Las visiones de una Moira.

Ingrid sabía que si dormía acabaría en aquél mundo onírico donde se perdía en las vorágines del tiempo y el espacio. Sabía a la perfección que desde que se encontró con Maxwell, hará ya varios años, ya no volvió a ser la misma. Con la diferencia de que, en todo éste tiempo, había estado lo suficientemente ocupada como para no dar paso a aquellas atrocidades que invadían su mente en los momentos de Ocios. Ahora había paz, se había reunido con William, pero fue el hecho de volver a verle aquella cicatriz que le cruzaba toda la espalda lo que reabrió el abismo de sus pensamientos. No podía culparle, no quería culparle. No iba a culparle.

Tenía una taza de brebaje en la mano, alguna infusión para poder dormir seguramente. Había tenido que lanzar una pequeña mentira al Lobo, pues de otro modo no la dejaría en paz en toda la noche, ese espiritu protector suyo le impediría estar tranquilo, sabiendo que ella no podía dormir demasiado. Pero alguna vez se lo tendría que decir. Eso, o enfrentarse a los horrores que nadie debería presenciar y que ella presenció en primer plano. El sueño le comenzaba a vencer, mientras miraba en la mesa de madera, los Huesos con los que antes había estado mirando al futuro, de nuevo, visionando esos tres hipotéticos cachorros de William. El sonido hueco se hizo de notar, la cabeza de Ingrid reposaba ahora en la madera.

En este sueño, pudo ver esos Cachorros, cachorros mancillados y corruptos, con su padre crucificado, pero.. ¿No era William? No lo sabía, ni siquiera Ingrid sabía si esos cachorros de éste sueño eran los de la visión de William, o... Los de ella. Se acercó, no podía saber quien era el hombre muerto, pues no tenía rostro. En su lugar, tenía un enorme crater del que nacían gusanos y nidos de varios insectos que era mejor no nombrar ni recordar. Ya no temía a aquello, tampoco lo afrentaba con decisión, simplemente se limitaba a vivirlo con el menor terror que le era posible. Mirando al cielo observaba algo parecido a la luna, pero atrapada por unos tentáculos, unos zarzillos que parecían estar ahogando a la pequeña esfera blanquecina. Conforme aquellas ataduras se agravaban, ella mas daño sentía.

Tras ella, escuchó voces. Voces de William, voces que la insultaban. Voces que decían de todo hacia ella. Voces que decian palabras que jamás saldrían del verdadero William.



-¿No es curioso? ¿Como los tiempos cambian y se retuercen hasta formar una espiral de la que o sales, o te atrapa para siempre? -Era de nuevo Dagon. Se había convertido en un.. curioso compañero en aquél mundo. En aquél.. vacío. -Como ya te dije, preciosa Moira, el Vacío cuenta verdades y mentiras, pero cada una de ellas lo hace a medias. Algo doloroso y algo que deseas a la vez, lo mezcla y de ahí salen dudas que arraigan en lo mas hondo del corazón humano. Aunque claro.. No eres humana, ¿Verdad? -Tras aquello, para no perder la costumbre, la imagen de Dagon se desvaneció. Los ojos de Ingrid se abrieron, volviendo a la realidad, donde William estaba frente a ella, sin preguntar ni agobiarla; Tan solo abrazándola.