Break the Ice — Priv.

por **Géraldine Ficquelmont** Dom Ene 21, 2024 8:29 pm

Puerto, París, Francia.
Enero, 1842.
23:00
-10 °C

Volver a Francia era una sensación un tanto agridulce para la joven parisina, pues le recordaba una y otra vez aquel fatídico día en el que su padre, de manera bastante arbitraria y represiva, tiraba de su brazo con fuerza y la sacaba de su casa para subirla hacia un carruaje. El destino sería Italia, pero no precisamente de vacaciones, sería entrenada para convertirse en una más del brazo represor de la Iglesia Católica; la Inquisición. Su padre, un respetado inquisidor, había permanecido por años dentro de las filas de esta organización, y en su frustración de no haber concebido un hijo varón con su esposa, obligaba a su primogénita a seguir lo que él consideraba, era la mejor decisión.

¿Pero por qué debía ser precisamente ella? Géraldine jamás se había visto a sí misma como una integrante de esa organización, su sueño siempre fue dedicarse a otras cosas que la hicieran feliz. Pero lamentablemente su padre no pensaba lo mismo, y aunque su madre quiso intervenir, nada fue posible para evitar que su padre la llevase hasta El Vaticano.

El tiempo pasó, y Géraldine se convertía en una de las más respetables y memorables espías de la Inquisición, consiguiendo una posición privilegiada dentro de su facción que le permitía aceptar o rechazar ciertas misiones que se le otorgaban, salvo en algunos casos muy particulares. No obstante, aunque su trabajo como espía fuese impecable, odiaba lo que hacía. Y ese odio iba creciendo cada día más conforme adquiría más prácticas y destrezas con su oficio, a tal punto de convertirse en una especie de verdugo para algunos miembros de la propia Iglesia. Especialmente de aquellos pederastas que profanaban la inocencia de muchos jóvenes. Aunque era un pasatiempo que muy pocos conocían, pues era bastante reservada al respecto, tanto como lo era con su propia vida privada.

Un respetado Cardenal había solicitado a la Inquisición, exclusivamente la presencia de Géraldine para encargarse de un caso acontecido en tierras parisinas, al parecer había ocurrido una tragedia en los puertos de la ciudad donde se habían involucrado criaturas sobrenaturales. Y desde luego, por mucho que le fastidiara regresar a Francia, la rubia no tuvo otra alternativa que aceptar. Con un vestido oscuro y una túnica negra, la joven espía recorría el concurrido puerto. Había transcurrido un mes desde aquel acontecimiento, pero estaba segura de que alguna pista podría encontrar para poder tener un punto de partida. Y principalmente, dar con el paradero de los sobrenaturales.

―Monsieur. ¿Gustaría comprar un poco de pan? ―La rubia mostraba el interior de una cesta que llevaba en su mano derecha a un hombre de avanzada edad y que parecía ser un marinero. Metida en su papel, se hacía pasar por una vendedora que buscaba ganarse la vida. Ladeó una sonrisa tenue en su delicado rostro, haría uso de sus encantos para obtener lo que quería; información valiosa.

Hombres iban y venían a diferentes puntos del puerto. A pesar de ser una fría noche de invierno parisino, el transporte marítimo no se detenía de ninguna manera. Se mantuvo con actitud serena a pesar de recibir ciertos silbidos y palabras obscenas de algunos maleducados marineros. Odiaba estar allí.