AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Uomo Fatale
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Victorian Vampires :: :: ZONA COMERCIAL :: Le Chabanais
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Uomo Fatale
Uomo Fatale[1]
«Cuanto más cansado está alguien menos tiempo tiene para pensar. Si consigues quitarle la voluntad, jamás se rebelará contra ti. Nutre el poder que tienes sobre este, cubre sus necesidades y tendrás su sumisión.
—El Conde
—El Conde
Maisons de tolérance[2] – Le Chabanais
¿Quién dijo que para obtener un cargo real, se necesitaba descendencia? Todo trono, cada rango, solo son para aquellos que están dispuestos a cargar con poder político, y aristócrata, donde si titubeas a las reglas de todo gobernante, ya está amenazado, caerá tu era, caerá el virreinato porque así es este combate, y el claro ejemplo está en el Conde Rosenthal; un hijo de puta que no muchos tienen el placer de conocer, ni catalogarlo como un proxeneta, tan maldito es, que en ese sentido está elevándose, ascendiendo de manera grotesca, tan bestial. Así es como él siempre ha dicho, que implementando la coerción, y el interés de los demás, tendrás al pueblo en la palma de tu mano, subordinando, siempre cumpliendo las expectativas para jamás perder esa ganancia. Ya que si se toma un momento en el estudio de lo que mueve a una sociedad, es el mismo poder. ¡Quien no lo tiene, no es nadie! El poder significa a grandes rasgos, cambio, la base principal para poder funcionar un poblado, y quien diga lo contrario, es que no sabe nada, no conoce de los negocios, porque eso son los ciudadanos, mercancías movibles que generan medios de producción, un mutuo avance para satisfacer las propias necesidades, formulando un ciclo donde todos sobreviven, sino, ¿qué pasa cuando alguien viola lo estipulado? Lo aíslan, lo olvidan, y muere.
Por ello, se hizo de un Maisons de tolérance, y después lo convirtió en un fideicomiso, que no solo un establecimiento hubiera, sino varios, tocando varios puntos, y no solo el otorgar trabajo a quien lo necesite, ni brindar placer al quien pague, todo es una fachada, porque él no aspira a mediocridad, aspira a mucho más, y el enfoque es la venta de estas mesalinas al mundo internacional, sacando mejores beneficios y enriqueciéndose de gente. Porque si se tratara de dinero, el mismo lo robaría, y esto no es así, pero también el que no tiene los recursos necesarios, entonces jamás llegará a triunfar.
El negocio se acrecentaba, debía poner un orden para que no se salga de sus manos, siempre tenerlos bajo estricta observancia, que fue así como vio de la competencia, arrasando todo local que pudiera atentar contra las ganancias, y eso debido a que el modus operandi en cualquiera de este tipo de negocio es cubrir con las necesidades humanas, sin enfocarse en el valor, por ello, se encargó de llevar a la quiebra a varios de ellos, atrayendo personal que deseará sobresalir y no quedarse en la miseria, ofreciendo más para duplicarlo en el establecimiento. Así, el Conde, ese maldito proxeneta como podrían catalogarlo algunos, bien que sabe cómo negociar, no es un saber del todo pero de lo suficiente para triunfar, ya que sus intereses estaban en juego y debía incrementar mercancías, mantener el control de la economía y seguir siendo de los primeros locales en ser los más demandados.
Razón del porque está postrado sobre un diván situado en un vestíbulo especial del Le Chabanais, donde Madame Kelly está sentada a su lado, observando ambos frente al séquito de trabajadores. Cada uno de ellos fueron los que se entregaron al Conde por medio de la cesión de derechos del burdel que se fue a la quiebra, el dueño de este solicitó que se les ofreciera trabajo en alguno de sus fideicomisos, se sentía responsable de ellos, y no es para nada un favor, sino una ventaja para él al incluir nuevo personal. Más, al estarlos atisbando, resulta que tendrá que educarlos e instruirles el modus operandi de este bestial mundo. —Sean bienvenidos a su nuevo hogar, Le Chabanais... —Madame Kelly con rectitud y confianza pronunció tras levantarse y caminar hacia ellos, paseándose como la matrona de todos ellos, ella es la encargada de educarlos desde la manera de su presentación física, como su lenguaje corporal, aspiraciones y ventajas que deben de adquirir para ir escalando. —Soy Madame Kelly, y seré la encargada de ustedes, por sus rostros puedo identificar las necesidades que cada uno posee. Pero no se preocupen, aquí se les abastecerán todas, pero así como sé otorga, deben de ofrecer compromiso y dedicación. Como verán no es un Maisons de tolérance de los que suelen frecuentar, aquí no son prostitutos, ni putas, ni mujerzuelas de un Maissons d'abattage. Aquí ustedes serán Mesalinos, Mesalinas; seres que serán poderosos y ambiciosos debido a su juventud, belleza y habilidades. Aprenderán a manipular a su compañía y se valdrán de este poder para lograr sus objetivos personales—. Mientras daba el concepto del burdel al que trabajaran, fue tocando el rostro de cada uno, para estudiarlos en profundidad, cosa que el Conde solo observó en silencio.
—Serán considerados sólo para los aristócratas, esto es un mundo regido por la plutocracia. Así que olvídense de todo lo que han aprendido fuera de estos cimientos, y tengan la voluntad de aprender y adquirir nuevas habilidades. Nadie nació siendo una Mesalina, pero serán entrenados para serlo.
El Conde atisbo a todos, les estaba criticando hasta la delgadez de sus piernas, la apestosidad de su sangre, enfocándose en cómo tenerlos sometidos en caso de no cumplir con lo estipulado. —Ahora, es momento de que cada uno se presente, exponiendo su perfil completo, el puesto que desempeñaban en el trabajo anterior, y qué habilidades poseen o les gustaría ejercer—. Se dio vuelta Madame Kelly y se sentó alado del Conde, quien no perdió de vista a cada uno de ellos, había leído un poco de los informes presentados del personal, pero escucharlos era el mejor entretenimiento para él, pues es ahí donde puede descubrir la manera de atarlos, motivo de su presencia y el que hayan sido citados en ese momento, en ese lugar.
En tanto mantenía un silencio aterrador para los presentes, debido a su vestimenta de un estilo dandy [3], siendo una jodida belleza en todo sentido. Que sí estaban fascinados de deleitarlo, debían temer, porque no hay escapatoria, ya son suyos y de nadie más. Así, se estén copulando al Rey, primero pertenecen al Conde y en segundo, a los demás.
1. Uomo Fatale es libertad. Ruptura de los esquemas. Plantarle cara al miedo. Es lucha, la revolución de las caderas. Un hombre sin nada de miedos y con muchas ganas de echar a volar. Uomo fatale construye alas, hace lo que le da la gana, da un portazo en el salón. La rebeldía la tienen en sus pestañas, la dulzura en la espalda y las ganas en el corazón. Muchos dicen que están locos, yo opino que en su cordura se encuentra su libertad.
2. Maisons de tolérance, es burdel.
3. Dandy, es un arquetipo de persona muy refinada en el vestir, con grandes conocimientos de moda, proveniente de la burguesía, con una fuerte personalidad y poseedora de nuevos valores.
Por ello, se hizo de un Maisons de tolérance, y después lo convirtió en un fideicomiso, que no solo un establecimiento hubiera, sino varios, tocando varios puntos, y no solo el otorgar trabajo a quien lo necesite, ni brindar placer al quien pague, todo es una fachada, porque él no aspira a mediocridad, aspira a mucho más, y el enfoque es la venta de estas mesalinas al mundo internacional, sacando mejores beneficios y enriqueciéndose de gente. Porque si se tratara de dinero, el mismo lo robaría, y esto no es así, pero también el que no tiene los recursos necesarios, entonces jamás llegará a triunfar.
El negocio se acrecentaba, debía poner un orden para que no se salga de sus manos, siempre tenerlos bajo estricta observancia, que fue así como vio de la competencia, arrasando todo local que pudiera atentar contra las ganancias, y eso debido a que el modus operandi en cualquiera de este tipo de negocio es cubrir con las necesidades humanas, sin enfocarse en el valor, por ello, se encargó de llevar a la quiebra a varios de ellos, atrayendo personal que deseará sobresalir y no quedarse en la miseria, ofreciendo más para duplicarlo en el establecimiento. Así, el Conde, ese maldito proxeneta como podrían catalogarlo algunos, bien que sabe cómo negociar, no es un saber del todo pero de lo suficiente para triunfar, ya que sus intereses estaban en juego y debía incrementar mercancías, mantener el control de la economía y seguir siendo de los primeros locales en ser los más demandados.
Razón del porque está postrado sobre un diván situado en un vestíbulo especial del Le Chabanais, donde Madame Kelly está sentada a su lado, observando ambos frente al séquito de trabajadores. Cada uno de ellos fueron los que se entregaron al Conde por medio de la cesión de derechos del burdel que se fue a la quiebra, el dueño de este solicitó que se les ofreciera trabajo en alguno de sus fideicomisos, se sentía responsable de ellos, y no es para nada un favor, sino una ventaja para él al incluir nuevo personal. Más, al estarlos atisbando, resulta que tendrá que educarlos e instruirles el modus operandi de este bestial mundo. —Sean bienvenidos a su nuevo hogar, Le Chabanais... —Madame Kelly con rectitud y confianza pronunció tras levantarse y caminar hacia ellos, paseándose como la matrona de todos ellos, ella es la encargada de educarlos desde la manera de su presentación física, como su lenguaje corporal, aspiraciones y ventajas que deben de adquirir para ir escalando. —Soy Madame Kelly, y seré la encargada de ustedes, por sus rostros puedo identificar las necesidades que cada uno posee. Pero no se preocupen, aquí se les abastecerán todas, pero así como sé otorga, deben de ofrecer compromiso y dedicación. Como verán no es un Maisons de tolérance de los que suelen frecuentar, aquí no son prostitutos, ni putas, ni mujerzuelas de un Maissons d'abattage. Aquí ustedes serán Mesalinos, Mesalinas; seres que serán poderosos y ambiciosos debido a su juventud, belleza y habilidades. Aprenderán a manipular a su compañía y se valdrán de este poder para lograr sus objetivos personales—. Mientras daba el concepto del burdel al que trabajaran, fue tocando el rostro de cada uno, para estudiarlos en profundidad, cosa que el Conde solo observó en silencio.
—Serán considerados sólo para los aristócratas, esto es un mundo regido por la plutocracia. Así que olvídense de todo lo que han aprendido fuera de estos cimientos, y tengan la voluntad de aprender y adquirir nuevas habilidades. Nadie nació siendo una Mesalina, pero serán entrenados para serlo.
El Conde atisbo a todos, les estaba criticando hasta la delgadez de sus piernas, la apestosidad de su sangre, enfocándose en cómo tenerlos sometidos en caso de no cumplir con lo estipulado. —Ahora, es momento de que cada uno se presente, exponiendo su perfil completo, el puesto que desempeñaban en el trabajo anterior, y qué habilidades poseen o les gustaría ejercer—. Se dio vuelta Madame Kelly y se sentó alado del Conde, quien no perdió de vista a cada uno de ellos, había leído un poco de los informes presentados del personal, pero escucharlos era el mejor entretenimiento para él, pues es ahí donde puede descubrir la manera de atarlos, motivo de su presencia y el que hayan sido citados en ese momento, en ese lugar.
En tanto mantenía un silencio aterrador para los presentes, debido a su vestimenta de un estilo dandy [3], siendo una jodida belleza en todo sentido. Que sí estaban fascinados de deleitarlo, debían temer, porque no hay escapatoria, ya son suyos y de nadie más. Así, se estén copulando al Rey, primero pertenecen al Conde y en segundo, a los demás.
1. Uomo Fatale es libertad. Ruptura de los esquemas. Plantarle cara al miedo. Es lucha, la revolución de las caderas. Un hombre sin nada de miedos y con muchas ganas de echar a volar. Uomo fatale construye alas, hace lo que le da la gana, da un portazo en el salón. La rebeldía la tienen en sus pestañas, la dulzura en la espalda y las ganas en el corazón. Muchos dicen que están locos, yo opino que en su cordura se encuentra su libertad.
2. Maisons de tolérance, es burdel.
3. Dandy, es un arquetipo de persona muy refinada en el vestir, con grandes conocimientos de moda, proveniente de la burguesía, con una fuerte personalidad y poseedora de nuevos valores.
Sokolović Rosenthal- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 13/05/2014
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Re: Uomo Fatale
Los días pasaban lentos en el burdel donde laboraba el joven germano, y con ello cada vez menos clientes visitaban el recinto tal y como lo hacían tiempo atrás. Honestamente era algo que impresionaba al mancebo, pues hasta un mes atrás, el burdel siempre estaba lleno de gente casi a diario. Y luego, como por arte de magia, todo aquello había cambiado drásticamente. El muchacho podía contar con una mano a la cantidad de clientes que había atendido durante ese mes. Anteriormente no era así, donde en muchas oportunidades perdía la cuenta acerca de cuantos borrachos desgraciados atendía cada semana. No era algo que le hiciera sentir orgulloso en lo absoluto, sin embargo, esa era su labor y debía ejercerla tal y como se le exigía hacerlo. Ese era el precio a pagar por tener un techo donde poder dormir y resguardarse diariamente. Bastante caro, muy a su pesar.
El declive del burdel pasó frente a sus ojos como si hubiera pestañado solo unos segundos durante las últimas semanas de aquel extraño y peculiar mes. De estar todas las mesas ocupadas, la barra atiborrada de personas y las habitaciones llenas de clientes, ahora era todo lo contrario. Con suerte habían recibido entre cinco y nueve clientes por semana, cifras históricamente bajas en aquel recinto. La administración del lugar intentó revivir aquella pocilga a cualquier precio, pero ahora un nuevo burdel de alta categoría, según había llegado a sus oídos, se había hecho con los clientes habituales del moribundo prostíbulo. Con ello había llegado lo que parecía inminente e inevitable; el burdel debía cerrar sus puertas. La preocupación había llegado inmediatamente a la mente del hamburgués ¿A donde iría ahora? Era poco el dinero que había logrado reunir durante su estancia en aquel lugar. No le alcanzaría para irse de París hacia Londres, tal y como se lo había propuesto luego de su aparatosa llegada a tierras francesas. No obstante, eso ya vendría después. Su preocupación en ese momento era resolver inmediatamente su situación ¿Dónde pasaría la noche de ahora en adelante? Podría arrendar una habitación económica en algún suburbio de la capital francesa, pero con ello se esfumarían sus ahorros por completo puesto a que no eran muchos ¿Era momento de volver a las calles? Odiaba pensar en ello, pero todo parecía indicar que eso era lo que debía hacer.
―No te vayas aún, espera ― el dueño del burdel detuvo al muchacho, obstaculizando la puerta con su mano para luego cerrar la misma. Era un hombre gordo y de edad media, con ropaje más acomodado que el propio suyo, pero evidenciaba que estaba lejos de ser de clase alta. Era el día siguiente luego de aquella terrible noticia donde le indicaban que debía irse de allí, el burdel cerraba sus puertas definitivamente. El mancebo había recogido sus pocas pertenencias y ya se iba de allí ―. Debo admitir que cuando llegaste, pensé que no durarías más de veinticuatro horas en un lugar como este ― la voz ronca del hombre se hizo presente en el burdel que ahora se encontraba más silencioso que de costumbre. El hombre dirigió su mirada hacia los techos y llevó sus manos hasta los bolsillos de sus pantalones ―. Ya sabes, no luces como alguien que se dedique al oficio, ni siquiera como alguien que trabaja en una taberna donde sirven tragos solamente ― el dueño del local hizo énfasis en la palabra que definía las acciones que allí se realizaban, se giró sobre sí mismo e hizo contacto visual con el germano. Quién lo miraba desde el otro lado de aquel estrecho pasillo que daba salida hacia la calle ―. Lo hiciste bien, y eso debo reconocerlo ― el mayor entonces sacó de su bolsillo un papel arrugado, cuyo interior contenía una dirección. Tomó la mano del menor y posó el trozo de papel sobre la misma ―. Te irá bien, Estoy seguro de ello. No hagas nada estúpido yéndote de París ― carraspeó y fijó su mirada una vez más sobre el castaño, quién le miraba con su seriedad habitual. Algo muy propio de él ―. Ahora ve, no pierdas tiempo. No esperarán por ti todo el día ― apremió al hamburgués y se despidió de él.
Aunque mucho lo dudó, el muchacho se hizo presente en la dirección que indicaba aquel trozo de papel. Cuando se detuvo frente al recinto, a primera vista lucía extremadamente opuesto al chiquero donde laboraba hasta la noche anterior. La diferencia era abismal, y apenas se adentró en el lugar, sus pensamientos confirmaron lo que imaginó apenas llegar. Lujo y opulencia eran dos de los adjetivos que mejor calificaban al lugar. La decoración y todo lo que había allí dentro, era sublime y exquisito. Se presentó al ser recibido y luego invitado a entrar a uno de los salones, mientras tomaban sus pertenencias. No pasaron muchos minutos hasta que una mujer de aproximadamente cuatro décadas y un hombre menor que ella, se hicieron presentes. Ambos tenían muy buena presencia y sus vestimentas lucían costosas y exclusivas, incluso excéntricas a ojos del germano. Este último había permanecido sentado y en silencio, junto a otros chicos y chicas con vestimentas humildes como las suyas propias. No reconocía a ninguno, ni siquiera a esas chicas coreanas que forzosamente trabajaban en el burdel que había dejado atrás. Se pusieron todos de pie cuando la mujer comenzó a caminar frente a ellos y a observarlos. El castaño fijó su mirada perdida hacia un punto ciego, estaba cabizbajo. Sintió las manos de la damisela acariciar su rostro, y mover ligeramente el mismo para detallarlo, cuando pasó frente a él. Este último volvió a tomar nuevamente su posición inicial una vez había sido observado por la desconocida que ahora se presentaba como Madame Kelly ¿Sus necesidades serían abastecidas? Ya había escuchado eso anteriormente y la realidad fue diferente ¿Por qué se le había ocurrido la absurda idea de visitar ese sitio? ¿Por qué las cosas serían diferentes esta vez? Nada lo garantizaba, ni siquiera las palabras de aquella mujer aparentemente refinada. A su juicio fue una estupidez ir hasta ese lugar, por lo que lo mejor sería irse de ahí y tomar un rumbo diferente.
―Pssssst… Hey, tú. Di tu nombre, orígen y el resto. Esperan por ti ― susurró una chica que se encontraba a su lado, haciendo que el hamburgués reaccionara luego de permanecer ensimismado entre sus pensamientos. El muchacho levantó su mirada y la dirigió hacia la mujer que parecía ser la encargada del lugar ―. Soy Finn. Vengo de otro burdel no muy lejos de aquí, aunque no tan… Ostentoso ― mencionó con su acento germano mientras sus ojos recorrían fugazmente su entorno. Las miradas de los presentes se posaron sobre su persona y eso bastó para que sus pálidas y delgadas mejillas, se ruborizaran ligeramente ― Era camarero, solía ayudar con las cuentas, y también ejercía el oficio ― mencionó de manera bastante escueta, mientras metió sus manos en sus bolsillos. Su mirada y expresión fueron siempre serias. Su rostro proyectaba cansancio, desgaste, desesperanza y decepción. Su cuerpo lucía pálido y famélico, aunque dejaba entrever que antaño tenía buena forma. Su ropaje desgastado y viejo vestían humildemente su fisonomía, su cabello estaba ligeramente despeindo y sus ojeras eran pronunciadas. Su barba estaba larga y descuidada. Suspiró hondo y se tomó unos segundos mientras su mirada se paseaba sobre Madame Kelly y el desconocido que se encontraba a su lado en silencio. Fue entonces cuando carraspeó ligeramente y tomó postura.
―Lamento el inconveniente, pero creo que no debí venir ― verbalizó el hamburgués con más impulsividad que valentía, estaba cansado de revolcarse con borrachos nauseabundos día tras días, noche tras noche, sin cansancio alguno y por algunas monedas que no hacían más que recordarle cuán miserable era su vida y él propiamente, por conformarse a vivir a esa realidad y haberse habituado a ella aún cuando la despreciaba ― Gracias por la introducción y por recibirme, pero será mejor que me vaya ― continuó el mancebo, mientras caminaba a pasos tímidos hasta la salida del salón ― ¿Podrían devolverme mis pertenencias? ― se dirigió hacia la mujer. Si el dueño del burdel que había dejado atrás le hubiera visto, probablemente le habría dicho cuán estúpido era. Pero él estaba cansado, si de verdad vendría un cambio positivo, aquella era la señal; el cierre del burdel, ese al que nunca tuvo que haber visitado.
Última edición por Finn A. Goldschmidt el Miér Mayo 17, 2023 9:28 pm, editado 2 veces
Finn A. Goldschmidt- Prostituto Clase Baja
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Fecha de inscripción : 13/07/2021
Localización : París
Re: Uomo Fatale
Ya fue suficiente.
¿Quién es la maldita bestia aquí? A él lo consideran un hijo de puta por ser el rey del ajedrez, con unas profundas y temerosas iris sabe atisbar a cada una de sus piezas, moviendo algunas de estas tras citarlos para individualizar su persona y circular en su comercio. Sin embargo, se exhiben con una visión extremadamente trivial para desenvolverse en el putaísmo. Tan deplorables relucen cada uno, tan explotados sin cubrir las necesidades básicas; con la dermis deshidratadas, algunas lívidas, fétidas, y luciendo prácticamente como menesterosos. Ahora, se explica por qué se van a la quiebra las competencias. Deberían de ser sus anteriores patrones catalogados como hijos de puta, y no él; el que les está ofreciendo un reino a comparación de la pocilga en la que viven.
Tan decepcionante es, mas se eleva su superioridad al discernirse que nadie estará a su nivel. Él utiliza pero realiza mejoras al producto para que siga circulando en el mercado, esta es la visión del comercio, conservarlos relucientes hasta que esa belleza desaparezca, o bien, sean intercambiados por grandes riquezas, y no solo se trata de opulencia sino de poder.
Todos, o casi todos estaban deslumbrados con el concepto del Maisons de tolérance, sin ser solo promesas porque están dentro del recinto. Mismo en el que se vislumbra decoraciones de erotismo, techos pintados de murales y estatuas al estilo barroco. Hasta el mismísimo Conde es un jodido arte con esa yacida postura en su diván, toda una escultura valiosa, ¡lástima que esté cubierto de prendas! porque al ser contemplado al desnudo en su estado puro, añorarían tocarlo.
Mas, qué padecimiento ha de estar invadiendo a Madame Kelly, puede percibir ya el desdén hacia él por haber aceptado el contrato. Representa todo un verdadero reto perfeccionar a esos imberbes. Sin embargo, sí cumple con lo prometido y satisface al Conde, se llevará su buena gratificación, no cabe duda de su cumplimiento, por eso se ha mantenido a su lado.
Si bien, ya no le apetecía escuchar las presentaciones, ya obtuvo lo que pretendió conocer de ellos, han desperdiciado su vida por nada, por eso lucen malparados, sin esperanza, consumidos por el hambre voraz de la ambición de otros. Por supuesto, para el Conde no son mercancía valiosa, y lo saben ellos. Más aquel cuyo valor expuso tras retroceder cuando estimó no ser apto para el lugar. Quería terminar de escucharlo, quería ver hasta qué punto la falta de autoestima destruye una vida por completo.
Hasta que llegó el momento.
El patrono se irguió de su diván, reflejando el poder en todo su semblante, con la importancia del valor en la mirada proyectada a aquel cuyo nombre mencionado fue Finn. —No debieron venir, si, será mejor que se retiren, absolutamente. ¿Podrían devolverle sus pertenencias? No hace falta pedirlo, con gusto se las entregarán—; emitió las mismas palabras en un tono fastidiado. Comenzando a caminar hacia aquel mozo. —Tan decepcionante es ver cómo temen a salir de sus pocilgas, se han acostumbrado a la apestosidad de la lascivia, al cansancio de estar copulando sin recibir nada a cambio…—; estaba elevando su tono, por la manera en que camina hacia él, y en la que le mira, podría verse como deseaba devorarlo, justo ahí, frente a los demás. —, el destellar la caridad en vez del deseo, el ser golpeados, lacerados de la peor manera sin un ápice de placer…—la vibración de su voz hacía un eco profundo en conjunto con el sonido de sus pasos. Para cuando le tuvo enfrente, el Conde extendió su falange, otorgando una delicada caricia a ese lívido pómulo. —¿Por qué no poseen esas pupilas un brillo tan auténtico? No deleito fantasías en estas iris, —deslizó su mano hacia su nuca, sediento ante el bombardeo de su corazón— ¿tan lastimado estás qué solo eso conoces? —le cuestionó en un susurro, acercándose a sus cabellos para olfatearlos, momento en el que aprovechó para susurrarle. —No hay nada que despierte mi deseo por ti... —¿Mentía? quizás. Sin importar puesto que había expuesto su inclinación sexual por los hombres sin temor a lo que pensara de él. El placer se obtiene de maneras tan inimaginables. Y claramente no hacía falta acercarse a él, tocarlo y por ende, olfatearlo, seguía apestando lo mismo, pero ellos, y él, no saben qué clase de monstruo tienen enfrente. —y, solo por el hecho de no desearte, ¿te rendirás?—. Le soltó. Girando hacia los que si desean permanecer.
—Dejen de pensar como él, porque si continúan así, nunca saldrán de la miseria. Ahora, mírense unos a otros, y después mírense a ustedes mismos. ¿Creen que solo hay crueldad en este mundo? No, y si la ven, aprovéchense de ella, busquen cómo ser fuertes ante ello, ya no se dejen destruir de manera patética. Observen este recinto, admiren a su madama, a sus compañeros si así lo desean—. Alzó la falange, autorizando la entrada de sus Mesalinos.
Formados comenzaron a ingresar, con un andar esplendido, deleitándose aquellos pasos desprendidos de bailarines; con una finura disfrazada de erotismo, compartiendo un lenguaje seductor en todo momento. Invadiendo con esencia de rosas, vainilla, cacao, y fragancias naturales, mezclándose con un poco de aceites amargos evitando empalagar el sentido. De esa manera atraen de inmediato. Formando una esencia pura como manifestación dela belleza natural sin llegar a la vulgaridad. Y vaya que la diferencia es brutal con sus ya Mesalinos, ante los principiantes. Desde la dermis humectante, tersa, vistiendo prendas de alta costura, otros de mayor costo pero limitados, esto por la razón de los clientes que frecuenta cada uno, ahora sí qué hay distinciones de clases entre ellos. Esto se debe a que los clientes dan obsequios, y eso son retribuciones de lo que han cultivado.
—Como ustedes se ven, ellos llegaron a verse, y como ellos ahora se ven, ustedes llegarán a relucir de ese mismo modo. —Quería el Conde interpretar los rostros de cada uno en cuanto sus Mesalinos resaltaron. Exponiendo el verdadero concepto de ese Maisons de tolérance, manifestando las palabras de Madame Kelly en ellos. —Esto es lo que les puedo ofrecer, solo ustedes sabrán si desean sobresalir de esta inmundicia o se terminarán por hundir—. En cuanto propuso la oferta, desvió la mirada hacia a Finn.
—Entonces, ¿te unirás o seguirás por tu camino?
¿Habrá la víbora enredado a su presa? Tendría que, no hay otra alternativa, debe escogerlo, es lo único que le queda, puede confirmarlo por esa mirada, es suyo, puede asegurarlo.
¿Quién es la maldita bestia aquí? A él lo consideran un hijo de puta por ser el rey del ajedrez, con unas profundas y temerosas iris sabe atisbar a cada una de sus piezas, moviendo algunas de estas tras citarlos para individualizar su persona y circular en su comercio. Sin embargo, se exhiben con una visión extremadamente trivial para desenvolverse en el putaísmo. Tan deplorables relucen cada uno, tan explotados sin cubrir las necesidades básicas; con la dermis deshidratadas, algunas lívidas, fétidas, y luciendo prácticamente como menesterosos. Ahora, se explica por qué se van a la quiebra las competencias. Deberían de ser sus anteriores patrones catalogados como hijos de puta, y no él; el que les está ofreciendo un reino a comparación de la pocilga en la que viven.
Tan decepcionante es, mas se eleva su superioridad al discernirse que nadie estará a su nivel. Él utiliza pero realiza mejoras al producto para que siga circulando en el mercado, esta es la visión del comercio, conservarlos relucientes hasta que esa belleza desaparezca, o bien, sean intercambiados por grandes riquezas, y no solo se trata de opulencia sino de poder.
Todos, o casi todos estaban deslumbrados con el concepto del Maisons de tolérance, sin ser solo promesas porque están dentro del recinto. Mismo en el que se vislumbra decoraciones de erotismo, techos pintados de murales y estatuas al estilo barroco. Hasta el mismísimo Conde es un jodido arte con esa yacida postura en su diván, toda una escultura valiosa, ¡lástima que esté cubierto de prendas! porque al ser contemplado al desnudo en su estado puro, añorarían tocarlo.
Mas, qué padecimiento ha de estar invadiendo a Madame Kelly, puede percibir ya el desdén hacia él por haber aceptado el contrato. Representa todo un verdadero reto perfeccionar a esos imberbes. Sin embargo, sí cumple con lo prometido y satisface al Conde, se llevará su buena gratificación, no cabe duda de su cumplimiento, por eso se ha mantenido a su lado.
Si bien, ya no le apetecía escuchar las presentaciones, ya obtuvo lo que pretendió conocer de ellos, han desperdiciado su vida por nada, por eso lucen malparados, sin esperanza, consumidos por el hambre voraz de la ambición de otros. Por supuesto, para el Conde no son mercancía valiosa, y lo saben ellos. Más aquel cuyo valor expuso tras retroceder cuando estimó no ser apto para el lugar. Quería terminar de escucharlo, quería ver hasta qué punto la falta de autoestima destruye una vida por completo.
Hasta que llegó el momento.
El patrono se irguió de su diván, reflejando el poder en todo su semblante, con la importancia del valor en la mirada proyectada a aquel cuyo nombre mencionado fue Finn. —No debieron venir, si, será mejor que se retiren, absolutamente. ¿Podrían devolverle sus pertenencias? No hace falta pedirlo, con gusto se las entregarán—; emitió las mismas palabras en un tono fastidiado. Comenzando a caminar hacia aquel mozo. —Tan decepcionante es ver cómo temen a salir de sus pocilgas, se han acostumbrado a la apestosidad de la lascivia, al cansancio de estar copulando sin recibir nada a cambio…—; estaba elevando su tono, por la manera en que camina hacia él, y en la que le mira, podría verse como deseaba devorarlo, justo ahí, frente a los demás. —, el destellar la caridad en vez del deseo, el ser golpeados, lacerados de la peor manera sin un ápice de placer…—la vibración de su voz hacía un eco profundo en conjunto con el sonido de sus pasos. Para cuando le tuvo enfrente, el Conde extendió su falange, otorgando una delicada caricia a ese lívido pómulo. —¿Por qué no poseen esas pupilas un brillo tan auténtico? No deleito fantasías en estas iris, —deslizó su mano hacia su nuca, sediento ante el bombardeo de su corazón— ¿tan lastimado estás qué solo eso conoces? —le cuestionó en un susurro, acercándose a sus cabellos para olfatearlos, momento en el que aprovechó para susurrarle. —No hay nada que despierte mi deseo por ti... —¿Mentía? quizás. Sin importar puesto que había expuesto su inclinación sexual por los hombres sin temor a lo que pensara de él. El placer se obtiene de maneras tan inimaginables. Y claramente no hacía falta acercarse a él, tocarlo y por ende, olfatearlo, seguía apestando lo mismo, pero ellos, y él, no saben qué clase de monstruo tienen enfrente. —y, solo por el hecho de no desearte, ¿te rendirás?—. Le soltó. Girando hacia los que si desean permanecer.
—Dejen de pensar como él, porque si continúan así, nunca saldrán de la miseria. Ahora, mírense unos a otros, y después mírense a ustedes mismos. ¿Creen que solo hay crueldad en este mundo? No, y si la ven, aprovéchense de ella, busquen cómo ser fuertes ante ello, ya no se dejen destruir de manera patética. Observen este recinto, admiren a su madama, a sus compañeros si así lo desean—. Alzó la falange, autorizando la entrada de sus Mesalinos.
Formados comenzaron a ingresar, con un andar esplendido, deleitándose aquellos pasos desprendidos de bailarines; con una finura disfrazada de erotismo, compartiendo un lenguaje seductor en todo momento. Invadiendo con esencia de rosas, vainilla, cacao, y fragancias naturales, mezclándose con un poco de aceites amargos evitando empalagar el sentido. De esa manera atraen de inmediato. Formando una esencia pura como manifestación dela belleza natural sin llegar a la vulgaridad. Y vaya que la diferencia es brutal con sus ya Mesalinos, ante los principiantes. Desde la dermis humectante, tersa, vistiendo prendas de alta costura, otros de mayor costo pero limitados, esto por la razón de los clientes que frecuenta cada uno, ahora sí qué hay distinciones de clases entre ellos. Esto se debe a que los clientes dan obsequios, y eso son retribuciones de lo que han cultivado.
—Como ustedes se ven, ellos llegaron a verse, y como ellos ahora se ven, ustedes llegarán a relucir de ese mismo modo. —Quería el Conde interpretar los rostros de cada uno en cuanto sus Mesalinos resaltaron. Exponiendo el verdadero concepto de ese Maisons de tolérance, manifestando las palabras de Madame Kelly en ellos. —Esto es lo que les puedo ofrecer, solo ustedes sabrán si desean sobresalir de esta inmundicia o se terminarán por hundir—. En cuanto propuso la oferta, desvió la mirada hacia a Finn.
—Entonces, ¿te unirás o seguirás por tu camino?
¿Habrá la víbora enredado a su presa? Tendría que, no hay otra alternativa, debe escogerlo, es lo único que le queda, puede confirmarlo por esa mirada, es suyo, puede asegurarlo.
Sokolović Rosenthal- Vampiro/Realeza
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Re: Uomo Fatale
Era consciente de que no tenía muchos lugares a cuales dirigirse, por tanto era imperativo para el joven Goldschmidt conseguir un lugar donde poder resguardarse durante las noches, ya que, de no hacerlo corría con el riesgo de regresar a las calles nuevamente. Y no era precisamente eso lo que deseaba, sin embargo, en su interior se debatía si era una buena idea ir hasta otro burdel y continuar ejerciendo ese oficio que tanto despreciaba y que tanto aborrecía, tal y como había hecho al dirigirse hasta ese lugar, o simplemente irse de allí y probar suerte en cualquier otra cosa que le brindara cierta paz, que evidentemente, no conseguiría mientras continuara ejerciendo el oficio. Respiró hondo y volvió a fijar su atención en su entorno, puesto a que se había hecho un silencio bastante incómodo luego de pedir sus pertenencias, con intenciones de irse de allí y no volver. Los ojos de los presentes se fijaron en su persona y eso bastó para incomodarlo ligeramente, aunque mantuvo su compostura.
No obstante, cuando todo parecía haberse calmado, el hamburgués se había equivocado totalmente. Pues aquel hombre de vestimenta refinada y hasta excéntrica a ojos del mancebo, se puso en pie con una mirada altiva y una actitud totalmente diferente a esa taciturna e inexpresiva que había mantenido desde que había puesto un pie dentro de aquel salón. Los ojos del muchacho se dirigieron también hacia su compañera, Madame Kelly, pero esta se mantuvo en silencio y expectante ante la mirada de quién parecía ser alguien importante en aquel burdel. Las palabras del hombre eran hasta cierto punto pueriles, así como también lo era su mirada y su actitud hacia su persona. El muchacho aguantó la reprimenda en silencio, aún cuando el desconocido le acariciaba ligeramente sus pómulos y susurraba muy cerca de su rostro ― ¿Qué podría saber acerca de lo que siento o no, monsieur? ― Se atrevió a cuestionar, aún con su rostro inexpresivo y su mirada vacía. Odiaba de sobremanera que sacaran conclusiones acerca de él sin conocerle. Sin embargo, era cierto que no estaba el extraño muy alejado de la realidad ¿Cuándo fue la última vez que había sentido pasión? Por disfrutar, por reír, por vivir. Esa era una pregunta que ni él mismo sabía responder, no obstante, no era el momento más indicado para reflexionar sobre ello. Tragó grueso cuando el hombre le dijo que no le generaba ningún tipo de deseo. Por una parte se sentía tranquilo, porque lo menos que deseaba era tener que revolcarse en ese momento con alguien del burdel para poder quedarse, pero a su vez, siempre le importó mucho lucir al menos atractivo para sus potenciales clientes. Algo bastante contradictorio si se tomaba en cuenta que el muchacho odiaba ejercer la prostitución, doble moral le llamarían algunos ―. Ya lo he decidido, me marcharé. Agradezco el recibimiento, pero no encajo aquí ― volvió a repetir una vez más, con su acento germano. Quizás estaría decepcionando a su antiguo jefe, pero ya no le debía explicaciones desde que puso un pie fuera de ese lugar de forma permanente.
Cuando estaba a punto de retirarse, luego de recibir una seña para buscar sus pertenencias de parte de uno de los trabajadores del lugar, la voz del hombre volvió a imponerse por encima de cualquier otro sonido dentro del salón. El germano se giró sobre sí mismo y dirigió su atención hacia el mayor, quién una vez más parecía querer hacerse notar en todo momento. Básicamente quiso usarlo como un ejemplo que no debería seguirse bajo ninguna circunstancia. En otras circunstancias podría haberse sentido realmente mal, no obstante, le habían dicho tantas veces palabras similares o peores que simplemente ya terminaban por convertirse en unas más del montón que había recibido con anterioridad. Sin embargo, lo que siguió a continuación terminó por sorprender al castaño; una fila de hombres y mujeres muy bien vestidos, entraron a la señal de su interlocutor, mientras desfilaban con piezas de vestir muy pulcras, bien cuidadas y principalmente deslumbrantes. Le sorprendió aún más escuchar que se trataban ellos de los mesalinos que había nombrado Madame Kelly durante su presentación ¿Realmente podría convertirse él en uno de ellos? Lo dudaba, y no precisamente porque dudara de su físico, podría arreglarlo con empeño. Sin embargo, dudaba poder mostrarse tan natural y feliz de pertenecer a un lugar de esos, tal y como parecían demostrar los mesalinos que enorgullecían al hombre que hasta segundos atrás le atacó con palabras pueriles.
El hamburgués se mantuvo en silencio, y expectante ante las acciones de estos, quienes con gracia y mucha elegancia ahora se mantenían de pie, como todas unas esculturas dignas de haber sido esculpidas de las manos del mismísimo Donatello, estaba impresionado, no podía negarlo de ninguna manera. Pero aún se preguntaba si podría alcanzar alguna vez tal magnificencia que parecían emanar dichos mesalinos. Fue entonces cuando sintió la mirada ajena sobre su cuerpo, y correspondió a ella. Se dirigía ahora directamente a él, y con ello confirmaba que se trataba nada más y nada menos que el dueño de dicho recinto. El muchacho se mantuvo en silencio durante unos sengundos en los que decidió no responder aún. Su mirada se paseaba sobre cada uno de los trabajadores ya habituales de esa Maison de Tolérance, observaba lo bien cuidados que se encontraban sus cuerpos, y así mismo la lozanía de sus pieles. Su inocencia no le permitía entender que el mundo de la prostitución iba mucho más allá de ese cuchitril de mala muerte donde había conocido de primera mano lo que era vender caricias a cambio de monedas. Lugares como ese que visitaba en dicho momento, eran el vivo ejemplo de que en las altas esferas también habían sitios afines a los de clase baja, destinados a dar rienda suelta a las bajas pasiones. Tomó aire en sus pulmones y luego comenzó a dejarlo salir poco a poco.
―Un mes… ― tomó pausa y se cruzó de brazos, llevando uno de sus dedos índices hasta su labio inferior, rozando este con delicadeza ― Solo será un mes el tiempo que permaneceré aquí, ni un día más ― mencionó con su acento germano. A su criterio, y a juzgar por el nivel de ese lugar, creía poder reunir en esa cantidad de tiempo el dinero suficiente para largarse de ahí. El haber llegado a París no había traído para nada situaciones favorables, había inmundicia a donde quiera que fijara sus ojos y no quería seguir siendo parte de ello. Sentía que se desgastaba y que con cada día que pasaba, un poco de su humanidad iba muriendo poco a poco. Odiaba sentir esa sensación y por ello haría todo lo que estuviera a su alcance, para darle otro sentido a su vida. Lo había decidido, así sería.
―¿Quiere usted un mesalino? ― Preguntó con voz aparentemente tranquila, conforme sus pasos lentamente se iban acercando hasta su interlocutor, hasta detenerse frente a este. Tenía miedo, por supuesto que sí, pero más miedo le generaba el imaginarse encerrado en un lugar como ese por el resto de sus días. Al mal rato, darle prisa ― Entonces eso será lo que tendrá de mí, un mesalino. Lo prometo ― dirigió una mirada fugaz a esos hombres y mujeres que lucían radiantes al fondo del local. Y fue entonces cuando extendió con timidez su mano derecha hasta el hombre, con intención de estrecharla. Si, a ese mismo hombre que segundos atrás había lanzado todo un discurso de palabras pueriles en su contra. Estaba sellando un pacto ¿Con un demonio o con un ángel? Eso lo sabría más adelante, por ahora, era imperativo sacar todo el provecho posible que le brindara dicha oportunidad.
―¿Cuándo debería comenzar? ― Preguntó con una mirada inexpresiva y su rostro serio habitual. No estaba allí para hacer amigos, pero sí que estaría atento y acertivo a todo lo que se le pidiera. Y si eso incluía fingir que se sentía a gusto en ese lugar, lo haría. No era la primera vez que lo hacía, y muy posiblemente, tampoco sería la última.
Última edición por Finn A. Goldschmidt el Miér Mayo 17, 2023 9:31 pm, editado 1 vez
Finn A. Goldschmidt- Prostituto Clase Baja
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Re: Uomo Fatale
En las iris del Padrote se encuentra la verdadera esencia de ese humano, deseando descubrir sus peores miedos para someterlo, le despierta el instinto de escultor; quiere moldearlo a la imagen y semejanza del Le Chabanais porque nadie, absolutamente nadie le dice no. Por supuesto, la extravagancia del lugar es la ambición de todo Parisino, desean engrandecerse, sobresalir de la desvergüenza, y ese lugar es digno para quienes laboran en este porque no es más que riquezas generadas por el manipular el placer de los demás, será inmoral para quienes desconocen la importancia del saber manejar con inteligencia a alguien ya sea con los métodos más heterodoxos. Pero, aquel a pesar de haberse involucrado con los deseos de los demás, no ha aprendido nada de este mundo del putaismo, no aprendió cuándo es correcto abrir la boca y otorgar lo que los otros desean obtener de esta. Él realmente está decepcionado de la vida misma, todo el mundo puede vislumbrarlo mientras él no acepta la verdad de ello. Más, no está ahí para instruir aquello, no replicó a su cuestionamiento, ni a su decisión por retirarse. Estaba engatusando cómo solo Sokolović sabe hacer, y en cuanto aquel dio indicio de aceptar, lo demás que comenzaba a liberar de esa boca era tan baladí, porque una vez que trabajan para él, le pertenecen, en cualquier clase de negocios que pudiera generar con aquel, ya es suyo y nadie cambiara eso. Debido a que todo Mesalino le ofrece negocios a futuro, este es el mundo del trueque y la permanencia de la unión; esa es la verdadera ambición del Padrote. No por algo es el Conde, pero esa información la desconocen sus trabajadores.
Mientras tanto, a Madame Kelly se le vislumbra una encantadora sonrisa, se burlaba tan educadamente del muchacho, a quién se le esta olvidando quien es él en ese mundo bestial, y que no ha conocido las verdaderas consecuencias de envolverse en el mundo de la prostitución, porque el único que demanda, advierte y acepta es el que ofrece una oportunidad, pero más adelante lo descubrirá, solo se requiere que pruebe un poco para atarlo, y justo obtuvo lo que quería el Padrote, esa es la razón del porque le sigue, él nunca pierde. Tan maravillada tomó asiento, asombrada cada vez del poderío de su presencia.
Como el Padrote no quería interrumpir la promesa del efebo, lo único a lo que aludía era tener un Mesalino, es lo único exquisito que percibió de esa presencia. Siendo peligroso que aquel emitiera una media sonrisa ante un ser como él, aún más por la manera en que se dirigió y se plantó ante él. El Padrote lo escudriñó como un humano a fin de cuenta, con una mirada penetrante a esas iris, una que no puede soportar sostener, doblegando a desviar o agachar la mirada... A partir de ese momento, seguirá su instrucción, lo comercializará hasta situarlo de ser así en la corte real, hará que se trague su habladuría.
—No tienen que preocuparse por el tiempo en que permanecerán aquí, sino de lograr permanecer cada día. A partir de hoy serán instruidos pero si no cumplen con las metas forjadas de cada jerarquía, serán relegados. ¡Recuerden! Jamás se dan segundas oportunidades. Siendo claro que no necesito de promesas, requiereo de acciones, de imagen, responsabilidad y compromiso—. Pluralizo enfocándose en él, seguidamente desvió el rostro para cada uno de los presentes.
En el momento que aquel extendió la zarpa, enarcó la ceja, porque eso no era un trato, él estaba ahí por trabajo, no para negociar con Sokolović, cuyo gesto le hizo ladear el rostro sin estrechar esa mano, simplemente rozó con la yema del índice la parte distal de esa zarpa, con una delicadeza engañosa debido a la posesión siguiente de su dedo elevado al labio inferior de su dueño, rozando apenas este con la carnosidad del labio, hasta ser capturado por la boca, cuanto deseaba mordisquear, el forjar un punzar con la extremidad de su colmillo para degustar aquella linfa, pero no fue más allá de un galanteo.
—No soy un Mesalino, y he logrado lo que muchos no han podido hacer durante años en un solo instante. Hice que te unieras a mi juego desde el momento que rechazaste la oferta, los estudié a cada uno, con sus movimientos, gestos, la manera en que observan y hablan... —el maldito descarado pronunció la verdad con absoluto poderío, borrando de sus rostros el asombro para plasmarse una admiración. Quizás porque alguno añoraba ser acariciado por su aliento en lo que los ilustra;— y emplee eso en contra de ustedes mismos. No me interesan las promesas, ni el tiempo que estiman trabajar para este lugar —se hizo del miedo ajeno para generar más tensión, necesitaba probar los límites de cada uno—. Quiero ver en alto el nombre del burdel.
Con la otra falange hizo ademán de retirada para sus Mesalinos, soltando aquel índice al fin para caminar al centro y estar a vista de todos los presentes—. Y eso requiere que comiencen a trabajar desde ya, desde que ingresaron, debieron mostrar los deseos de pertenecer a este lugar, el que quieran trabajar —camino hacia Madame Kelly, dedicándole una mirada con secretos en esta. —Ella les comenzará a aleccionar a partir de ahora. Cada disciplina tienen que aprender y mejorar en la práctica —le tomó de la mano al ofrecerle esta, invitando a levantarse del asiento—. Primero, se asearan para acudir con el médico para una revisión. De ahí, serán asignados por grupos correspondientes a la edad promedio, género, y características específicas de cada uno. De ahí, se engalanaran para acudir al horario laboral, será su primera noche, atisbaran como se desenvuelven sus compañeros y de ahí serán concedidos a un Mesalino, de ellos aprenderán el arte de la seducción mientras que con Madame Kelly aprenderán a conservarse, vestirse, maquillarse, tener presencia primeramente y poco a poco educación.
Ahora fue él quien caminó y se posó enfrente de aquel humano. — Tienen que aprender a experimentar con sus lecciones, aquí triunfarán si solo encuentran la manera de darse a desear, de ser pretendidos sin necesidad de la copulación. Su compañía, aquí, debe de representar un privilegio para los demás, dense un valor inimaginable, pero jamás pierdan la esencia de su humanidad, jueguen con su propia personalidad, persuadan al mundo mismo. —Terminó el hombre más peligroso del lugar, aquel que los enloquecerá por la seducción, ya que son ofrecidos en carne viva, sin pudor alguno, utilizando lágrimas, corazones sangrantes, fornicaciones, desamor, muerte. Dispuestos a invadir y corromper la intimidad del cliente, que se verá con el espíritu desnudo, indefenso ante el espectáculo conmovedor. Todo un arte de los Mesalinos. Como un verdadero engatusador es él, salió victorioso de esa supervisión, tan enorgullecido de su negocio observó cómo eran desplazados para iniciar todo el proceso de incorporación.
Cada uno se desplazó al recinto del toilette; un cuarto de aseo exclusivo para el reclutamiento, preparándoles el agua tibia, casi fría en los aguamaniles, donde se tienen que lavar solamente ciertas partes del cuerpo. Así como iban ingresando al recinto se iban desnudando, no existe ahí la privacidad, en grupos pequeños fueron asignados para el turno de aseo, y de ahí, al cuarto donde serían revisados por el médico, quien a solicitud exigio la limpieza antes de pasar con él. En tanto el médico daba su observación, Madame Kelly los iba clasificando. Los de buena salud, los que presentaban alguna especie de enfermedad (recordando al lector que en esa época, aquellos que presentaban algo distinto de los demás, se consideraba alguna afección), y por la posesión de ciertas peculiaridades. Este era el momento mas trascendental para cada uno de ellos, aquí es como comienza el Padrote a distinguirlos, y si quieren ser de sus predilectos tendrían que ser asignados a los notoriamente saludables, con facciones finas, singularidad de ojos, voz, perspicaces, con una anima poderosa. Imposible de hallar al inicio, pero esa es la misión de Madame Kelly.
Como parte de su labor, el Padrote se recargaba sobre la entrada del recinto, atisbando el movimiento generado de ambos lugares, sin haber una pizca de morbosidad ya que para él resultaba fétido el capturar las esencias de cada uno de una manera penetrante ante la imagen de la falta de pureza, no le provocaba deseo alguno. Aunque, aquí es donde yace el verdadero secreto de ser el hombre más importante en el comercio. Ser el factor de la presión ante las capacidades de cada quién, aprovechando y llevándolos al máximo, buscando la perfección misma.
Mientras tanto, a Madame Kelly se le vislumbra una encantadora sonrisa, se burlaba tan educadamente del muchacho, a quién se le esta olvidando quien es él en ese mundo bestial, y que no ha conocido las verdaderas consecuencias de envolverse en el mundo de la prostitución, porque el único que demanda, advierte y acepta es el que ofrece una oportunidad, pero más adelante lo descubrirá, solo se requiere que pruebe un poco para atarlo, y justo obtuvo lo que quería el Padrote, esa es la razón del porque le sigue, él nunca pierde. Tan maravillada tomó asiento, asombrada cada vez del poderío de su presencia.
Como el Padrote no quería interrumpir la promesa del efebo, lo único a lo que aludía era tener un Mesalino, es lo único exquisito que percibió de esa presencia. Siendo peligroso que aquel emitiera una media sonrisa ante un ser como él, aún más por la manera en que se dirigió y se plantó ante él. El Padrote lo escudriñó como un humano a fin de cuenta, con una mirada penetrante a esas iris, una que no puede soportar sostener, doblegando a desviar o agachar la mirada... A partir de ese momento, seguirá su instrucción, lo comercializará hasta situarlo de ser así en la corte real, hará que se trague su habladuría.
—No tienen que preocuparse por el tiempo en que permanecerán aquí, sino de lograr permanecer cada día. A partir de hoy serán instruidos pero si no cumplen con las metas forjadas de cada jerarquía, serán relegados. ¡Recuerden! Jamás se dan segundas oportunidades. Siendo claro que no necesito de promesas, requiereo de acciones, de imagen, responsabilidad y compromiso—. Pluralizo enfocándose en él, seguidamente desvió el rostro para cada uno de los presentes.
En el momento que aquel extendió la zarpa, enarcó la ceja, porque eso no era un trato, él estaba ahí por trabajo, no para negociar con Sokolović, cuyo gesto le hizo ladear el rostro sin estrechar esa mano, simplemente rozó con la yema del índice la parte distal de esa zarpa, con una delicadeza engañosa debido a la posesión siguiente de su dedo elevado al labio inferior de su dueño, rozando apenas este con la carnosidad del labio, hasta ser capturado por la boca, cuanto deseaba mordisquear, el forjar un punzar con la extremidad de su colmillo para degustar aquella linfa, pero no fue más allá de un galanteo.
—No soy un Mesalino, y he logrado lo que muchos no han podido hacer durante años en un solo instante. Hice que te unieras a mi juego desde el momento que rechazaste la oferta, los estudié a cada uno, con sus movimientos, gestos, la manera en que observan y hablan... —el maldito descarado pronunció la verdad con absoluto poderío, borrando de sus rostros el asombro para plasmarse una admiración. Quizás porque alguno añoraba ser acariciado por su aliento en lo que los ilustra;— y emplee eso en contra de ustedes mismos. No me interesan las promesas, ni el tiempo que estiman trabajar para este lugar —se hizo del miedo ajeno para generar más tensión, necesitaba probar los límites de cada uno—. Quiero ver en alto el nombre del burdel.
Con la otra falange hizo ademán de retirada para sus Mesalinos, soltando aquel índice al fin para caminar al centro y estar a vista de todos los presentes—. Y eso requiere que comiencen a trabajar desde ya, desde que ingresaron, debieron mostrar los deseos de pertenecer a este lugar, el que quieran trabajar —camino hacia Madame Kelly, dedicándole una mirada con secretos en esta. —Ella les comenzará a aleccionar a partir de ahora. Cada disciplina tienen que aprender y mejorar en la práctica —le tomó de la mano al ofrecerle esta, invitando a levantarse del asiento—. Primero, se asearan para acudir con el médico para una revisión. De ahí, serán asignados por grupos correspondientes a la edad promedio, género, y características específicas de cada uno. De ahí, se engalanaran para acudir al horario laboral, será su primera noche, atisbaran como se desenvuelven sus compañeros y de ahí serán concedidos a un Mesalino, de ellos aprenderán el arte de la seducción mientras que con Madame Kelly aprenderán a conservarse, vestirse, maquillarse, tener presencia primeramente y poco a poco educación.
Ahora fue él quien caminó y se posó enfrente de aquel humano. — Tienen que aprender a experimentar con sus lecciones, aquí triunfarán si solo encuentran la manera de darse a desear, de ser pretendidos sin necesidad de la copulación. Su compañía, aquí, debe de representar un privilegio para los demás, dense un valor inimaginable, pero jamás pierdan la esencia de su humanidad, jueguen con su propia personalidad, persuadan al mundo mismo. —Terminó el hombre más peligroso del lugar, aquel que los enloquecerá por la seducción, ya que son ofrecidos en carne viva, sin pudor alguno, utilizando lágrimas, corazones sangrantes, fornicaciones, desamor, muerte. Dispuestos a invadir y corromper la intimidad del cliente, que se verá con el espíritu desnudo, indefenso ante el espectáculo conmovedor. Todo un arte de los Mesalinos. Como un verdadero engatusador es él, salió victorioso de esa supervisión, tan enorgullecido de su negocio observó cómo eran desplazados para iniciar todo el proceso de incorporación.
Cada uno se desplazó al recinto del toilette; un cuarto de aseo exclusivo para el reclutamiento, preparándoles el agua tibia, casi fría en los aguamaniles, donde se tienen que lavar solamente ciertas partes del cuerpo. Así como iban ingresando al recinto se iban desnudando, no existe ahí la privacidad, en grupos pequeños fueron asignados para el turno de aseo, y de ahí, al cuarto donde serían revisados por el médico, quien a solicitud exigio la limpieza antes de pasar con él. En tanto el médico daba su observación, Madame Kelly los iba clasificando. Los de buena salud, los que presentaban alguna especie de enfermedad (recordando al lector que en esa época, aquellos que presentaban algo distinto de los demás, se consideraba alguna afección), y por la posesión de ciertas peculiaridades. Este era el momento mas trascendental para cada uno de ellos, aquí es como comienza el Padrote a distinguirlos, y si quieren ser de sus predilectos tendrían que ser asignados a los notoriamente saludables, con facciones finas, singularidad de ojos, voz, perspicaces, con una anima poderosa. Imposible de hallar al inicio, pero esa es la misión de Madame Kelly.
Como parte de su labor, el Padrote se recargaba sobre la entrada del recinto, atisbando el movimiento generado de ambos lugares, sin haber una pizca de morbosidad ya que para él resultaba fétido el capturar las esencias de cada uno de una manera penetrante ante la imagen de la falta de pureza, no le provocaba deseo alguno. Aunque, aquí es donde yace el verdadero secreto de ser el hombre más importante en el comercio. Ser el factor de la presión ante las capacidades de cada quién, aprovechando y llevándolos al máximo, buscando la perfección misma.
Sokolović Rosenthal- Vampiro/Realeza
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Re: Uomo Fatale
Ya no había vuelta atrás, la palabra había sido dicha, y con ello, ahora finalmente trabajaba oficialmente para Le Chabanais, aquel excéntrico y exclusivo burdel que se mostraba como la opción predilecta de la aristocracia europea en la señorial París, para satisfacer sus placeres, cumplir sus deseos y dar riendas sueltas a sus bajas pasiones. En definitiva, un lugar de perversión y pecado ¿Pero quién era el germano para juzgar aquellos comportamientos? ¿No era uno más, de los que con sus servicios, ayudaba a perpetuar la permanencia de aquellos recintos? Era bastante hipócrita de su parte hacerlo, si ahora mismo había accedido a permanecer allí para beneficiarse económicamente de ello. Indiferentemente si lo odiaba o no, él era parte ahora de ese mundillo al que tanto despreciaba ¿Realmente se estaba acostumbrando a ello, o más bien aquello siempre había sido su vocación y él jamás lo había advertido? Muchas interrogantes invadían su mente en ese preciso instante, y frente a la imponente presencia de su ahora jefe.
Escuchaba con atención las palabras de este, y así mismo se vio sorprendido ante la osadía del mayor con respecto a tomar su dedo sin su autorización y, de alguna manera u otra, juguetear con este. Pero decidió mantener la compostura y solamente mantenerse callado. Su ceño se encontraba fruncido y no había en su rostro indicios algunos de aprobación acerca de la actitud del hombre. No obstante, se encontraba dentro de sus dominios y así mismo ya había aceptado trabajar allí. En otras circunstancias se habría ofendido por el rechazo del mayor hacia evitar estrechar su mano, pero con lo poco que había tratado con este, ya podía intuir la clase de persona que era. Por lo que no le sorprendió del todo que hubiera pasado de ello. Tampoco se sintió ofendido cuando el mismo se burlaba de sus habilidades de persuasión para mantener a sus trabajadores allí dentro de sus dominios. Entendía en el poco tiempo que llevaba ejerciendo el oficio que la confianza no era algo que debía depositarse a cualquiera, ni siquiera a sus jefes. Era precisamente de ellos de quiénes más debía desconfiar. Y el hombre que se encontraba ahora, en el centro del salón dirigiendo a los demás, era la viva prueba de ello.
Se formó entonces en la fila junto con el resto de aspirantes a mesalinos, podía contar fácilmente al menos una docenas de estos, entre chicos y chicas. Todos mayormente con ropajes humildes y rostros evidentemente desolados. Según palabras del dueño, deberían ser examinados por el doctor y luego serían clasificados según sus características. No sabía bien el muchacho cómo podría ser clasificado o de qué manera, no obstante, de eso se encargaría el médico, por lo que dejaría todo en manos de este. Los minutos pasaban y ahora visualizó a Madame Kelly, en compañía de su jefe, adentrarse en algunos salones inmediatos al presente donde fueron recibidos. Uno a uno fueron entrando, y cuando llegó su turno, rato después, se adentró en el lugar.
Parecía una especie de baño, en el que varios aspirantes a mesalinos, habían sido despojados de sus prendas y así mismo tomaban una ducha parcial, aseando solamente las partes de sus cuerpos que eran indicadas. Vislumbró a ese hombre de comportamiento y mirada altiva, atisbar la escena con actitud estoica, pero sin perder detalle de la situación. El germano comenzó a deshacerse de las prendas, no sin cierta vergüenza de por medio, encontrarse en compañía de tantas personas desconocidas y aún más, desnudo, era algo que le incomodaba enormemente. Dejó caer finalmente todo su ropaje, y tomó el mismo para dejarlo sobre lo que parecía ser una repisa, luego, aseó ciertas partes de su cuerpo y finalmente tomó asiento en un banquillo para esperar su turno de ser examinado.
Fue el último en ser llamado, y a continuación, se levantó y se puso de pie donde se le indicó. Un doctor que aparentaba entrar en la tercera edad, observaba a este con una actitud aparentemente profesional. El mancebo no hacía contacto visual con este, sólo se limitó a mirar hacia un punto ciego. Su rostro denotaba cansancio, decepción, pero sobretodo rechazo. Se sentía como un cordero a punto de ser sacrificado, y eso le desagradaba de sobremanera. El galeno, comenzó a dictar algunos datos a lo que parecía ser una asistente, a medida que examinaba diferentes zonas de la fisonomía del hamburgués. Tomó sus brazos, observó sus piernas, y también sus partes nobles, luego vislumbró el resto de sus sistema muscular así como también examinaba su piel, para descartar posibles lesiones o indicios de alguna enfermedad transmisible ― Está limpio. Algo golpeado y descuidado, sí. Pero parece buen prospecto si se le da el trato y la dedicación adecuada ― comentó con voz grave, dirigiéndose a Madame Kelly quién aguardaba a un extremo de la habitación, y así mismo al dueño del burdel, quién aguardaba al otro extremo y observaba todo con atención. El médico indicó otros datos más a su asistente, mientras guardaba en lo que parecía ser un maletín de su propiedad, parte de sus utensilios de trabajo.
―Monsieur Rosenthal, tiene usted tres candidatos aptos para comenzar cuando lo desee. Tiene también al menos cinco posibles candidatos, quiénes deben ser tratados, mientras que el resto no está apto ― el hombre tomó de manos de sus asistente, un listado con algunos nombres que a su criterio, se encontraban sanos. El germano observaba la escena con incomodidad, llevándose sus manos hasta sus genitales para ocultarlos. Quería salir de allí de inmediato ― Jean Baptiste Mercier, Jacqueline Lefevre y Finn Goldschmidt. Son los tres candidatos idóneos y en condiciones salubres óptimas ― A condiciones salubres, desde luego que se refería a estar libres de enfermedades transmisibles, no obstante, sus físicos famélicos y las dificultades que habían atravesado en sus vidas, eran evidentes con tan solo dirigirles alguna mirada
― ¿Puedo vestirme de nuevo? ―preguntó evidentemente incomodado, el joven germano. Su mirada fue hasta Madame Kelly, quién asentía en silencio y con aquella sonrisa en su rostro que el muchacho ya comenzaba a odiar. No obstante, no evidenció su molestia en ningún momento. Se había prometido hace un momento que ejercería el oficio lo mejor posible, para recaudar el dinero necesario y no volver nunca más. Pero para ello, tenía trabajo que hacer, y parte de ese trabajo era dominar sus miedos, principalmente su vergüenza y su pudor ¿Le ayudaría aquella mujer? Eso lo esperaba, después de todo, y según palabras del mandamás de aquel burdel, ella se encargaría de educarles. Luego de vestirse nuevamente, el muchacho aguardó ahora junto al par de chicos quiénes fueron seleccionados por el galeno. El castaño se encontraba ansioso, por una parte, aparentemente había logrado la aceptación del médico. No obstante, la última palabra la tenía aquel prepotente y arrogante hombre de vestimenta excéntrica y de buen gusto. Su jefe, muy a su pesar.
―Al mal paso, darle prisa, Monsieur ― aclaró su voz, mientras mantenía su rostro inexpresivo con esa nueva careta que adoptaría en ese lugar. La indiferencia debía ser su mejor arma, si es que deseaba soportar lo que se le avecinaba ― ¿Seremos admitidos o nos iremos? ― sus ojos marrones buscaron a los del hombre que, minutos atrás, le quiso ridiculizar delante de todos.
Finn A. Goldschmidt- Prostituto Clase Baja
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Re: Uomo Fatale
A
tisba el Padrote la oscilación del reclutamiento, donde todos los jóvenes que llegan al lenocinio reunían casi un único perfil: jóvenes con grandes necesidades afectivas, que les pesaban aún más que las penurias económicas, que también tenían, o viceversa. Misma manera tras carecer del físico o bien, destacando en ciertas áreas para la explotación misma. Esta carencia convertía a estas en presas fáciles para la captación por parte de los macarras[1], y hacía que fuera fácil mantenerlos después en el engaño. Mayor el aprovechamiento si estos poseían descripciones específicas para el mercado del putaismo, porque para él, es impresionar tanto como para que entrarán a un juego de donde es difícil salir, no imposible, pero requería de una excelente negociación donde la mayor ganancia siempre va para el Padrote, por supuesto que sí, y siempre. Encauzando directamente la exploración de rasgos, el estado físico de cada uno y la inversión resultante de cada caso. Patrocinando Sokolović el principio de un convenio con la preferencia de atributos, ya que entre más carecían, menos recibiría de estos. Una objetividad que pende el estilo de vida a partir de ese momento. Siempre en su mayoría, se estimaba una baja al ejercer el oficio por la exclusión. Marcándose una diferencia en tratos, cuyos contratos pactados se celebran de acuerdo a estas estimaciones. Siendo el motivo del observamiento de Sokolović para con ellos, desde su ingreso hasta el instante de su desnudez presentada, era la carne ofrecida como manjar, aquí, es como inicia a otorgarles un valor económico a cada quién. Así es el mercado; examinar, dictaminar precios e inclusionar al trueque.
Yendo de un lado a otro, por un lado la desnudes de los mancebos, y, por el otro, escuchar los dictámenes médicos. Llegó el turno del bisoño Finn para ser examinado, con anticipación Sokolović ya lo había clasificado de los preferenciales, confirmando su buen criterio el médico, más lo importante era las condiciones exactas en las que se encontraba. —¿Por cuánto tiempo requerirá la recuperación del maltrato propiciado a su cuerpo? —Madame Kelly cuestionó al galeno en cuanto lo aprobó.
—Requiere mínimo de una semana para evitar que se generen más lesiones, son los días que debe cumplir con el tratamiento—. El médico sabía con exactitud lo que le depara al mozo en ese lugar, por eso de la insistencia en una semanas para sanar alguna contusión interna por el maltrato al cuerpo. Insistiendo en sanarlo antes de su explotación.
Tanto como Madame Kelly y Sokolović permanecieron en silencio mientras el galeno continuaba con sus dictámenes. Fue ahí, con una mirada penetrante hacia Finn, lo vislumbro tan vulnerable, transformando su semblante de cuando ingresó al recinto al que justamente muestra en ese mismo instante. Un gesto adorable para quién goza de la subliminal debilidad. Sin durar tal faz, Madame Kelly le dio autorización de vestirse. —Requiero que, a cada uno se les brinde la atención médica hasta cumplir con la recuperación por completo. No es necesario explicar cómo deben archivar los expedientes de cada uno. También los que no son aptos, entreguen el pago de dos días completos, despachándolos de inmediato y dejando las anotaciones correspondientes de estos—. Demandó Sokolović a Madame Kelly, debido a que el pago de honorarios al médico es por cabeza, y el que dictaminen el mismo estado, se consideran pérdidas generadas para él. De ese modo evita el desplome de servicios innecesarios. Razón misma de la citación de estos, porque de haber sido hallados en el archivero de los rechazados, no habrían sido citados frente a él.
En tanto los mancebos se vestían y retomaban la fila hacia el recinto principal. Sokolović permaneció con el galeno para que estamparan su pulgar en los expedientes; documentación necesaria para en caso de presentarse autoridades para verificar el estado presentado del local y la comprobación de los expedientes de cada trabajador con sus respectivas cartillas de control sanitario. Normas del negocio que debían ser sumamente controlados y vigilados por él mismo Padrote.
Concluyendo de ese modo con el papeleo, se dirigió con los demás, sin explicar al impaciente mancebo ante su osadía de exigir el resultado, tan altanero se muestra a Sokolović y eso es lo que cambiará de él. —Ya han escuchado al médico, los ochos seleccionados, vayan con Madame Kelly, el resto reciban su pago por el día y una adición por presentarse al lugar. —Madame Kelly avanzó hacia el segundo salón. Este era, una sala privada donde debían formarse para acercarse a la mesa central. Allí, justamente se encuentran sentados dos trabajadores del recinto, y para cuando se acercó el Padrote con los mismos papeles que obtuvo del médico, estos se levantaron, ofreciendo el asiento principal.
—Van a estampar su pulgar en el final de cada hoja, en la parte inferior a lado derecho. Con esto se concluirá su contratación. —Madame Kelly pronunció cuando comenzó Sokolovic a nombrar uno por uno para cerciorarse que sea legible la huella. Todos, o casi todos, no sabían leer y escribir, eran iletrados, por lo que, se saltaban la parte de leerles sus deberes. Eso ya se encargará Madame de advertirles en sus sesiones.
—Está plasmado el tiempo de relación que habrá entre tú y yo, la prestación de servicio que brindarás, la amonestación en caso de algún incidente, así como establece el pago del servicio, y se anexa el reglamento con el control sanitario que periódicamente deberán de cumplir para la Brigade des Moeurs. ¿Tienes alguna duda? —Recalcó a Finn tras llegar su turno y ver lo dubitativo que se hallaba. —Hazlo de una vez, no tendré todo tu tiempo. Si no quieres estar, ya te dije, vete. Pero si decides hacerlo, ya no hay marcha atrás, lo sabes—. Había ciertos detalles importantes que debían leer aquellos antes de aceptar, pero ya después sabrán, cómo siempre.
Ya que obtuvo la confirmación de todos, había concluido el Padrote con su intervención, pero, esta vez quiso ser partícipe del educado en ese instante. Por lo que se acomodó en el sillón, alzando la mano para que le entregaran una copa de vino y le hicieran entrega de su pipa con la hierba. En tanto preparaba su pipa, Madame Kelly comenzó a instruirles las reglas del lugar.
—Trabajar aquí no significa que tengan que abrirles las piernas a cualquiera que se les acerque o sean requeridos. Aquí primeramente tienen que aprender a conocer a los consumidores, el saber que cuando un hombre o mujer se les acerque, por sus modales, sus gestos, su conducta descubran lo que solicitará, y aún mejor, lo que les hace falta, ya que esto lo emplearán para entretenerlos, pero jamás deben entregarse, tienen que cubrir su debilidad a base de tácticas especiales. Siempre deben ser deseados pero con demostraciones de respeto. Ustedes deben forjar el poder sobre ellos o ellas. Ustedes tienen que otorgarse un valor, no económico, eso déjenlo a mi, pero si hacerse de estimaciones futuras. Los que son puros, bien comprenderán que serán los más pretendidos, pero no perderán ese tesoro por nada, no hasta que se les otorgue mi permiso... —con una autoridad transmitía sus deberes, generando una momentánea pausa, para permitirles procesar principalmente esa disciplina. — Serán pretendidos, acompañarán a su galán, beberán, bailarán, harán lo que una compañía suele ofrecer para hacer ameno el tiempo. Serán cortejados, de obsequios se han de hacer, pero recuerden que ninguno de ellos es su dueño, justamente en este momento sus cuerpos, su tiempo, su pureza, su vida misma pertenecen al señor Rosenthal. Por lo que nadie puede forjar un derecho sobre ustedes—. Caminaba de un lado a otro, acomodando su guante, apropiándose de las miradas de los presentes, hasta del mismo padrote.
—La mayoría cree que por pagar hay exclusividad, y no es así, aquí serán tolerados conforme la asistencia sea. Los privilegios se pagan únicamente con el señor o conmigo, y nadie puede ofrecerles una oferta, y quien lo haga tendrán que decirme de inmediato. Porque la lealtad y el respeto que le deben al burdel es parte de la negociación qué hay entre el dueño y el cliente —camino hacia la mesa central, y se posó en esta. —Van a complacer al consumidor, pero jamás se acudirá a la violencia, no si es unilateral, y si ustedes lo permiten mediante fetichismo, tienen que avisarme de ello, así se solicitará una suma más alta; una parte para la cita y el tratamiento del médico, y la otra, al comercio. Recuerden que toda clase de fetichismos son cargos extras... —Miraba de uno a otro. Comenzando a percibirse el aroma de la hierba quemándose. —En cada acto sexual, una vez finalizado, acudirán a Louise Valtess, quien se cerciorará de que tomen las mujeres un té, esté es para evitar embarazos cuando ya en la relación se haya aceptado la copulación. En cuanto a los hombres, las consumidoras, yo misma me encargaré de que especialmente ingieran este.
Sokolović calaba de su pipa al haberla encendido, estaba cómodamente escuchando de los deberes de sus futuros mesalinos. Estaban desconcertados por la lección de Madame Kelly, no están acostumbrados a trabajar en un lugar donde ambas partes demandan y no solo el cliente. Así es el negocio en ese lugar, es una mina de oro. Ya que, como bien mencionó al inicio, es un club privado, donde el parlamento, la aristocracia es la base principal de las ganancias. —Por hoy será lo principal que deben de aprender, nunca deben olvidar estas palabras. ¿Tienen alguna duda? Esto es solo el inicio, pero memoricen muy bien este momento, porque así como son agraciados, pueden ser sancionados —interrogó y advirtio, dando dos palmadas a un llamado, presentándose la coordinadora de las habitaciones. —Ella es Leontine Massin, es la encargada de pasar lista en las habitaciones, a partir de este momento no podrán salir del establecimiento. No hasta que cumplan su semana de recuperación. Y el primer día se les tomará una fotografía, comenzarán a realizar el folleto donde deberán de lucir sus atributos. —aquel folleto, es en el que van como enumerados los mesalinos: con la fotografía, precio, origen, descripción, y habilidades especiales.
—Vayan con ella, les asignarán su cuarto correspondiente. Descansen un poco, ya que deben arreglarse para acudir a su primera noche —se levantó Sokolovic antes de que se retiraran. —Despidansen del señor Rosenthal, cada vez que se levante o lo vean pasar, ejecuten una reverencia de respeto—. Madame Kelly se giró e inclinó la cabeza, poniéndose de ejemplo. Fue como Sokolović tomó sus papeles con la pipa en la boca, marchándose del recinto, yendo directamente al despacho.
Sokolović Rosenthal- Vampiro/Realeza
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Re: Uomo Fatale
Las últimas semanas habían transcurrido con una velocidad inusual, y como no podría ser de otra manera, también con una serie de eventos totalmente inesperados y que el muchacho no pudo ver venir de ninguna manera. El burdel en el que trabajaba, se había ido a la quiebra de una manera estrepitosa. Después de estar lleno semana tras semana, parecía que todos los clientes habían sido tragados por la tierra. Y como consecuencia, todo aquello devino en el inevitable cierre del local. Creyó por un momento que finalmente era su oportunidad de librarse del mundo de la prostitución. Que por fin, y luego de varios meses en los que había tenido que entregar su cuerpo, su humanidad y su dignidad a decenas de extraños a cambio de unos cuantos francos, había llegado a su fin y que no ocurriría jamás. Pero el destino, caprichosamente, parecía indicarle cuán equivocado estaba.
Luego vino aquella oferta de su antiguo jefe, no solo le pedía que pensara mejor la idea de marcharse de París —aunque tampoco es que ostentara tantos recursos como para hacerlo—, sino que además le recomendaba asistir a un burdel al otro lado de la ciudad, a ese lado que sí se le mostraba a los turistas y del que sí estaban orgullosos los franceses y todas sus altas esferas, para continuar con el oficio. No sabía el muchacho cómo se desarrollaban las cosas en aquel recinto, mucho menos conocía a alguien con quién poder sentirse acompañado, o en cierta medida, seguro. Aquello era empezar desde cero, pero de una manera bastante improvisada, sin ensayos y sin simulacros. Se sentía el muchacho como si estuviese saliendo de Hamburgo nuevamente; sin nada en sus manos, pero con muchos sueños por delante.
El galeno finalmente había terminado con su labor de examinarle físicamente. Se sentía el muchacho completamente indefenso, invadido y de alguna manera, vejado. Ser examinado delante de todos era algo que verdaderamente le inquietaba. Algo bastante curioso para quién ejercía el oficio de los placeres carnales, pero así era el germano, con un comportamiento bastante atípico a pesar de su labor. Respiró con desgano cuando el dueño de aquel lugar volvió a ignorarle luego de preguntarle una vez más, si serían aceptados. Desde luego que respondió a su pregunta, pero de manera indirecta. El muchacho era bastante joven, pero hasta para alguien distraído como él, era evidente que no era su futuro jefe alguien fácil de tratar. O por lo menos, él no era del agrado de este, según lo poco que habían interactuado ambos. Sin embargo, no era la principal de las preocupaciones del muchacho, ya estaba habituado a recibir ese tipo de desplantes de muchas personas.
Avanzaron todos hasta una siguiente sala, una más privada y con decoración más exquisita que la anterior. Parecía el interior de aquella Maisons de Tolérance un verdadero museo a ojos del mancebo, quién en ocasiones no podía evitar maravillarse con el derroche de lujo y elegancia dentro de las paredes de aquel local donde se daban rienda suelta a las bajas pasiones, por una cantidad importante de francos, ¡Cuánto contraste en comparación a su anterior lugar de empleo! Finalmente sus pasos se detuvieron en un punto medianamente pertinente, y escuchaba ahora con atención a las palabras de la encargada de aquel lugar. Era la hora de firmar los contratos, y no pasó mucho rato hasta que llegó su turno. Se plantó entonces frente a su nuevo jefe, y escuchó las palabras de este, quién con su tono de voz que parecía habitual —y autoritario—, le reseñaba brevemente y con un tono de impaciencia las pautas a continuación. Le habría encantado poder leer todo el contrato con detalle, pero su francés no era tan perfecto como deseaba, y aún tenía cierta dificultad para entender a cabalidad, grandes textos en el idioma local. Miró con seriedad a su interlocutor, y suspiró levemente. Tomó entonces la pluma que había sobre aquella mesa y estampó su firma sobre aquel documento. Sentía, una vez más, que firmaba un pacto con el Diablo. ¿Pero acaso habían muchas otras opciones a escoger? Si no aceptaba ese empleo, corría el riesgo de volver a dormir en las calles. Algo que desde luego no deseaba, pero que sería inminente gracias a sus pocos ahorros ―. Ya he firmado, pero me gustaría discutir con usted los términos del contrato. Monsieur ―pronunció con su voz ligeramente trémula y tragó un poco. No sería en ese momento, pero desde luego que sentía la necesidad de saber en qué se estaba metiendo.
A continuación, y como no podría ser de otra manera, Madame Kelly les daba a los nuevos aspirantes a Mesalinos de aquel lugar, una introducción acerca de qué hacer y que no dentro de las paredes de ese burdel. La explicación era bastante extensa, de hecho, se permitió el hamburgués tomar un par de hojas y una pluma que yacía sobre una mesa a su lado, y comenzó a tomar nota de los datos más relevantes enunciados por la enigmática mujer. Era extraño para el mancebo escuchar, de palabras de esta, la afirmación de un intercambio. Llamaba poderosamente su atención lo diferente que se movían las cosas dentro de ese lugar, a como se movían en su antiguo burdel y desde donde provenía. No estaba totalmente seguro acerca de qué tan certeras fueran las palabras de la mujer. Pero de una cosa sí estaba seguro, los Mesalinos de aquel lugar, no lucían como nada visto anteriormente a través de sus ojos. Llegó a visualizar a varios prostitutas y prostitutos de otros recintos similares al suyo, pero de lo que allí había sido testigo, era algo totalmente inusual. La pregunta era, ¿Se convertiría él en un gran Mesalino, como aquellos jóvenes refinados que habían desfilado frente a ellos? ¿O fracasaría inevitablemente a ello? No lo sabía, pero al menos lo intentaría. Había perdido tanto en su vida que ahora ya no tenía nada que perder.
Finalmente había terminado aquel largo discurso por parte de la Madama del lugar, y no pasó indiferente para el muchacho cuando el dueño del lugar, se puso en pie y parecía alejarse de allí. El muchacho, con más impulsividad que valentía, se puso en pie y caminó en dirección hasta la mujer ―. Disculpe, Madame. ¿Será posible conversar con el Monsieur Rosenthal? ―preguntó con interés, y con su rostro pálido característico. La mujer le miró con cierta extrañesa, y luego de dudarlo durante unos segundos, mientras dirigió su mirada hacia el hombre que ahora se retiraba, volvió su mirada en el castaño y asintió ligeramente. No sin antes ordenarle a buscar a Leontine e ir hasta su nueva habitación al terminar. El muchacho asintió un poco más tranquilo y siguió al hombre.
A pasos lentos, y recatados, el muchacho aún se preguntaba si era buena idea cruzar palabras nuevamente con el hombre. Pero por otro lado, quería asegurarse de no repetir los errores cometidos en el anterior burdel. He allí su necesidad de aclarar todas sus dudas con el dueño del lugar. ¿Después de todo, quién mejor que él para aclarar y despejar cada una de sus dudas? A su juicio, ni siquiera Madame Kelly, podría hacerlo. Vio al hombre entrar a lo que parecía ser una oficina y cerrar la puerta al adentrarse. El muchacho camino y se detuvo frente a esta, llevó los dedos de su diestra hasta sus labios de una manera dubitativa y tragó grueso. Finalmente, se armó de valor y tocó aquella puerta de fina ebanistería con sus delicados nudillos.
Cuando fue autorizado a entrar, hizo lo propio con cierta timidez, y cerró la puerta al adentrarse. Como no podría ser de otra manera, la decoración de aquella oficina era más lujosa, aún si cabía, de lo que era el resto del lugar. Cómo se notaba que se trataba del despacho personal del hombre ahora frente a él ― ¿Monsieur Rosenthal? ―verbalizó con voz temblorosa habitual―; La-lamento molestar. ¿Podría explicarme a detalle todo el contrato? ―Probablemente era algo estúpido, sí, pero por otro lado, quería corroborar si era este hombre medianamente receptivo a como lo fue su anterior jefe.
Si le echaba de allí sin más, al menos habría hecho el intento. Pero si le explicaba a detalle, estaría tranquilizándose, y aunque él no pudiera verlo en ese momento, ganaría mucho.
Finn A. Goldschmidt- Prostituto Clase Baja
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Re: Uomo Fatale
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sí es como forma el Padrote a esos mancebos extraviados, ensimismados en el aleccionamiento galano ofrecido, fantaseados por propuestas donde es obscena la maldad y tiene cabida a la razón del por qué caen los fulanos con necesidades afectivas y económicas en este mundo, a excepción de aquellos que su único pecado fue creer en la humanidad. El gran problema y no tan secreto; es sobre el modus operandi, tras ser iletrados, su propia ignorancia los lleva a encadenarse a contratos donde simplemente la mayor ganancia es para el Padrote. Quizás muchos digan que se aprovecha de la ignorancia de los demás, pero no hay otra salida para ellos, es una oportunidad que nadie más se las dará para sobresalir. El enigma aquí, es que jamás se termina esa relación entre el Padrote y su Mesalino; es un lazo inquebrantable, ya que una vez plasmado el consentimiento en el papel, es por toda la vida, porque algunos le deben respeto y obediencia, otros por gratitud, y en el peor de los casos por opresión. Esto es el arte, no cualquiera puede gobernar este mundo de los Mesalinos.El galeno resultaba ser la causa de befa para Sokolović, se encorvaban sus labios, reflejándose una media sonrisa por la manera que actúa y habla, jactándose de una genuina ingenuidad, e irraciocinio al desear discutir los términos del contrato. Con las ganas de encararle lo que acabó de aceptar, y que no procede ningún cambio, ya estaba sujeto a cada palabra entablada, él aceptó, y se sentenció con su propia elección. Pero ya se encargará el lupanar de despertarlo de su ensueño. Más, parecía un chiquillo maravillado por lo que le instruyen, parecía altanero y a su vez inocente, le es curiosa la manera de querer encajar en el lugar, pero es distinto a lo que cree, no aprenderá con tan solo anotar y prestar atención, ya la vida le enseñará.
Con la mentalidad de clasificar los nuevos expedientes, posó los papeles sobre el escritorio, sentándose en este y antes de comenzar interrumpieron con un golpeteo a su puerta, permitiendo la entrada, se sorprendió en cuanto vio a aquel mozo frente a él. —Siéntate. Más tienes que saber que una vez firmado el contrato, no hay modificaciones. Solo te diré lo que aceptaste. Si sabiendo esto y aún quieres informarte, te diré los términos del contrato, pero si no, solo te invito a que tomes el lugar de tu trabajo y comiences a obedecer a tu madama, porque tuvieron oportunidad de leer el contrato —comentó en lo que buscaba su contrato entre los demás. —Sé que sabes leer, te vi hacer anotaciones, por lo que me pregunto si aún no dominas el francés. —Tan atrayente es ver cómo la humanidad cava su propia tumba, así que el mozo tiene poco entendimiento del francés, ya habrá tiempo de moldearlo, quizás pueda obtener más de lo previsto. —El primer término, la relación que se forma entre el Padrote y el Mesalino será inquebrantable, debido a que si se llegase a pactar un gran negocio por su salida del lupanar, eso no quiere decir que no pueda algún día prestar sus servicios, no de la manera que solía hacerlo en el lupanar sino alguna petición o gratitud demostrada por el Mesalino hacia su Padrote, al cual siempre le deberá respeto y obediencia. —le entregó su contrato a Finn para que se cerciorará de sus palabras a pesar de su falta de entendimiento a lo escrito. —Cada Mesalino llevará un control de sanidad periódicamente, debido a que es reglamento de la Brigade des Moeurs, pues la prestación del servicio requiere de lineamientos severos por ser un mercader internacional y de alta alcurnia. Porque puedes ser dado a una aristócrata que requiera solo de compañía, o a un funcionario que quiera cumplir sus fetiches. Aquí no se dan por unas cuantas monedas, el negocio está creado para grandes negociaciones como podrás observar al tu alrededor —se quedaba observando el rostro de Finn.
—Considéralo como una escuela para un nuevo estilo de vida. Donde ustedes pagarán con sus servicios mientras nosotros les proporcionaremos la herramientas para que sobresalgan y no sean simplemente prostitutas de los bajos fondos —se reposó en su asiento, otorgándole unos segundos para que le diera una ojeada. —El pago por los servicios, es más alto del que establecen los burdeles, por esa razón muchos desean postularse pero siempre terminan por ser rechazados por la falta de perfiles para comercializarse en este lugar. Aquí encontrarás tres clases de Mesalinos: los or; que son los exclusivos para la realeza, los argent; cuidadores de los altos funcionarios, y los bronze, mayormente son los que poseen una profesión. En cuanto a la paga, es diferente, entre más alto sea el cargo, los presentes serán elevados y son merecedores de ciertos privilegios —se levantó del asiento y fue a servirse un trago de la licorera. —Solo tienes que cumplir con tus deberes, y en caso de insubordinación, tendrás una amonestación, dependiendo de la gravedad de la falta será reducido de tus pagos —dio un buen trago a ese whisky, esperando el momento exacto para alimentarse. —En cuanto a tu salario, no será necesario que pagues tus contribuciones, estos ya serán reducidos antes de entregarte el pago —su mano mecía de un lado a otro el vaso, liberando el aroma del licor. —Antes que cuestiones sobre las contribuciones, en la siguiente hoja está una lista de lo que entra en contribuciones. Son aquellos derivados del cuidado de la piel, en su salud, su alimentación, vestimenta, accesorios y productos. Nosotros proveemos pero ustedes mismos pagan la mitad cuando no tienen a un mecenas que quiera pagar por ellos. En general eso es lo que conlleva el contrato, ya la segunda parte entran los detalles del reglamento, las obligaciones y deberes pero eso es un tema que lo verán con Madame Kelly, porque ella es la encargada de que cumplan con este estricto reglamento —. Terminado de profundizar en la generalización del contrato, simplemente espero a su replica, puesto que venía venir otras interrogantes.
Sokolović Rosenthal- Vampiro/Realeza
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