Un poco de libertad-Libre

¿Qué hace una cortesana un día libre? O mejor dicho ¿Qué podría hacer yo? Mientras cepillaba mi larga cabellera miraba el espejo que frente a mi estaba, si durante la mañana me habían hecho un gran recibimiento Richard y mi esposo Felix, según ellos había robado de su joyería unas diademas para venderlas en el Piacere della Vita. Cerré mis ojos al ver la gran marca en mi rostro, esa maldita manía que tenia de golpearme el rostro, mi ojo izquierdo estaba moreteado e inflamado, no podía abrirlo du es suspiro mientras llegaba Darla e intentaba maquillarme para que no se notara el hematoma, pero con tan solo el pequeño tacto con el pon pon me causaba dolor, le tome de la mano – Déjalo, estaré bien – susurre mientras mi lado derecho lo terminaba de maquillar y en mis labios los pintaba de un rojo suave. Deje mi cabellera suelta y levantándome fui para que mi doncella me ayudara con el vestido, uno color carmín, con poco escote que se ajustaba a mi ancha figura. – Es mi día libre y no deseo quedarme en casa para soportar las humillaciones de Alexei y Richard – le explique, ella sabía muy bien qué hacer, detrás de una tela inmensa bordada a mano había un puerta aquella me llevaba a la libertad sin que mi esposo se diera cuenta.

Ya en las calles, no sabía dónde ir pensé en buscar a Alvar, pero no quería que se preocupara por mí lo que menos deseaba en ese momento era dar problemas, luego pensé en ir a la joyería, pero sería mala idea, Gaspar se enfadaría y arreglaría cuentas con Alexei, mi caminar era pausado, note como las personas que andaban por las calles me observaban, si, mi rostro no se veía en las mejores condiciones, tan solo mi ojos derecho me permitía observar así que por lo mismo mi caminar era más lento no quería tropezar. Llegue a la zona comercial los locales nocturnos ya habían abierto sus puertas, a lo lejos vi el letrero de mi propia Joyería, pero no, ahí no iría al menos no por esta noche.

Seguí mi camino, sintiéndome intimidada por los comentarios que hacían y por la forma despectiva de mirarme, era una mujer gorda, con el rostro golpeado, con un insinuante vestido rojo, cualquiera daría en el clavo en mi profesión, Cortesana. Cerré mi ojo y alcance a ver el letrero de una taberna, “Taberna de mala Muerte” curioso nombre, no pensé ni siquiera cuestione lo que podría suceder, tan solo mis pies se adentraron al lugar el nombre cuando ya estuve dentro del lugar me pareció un verdadero chiste al igual que la joyería con un burdel infiltrado. Suspire recorriendo el lugar con una vista y me fui a la barra, no quería una mesa en realidad no quería sentirme más sola de lo que ya estaba. Trague un poco de saliva y tome asiento con la vista al frente – Brandi, por favor – tan solo un hilo de voz salió de mis labios y espere a que el cantinero me sirviera de mi bebida, necesitaba alcohol para ahogar mis pena y ocultar mi dolor.