Aunque ande en valles de sombra y de muerte - (Privado)

por **Aonghus MacRanald** Miér Ene 06, 2016 4:26 pm

Había salido a dar su ronda, mas temprano de lo habitual, ya que se suponía estaba activa una redada, en los callejones de París. Ademas no podía quedarse mas tiempo en la inquisición, no mientras esa gata loca estuviera rondando las salas. Su corazón, dolía al recordar a su pequeño hermano, - soy el guarda de mi hermano, y no se nada de él, mas las noticias que me han dado, solo lograron angustiarme mas - caviló, desasosegado con la posibilidad de que los datos aportados por la inquisidora espía, fueran fidedignos. lo atormentaba. - ¿acaso puedo dar crédito a la información aportada por Macbay? ¿sería verdad que mi amado hermano, se ha convertido en un anatema de Dios, en un hijo de la noche? - Chasqueó la legua, negando mentalmente aquella posibilidad. Cerró sus ojos, prefería no seguir meditando en ello, porque la sola posibilidad le parecía descabellada. - De seguro, Ealair, siguió una pista errónea, ella no conoce a mi hermano como yo, Ionel, es capaz de tener amigos de esa raza. Jamás hizo acepción de persona - , recordó como de pequeño amaban los animales y a todas las criaturas, sintiéndose así un poco mas seguro al poder justificar la mala información. No tenía que ver el hecho de no aceptar a su hermano si llegaba a ser un vampiro, era la tremenda tristeza de pensar en una vida solitaria, alejada de todos y de Dios.

Su montura seguía el camino hacia los callejones de París, la zona en que muchas veces, se ocultaban los sobrenaturales, la cual era un buen coto de caza, tanto para inquisidores, como para sus presas. Slava, se encontraba ensimismado en sus cavilaciones, cuando el animal se puso algo nerviosos. Con un movimiento de las riendas lo hizo detener y volver sobre sus pasos, logrando divisar la entrada a uno de esos callejones. Atisbo dentro de éste, como un hombre se intentaba zafar de otro, mas apenas emitía un lamento, para luego dejar caer sus brazos, exangüe. El agresor seguía impávido, hundiendo su rostro en el cuello del infeliz, manteniendo el peso del desvanecido a la altura del pecho.

Slava, saltó del caballo, mientras se disponía a sacar su cañón, y dar caza a esa criatura diabólica, - que haces demonio de las profundidades - le gritó, intentando hacer que dejara su presa y acortaba la distancia, - suelta a ese infeliz, no sigas por el camino de la perdición, siendo anatema de Dios... - iba a continuar con su discurso para terminar dando un tiro en mitad del corazón a esa bestia. Mas el cuerpo se le convirtió en piedra, sus brazos extendidos en posición de disparo, temblaron, al igual que su voz - Ionel... hermano... ¿eres tu? -.

por **Dougal Scrymgeour** Miér Ene 20, 2016 6:29 pm

aunque ande en valles de sombra y muerte

La escasa luz que algunos astros reflejaban en esa fría y gigantesca bóveda llamada cielo nocturno, era opacada por el titilante reflejo de las farolas que se elevaban en su camino. De mala gana continuó dirigiéndose hacia el cementerio, necesitaba hablar con él aunque no se encontrara de forma física en ninguna de esas tumbas. Poco a poco su cordura le abandonaba, a cada paso que daba un peso caía sobre sus hombros, cada punzada que el dolor producía sería soportable, todo en esa noche sería soportable de no ser por esa sed que le obligaba a comportarse como asesino de vez en cuando, pues hasta entonces no habría encontrado otra forma de saciar ese deseo.

Y es que hasta ese entonces no había descubierto en si momento más oscuro. Desde su llegada a la capital no había caído en las garras que la demencia produce, cuando era engullido cada noche por las fauces de aquellos demonios del pasado, aún presentes en su mezquino andar. Se llevó las manos a sus sienes intentando hallar calma mientras se adentraba en aquellos terrenos inhóspitos. En su mente la efigie de su hermano mayor aún invadía sus sentidos, un recuerdo que se negaba a morir sobre el espeso oleaje de la culpabilidad.

Valiéndose de una de sus habilidades notó que pocas personas transitaban por el callejón, agudizó su mirada para hallar en este alguna presa fácil, no mujeres, no niños, esa era la regla que se había dictaminado desde que dio inició su recorrido en el sendero de inmortalidad y bajo los preceptos aprendidos de Baldassare. Dobló hacia la izquierda con pasos ligeros cuando frente a sus ojos un hombre de estatura mediana y complexión no muy robusta corría agitadamente con la vista hacia atrás, al tanto de que alguien no siguiera sus pasos seguramente, sin notar al inmortal chocó contra este dejando caer un pequeño morral de cuero escondido debajo de su maltrecha ropa.

Los ojos de Ionel advirtieron en la fachada precaria del sujeto, estaba casi convencido de que aquello no le pertenecía, por la forma en que vociferaba maldiciones por haberse cruzado en su camino, le tomo por el cuello aprisionándolo contra la pared, poco pudo hacer el sujeto cuando sintió el filo de aquellos colmillos fríos. El neófito se mantuvo bajo control mientras tomaba aquel líquido vital, no era del todo agradable tener que alimentarse de un rufián como aquel. Poco antes de que su víctima desfalleciera por completo escuchó lo que se convertiría en su epitafio. El ritual estaba culminando cuando los sentidos le advirtieron de una presencia más en la entrada del callejón aunque no fue eso lo que realmente le descontroló sino la identidad del sujeto que ahora le apuntaba con un arma.

–¿Mircea?– susurró con voz temblorosa moviéndose hacia atrás para ocultarse en las penumbras del callejón.

por **Aonghus MacRanald** Mar Feb 16, 2016 6:43 pm

-¡Ionel!- Volvió a gritar mientras se apresuraba a entrar en el callejón, Sus pasos eran pesados, rápidos, el sonido de éstos sobre la superficie, en parte encharcada, hacía que cualquier ser pudiera saber exactamente por donde él corría. Estaba poniéndose en peligro, pero eso no le importaba, no existía nada mas valioso que encontrar a su pequeño hermano, y ponerle a salvo. La inquisición había dado la orden de hacer una masacre de sobrenaturales en la ciudad, y si su querido Ion se encontraba en París, podía ser una de las victimas.

Continuó, corriendo, buscando por cada rincon de aquel callejón. Encontraba algunos borrachos, prostitutas que intentaban detenerlo para así llevarle por el camino de la carne, pero él, solo tenía una misión en su vida, la que había aceptado en el lecho mortuorio de su madre, - cuida de tu hermano, júrame que lo harás, no dejes que nada malo le ocurra - él había jurado, pero las cosas no habían salido como Slava pensó, su hermano había abandonado la mansión, el país y por años no supo nada de él. Hasta que un conocido, le comentó de un artista, un pintor que llevaba el mismo apellido suyo. No fue necesario que le dijera mucho mas. Pronto se encontraba camino a París y allí, por averiguaciones, le confirmaron lo peor. Su pequeño Ion se había vuelto un vampiro. ¿Como podría materializar su promesa? solo existía una manera, unirse a la inquisición y así, vigilar para que jamás llegaran los inquisidores a él.

Corría por el callejón, cuando un grupo de asaltantes lo detuvo, - ¿adonde vas? - dijo uno de ellos, - dejadme pasar, o obstruyáis a misión de un enviado de la iglesia - les espetó, mas los malvivientes se miraron y rieron, - ¿crees que por ser un cura, puedes tener mejor destino que un caballero? - le espetó uno, mientras dos de los que lo acompañaban tomaron a Slava por los brazos y el que parecía el jefe, comenzó a pegarle puñetazos en el estomago y la boca. Su labio comenzó a sangra profusamente, mas en su cabeza solo podía pensar en que debía poner en sobre aviso a su amado hermano, del peligro que corría si se quedaba en la ciudad.

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