Músicos en París (Donovan)

por **Dimitri Lumière** Dom Feb 06, 2011 2:18 pm

Poco había allí que me interesara, y sin embargo, me traía demasiados recuerdos. El humo que flotaba en el ambiente provenía de la misma sustancia que yo había fumado hacía años. Llevaba demasiado tiempo sin ir a aquel café nocturno, pero sin duda, ahora estaba deteriorado. Las pipas árabes estaban ya viejas, pero no tanto como el público que acudía a ellas. Las doncellas bailaban alrededor de los hombres, de pie, junto a ellos.

Fue inevitable recordar la vida que había llevado allí junto a Zouis, mi amado maestro. Quisiese o no, había sido la mejor época de mi vida; la que había pasado junto a él. Poco quedaba ya de eso, sin embargo, pero si había algo que podía rescatar de toda aquella locura era un violinista, un vampiro bastante más antiguo que yo, más o menos de la edad de Zouis. No había vivido con nosotros, en nuestra mansión vienesa, ni tampoco en París, pero sí había pasado noches de fiesta y lujuria junto a nuestro pequeño aquellare, y también había tocado su violín junto a nosotros.

Zouis siempre me decía que el violín era lo que mejor se me daba, a pesar de mi inconcebible amor al piano. Pero para escuchar música de violín, ya teníamos a Donovan. En realidad, el nombre no me decía mucho. Lo recordaba más por su apellido.

Y allí lo esperaba, sentado en uno de los pocos sofás de inspiración árabe de la tetería nocturna, rodeado de humo y hermosas mujeres. Yo había aparecido antes del tiempo concretado en la cita, pero aún así no podía evitar temer que él no apareciera. No tenía ningún motivo para acudir allí, tan sólo y quizás que echase tanto de menos a Zouis como yo lo hacía. Mortífera y dolorosamente.

por **Donovan O'Mallon** Mar Feb 15, 2011 4:04 pm

¿Qué son los recuerdos? si no fantasmas del pasado, unos que aveces se aferran demasiado a muestro cuerpo haciendo que pese más de lo que debe, ¿qué son las palabras guardadas? si no murmullos y ecos de un desolado corazón. Las imagenes tomaban forma delante de él en cuanto leyó aquella carta ¿cuantas cosas había estado cargando desde entonces?

Caminó por las calles parisinas, flotando entre la neblina que se formaba a su alrededor, el demonio tomaba forma de nuevo su elegancia y porte no se habían perdido, su escencia seguia siendo la misma ¿pero que mas puedes esperar cuando así fuiste condenado?, siguió su camino mirando de reojo el reloj de bolsillo que sacó de su levita negra... ¿para que saber la hora? mera costumbre humana.

Llegó al café, la fachada seguía siendo practicamente la misma ¿como era posible?
Si tu no cambias ¿Porqué habrian de hacerlo ellos? rió ante la sitación planteada por su mente, era cierto, rodeado de demonios durante tantos años que hasta los objetos se volvían como uno.

Sonrió de lado al sentirlo allí, siempre se había dado a conocer por su puntualidad Zouis solía decirle que eso no era más que una forma más elegante de ser impuntual, ¿que importaba el tiempo ahora? sonrió ante el recuerdo de aquel hombre al que, como a pocos, había tenido cariño y respeto; sin duda volver a revivir viejos tiempos con su joven aprendiz sería casi como tenerlo a él sentado de frente.

-La costumbre no la pierdes
Dimitri, ¿como olvidar su rostro? ¿como olvidar esas manos habilidosas que tantas veces le habían dado el mejor acompañamiento a la melodía creada por su violín? nunca, era de las pocas imagenes afiansadas a su mente y que dejaba que saliera cuando quería recordar.

por **Dimitri Lumière** Sáb Feb 19, 2011 10:40 am

Dicen que la mejor palabra para describir a un vampiro es perfección. Nacen, pero no mueren, porque ya están muertos. Todo en ellos es digno de admiración, y por eso mismo todo aquel que tiene la oportunidad de conocer a uno de ellos, se convierte en su secreto amante, aunque ni siquiera sea capaz de reconocerlo. Les temen, pero les aman, como a Dios.
Quizá la persona que mejor representase esa definición de vampiro era Donovan O'Mallon. Era un caballero de los pocos que quedaban, pero seguía conservando ese punto cínico que Zouis tenía aún cuando me dejó.
No me levanté a recibirlo, pues mirarlo a los ojos fue suficiente para que él comprendiera que estaba contento de volver a verle. Había cambiado poco, si es que lo había hecho, y sin duda seguiría manteniendo sus dotes artísticas. Él era una de esas personas que todo humano odiaría porque sabe hacer de todo, y todo lo que hace lo hace bien.
No sonreí, pero cuando se sentó frente a mí mis ojos brillaron con fuerza.
-Donovan, amigo -dije simplemente. Vestía un traje oscuro con aire desenfadado. Era su estilo personal, pero sin duda escondía la cortesía de un parisino, aunque fuese a la fuerza.
-La puntualidad es un modo de comunicarse. -le comenté- Por tu parte, tampoco has perdidos las costumbres -dije con una media sonrisa.- No estaba seguro de que viniveras -le comuniqué. Era una afirmación rotunda, y desde luego había tenido mis serias dudas. Temía que él tuviese otro trasfondo, aunque esperé a su respuesta para poder sacar mis propias conclusiones.

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