Visitando a una persona querida (Kevin)

Aquel dia no habia empezado bien, solo abrir los ojos se habia apoderado de mi una enorme sensacion de tristeza o de desemparo y aun no habia puesto un pie en el frio suelo de mi habitacion suspire hundiendo el rostro en mi mullida almohada y al final decidi levantarme, camine hasta las cortinas y las descorri para ver que el dia era gris y que parecia acompañar a mi estado de animo. Suspire apoyando mi frente contra el frio cristal, depsues de unos segundos lo retire y descorri del todo las cortinas dejando que la poca luz natural de aquel dia inundase mi habitacion, camine hasta mi enorme vestidor el cual mi ropa solo ocupaba una media parte de él y elegi un vestido de color crema que combinaba con mi piel y lo deje encima de la cama de matrimonio en la que dormia sola y me quite la ropa de dormir para ponerme el vestido, cuando acvabe sali de mi habitacion y baje las escaleras dirigiendome al comedor donde una de mis criadas me esperaba con el desayuno preparado a mi no me gustaba tratarlas como esclavas como hacian mis padres, otra de las razones por las que vivia sola y no con ellos como Leonard que aun no sabia como seguia con ellos. Acabe de desayunar y me dirigi a la puerta principal de mi mansion, cuando sali por ella, mi cochero se acerco a mi para acompañarme con el carruaje pero le dije que no con una sonrisa, preferia ir sola.

Camine hasta una floristera que conocia en el medio de Paris y compre un ramo de rosas blancas y amarillas y retome mi camino hacia mi destino con el ramo recostado sobre mi brazo derecho con cuidado de que ninguna de las rosas se rompiera miraba el cielo encapotado mientras caminaba y en mi fuero interno rezaba porque no lloviera, aunque el cielo amenzaba con hacerlo en cualquier momento pero al fin llegue a mi destino sin quie hubiera caido una sola gota. Mi destino, era el cementerio con aquel dia y sola pasear por el cementerio me daba mucho respeto pero me habia prometido a mi misma visitar a una persona muy importante para mi. Esa persona era mi querida abuela, la que me habia querido desde que tenia uso de razon pero con la ni yo ni Leonard habiamos tenido la suerte de estar con ella ya que mis padres nos tenian encerrados en casa. Pero siempre qu epodia pedia que me llevaran con ella aun recordaba lo que llore cuando ella murio, no comia, no bebia, solo me encerraba en mi habitacion llorando estirada en la cama al final enferme pero sentia demasiado su perdida. Cerre los ojos unos segundos recordando aquella preciosa mujer, deseaba recoger el dije que habia encargado en una joyeria con la foto de mi abuela. Pero empece a nadar nuevo hasta encontrar una tumba de marmol blanco con el nombre de aquella preciosa mujer y una foto: Eleanor Caroline Rouge, Mis padres me habian puesto el segundo nombre de mi abuela, alli deje el ramo con dulzura mirandole la foto de aquella mujer arrodillandome sobre el duro marmol dejando que unas lagrimas cayeran por mis mejillas.

Me quedé observando como aquella chica dejaba el ramo y con pose tranquila miraba con cariño la foto que presidía el marmol de aquella fría tumba. Supongo que estaba demasiado concentrada en su propósito ya que yo me encontraba en una tumba adyacente pero la chica no me había visto. Los Llyr habíamos tenido desde hacía siglos el Don de la Necromancia, y por ende la comunicación con las personas fallecidas había sido un don común que tiempos muy antiguos había sido motivo de prestigio en las zonas más rurales de Escocia, pero que hoy en día era motivo de miedo y cuchicheos: Algo que había desencadenado mi marcha fuera de Escocia hasta primero Londres, y ahora París. A lugares donde nadie hubiese escuchado hablar nunca del Clan de los Llyr... "los brujos de las Highlands escocesas" como nos llamaban.

Sin embargo huir de la fama no suponía huir de la herencia: yo seguía siendo un Llyr, y por tanto seguía teniendo habilidades necromantes, además de conocimientos de Hechicería y el Don de la Empatía. Eso hacía que a veces visitara los cementerios. En Escocia lo hacía y lo hice también en Londres: desde mi llegada a París aquella era mi primera visita a un cementerio francés. Mis visitas siempre eran respetuosas, solo me sentaba a escuchar el murmullo de los muertos que arrastraba el aire en aquellos lugares, murmullo que la gente "normal" no escuchaba con frecuencia. Así a menudo reflexionaba y desconectaba de los ambientes a menudo agobiantes de las grandes ciudades.

Una sonrisa se dibujó en mis labios cuando aquella chica se secó una lágrima, mientras mi mente recogía los sentimientos de la difunta traídos al son de débiles susurros que arrastraba el aire. De ahí advertí de que se trataba de su abuela.

No se apene, señorita. Dije en un tono tranquilo, pues no me había visto y no quería sobresaltarla. Su abuela está contenta de haberla podido ver, a pesar de que durante su estancia en este mundo no tuvo la oportunidad de verla de forma tan frecuente como ella hubiese querido. Mi tono era amable, afectuoso y educado. Sonaba toda mi voz conciliadora.

Si, cuando iba a ver la tumba de aquella preciosa mujer no me daba cuenta de que hubiera alguien mas. En ese momento parecia que para mi solo existiese aquella tumba, por desgracia mi abuelo habia sido asesinado en una guerra cuando aun estabamos en Tenesse, por lo que mis abuelos no pudieron ser enterrados juntos. Algo que me dolia, pero que habia tenido que aceptar con el tiempo por mucho que no me gustara.

Con mia palidas manos me seque algunas lagrimas que seguian cayendo por mis mejillas, acabando por coger un pañuelo que habia pertenecido a mi abuela y secandome con cuidado esas gotas saladas que recorrian mis palidas y sonrosadas mejillas. Pero de pronto, una voz me saco de mis pensamientos. La voz de una persona que habia estado alli desde el principio, de la que yo no me habia dado cuenta. No me asuste, al contrario el tono de su voz no me hacia tener miedo si no todo lo contrario confianza. Levante mi vista aun con los ojos cristalinos. Escuche sus palabras pero una duda me asalto. Yo no le conocia ¿como sabia que mi abuela y yo no habiamos podido pasar juntas todo el tiempo que nos hubiera gustado?

-Gracias, pero como sabe ¿que mi difunta abuela, que en paz descanse, y yo no pudimos pasar todo el tiempo que hubieramos querido juntas?

En ese momento, lo que pensaba desde pequeña vino a mi mente. La existencia de los brujos y brujas que a pesar de lo que decian las personas mayores y la iglesia, yo pensaba que hacian cosas buenas por la humanidad y que no hacian daño a nadie. Como tambien pensaba que existian los vampiros y demas criaturas. Aunque mis padres me hubieran intenbtando quitar esas ideas de la cabeza yo lo seguia pensando.

Arquee despacio ambas cejas sin borrar ni por un instante aquella amable sonrisa que se dibujaba en mis labios cuando aquella dirigió aquella pregunta, que por otro lado era una pregunta obvia y bien justificada. Tal vez debía aprender a guardarme aquellos comentarios con gente desconocida, tal vez era un tanto presuntuoso o incluso arriesgado hablar de ciertas cosas dejando a entreveer mi naturaleza. Lo había pensado muchas veces pero cuando llegaba el momento sencillamente hacía comentarios como aquellos; después de todo ¿qué delito tenía consolar a un ser humano, diciéndole una verdad que él desconoce? El pecado era consolar a las personas hablándolas mentiras y embustes como hacían en las Iglesias... en cambio, los perseguidos éramos nosotros. Paradojas de la vida...

No es muy importante como lo supe, supongo que ha sido intuición al ver la melancolía reflejada en su rostro mientras admiraba la foto de su abuela, señorita. Dije con, exactamente, el mismo tono de voz tranquilo y consolador. Espero no haberla importunado, pero era imposible no fijarme en usted teniendo en cuenta lo cerca que estamos. Mi nombre es Kevin Llyr...

Me fijé entonces mejor en la chica; era jóven. Supongo que tendría 20 o 21 años y a juzgar por sus vestimentas y su estilo, muy elegante por cierto, sería seguramente una chica de clase alta.

Claro que si el lo era no me lo iba a decir abiertamente, pero yo no era una de las personas que perseguian a los brujos o brujas. No estaba a favor de lo que hacia la iglesia, lo habia tneido bien claro dede pequeña. Aunque mis padres cogieran un enfado monumental yo era fiel a mis principios y mis principios eran que los brujos y brujas existian y que no eran malas personas. Y en mis trece seguiria y nadie me sacaria de alli. Como siempre mi rostro y mis ojos reflejaban, los sentimiento que de verdad sentia segun mis padres eso era un defecto porque una señortita bien educada tenia que guardar lo que sentia. ¡Pero estaba harta de ello! Yo era como era y no iba a cambiar porque a ellos no les gustara. Me puse de pie mientras el se presentaba mirandole con una sonrisa mientras limpiaba mi vestido.

-Pues si asi es. Mi rostro y mis ojos siempre reflejan lo que siento en realidad, no puedo engañar con mi rostro. Perdone, por no haberle visto antes pero estaba demasiado concentrada en recordar a mi abuela, algunas veces desearia poder comunicarme con los fallecidos. Encantada de conocerle, soy Yunuete Caroline Rouge.

Le mire, era aun joven. Aunque dudaba que tuviera mi edad yo tenia los 18 recien cumplidos pero quien sabe quizas me equivocaba y si que tenia mi edad. Nunca habia sido buena para adivinar la edad de otras personas pero tampoco me importaba la edad, lo importante eran como era la persona por dentro.

Hice una ligera y educada reverencia con mi cabeza cuando ella se presentó. Es un placer conocerla, señorita Rouge. Dije en tono afectuoso y ladee la cabeza mirándola en profundidad, me había llamado mucho la atención aquello de que a veces la gustaría comunicarse con las personas fallecidas. Si me permite la observación creo que debería ser un poco más cuidadosa cuando se refiera a hablar con personas fallecidas, hay personas en la nobleza y en la Iglesia que no verían con buenos ojos tales afirmaciones. Comenté. Realmente, depende quien estaría escuchando, menciones como aquellas podían traer graves problemas. Cualquier indicio de "brujería" o "herejía" era motivo para dar comienzo a una investigación clerigal: Sobre todo en ciudades tan grandes como era París y donde la Iglesia había conseguido establecerse de una manera mucho más sólida que en las zonas rurales, cuya frecuente innaccesibilidad hacía de aquellos lugares hinóspitos más esquivos para los curas y los obispos.

De todas formas yo diría que su abuela se siente contenta de que la haya venido a visitar, pienso que la gustaría que viniese un poco más a menudo y la contase sus cosas. Dije mirando de soslayo con mirada seria aquella tumba, percibiendo realmente los sentimientos e la fallecida a pesar de que lo estaba diciendo a modo de "suposición" por motivos de discrección. Después redirigí mi mirada a la chica y renové mi sonrisa. Tal vez su abuela pueda ser su mejor confidente en los momentos en los que usted crea que no tiene con quien compartir sus cosas ¿no cree?

Sonrei cuando le escuche hablar despues de que yo dijera, si podria meterme en problemas al decir eso pero por alguna razon yo sabia que con el no tendria problemas muy al contrario que me entenderia, pero eso solo se quedaba en eso... en suposiciones.

-Lo se, pero a riesgo de parecer extraña soy una de esas personas que no creen que los brujos y brujas sean malas personas, al contrario creo que existen y hacen cosas buenas por ayudar a la ciudadania. Pero vivimos en un tiempo que es imposible decir algo sobre la brujeria.

Me daba realmente mucha pena que la gente pensara cosas malas de los brujos y brujas, pero bueno al fin y al cabo como siempre yo era la que pensaba diferente de todo el mundo. Pero yo era asi y no iba a cambiar por los demas no pensaran igual que yo al fin y al cabo eso me hacia diferente y eso ya me era suficiente. Pero le sonrei de nuevo mirando la foto de mia buela que habia en la lapida y le mire de nuevo.

-Tiene razon, cuando mi abuela estaba en vida mi mejor confidente aunque nos viesemos poco. ademas seria la unica persona que me escuchara de verdad.

Dije con trsiteza en la mirada, pero no sabia porque las palabras de ese chico hacian que me sintiera mucho mejor, es como si sus palabras fueran pronunciadas por mi abuela. Pero eso en vez de asustarme me proporcionaba una paz interior que era imposible de describir.