Axel von Steinberg

por **Axel von Steinberg** Mar Dic 28, 2010 5:07 pm

Axel von Steinberg

Mannen som kommer att föra natten
(El hombre que traerá la noche)

”...Y tiempo después, mucho tiempo después, dicen los relatos, un descendiente de Hati llegará a odiar a un hombre de tez tostada, un hombre al cual guardará rencor por desvelarle una verdad que no será capaz de aceptar. Y aquel descendiente del Månen mördaren* y aquel hombre de afilada mirada se encontrarán antes en pura esencia que en apariencia, en pura verdad, en aquella virtud y aflicción que compartirán. Y es tras ese encuentro que un enlace se entablará entre ambos y los mantendrá unidos y no los dejará separarse hasta que su historia llegue a término. Ese hombre, en realidad, será el destino del descendiente, para bien y para mal, y será el único capaz de evitar que el Ragnarok se precipite. Y será en la mano del descendiente, como hijo de Hati, en la que estará la decisión de matar a aquel hombre o dejarlo con vida…”

*Månen mördaren – Asesino de la Luna

Edad: 19
Especie: Nobleza / Cambiaformas
Tipo y nivel social: Nobleza
Propiedades familiares: Baronía de Enköping
Lugar de nacimiento: Enköping, Suecia
Lugar de residencia: Enköping y Estocolmo, Suecia
Desempeño: Teniente del ejército sueco y estudiante; acualmente embajador de Suecia en París.

Descripción física

Forma humana:

- Altura: 180 cm

- Complexión: delgado, aunque musculoso, debido a su condición de militar.

- Rasgos faciales: nariz recta aunque algo sobresaliente en la punta, ojos de un azul claro, labios carnosos y una tez bastante pálida.

- Otros datos: sus dedos de las manos no son especialmente largos, pero tampoco se les puede tildar de cortos. Por otro lado, posee una voz algo grave, aunque quizás no tanto como otros hombres de su edad.

Apariencia: suele vestir su traje militar: una camisa blanca bajo una casaca azulada que le llega hasta la cintura, terminando en dos franjas horizontales de color dorado. Los hombros, así como el cuello y el final de las mangas son del mismo tono ambién. Sus pantalones, a juego con la parte superior, quedan recubiertos por unas botas n que le llegan hasta media pierna. Por último, a veces lleva las manos cubiertas por unos guantes blancos y la cabeza por un sombrero negro de claro corte militar.

Forma animal:

Canis Lupus Albus: el muchacho puede convertirse en un lobo de la tundra de pelaje de un negro azabache, de alrededor de metro y medio de longitud, que se convierte en un tono canoso en la parte inferior del cuello. Sus dientes son firmes y blanquecinos, fieros y afilados, al tiempo que sus ojos no varían en tonalidad con los que tuviera en forma humana.

Descripción psicológica

- Personalidad: Axel es un chico que se podría tildar de tímido, pero siempre con la amabilidad tiñendo sus palabras y una sonrisa preparada. No es alguien al que le gusten mucho los encuentros desagradables, pero sabe que, por regla general, el deber va por delante de sus deseos. Así mismo no le gusta en demasía esperar, siendo poco paciente a veces, aunque habiendo aprendido a calmar interiormente esas prisas. Él mismo se podría definir como una especie de vividor contenido que, a pesar de querer disfrutar la vida, sabe restringirse a las costumbres sociales en las que ha sido criado y a las que está destinado. El deber, lo que tiene que hacer, es en cierto modo su refugio, algo que cree inmutable, algo que, quizás, es semejante a la moral kantiana, el deber por el deber. Axel creció hasta los diez años con una educación cristiana y, después, su abuela le mostró el mundo vikingo, sus leyendas y su religión; eso causó un gran desconcierto en el muchacho, pero terminó optando por no renunciar a lo anterior, usándolo como base de cara al mundo, pero tampoco rechazando lo nuevo, usándolo como una meta superior en su vida, una meta que, quiera o no, debe cumplir.

- Intereses: su pasión suele ser encerrarse a leer libros o poesía, investigar y todo aquello que tenga que ver con leyendas o la historia antigua. El arte plástico le gusta, en especial el pictórico, pero sin llegar a apasionarle en gran medida. A parte de eso, en ocasiones se escapa a algún lugar recóndito a leer el libro en el que está relatada la leyenda de sus orígenes o a contemplar la luna, pensando en su supuesto destino.

- Su “otro yo”: Axel siente a su mitad animal casi como una carga, es el recuerdo de una misión que aún no ha llevado a cabo y que tampoco sabe cómo conducirla a buen puerto. Por otro lado, a pesar de esa parte lupina, él se considera humano y evita transformarse en lobo más de lo necesario, dado que lo considera casi como “un quiste”, una “malformación”, una herencia que le ha sido impuesta y, sobretodo, una herramienta para ayudar a Hati a acabar con la luna. También es bastante posible que sea a causa de la naturaleza caótica del animal, ya que en apariencia lupina sus instintos están más acentuados y le cuesta más controlarse, algo que no termina de agradar al chico en ciertos momentos y por lo que prefiere evitarlo.

- Confrontación interior: Su educación cristiana y la revelación escandinava; su parte humana y su parte animal; su deber en la sociedad y su deber para con el mundo. Axel es una persona con una fuerte división interna. Por un lado pretende vivir como un noble más, como un militar más, pero, por otro lado, sigue intentando buscar solución a esa “misión” que tiene que llevar a cabo. Pero, a pesar de haber aceptado esa misión, considera su mitad lupina una carga, y eso es una contradicción, pues sin esa herencia jamás hubiera tenido misión alguna. De una u otra forma, quizás esa incoherencia sea el origen de la terquedad de Axel respecto a este tema, no atendiendo a razones, pues la razón, por esta vez, casi juega en su contra.

- Intereses: su pasión suele ser encerrarse a leer libros o poesía, investigar y todo aquello que tenga que ver con leyendas o la historia antigua. El arte plástico le gusta, en especial el pictórico, pero sin llegar a apasionarle en gran medida. A parte de eso, en ocasiones se escapa a algún lugar recóndito a leer el viejo tomo en el que está relatada la leyenda de sus orígenes o a contemplar la luna, pensando en su supuesto destino.

- Conocimientos y habilidades: Sabe ”un poco de todo”, aunque su saber es algo más extenso en lo relacionado con la filosofía o con la historia. Él mismo se define como una especie de vitalista contenido que, a parte de querer vivir la vida, sabe restringirse a las costumbres sociales en las que ha sido criado y a las que está destinado. Sabe tocar el piano y entonar bien con la voz, fruto de su educación juvenil, aunque no suele prestar mucha atención a dichas disciplinas. Domina varios idiomas: el danés, el francés, el alemán y, obviamente, el sueco.

- Aspiraciones: Axel está algo perdido en cuanto a sus aspiraciones. Por un lado quiere ascender en su posición dentro del ejército, aunque, en realidad, siente que eso no termina de llenarle, quizás por sentirse algo especial, ajeno a aquel mundo debido a su condición de lobo y a formar parte de una leyenda más antigua, incluso, que el mismo Cristo. Por ello, siempre está abierto a conocer a gente que pueda tener conocimiento de relatos populares o cualquier tema relacionado con el ocultismo. Se enfrentará a los problemas y las dificultades de la vida del día a día hasta que su misión se le “revele”.

- Orientación sexual: en principio es heterosexual, ya que así es como se considera a sí mismo, pero nunca siquiera ha pensado en mantener contacto con miembros de su mismo sexo, por lo que no se sabe qué podría llegar a suceder. Seguramente en un principio se agarrará a las “buenas costumbres” y rechazará frontalmente eso, aunque probablemente sea tolerante respecto a los demás.

Historia:

Hace diecinueve años, en la no muy grande ciudad sueca de Enköping, nació un pequeño y blancuzco niño de ojos azulados. Todos los presentes en aquella pieza, decorada al gusto de la época, contemplaban cómo las pequeñas manos del recién alumbrado se aferraban con fuerza a los cabellos de su madre, del brillante rubio que él había heredado, quien guardaba entre sus brazos a aquel indefenso y único heredero del barón local. Su nombre sería Axel.

El vástago de los von Steinberg creció feliz durante aquellos primeros años de vida; con una sonrisa, fruto de la sorpresa y la admiración, alegraba el día a día de aquella noble familia con la acostumbrada espontaneidad que le caracterizaba. Aquella mueca, siempre combando sus labios, evidenciaba la retahíla de preguntas que guardaba en su interior, las cuales todos sabían que, tarde o temprano, terminaría formulando. Así, de esta manera, el muchacho, curioso, pronto demostró una atracción por el conocimiento, por lo que en cuanto pudo fue tanteando en diversas materias, según sus intereses y sin llegarse a centrarse realmente en algo en concreto, siempre dejando espacio, eso sí, para los divertimentos a los que todo buen infante pudiente debe dedicarse.

Pero a los diez años algo hubo de cambiar la vida y el sino de aquel joven. El muchacho lo recordaba muy bien, grabado casi a fuego en su memoria. Aquella tarde de temprana primavera, habiendo cumplido no hacía mucho su primera década de existencia, se encontraba en el bosque, buscando el gran árbol que guardaba la entrada secreta a la guarida de aquella bruja malvada que había osado raptar a la princesa del reino vecino. Las intenciones de aquel valiente caballero eran rescatar a la dama y pedirla en matrimonio, pues todos hablaban acerca de su impactante belleza; pero, fuera como fuese, los avatares del destino depararon que aquel juego nunca llegara a buen término o, siquiera, fin alguno, pues, en mitad de su inocente aventura, el chico sintió un agudo y profundo dolor recorriéndole toda la espina dorsal, de extremo a extremo, y extendiéndose el mal por sus extremidades y, sobretodo, su cabeza, en una oleada de sucesivas sacudidas que, si bien no fueran tan fuertes como para perder la percepción acerca de aquel sufrimiento, sí eran lo suficiente como para hacerle creer que sus miembros se contraían antinaturalmente, algo que no podía constatar a causa de sus párpados fuertemente cerrados. Así, más tarde que temprano, su mente terminó por no soportar más aquel suplicio, por lo que acabó allí, tendido inconsciente en el suelo del bosque.

Su siguiente recuerdo fue el del crepitar de una lumbre y el mullido tacto de un colchón bajo su cuerpo. Al abrir los ojos lentamente, recordando aquella pesadilla como un mal sueño, identificó a su abuela materna sentada junto al fuego. La fue a hablar, intentó hacerlo, pero de su garganta solo surgió un leve rugido, apenas un gruñido que, si bien alertara a la mujer, posiblemente llegara a asustar al chico. El chico, asombrado, intentó erguirse, sentarse o ponerse en pie, mas su cuerpo no respondía bien a sus instrucciones; su anatomía había cambiado. La mujer, entonces, le explicó lo que era y los orígenes de aquella dote que, si bien pudiera ser una ventaja, otras veces pudiera ser una manifiesta maldición.

La historia que le contó la mujer versaba acerca de Hait y Sköll, el lobo que perseguía a la luna y el que hacía lo propio con el sol. Según los mitos de aquel norte europeo, de toda Escandinavia, los dos lobos eran hijos de Fenrir y su misión era seguir cada uno a uno de los dos astros celestes para intentar darles caza y devorarlos, lo cual ocurriría al llegar el Ragnarok, el final de los tiempos. Hait, el lobo negro, según aquel relato, había quedado prendada de una bella mujer de cabellos dorados y pálida piel que, por su condición de animal, rechazó a aquel ser sobrenatural, descendiente de dioses. Hait, sin darse por vencido, siguió rondando a la joven, pero, ante las negativas de ella, él terminó forzándola. A juzgar por las palabras de su abuela, que en realidad se le había revelado como bruja, aquella mujer era antepasada suya y, por sus venas corría la sangre del antiguo dios Loki, padre de Fenrir. Su pelaje lo delataba: era descendiente del que se convertiría en asesino de la luna y su misión era, literalmente, ”destruir la luz de la noche”. El chico era aún pequeño y no sabía si realmente ese sino era el que él quería, por lo que, sin prestarle mucha importancia a aquellas últimas palabras, se dedicó a disfrutar de su nueva condición.

Con el paso de los meses su tiempo libre fue disminuyendo y, a los trece años de edad, fue enviado a Estocolmo a recibir una educación más avanzada, por lo que sus escapadas como animal se vieron reducidas hasta la casi nulidad. Su nueva vida transcurrió con normalidad, como un noble de provincia empezando su carrera militar y diplomática alejado de su casa, sólo permitiéndose alguna noche a permanecer en la ventana, mirando aquel bello astro nocturno que, pese a su serenidad y omnipresencia, era su contrincante natural, aquel a quien debía dar muerte. Sin embargo esta nueva etapa en su vida significó un cambio significativo en lo que respectaba a su forma de lobo. Poco a poco se fue dando cuenta de lo que significaba el deber y la responsabilidad que pesaba sobre sus hombros, pero, al mismo tiempo, comenzó a pensar acerca de lo qué era moralmente correcto, al menos en lo que a él respectaba y, sobretodo, a la verdadera naturaleza de su "otro yo". Él terminó llegando a la conclusión de que el lobo era una herramienta, un instrumento para llevar a término su cometido, pero que, a pesar de todo, no era él, era una especie de intruso y, como tal, no terminaba de estar a gusto en aquella apariencia.

Con el inicio de las guerras napoleónicas fue destinado a luchar contra sus vecinos daneses, consiguiendo ascender hasta el rango de teniente al haber conseguido salvar al regimiento al que tenía a cargo y rodear al enemigo al haber quedado detrás de las fuerzas invasoras. Al acabar las guerras regresó a Estocolmo para continuar con sus estudios. Sorpresa suya fue cuando recibió una carta, algún tiempo después, diciendo que, a petición de la casa real, sería destinado a París, en función de ayudante en una misión diplomática para encargarse de instaurar buenas relaciones entre el nuevo gobierno francés y el sueco, que había recuperado su posición como obvia potencia de los países del norte. El muchacho, tras regresar durante apenas una semana a su villa natal, se dispuso a partir hacia su nuevo destino. En el camino se enteraría de la doble naturaleza de la expedición: aparte de procurar acercar las relaciones con Francia, apoyar a un pretendiente al trono de París, más cercano a los intereses suecos y que, además, estaría en deuda al país escandinavo.

Pertenencias dignas de mención:
- Un medallón antiguo de bronce en el que aparece un lobo persiguiendo a una luna y otro persiguiendo a un sol.
- Un pequeño libro con la leyenda de sus orígenes, en papel amarillento y con un recubrimiento de cuero.

por **Aifric Colfer** Mar Dic 28, 2010 7:06 pm

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