· Nymph í Skóginum ·

por **Alkonost** Sáb Oct 06, 2018 11:22 pm

Mi mentora una vez me dijo que la mejor forma para mantener vivos los recuerdos es hablar de ellos con frecuencia. Incluso con uno mismo, de ser necesario y si no tienes a nadie con quien compartirlos. Supongo que ese añadido lo hizo para que encajara conmigo, porque sabía perfectamente que una vez ella ya no estuviera yo dejaría de tener a nadie con quien compartir mis palabras. Incluso cuando ella estaba, mi naturaleza etérea e inconstante no me permitía relacionarme con ella demasiado... ¿O era mi obsesión con la pureza? Veo la impureza, la suciedad, los demonios de todos los seres que me rodean con tal claridad que resulta casi vomitivo. No es algo que desee ver, ni apreciar, pero agradezco cualquier don que Gaia me otorgue, inclusive aquellos que me convierten en extraña a ojos ajenos. No me importa la extrañeza, si viene acompañada de una pureza digna de envidiar. Porque para llevar a cabo su misión necesito estar limpia, ser blanca. No soportaría no ser merecedora de su abrazo. Porque ella, la crudeza de la naturaleza que controla, es lo único que me sigue vinculando a esta tierra de vivos a la que ya no pertenezco.

Es su fortaleza repleta de calma la que me impulsa, la que me conmueve, y la que me lleva a ser un ente mejor y más completo día a día. A medida que mi disfraz de carne y hueso se va disipando, y el terrible aroma a putrefacción se acentúa, me siento más cerca del nirvana que a todos nos tiene prometido: el momento en el que lo corpóreo deja de tener peso, y pasas a ser incorpóreo en todos los sentidos. Eso deseo. Deseo ser mecida en su brisa con sabor y sensación a nada. La nada es segura. La nada es constante. La nada no miente ni confiesa verdades a medias. La muerte que ya me llegó hace tiempo se hará efectiva, y con ella, seré finalmente libre de las cadenas que me mantienen anclada a este limbo entre la quietud y lo material. Pero hasta entonces, como ninfa de este bosque prohibido a todo ser impuro, seguiré siendo fiel guardiana de sus flancos, de las vidas que aquí residen, amenazadas siempre por la influencia de una humanidad que hace mucho que está maldita. Perdida a causa de sus innumerables infracciones.

Yo soy el muro que los detiene, con mis tormentas, con mi influencia sobre los espectros que, como yo, habitan entre sus ramas, entre sus arbustos, que emergen de la tierra fresca, o de las aguas claras. Cada uno con una misión diferente, pero un mismo objetivo a la vista: deshacernos de aquellos que amenazan la tranquilidad y el eterno ciclo de vida-muerte que aquí impera. Nadie puede oponerse a Madre, a Gaia. Nadie que desee vérselas con nosotros. Conmigo.

por **Alkonost** Mar Nov 06, 2018 10:53 pm

¿De dónde has salido, criatura demoníaca? ¿Desde qué terrible infierno has escapado, para venir aquí, a pisar y mancillar las tierras que yo tanto he cuidado durante estos años? ¿Por qué vienes ahora? ¿Por qué está Gaia probando mi lealtad, mandando esbirros terribles, como tú, que sólo quieren destruir la armonía? ¡No lo permitiré! Mi misión está clara. Ella me mantiene aquí, pudriéndome desde dentro, para que yo proteja la tierra que es suya, y que yo amo. Soy la guardiana de estas tierras, no lo olvides. ¡Por eso tengo que malvivir entre los muertos, aun estando tan muerta o más que ellos! Damn! ¡Márchate ahora de mi bosque, no molestes! O tendré que usar mi poder contra ti, y no dudes ni por un segundo que lo haré. Y venceré, yo nunca pierdo, y menos contra una bestia de colmillos afilados que bebe sangre de simples humanos. Apestas a ellos.

Ég hata þig, illi andinn! ¡Te odio, demonio! Y odio que me mires con interés, como si yo fuera algo extraño que no comprendas, o un enigma difícil de resolver. ¡No te tengo miedo de ti! Yo no temo a nada. Estoy muerta, y nadie puede hacerme daño. ¡Ella me lo dijo! Pero tú me confudes, me hacer sentir extraña, y eso no me gusta. ¡Tú no me gustas! ¡Te expulsaré de mis tierras! No lo dudes ni por un segundo.

Te odio, porque me rondas, como una sombra traicionera, y haces tambalear mis principios. Me haces preguntarme cómo vería el mundo si siguiera formando parte de él. ¡Y esa es una duda que no puedo permitirme! Aléjate de mi, o te destrozaré con mis propias manos.

Y mis amenzas, esas siempre las cumplo.

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