AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Visitando el pasado {priv}
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Visitando el pasado {priv}
Estaba en aquel lugar. Aquel que temía desde hacía ya tiempo. El sitio en donde podrían volver a salirle las lágrimas que se escondieron el Marzo de hacía tres años.
Aquella mañana de domingo había resultado extremadamente aburrida para Brigitte. Aunque hacía ya unos días que la monotonía del día a día la acechaba. Empezaba a sentirse realmente pesada por todo aquello. Ya llevaba tres años en aquel lugar y muchas cosas habían pasado. Muchas cosas habían cambiado en su vida, ya no quedaba prácticamente nada de aquella muchacha inocente y alegre que una vez fue. Aquella que correteaba por el patio de su casa junto a algunos de sus amigos del barrio.
En el fondo todavía la sentía. Esas ganas y esa vitalidad. Esa alegría. Sin embargo, día a día se iban apagando como si de una cerilla se tratase, una cerilla consumiendose, poco a poco. Una cerilla que se encendió aquel día de Marzo hacía tres años. Ya llevaba todo ese tiempo aguantando, poco le quedaba para consumirse del todo.
Abrió los ojos. Se había quedado dormida en el sofá del salón. Hacía bastante calor así que únicamente llevaba una camisa ligera y corta tapandole la parte de arriba y unos pantalones cortos, igual de ligeros, tapandole una parte del muslo, no demasiada. Parpadeó y escuchó ruidos lejanos. Aquella era la sala privada para los habitantes del burdel, por lo que allí no había clientes, sin embargo, el vestíbulo parecía estar animado.
Buscó con la mirada el reloj de pie, situado en el centro de la habitación. El reloj más grande de toda la estancia. Había uno allí y otro en el vestíbulo, obviamente, para lucir y que viesen que aquel no era un vulgar burdel, era uno de hasta un cierto nivel de prestigio. El máximo que podría tener un sitio como aquel. Qué tontería, pensó Brigitte. Como si a aquel sitio se le pudiera dar prestigio por muchas cosas bonitas o caras que tuviera.
Pasaban de las siete y media. Se había quedado bastante tiempo recostada, desde la mediodía. Tenía mucho sueño. La noche anterior había sido larga y algo tortuosa. El cliente no era de los que a ella le gustaban, sin embargo, había pasado como cualquier otra noche, sin otro remedio más que el de resignarse.
Observó, extrañandose, que no había nadie allí. Debía de estar el burdel muy lleno para que allí no hubiese ni una alma pues era donde, habitualmente, los cortesanos se reunian en espera de que los reclamaran. Eso cuando había poca clientela, cuando se llenaba, siempre era preferible ponerse fuera para que a uno le vieran. "Para que vieran la mercancía antes de comprarla" como vulgarmente decían por allí. Sin embargo, ella ya había tenido bastante con la noche anterior, no tenía ganas -como siempre- ni cuerpo para salir a venderse.
Así pues, notifico ausencia por enfermedad a la madame. Ésta le vió mala cara enseguida y no dudó en mandarla a recostar. Era su cara de desagrado habitual, todo fuese dicho, pero al parecer aquel día se le pronunciaba un poco más. Fuera por lo que fuera, a Brigitte le vino bien para hacer una pequeña escapada, de vez en cuando, podía salir por la parte trasera sin que nadie la viera.
No se cambió de ropa, era prácticamente verano así que frio no tendría, únicamente se puso unos finos zapatos, de tela, que le hacian conjunto con lo demás. La ropa era fina pero se notaba que no era una pordiosera pues algo de calidad tenía. Nisiquiera la reconocerían como a una cortesana. Su vestimenta de trabajo habitual era más tapada que como iba en ese momento, con corses que le realzaran los senos y ligas que dejaran entreveer sus largas piernas. En ese momento por no llevar no llevaba ni ropa interior para la parte de arriba. El pelo lo tenía algo desordenado más le caía en cascada hacia uno de los lados. A pesar de todo, se veía bella. Su naturaleza así lo quería y así era como lo mostraba.
Caminó y caminó. Corrió. Un lugar se le había metido en mente. Y por algún motivo sentía la necesidad de visitarlo. Un lugar que no había visitado en casi un año.
Allí estaba, casí de noche y sus piernas la habían llevado hasta el cementerio. Corría algo de viento, lo suficiente como para que algunos mechones se le movieran de sitio pero no como para que tuviese frio. Por un momento, sus piernas se pararon al estar frente a las dos grandes estatuas que había a la entrada del lugar. Brigitte las contempló por unos segundos antes de aventurarse a entrar.
El porque estaba allí no lo tenía muy claro, tal vez, solo quería tener una amena charla con viejos conocidos del pasado. Como ella solía llamarlo.
Aquella mañana de domingo había resultado extremadamente aburrida para Brigitte. Aunque hacía ya unos días que la monotonía del día a día la acechaba. Empezaba a sentirse realmente pesada por todo aquello. Ya llevaba tres años en aquel lugar y muchas cosas habían pasado. Muchas cosas habían cambiado en su vida, ya no quedaba prácticamente nada de aquella muchacha inocente y alegre que una vez fue. Aquella que correteaba por el patio de su casa junto a algunos de sus amigos del barrio.
En el fondo todavía la sentía. Esas ganas y esa vitalidad. Esa alegría. Sin embargo, día a día se iban apagando como si de una cerilla se tratase, una cerilla consumiendose, poco a poco. Una cerilla que se encendió aquel día de Marzo hacía tres años. Ya llevaba todo ese tiempo aguantando, poco le quedaba para consumirse del todo.
Abrió los ojos. Se había quedado dormida en el sofá del salón. Hacía bastante calor así que únicamente llevaba una camisa ligera y corta tapandole la parte de arriba y unos pantalones cortos, igual de ligeros, tapandole una parte del muslo, no demasiada. Parpadeó y escuchó ruidos lejanos. Aquella era la sala privada para los habitantes del burdel, por lo que allí no había clientes, sin embargo, el vestíbulo parecía estar animado.
Buscó con la mirada el reloj de pie, situado en el centro de la habitación. El reloj más grande de toda la estancia. Había uno allí y otro en el vestíbulo, obviamente, para lucir y que viesen que aquel no era un vulgar burdel, era uno de hasta un cierto nivel de prestigio. El máximo que podría tener un sitio como aquel. Qué tontería, pensó Brigitte. Como si a aquel sitio se le pudiera dar prestigio por muchas cosas bonitas o caras que tuviera.
Pasaban de las siete y media. Se había quedado bastante tiempo recostada, desde la mediodía. Tenía mucho sueño. La noche anterior había sido larga y algo tortuosa. El cliente no era de los que a ella le gustaban, sin embargo, había pasado como cualquier otra noche, sin otro remedio más que el de resignarse.
Observó, extrañandose, que no había nadie allí. Debía de estar el burdel muy lleno para que allí no hubiese ni una alma pues era donde, habitualmente, los cortesanos se reunian en espera de que los reclamaran. Eso cuando había poca clientela, cuando se llenaba, siempre era preferible ponerse fuera para que a uno le vieran. "Para que vieran la mercancía antes de comprarla" como vulgarmente decían por allí. Sin embargo, ella ya había tenido bastante con la noche anterior, no tenía ganas -como siempre- ni cuerpo para salir a venderse.
Así pues, notifico ausencia por enfermedad a la madame. Ésta le vió mala cara enseguida y no dudó en mandarla a recostar. Era su cara de desagrado habitual, todo fuese dicho, pero al parecer aquel día se le pronunciaba un poco más. Fuera por lo que fuera, a Brigitte le vino bien para hacer una pequeña escapada, de vez en cuando, podía salir por la parte trasera sin que nadie la viera.
No se cambió de ropa, era prácticamente verano así que frio no tendría, únicamente se puso unos finos zapatos, de tela, que le hacian conjunto con lo demás. La ropa era fina pero se notaba que no era una pordiosera pues algo de calidad tenía. Nisiquiera la reconocerían como a una cortesana. Su vestimenta de trabajo habitual era más tapada que como iba en ese momento, con corses que le realzaran los senos y ligas que dejaran entreveer sus largas piernas. En ese momento por no llevar no llevaba ni ropa interior para la parte de arriba. El pelo lo tenía algo desordenado más le caía en cascada hacia uno de los lados. A pesar de todo, se veía bella. Su naturaleza así lo quería y así era como lo mostraba.
Caminó y caminó. Corrió. Un lugar se le había metido en mente. Y por algún motivo sentía la necesidad de visitarlo. Un lugar que no había visitado en casi un año.
Allí estaba, casí de noche y sus piernas la habían llevado hasta el cementerio. Corría algo de viento, lo suficiente como para que algunos mechones se le movieran de sitio pero no como para que tuviese frio. Por un momento, sus piernas se pararon al estar frente a las dos grandes estatuas que había a la entrada del lugar. Brigitte las contempló por unos segundos antes de aventurarse a entrar.
El porque estaba allí no lo tenía muy claro, tal vez, solo quería tener una amena charla con viejos conocidos del pasado. Como ella solía llamarlo.
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
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Re: Visitando el pasado {priv}
Tendría que darle una oportunidad al territorio Parisino para conquistarlo, estar en su cuarto guardando rencores y masticando ideas psicóticas no le hacía nada bien.
Como si se tratase de un simple arrebato, aún cuando sabía que luego su amigo iría a visitarlo salió del cuarto y del hotel sin avisar a nadie, sin si quiera cambiarse, sin llevar consigo un abrigo, nada. Su cuerpo se encontraba más que adaptado a estos husos horarios, el cielo un poco nublado se teñía de colores índigos y la ciudad parisina poco a poco se decantaba a su vida nocturna como él suponía que lo hacía de diario, detalle que no le importo él se dirigía al norte.
Había estudiado la ciudad entera, comprando mapas de dudosa calidad, otros bastante inexacto pero de ilustradores que se la daban de famosos, hacía tantos años que no pisaba suelo francés, aún más años desde que no se encontraba en suelo parisino, algunas calles seguían ahí soportando el tiempo y la expansión de la ciudad, otras eran nuevas y otras tantas habían tomado, como él, otro nombre. Caminó por una calle, más bien un camino inconcluso que le conduciría a su destino y poco a poco ante sus ojos se fue dibujando su destino, ahí estaba el cementerio de Montmartre. Un cementerio relativamente nuevo, sería un buen antecedente para visitarlo en una década o dos, tal vez un siglo y ver su evolución. El Cimetière des Innocents había sido un espectáculo en siglos pasados, un verdadero espectáculo al ojo de un conocedor de la muerte.
Se deslizó en entre la reja de entrada, era importante no perturbar el sueño de aquellos que ahí moraban, aquellos privilegiados que habían alcanzado la muerte. Caminó entre las tumbas, observando sus detalles hasta que algo resaltó en aquel lugar, a lo lejos vio una mujer, tal vez una hija trastornada por la muerte de su padre o una viuda por la reciente muerte de su esposo. Se acercó a paso silencioso, la mujer vestía ropa bastante ligera y hasta ese momento notó que debido a su precipitada salida él mismo no había tomado ni un abriga, una casaca, nada, sólo llevaba puesto el pantalón, botas y camisa blanca de manga larga.
En él el clima no surtía efecto pero en la dama... se acercó a ella aclarándose la garganta.
Como si se tratase de un simple arrebato, aún cuando sabía que luego su amigo iría a visitarlo salió del cuarto y del hotel sin avisar a nadie, sin si quiera cambiarse, sin llevar consigo un abrigo, nada. Su cuerpo se encontraba más que adaptado a estos husos horarios, el cielo un poco nublado se teñía de colores índigos y la ciudad parisina poco a poco se decantaba a su vida nocturna como él suponía que lo hacía de diario, detalle que no le importo él se dirigía al norte.
Había estudiado la ciudad entera, comprando mapas de dudosa calidad, otros bastante inexacto pero de ilustradores que se la daban de famosos, hacía tantos años que no pisaba suelo francés, aún más años desde que no se encontraba en suelo parisino, algunas calles seguían ahí soportando el tiempo y la expansión de la ciudad, otras eran nuevas y otras tantas habían tomado, como él, otro nombre. Caminó por una calle, más bien un camino inconcluso que le conduciría a su destino y poco a poco ante sus ojos se fue dibujando su destino, ahí estaba el cementerio de Montmartre. Un cementerio relativamente nuevo, sería un buen antecedente para visitarlo en una década o dos, tal vez un siglo y ver su evolución. El Cimetière des Innocents había sido un espectáculo en siglos pasados, un verdadero espectáculo al ojo de un conocedor de la muerte.
Se deslizó en entre la reja de entrada, era importante no perturbar el sueño de aquellos que ahí moraban, aquellos privilegiados que habían alcanzado la muerte. Caminó entre las tumbas, observando sus detalles hasta que algo resaltó en aquel lugar, a lo lejos vio una mujer, tal vez una hija trastornada por la muerte de su padre o una viuda por la reciente muerte de su esposo. Se acercó a paso silencioso, la mujer vestía ropa bastante ligera y hasta ese momento notó que debido a su precipitada salida él mismo no había tomado ni un abriga, una casaca, nada, sólo llevaba puesto el pantalón, botas y camisa blanca de manga larga.
En él el clima no surtía efecto pero en la dama... se acercó a ella aclarándose la garganta.
Última edición por Indro Galeotti el Miér Mayo 25, 2011 12:27 pm, editado 1 vez
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Re: Visitando el pasado {priv}
El primer paso en el cementerio le resultó un tanto escalofriante a Brigitte. No le asustaba, pocas cosas la asustaban. Simplemente la sensación de volver a pisar aquel suelo y más a esa hora de la noche. No estaba acostumbrada a salir del burdel en definitiva, lo había echo demasiadas pocas veces en la noche que era cuando más trabajo había, precisamente por eso no salía.
Un pequeño airecillo también le asaltó el cuerpo haciendo que algunos vellos se erizaran, más tampoco tenía un excesivo frio. A veces su cuerpo reaccionaba sin sentirlo ella. Exactamente como cuando se acostaba con sus clientes.
Dentro del recinto ya caminó lentamente, observando detenidamente las tumbas por las que pasaba. En algunas los nombres podían verse perfectamente, en otras la naturaleza había ejercido su paso y las letras estaban ligeramente borradas. Por ese motivo se podían distiguir las bien cuidadas de las olvidadas. Los nuevos de los antiguos. Todo era cuestión de fijarse detenidamente para darse cuenta de lo que a uno le rodeaba. Y Brigitte era muy observadora.
Allí estaba la que ella buscaba. No muy lejos de la entrada. La tumba de su padre. Jonh Guielle, fallecido en Marzo de 1.787. Que recuerdos le producia esa fria y vieja piedra gris que yacía allí. Aunque significara mucho más que eso para ella.
Inclinó su cuerpo hasta quedar en cuclillas frente a ella, observandola. Alargó un brazo para tocarla y quitarle algunas ramas que la habian "abrazado". Era normal que se viera descuidada pues no tenía a nadie más que a ella para poder mantenerla. Y ella no solía tener animos de ir a visitarle. -- Padre... -- susurró demasiado flojo como para que incluso ella misma se diera cuenta de las palabras que habría pronunciado.
Un carraspeo la precedió y sin más el corazón le dió un pequeño brinco. No se esperaba compañía esa noche. Menos en ese lugar.
Enseguida se irguió de nuevo, quedando de medio lado frente al desconocido. Alzó el rostro para mirarle aunque no con demasiado interés, tal vez si reflejaba algo de sorpresa aún en su rostro -- ¿Puedo hacer algo por usted? -- sus palabras no sonaron con demasiado interés por, como decia, hacer algo por él. Pero la cortesía era algo que ya estaba acostumbrada a aplicar fuera donde fuera.
Un pequeño airecillo también le asaltó el cuerpo haciendo que algunos vellos se erizaran, más tampoco tenía un excesivo frio. A veces su cuerpo reaccionaba sin sentirlo ella. Exactamente como cuando se acostaba con sus clientes.
Dentro del recinto ya caminó lentamente, observando detenidamente las tumbas por las que pasaba. En algunas los nombres podían verse perfectamente, en otras la naturaleza había ejercido su paso y las letras estaban ligeramente borradas. Por ese motivo se podían distiguir las bien cuidadas de las olvidadas. Los nuevos de los antiguos. Todo era cuestión de fijarse detenidamente para darse cuenta de lo que a uno le rodeaba. Y Brigitte era muy observadora.
Allí estaba la que ella buscaba. No muy lejos de la entrada. La tumba de su padre. Jonh Guielle, fallecido en Marzo de 1.787. Que recuerdos le producia esa fria y vieja piedra gris que yacía allí. Aunque significara mucho más que eso para ella.
Inclinó su cuerpo hasta quedar en cuclillas frente a ella, observandola. Alargó un brazo para tocarla y quitarle algunas ramas que la habian "abrazado". Era normal que se viera descuidada pues no tenía a nadie más que a ella para poder mantenerla. Y ella no solía tener animos de ir a visitarle. -- Padre... -- susurró demasiado flojo como para que incluso ella misma se diera cuenta de las palabras que habría pronunciado.
Un carraspeo la precedió y sin más el corazón le dió un pequeño brinco. No se esperaba compañía esa noche. Menos en ese lugar.
Enseguida se irguió de nuevo, quedando de medio lado frente al desconocido. Alzó el rostro para mirarle aunque no con demasiado interés, tal vez si reflejaba algo de sorpresa aún en su rostro -- ¿Puedo hacer algo por usted? -- sus palabras no sonaron con demasiado interés por, como decia, hacer algo por él. Pero la cortesía era algo que ya estaba acostumbrada a aplicar fuera donde fuera.
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
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Re: Visitando el pasado {priv}
A pesar de que caminó hacia ella se quedó a un par metros de distancia no solía invadir el espacio personal de desconocidos así como no le gustaba que el suyo propio fuera invadido. La observó erguirse, y echó un rápido vistazo a los alrededor, luego a la muchacha, su vestimenta, su complexión, el pelo alborotado cayéndole a ambos lados de su rostro, enmarcándolo… algo no encajaba ahí, si el creyera en fantasmas diría que ella era uno de ellos, una aparición pero en todos sus años jamás había estado en presencia de uno, él era bastante escéptico
A primera instancia notó en su rostro sorpresa luego un gesto de indiferencia, obviamente él no era bien recibido, estorbaba, él no esperaba otra cosa pero su pregunta sonó más a compromiso que a cortesía y eso por alguna razón lo incomodó, ligera e irracionalmente le molesto.
-Absolutamente nada – contestó serio más no grosero, mientras una sentía como lo rozaba una ligera brisa arremolinándole el cabello y obligándolo a entrecerrar un poco los ojos - Una mujer tan bella no debería merodear sola un camposanto a estas horas… - La miró y volvió a observar con detenimiento su atuendo, la ligereza de sus prendas – no sabe qué clase de loco podría encontrarse.- Dicho esto sonrió ligeramente con una pizca de malicia, no era ese loco del que hablaba pero que más daba si ella lo pensaba?
Lo medito tan sólo un segundo, esa sensación irracional... todas las reglas dictaban que probablemente ella estaría frente a la tumba de algún ser querido y él era el intruso... estaba listo para girar sobre sus talones, dejarla en paz y seguir vagando por el lugar.
A primera instancia notó en su rostro sorpresa luego un gesto de indiferencia, obviamente él no era bien recibido, estorbaba, él no esperaba otra cosa pero su pregunta sonó más a compromiso que a cortesía y eso por alguna razón lo incomodó, ligera e irracionalmente le molesto.
-Absolutamente nada – contestó serio más no grosero, mientras una sentía como lo rozaba una ligera brisa arremolinándole el cabello y obligándolo a entrecerrar un poco los ojos - Una mujer tan bella no debería merodear sola un camposanto a estas horas… - La miró y volvió a observar con detenimiento su atuendo, la ligereza de sus prendas – no sabe qué clase de loco podría encontrarse.- Dicho esto sonrió ligeramente con una pizca de malicia, no era ese loco del que hablaba pero que más daba si ella lo pensaba?
Lo medito tan sólo un segundo, esa sensación irracional... todas las reglas dictaban que probablemente ella estaría frente a la tumba de algún ser querido y él era el intruso... estaba listo para girar sobre sus talones, dejarla en paz y seguir vagando por el lugar.
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Re: Visitando el pasado {priv}
Brigitte observaba atenta los movimientos del hombre. Sus ojos no se desviaron en ningun momento de la trayectoria de los de él, le gustaba mirar a la gente fijamente mientras le hablaban. Después de todo, no quería demostrar timidez o miedo, no eran emociones habituales en ella. Timidez, dado a lo que se dedicaba, imposible. Se le fue hace ya demasiado tiempo. Y en cuanto al miedo, si, podía bien tenerlo pues todo ser siempre albergaba algo de ello pero no muy a menudo en su caso salía a relucir. ¿Qué podría causarle miedo? A menudo el sentimiento de indiferencia que tenía hacia los demás solía matar los otros sentimientos que pudieran causarle.
Parpadeó y volvió ligeramente la vista hacia la tumba de su padre. Después volvió a mirar al joven erguido frente a ella y sus pies se movieron solos, un par de pasos, hasta que la distancia se acortara unos cuantos centímetros. Cabe decir que no muchos pero si los suficientes para estar algo más cerca. Y el cuerpo de la joven ya no estaba de medio lado sino de frente.
-- ¿Cree que si me importara lo que un loco podría hacerme estaría aquí, sola y habiendo ya caido el sol? -- la pregunta pudo sonar ironica o tal vez algo borde, pero no iba con esa intención, de echo, era una pregunta como otra cualquiera. La voz de Brigitte era suave y susurrante pues dada la calma y el silencio que los rodeaba no necesitaban alzarla demasiado para que el contrario escuchara. El mismo tono que podría haber empleado para preguntarle "¿Y le gustan los dias soleados?" por poner un ejemplo de las muchas preguntas que habían en el mundo -- ¿Será que he encontrado a mi loco? -- está fue más bien como un pensamiento en voz alta echo más para ella misma que para el muchacho.
En ningún momento apartó la vista. Ciertamente aquel hombre tenía un aura algo misteriosa, aunque claro, a ella no tenía porque importarle.
Parpadeó y volvió ligeramente la vista hacia la tumba de su padre. Después volvió a mirar al joven erguido frente a ella y sus pies se movieron solos, un par de pasos, hasta que la distancia se acortara unos cuantos centímetros. Cabe decir que no muchos pero si los suficientes para estar algo más cerca. Y el cuerpo de la joven ya no estaba de medio lado sino de frente.
-- ¿Cree que si me importara lo que un loco podría hacerme estaría aquí, sola y habiendo ya caido el sol? -- la pregunta pudo sonar ironica o tal vez algo borde, pero no iba con esa intención, de echo, era una pregunta como otra cualquiera. La voz de Brigitte era suave y susurrante pues dada la calma y el silencio que los rodeaba no necesitaban alzarla demasiado para que el contrario escuchara. El mismo tono que podría haber empleado para preguntarle "¿Y le gustan los dias soleados?" por poner un ejemplo de las muchas preguntas que habían en el mundo -- ¿Será que he encontrado a mi loco? -- está fue más bien como un pensamiento en voz alta echo más para ella misma que para el muchacho.
En ningún momento apartó la vista. Ciertamente aquel hombre tenía un aura algo misteriosa, aunque claro, a ella no tenía porque importarle.
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
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Re: Visitando el pasado {priv}
Le desconcertaba un poco, sólo un poco, el hecho de que aquella mujer no despegara sus ojos color miel de su mirada, aquella osadía y fortaleza no era común de un integrante del género femenino.
-Creo que es obvio que no le importa lo que pueda ocurrirle.- contestó él, al igual que la muchacha sin tener que recurrir a alzar la voz, tan sólo un leve murmullo, seductor y amenazador- y más aún si le hace esa pregunta directamente a un desconocido- tenía que admitir que tal encuentro era por demás singular, luego escuchó aquellas palabras que en conjunto formaban una pregunta que aunque estaba dirigida a él pareciera que no estaba hecha para formularse y mucho menos contestarse, sin embargo lo hizo, muy a su manera– Un desconocido que bien podría ser ese demente al que debería temerle y evitar incitarlo.-
Hacerse de palabras y tener tan bizarra conversación con aquella bella mujer precisamente en un campo santo no era lo que se llamaría común y mucho menos su plan en primera instancia, pero dentro de sí comenzaba a sentir ese gusanillo estimulante que lo saca de aquel letargo en el que se había sumergido desde su llegada a Francia, ese soporífero ambiente que reinaba en la habitación del hotel donde se hospedaba. Sonrió, de lado, cínico, divertido, mirando directamente a la muchacha con una mirada, tan cínica como suya, sugerente y juguetona, porque sólo era eso un juego, no planeaba lastimarla, asustarla, tal vez y derrumbar sólo un poco de aquellas dos cualidades que en seguida había notado en ella: valentía y ese descarado atrevimiento.
-Creo que es obvio que no le importa lo que pueda ocurrirle.- contestó él, al igual que la muchacha sin tener que recurrir a alzar la voz, tan sólo un leve murmullo, seductor y amenazador- y más aún si le hace esa pregunta directamente a un desconocido- tenía que admitir que tal encuentro era por demás singular, luego escuchó aquellas palabras que en conjunto formaban una pregunta que aunque estaba dirigida a él pareciera que no estaba hecha para formularse y mucho menos contestarse, sin embargo lo hizo, muy a su manera– Un desconocido que bien podría ser ese demente al que debería temerle y evitar incitarlo.-
Hacerse de palabras y tener tan bizarra conversación con aquella bella mujer precisamente en un campo santo no era lo que se llamaría común y mucho menos su plan en primera instancia, pero dentro de sí comenzaba a sentir ese gusanillo estimulante que lo saca de aquel letargo en el que se había sumergido desde su llegada a Francia, ese soporífero ambiente que reinaba en la habitación del hotel donde se hospedaba. Sonrió, de lado, cínico, divertido, mirando directamente a la muchacha con una mirada, tan cínica como suya, sugerente y juguetona, porque sólo era eso un juego, no planeaba lastimarla, asustarla, tal vez y derrumbar sólo un poco de aquellas dos cualidades que en seguida había notado en ella: valentía y ese descarado atrevimiento.
[FDR: Disculpa la tardanza, el fin de semestre me traía de cabeza]
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Re: Visitando el pasado {priv}
La cosa se empezaba a poner interesante y eso a Brigitte le gustaba. No esperaba precisamente tener una conversación como esa cuando pensó en una visita al cementerio, obviamente, pero por otra parte le había ayudado a superar sus miedos al pasado o mejor dicho esas sensaciones que invadían cuando estaba sola en aquel lugar, si más no posiblemente sería momentaneo. Por desgracia de un día para otro los recuerdos no se irian ni tampoco el pasado cambiaría, eso no lo haría nunca y siempre tendría que tenerlo presente.
Sonrió levemente aun sin apartar la mirada, podía notar algo de ¿enojo? por su parte o si no unas vibraciones no del todo agradables por el echo de que no dejara de mirarle. Mirarle de aquella manera tan directa. - Veo que sabe usar esa cabeza que Dios le ha dado - llevó una de sus manos hasta la altura de su propio rostro. Formó con ella una pistola, "gatillo" del cual apuntaba en su sien. La disparó -o mejor dicho hizo el gesto- y le guiñó un ojo a la misma vez, haciendo su boca el ruido con el paladar y la lengua. Tal vez el desconocido no supiera a que venía aquello pero tampoco necesitaba saberlo, era algo únicamente suyo.
- Asi que ¿debería temerle? - sus manos volvieron tras su espalda, entrelazadas. Ladeó su cabeza y por un segundo, al máximo dos, desvió la mirada hacia el suelo. Tal si estuviese pensando la respuesta a esa pregunta, pregunta que ella misma se había echo - ¿No se contradice? - le miró y sonrió de nuevo, con esa sonrisa medio maliciosa que a veces solía poner como parte de un juego - Si le temiera estaría incitandole. No creo que aquellos que deambulen por aquí con malas intenciones pretendan encandilar a las damas - se sintió ¿victoriosa? tal vez, por sus palabras, más lo que buscaba en realidad era ver la manera en la que él se las combatía.
Sonrió levemente aun sin apartar la mirada, podía notar algo de ¿enojo? por su parte o si no unas vibraciones no del todo agradables por el echo de que no dejara de mirarle. Mirarle de aquella manera tan directa. - Veo que sabe usar esa cabeza que Dios le ha dado - llevó una de sus manos hasta la altura de su propio rostro. Formó con ella una pistola, "gatillo" del cual apuntaba en su sien. La disparó -o mejor dicho hizo el gesto- y le guiñó un ojo a la misma vez, haciendo su boca el ruido con el paladar y la lengua. Tal vez el desconocido no supiera a que venía aquello pero tampoco necesitaba saberlo, era algo únicamente suyo.
- Asi que ¿debería temerle? - sus manos volvieron tras su espalda, entrelazadas. Ladeó su cabeza y por un segundo, al máximo dos, desvió la mirada hacia el suelo. Tal si estuviese pensando la respuesta a esa pregunta, pregunta que ella misma se había echo - ¿No se contradice? - le miró y sonrió de nuevo, con esa sonrisa medio maliciosa que a veces solía poner como parte de un juego - Si le temiera estaría incitandole. No creo que aquellos que deambulen por aquí con malas intenciones pretendan encandilar a las damas - se sintió ¿victoriosa? tal vez, por sus palabras, más lo que buscaba en realidad era ver la manera en la que él se las combatía.
[No problem!]
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
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Re: Visitando el pasado {priv}
La observó, no se permitía pestañar para no quitarle la vista de encima como si valieran oro cada uno de los segundos en los que ella estuviera a cuadro en su mirada. Ladeo ligeramente la cabeza ante los gestos de pantomima de ella, no los entendió, tampoco pretendió hacerlo, no supo por qué le incomodo, él era así, no entendía muchas acciones de los “vivos”, no los entendía y en ese momento, en esa década no pretendía entenderlos, por otro lado su ignorancia no iba a impedir que él se divirtiera. –Deberías temerme- susurró, casi inaudible para luego guardar silencio. ¿Contradecirse? ¡Jamás! Ella era quien se encontraba tergiversando las escazas palabras que salían de su boca.
La escuchó con detenimiento hasta que ella se detuvo, observó aquel aire altivo y victorioso que le rodeaba cuando terminó, esos eran gestos que apreciaba en las personas aunque no en todas. Observó el suelo del camposanto unos segundos, irónico nombre el no debería estar ahí. Alzó la vista como un depredador felino que asecha a su presa y sin temor a nada ni a nadie, ni a su propia condición, haciendo uso de su agilidad sobre humana en tan sólo un par de segundos acortó la distancia entre ellos hasta que dar a su lado, violando todo espacio personal.
¿Asustarla un poco? ¿mucho? Estaba atento a cada una de sus reacción, aún si caía desmayada estaba preparado para tomarla entre sus brazos, así mismo si trataba de golpearlo estaba preparado.
-¿Estás segura que no deberías temerme? - susurró en su oído, a escasos milímetros de rozar el lóbulo de su oreja. La tomó suavemente de los brazos para que no huyera si pretendía hacerlo, su piel helada entró en contacto con la de ella. Nada importaba, no había de que preocuparse, no se alzaría ninguna persecución en su contra. De dos cosas estaba seguro, uno: no le haría daño y dos: no volvería a verla.
Era un juego del gato y al ratón, una pequeña salida a su monotonía, un trago fresco de aire, una inyección de vida.
La escuchó con detenimiento hasta que ella se detuvo, observó aquel aire altivo y victorioso que le rodeaba cuando terminó, esos eran gestos que apreciaba en las personas aunque no en todas. Observó el suelo del camposanto unos segundos, irónico nombre el no debería estar ahí. Alzó la vista como un depredador felino que asecha a su presa y sin temor a nada ni a nadie, ni a su propia condición, haciendo uso de su agilidad sobre humana en tan sólo un par de segundos acortó la distancia entre ellos hasta que dar a su lado, violando todo espacio personal.
¿Asustarla un poco? ¿mucho? Estaba atento a cada una de sus reacción, aún si caía desmayada estaba preparado para tomarla entre sus brazos, así mismo si trataba de golpearlo estaba preparado.
-¿Estás segura que no deberías temerme? - susurró en su oído, a escasos milímetros de rozar el lóbulo de su oreja. La tomó suavemente de los brazos para que no huyera si pretendía hacerlo, su piel helada entró en contacto con la de ella. Nada importaba, no había de que preocuparse, no se alzaría ninguna persecución en su contra. De dos cosas estaba seguro, uno: no le haría daño y dos: no volvería a verla.
Era un juego del gato y al ratón, una pequeña salida a su monotonía, un trago fresco de aire, una inyección de vida.
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Re: Visitando el pasado {priv}
Vale, las cosas ya se empezaban a poner feas para Brigitte. ¡¿Cómo demonios ha echo eso?! Se gritó cuando le tuvo delante, pero no delante como antes, no. Ahora lo tenía a milímetros de distancia. ¡Y ni siquiera se había dado cuenta! ¿Cómo lo había echo? Eso mismo era lo que ella se preguntaba solo que de manera algo más histerica. Lentamente respiró y aspiró fijando la vista en otro punto del cementerio, sabía que había cosas sobrenaturales por ahí. Ese tipo debía de ser una cosa de esas. Porque un humano no tenía esa velocidad para caminar.
Con cuidado desvió la mirada de un lado a otro, mentalmente analizando la situación en caso de que tuviese que escapar. Y que le susurrara de esa manera sobre su oído no le ayudó a calmarse. Todo lo contrario. Como un reflejo alzó las manos y agarró con fuerza la camisa del contrario al mismo tiempo que él ya había aprisionado sus brazos. La piel se le puso ligeramente de gallina tras el escalofrío que le recorrió el cuerpo entero. Solo quiere asustarte y creerse mejor, no le dejes. Se dijo así misma tragando algo de saliva y relamiendose los labios que se le habían secado de respirar tan rápido.
Sí, puede que tuviese miedo en ese momento. Porque no le conocía y sabía que tenía fuerza. Siempre le había gustado discutir con los hombres, humillarlos y luego ingeniarselas para salir corriendo. Porque cuerpo a cuerpo no tenía nada que hacer. Sin embargo, en ese momento estaba en desventaja. - Qué..qué eres.. - susurró con un hilillo de voz al mismo tiempo que iba acercando su rostro al del contrario, concretamente, a la parte de su oreja. Tal y cómo él se encontraba en ese momento. - Por favor..no me haga daño..haré todo lo que quiera.. - jadeó contra el oído ajeno e hizo que tanto su voz como sus manos temblaran. Se erizó su bello y la brisa que hacía le ayudaba en todo aquello.
Cerró los ojos, no le veía la cara pero llegado el caso tampoco quería que la contemplara. No a sus ojos que siempre decían la verdad. Agarró con más fuerza la camisa en un tirón que lo aproximó a su cuerpo y, por ende, que acercó sus labios hasta la parte ajena con la que hablaba. Y aprovechó para tragar, con dificultad. Tendría que salir de allí de algún modo...
Con cuidado desvió la mirada de un lado a otro, mentalmente analizando la situación en caso de que tuviese que escapar. Y que le susurrara de esa manera sobre su oído no le ayudó a calmarse. Todo lo contrario. Como un reflejo alzó las manos y agarró con fuerza la camisa del contrario al mismo tiempo que él ya había aprisionado sus brazos. La piel se le puso ligeramente de gallina tras el escalofrío que le recorrió el cuerpo entero. Solo quiere asustarte y creerse mejor, no le dejes. Se dijo así misma tragando algo de saliva y relamiendose los labios que se le habían secado de respirar tan rápido.
Sí, puede que tuviese miedo en ese momento. Porque no le conocía y sabía que tenía fuerza. Siempre le había gustado discutir con los hombres, humillarlos y luego ingeniarselas para salir corriendo. Porque cuerpo a cuerpo no tenía nada que hacer. Sin embargo, en ese momento estaba en desventaja. - Qué..qué eres.. - susurró con un hilillo de voz al mismo tiempo que iba acercando su rostro al del contrario, concretamente, a la parte de su oreja. Tal y cómo él se encontraba en ese momento. - Por favor..no me haga daño..haré todo lo que quiera.. - jadeó contra el oído ajeno e hizo que tanto su voz como sus manos temblaran. Se erizó su bello y la brisa que hacía le ayudaba en todo aquello.
Cerró los ojos, no le veía la cara pero llegado el caso tampoco quería que la contemplara. No a sus ojos que siempre decían la verdad. Agarró con más fuerza la camisa en un tirón que lo aproximó a su cuerpo y, por ende, que acercó sus labios hasta la parte ajena con la que hablaba. Y aprovechó para tragar, con dificultad. Tendría que salir de allí de algún modo...
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
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Re: Visitando el pasado {priv}
No opuso ninguna resistencia al agarre que la muchacha ejercía sobre su camisa y que le obligaba a acercarse aún más a ella. Sonrío contra la piel descubierta de su cuello, sin la intención de besar aquel órgano sensorial, así era cada él, como cada célula de su cuerpo impregnada en cinismo. Así debía serlo para mantener su cordura vigente al pasar de los años.
Su piel erizando, sentir su temor, aquellos ojos nerviosos que seguramente observaban alguna tumba lejos de ahí. Aquello no le causaba ningún placer, ninguna emoción más allá que la de divertirse un poco. Se sorprendió al escuchar aquel jadeo que pretendía no ser suplicante.
-Ya te dije, que no te haré ningún daño- pronunció sin ninguna tesitura especial en su voz. Hizo caso omiso a aquella pregunta que debía contestarse con una simple palabra “monstruo” –No intentes huir, pareces una mujer inteligente, sabes que no lograrás hacerlo- suavemente soltó sus brazos, podía sentir sus dedos engarrotados entorno a la tela de la camisa incapaces de soltarla del miedo-
Algo en ella le inspiraba sentimientos contrariados, su actitud altanera y llamativa, que bien podía ser una fachada le molestaba y le molestaba aún más que pudiera ser eso, tan sólo una mentira pero por otro lado estaba ese aroma, escondido detrás del perfume, ese aroma suave y dulce, que le desconcertaba y le llenaba de ansias. Levantó un poco el rostro y la cercanía de sus labios con los propios le perturbó, se alejó tanto como el agarre de la muchacha le permitió, tomó su rostro con la palma de su mano, perfilándolo, acunando su hueso mandibular. Él buscaba su mirada y ella evitaba todo contacto, frunció ligeramente el ceño, en un gesto que podía ser clasificado de infantil provocado por aquel acto tan simple, aquella pequeña pelea de la cual no era el ganador.
-No te haré lo que yo quiera-¿Quién era ella para él? Nadie, no gozaba de ningún privilegio en ese ni en ningún otro aspecto. Se acercó de nuevo y al hablar rozó su piel -Mucho menos me importa lo que tú estés dispuesta a concederme- susurró aspirando ese aroma desconcertante que por culpa de él comenzaba a ser mitigado por el olor a miedo. En ese lugar no había haber concesiones, ni favores, ni mucho menos lastima -¿Realmente quieres saber qué soy?- preguntó recordando aquello que había pasado por alto, cuando estaba en disposición pocas veces dejaba respuestas al aire. Aún en esa posición, con la cabeza enterrada en el arco de su cuello con la lengua acarició sus prominentes colmillos, comprobando su agudeza.
Su piel erizando, sentir su temor, aquellos ojos nerviosos que seguramente observaban alguna tumba lejos de ahí. Aquello no le causaba ningún placer, ninguna emoción más allá que la de divertirse un poco. Se sorprendió al escuchar aquel jadeo que pretendía no ser suplicante.
-Ya te dije, que no te haré ningún daño- pronunció sin ninguna tesitura especial en su voz. Hizo caso omiso a aquella pregunta que debía contestarse con una simple palabra “monstruo” –No intentes huir, pareces una mujer inteligente, sabes que no lograrás hacerlo- suavemente soltó sus brazos, podía sentir sus dedos engarrotados entorno a la tela de la camisa incapaces de soltarla del miedo-
Algo en ella le inspiraba sentimientos contrariados, su actitud altanera y llamativa, que bien podía ser una fachada le molestaba y le molestaba aún más que pudiera ser eso, tan sólo una mentira pero por otro lado estaba ese aroma, escondido detrás del perfume, ese aroma suave y dulce, que le desconcertaba y le llenaba de ansias. Levantó un poco el rostro y la cercanía de sus labios con los propios le perturbó, se alejó tanto como el agarre de la muchacha le permitió, tomó su rostro con la palma de su mano, perfilándolo, acunando su hueso mandibular. Él buscaba su mirada y ella evitaba todo contacto, frunció ligeramente el ceño, en un gesto que podía ser clasificado de infantil provocado por aquel acto tan simple, aquella pequeña pelea de la cual no era el ganador.
-No te haré lo que yo quiera-¿Quién era ella para él? Nadie, no gozaba de ningún privilegio en ese ni en ningún otro aspecto. Se acercó de nuevo y al hablar rozó su piel -Mucho menos me importa lo que tú estés dispuesta a concederme- susurró aspirando ese aroma desconcertante que por culpa de él comenzaba a ser mitigado por el olor a miedo. En ese lugar no había haber concesiones, ni favores, ni mucho menos lastima -¿Realmente quieres saber qué soy?- preguntó recordando aquello que había pasado por alto, cuando estaba en disposición pocas veces dejaba respuestas al aire. Aún en esa posición, con la cabeza enterrada en el arco de su cuello con la lengua acarició sus prominentes colmillos, comprobando su agudeza.
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Re: Visitando el pasado {priv}
Se lo ha creído. Fue el primer pensamiento que se le cruzó a Brigitte por la cabeza al analizar la manera en que había respondido a su aparente miedo. Sí, vale, tenía miedo y no iba a negarlo. Sin embargo, no era precisamente de las que se echaban a temblar y suplicaban por piedad. Si algo había aprendido era a valerse sola pese a lo que el hombre pudiese pretender hacer con esa. El que le dijera que no iba a dañarla no era precisamente algo en lo que pudiese confiar porque, en el fondo, iba a hacer lo que le diera la real gana. Ella estaba [en parte] fingiendo su temor para complacer su ego masculino, la forma más rápida que encontró de salir de allí, pero lo cierto es que él sería más fuerte y más rápido. ¡Ya sé que no voy a poder escapar!. Se dijo de nuevo cuando él se lo recalco, si pensara que tenía la más mínima posibilidad no habría montado aquel teatro.
Sus ojos no se abrieron en ningún momento ni dejó que él se separara de su cuerpo. No sería lógico que de un momento a otro soltara su camisa cuando estaba aterrada de miedo. Si bien en un principio el susto le llevó a agarrársele y a temblar [muy ligeramente] en ese momento solo le agarraba por placer. El viento frío le ayudaba a mantener los temblores así como el bello erizado de su cuerpo. Tenía que preparar su vista si iba a abrirlos para que en todo su rostro se reflejara una mueca de sumisión. Lo había echo tantas veces..
"¿Realmente quieres saber qué soy?" Tragó saliva asegurandose de que sus labios estuvieran muy cerca del oído ajeno, para que le escuchara bien. Tragar era sinónimo de nerviosismo. Y en parte si que estaba nerviosa. ¿Qué es?. Ella..ella sabía que los humanos no eran los unos seres en el planeta, sin embargo, lo que no sabía era si estaba dispuesta a descubrir que cosas sobrenaturales habitaban a su alrededor. Ya es muy tarde, nena, tendrías que haberlo pensado antes. Se dijo. En el fondo esa vocecilla le echaba la culpa porque en realidad tenía curiosidad por saberlo. Si. No. Si. No. Movió la cabeza de manera afirmativa notando como su mejilla rozaba con la del extraño en ese proceso. Lo hizo despacio, muy lentamente, pero asegurándose de que lo entendía como una afirmación. Y no como una negación.
A ella le gustaba ser "normal" y, aunque su vida no era perfecta, continuaba viva. Sin embargo, la muerte no la asustaba. En ese momento, le hubiese gustado saber el futuro y saber lo que ocurriría en ese preciso instante.
Sus ojos no se abrieron en ningún momento ni dejó que él se separara de su cuerpo. No sería lógico que de un momento a otro soltara su camisa cuando estaba aterrada de miedo. Si bien en un principio el susto le llevó a agarrársele y a temblar [muy ligeramente] en ese momento solo le agarraba por placer. El viento frío le ayudaba a mantener los temblores así como el bello erizado de su cuerpo. Tenía que preparar su vista si iba a abrirlos para que en todo su rostro se reflejara una mueca de sumisión. Lo había echo tantas veces..
"¿Realmente quieres saber qué soy?" Tragó saliva asegurandose de que sus labios estuvieran muy cerca del oído ajeno, para que le escuchara bien. Tragar era sinónimo de nerviosismo. Y en parte si que estaba nerviosa. ¿Qué es?. Ella..ella sabía que los humanos no eran los unos seres en el planeta, sin embargo, lo que no sabía era si estaba dispuesta a descubrir que cosas sobrenaturales habitaban a su alrededor. Ya es muy tarde, nena, tendrías que haberlo pensado antes. Se dijo. En el fondo esa vocecilla le echaba la culpa porque en realidad tenía curiosidad por saberlo. Si. No. Si. No. Movió la cabeza de manera afirmativa notando como su mejilla rozaba con la del extraño en ese proceso. Lo hizo despacio, muy lentamente, pero asegurándose de que lo entendía como una afirmación. Y no como una negación.
A ella le gustaba ser "normal" y, aunque su vida no era perfecta, continuaba viva. Sin embargo, la muerte no la asustaba. En ese momento, le hubiese gustado saber el futuro y saber lo que ocurriría en ese preciso instante.
Brigitte Guielle- Humano Clase Baja
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