga y sus ojos vuelven a aclararse suelta una pequeña risa nerviosa, contenta de que su intento de animarla no hubiese tenido el efecto antagónico. Asiente con la cabeza con decisión, provocando que algunos labios y rubios cabellos caigan por delante de sus ojos rebeldes. –Ayudaré en todo lo posible porque no pienso quedarme sin ayudar a mi mejor amiga… ni a viajar a lugares tan exóticos y divertidos-añade con una pequeña carcajada.
-Estás más que invitada a mi casa querida- Ríe divertida antes las palabras de la aristócrata cuando menciona una visita a su casa. Su cabeza viaja momentáneamente hacia aquel momento, tendría que hacer muchas cosas antes de poder invitar a su amiga a casa y que la visita fuera algo agradable. Debía limpiar alguna de las estancias para tomar el té, posiblemente la que daba al río, lo que implicaba no obstante adecentar el jardín para que las malas hierbas no afearan las vistas, debía también limpiar los cristales, las habitaciones adyacentes, limpiar la cocina para poder preparar la bebida y …comprar té, no era algo que en una casa donde habitaba solamente un fantasma fuera de uso común desde luego.
Cuando su mente vuelve a ser capaz de atender a las palabras de su acompañante, el buen humor parece esfumarse lentamente mientras una ligera tensión va tensando la comisura de sus labios que se aprietan hasta formar una fina línea. En el fondo tiene razón, la casa empieza a acusar años de abandono y por mucho que le pese ella sola no podrá mantenerla ni mucho menos repararla. Desaparece, volviendo a aparecer de espaldas, en el otro extremo de la habitación intentando serenarse, respirando profundo como hacen los vivos aunque no tenía ni idea si aquello tendría algún efecto en los seres como ella que no necesitaban tan siquiera respirar. –Tienes razón Annabeth, me encantará mudarme una temporada a tu casa, siempre y cuando no te importe meter en ella a una fantasma- susurra dándole la razón a su amiga, volviendo a su lado flotando lentamente con una tímida sonrisa a modo conciliador. Tono que queda cortado cuando la puerta se abre con estrépito y la conversación entre ambas queda cortada por el que le confirman como su marido.
Anonadada por el tono que usa contra su mejor amiga, una furia gélida como el invierno que se cuela por la puerta abierta empieza a invadir a la fantasma que contesta para que solo la escuche Anabeth –Entre el mal carácter y lo aburrido que parece, creo que cancelo el plan querida- ríe con malicia mientras flota hasta ponerse detrás de su amiga, tomándole las temblorosas manos con cariño antes empezar a colocarle los botones mimosamente. Si su amiga pudiera ver en ese momento su imagen vería una horrible y espectral cara de enfado apenas contenido. Si la puerta no estuviera abierta les extrañaría la bajada de temperatura de la habitación y si el aire gélido no azotara el interior del cuarto, tal vez se extrañarían del extraño movimiento de las llamas de la chimenea, que vomita varias veces pequeñas bocanadas de ascuas hacia la habitación. La fantasma abraza ligeramente a su amiga por la cintura –Lo estás haciendo genial- le susurra antes de dejarle espacio que ella aprovecha magistralmente estampando su delicada mano en la cara del hombre. Celine no puede evitar reírse, haciendo que solo sea audible para su amiga, tomando su mano cuando abandonan la casa con urgencia –Si no le sacudías tu esa bofetada juro que lo hacía yo- ríe de nuevo una vez el frío invernal azota ambos rostros.
Duda un poco, viendo como al contrario que ella su amiga sube de manera rápida y elegante a la grupa de la montura. ¿Eran tan grandes los caballos? Se pregunta algo dubitativa antes de optar por reaparecer directamente en su grupa, asegurando las piernas como puede mientras se aferra con excesivamente a la cintura de la jinete –Me alegra que seas mi mejor amiga Annabeth- susurra dándole un sonoro beso en la mejilla antes de gritar divertida y nerviosa al sentir como el animal empieza a moverse, con sus lacios cabellos ondeando al viento tras su dueña.
Pauline Laphavrant- Fantasma
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