Constantine Sideris | ID

Descripción psicológica
Reservado con todos, incluso con sus allegados, Constantine no expresa nada que tenga que ver con su interior con nadie, para ello se ha puesto una coraza gruesa que sea a prueba de todo. Una de sus más grandes habilidades consiste en eludir a la perfección cualquier manifestación de sentimientos.

Cínico hasta el final, no tiene problemas en ver la vida de la manera en la cual él considera realista. La vida lo despojó de sus sueños y esperanzas, por lo que en el presente cualquier versión de un futuro idealista la considera un mero cuento de hadas.

Tenaz en todos los sentidos, a pesar de los daños que sufrió en el pasado, su instinto de supervivencia se mantiene a flote, es diestro y hábil cuando se trata de salvar la vida.

Artista del robo y del engaño, sabe cómo hablar con los demás para distraerles incluso de las cosas más evidentes, recurriendo a sus habilidades para encantar a las damas y para engatusar a los caballeros.

Amante de la adrenalina, no rehúye las emociones extremas, estas le hacen sentirse vivo.

Desconfiado de la mayoría, aprendió a las malas que su mejor amigo es él mismo, sabe que debe valerse por si mismo para sobrevivir.

Observador y detallista, posee un intelecto elevado y una memoria fotográfica que le resultan extremadamente útiles en su oficio.

Puede comportarse alegre y carismático en los momentos en los que baja la guardia, después de haber tenido alguna experiencia que así lo amerite.

Completamente escéptico de las relaciones profundas con las mujeres, a causa de aquella que le abandonó en su peor momento, aunque no lo deje ver, le dejó una profunda marca.



Historia
Constantine nació treinta y dos años atrás, en Delfos, Grecia, en un pequeño pueblo en la ladera sur del monte Parnaso. Las memorias de su hogar le traen las vistas sorprendentes del valle y el mar que en aquel entonces a menudo vislumbraba desde los acantilados adonde solía acudir a despejar su mente y encontrar un poco de paz.

A la edad de catorce años sufrió la pérdida de su madre, Cassia. Tras meses de sufrimiento a causa de una enfermedad terminal durante la cual fue decayendo poco a poco, Cassia finalmente encontró la paz que su agotado cuerpo merecía. Constantine no suele hablar mucho de esa época, pero la recuerda vívidamente como si se tratara de ayer. Fue un suceso que le marcó en su temprana vida, el ver como un ser querido se extinguía de a poco sin que  él, ni su padre, pudiesen hacer nada para evitarlo.

En esa época tuvo que madurar de golpe. Eliakim, su padre, fuertemente afectado por la pérdida de su esposa, tenía que continuar con el mantenimiento del hogar. Le dejaba solo más tiempo del que debería, en parte por causa del trabajo, en parte porque en ocasiones le ganaba el duelo y acudía al bar próximo a desahogar sus penas hablando con quien le servía un trago de alcohol, mientras se dedicaba a mirar el fondo del vaso.

Los años transcurrieron y, tras su mayoría de edad, Constantine se dedicó al estudio de las finanzas con la finalidad de tomar el lugar de su padre en la compañía familiar. A los veinticuatro años se había comprometido con una joven perteneciente a una de las familias más distinguidas de Atenas, frente a él se expandía un futuro brillante y prometedor.

La tarde en la cual un par oficiales de la ley le buscó en su oficina para darle la noticia sobre lo acontecido a Eliakim cambiaría su vida para siempre.

El reporte oficial indicaba que Eliakim se había suicidado, a su lado habían encontrado una nota de despedida en la cual confesaba haber realizado diversos crímenes de desfalco.

El shock inicial no permitió que Constantine asimilara la noticia con claridad, entre el reconocimiento del cadáver en la morgue, los preparativos del funeral, y el mismo entierro, se encontraba devastado. Una semana después comenzó a reflexionar, la historia no cuadraba en lo absoluto con el tipo de hombre que era su padre, se negaba a creer tanto en su culpabilidad como en el hecho de que se hubiera suicidado.

Realizó entonces sus pesquisas durante la totalidad de casi un año y, poco a poco, fue descubriendo la verdad. Alexios Kallas, jefe del crimen organizado de Atenas, había intentado sobornar a su padre con la finalidad de que fuera partícipe de diversas transacciones ilícitas que utilizarían su negocio como tapadera. Ante la negativa de Eliakim, Kallas lo utilizó como chivo expiatorio.

Lleno de rabia y de resentimiento, Constantine confrontó a Kallas, llevaba una pistola consigo y, logrando burlar a su guardia, disparó y casi logró asesinarlo.

El abogado de Kallas actuó de inmediato, Constantine fue encerrado y su abogado le convenció de que lograría salir en poco tiempo si se declaraba culpable, sin embargo, el juez le sentenció a quince años de prisión.

Habiendo caído en desgracia Constantine se percató de que tanto el abogado como el juez habian sido comprados por Kallas. La joven con la que pensaba compartir su vida, rompió su compromiso con él sin mayores delicadezas ni explicaciones, intentando rehuir el escándalo que se daría en la sociedad en la que se movía.

Desprovisto de cualquier tipo de ayuda, permaneció en prisión hasta que la fortuna se apiadó de él. Durante la visita del hijo del director de la prisión sucedió un incidente en el cual el chiquillo estuvo a punto de perder la vida. De no haber sido por la rápida intervención de Constantine no habría sobrevivido.

Tras lo sucedido obtuvo un perdón oficial, gracias al cual regresó a la vida en el exterior por primera vez en cuatro años. Sin embargo, su reputación estaba arruinada, no le quedaba nada más que cumplir su venganza en contra de los hombres que le habían arruinado.

Con sus conocimientos en finanzas y con algunos recursos, Constantine desvió largas sumas de dinero de las cuentas de Kallas, incriminando al abogado y al juez, uno como manipulador de fondos y el otro como quien se hacía de la vista gorda para robarle. Envió las “pruebas” a Kallas y este se encargó de ellos. Después de eso, con la ayuda de uno de sus compañeros de cárcel, consiguió plantar una supuesta evidencia en contra de uno de los socios de Kallas. Creyéndose doblemente estafado Kallas se enfrentó a su socio, terminando la escena con su propia muerte.

Habiendo satisfecho su venganza, Constantine se marchó de Delfos. Su carrera se había terminado, nadie le contrataba debido a sus antecedentes, así que no tuvo más opción que comenzar su carrera delictiva.

Poco a poco fue adquiriendo experiencia y se convirtió en un profesional en el arte del robo, un artista embaucador capaz de conseguir las joyas y los objetos preciados más valiosos sin importar la dificultad de su alcance.

De esa manera se fue movilizando por toda Europa, utilizando diferentes identidades y rehuyendo a las distintas autoridades, hasta alcanzar París, adonde se ha asentado actualmente.

Datos extra
- Lleva consigo múltiples identificaciones en todo momento, bajo distintos nombres.

- Excelente embaucador y escapista, artista del engaño y del disfraz.

- Domina diversos idiomas como el griego, francés, italiano y ruso.

- Posee un coeficiente intelectual muy elevado y tiene gusto por lo refinado, como escuchar una sinfonía clásica o una pieza de Chopin..