Tarde de paseo (Margherita)

por **Abigail Barascout** Lun Dic 27, 2010 3:02 pm

Era un gran día para pasear por los jardines de Francia, no hacía demasiado frío y aunque el cielo estuviera encapotado, signo de una futura lluvia, no me daba miedo, es más deseaba que se pusiera a llover y poder sentir la lluvia en mi piel, algo que en Escocia pocas veces podía hacer, por lo menos sin tener que esconderme.
Aunque la gran mayoría de veces que salía por París lo hacía con ropas que me hacían ver de otra clase, hoy no era de ese día, iba vestida con un vestido elegante y caro, del protocolo de una princesa, quitando que el pelo lo llevaba completamente suelto, sin nada que lo sujetase. Era incomodo ¿por que teníamos que llevarlo así? No lo entendía.
Estaba sentada en uno de los bancos, descansando un poco mientras miraba a los niños que habían por ahí, sonriendo al verlos tan felices jugando, sin importarles si manchaban la ropa o se despeinaban.

por **Margherita A. Pellegrini** Lun Dic 27, 2010 4:31 pm

Primer día que amanecía en mi cama de mi mansión en Francia. Aquella mañana me desperté temprano, pues los rayos de luz que entraron por mi ventana a través de las cortinas hicieron imposible que pudiera rendirme a la oscuridad y perderme en mis sueños. Las doncellas llegaron a la habitación tam pronto como las llamé y me peinaron el cabello que caía en finas ondas por mi espalda, lo recojieron en un complicado y elegante peinado. Me apretaron el corse, hasta casi dejarme sin respiración pero, estilizaba mi figura, me pusieron el discreto pero lcaro vestido de gasa amarillo pastel con detalles y encajes en blanco y añadieron unos pendientes de diamantes, sencillos pero elegantes, al igual que el anillo de zafiros y diamente que reposaba en mi dedo las 24 horas del día. Me puse mi abrigo de pieles y me lancé a la calle con una doncella a mi lado.

Salí de mi casa, y ordené al cochero, que nos llevase a mi doncella y a mí a la catedral, pues, aunque mi casa tuviera una pequeña capilla en su interior, me fascinaba la catedral de París, era simplemente hermosa y bella y un lugar perfecto para realizar mis oraciones. Después de eso, salí a la fría calle de aquel día nublado, a punto de ser mojada por la lluvia. Y, aunque no fuera el mejor día para visitarlos, pusimos rumbo a l os Jardines Botánicos. Siempre, era de agrado poder pasear por unos bellos jardines, y aunque mi casa, también dispusiera de ello, no me gustaba quedarme atrapada allí todo el día, ya pasaba sufiente tiempo dentro de la solitaria mansión, bueno quizá no en esa mismo pues solo llevaba un día llí, ni si quiera me había dado tiempo ha explorarla como es debido, ni a conocerla, pero en la casa de Roma, sí que lo hacía.

Cuando llegué y pasee por los preciosos y extensos jardines, pude observar a lo lejos, detrás de una multitud de niños que jugaban sin ningun tipo de regla o supervisión, y detrás del grupo de pobres, pero al parecer felices niños que allí jugaban, me pareció ver a la princesa de Escocia, con la que, por mi posición social de condesa de Italia, había coincidido con ella en alguna ocasión previa. Así que decidí acercarme poco a poco al lado de mi doncella hasta aquella hermosa y poderosa mujer.

por **Abigail Barascout** Mar Dic 28, 2010 5:30 am

- Sería tan feliz si pudiera ser como vosotros...
Susurré para mi misma, sabiendo que no había nadie a mi alrededor que me pudiera escuchar, además ¿qué podía importar eso? Nadie le daría tanta importancia a una frase... Mentira, mi padre si se la había dado hace unos años, cuando le dije que prefería ser pobre y feliz que no una princesa, nunca lo había visto tan enojado por mi sinceridad y estoy casi segura de que si no hubiera sido por mi madre me habría dado una bofetada, ganas no le habían faltado. Suspiré con ese recuerdo, negando con la cabeza para poder olvidarlo, no quería que me estropease este día.
Seguí mirando esas escenas divertidas, nadie se tenía que esconder para estar contento y divertirse como ellos, parecía que solamente era yo la que tenía que esconderse para ser feliz y ser tratada como una chica nada más, desde que me escapaba en Escocia con el consentimiento de mi madre y mis doncellas, la vida era más feliz en el castillo. Y ahora en Francia que estaba casi sola, era mucho mejor. Extrañaba a mi madre pero no tenía intención de volver, por lo menos no en un largo tiempo. La libertad se sentía bien.
Volteé la cara, dejando de mirar a los niños, quedándome mirando a una dama y su doncella fijamente, la dama era elegante y con demasiada clase vestía pero lo más importante y el porque no podía apartar la vista de ella era que nos conocíamos de habernos encontrado en algún acto social, lo que no sabía era que hacía una condesa de Italia en tierras francesas, suponía que algún acto o vacaciones, ¿yo no me había alejado de mi país también? Todos éramos libres de hacerlo. Me levanté del banco, alisandome el vestido y con una sonrisa tímida me acerqué hasta ellas, mi curiosidad podía conmigo y deseaba saber si estaba en lo cierto, me quedé a unos pasos de distancia de ellas, ahora que las veía de cerca estaba casi segura de quien era - ¿Condesa Margherita?

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