Just a little inspirated {Privado}

por **Lionel D'Maine** Miér Ene 12, 2011 5:27 am

-Era practicamente imposible poder tocar una canción decente sin que alguien le estuviera maldiciendo, los gitanos según le habian dicho tenían otras cosas que hacer más que estar tocando o hacer sandeces como las que él ahora mismo estaba realizando. Lionel, por primera vez en su vida se habia tomado un día libre dejando que todo lo que habia a su alrededor cobrase forma diferente, ya no veía el mundo através del brillo dorado de los bienes que ganaría para poder comer al día siguiente, ahora, solamente se dedicaría a vivir al menos un día habiendo sido lo suficiente ahorrador como para poseer el dinero suficiente para una semana, pero...¿no era justo descansar y seguir ahorrando? era fácil acostumbrarse a la vagueza, a los bajos fondos de la flojera por lo que una vez más se decidió a descansar un día, solamente para saborear a su libertad.

Cuando intentaba tocar en el poblado de los gitanos todos estaban mandándole callar, mejor dicho, los más ancianos ya que los demás le habian dicho que no molestaba, así que no tuvo otra,tuvo que dirigirse hacia la zona de los bosques, el gitano que se conocía de sobra aquellos zonas no dudó en caminar por las ramas, por las piedras e incluso juzgando a los troncos resbaladizos paseando sobre ellos con un movimiento suave, practicamente era algo dificil mantener el equilibrio con una guitarra en la mano y la otra procurando que su cuerpo no cesara y se terminara cayendo al suelo.

Ni en las calles podía tocar con decencia despues de que muchas personas le mirasen asi que lo suficiente era buscar un sitio como aqueste que tuviera una zona lo suficiente silenciosa y que a la vez inspirase así que no dudó en acomodarse justo en medio de un claro que estaba roldeado de árboles mientras que se escuchaba también a lo lejos el sonido del agua, atardecía logrando que el constraste de colores y paisaje fuera suficiente musa para el gitano-

por **Nadya Metanova** Jue Ene 13, 2011 12:53 pm

Y al fin llegó la noche. Jamás pensé sentir tanto amor al ver la luna alzándose majestuosa y brillante sobre el cielo oscuro de París. Amor a la libertad que la llegada de la noche implicaba. Salir al fin del bien acomodado pero agobiante y amplio sótano que Jensen había adecuado ante nuestra necesitdad casi primordial de ocultarnos de la luz anaranjada, cálida y brillante del sol para sustituirla por la perlada, fría y luminosa de la luna llena. El ciclo lunar alcanzaba esta noche su plenitud. Sin embargo que hoy fuera una noche para tener más cuidado al entorno que el resto, debido a que la madre luna llamaba a sus hijos licántropos a mostrar la más aterradora ferocidad, no impidió que me diera el singular capricho de un paseo por los bosques colindantes de las afueras de la denominada ciudad del amor.. o al menos eso decían las bocas de medio mundo.

Mi sed estaba saciada. Ayer había calmado mi sed de sangre con un par de jóvenes burguesas vanidosas que, aunque al principio no pensaba rozarles ni un pelo de sus redondeados tirabuzones dorados, habían provocado ellas solitas con sus atrevidos y poco acertados comentarios que decidiera cambiarles el nombre de "grata compañía" a "suculenta cena". No solía ser impulsiva ni descarada en mis fases alimenticias, siempre trataba ser discreta, no llamar la atención y al no ser excesivamente sádica, solía dejar sin vida a mis presas con la suficiente rapidez como para que ni siquiera supieran que habían muerto. Sin embargo, aquellas jóvenes damas en apariencia un par de años más mayores que yo, quizás por eso de su pavoneamiento y su menosprecio hacia mi al confundirme descaradamente con una joven del populacho aparentemente inferior en cultura, edad y clase social, fué lo que propicio mi ensañamiento cruel y sanguinario a la hora de enviarlas a una velada eterna en el purgatorio.

Caminé con desparpajo, elegancia y un paso tranquilo y parsimónico. No tenía prisas, poseía toda la eternidad si quería y si no acababan conmigo antes, claro está. Mi atuendo era sencillo, simple, nada de joyas extravagantes, vestidos de seda o peinados de gala. A diferencia de mi atuendo cotidiano como condesa rusa que era, llevaba simplemente un vestido color añil ligeramente claro, solo un colgante de cadena de plata en el cual destacaba un pequeño zafiro en forma de lágrima y mi cabellera larga suelta al viento, solo con algunos mechones delanteros cogidos con dos pasadores de plata a los lados de mi cabeza.

La brisa fría del invierno movía mis cabellos con suavidad mientras hacía ondear suavemente los bajos de mi vestido. La luz brillante de la luna, hacía palidecer, aún más si era posible, la dura y blanquecina piel de mi cuello, hombros y ante brazos haciendome parecer un haz de luz en la oscuridad del bosque para cualquier caminante nocturno que estuviera por la zona.. y es que no creía equivocarme cuando afirmaba no ser la única "humana" que rondaba la zona. Un aroma tentador a mi paladar acompañado de una suave música me guió con paso sereno entre los robles y arbustos hasta que en mi campo visual apareció un claro mediano en el que había un hombre..

por **Lionel D'Maine** Vie Ene 14, 2011 12:32 pm

-Como si hubiera una canción o una letra de por medio los labios se abrían y cerraban formando algunas canciones que hasta ahora no habian conocido salida, eran parecidos a los poemas que no se necesitaba de rimas absurdas como la mayoría de cantantes ¿hasta donde habia llegado la música? a menudo iba a los recitales de piano pero no habia colas como antaño en donde los duques e incluso los jóvenes deseaban mantener aquella inspiración de las teclas de un piano pero ahora la gente preferia a los cantantes que no eran sino payasos intérpretes.

Él no se refería a todos, amaba la música en todas sus facciones y debia de reconocer que algunas cantantes habian conseguido llegar a su pecho de una forma acertada como si de una flecha compuesta por notas se tratase pero también reconocida que a veces escuchaba a los últimos cantantes o grupos que querían subir al escenario con algunas letras un poco más innovadoras que atrapaban a las personas con sensualidad...ahora en la corte de la música clásica habia disminuido el número pero él seguía siendo un fiel seguidor a las notas invisibles que dejaba su violín.

Movía su cuerpo como si todo a su alrededor fuera un sueño al igual que quería la naturaleza participar con el aleteo casual de un pájaro que pasaba por allí tentando su suerte como las hojas que curiosas acariciaban su alrededor sutiándose a un lado suyo o incluso podía sentir como acariciaban su mejilla permaneciendo en su hombro, era invierno la época en la que los árboles desnudos tiritaban a una niñez desaparecida de color verde esperando a que las ultimas hojas marchasen cruelmente contra el suelo en post de tener alguna que otra utilidad que aún no comprendían.

Fué entonces cuando en un movimiento abrió los orbes contemplando a pesar de sus cabellos la figura de alguien que le estaba observando, aun no era demasiado evidente pero su silueta empezaba a aparecer avisando a Lionel de que no estaba solo en aquel lugar...por ello detuvo la música con una sonrisa de satisfacción ya que en pocos segundos la canción habria llegado a su fin, respiró algo agitado descansando aquel "ejercicio" que habia hecho aunque no era realmente ejercicio sino la emoción, el climáx convertido a música algo que pocos entendian o pocos cautivaban...je se tomó unos momentos antes de inclinarse ante la dama-

Espero no haberos causado molestia alguna Mademoiselle más vuestra hermosura me ha cautivado más que la propia música

-Sonrió dulce, como era siempre afán en él aunque no se lo propusiera era su modo de ser, aquel modo de un caballero sin ser demasiado galán sino sincero y dulce con las mujeres al igual que con los hombres se mostraba respetuoso, no pretendia ser como todos los hombres que elevaban la mano con una dosis de presuntuosidad palpable mientras elegía a la dama que iba a ser suya...la sociedad estaba visto que no estimaba mucho a las mujeres aunque nunca hablaba en general ya que habia hombres que las valoraban y trataban como ellas merecían. Se colocó entonces los cabellos mejor arreglándose con los dedos algun que otro mechón que no quería dejar tan pronto la mejilla de Lionel estableciendo por fín un orden para que su cabello no irrumpiese admirando de aquel modo el rostro de la dama de una manera más clara-

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