AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Qué es la Libertad? - Libre
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¿Qué es la Libertad? - Libre
Libertad
¿Qué era la libertad para una persona que tenía que esconderse para mostrar su verdadero ser? No tenía una respuesta para aquella pregunta, era difícil decir o tal vez pensar que alguien en algún momento gozaría de una libertad sin ataduras, ya que aquello no era así, la vida real era totalmente diferente y venia llena de emociones, sentimientos, miedos, felicidad, tristeza, amargura y así se podría seguir toda la noche; ser una refugiada en un país que el algún momento de la vida me había servido para encontrar mi destino me hacía sentir pequeña, solitaria y con pánico diariamente. Mi encuentro con el joven Bianchi me hacía pensar que nunca estaría salvo en ningún lado, que mi identidad no podría estar oculta por mucho tiempo.
Salí por la ventana de la gran mansión en la que vivía, no quería que mi servidumbre que dormía en el primer piso me escuchara, parecía una ladrona pero necesitaba algo de adrenalina, necesitaba sentirme viva de alguna manera, la oscuridad de la noche era realmente hermosa con tonos grises e iluminada por los faroles de las calles le daba un aire misterioso, con gran agilidad que poseía gracias a mis transformaciones logre saltar sin hacer ningún ruido, mi vestido algo más ligero que el común de un día normal me permitía moverme con facilidad. Abrí la reja de la entrada principal y salí con sumo silencio, comencé a correr como si mi vida dependiera de ello, agarre velocidad al cabo de algunos minutos, las calles desoladas me permitían hacer aquello en completa libertad.
Mi corazón bombeada sangre con rapidez, mis pulmones se inflaban a son de mi agitada respiración, mi cabeza daba vueltas, quizás me había exigido demasiado pero la oleada de satisfacción nadie me la quitaría. Alejada de la ciudad y comencé a camina, sin miedo tenia mis métodos y conocía toda el área como la palma de mi mano; mis pies tocaban la tierra haciendo caer a mi memoria días donde nadie hubiera dado un peso por mí. Las Carretas se asomaban y desvié mi camino hasta llegar hasta la más alejada, todo parecía estar en completo silencio, murmullos de origen romaní sin sentidos para mí, los deje pasar y tan sigilosa como mis felinos interiores me acerque a una carreta que estaba un costado de un gran árbol, un lugar perfecto, perfecto para lo que tenía en mente.
Me encarame al árbol con bastante cuidado, tratando de hacer el menor ruido posible, aquella carreta estaba desocupada al agudizar mis oídos no se oía latidos ni respiración alguna. Ya en el árbol busque una rama, la más ancha y con cuidado oculta entre las hojas me quite el vestido, el frio de la noche calo mi piel y me estremecí; era el momento de comenzar con mi transformación, llevaba semanas sin convertirme y mis instintos me lo pedían, mis uñas se clavaron en la rama y sentí como cada hueso comenzó con su metamorfosis, un cambio que desafiaba a todo lo conocido, mi piel suave se fue cubriendo de un pelaje anaranjado con manchas ovaladas y negras y mis huesos disminuyeron su tamaño mis ojos agudizaron su visión y mis bigotes eran mis antenas al igual que la cola comenzaba a sobresalir, un dolor satisfactorio podía sentir con aquella transformación y todo comenzó a verse de una forma diferente estire mi cuerpo agachando mis patas delanteras y alzando mi cola cada uno de mis pequeños huesos terminaba de acomodarse, mire a mi alrededor de la altura en que me encontraba y di un brinco hacia el suelo, caí en cuatro patas y luego de echar un vistazo a la carpa desocupada salí corriendo, mirando el mundo con los ojos de mi pequeña Lit, escuche grillar de los grillos y comenzó mi caza juguetona, algunas luciérnagas alzaron su vuelo al sentir mis pasos y me dedique a disfrutar, acechando a mis pequeñas presas y dando saltitos cuando ellas se alejaban. La vida sería mucho más sencilla si solo fuera un gato…
La tranquilidad duro un tiempo determinado, mientras me distraía del mundo a mi alrededor el crujir de una rama me asusto haciendo erizar cada uno de mis pelos y me agache completamente para agudizar todos mis sentidos, y vi como un niño pasaba caminando por el lugar con dirección hacia la carreta desocupada, me aleje más del lugar no quería que mi tranquilidad fuera invadida, y no me percate que entraba en terreno hostil, el olor aberrante de un can estaba por todo el lugar, con sigilo me escondí entre la maleza pero había sido muy tarde, un perro andaba cerca y tenía que alejarme, sin hacer ningún ruido comencé a retroceder hasta que sentí el gruñido detrás de mí otro perro y Dios que animal más grande me gruñía mostrando sus feroces colmillos, me tenían acorralada… mi corazón se disparaba en mi interior, no tenía oportunidad con dos canes, así que cuando vi un espacio corrí, mala suerte la mía que me siguieron y apareció otro can que con su dientes alcanzaba mi pata trasera y la mordía, gruñí con fuerza y saque mis garras para arañarlo pero veía que los otros canes se acercaban hasta que un silbido los llamaba y se alejaban, el que me tenía presa me sacudió con fuerzas y me lanzo por el aire, mi cuerpo maltrecho callo no de pie, mi pierna sangraba, mi cabeza estaba aturdida y tenía que llegar a la carreta, al árbol, transformarme y huir hacia la mansión… un buen plan…
Con la fuerza que tenía y cojeando avance hasta llegar a mi destino, pero no podía saltar para trepar el árbol, intente saltar pero fue en vano e hice más ruido del necesario, en el suelo concentre mis energías en mi metamorfosis, necesitaba volver a mi humanidad para curarme… entre rugidos y quejidos de dolor mi cuerpo comenzó una lenta transformación, el dolor aumentaba mientras me sobre exigía y ahí a la intemperie mi cuerpo volvió hacer el de un humano… ante la vista oculta y curiosa de un espectador que había sentido antes de mi intento fallido de trepar el árbol…. Me cubrí con una especie de manta que había tirada en el suelo, maltrecha pero ocultaría mi desnudez… mi cuerpo se tambaleo de dolor… la herida sangrante era profunda…
Sophia D'Luca- Cambiante/Realeza
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Re: ¿Qué es la Libertad? - Libre
Desde la desaparición de Cameron y la muerte de Santori los Chavannell creyeron pertinente adelantar sus planes, debían moverse a toda prisa, atrapar a su cazador y, si corrían con suerte, encontrar un nuevo hogar. Sí, era entonces el objetivo, lo habían decidido sin necesidad de palabras, ni tener que verse frente a frente, era uno de esos acuerdos que de pequeños solían pactar como si su mente estuviese conectada a pesar de la distancia y el tiempo; habría de ser algo de gemelos, antes podían excusarse en la magia que compartían por igual pero, ahora que aquel lazo había perecido y habitaban en las sombras bien era hora de aceptar que algo más los unía.
Mientras su hermana se ocupaba de sus asuntos con el licántropo y vaya a saber el infierno qué más, Karsten decidió emprender su propia búsqueda. No estaba dispuesto a permitirse seguir siendo una presa, él nació para ser un gran hechicero, ya mucho tenía con conformarse con ser un chupasangre por el resto de la eternidad. Y no es que no pudiese clavar una estaca donde alguna vez latió un corazón viviente, claro que lo había contemplado, sin embargo, su existencia no era sólo suya y a pesar del terrible temperamento que lo caracterizaba, ni siquiera él podría ser tan despiadado.
Como ya se le hizo costumbre, deambulaba por las calles con ansias de encontrar todo y al mismo tiempo esperando dar con nada. Con facilidad podría alardear de conocer parís a ojos cerrados y aun no haber dado con los demonios Seung. Suspiró hastiado al llegar al territorio de los gitanos, si pudiese encontrar a Akbar entonces daría con uno de ellos pero ella encontró la forma de ocultarse; tan escurridiza como siempre. Quizás, si regresaba a Italia y buscaba a D’Lizoni tendría otro punto de partida…, quizás si no sintiera aquella estúpida nostalgia hacia su patria hace ya varias noches que se hubiese marchado. Bufó, sintió lástima por si mismo, esa que acrecentaba con el correr del tiempo mas no dejaba relucir.
Comprendió que no la encontraría en aquel lugar, ella no sería tan estúpida de quedarse. Alzó el talón dispuesto a irse, necesitaba una vena tibia en momentos como estos, sí, era justo lo que ansiaba y sus planes hubiesen permanecido intacto de no ser el aura sobrenatural que percibió. Por unos segundos pensó haberla encontrado, empero, recordó que de ser ciertas las leyendas la sensación sería diferente. Aún sí decidió seguir la esencia que se extendía en el área. Definitivamente debió dar media vuelta e ignorarlo, de lo contrario no estaría allí de pie observando una joven entregándose a las corrientes de la libertad que siempre supuso gozaban los cambiantes al ceder a su forma animal.
Desde que dejaron Italia, tanto él como su hermana procuraban no acercarse a los cambiantes, era una regla establecida con unanimidad que les ayudaba a olvidar de apoco su hogar y se hubiese marchado pero la memoria que le asaltó dictó lo contrario. Camino hacia el litoral este en un vago intento de ocultarse y la observó, fue espectador de aquella intimidad interrumpida por perros salvajes.
—Puedes hacerlo mejor —susurró al ver como la felina intentaba escapar. Ancló los pies a la tierra, no era su deber interferir—. Vamos, linda —.
Se dejó caer de cuclillas al tenerla cerca y se reincorporó una vez ella intentó hacerlo.
—Vaya paliza —un tanto divertido otro más consternado por razones que él mismo no comprendió.
Mientras su hermana se ocupaba de sus asuntos con el licántropo y vaya a saber el infierno qué más, Karsten decidió emprender su propia búsqueda. No estaba dispuesto a permitirse seguir siendo una presa, él nació para ser un gran hechicero, ya mucho tenía con conformarse con ser un chupasangre por el resto de la eternidad. Y no es que no pudiese clavar una estaca donde alguna vez latió un corazón viviente, claro que lo había contemplado, sin embargo, su existencia no era sólo suya y a pesar del terrible temperamento que lo caracterizaba, ni siquiera él podría ser tan despiadado.
Como ya se le hizo costumbre, deambulaba por las calles con ansias de encontrar todo y al mismo tiempo esperando dar con nada. Con facilidad podría alardear de conocer parís a ojos cerrados y aun no haber dado con los demonios Seung. Suspiró hastiado al llegar al territorio de los gitanos, si pudiese encontrar a Akbar entonces daría con uno de ellos pero ella encontró la forma de ocultarse; tan escurridiza como siempre. Quizás, si regresaba a Italia y buscaba a D’Lizoni tendría otro punto de partida…, quizás si no sintiera aquella estúpida nostalgia hacia su patria hace ya varias noches que se hubiese marchado. Bufó, sintió lástima por si mismo, esa que acrecentaba con el correr del tiempo mas no dejaba relucir.
Comprendió que no la encontraría en aquel lugar, ella no sería tan estúpida de quedarse. Alzó el talón dispuesto a irse, necesitaba una vena tibia en momentos como estos, sí, era justo lo que ansiaba y sus planes hubiesen permanecido intacto de no ser el aura sobrenatural que percibió. Por unos segundos pensó haberla encontrado, empero, recordó que de ser ciertas las leyendas la sensación sería diferente. Aún sí decidió seguir la esencia que se extendía en el área. Definitivamente debió dar media vuelta e ignorarlo, de lo contrario no estaría allí de pie observando una joven entregándose a las corrientes de la libertad que siempre supuso gozaban los cambiantes al ceder a su forma animal.
Desde que dejaron Italia, tanto él como su hermana procuraban no acercarse a los cambiantes, era una regla establecida con unanimidad que les ayudaba a olvidar de apoco su hogar y se hubiese marchado pero la memoria que le asaltó dictó lo contrario. Camino hacia el litoral este en un vago intento de ocultarse y la observó, fue espectador de aquella intimidad interrumpida por perros salvajes.
—Puedes hacerlo mejor —susurró al ver como la felina intentaba escapar. Ancló los pies a la tierra, no era su deber interferir—. Vamos, linda —.
Se dejó caer de cuclillas al tenerla cerca y se reincorporó una vez ella intentó hacerlo.
—Vaya paliza —un tanto divertido otro más consternado por razones que él mismo no comprendió.
Karsten Chavanell- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/07/2016
Re: ¿Qué es la Libertad? - Libre
Libertad
De todos los momentos que había tenido a lo largo de mi vida, siempre los encuentros con perros salvajes, lobos, osos y hasta uno que otro vampiro terminaba en luchas de territorios, en quien era más fuerte y quien podía someter al otro. No era la primera vez que tendría una pelea, pero tampoco sería la última, muy dentro de mis entrañas, anhelaba aquella vida salvaje donde podía ser el animal que dominaba mis instintos, el animal que tenía los sentidos más agudizados. Mi cuerpo se estremeció lentamente y luego un escalofríos recorrió todo cuando la voz grave del hombre que me había observado se hizo presente en ese momento donde mi presencia solo demostraba la fragilidad de mi ser.
Inspire con profundidad y mi ceño se arrugo por el dolor que sentía en mi costado, endurecí mi rostro con firmeza y le quede mirando directo a esos ojos llenos de oscuridad, aun cuando sus ojos tenían una tonalidad clara, no estaba en situación para que el orgullo manejara mis instintos. – Aunque no lo creas, he recibido peores palizas que estas. Y mi cuerpo ha quedado en peores condiciones – sonreí de medio lado algo más rendida. – Te he dado un espectáculo gratis - suspire con una sonrisa de burla, una burla hacia mí misma, en ese momento estaba enmarañada en mis pensamientos, en lo oscuro que podía transformarse un ser de un momento a otro, aun cuando mis pensamientos no eran siempre del todo optimistas, una parte de mí siempre estaría en la oscuridad, siempre.
Mire hacia arriba del árbol donde yacía aquella rama que hacia un momento intentaba alcanzar, desvié mi vista y luego lo mire de nuevo a el - ¿Me ayudarías? – Dirigí mi vista nuevamente hacia la rama – Ahí yacen mis ropajes – dije conteniéndome la respiración ya que dolía, dolía hablar, dolía respirar, hasta podría decir que pensar dolía de igual forma. Abrace la manta, que no estaba del todo limpia y que tenía varios agujeros, intentando cubrir mi desnudez, mi derrota. – Los podrías bajar, por favor – baje la mirada, ¿Quién diría que después de tantos tiempos, después de tantos altos y bajo volvía a lo mismo? Era cierto lo que decían “Aunque la mona se vista de ceda mona queda” me angustiaba con facilidad, llevando mi mente al pasado, donde simplemente todo era más fácil, donde no tenía que esconderme de mi país, donde no dudaban de mí, donde no conocía nada y era realmente feliz, ahora el nombre lo había cambiado, mi historia, mi presente y mi futuro era nada más ni nada menos un cuento, para cubrirme.
¿Qué es la libertad, para una mente encerrada? ¿Qué es la libertad para un animal doméstico? ¿Qué es la libertad para Sophia cuando dice llamarse Clarisse? El silencio de mis labios se había vuelto perpetuo, el dolor físico era absoluto y el dolor mental lamentable. Estaba dando lastima… acomode mi cuerpo para quedar sentada, cubierta, con frio, con heridas cortantes y profundas con el cuerpo amoratado y con la cabeza hecha un gran laberinto de enredos, melancolía y anhelos. En aquello me había convertido.
Sophia D'Luca- Cambiante/Realeza
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Re: ¿Qué es la Libertad? - Libre
Procuró mantenerse a una distancia prudente, sopesó que de dar un paso más incluso con interferir un poco más en el espacio personal de la muchacha llegaría a convertir en piezas rotas un cuerpo que lucía luchar por mantenerse unido. Permaneció con las manos en ambos bolsillos y una vez más se limitó a observar, esta vez sin decir palabra alguna, escuchó lo que ella tenía para decir, guardó la mirada triste en la oscuridad y mantuvo los labios cerrados en una fina línea recta; no era el momento, ni el lugar ni ella la indicada para hacerse el gracioso.
Verla allí lo tomó de la mano ciento doce años atrás cuando apenas practicaba hechizos de primer nivel y sus hermanos mayores aprendía a canalizar su bestia. Él nunca quiso hacer magia, hubiese dado lo que fuera por salir con su padre y los demás, convertirse tal vez en un majestuoso león como su progenitor y ser tan libre como supuso lo eran todos los Cambiantes. En los ojos de la muchacha encontró a su hermano, que luego de haberse extraviado en el bosque regresó a casa sucio y tan magullado como una fruta vieja, rasguños en la espalda, la cabellera dorada enmarañada y una mueca de decepción que todos ellos aprendieron al no conseguir lo que se proponían; lo vio a él cien años después y no supo qué hacer.
—De hecho, puedo creerlo. Aunque de igual forma creo que pudiste hacerlo mejor —dijo adusto, las palabras que alguna vez le escuchó decir a su padre emanaron de él tan natural como si las hubiese ensayo o esperado todos estos años por decirla, como si las dijera para él mismo en su lugar.
¿Qué maldición le sucedía? “Ah, por esto es que nos mantenemos alejados del pasado” dijo una voz en su cabeza. Claro está que por más de un siglo en una que otra ocasión se topara con Cambiantes de aquí y allá mas interactuar con ellos fue algo que pudo controlar a la perfección, no cruzarse en su camino, seguir de largo incluso de ver alguno muriendo frente a sus pies después de todo la benevolencia no era una cualidad propia de él. Empero, allí estaba, atrapado por el momento, experimentando incertidumbre, una que no había experimentado desde sus años humanos. Anhelando la familia que perdió, una que estaba en su defecto tan ligada a los Cambiantes como a la magia. Se reprendió mentalmente, vaya endeble vino a ser; que embustero al fingir que nada le afectaba, que las memorias de una vida mortal permanecían enterradas en el olvido junto sentimientos que bien sabía alguna vez conoció y hoy negaba a capa y espada.
Al escuchar la petición de la joven por segunda vez sacudió ingrávido la cabeza, se sacó el abrigo como si tal cosa como el frío le afectara y lo dejó caer sobre ella. De uno, dos y tres pasos elegantes obtuvo la ropa y la tendió en su dirección.
—Adelante —se giró proporcionandole un poco de privacidad, al menos toda la que podría en aquel lugar—, procuraré que nadie se acerque. Vístete.
Su voz resonó a pesar de ser un susurro, con copiosa severidad. Luego se preguntaría porque en aquella ocasión escogió detenerse.
Karsten Chavanell- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/07/2016
Re: ¿Qué es la Libertad? - Libre
Libertad
“Pudiste hacerlo mejor” aquella frase quedo dando vueltas en mi cabeza pero no sabía si era de rabia, de pena o de frustración, le mire directamente su aura vibraba de una manera diferente parecía ser melancolía lo que emanaba de él, eso me trajo una oleada de recuerdos de un ser que compartía su mismo vibrar; mi cuerpo se estremeció y desvié la mirada, me quede en silencio recordando… aquella luz en la oscuridad era ese tipo de aura que sabias que podía envolverte y traerte de vuelta, me trajo el recuerdo vivido de una noche en el lago donde me estaba dando por vencida y había aparecido el ser mas místico, maravilloso y grandioso… apreté la quijada intentando contener todos los sentimientos que tenía en mi interior, mis bestias que estaban lastimadas por la golpiza, rugían y pataleaban, las podía sentir, podía sentir aquella pena… aquellas memorias que desgarraban mi interior.
No… no podía hacerlo mejor – dije tomando su abrigo, estaba frio, lo solté y volví a tomar mi cabeza me engañaba – Era un simple gato doméstico… lo hubiera hecho mejor fuera mi verdadera fiera interior, Leis, como suelo llamarla. Pero Lit, ella es indefensa frente a esos perros no tenía salida, solo tuve suerte… suerte – respire con notoriedad mientras tomaba mis ropajes. Me apoye como pude en unas cajas que habían cerca, me queje lo justo y necesario aun cuando mis heridas sanaban rápido, no dejaban de doler. Cuando ya me encontraba totalmente erguida deje caer el abrigo, tomando el vestido comencé a subirlo hasta cubrir por completa mi desnudez, pase mi brazo por la espalda y trate de abrochar los botones hasta donde podía alcanzar. Suspire rendida cuando ya no podía seguir más arriba - Agradezco la privacidad proporcionada – recogí el abrigo y abrace por un momento – Puede darse vueltas – extendí el brazo con dificultad para devolver el ropaje ajeno.
Me inquieta su presencia – mentir se había convertido en mi aliado para la supervivencia, pero en ese momento lo que había dicho era la verdad, nada más que verdad – pero creo… - lo quede mirando nuevamente – creo que, no importa… no importa – los recuerdos venían en oleadas y aquello me hacía sentir aún más vulnerable de lo que al parecer ya era. ¿En qué momento había dejado de ser yo misma para convertirme en una versión más débil? Tenía tantas preguntas y cuestionamientos en mi cabeza como si hubiera retrocedido en vez de haber avanzado en mi vida.
No sabía qué hacer, podía irme, podía quedarme ahí, podía escapar de todo el mundo y acabar con esto o podía volver y reclamar lo que era mío… no aquello no era opción, no quería volver; solo quería vivir en paz, en tranquilidad conmigo misma con mi entorno y con mis transformaciones, necesitaba un equilibrio que parecía ser imposible en ese momento. Había optado por el silencio y mientras veía el aura vibrante y resplandeciente de aquel hombre me sentía inquietamente en paz. Una carcajada apareció en mi cabeza, la ironía pura se hacía presente, no tenía palabras en ese momento… un momento donde buscaba aquello que llegaba sin ser pedido, un poco de paz.
Última edición por Sophia D`Luca el Mar Sep 25, 2018 3:30 pm, editado 1 vez
Sophia D'Luca- Cambiante/Realeza
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Re: ¿Qué es la Libertad? - Libre
—Me temo que menosprecia usted a Lit —reposó los brazos cruzados detrás de la espalda y evitó invadir el espacio personal de la dama. Se sorprendió a sí mismo, por primera vez desde que es capaz de rememorar, manteniendo el recuerdo de su antigua familia por más tiempo del que se permitía.
Estaba estático, atrapado en un solo pensamiento. Contemplado a una misma persona sin los intrusos pensamientos de rencor, venganza y la infame búsqueda que se ha tornado el epicentro de su existencia durante los últimos cien años. Vaya, yacía tan patético a distancia. La sensación era por completo nueva para él, le exponía a alguna clase de neofilia muy distinta a la experimentada cuando renació como vampiro. Un chupasangre, asesino sin piedad pues hijo de la noche ha de suponer que siempre fue. Ha habitado como un hijo de la oscuridad incluso antes de ser concebido.
—A toda libertad le digo que si le da la oportunidad puede ella enseñarle bastante —dijo en referencia a la bestia que la dama que tuvo el placer de conocer. Pero no eran sus palabras sino lo aprendido de las lecciones que su padre impartía a sus hermanos. Cada tarde en el bosque detrás del castillo, su padre se erguiría frente a sus hermanos mayores, llevaría los brazos cruzados detrás de la espalda —tal como ahora lo hacía él—, y les aseguraría que cada bestia que vivía en ellos tenía un designio, una razón de ser sin importar su tamaño, fuerza, habilidades…, nada bajo el firmamento era hecho sin un propósito que en ocasiones se mostraba tal cual frente a los ojos y otros pedía ser descubierto.
Ahora que lo piensa, no era aquello muy diferente a sus lecciones de magia mas siempre prefirió él dejar las artes a su hermana y salir a correr, volar en la intemperie con los demás .
Para Karsten conocer las respuestas indicadas era lo primordial en su lista de qué haceres. Es bien lo que hacía cuando de humano prendía las artes mágicas, su hermana gemela llegó a casa convertida en una bestia dependiente de la sangre y su hogar se transformó en un pozo de sangre, conocer el porqué de las cosas le tranquilizaba, le daba motivos para racionar su ira contra el universo que tanto le ha quitado. Sin embargo, por primera vez algo que ib en desacuerdo con él le convenció de que estaría bien detenerse un segundo, respirar y olvidar tan solo por esa noche los pecados que arrastraba consigo. Y vaya, quería creer todo aquello.
Resultaba foráneo todo aquello, aún más que el epicentro se encontrara en una desconocida . ¿Inquietante? Bastante ¿Placentero? No había duda.
—¿No le importa sentirse inquieta? —alzó una ceja junto a la duda. Media carcajada afloró en sus labios mostrando la dentadura lo suficiente para saber que el gesto había alcanzado los ojos convirtiéndose en algo sincero y desconocido para su dueño.
—Si es el caso, ¿le gustaría acompañarme en mi recorrido un poco más? —esta vez se tomó la libertad de dar un pasa en su dirección—. Prometo que no será usted testigo de nada desagradable…, al menos que lo desee —un mirada picara puntualizó la oración.
—Karsten Chavanell —hizo una pequeña reverencia—. ¿Posee usted un nombre o me hará llamarla como alguna de sus fieras?
Estaba estático, atrapado en un solo pensamiento. Contemplado a una misma persona sin los intrusos pensamientos de rencor, venganza y la infame búsqueda que se ha tornado el epicentro de su existencia durante los últimos cien años. Vaya, yacía tan patético a distancia. La sensación era por completo nueva para él, le exponía a alguna clase de neofilia muy distinta a la experimentada cuando renació como vampiro. Un chupasangre, asesino sin piedad pues hijo de la noche ha de suponer que siempre fue. Ha habitado como un hijo de la oscuridad incluso antes de ser concebido.
—A toda libertad le digo que si le da la oportunidad puede ella enseñarle bastante —dijo en referencia a la bestia que la dama que tuvo el placer de conocer. Pero no eran sus palabras sino lo aprendido de las lecciones que su padre impartía a sus hermanos. Cada tarde en el bosque detrás del castillo, su padre se erguiría frente a sus hermanos mayores, llevaría los brazos cruzados detrás de la espalda —tal como ahora lo hacía él—, y les aseguraría que cada bestia que vivía en ellos tenía un designio, una razón de ser sin importar su tamaño, fuerza, habilidades…, nada bajo el firmamento era hecho sin un propósito que en ocasiones se mostraba tal cual frente a los ojos y otros pedía ser descubierto.
Ahora que lo piensa, no era aquello muy diferente a sus lecciones de magia mas siempre prefirió él dejar las artes a su hermana y salir a correr, volar en la intemperie con los demás .
Para Karsten conocer las respuestas indicadas era lo primordial en su lista de qué haceres. Es bien lo que hacía cuando de humano prendía las artes mágicas, su hermana gemela llegó a casa convertida en una bestia dependiente de la sangre y su hogar se transformó en un pozo de sangre, conocer el porqué de las cosas le tranquilizaba, le daba motivos para racionar su ira contra el universo que tanto le ha quitado. Sin embargo, por primera vez algo que ib en desacuerdo con él le convenció de que estaría bien detenerse un segundo, respirar y olvidar tan solo por esa noche los pecados que arrastraba consigo. Y vaya, quería creer todo aquello.
Resultaba foráneo todo aquello, aún más que el epicentro se encontrara en una desconocida . ¿Inquietante? Bastante ¿Placentero? No había duda.
—¿No le importa sentirse inquieta? —alzó una ceja junto a la duda. Media carcajada afloró en sus labios mostrando la dentadura lo suficiente para saber que el gesto había alcanzado los ojos convirtiéndose en algo sincero y desconocido para su dueño.
—Si es el caso, ¿le gustaría acompañarme en mi recorrido un poco más? —esta vez se tomó la libertad de dar un pasa en su dirección—. Prometo que no será usted testigo de nada desagradable…, al menos que lo desee —un mirada picara puntualizó la oración.
—Karsten Chavanell —hizo una pequeña reverencia—. ¿Posee usted un nombre o me hará llamarla como alguna de sus fieras?
Karsten Chavanell- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/07/2016
Re: ¿Qué es la Libertad? - Libre
Libertad
Hablaba como si conociera de mi especie, como si me conociera en realidad, pero no sabía él no sabía nada de mí, me inquietaron sus palabras y di un brinco casi minúsculo, un pequeño movimiento que prácticamente no era percibido al ojo humano y esperaba que no lo fuera a los ojos del vampiro. Le mire de reojo tenía razón en sus palabras quizás Lit podía ser toda una fiera, apreté la quijada ante recuerdos vagos en mi cabeza, la verdad era clara, hacia algunos años atrás había sido muy fuerte tanto Lit como Leis, ahora ya no, por miedo, por pasar desapercibida llevaba meses sin transformarme en ninguna, llevaba meses sin sentir lo que sentía cuando era una de ellas y eso podía pasar la cuenta… mi cuerpo mis huesos dolían después de esa transformación aun cuando las heridas proporcionadas por los lobos sanarían más rápido que lo común, sentía que había perdido algo…
La seguridad con la que habla… es como la añoranza al recuerdo de su pasado… pues me pasa algo similar pero… se lo fuerte que puedo llegar a ser… pero… a veces uno necesita de constancia y últimamente digamos varios meses, nueve para ser exacta sin transformarme han pasado la cuenta… siento que he perdido algo, algo que fue arrebatado – suspire dejando caer mis hombros mientras por mi cabeza pasaban imágenes de mis años buenos, donde solo era una fiera que no quería ser domada… todo había cambiado tan rápido, todo había pasado tan ligero que ahora me sentía diferente siendo yo misma, claro era que en mi propio exilio había dejado de ser yo.
Su carcajada me saco de la pequeña ensoñación en la que me había introducido, y termine por reírme en conjunto con - Solo he conocido a un…– ¿Cómo decirlo sin sonar ofensivo? – vampiro en mi vida, su presencia al igual que la suya llego de la nada he intento quedarse a mi lado… pero existen fuerzas del universo que no nacieron para estar juntas… me inquieta que sus palabras logren tranquilizarme en vez de temerle…. Mis instintos felinos siento que desaparecen – lo último lo dije con un dejo de melancolía, pero prontamente cuando escuche su nombre, invitación y palabras sonreí de medio lado.
Sss - no, no podía decir mi identidad… ya que la había perdido también – Conoces a Lit… Leis es mi otro ser y yo… puedes llamarme Clarisse Rinaldi - suspire, cerrando los ojos sabiendo que ese no era el nombre que tanto me gustaba pero aun temía… aun habían personas detrás de mi cabeza y tenía que cuidar mi espalda, no mentía del todo ya que mi segundo nombre y segundo apellido aun eran míos, más los primeros tendrían que pasar años o meses en que los pudiera revelar – Espero no ser testigo de nada grotesco – levante un hombro en señal de que más da, algo sorprendida de su tono de voz, pero a la vez sintiendo tal vez que sí, podía acompañarlo en esta noche. – Y claro le acompaño en su recorrido y me atrevo a preguntar ¿Que lo ha traído por estos lugares? Karsten Chavanell – pronuncie su nombre completo, mientras esbozaba una tonta sonrisa en mis labios, baje la mirada al suelo y a su lado comencé a caminar, volví la vista al frente no cualquiera paseaba por el asentamiento Gitano, ya que aquella raza eran recelosos al menos con los vampiros, y mucho más amigables con los cambiantes, ya lo sabía yo quien en mi niñez me había cuidado era una gitana… la gitana de la luna, como solía llamarla. – Espero no tenga sed en este momento – dije bromeando intentando soltar mis palabras y así mi cuerpo, quizás poder entrar en confianza, solo un poco.
Sophia D'Luca- Cambiante/Realeza
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