[Nueva York - Brooklyn 2011] Uhms... a ver como acabamos... [Hetfield]

Umm.... un gran bostezo al despertar, y cerrar los ojos de golpe al notar los rayos del sol filtrándose por las finas cortinas de color blanco marfil.... Estirarme y ponerme mis zapatillas de andar por casa rosas y negras, mis colores favoritos concordando en armonía como zapatos para después dirigirme al baño donde miro mi cara en el espejo y mi pelo rubio cayendo a ambos lados de mi cara completamente desordenados, abro el grifo, pongo las manos y a continuación empapo mi cara en agua fría despejándome del todo para luego coger mi cepillo y peinarme el pelo dejándole suelto cayendo por mis hombros. Vuelvo a mi habitación y abro la ventana de par en par dejando entrar por completo los rayos del sol y el fresco aire de la mañana, estirándome, luego abro mi armario y cojo un vestido sencillo de cuello de barco, holgado y de flores, algo muy otoñal o primaveral, depende de como se mire, unas medias color carne, unas botas manoletinas marrones claritas y una fina chaquetita de tela, por último, pero lo mas importante cuelgo mi cámara de fotos en mi cuello. Si, así comencé yo aquel día.
Salí a la calle y respiré hondo, como hacía todas las mañanas para comenzar a andar sin rumbo fijo como hacía siempre haciendo fotos a todo lo que me parecía bonito o curioso mientras tarareaba mi canción favorita....
-If the mockingbird dont sing I broke his neck.... -Algo.... ¿tétrica? de seguro que si.....
Llegué a un parque bastante bonito, donde las flores de colores diversos abundaban en el ambiente, como los insectos revoloteando por ellas. Los perros observaban con curiosidad los pequeños pájaros que por allí volaban, sin cantar.... que tristeza de sonido....
Mas de treinta fotos en mi cámara y muchas ganas de fotografiar mas cosas, lugares.... Caminé por el parque introduciéndome mas en el, llegando a una zona cubierta completamente de árboles donde por su espesura no se ve ni un rayo de sol filtrándose, una niebla muy fina llega hasta cubrir el lugar debido a la humedad y ni un alma hay por allí.....

De nuevo esa maldita esfera amarillenta acariciando mi cara, mi piel, e iluminando la habitación. Como todas y cada una de estas mañanas y noches de mi odiosa vida... recuerdo a mi familia, vuelven a mi mente las imágenes del verde césped tornado a rojizo, las sombras y el cielo azul oscureciéndose.
Cogí mi chaqueta y me puse unos pantalones y unas zapatillas, me sentía sin ganas de nada, bajé las escaleras del edificio, los 9 pisos no hacían mella en mis energías. Hoy decidí explorar un lugar nuevo, por lo que bajé la calle, casi en penumbra debido a los altos edificios que bloqueaban el paso de los rayos de sol, a un lado de la callejuela vi un sin techo, cada día había más, sobre todo por esta zona, cada noche había peleas sangrientas entre ellos por una misera lata de cerveza o un pequeño trozo de pan que pudieran adquirir de un cubo de basura de una panadería. Continué mi camino. Me encontré de frente con el metro y bajé. Aquella sucia y vieja estación estaba siempre desatendida y casi sin gente, por lo que como habitualmente salté la entrada sin problemas y me dirigí al andén.
Sentía calor allí por lo que desabroché mi negra chaqueta de cuero, en la cual los años hacían su trabajo, dejando mi torso al aire, miré el marcador de tiempo del tren, llegaba a la estación, me levanté dispuesto a entrar en el último vagón, como siempre. Allí además de que no entraran desde mi estación, no solía haber mucha gente, los mortales, y su miedo a que vuelque, también debe considerarse que esta línea es poco transitada. Abría las puertas, y me senté en el suelo, me parecía más cómodo que aquellos pintarrajeados y sucios asientos.

No sabía porque ni el como, pero de pronto ya no me apetecía estar en aquel lugar... no había ganas. Simplemente comencé a caminar sin un rumbo fijo por aquel parque que, minutos antes había desatado mi curiosidad, tanto, como para fotografiarlo.
Dejé mi cámara colgando al cuello por la cinta de seguridad que llevaba y caminé por el suelo arenoso de aquel lugar evitando los charcos del día anterior que había llovido y, que, hoy sin embargo hacía un gran sol deslumbrante, como cambiaban las cosas...
Por fin salí de aquel parque lleno de flores y árboles verdes, al que, no llegaba la contaminación de aquella ciudad tan transitada por los vehículos con gasolina asquerosa. Llegué a la estación de metro y como no tenía otra cosa mejor que hacer, pues entré en ella bajando por aquellas escaleras tan sucias y desgastadas que nadie atendía a arreglar aunque fuera un poco para que la gente no se cayera, pero allí, todo eso daba igual. Evidentemente el interior del metro se encontraba en igual condiciones, asqueroso para ser exactos, allí, los borrachos y drogadictos dormían tras otra noche fría de lluvia de sus vidas sin sentido... Daban mucha pena la verdad, yo no tenía padres, ni dinero practicamente, pero, si tenía decidido que la vida estaba para vivirla y que tenía que hacer algo con ella y que no vale rendirse tan facilmente.
Entré en el primer vagón del metro que se paró enfrente mía y me encontré con un joven sentado en el suelo, si que era listo, de seguro que el suelo era mucho mejor que los asientos... e incluso es posible que estuvieran mas limpios. Sonreí me acerqué un poco a el y saqué mi cámara haciéndole una foto haciendo que la gente se girara hacia el flas y que en dos segundos volvieran a sus cosas. Me senté al lado del chico.
-¡Hola! ¡Soy Anika, encantado! -Dije sonriendo mientras le miraba

En el transcurso a la siguiente estación, mi mente devolvió a mi ser recuerdos de aquella lejana y dolorosa tarde, estaba de nuevo tumbado en el césped pero, de repente cuatro hombres escanearon con sus ojos el lugar, uno de ellos, parecía ser el cabecilla puso sus manos en la cintura en una postura demasiado egocéntrica, que asco me daba. Entonces me señaló, de nuevo todo negro.
No se porqué, pero a veces mi mente se vuelve en negro y me vienen a la memoria mis negros y odiados recuerdos de aquella tarde, que a la vez me hacían recobrar mi odio hacia todo, hacia todos.
Noté como paraba el metro poco a poco y dejé mi vista caída al suelo, sin antes fijarme, en que habían entrado unas cuantas personas en el vagón, siempre me miraban raro, por lo de no llevar mas ropa que la chaqueta en el torso, y eso me quemaba, qué más les daría, tan solo soy un pobre niño huérfano para ellos, a mi mente vinieron pensamientos, de nuevo aquellas ganas de arrancarles los brazos a cada uno de ellos, y abrirles su frágil cráneo con cada uno de sus miembros.
Una persona disparó hacia mí un flash de cámara, entonces, mi odio aumentó cuando estaba a punto de levantarme y estampar a quien fuese contra la barra central del vagón, me fijé en su cara, era una chica algo más joven que yo. Mi mente se calmó. La miré a los ojos, que deslumbraban dulzura, pero a la vez profundos y extraños pensamientos, aquello llamó mucho mi atención. En ese momento con una sonrisa en la cara y una voz juguetona me saludó y se presentó sentándose enseguida junto a mí, la note realmente fría cuando apoyó su mano en mi rodilla para poder reclinarse más cómodamente, posiblemente estaba así debido al exterior, había humedad en el ambiente, aunque hoy hacía un radiante sol, los últimos habían sido hermosamente lluviosos y oscuros.
Me encanta la lluvia, las tardes de borrasca en las que nadie ronda las calles, llueve a mares, y la furia del cielo nos muestra su grandeza con una tormenta.
Saludé a Anika y me presenté -Hola, yo soy.. Caulfied, llámame Caulfield. -Y levanté un poco el lateral del labio amablemente. No suelo mantener conversaciones con la gente, suelen darme igual sus vidas, su situación, no porque sea egoísta, sino simplemente no soy un chico de grandes amistades y salir en grupo y asistir a fiestas en casa de la gente. Mi vida se resumía, en pasar desapercibido, no confiar en nadie, y sobrevivir a esta sociedad de penumbra, capitalismo extremo y rencor. Pero aquella chica, me había llamado la atención, no sabía por qué, pero pretendía averiguarlo. Era diferente a las demás... su mirada, su forma de hablar, su forma de ser. Algo, algo había en ella, de momento pretendía averiguarlo. -Un momento... ( me dije para mi mismo ) --Qué ocurre, ¿Porqué me he empeñado en conocerla? ¿A qué viene esta obsesión por ella? ¿Debería importarme ? En ese momento, la miré y dejó de importarme, a continuación le dije: -¿Dónde te bajas?.

Mi mirada se desvió hacia el interior de aquel vagón viejo que olía un tanto mal, con los cristales pintados al igual que los asientos de colores chillones y letras extrambóticas y extrañas, una nueva moda, llamada graffitis, que, al parecer era el arte de los chavales jóvenes de expresión con la pintura. La verdad, era bastante bonitos la mayoría, me gustaban, y la verdad esque me gustaba la pintura, lo malo era que no se me daba nada bien, era una pena, lo que si que creía que se me daba bien era la escritura, me encantaba escribir sobre temas amorosos... y descripciones de paisajes la verdad esque eran mi favoritos, colores deslumbrantes, objetos inquietantes, formas extrañas con sentimientos distintos escondidos en ellas por las personas que las crearon o simplemente la naturaleza que crea las cosas mas bellas del mundo.
El suelo, bastante sucio, pero, la verdad, era que estaba un tanto mas limpio que los asientos, aunque pareciera increíble. El vagón estaba bastante lleno... un borracho dormido, un padre con tres niños llorando y chillando, un señor mayor fumando una gran pipa de esas antiguas, otro con unos grandes cascos en las orejas y haciendo retumbar el suelo con sus golpes de pies en el para llevar el ritmo de la canción...
El chico me habló y me hizo volver a la realidad y le miré a los ojos. Su pupila se iba haciendo mas pequeña a cada segundo que pasaba, como un pensamiento que queda atrás por momentos al haberse distraido con algo. Escuché su nombre y sonreí.
-Siento haberte distraido de tus pensamientos -Me disculpé y me fijé en que no llevaba camiseta, simplemente una cazadora de cuero super bonita, le quedaba muy bien, era un joven muy mono y simpático, su pelo negro como el regaliz y sus ojos claros, entre verde y azules... parecían crear un color entre el turquesa y el celeste con un toque verde claro... Al haberme dado cuenta de que me había quedado embobada sacudí la cabeza y con la mano me quité el pelo de la cara pasándome la mano por la frente y los ojos. Sonreí encogiéndome de hombros.
-No tengo parada en especial -Dije simplemente. - ¿Y tu?

Mientras esperaba una respuesta, observe a la chica más detenidamente. Sus pelo era de un color claro, y parecía ondulado o rizado, la verdad es que nunca se me han dado bien las descripciones de pelo, no he entendido nunca la obsesión de las mujeres por el pelo, o por esas cosas. El caso es que la moda y la belleza no iban conmigo. Esos aspectos me daban igual, con tal de no ir maloliente, y con unos rasgos característicos de un leproso como los que abundaban hacía muchos años, o con las pintas de un vagabundo me vale.
El caso es que aquella chica tenía algo misterioso hasta en su pelo.
Se dirigió de nuevo hacia mí, diciéndome que no tenía parada especial. En aquel momento, me obsesioné más por ella, ¿Cómo una chica adolescente de Nueva York nacida en pleno siglo XX y viviendo el siglo XXI No podía tener un destino exacto? En ese momento se me ocurrió una pequeña idea al ver sujeta a su cuello la cámara de fotos, con la que hacía unos minutos me había fotografiado. Yo nunca había estado en lo alto del edificio que hacía unas décadas construyeron el conocido popularmente Empire State Building, había rondado las calles pero nunca había subido. En ese momento le dije a Anika: -Tengo una pequeña idea, Anika, he visto tu cámara, ¿Has estado alguna vez en el Empire?, El alto edificio de la quinta avenida de Nueva York, he pensado que podrías tomar desde allí si no lo has hecho antes unas buenas fotos de Nueva York, el mirador es genial. - La verdad es que aquello me dio otra pequeña idea, subir allí un día de tormenta y lluvia, sería genial. De nuevo mis pupilas se encontraron con las suyas, sus ojos.. eran negros como el carbón, me gustaban, por que no eran típicos marrones secos, si no negros, como la noche, podía ver a su vez, como observaba mis rasgos faciales levemente, y de nuevo posaba sus ojos en los mios.