AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The System — Lucille J. Martin ID
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The System — Lucille J. Martin ID
01.
Información Básica
Nombre
Lucille Joanne Martin
Raza
Hechicera
Edad
25 años
Nacionalidad
Francesa
Clase Social
Media
Orientación Sexual
Demisexual – Bisexual
Habilidades/Poderes
Innatos: Hechicería y percepción del aura.
Adquiridos: Vigoris, atmokinesis y dominación.
Adquiridos: Vigoris, atmokinesis y dominación.
02.
Personalidad
Teniendo como base el trauma sufrido como consecuencia de los apegos desorganizados dentro de su círculo familiar, la mente de Lucille comenzó a dividirse en varias identidades, cumpliendo cada una un patrón y modo de desenvoltura distinto. Cada una complementa a la otra, entendiéndose que al comienzo de la experiencia consciente del ser humano la formación de carácter no se experimenta de manera integrada, sino que se trata de un progreso continuo hasta el desarrollo de la persona como tal. Esto último Lucille nunca lo habría conseguido. Por tanto, el siguiente mapa conceptual muestra cuales son estas identidades y el orden en el que aparecieron.
↠ Lucille (host/anfitriona): vive su experiencia alejada del trauma, y es quien más tiempo se encuentra "ocupando" el cuerpo. Es también quien presenta los problemas de memoria. Busca conciliarse consigo misma buscando ayuda externa, aunque esta tarea le resulte especialmente difícil. Su estado de ánimo es tranquilo e incluso viéndose desde afuera como alguien de rostro severo y reflexivo en el trato es amable y empática. No obstante, es muy reservada, y aprendió con los años a poner ciertos límites a aquello que no tolera. Salvo por Aidan, le desagrada la idea que los otros tomen el control de su experiencia consciente.
↠ Aidan (protector principal): es el encargado de soportar todo aquello que Lucille no es capaz. Es el más calmado y racional de todos. Físicamente se percibe como un hombre de veintitantos de cabellos y ojos oscuros con una voz muy agradable al oído. Fue el primero en hacer contacto de manera directa, presentándose con nombre propio. En el día a día es quien más acompaña y conversa con Lucille, siendo aquella con quien más se siente a gusto, aún cuando pudieran presentar diferencia de pensamientos en ciertos aspectos. Aidan es quien suele abrir los debates internos con el resto, buscando preservar lo moral.
Esta clase de alters suele formarse alrededor de una figura vulnerable, como sería ella, siendo también bastantes empáticos. Se presentan con buena predisposición y tienden a cumplir un rol casi paternal.
↠ Megara (protectora): al igual que Aidan, se encarga de proteger a Lucille. Su carácter es el más alegre y activo de todos. También es la más sexual. Es quien la anima a salir de su rutina y probar cosas nuevas. Su temperamento es más fuerte y decisivo que el de Aidan.
Surgió con el propósito de proteger a Lucille de Mina manteniéndola a raya. Irónicamente, Megara es quien mejor le cae a esta última.
Disfruta las oportunidades que tiene de estar frente del cuerpo, aunque no le es fácil conseguirlo. Físicamente es una mujer de cabellos rubios y de ojos oscuros, de estatura media.
↠ Mina (persecutora): probablemente la presencia más antigua en el mundo interno de Lucille; aunque no se tenga total seguridad de ello, fue la primera en manifestarse aún cuando nunca intentó presentarse a sí misma, ya que es algo que detesta. Inicialmente, su rol fue también el de protectora, siendo ella quien soportara los abusos por parte del Sabbat. La diferencia es que luego de sobrevivirlo, continuó perpetuándolo a través del tiempo. Su función son los hábitos agresivos, produciendo daño ya sea de forma moral o física. Sabotea el progreso que pudieran conseguir el resto. Considera a Lucille una cobarde y se lo suele hacer notar. Es muy difícil que tome el frente y aparece sólo bajo condiciones muy estresantes. Físicamente es una mujer alta de cabellos rojizos y ojos claros.
↠ Circe (cuidadora): no se tiene constancia de su edad ni cuando apareció por primera vez ya que su presencia se siente muy lejana y, aunque es poderosa, prácticamente nunca se hace presente. Su rol es pasivo y es de proteger a todo el sistema de identidades. Se la identifica con la paz absoluta. Aunque no sea del todo claro, han llegado a describirla como alguien que ronda los cuarenta años y que posee cabello largo, oscuro y ondulado. Es muda, y se desconoce su voz.
↠ Ryo: Al igual que Circe, se conoce su existencia pero nunca se ha manifestado de forma directa. No tiene un rol completamente determinado, pero se lo relaciona con un carácter calculador y más frío. Es aquella figura neutral que a pesar de que no termine de mostrarse amable, jamás se verá atisbos de comportamientos negativos. También mudo, prefiere mantenerse lejos de todos. Han llegado a considerarlo el más “inteligente” ya que contribuye a resolver los problemas de lógica. Disfruta del arte. Físicamente es de baja estatura, lleva un cabello rubio y corto. Su sexo es indefinido. A simple vista pareciera ser andrógino.
↠ Eugénie: se desconoce su edad exacta, pero debería rondar entre los siete y diez años. Las identidades que representan a los niños son aquellos que por alguna razón quedaron o tuvieron la necesidad de permanecer a una edad más temprana. Ella representa esa parte atorada en un evento particular del trauma. Eugénie en particular llora bastante y resulta incómodo para todos que se haga presente. Muy de vez en cuando (puesto que su presencia es prácticamente nula) se la siente con buen ánimo, mucho más dulcificada y apacible. Se sospecha que en realidad no es ella sino otra niña (cuyo rol va de la mano con la protección de aquel aspecto de la niñez). De ser así, se vería muy parecida a ella.
A su modo, Mina busca protegerla, buscando siempre ocultarla del resto.
↠ Lucille (host/anfitriona): vive su experiencia alejada del trauma, y es quien más tiempo se encuentra "ocupando" el cuerpo. Es también quien presenta los problemas de memoria. Busca conciliarse consigo misma buscando ayuda externa, aunque esta tarea le resulte especialmente difícil. Su estado de ánimo es tranquilo e incluso viéndose desde afuera como alguien de rostro severo y reflexivo en el trato es amable y empática. No obstante, es muy reservada, y aprendió con los años a poner ciertos límites a aquello que no tolera. Salvo por Aidan, le desagrada la idea que los otros tomen el control de su experiencia consciente.
↠ Aidan (protector principal): es el encargado de soportar todo aquello que Lucille no es capaz. Es el más calmado y racional de todos. Físicamente se percibe como un hombre de veintitantos de cabellos y ojos oscuros con una voz muy agradable al oído. Fue el primero en hacer contacto de manera directa, presentándose con nombre propio. En el día a día es quien más acompaña y conversa con Lucille, siendo aquella con quien más se siente a gusto, aún cuando pudieran presentar diferencia de pensamientos en ciertos aspectos. Aidan es quien suele abrir los debates internos con el resto, buscando preservar lo moral.
Esta clase de alters suele formarse alrededor de una figura vulnerable, como sería ella, siendo también bastantes empáticos. Se presentan con buena predisposición y tienden a cumplir un rol casi paternal.
↠ Megara (protectora): al igual que Aidan, se encarga de proteger a Lucille. Su carácter es el más alegre y activo de todos. También es la más sexual. Es quien la anima a salir de su rutina y probar cosas nuevas. Su temperamento es más fuerte y decisivo que el de Aidan.
Surgió con el propósito de proteger a Lucille de Mina manteniéndola a raya. Irónicamente, Megara es quien mejor le cae a esta última.
Disfruta las oportunidades que tiene de estar frente del cuerpo, aunque no le es fácil conseguirlo. Físicamente es una mujer de cabellos rubios y de ojos oscuros, de estatura media.
↠ Mina (persecutora): probablemente la presencia más antigua en el mundo interno de Lucille; aunque no se tenga total seguridad de ello, fue la primera en manifestarse aún cuando nunca intentó presentarse a sí misma, ya que es algo que detesta. Inicialmente, su rol fue también el de protectora, siendo ella quien soportara los abusos por parte del Sabbat. La diferencia es que luego de sobrevivirlo, continuó perpetuándolo a través del tiempo. Su función son los hábitos agresivos, produciendo daño ya sea de forma moral o física. Sabotea el progreso que pudieran conseguir el resto. Considera a Lucille una cobarde y se lo suele hacer notar. Es muy difícil que tome el frente y aparece sólo bajo condiciones muy estresantes. Físicamente es una mujer alta de cabellos rojizos y ojos claros.
↠ Circe (cuidadora): no se tiene constancia de su edad ni cuando apareció por primera vez ya que su presencia se siente muy lejana y, aunque es poderosa, prácticamente nunca se hace presente. Su rol es pasivo y es de proteger a todo el sistema de identidades. Se la identifica con la paz absoluta. Aunque no sea del todo claro, han llegado a describirla como alguien que ronda los cuarenta años y que posee cabello largo, oscuro y ondulado. Es muda, y se desconoce su voz.
↠ Ryo: Al igual que Circe, se conoce su existencia pero nunca se ha manifestado de forma directa. No tiene un rol completamente determinado, pero se lo relaciona con un carácter calculador y más frío. Es aquella figura neutral que a pesar de que no termine de mostrarse amable, jamás se verá atisbos de comportamientos negativos. También mudo, prefiere mantenerse lejos de todos. Han llegado a considerarlo el más “inteligente” ya que contribuye a resolver los problemas de lógica. Disfruta del arte. Físicamente es de baja estatura, lleva un cabello rubio y corto. Su sexo es indefinido. A simple vista pareciera ser andrógino.
↠ Eugénie: se desconoce su edad exacta, pero debería rondar entre los siete y diez años. Las identidades que representan a los niños son aquellos que por alguna razón quedaron o tuvieron la necesidad de permanecer a una edad más temprana. Ella representa esa parte atorada en un evento particular del trauma. Eugénie en particular llora bastante y resulta incómodo para todos que se haga presente. Muy de vez en cuando (puesto que su presencia es prácticamente nula) se la siente con buen ánimo, mucho más dulcificada y apacible. Se sospecha que en realidad no es ella sino otra niña (cuyo rol va de la mano con la protección de aquel aspecto de la niñez). De ser así, se vería muy parecida a ella.
A su modo, Mina busca protegerla, buscando siempre ocultarla del resto.
03.
Historia
Las maldiciones son diversas. Poderosas son aquellas que prescinden de un autor físico, como podría ser un hechicero diestro en las artes oscuras. Son aquellas que carecen de un nombre y, sin embargo, juegan a diestra y siniestra de forma involuntaria sobre el damnificado. Y si existe por añadidura interpretaciones erróneas sobre su naturaleza, estas se vuelven aún más siniestras. De resto, aquí no encontrará una historia fantástica, aunque sí abierta al poder de la sugestión. Encontrará con suerte a una mujer cuyas anécdotas difícilmente son oídas y, de serlas, sólo caen en lecturas desacertadas que sólo alimentan sus desventuras.
A diferencia de varios jóvenes hechiceros, Lucille nunca debió luchar contra lo instaurado para hallar parte de su identidad en la magia, visto que se le dio a conocer esta información a temprana edad perteneciendo a un infame aquelarre de brujos. Incluso si no permanecían en el mismo sitio, su asentamiento más habitual bordeaba las afueras de París, colindando con las aldeas de menor tamaño de la zona. Por regla, toda su familia eran hechiceros pertenecientes al mismo Sabbat y eran, por consiguiente, practicantes de una misma rama de magia negra donde se frecuentaban los conjuros a gran escala en lo algunos denominarían misa negra. Usualmente se buscaba invitar a entidades demoníacas o almas que ya hubiesen escapado del plano físico. En el primero de los casos, sus invocaciones casi nunca llegaban a buen puerto.
Todos los menores del grupo solían adentrarse a estas prácticas al comienzo de la adolescencia. Tratándose de una costumbre a la que se los introducía de manera temprana, criarse en un ambiente tal no debía causar demasiados debates a consciencia.
Pero ella... Ella jamás habría podido interiorizarse con esta ramificación del ocultismo y sus ideales. Su madre y, por sobre todas las cosas, su abuela, adjudicaban este rechazo a sus dones en carácter de desarrollo. La gran mayoría de integrantes tendían a desarrollar aquellos de naturaleza oscura, mientras que ella había canalizado su energía instintivamente hacia los considerados "de magia blanca".
Lucille creció entonces sobre miradas réprobas y exigencias que jamás llegaría a consumar. Era imposible para ella y era imposible para sus progenitores, que carecían de una hija prodigiosa. Pero esto no detendría su búsqueda de re-insertarla en el Sabbat. La jovencita se vería obligada a asistir así a todos y cada uno de los encuentros grupales. En el mejor de los casos, no sería más que una espectadora de dichas sesiones, las cuales podían llegar a ser tan aburridas como inhumanas, capaces de paralizar la mente de los más novatos. De lo contrario, tomaría participación de ellos de algún modo u otro. De todas las heridas padecidas en forma de desapego, esta representaba la peor injuria a la que debía someterse; nunca se acostumbraría a la tortura que se impartía a los ofrecidos a sacrificio. Tampoco se acostumbraría al sabor ferroso de la sangre, ni a la espesura y tibieza que se colaba entre sus manos de ser esta quien impartiera la ejecución.
Sería por tanto un tanto irrisorio afirmar que, luego de sus primera participación, le resultara imposible recordar las escenas de los sucesos en cuestión; sabía no obstante que había intervenido en ellos. Así lo afirmaba su madre, conmocionada por la repentina desenvoltura de su hija en tales encuentros. Aún viéndose incapaz de retener esta clase de recuerdos, su mirada seguiría rogando misericordia cada vez que se le ordenaba tomar un papel activo. No importaba si se trataban de animales o humanos, tener una influencia directa en el aquelarre significaba dejar su mente escarificada de imágenes violentas, que desembocaban en complejos de los que resultaba inimaginable escapar.
Continuó de esta manera varios años, adaptándose al destrato no sólo de su familia sino también de sus pares, debiendo obedecer la voluntad de los líderes en caso de ser necesaria su aprobación. Creció también enfermiza. Era extraño que su cuerpo no se viera envuelto en febrículas persistentes, temblores corporales, palpitaciones, y aquella molesta sensación de falta de aire que la llevaba a hiperventilar gran parte del tiempo. Consumida por una melancolía sempiterna, era posible observar una fuerte tendencia al aislamiento que sólo afianzada la distancia con todos; en especial los de su edad.
La invasión de sentimientos atroces la llevaron a buscar como último recurso a la apertura de un diario personal, en el cual registraba su día a día.
Sus entradas eran por lo general cortas, sin añadiduras innecesarias. Sin embargo, a los días de haber comenzado, notó que cada vez que abría su cuaderno, había una entrada nueva que no recordaba haber escrito. Una fuerte inquietud sobrevino a ella cuando, al leer dichas líneas, se encontró que estas de alguna forma respondían a la anterior, como si de una conversación se tratara. Mientras suyo era el agobio a través de la pluma, su aparente interlocutor poseía una expresión calma y racional que buscaba tranquilizarla. Entonces el miedo inicial que suponía abrir su diario en cada caída del crepúsculo viró con rapidez hacia una curiosidad casi obsesiva por él. No siempre se hacía presente, pero cuando lo hacía, sus interrogantes se volvían incluso insoportables. Jamás se lo contaría a nadie. Más si aquel espacio era el único donde obtenía cierta intimidad con aquello que se decía su "voluntad". Luego de varios intentos, dio con su nombre: Aidan.
Así, lo que alguna vez comenzó como un pasatiempo, terminó en diversos descubrimientos. Aidan no estaba sólo. Detrás de él, podía oírse a una mujer de temperamento parco, en ocasiones irascible. Lucille comprendió que aquella ya se había manifestado con anterioridad, sólo que no sabía identificarla. Era más antigua, y se hacía llamar a sí misma Mina. Ella, quien solía presentarse en la gran mayoría de los eventos de sacrificio del aquelarre, a los cuales Lucille casi nunca tenía acceso conscientemente. Mina dolía. Dolía demasiado. De sentir su presencia cerca, su espíritu se encogía al punto de sentirse vulnerable, triste. Con el correr de los meses, descubriría que todas aquellas alucinaciones auditivas que venía sufriendo hace años tenían nombre propio. De todas las presencias, no todas deseaban expresarse de forma directa, pero estaban allí de todos modos, haciendo funcional a Lucille. Existía también otra figura femenina que manifestaba la paz que jamás hubiese conseguido; no era fácil representarla. Permanecía lejos, en el fondo de sus pensamientos y rara vez se hacía presente. Era la encargada de tomar el control de la situación cuando nadie más podía, incluso Aidan. Luego de un tiempo, decidieron llamarle Circe. ¡Cuánto hubiese deseado que se expresara antes! Era muda y la rodeaba un aura blanco. Cumplía aquel rol materno que su madre jamás llegaría a ocupar.
Con el tiempo, otros se fueron presentando. Presentando. Como si sus llegadas fueran recientes, cuando cada uno ocupaba un lugar desde hacía años. Cuando Aidan se ausentaba, Megara, la muchacha más alegre y activa que jamás hubiese conocido, aparecía para solventar su ausencia. Solía hacerle frente a Mina, e irónicamente era la única presencia que Mina respetaba. Todos ellos fueron los primeros en conectar con Lucille, logrando que se desenvolviera con su entorno de una manera mucho más orgánica, sin tantos problemas, incluso si no llegaba a comprender su naturaleza. ¿Importaba realmente? Hacia el final del día, era más que conversar consigo misma. Por lo general, eran capaces de compartir su experiencia física con ella sin estorbar en su accionar, lejos de resultarle conflictivo, la ayudaban a desenvolverse. Pero cuando por alguna razón despertaba amnésica en algún sitio, sabía que algo malo había ocurrido.
Sobre los últimos años, el Sabbat se había visto involucrado en rituales más arriesgados, que solían contemplar la utilización de los osarios de París que habrían tenido comienzo sobre 1774. La intención de estos santuarios era la de disminuir la sobrepoblación de cementerios, de los cuales algunos ya se encontraban en peligro de derrumbe. Inicialmente, estas catacumbas se manifestaban como repositorios desordenados de huesos, pero esto cambiaría con la llegada de un inspector de minas, quien años más tarde transformaría estas cavernas en un mausoleo abierto a visitantes. El reordenamiento de piezas óseas no sólo se basó en apilamientos pulcros sino que hubo intenciones de hacer un espacio más atractivo con decoraciones varias; algunas de ellas, extravagantes. Decoraciones ominosas en formas de arco, geometrías de peso simbólico, murallas de cráneos y diversas advertencias a sus visitantes. Una vez terminados los primeros arreglos, sólo se dejó abierta a exploración civil una milla de todo el compendio de cavernas. El resto permanecería oculto al día de la fecha.
Aquí es entonces donde las visitas del aquelarre solía hacerse presente por las noches.
El plan implicaba desplazarse hasta la metrópolis. Pero casi nunca lo lograban sin que se presentara algún impedimento. Las noches en las que conseguían adentrarse por aquellos recovecos húmedos acababan profanando los restos cadavéricos que servirían como vectores en sus rituales. El ambiente allí abajo era asfixiante. De más está mencionar el odio de la señorita Martin hacia el lugar. En especial luego de su última visita.
Luego de que se recitaran algunos versículos, su cuerpo entró en un extraño estado catatónico. Además de escucharlos a ellos, oyó el llanto de una niña pequeña que también provenía de su interior. Pero esto no habría sido la causa de su estado sino la consecuencia de escuchar otras voces que gritaban a su alrededor; no provenían de ella, pero tampoco provenía de los vivos. Desde el exterior Lucille se vislumbraba como una estatua, cuyos labios se encontraban entreabiertos, y sus ojos, adornados por pequeños capilares que resaltaban en su esclera, observaban con atención al ejército de cráneos que rodeaba a la muchedumbre. Los chirridos provenían de este, y así como rugían sus lamentos, también impartían sus amenazas. Pasado el minuto, su organismo comenzó a temblar. Uno de los líderes del Sabbat, al notarlo, la tomó del hombro con cierta consternación. Bastó sentir el calor de esa mano para que joven abandonara el conocimiento y Mina tomara su lugar. Lejos de calmar las cosas, comenzó a gritarles a todos en el lugar, blasfemando todo aquello que Lucille nunca se atrevería a decir. El encuentro finalizó cuando ella corrió fuera de las catacumbas.
Pasaron entonces dos meses desde que abandonó el aquelarre para instalarse a duras penas en París, logrando conseguir empleo en el jardín botánico como jardinera.
04.
Datos Extras
- ↠ Algo que la ha ayudado mucho es escribir relatos cortos junto a sus alters, así como también poesía, aunque esto último es algo más propio de Lucille (y en ocasiones de Aidan).
- ↠ De no tener su cuaderno de anotaciones, suele fumar para despejar su mente. Esto por lo general es en su trabajo.
- ↠ Aún busca comprender cómo funciona su mente. No termina de comprender quiénes son ellos, pero jamás abandonó la certeza de que han sido y probablemente sean necesarios en su vida.
- ↠ Su empleo en el jardín botánico lo consiguió gracias a sus conocimientos en botánica; quizá el único conocimiento positivo que obtuvo por parte del aquelarre. Su conocimiento en especies vegetales es bastante amplio. Gracias a éste, logró conseguir un piso de pequeñas dimensiones saliendo de la zona céntrica de París.
- ↠ Como es de esperarse, no posee muchos vínculos afectivos, salvo la amabilidad de quienes la acogieron en el jardín. En este conoció sin embargo a su pequeño compañero, un búho ciego al cual bautizó Nova. Durante las jornadas nocturnas suele apegarse a ella.
- ↠ Siempre tiende a soltarse un poco los lazos de su corsé para no sentirse asfixiada.
- ↠ Eugénie fue la última identidad en aparecer, y aunque su presencia había estado pulsante años anteriores, no fue sino hasta el último encuentro del Sabbat que se hizo evidente.
- ↠ Se desconocen los "nacimientos" de Circe y Ryo, y por tanto no se les puede asignar un orden de división, como en el caso de las otras identidades.
- ↠ No se siente responsable del uso de su magia. Salvo que sea muy necesario, prefiere evitarla.
- ↠ Su familia desconoce que en realidad sí llegó a desarrollar un don oscuro o negativo, siendo el de la dominación. Tampoco tienen conocimiento del desarrollo de su tercer don: la atmokinesis. Se cree que las veces que el grupo falló en su viaje hasta los osarios se debió a su intervención sobre el temporal, aunque esta habría sido totalmente involuntaria.
- ↠ Los tornados son un fenómeno hacia los cuales se siente especialmente atraída, incluso si pudiera tenerles miedo o impresión.
- ↠ El último encuentro en las catacumbas terminaron de confirmar su facultad como médium, cualidad que le facilita ponerse en contacto con personas ya fallecidas.
C y a l a n a
Lucille J. Martin- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 02/10/2021
Localización : París
Re: The System — Lucille J. Martin ID
FICHA APROBADA
bienvenido/a a victorian vampires
¡ENHORABUENA! YA ERES PARTE DE VICTORIAN VAMPIRES Y TE DAMOS LA MÁS CORDIAL BIENVENIDA.
RECUERDA QUE A LA HORA DE ROLEAR HAY QUE RESPETAR LO ESPECIFICADO EN TU FICHA, PORQUE ÉSTA YA HA SIDO REVISADA Y APROBADA. NO PUEDES ALTERAR LA INFORMACIÓN Y AÑADIR A TU PERSONAJE COSAS DIFERENTES COMO PODERES O HABILIDADES DISTINTAS A LO QUE AQUÍ HAS SEÑALADO. DE OCURRIR ASÍ, LA ADMINISTRACIÓN TENDRÁ TODO EL DERECHO DE LLAMARTE LA ATENCIÓN Y/O PEDIRTE QUE HAGAS MODIFICACIONES, ALGO QUE NO QUEREMOS QUE OCURRA.
TE INVITO A LEER LAS NORMAS QUE TENEMOS EN EL FORO PARA QUE ESTÉS BIEN ENTERADO/A DE TODO Y ASÍ EVITARTE FUTUROS MALOS ENTENDIDOS. A CONTINUACIÓN TE DEJO LOS LINKS MÁS IMPORTANTES PARA QUE PUEDAS CONOCER LA INFORMACIÓN, Y SI DESPUÉS DE LEER SIGUES TENIENDO ALGUNA DUDA, PUEDES CONTACTARME A MÍ O A OTRO DE LOS ADMINISTRADORES. ESTAMOS PARA SERVIRTE.
¡QUE TE DIVIERTAS!
I M P O R T A N T E:
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