Leyendo junto a la soledad { Dima }

por **Valèrie G. Le Roux** Sáb Ene 22, 2011 6:54 pm

Sus dedos pasaban con suavidad las páginas del libro que tenía en sus manos, el cielo era ensordecedor, pero muy cómodo para Adeline, los único sonidos que lograba escuchar era el de su respiración acompasada, las tenues pisadas de la bibliotecaria llamada Janette y el suave sonido que producían las hojas al ser pasadas.
Adeline salió temprano de su hogar, para poder pasar la mayor parte del día en la biblioteca, uno de sus lugares favoritos de todo París, junto con el Jardín Botánico.

Leía un libro de suspenso, lo cual la tenía "Al borde del asiento", como escuchaba decir a su hermano cuando se burlaba de su padre al verlo leer inmerso en su biblioteca.
Adeline prefería mil veces leer en la biblioteca municipal a hacerlo en la de su padre, ahí se sentía observada y bastante incómoda.
Mordió su labio inferior algo asustada por las líneas impresas en las delgadas hojas.

Escuchó unas pisadas que se acercaban a ella, más fuertes que las mismas sigilosas de Janette, presa del miedo producido por el libro, alzó la vista rápidamente, espantada de quien pudiese ser.
Sonrió al darse cuenta de que era otra persona, alguien que al igual que ella, deseaba leer, soltó una risa algo histérica debido a su ingenua reacción.

Le sonrió al desconocido a modo de saludo.

por **Dima Yakovlev** Vie Feb 11, 2011 6:39 pm

Dima no era de esa clase de chicos que se pasa horas y horas leyendo libros, a él la lectura le aburría. Él prefería salir y vivir, vivir sus propias historias y no las de los demás. Por tal motivo, raras veces entraba en una biblioteca. Pero muy a su desdicha, su pequeña prima le había pedido acudir al lugar a por un libro para continuar sus estudios, y el chico, sintiéndose un desdichado por momentos, no hizo más que obedecer.
Se despidió de Plushy lloriqueando, repitiéndole al cachorro que en cuanto volviera jugarían y le daría algunas galletas de las que tanto le gustaban. Que culpable se sentía no pudiendo llevar a su adorado y peludo compañero, pero no le quedaba otra, debía cumplir con lo prometido.
Suspiró sin más, saliendo del hotel para caminar a la biblioteca tras haber pedido varias veces indicaciones, y llegó al lugar dando pequeños saltos, saludando a toda dama que lo miraba quitándose la boina cual galán de alta nobleza.
Se puso serio cuando estuvo delante del edificio, pero no pudiendo contenerse las ganas de reír, estalló a carcajadas mientras abría las puertas.
Preguntó a la bibliotecaria donde podía encontrar el libro que necesitaba, y cuando tuvo la información, sonrió para la joven con un divertido gesto.
De nuevo con pequeños saltitos entre paso y paso, alcanzó la zona donde se encontraba aquello que buscaba. Buscó durante un rato, rascándose la barbilla mientras murmuraba ciertas maldiciones en ruso que agradeció nadie entendiera.
Encontró finalmente el libro, y sonriendo, caminó por los pasillos con lentitud buscando algún libro de música que tal vez se animase a leer.
Fue entonces cuando se tomó con una bonita joven que leía, y que al oír sus pisadas alzó la vista con sobresalto, asustada posiblemente por su presencia.
Se quitó la boina rápidamente, sintiéndose culpable por haber asustado a la chica, y cuando vio que la chica sonreía, imitó su gesto para atreverse a apoyar su cuerpo contra la mesa donde la chica tenía su libro.
-Siento haberte asustado.- susurró agachándose ligeramente. -Seguro que creías que era un gigante que venía a comerte....- sonrió divertido, cubriendo de lado su boca para que nadie viera que era él quién decía aquellas cosas que podían parecer tan absurdas para unos, y tan sencillas para otros.

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