Brant - Without a surname you leave no trace

PSICOLOGÍA

Es un hombre testarudo y orgulloso pero, ante todo, es un padre sobreprotector. Para él, cuidar de su hija Siriana es lo más importante en el mundo y no dudará en poner su vida en juego con tal de salvar la de ella.

Se ha vuelto una persona solitaria, melancólica y retraída con los años, debido al modo de vida que lleva junto a su descendencia desde el fallecimiento de su esposa hace ya diecinueve años. Ella fue el amor de su vida y se ha jurado jamás olvidarla, por ello habla con ella todas las noches antes de acostarse, en vez de dedicarle plegarias a un Dios que, según Brant, no merece su devoción tras el modo en que murió la madre de la niña y el modo en que ésta fue concebida.

Aún y con todo, sigue siendo un fiel guerrero que de ser necesario, volverá a empuñar la espada para proteger las tierras que le vieron crecer y las gentes que le apoyaron a lo largo de toda su vida mientras aún se relacionaba con otros seres humanos, además de Siriana.


HISTORIA

Había una vez una pareja sumamente enamorada. Los dos vivían de trabajar la tierra, aunque él había sido anteriormente panadero y, cuando la situación lo había requerido, un espléndido guerrero que protegiera las tierras que formaran su hogar.

Durante uno de aquellos ataques y épocas en las que el mundo se veía sumido en tinieblas y ríos carmesí, la esposa fue raptada por los hombres de un cruel tirano, ella como tantas, y muchas fueron violadas para luego ser devueltas con sus maridos, sumidas en la vergüenza de haber sido tomadas por hombres que no eran a los que ellas querían. Las más débiles no soportaron el asalto y murieron resistiéndose, las fuertes volvieron a sus hogares, algunas de ellas portando en sus vientres las semillas de aquellos desgraciados. Un par de mujeres, las “afortunadas”, llevaban en sus entrañas la sangre del déspota que mermaba las filas del ejército y masacraba los pueblos. Una de ellas era la mujer de aquel honrado antiguo panadero que a pesar de ser recibida con amor por su esposo, se vio sumida en una depresión imposible de superar que se llevó la vida de la dama la noche misma del parto.

Una vez viudo y temiendo que, algún día, el verdadero padre de lo único que le quedaba de su esposa, volviera para reclamarla y convertirla en su esclava o algo peor, decidió coger sus cosas y marcharse al exilio. Viviría como un ermitaño, oculto entre los bosques y las montañas, alejado de toda civilización, protegiendo a su pequeña Siriana.

Alejados de todo y todos, la pequeña niña crece rodeada de naturaleza y sin más compañía que la de su padre, la de los animales y, esporádicamente, la de un hombre al que, por instinto, comienza a llamar tío. Ella no sabe el verdadero parentesco que tiene con ese varón que, realmente, es su primo. Para ella, no tienen vínculo de sangre alguno, pues su padre le oculta su origen, obviamente, por protegerla a ella y porque no considera que el hecho de haber violado a su madre, eso convierta a aquel tirano en su verdadero padre.

Al no tener contacto con nadie, la relación de su hija con él es de completa devoción, dependencia y, al mismo tiempo, está llena de tiranteces, pues después de casi dos décadas de convivir con esa única persona y no poder separarte de ella, los roces además de cariño crean discusiones.


OTROS DATOS

→ Excelente cazador.

→ Sabe curtir pieles.

→ Buena orientación.

→ Nivel medio en herbolaria.

→ Experto en técnicas de supervivencia.