La belleza...efimera cualidad del tiempo [Berit]

por **Léonard Deveraux** Vie Feb 04, 2011 4:24 am

-La negación era una palabra espléndida, tergiversada por la mayoria de las personas del mundo pues si la utilizabas tu las otras personas se sentían en el suelo acusadas por la negación mientras tu, te sentías el mayor de los hombres más era distinto cuando tu recibias aquella negación, tus carnes se quebraban acogiendo la posibilidad de explotar diciendo tan solo un "¿porqué no?".

En esta ocasión no habia sucedido asi pues habia la casualidad de yo haber respondido que no, rechacé la petición de un individuo para que la cita de hoy fuera la suya...¿quien se habia creido que era yo? un hombre de avaricia tan grande como la mia no regalaba a un desconocido lo que ya saboreaba como suyo aunque el sabor se mascase efímero...no importaba, no debia de preocuparme la reacción de la dama e incluso bastaria con olvidar el futuro para centrarme en el pasado-

¿Ha llegado la dama Berit?

-Negaron, me quedé ciertamente por la duda de si conocia quien era, sonaba hasta gracioso que yo hubiera reservado una mesa en la cafeteria, barato, sin necesidad de intercambiar chantajes a un subordinado por un sitio que debido a los estados economicos podían robarte...non, non me negué internamente a continuar mis divagaciones buscando con la mirada la mesa que deseaba, al lado de la ventana para que no me privasen de ver-

por **Berit Groger** Vie Feb 04, 2011 8:55 am

Tan poco en París y ya tenía una cita. Hace unos días había conocido a un hombre en una tienda y lógicamente reparó de inmediato en ella. El sujeto no era un adonis, pero era algo agradable a la vista y se vanagloriaba de su dinero, dos cosas que a Berit le importaban para buscar al posible candidato a ser su nuevo esposo.
Estaba contente y eso se notaba en su sonrisa confiada al caminar por las calles de París, esas que había conocido años atrás en uno de sus viajes. Dirigía sus pasos con elegancia hacia la zona céntrica de la ciudad, donde se ubicaban una gran cantidad de Cafes. Buscaba aquel en el que se había acordado la cita y en donde habrían reservaciones, aquello le gustaba, le hacía sentirse importante y hasta poderosa.

Se acercó a uno de los encargados para pedir por su mesa- Berit Groger, hay una mesa reservada y un hombre esperando por mi. - Dijo a aquel encargado el cual le comunicó que el hombre aún no llegaba. Frunció su ceño solo un poco, molesta, no le gustaba llegar antes que su cita, le restaba importancia. Además le hacía pensar en la posibilidad de que la dejaran plantada, algo inconcebible para ella.
Se quitó el negro abrigo que traía, dejando a la luz un traje púrpura con toques negros. El corsé era ceñido y se amoldaba perfecto a su figura. Además sus manos permanecían enguantadas y una flor negra adornaba su cabellera ahora ondulada y tomada en una coleta hacia el lado.

El encargado le quedó mirando un momento y eso la hizo sonreír. De seguro le habría encontrado bella. La dirigió hasta su mesa, una al lado de la ventana que daba cierto aire de intimidad aún cuando veías pasar a la gente por la calle.
Caminaba hacia la mesa y no llevaba mucho cuando su atención fue tomada por un nombre en cuya pregunta había utilizado su nombre. Se detuvo y sin hacer mas caso del encargado se acercó a él.

- Buenas noches monsieur, mi nombre es Berit Groger ¿Seré la misma dama a la cual usted busca? -Preguntó mirándole a los ojos con una sonrisa coqueta en sus labios que de destacaba por el rojo de estos.

por **Léonard Deveraux** Miér Feb 16, 2011 10:06 am

-Los hombres egoistas ya no eran algo desconocido a mis ojos pues el varon siempre ha pretendido ser mas tonto de lo que era parapoder conseguir los objetivos que se proponían, yo, conoci a alguien que era parecida a mí por algunas palabras que pudimos ofrecer llegué a la conclusión de que la moral de ambos estaba al descubierto pero que eran tan pocos los que nos podían ver como eramos, como un animal al que le decian "peligroso" y él actuaba concorde a su naturaleza pero a pesar de su peligro nadie podia ver más allá de ese animal como lo que actualmente se llama la ley de la supervivencia.

Me dispondría a esperarla puesto que la paciencia era una de mis mejores cualidades, además del egoismo que fluía por mis venas cual si en un estallido de minutos se volviera aún más grande a cada momento pues siempre habia pensado que el egoismo o la egocentría eran interesantes e incluso con un toque de efimeralidad que los volvía más atractivos. Pero una voz femenina volvió a hacerme elevar las pupilas hacia ella, hermosa, como se lo habia reflejado tan solo una vez la saliva no era para ser desperdiciada ya que a cada momento podías reservarla cuando mejor fuera el instante, ahora, eran mis orbes los que habian tomado el relevo de susurrarle esas cosas que por su modo de mirarle ya era evidente que lo sabia-

Oui, Vos sois mi bella dama, pero creo que habia alguien que despues de todo no queria que esto sucediera

-Mis Orbes fueron justamente al camarero de al lado, el servicio era pésimo pero porque los humanos no eran perfectos siempre ataviados con su personalidad tan humana como despreciable...me habia despojado yo de un poco de humanidad para poder concentrarme en lo importante, como los lujos más él estaria atado a un trabajo que no tenía absolutamente ninguna salida si...me vanagloriaba saber que aquel hombre que se habia atrevido a negar mi existencia para poder "quedarse" con aquella dama podría morir con una corbata y un traje de camarero algo que al instante hizo fluir aquella sonrisa que habia quedado cautiva del tiempo por unos momentos-

Lamento no haber podido ayudarle en todo lo que debería mademoiselle a veces pienso que usted es la única que merece la pena a mis ojos, pero como me estais mirando parece que no he dicho nada nuevo

-Me levanté haciendo gala de mis modales e incluso un poco más engalanado para aumentar la virilidad, la caballerosidad que hoy en día estaba de moda para los hombres como yo, tomé su mano depositando un beso en la palma de aquella hermosa mujer que para que me iba a engañar me habia hecho caer en sus trucos la vez que nos habiamos encontrado en aquella tienda-

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