El viejo y el mar / Libre

por **Etienne Fablet** Miér Oct 24, 2018 3:08 pm

Recuerdo del primer mensaje :

“Why did they make birds so delicate and fine as those sea swallows
when the ocean can be so cruel?"
― Ernest Hemingway

Como a todos los lobos, había algo en el mar que me aterraba. No es que no fuera capaz de admirar su belleza, o incluso su poesía, si es que alguna vez me daba por ser uno de esos pusilánimes que se expresaba en tales términos. Miraba el agua y veía que era capaz de cambiar de tonalidad según el clima, y eso me parecía tan maravilloso como cualquier otra obra de la naturaleza. No obstante trataba de evitar por todos los medios a mi alcance acercarme al océano, mi instinto se revolvía y notaba cómo el vello de mi nuca quería erizarse. Era demasiado vasto, demasiado profundo, demasiado... incógnito. Me gustaba pisar tierra firme y correr entre los árboles, asir con mis manos todo lo tangible, lo sólido me devolvía la sensación de control. No estaba allí por gusto, eso sobraba explicarlo. Un miembro de la manada se había emparejado con una cambiante, una hembra de alguna clase de pez, y por extraña que tal unión pareciera ambos parecían felices. Yo ya había aprendido de sobra por aquel entonces que la felicidad es algo efímero y que no tiene sentido perseguirla, pero por eso mismo sabía también que cuando se presenta no conviene dejar que se escape. Ellos querían estar juntos, bien. Habían decidido asentarse cerca de la costa porque ella a menudo salía a nadar. No quería ni imaginar lo que vivir cerca de la orilla tenía que suponer para el lobo, pero no me correspondía a mí juzgar.

Ser el líder del clan no es divertido. A menudo todo lo bueno que pueda derivar del poder se diluye entre el peso abrumador del deber y de las consecuencias jerárquicas. Me pedían consejo para emplazar un nuevo hogar, para formar familias y tener cachorros, para emprender negocios. Este lobo era apenas un cachorro pero ya se había cansado de correr tras las faldas de su madre y el amor le dio el impulso que necesitaba. Fui a conocer su casa, apenas una cabaña con muros de ladrillo que ellos mismos habían levantado. Les deseé lo mejor y salí de allí casi anocheciendo con el rumor sordo del oleaje martilleándome en los oídos. Tenía algo fascinante, el mar. A algunos metros se levantaba un faro que parecía llamarme, así que pensé que podría acercarme sólo a husmear. No parecía probable que fuese a volver por allí en un plazo breve de tiempo, así que quería curiosear. Tenía el olfato saturado de salitre y algas, pero pronto me acostumbré. Mientras caminaba el viento jugaba con mi gabán, aunque no era desagradable y no me obligaba a abrochar la prenda. Yo siempre tenía calor.

por **Etienne Fablet** Vie Dic 21, 2018 4:36 am

Me asombró una vez más la capacidad de adaptación de la que hacía gala el joven médico. Cuando mi esposa murió enloquecí, y realmente en ciertos momentos me preguntaba si había llegado a recuperarme alguna vez. Era difícil a esas alturas de mi vida saber cuánto del Etienne original quedaba, y cuánto se había corrompido a raíz de mi cruel destino. Naturalmente las circunstancias mandaban, y Loyd al menos podía refugiarse en la venganza. Tenía un nombre que dar al asesino de su mujer y eso alimentaba un fuego que lo mantenía vivo, alerta y con un objetivo. Cuando yo desperté al día siguiente de mi primera transformación, tuve que afrontar que el monstruo que me había arrebatado a mi familia estaba en mi interior. Aún ahora me atacaba una conocida sensación de angustia cuando recordaba sus voces. Mis niños... sus caras hacía tiempo que se difuminaban en mi memoria.

Todo lo que me quedaba era la manada. - Pondré a los míos sobre aviso. - Aseguré. No me sería difícil contactar con todos, teníamos un buen sistema de mensajería preparado. No eran pocas las ocasiones en las que había que convocar reuniones, y el hecho de que algunos miembros del grupo prefiriesen vivir en el bosque lo hacía todo más sencillo. Me pregunté qué pasaría si volviera a perder a mi clan, si algo les sucediera. Había intentado terminar con mi vida muchas veces sin lograrlo hasta que me acostumbré a existir. No podía decirse que lo que llevaba fuese una vida plena, pero todos los días salía el sol para mí y eso era suficiente, en tanto ayudase a otros a hacer sus caminos más llanos. Los licántropos de mi familia encontraban consuelo en mi experiencia y eso me reconfortaba en parte.

Por eso la noticia de Granchester me inquietó sobremanera. - ¿Una humana? - Entrecerré los ojos. - ¿Quién? - ¿Qué ser humano podía tener tanto rencor contra nosotros para desarrollar algo así? Y una mujer, nada menos. En nuestra época el acceso de las hembras a los estudios, y ya no digamos a los laboratorios y talleres, era muy escaso. Casi nulo. Debía de ser una mujer notable para llevar a cabo algo semejante, y yo no había llegado a mi edad subestimando a mis enemigos. Convenía estar siempre ojo avizor. La perspectiva de tener que quedarme en la inopia esperando las nuevas que pudiera traerme Loyd me desesperaba. Yo era un hombre de acción. - Quiero ayudar. - Le insté. Y no era una pregunta.

por **Loyd Granchester** Vie Dic 21, 2018 6:28 am

Desde que les apresaran en la Inquisición y lograran escapar Yendra y él, esto de las armas se convirtió en una incógnita mayúscula, tanto que puso a algunos buenos espías a investigar al respecto. Así fue que llegó Aglaia informando de que saldría un cargamento de París con dirección a Roma con lo que Loyd buscaba. Son las balas las que le tienen bastante incordiado. Que una humana hiciera todo ésto, es más extraño aún. ¿Desde cuándo las mujeres tienen permitido entrar a las universidades para aprender lo suficiente para hacer este tipo de locuras? Si es hija de algún tecnólogo, entonces todo cierra. Él, que fue hijo adoptivo de uno de los miembros de esa facción, comprende cuánto puede enseñarte tu tutor en poco tiempo. Que personajes como Etienne y los suyos se alejen del camino de los hombres del Santo Oficio es indispensable.

Quién sabe cuánto daño puedan hacer y si los atrapan, cuántos más caigan por este invento. Se le enfría la sangre de sólo imaginar que todos en la inquisición tengan estas armas. Lograrían diezmar a la población sobrenatural en menos de un año. Si ya es difícil sacar una bala de plata, cuanto más una que al contacto derrama el líquido contenido. Recuerda que Yendra no sólo se dolió de ésto durante días, semanas, porque todavía ahora se siente mal. No tuvo una buena atención médica en su momento. Y en el peor de los casos, ¿Cómo se cura algo así? Es imposible. Por ello, mejor atacar al paquete antes de que sea entregado y de paso, ver la forma de matar a la humana. - A pesar de lo que creas, no puede ser mejor que provenir de una mujer. ¿Quién podría sospechar de ella? Muchos pensaríamos que es obra de un hombre, pero mis contactos o espías dicen que es una mujer por lo que si entraras al sitio donde están haciendo las balas, quizá dejaras escapar a la fémina pensando que es una criada y no podrías pensar el peligro que conlleva - frunce los labios sacudiendo la cabeza. En eso pecan de arrogantes al creer que la persona, en su posición de fémina, no tenga la habilidad de hacer maravillas con los artilugios que tiene a su alcance.

- Su nombre no lo tengo, se mantiene en el anonimato - se queda callado al escuchar el ofrecimiento del licántropo. Aspira profundo pensando y rascándose la nuca con cierta preocupación. - Estoy reuniendo información todavía, no lo tengo todo a mi alcance. Tampoco sé cuándo sale el embarque que será protegido por inquisidores por lo que tengo entendido. Es uno de ellos, un soldado, quien está lidereando todo - se detiene de camino a la estación, en un rincón solitario para que nadie más lo escuche. Es apremiante que todos desconozcan el hecho de que están planeando un ataque. - ¿Qué sabes hacer en caso de que nos ayudes? Y sobre todo, lo que me importa: ¿Por qué lo harías? - se rasca la nuca pensando que quizá está metiéndose en problemas de cabeza, pero bueno. La ayuda no se rechaza, sólo quiere saber por dónde podría ayudar.

por **Etienne Fablet** Jue Dic 27, 2018 11:37 am

Lo que me sorprendía no era que alguien hubiera pensado que ser mujer era suficiente disfraz, sino que ella hubiera podido acceder a ese conocimiento. ¿Una hembra humana? ¿Haciendo armas? Y para la Inquisición, nada menos... Había otras razas, como los cambiantes, entre las que sabía que era común que las féminas ostentaran puestos de liderazgo. Mujeres fuertes que se convertían en animales y eran sagaces y astutas. No obstante entre los humanos era harto extraño. Ellos - y yo me incluía porque me habían criado así - preferían tener a sus hembras resguardadas del peligro, entre algodones, vestidas de seda y ancladas a la cocina y al hogar. Las tareas domésticas eran su campo de batalla. Yo no había conocido a ninguna que prefiriera abandonar la seguridad de la vida conyugal para ir en pos de la lucha cuerpo a cuerpo. No obstante Granchester parecía bien informado y aquello acrecentaba mi curiosidad. - Sin duda es buena estrategia, pero me gustaría conocer la historia que hay detrás. - Hablé más para mí mismo, puesto que Loyd acababa de decir que carecía de más datos.

Me acaricié el mentón. Estábamos entrando en la estación y la taquilla de los billetes no quedaba lejos. Mantuve al doctor alejado un momento de las zonas donde otros pudieran oírnos, quería aclarar la situación. En otra época me habría ofendido que pusiera en duda mis habilidades, pero después de haber pasado por tanto solo me hizo gracia. Sonreí enseñando por primera vez mis colmillos y un brillo divertido me cruzó los ojos. - Deberías mostrar más respeto por tus mayores, cachorro. - Estaba claro que no era mi intención reprenderle, sino hacerle comprender que estaba hablando con un alfa que pertenecía a lo que podía llamarse tercera edad. ¿Qué no sabía hacer? Por si eso fuese poco, las cicatrices que surcaban todo mi cuerpo hablaban de entrenamiento suficiente para mantener a raya a unos cuantos soldados sin amilanarme. - Sé hacer muchas cosas. Dame algo que rastrear y seguiré a tu presa hasta el fin del mundo. - Nunca había perdido un rastro.

Me acomodé el gabán y compré dos billetes antes de que Granchester tuviera ocasión de protestar. Caminé con él hacia el andén y metí las manos en los bolsillos, aguardando a la locomotora. - Por qué. - Repetí para mí mismo. - Yo protejo a los míos. Dicen que los lobos son territoriales, que tienen instinto gregario. Yo lo llamo "haz daño a mi gente y me pondré tu piel de alfombra". - Quizá eso había sido demasiado violento para alguien de modales refinados, pero si Loyd era un licántropo de seguro habría visto ya que en algunas situaciones la violencia era la única salida. Yo ya había perdido a mi familia en una ocasión y ahora cumplía penitencia erigiéndome guardián del clan que Dios me había dado. Una segunda oportunidad.

por **Loyd Granchester** Jue Dic 27, 2018 2:06 pm

Se encoge de hombros, no tiene la menor idea del por qué la mujer está ayudando a la inquisición, - me sorprende muy poco, quizá no es que la ayude, quizá la están coaccionando, no sería la primera vez que hagan eso, te lo digo por experiencia propia - se mantiene alejado de la taquilla, cruzado de brazos, con una expresión que disuade a los pordioseros a acudir a su presencia a pedir dinero por más que las ropas sean de alta calidad. Cuando sale, prefiere utilizar las viejas galas de clase alta que las que utiliza normalmente. Ésto que platican es importante para los interlocutores como para que alguien los interrumpa o peor aún, venda sus secretos a algún inquisidor y de esos, hay muchos en tránsito.

El regaño le sorprende, así como le abochorna. Baja la cabeza sacudiendo la misma en un acto de su propia licantropía exponiendo un tanto el cuello en señal de sumisión. - Lo lamento, no quería ofender, sólo preguntaba porque si me decías que lo tuyo era la pelea cuerpo a cuerpo o bien, el arco y la flecha, sabría dónde posicionarte. No dudaba de tus habilidades, ¿Me explico? - siente como si hubiera cometido una gran falta, es instintivo. Asiente con la cabeza - Eso es lo que me interesa, porque si bien tengo a muchos con habilidades diferentes, nos hace falta un buen rastreador - se queda pensando en la licántropa que le defendió cuando le transformaron. ¿Será que ella también tiene esa habilidad? Pudiera ser. Vuelven a andar, antes de que Loyd saque el dinero, Etienne lo paga. Va a negarse cuando la mirada del licántropo le vuelve a poner en su lugar. ¡Cómo se nota que sigue siendo un cachorro!

Le sigue hasta donde el caballo de metal va a apearse. La expresión le hace abrir los ojos como platos, pero a diferencia de cualquier otro aristócrata, le estalla la risa divertida. - De acuerdo, tomo nota, me gusta la idea. Algo así es el motivo por el que voy tras Notre Dame. Hay un sujeto al que quiero hacer trizas y ni siquiera los arcángeles evitarán que lo mate a sus pies. Bueno, quizá para ti ese sufrimiento te sea ajeno, para mí, durante años, fue lo único que me motivó a levantarme - desvía la mirada aún dolido. Gruñe por lo bajo esperando a que el tren llegue. Se queda pensando. - Tengo a unos aliados que me apoyarán en el golpe, dos cambiantes, una vampiresa, una cazadora y yo, somos el grupo. Todavía la fecha como te dije, no la sé. En cuanto la tenga, te contacto y te informo, ¿Te parece bien? Quiero un grupo pequeño por si tenemos que desaparecer, lo hagamos rápido y uno grande puede implicar algún preso y me preocupa que los llevarán a la tortura para hacerlos hablar. Piensa bien si quieres participar. Me harían falta quizá tres, pero como grupo de sorpresa por si hay cualquier eventualidad - frunce los labios.

Le preocupa mucho que haya algún rezagado, porque podría significar la muerte de él y de paso, la de varios más como abra la boca. - En cuanto a que me tomen preso, ya lo hicieron antes. El licántropo que me transformó y resistí su tortura hasta que me rescataron. Por eso me persiguió como loco y me mordió. de los demás, sé que son de fiar y darían sus vidas antes de ser atrapados, sin contar que como alguno caiga en manos del enemigo, voy por refuerzos y ataco el lugar aunque no sea Notre Dame, no me gusta que me quiten lo que considero mío - se encoge de hombros. Dentro del abrigo, la tela queda en completa tensión con el movimiento.

por **Etienne Fablet** Mar Ene 15, 2019 12:30 pm

Sí, pero eso no me respondía a la mayor duda de todas, basada probablemente en el machismo imperante en mi época. ¿Cómo había podido una mujer crear algo así? El tema de por qué colaboraba con la Inquisición era secundario. De hecho lo raro era que alguien en esos años no fuera temeroso de Dios, así que no era raro que los eclesiásticos captaran a las mentes más brillantes casi sin esfuerzo. Pero tenía que ser una fémina notable la que dispusiera de la inteligencia y los medios suficientes para inventar un artilugio semejante. Casi me daba pena que tuviera que morir.

Me hizo gracia que mostrara el cuello en un gesto tan animal. Nosotros éramos licántropos y teníamos acentuado ese sentido, pero si uno sabía observar ese tipo de maneras se podían observar con facilidad en los demás humanos. Todos nosotros teníamos más de bestia de lo que nos gustaba reconocer. La diferencia entre los sobrenaturales y los otros era simplemente el grado en que aceptábamos la dualidad. - No conozco a ningún lobo que sea buen arquero. - Reflexioné. No decía que fuera imposible, pero a los nuestros solía gustarles más el cuerpo a cuerpo. No sería descabellado tampoco pensarlo porque nuestra buena visión nocturna quizá nos capacitaría para afinar la puntería en la oscuridad, pero no sabía de ningún licántropo que se sintiera llamado a esa clase de arma.

Mientras conversábamos llegó el tren. Por un instante lo ensordeció todo con el chirriar de sus ruedas sobre los traveses de la vía, pero luego se detuvo y mientras se apeaban los pasajeros pudimos seguir la conversación. - A nadie que ha sufrido una conversión le es ajeno el sufrimiento. - Me limité a decir. No podía contarle a Granchester hasta que punto me era íntimo el dolor, y no solo el físico. No estábamos en un concurso de ver quién era más desgraciado, pero sabía que si alguna vez le contase a alguien que había sido yo mismo quien había matado a mi mujer y mis dos niños no volvería a mirarme igual. Daba lo mismo que uno compendiera que siendo un licántropo se perdía la conciencia, en el fondo todos pensarían que yo era el mayor monstruo de todos. El único que lo había sabido era Lup, y pese a ello me había escogido como sucesor. A veces me preguntaba si no sería porque sabía que después de haber cometido una atrocidad semejante no me temblaría el pulso para imponer mi mandato sin remilgos.

Arrugué la nariz cuando dijo que había una vampiresa en el grupo. Yo no trabajaba con sanguijuelas. Por otro lado... tal vez lo más sensato era centrarse en el trabajo en ciernes y poner reparos después. Si mostraba mis reticencias me dejarían fuera del grupo. - Cuenta conmigo. - Subí al tren en compañía del médico, tomamos asiento. Miré por la ventanilla y lamenté que se hubiera puesto el sol, el trayecto era mucho más ameno si se podía ver bien el paisaje. No obstante las trazas de luna menguante nos acompañaban. - Ahora que sé dónde encontrarte podremos discutir los detalles. - No parecía sensato seguir hablando de eso en un lugar como un vagón de tren, donde los otros pasajeros podían aguzar el oído. Dejé el sombrero sobre mis rodillas, me desabroché el gabán y miré a Loyd mientras iniciábamos el viaje. No sabía si tenía delante a un aliado o a alguien que acabaría por sorprenderme negativamente, pero me inclinaba a pensar en lo primero. De cualquier forma los días siguientes tendría que poner mis asuntos en orden por si el tema del asalto al tren se complicaba. El futuro era incierto una vez más.

por **Loyd Granchester** Mar Ene 15, 2019 3:08 pm

Encontrar a una persona como Etienne hoy en día, es como hallar una aguja en un pajar. Es un líder nato, con unas dotes de conciencia y entendimiento que al cachorro sorprenden. Confianza se puede leer en cada uno de sus movimientos y con el paso del tiempo, si bien abre poco la boca, se comprende el por qué. Tiene su propio grupo de personas, su manada a quien cuidar, por lo que tiene que ser precavido con todo lo que sucede a su alrededor. Esperando al tren, Loyd juguetea con un par de monedas pensando en lo que podría suceder como los atraparan, pero al mismo tiempo sabiendo que si todos tenían disposición y hacían bien su trabajo, saldrían avante. Tiene confianza en Rashida, en que ella es la que va a orquestar un excelente plan para lograr su cometido.

El inquisidor es el que le preocupa. De naturaleza hechicero, puede tener varios ases bajo la manga. Deberán combatirlo y distraerlo para que la carga pueda ser obtenida por su equipo o se verán en aprietos como las armas se distribuyan entre los inquisidores. De más está el hecho de que se oyen susurros indicando que las filas del Santo Oficio se engrosan. Los sobrenaturales en París están tocando demasiado a su suerte y tarde que temprano, tantos actos crueles y agresivos, tienen su castigo. Eso perjudica a inocentes y pecadores por igual. Frunce los labios haciendo una mueca por el silbato tan potente del tren. Por eso casi no viaja en este medio de transporte. Le aturde con cada uno de esos sonidos. Se sube tras Etienne, se acomoda en su lugar arreglando su bufanda en silencio y después los guantes.

- De acuerdo, contaré contigo De todas formas ya te dije que me avisarán cuándo será la fiesta. Con que lleves tres botellas es suficiente, no te compliques - le habla en código esperando que tenga la suficiente astucia para comprender. - Y tal cual, tienes dónde encontrarme. Búscame en cuatro días y veremos cómo va todo o manda a alguien con un recado y te lo envío de regreso - propone para que no dé la vuelta en vano. Acomodado en el asiento, el mismo traqueteo le genera algo de silencio extra. Si bien sus oídos son muy desarrollados, se verá muy raro que hablen a tono bajo en tanto los demás de vez en vez gritan. Así que mantiene silencio hasta llegar a la estación.

En el andén, se despide de Etienne estrechando su mano. - Búscame o te busco, cualquiera de los dos que haga el primer contacto será bueno. Cuídate y recuerda lo que te dije - le advierte para que avise a sus conocidos que se mantengan lejos de Notre Dame so pena de muerte. Cuando se aleja, piensa en cómo es el destino, él que iba a atender a una familia y terminó con un aliado más para esta contienda. ¿Quién lo diría?

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