The nymph with the blue eyes {Privado}

por **Ivanna Vyacheslavovna** Dom Mayo 20, 2018 6:41 pm

Hace varios años atrás…..
París, Francia
20:30 de la noche.

Ivanna esperaba un carruaje que la llevara al hotel Des Arenes para poder descansar. Había tocado una hermosa pieza con su arpa junto con lo que era una reconocida orquesta y el fresco primaveral le acarició los pómulos sonrosados del calor que hacía en el interior del teatro. Estaba observando a las parejas que entraban y salían del teatro, como se agasajaban el uno al otro y ella misma se preguntaba cómo era el amor entre dos personas. Seguía esperando algún carruaje que estuviera libre para poder ocuparlo pero no parecía quedar ninguno libre o los que llegaban eran propiedad de alguien, pero la rusa no perdía la esperanza de que llegara un carruaje que pudiera llevarla hasta el hotel.

Cuando pensó que ya había encontrado un carruaje, se fue directo hasta este pero una pareja se le adelantó y entonces volvió al interior de los soportales que permanecía al teatro para poder seguir esperando. Su única opción era volver andando pero no se conocía nada París, se perdería aun siendo hija de inquisidores expertos, ella no era tan diestra en la orientación. Un problema, porque si su padre le indicaba un camino a lo mejor sabría interpretarlo pero nunca habría una posibilidad de poder ir en el camino correcto. Sus pasos iban de un lado a otro, se apartaba para dejar pasar a la gente, hasta una mujer le pregunto si estaba bien y ella respondía que esperaba un carruaje libre para poder ir al hotel. Por supuesto no iba a ir en un carruaje con alguien desconocido, no quería ser secuestrada. No tendría que pasar nada malo ni extraño pero quería llegar sana y salva al hotel, escribir una carta a su familia y descansar plácidamente bajo las sábanas bien calentitas.

No obstante, cuando ya pensó en sentarse en uno de los bancos para descansar del dolor de pies, un carruaje parecía llegar, parecía estar libre pero para su sorpresa, ese carruaje iba para ella.

- ¿Señorita Vyacheslavovna? – Escuchó al cochero atentamente.

-Sí, soy yo

- El Srto Vyacheslavovna ha escuchado que está usted en París y me ha dicho que la recoja.

- ¿M-Mi hermano está aquí? ¿En París?

- Lo lamento, pero recién ha tomado un tren hacia Rusia y me ha pedido que la recoja. Debe de ser bastante intuitivo y astuto, justo como lo haría un buen inquis…

-¡SHH! – Ivanna chisto rápidamente al cochero por sus descuidadas palabras, suspiró mirando a ambos lados pero parecía que nadie los escuchó – Cuida tu boca, nunca sabes quién te puede estar mirando.

-Lo lamento Srta. – El cochero suspiró encogiéndose de hombros - ¿No quiere que la lleve al hotel?

- Sí, pero espera, ahora necesito ir un momento al tocador después de esperar tanto tiempo en el exterior.

Ivanna se fue al interior del teatro con el entrecejo fruncido, farfullaba palabras sin sentido hasta que llegó al tocador, se acicalo las mejillas y un poco de labial y colocándose la capucha de su gorda capa se fue de nuevo hacia el exterior, pero iba tan centrada en sus pensamientos que no se dio cuenta de que se chocó contra un hombre que le dejó muerta del asombro.

- ¡Discúlpeme! – Se echó hacia atrás e hizo una reverencia a modo de disculpa.

por **Raoul Zarkozi** Sáb Jun 30, 2018 11:25 pm

Había escuchado atentamente a cada una de las palabras en susurro que salieron de los labios de su progenitor durante toda la función teatral, todas y cada una de ellas, fueron de reprimenda, pues el joven Baines estaba tentando demasiado a su suerte, atacando a algunos inquisidores, creyendo que nadie se daría cuenta del hecho. Que ingenuo había sido, porque si bien fue capaz de ocultar el hecho de los superiores de su padre, no resulto tan habilidoso como para no despertar las sospechas en Desmond. Con la mirada entonces fija en la presentación, pero la audición y sus pensamientos completamente centrados en la conversación con su progenitor y creador, Baptiste se arrepentía enormemente de sus actos. ¿Qué había pensado? ¿Qué lograría engañar a aquel que le enseñara todo cuanto sabía de torturar y salir airoso? ¿Qué podía burlarse de la inquisición y sus soldados ocultándose bajo sus narices?. La verdad era que si creyó que todo aquello era posible, más ahora se daba cuenta de que no era así. Él era un preso de la inquisición y de su padre.

Cuando la obra finalizo, lo hizo también la reprimenda y finalmente, después de todo el monologo disfrazado de conversación, Baptiste tuvo la oportunidad de pedir disculpas y de prometer no volver a jugar con ningún otro inquisidor. Satisfecho de la respuesta de su vástago, Desmond salió sin despedirse, mientras que el joven Baines permanecía en su sitio, aguardando porque la gente en su totalidad saliera del sitio, pues para ese momento no tenía ganas de toparse con nadie. Lo único que deseaba era salir de ahí, volver a casa y no salir de su habitación hasta que la necesidad de alimentarse le moviera, pues sabía que si se permitía a si mismo vagar por las calles de la ciudad esa noche o alguna de las venideras, acabaría rompiendo su promesa.

Con una pesadez para nada característica de los inmortales, el vampiro se levantó de su asiento y se dirigió a la salida. Las escalinatas y los pasillos se encontraban completamente vacíos para cuando Baptiste los recorría, algo que debió continuar siendo de esa manera, de no ser por la muchacha que repentinamente apareció, ya cuando el Baines estaba muy cerca de la salida, para estrellarse de lleno con su cuerpo. Sin inmutarse siquiera, el vampiro observo a la muchacha, su cabellera rubia y su rostro terriblemente familiar.
– No tienes porque disculparte, yo no estaba prestando atención al camino que seguía – se inclinó, buscando una mejor vista de aquel rostro que creía haber visto ya en otro lugar – pero dime, ¿Te encuentras bien?, ¿No te hice daño? – preguntó antes de sonreír. De manera misteriosa, ya no se sentía del todo fastidiado, ahora más bien se encontraba intrigado por descubrir la identidad de la fémina frente a la que se encontraba.

por **Ivanna Vyacheslavovna** Vie Jul 20, 2018 10:35 pm

Cuando estuvo mirando al joven con el que se chocó algo en ella se vació y se llenó de manera rápida y fugaz. El corazón le dio un vuelco por el susto pero también por con quien se encontró. Un joven apuesto al que tenía que responder enseguida.

- Oh, sí, tranquilo – sonriendo de manera rápida esta hizo una reverencia – Fue culpa mía que no vi por donde iba naturalmente, tanto frío me hizo enfadar y luego por fin cuando llega transporte libre a cabo por…-cesó su habla porque parecería una cotorra al nuevo que le estaría mirando con extrañez – me encuentro perfectamente – hizo otra reverencia e inmediatamente se le quedo mirando fijamente a los ojos. De algún lado le sonaba, no caía, a lo mejor de algo de su padre o el chico tendría el típico aspecto de una cara reconocible en cualquier parte del mundo. Sería eso, es un rostro reconocible, parecido a muchos otros que podría ella conocer de vistas de su padre a fiestas.

- Bueno, gracias por preocuparse, yo creo que debería de irme – Dijo inocente y temerosa de llegar tarde a su hotel pues este mantenía un horario muy estricto sobre el horario de recogida de habitaciones. No era el Hotel Des Arenes, pero era un hotel muy acomodado, de cinco estrellas y con las acomodaciones que tenía ella a excepto del horario. Dentro del hotel a determinada hora se podía estar por solamente el interior del edificio y el hotel cerraba sus puertas hasta las seis de la mañana que era que volvían a abrir de nuevo, pero para cuando Ivanna se dirigía hacia un carruaje, el cochero se dispuso para prepararse y entonces se le ocurrió.

- ¿quiere acompañarme y así ahorramos en tráfico nocturno? - Preguntando esto, esperaba que su propuesta fuera aceptada por el extraño, pero entonces ¿A que podría conocerlo si le dieran la oportunidad de hacer aquello? Era como intentar encender y convencer a la mecha de que prendiera una llama que significara algo importante pero ¿Qué ideas locas se estaba haciendo? - Bueno, no tienes por qué aceptar…apenas te conozco. – alzando los hombros de manera divertida, un grupo de alborotadores se dirigieron hacia el carruaje en donde estaba Ivanna esperando al joven desconocido, tiraron de esta, sacándola del carruaje que estaría dispuesta a que le llevaran a su localización, la tiraron al suelo e Ivanna se estaba aguantando lo poco que había aprendido de artes marciales de su padre, la pusieron de pie - ¡EH! ¡DEJADME! – Gritaba Ivanna intentando interactuar de manera pacífica ya que quería dejar la violencia en el último descarte.

- Preciosa…- el desconocido que olía mal miro al joven con el que se había chocado antes y sonrió – Pequeño, no mires, esto es cosa de mayores – Riendo entre dientes y con alguna sonrisa loca, el hombre estaba acercando una mano al pecho de Ivanna cuando este toco un seno, su mano entera salió electrocutada junto con los dos hombres que la sujetaban. Poco después, cuando estuvo libre, se sacó las placas de artefacto mágico que su padre le había regalado, en algo había bueno el ser tecnólogo de la inquisición y de que su hija fuera bien protegida. Guardo las placas en el bolso y suspirando una vez libre, se fijó en el joven.

- No…-encogió los hombros – No…es lo que parece…

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