En valles de sombra y de muerte - Libre -

por **Melodie Aissaguer** Miér Ene 23, 2019 11:35 pm

Si un día cualquiera, despertaras y descubrieras que ha pasado tanto tiempo, como el que le toma a un cometa dar su paseo en el universo. ¿que harías? ¿cambiarías tu vida, o tu forma de ser y pensar? Eso fue lo que le ocurrió a Ciara, Un día cualquiera de un otoño ya olvidado.

Reino de Corea, poco antes de la ocupación japonesa Diciembre de 1909

Acomodó su cuerpo a la barandilla del barco. El otoño había sido un tanto frío y en esas latitudes del mundo, el invierno se pronosticaba desapacible y peligroso. Casi dos meses en barco, por culpa del clima, de las tormentas, pero por fin, llegaba a Busan, ese puerto que no hacía mas de unos años atrás se abriera al comercio internacional, o mejor dicho al imperio Japones. Ciara había dejado atrás toda su vida, su pasado, cual un libro olvidado, permanecía en un París, tan lejano, que parecía que jamás le perteneció. Su rostro, algo pálido por la travesía, con suaves ojeras, no dejaba de ser armonioso y delicado. Sus cabellos un tanto alborotados, recibían los destellos del sol naciente, haciendo que parecieran hilos de oro, danzando al viento marino. Inclinó su cuerpo por sobre la baranda, al momento que inspiraba profundamente, el aire era helado, a pesar de ser un amanecer de un día despejado. Tembló aun enfundada en su abrigo de piel. Un marinero que pasó a su lado la reprendió, - debe tener cuidado, el movimiento del barco, el mar un poco encrespado, pueden hacer que de un segundo al otro, se deslice hasta el fondo del mar - Ciara le observó, con sus ojos colmados de sorpresa y alejándose lentamente de la baranda, dispuesta a volver al salón comedor y allí esperar tocar tierra firme.

Eran un poco mas de media mañana, cuando el puerto de Busan, se dejó ver con nitidez, su constante movimiento, le hicieron pensar - a Ciara - que aquella era una ciudad pujante. Mas su destino no era esa población, deseaba llegar a la capital, y si era posible mas al norte, a donde se decía los conflictos eran mucho mas crudos. Como tantos otros, Ciara deseaba llevar sus conocimientos de medicina a los lugares que eran apartados de la mano de Dios - Dios - pensó, mientras negaba con un corto movimiento de cabeza, - ¿Donde estuvo Dios, cuando le necesité? - caviló con un dejo de tristeza, aunque momentos después, se arrepintió de ese pensamiento, pues llegar allí, poder dar ayuda a esas personas, había sido en sí, un milagro y una bendición para su propia vida. - Puedes volver a comenzar, olvidar el pasado, las heridas, y ser nuevamente, una mujer fuerte y determinada - se dijo, contemplándose en el espejo de su polvera, - vamos, se valiente, un paso a la vez - inspiró de manera profunda, intentó sonreír costes mente al marinero que le ayudó a descender por la rampa. Sus pies tocaron por fin tierra firme, llevó su mano a su sombrero, con toda la rapidez que pudo, pues una ráfaga de viento corrí en su dirección. Mas no fue suficiente y éste voló rodando por el piso. Se apresuró a correr en busca del huidizo sombrero, que fu a impactar en los pies de un caballero.