Vicenzo Esposito

Vicenzo es un joven sonriente, amigable, despreocupado pero siempre optimista que resulta sumamente agradable para quienes se le acercan. Cuando sobre él recae alguna responsabilidad se vuelve sumamente dictatorial con todos (en especial con su familia); en esos momentos quiere llevar la batuta y aunque eso puede llevar a que otros se molesten con él, demuestra que hace las cosas bien y que es digno de que le confíen deberes importantes ya que siempre esta buscando el éxito en lo que hace.

Los fracasos son algo que lo afecta demasiado. Al sufrir fracasos se vuelve caprichoso e intolerable pero después de que se le pasa la rabieta busca superarse y ser mucho mejor de lo que se esperaba.

Habla lo que piensa y cuando lo piensa, detalle que le lleva a odiar que la gente le mienta, quiere la misma sinceridad que él ofrece aun sabiendo que eso es imposible. Prefiere hablar las cosas claras sean buenas o malas. Su sinceridad aunque suele agradar a muchos también le genera conflictos, por eso es que ha aprendido a defenderse bastante bien, ya sea de manera verbal o física (claro que prefiere evitar esta última).

 Tiene un gran sentido de protección y fidelidad

Interesado en lograr siempre más de si mismo, busca aprender de todo un poco pero es un gran aficionado a todo lo que tenga que ver con medicina, que es la profesión que tiene y a la cual renunció una vez que su madre murió, en una promesa infantil que se tomo demasiado en serio.

Cuando se siente con la capacidad de defender a otros de las injusticias lo hace, pero sabe que en muchas ocasiones sus manos están atadas y eso suele ponerle de mal humor.


En el tiempo en que estuvo ejerciendo su profesión de médico lucía frío y desinteresado, algo que ahora ve que estaba mal, pues su profesión debe estar dedicada a servir a los demás siempre con buena actitud.

La infancia de Vicenzo fue algo peculiar, pues siempre estaba rodeado de gente. Amigos de su padre que compartían las mismas profesión que su progenitor; la de médicos.
Su madre, la mujer a la que más amó en el mundo, le repetía continuamente que él al igual que su padre sería un excelente medico, pues decía ella ver en los ojos de su hijo, la misma pasión que su esposo por ayudar a los demás y probablemente fueran las insistencias de su madre o un verdadero deseo de él por ayudar lo que desde corta edad le llevó a interesarse por los aspectos anatómicos del cuerpo y como prevenir o curar enfermedades que afectaban a las personas; aunque claro, alternaba el tiempo de estudios con las salidas de sus amigos o las visitas sociales.

Animado por el interés de Vicenzo y ya cuando había crecido lo suficiente como para tomar verdadera seriedad en algo, su padre decidió llevarlo al hospital donde trabajaba, lugar en el que a pesar de las complicaciones de la vida, mostro al joven Esposito que se podía ayudar a otros. Si bien las visitas al hospital iniciaron como viajes de curiosidad, poco a poco sus visitas al hospital se convirtieron más en una pasión que otra cosa. Aprovechando la libertad que recibía por parte de su padre a andar por los pasillos del hospital, el joven comenzó a hacer rondas de simple charla que volvían momentáneamente felices a las personas que llegaban a internarse y eso comenzó a formar en su mente la idea de trabajar en aquel lugar al lado de su padre, solo para poder ayudar a esas personas de quien muchos se habían olvidado y a quien a pocos les interesaban.

Vicenzo pasó entonces de pasar grandes cantidades de tiempo con amigos o conocidos, a pasar su tiempo en el hospital. En aquel lugar se sentía importante y poco a poco fue perdiendo el interés en socializar con otros y se dedico por completo a aquello que más deseaba, ser médico.

Los años transcurrieron lentos. El muchacho se volvió mucho más distante con sus conocidos aunque siempre era educado y bueno con todos. Comenzó a trabajar en el hospital donde su padre estuvo durante muchos años y la vida para él, parecía perfecta de esa manera o lo fue hasta que su madre cayo misteriosamente enferma. Al ver a su madre decayendo cada día más, Vicenzo le prometió curarla o de no hacerlo, dejar de ejercer su profesión y pese a que su madre le insistió en que lo suyo ya era incurable, el Esposito verdaderamente trato de salvarla, fracasando terriblemente en el intento.

Al morir su madre se alejo completamente de la medicina, aún pese a las peticiones de su padre y de hecho, fue la insistencia de su padre porque no era culpa de Vicenzo así como la tristeza que el joven veía que lo consumía, lo que le llevó a decidir viajar hasta París, ciudad donde espera sobreponerse a la perdida de su madre para volver después a lado de su padre y hacerlo feliz, como ya no lo es más.