AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Mi princesa, por un dia {Privado}
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Mi princesa, por un dia {Privado}
" Ayris hoy vas a convertirte en mi princesa "
-Le dijo aquello a su sirviente, su igual, si, le habia llamado igual porque para mí Ayris era la única persona que me aceptaba con la crueldad que poseía mi ser interior, miraba los males y los guardaba para si misma como si tambien ella permaneciese en el mismo mundo...me habia servido mucho cuando las mujeres me buscaban para saber donde estaba pues fingía que me habia mudado {cosa que a los pocos dias debia de hacer} dejándola a solas ¿no era para una mujer, otra mujer, como su ayudante? creían ciegamente en ella además de pasarle esas cartas de amor que obligatoriamente pedía que me las entregara, después de leerlas hacia con ellas lo mismo que hacia con los corazones, romperlas.
Ese día, me di cuenta que mi querida Ayris no tenia suficiente vestuario para satisfacer mis necesidades pero las suyas creía que también pues una mujer siempre era femenina se vistiera como se vistiera así que le pedí que estuviera preparada para un día de compras...no, no le pedi que se preparase sino que me esperase en el restaurante. Había comprado perfume, cremas, vestidos varios que mandé enviaran a casa pero en especial me quedé con uno que pensaba le quedaría muy bien ¿no habia que darle un premio a quien se portaba bien? ahora era el turno de mi pequeña sirviente, tambien algunos collares, zapatos, tacones y contrario a mis deseos deje la ropa interior de lado ya que la lenceria ya la tomaría ella cuando deseara.
Llegaba 10 minutos tardes según marcaba la puntualidad de mi reloj, una mueca de desagrado se volvió en mi rostro transformando entre sensuales y molestas las facciones ya que yo, era el más puntual en cuando a citas se trataba pero en las terceras citas la puntualidad solo pertenecía a una persona. Tomé los paquetes entre mis brazos con los tacones, el perfume, el peine, maquillaje...conocia muy bien a las mujeres por eso habia reservado el restaurante para nosotros mismos, gracias a que una mujer habia costeado ese sitio para ella...¿no era amargo lo fácil con lo que abandonaban lo que deseaban por un hombre? yo le pedíque me lo cediese, como buen actor de guiones inconcretos la seduje teniendo finalmente el placer de tomar para nosotros solos, Ayris y para mi este lugar de encuentro-
-Le dijo aquello a su sirviente, su igual, si, le habia llamado igual porque para mí Ayris era la única persona que me aceptaba con la crueldad que poseía mi ser interior, miraba los males y los guardaba para si misma como si tambien ella permaneciese en el mismo mundo...me habia servido mucho cuando las mujeres me buscaban para saber donde estaba pues fingía que me habia mudado {cosa que a los pocos dias debia de hacer} dejándola a solas ¿no era para una mujer, otra mujer, como su ayudante? creían ciegamente en ella además de pasarle esas cartas de amor que obligatoriamente pedía que me las entregara, después de leerlas hacia con ellas lo mismo que hacia con los corazones, romperlas.
Ese día, me di cuenta que mi querida Ayris no tenia suficiente vestuario para satisfacer mis necesidades pero las suyas creía que también pues una mujer siempre era femenina se vistiera como se vistiera así que le pedí que estuviera preparada para un día de compras...no, no le pedi que se preparase sino que me esperase en el restaurante. Había comprado perfume, cremas, vestidos varios que mandé enviaran a casa pero en especial me quedé con uno que pensaba le quedaría muy bien ¿no habia que darle un premio a quien se portaba bien? ahora era el turno de mi pequeña sirviente, tambien algunos collares, zapatos, tacones y contrario a mis deseos deje la ropa interior de lado ya que la lenceria ya la tomaría ella cuando deseara.
Llegaba 10 minutos tardes según marcaba la puntualidad de mi reloj, una mueca de desagrado se volvió en mi rostro transformando entre sensuales y molestas las facciones ya que yo, era el más puntual en cuando a citas se trataba pero en las terceras citas la puntualidad solo pertenecía a una persona. Tomé los paquetes entre mis brazos con los tacones, el perfume, el peine, maquillaje...conocia muy bien a las mujeres por eso habia reservado el restaurante para nosotros mismos, gracias a que una mujer habia costeado ese sitio para ella...¿no era amargo lo fácil con lo que abandonaban lo que deseaban por un hombre? yo le pedíque me lo cediese, como buen actor de guiones inconcretos la seduje teniendo finalmente el placer de tomar para nosotros solos, Ayris y para mi este lugar de encuentro-
Léonard Deveraux- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 30/01/2011
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Re: Mi princesa, por un dia {Privado}
Debía apresurarme, no me hubiera gustado llegar tarde a aquella extraña citación del señor Deveraux. Me había sorprendido bastante que él me citara a venir a un restaurante.
Hacía bastante tiempo ya que yo funcionaba de esta manera, hacía todo lo que el señor me pedía.
Antes, cuando mi vida todavía estaba en Italia, no habría permitido que pasara eso, antes era defensora para conmigo misma, pero esque el señor Deveraux realmente necesitaba de mi ayuda. Me divertía hacer lo que hacía con sus amantes, por llamarlas de alguna manera, me hacía mucha gracia tener que transmitirles el mensaje de que Lord Deveraux se había mudado (aunque a los pocos días debía hacerlo verdaderamente), hablar con ellas para saber cuan de lejos habían llegado para estar con él, me demostraba su capacidad mental, hablaban como unas quinzeañeras enamoradas; y luego estaban las cartas, aquellas tediosas parrafadas que las señoritas le escribían, en un vano intento de que el señor volviera con ellas. Puede que fuera una injusticia, pero ellas se lo habían buscado. También me agradaba el trato del señor Deveraux para conmigo, en él había, en cierta medida, cueldad; crueldad a la que yo hacía caso omiso, yo le miraba como si fuera parte de eso mismo, como si no fuera un defecto, sino alguna aportación de carácter espontáneo. Yo no me entrometía en sus cosas (a no ser que me lo pidiera personalmente), y él no se entrometía en las mías. Era así de simple.
Giré la cabeza hacia atrás al ver una típica pelea callejera, mientras seguía corriendo hasta el lugar de encuentro, no llebaba reloj, lo que era un apuro para mí. Con alivio, contemplé como el restaurante en el que el señor Deveraux me había citado, se alzaba ante mí. Miré hacia los lados, intentando divisar el conocido rostro de Léonard Deveraux, sonreí timidamente al verle allí parado y de pie. Me acerqué a él con el paso más relajado y la respiración ligeramente agitada de haber corrido hasta allí. -¿Hace mucho rato que está aquí, señor?- pregunté con cierto aire de culpabilidad, no tenía ni idea de la hora que era y al haber estado apurada a la hora de cambiarme de ropa, había retrasado mi marcha. Hice una pequeña reverencia, agarrandome las puntas del vestido crudo que llevaba.
Ayris C. Richards- Hechicero/Realeza
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Re: Mi princesa, por un dia {Privado}
No...a decir verdad no
-Ella era distinta, la unica que ascenderia conmigo a lo mas alto de este mundo ya que no, no llevaria a ninguna de mis amantes ni siquiera a aquellas que visitaba con frecuencia en las noches enjauladas del invierno porque Ayris sería la que estuviera conmigo ya tenia aquella posición guardada para ella...lo sabia, se lo habia dicho en aquella entrevista de trabajo que le habia hecho cuando la encontré por primera vez pues ella era la que más enloquecia mi cuerpo con su forma de ser sin necesitar trucos extraños que me tuvieran de cabeza como los gritos de mis amantes que en momentos como aquestos me traian de cabeza.
Le miré, estaba vestida bien pero yo queria que esa noche fuera vestida como yo deseaba para ella, nada más verla le sonreí satisfecho de su presencia, me adentré haciendo llamar a un chico del restaurante que no tardó en venir como un buen camarero debia hacer, le coloqué el perfume, los tacones, los adornos en las manos indicandole que pusiera en la sala que habia apartado para Ayris pero me quedé con la caja del vestido tendiendoselo a ella-
Se que esto no entra en el contrato, pero tu, vas a ser mi princesa Ayris por una noche, nada de llamarme señor solamente Leonard. Tomalo como un incentivo a tu gratificante trabajo
-Le sonreí sin esperar que me dijese nada porque no era algo que le estaba ofreciendo para que lo tomara si ella lo deseaba, le era obligado que lo tomase asi que no tardé en apartar la caja para enseñarle el vestido que le habia traido a ella, de un color rojizo mi favorito algo que me habia vuelto loco desde que era un pequeño escuchando los gemidos de su patetica madre, sabia las medidas de mi Ayris aunque ella no lo supiera yo era algo mas habitual en conocer alas mujeres por la mirada y el sentido que siempre poseía para con ellas.
Se lo coloqué delante para comprobar si mi sentido me habia jugado una mala pasada algo que por increible que fuera no habia sucedido, me diagnostiqué un poco de tiempo para mi propia egolatria cuando acaricié el brazo de Ayris con un suspiro satisfactorio, estaria tan hermosa que esta vez tendria que ser yo quien le apartase a los chicos de su lado algo que solo de pensarlo me hacia tensar la mandibula cual controlador de su sirvienta, ella solo podría estar conmigoi bueno tambien podria tener a su pareja pero si lo hacia tendria que pasar por mi estricto control que yo sumergia a todos por igual...puesto que si ella iba a ascender conmigo la necesitaba solamente a ella y no a alguien más incluido-
Vistete ma chérie, te he preparado algunas cosas más espero no haberte decepcionado y que tu no me decepciones.
-Ella era distinta, la unica que ascenderia conmigo a lo mas alto de este mundo ya que no, no llevaria a ninguna de mis amantes ni siquiera a aquellas que visitaba con frecuencia en las noches enjauladas del invierno porque Ayris sería la que estuviera conmigo ya tenia aquella posición guardada para ella...lo sabia, se lo habia dicho en aquella entrevista de trabajo que le habia hecho cuando la encontré por primera vez pues ella era la que más enloquecia mi cuerpo con su forma de ser sin necesitar trucos extraños que me tuvieran de cabeza como los gritos de mis amantes que en momentos como aquestos me traian de cabeza.
Le miré, estaba vestida bien pero yo queria que esa noche fuera vestida como yo deseaba para ella, nada más verla le sonreí satisfecho de su presencia, me adentré haciendo llamar a un chico del restaurante que no tardó en venir como un buen camarero debia hacer, le coloqué el perfume, los tacones, los adornos en las manos indicandole que pusiera en la sala que habia apartado para Ayris pero me quedé con la caja del vestido tendiendoselo a ella-
Se que esto no entra en el contrato, pero tu, vas a ser mi princesa Ayris por una noche, nada de llamarme señor solamente Leonard. Tomalo como un incentivo a tu gratificante trabajo
-Le sonreí sin esperar que me dijese nada porque no era algo que le estaba ofreciendo para que lo tomara si ella lo deseaba, le era obligado que lo tomase asi que no tardé en apartar la caja para enseñarle el vestido que le habia traido a ella, de un color rojizo mi favorito algo que me habia vuelto loco desde que era un pequeño escuchando los gemidos de su patetica madre, sabia las medidas de mi Ayris aunque ella no lo supiera yo era algo mas habitual en conocer alas mujeres por la mirada y el sentido que siempre poseía para con ellas.
Se lo coloqué delante para comprobar si mi sentido me habia jugado una mala pasada algo que por increible que fuera no habia sucedido, me diagnostiqué un poco de tiempo para mi propia egolatria cuando acaricié el brazo de Ayris con un suspiro satisfactorio, estaria tan hermosa que esta vez tendria que ser yo quien le apartase a los chicos de su lado algo que solo de pensarlo me hacia tensar la mandibula cual controlador de su sirvienta, ella solo podría estar conmigoi bueno tambien podria tener a su pareja pero si lo hacia tendria que pasar por mi estricto control que yo sumergia a todos por igual...puesto que si ella iba a ascender conmigo la necesitaba solamente a ella y no a alguien más incluido-
Vistete ma chérie, te he preparado algunas cosas más espero no haberte decepcionado y que tu no me decepciones.
[Vestido : http://imagecache2.allposters.com/images/pic/NYG/5138~Vestido-de-noche-rojo-I-Posters.jpg ]
Léonard Deveraux- Humano Clase Media
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Re: Mi princesa, por un dia {Privado}
Sonreí con timidez al negar él. -De acuerdo, señor.- respondí. Aun no tení ni una ligera idea de porque Lord Deveraux me había citado allí esa noche, supuse que aquel día me libraría de alejar a sus amantes de él, o de enviarles aquellos mensajes que tanto me hacían reir, aunque al decirlo aquello sonara frío. La verdad esque estaba un poco nerviosa, no sabía como me tendría que comportar, ni que cosas hacer para quedar bien delante de Léonard. No me gustaba que la gente se fijara demasiado en mí, pero tampoco me gustaba que no lo hicieran, así que ese día me había puesto un bonito vestido crudo de mi madre, algo que me quedaba de ella. No me había arreglado de sobremanera, me había recogido el cabello en un suave moño que dejaba sueltos algunos mechones.
Luego me sonrió de un modo ¿satisfecho? y le devolví la sonrisa. Desapareció un momento, en el que yo me quedé quieta donde estaba, no me había indicado seguirle, así que supuse que volvería rápido. Y así fue, me tendió una caja, yo la tomé con cuidado y le miré sorprendida, con los labios ligeramente entreabiertos. Se explicó, una explicación mas bien soprendente. ¿Su princesa por una noche? Le miré extrañada y con una sonrisa. Iba a decirle que no podía aceptarlo, pero luego vi su mirada y vi que aquello no era una petición. Me coloqué una mano en la cintura y lo miré con un toque de diversión y cariño en los ojos. -¿Seguro que es para mí, seño... digo Léonard?- estaba un poco confusa, me había pedido que lo llamara Léonard y me había dicho que esa noche sería su princesa. Con un rápido movimiento, él tomó la caja y de ella sacó un vestido. Mis ojos se abrieron desmesuradamente. Era de color rojo, mi favorito, era largo y ajustado, era el vestido más bonito que había visto hasta ese momento, aparté la mirada del vestido y la fije en Léonard. -Es... precioso- susurré.
Me colocó el vestido por encima de mi cuerpo, quedaba perfecto. -¿Como supiste...?- dejé la frase en el aire, inacabada: ¿Como supiste mis medidas? Me acarició el brazo y lo miré a los ojos, teñidos de adoración. Me dijo que me vistiera. -¿Ahora?- pregunté mientras me mordía el labio inferior. Miré a mi alrededor, supuse que creca habría un baño donde me pudiera cambiar de ropa, pero aun así, interrogué a Léonard con los ojos, preguntándole si podría excusarme un momento para poder ponerme aquel hermoso vestido. -Si me disculpas...- tomé con cuidado la caja y el vestido y le pregunté a un camarero donde estaba el baño, este me indicó un lugar cerca de allí y me apresuré a ir. No me fijé en como era el baño, porque entré rapidamente en uno de los cubículos y me saqué el vestido crudo que llevaba, quedándome en ropa interior, para luego ponerme el hermoso vestido rojo. Dejé el anterior vestido en la caja y la cerré. Salí de allí y volví donde estaba Léonard. Le miré con las mejillas teñidas de rojo y una tímida sonrisa. -¿Como me queda?- le pregunté, ni siquiera había querido mirarme al espejo, quería oirselo decir a él, puede que yo opinara otra cosa distinta y no me fiaba de mi misma.
Ayris C. Richards- Hechicero/Realeza
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Fecha de inscripción : 25/01/2011
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Re: Mi princesa, por un dia {Privado}
La tela no es capaz de eclipsar cuanta belleza llego a mis ojos, puedo incluso asegurar que vos sois una princesa
-Apariencias que nos derrotaban asi era como me habia ganado un puesto en el infierno siguiendo los escalones que me estaban ofreciendo esa ascension, nunca bajaba porque pisaba a otros para que estuvieran mas por debajo que yo, mi respiración pasmosa se engullia con elegancia a la tranquilidad dando paso a un sutil abandono de la monotonia. Le dije que si silenciosamente cuando dijo que si se lo debia de probar ahora ¿dudaba? no, no queria que dudase porque ella seria la futura dueña de todo el mundo, pensamientos singulares que me apretaban, volviendo a soñar con momentos decorosos en los que me proponia un salto a todo Paris.
Se adentró al baño inclinandome para que se tomara toda la tranquilidad que quisiera, no tardé en caminar al interior en donde me miraron como a mi me gustaba, con adoración, todo el dinero que habia recaudado seguia siendo poco pero hoy me habia gastado mas de lo que yo creia solo por ella, una princesa que se habia escapado de un cuento de hadas inconcluso...¿romanticismo? no, no habia tal oportunidad para ser romantico pero si agradecido, ella era mi querida Ayris, más importante que lo fue para mí, mi madre, otras personas tambien ella era mucho mas importante que todos los que estaban por mi mente.
No me senté, era un caballero no un agónico por tener asiento por ello coloqué pasmosamente mis manos detrás de la espalda, entreabriendo los labios para respirar tambien por la boca sin depositar ninguna mirada al exterior, atrás, no miré a nadie solo les deje esperando un poco mas para que la servidumbre nos sirviera luego, aprete las manos suavemente mordiendome los labios como primer movimiento de la impaciencia, pero el sonido que yo esperaba me hizo voltear. Le miré apreciativamente con una sonrisa en los labios ¿como sabia sus medidas? igual que sabia las medidas de cualquier chica de genero femenino que me mirase.
Paseé cerca de ella tomandole por el mentón sacando de una bolsita un brillo de labios que habia encontrado tras mucho buscar, no le queria maquillada como una prostituta, como esas de clase alta que escondian la belleza real tras kilos de maquillaje, deseaba que ella estuviera comoda y no pesada, engañada por el olor de cualquier pinta-labios. Por eso escogi que un brillo seria la mejor idea para sus hermosos labios...acaricie sus labios con el mequiñe, luego le acaricie la mejilla con confianza propia sonriendo-
Perfecta, es usted una de las mas hermosas estrellas que esta noche pasa por Paris, sus orbes me deslumbran, sus labios son capaz de hipnotizarme al igual que vuestro aroma me enloquece, sois vos, mi querida Ayris, la más hermosa para mis ojos esta noche y no acostumbro a decir mentiras
-Le tomó la palma de su mano depositando un beso en ella, llevándola con una sonrisa hacia la que seria nuestra mesa, me gustaba el paraje de que no hubiera nadie más que nosotros, cuando estabamos cerca me adelanté para apartar la silla de la mesa...queria que todo estuviera al gusto de mi querida Ayris, solo para ella habia sido capaz de dejarme abandonar por unas monedas de oro aun cuando yo siempre que salia con una mujer solia dejar que ella me pagara todo-
-Apariencias que nos derrotaban asi era como me habia ganado un puesto en el infierno siguiendo los escalones que me estaban ofreciendo esa ascension, nunca bajaba porque pisaba a otros para que estuvieran mas por debajo que yo, mi respiración pasmosa se engullia con elegancia a la tranquilidad dando paso a un sutil abandono de la monotonia. Le dije que si silenciosamente cuando dijo que si se lo debia de probar ahora ¿dudaba? no, no queria que dudase porque ella seria la futura dueña de todo el mundo, pensamientos singulares que me apretaban, volviendo a soñar con momentos decorosos en los que me proponia un salto a todo Paris.
Se adentró al baño inclinandome para que se tomara toda la tranquilidad que quisiera, no tardé en caminar al interior en donde me miraron como a mi me gustaba, con adoración, todo el dinero que habia recaudado seguia siendo poco pero hoy me habia gastado mas de lo que yo creia solo por ella, una princesa que se habia escapado de un cuento de hadas inconcluso...¿romanticismo? no, no habia tal oportunidad para ser romantico pero si agradecido, ella era mi querida Ayris, más importante que lo fue para mí, mi madre, otras personas tambien ella era mucho mas importante que todos los que estaban por mi mente.
No me senté, era un caballero no un agónico por tener asiento por ello coloqué pasmosamente mis manos detrás de la espalda, entreabriendo los labios para respirar tambien por la boca sin depositar ninguna mirada al exterior, atrás, no miré a nadie solo les deje esperando un poco mas para que la servidumbre nos sirviera luego, aprete las manos suavemente mordiendome los labios como primer movimiento de la impaciencia, pero el sonido que yo esperaba me hizo voltear. Le miré apreciativamente con una sonrisa en los labios ¿como sabia sus medidas? igual que sabia las medidas de cualquier chica de genero femenino que me mirase.
Paseé cerca de ella tomandole por el mentón sacando de una bolsita un brillo de labios que habia encontrado tras mucho buscar, no le queria maquillada como una prostituta, como esas de clase alta que escondian la belleza real tras kilos de maquillaje, deseaba que ella estuviera comoda y no pesada, engañada por el olor de cualquier pinta-labios. Por eso escogi que un brillo seria la mejor idea para sus hermosos labios...acaricie sus labios con el mequiñe, luego le acaricie la mejilla con confianza propia sonriendo-
Perfecta, es usted una de las mas hermosas estrellas que esta noche pasa por Paris, sus orbes me deslumbran, sus labios son capaz de hipnotizarme al igual que vuestro aroma me enloquece, sois vos, mi querida Ayris, la más hermosa para mis ojos esta noche y no acostumbro a decir mentiras
-Le tomó la palma de su mano depositando un beso en ella, llevándola con una sonrisa hacia la que seria nuestra mesa, me gustaba el paraje de que no hubiera nadie más que nosotros, cuando estabamos cerca me adelanté para apartar la silla de la mesa...queria que todo estuviera al gusto de mi querida Ayris, solo para ella habia sido capaz de dejarme abandonar por unas monedas de oro aun cuando yo siempre que salia con una mujer solia dejar que ella me pagara todo-
Léonard Deveraux- Humano Clase Media
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Re: Mi princesa, por un dia {Privado}
Jamás me había importado demasiado mi aspecto exterior, solía vestir la ropa que mi tia me traía a casa, sin rechistar, es más, adoraba esas ropas, siempre eran vestidos largos hechos por materiales suaves y delicados como la seda, de colores claros, normalmente azules, rosas y blancos. Y la ropa nunca me hacía sentir mas de lo que era, una muchacha simple y nada compleja de Clase Media. Pero aquel día, simplemente, era diferente. Me sentÃa bien conmigo misma. Me sentía... diferente. Más fuerte, más poderosa, no temía que en algún momento mis poderes saliesen solos, podía controlarlos. Sonreí con timidez propia de mí cuando se giró a mirarme, nada más volver yo a la sala. Él sonrió también, y aquel nimio gesto me hizo sentirme orgullosa de mí y de mi aspecto.
Al observarle el rostro, intuí que se sabía todas las medidas de las mujeres que se mostrarran ante sus ojos, tan hermosos... Vino hacia mí, y con un suave y delicado movimientó tomo mi mentón y sacó un brillo que parecía de labios, brillante. Me pasó el meñique y en un instante noté el agradable cosquilleo en mis carnosos labios, era como miles de puntitos atravesandome los labios, algo placentero. Junté los labios un momento y los volví a separar, haciendo que estos se apliaran en una sonrisa dulce dedicada al mejor de los señores. Luego me acarició la mejilla. El roce fue apenas una caricia que hizo ponerse de punta al ligero vello de mi rostro.
La honestidad de Léonard me hizo enrojecer de nuevo, cosa que empezaba adoptar por costumbre. Sus palabras, caballerosas y de un hermosura infinita, sabian hacerme sentir bien. Elegidas delicadamente, con cuidado. -Nunca lo pondría en duda, se lo aseguro, mi querido Léonard- afirmé con convicción a la vez que lo miraba a los ojos, poniendo en émfasis mis palabras, como si de algún modo así pudieran parecer todavía más convincentes. -Yo tampoco tengo por costumbre hacerlo, es más, suelo decir siempre la verdad y me encantaría que me creyera si le digo que es usted el más noble y caballeroso de los hombres que he conocido jamás.- añadí, posando mi mano sobre el escote de mi vestido, en la zona donde yo sabía que se hallaba mi humilde corazón.
Depositó un pequeño beso en la palma de mi mano y me dirigió hacia la que sería nuestra mesa aquella noche. Se adelantó unos pasos para retirar mi silla y dejar que me sentara, y eso hice, sujetándome el vestido para que no sufriera ningún tipo de daño. Le dirigí una amable sonrisa ante su caballeroso gesto. -Gracias- me acomodé en la silla y me retiré algunos mechones de cabello del rostro, para poder mirar a Léonard, sin saber que decirle.
Ayris C. Richards- Hechicero/Realeza
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Re: Mi princesa, por un dia {Privado}
-Ella me veia como un noble caballeroso lo que era en sí tanto una verdad como una mentira a mi punto de vista, no acostumbraba a mentir porque para mi todas las mujeres eran hermosas y yo estaba siempre rodeado de ellas, si algo no me gustaba no lo tomaba e incluso ni lo miraba por mucho dinero que pudiera tener en el interior del bolsillo. Me percaté de que mis labios se juntaron para dar forma a una sonrisa galante que no todas las personas habian visto.
Era como un vidente bien informado del mundo que decia lo que la gente quería oir ya que de este modo no habría peleas ni debia de preocuparse por mucho más que por hacer lo que sabia, pero Ayris me conocía demasiado bien como para saber cuando mentia y cuando no, ese era en parte mi defecto para con ella que habia veces en las que me sentaba a su lado y le comentaba mi día como un señor cansado que necesitaba de su confidente para poder ser feliz.
Mi vista era una traviesa, se habría ido justo donde habia colocado la mano pero solo vi sus ojos porque sabia que lo que estaba diciendo era de todo corazón y no, no quería estropear el momento que habia surgido entre ambos con torpes miradas hacia aquel escote ¿desde cuando eso me preocupaba? tenia suficiente autocontrol como para sentirme orgulloso del mismo, cuando se sentó le besé la mejilla con una sonrisa en los labios marchando hacia donde estaba un camarero que no me vió llegar y tembló nada más notar mi presencia.
No le presté atención y tomé una botella de vino blanco, hice una indicación para que nos sirvieran la comida que habia pedido, una ensalada de primero con algunos aperitivos, de segundo un estofado de carne que no fuera muy pesado y de tercero un pastel de chocolate. De nuevo me acerqué hacia ella escuchando los ruidos de la cocina cuando el camarero abria de golpela puerta seguramente indignado por mi trato más no me importó, seguí hacia la mesa llenando las copas de Ayris y la mia con aquel vino blanco que no me habia costado nada, despues de todo "invitaba la casa"-
Ayris, mi querida Ayris esta noche deseo daros todo pero sin que os penseis nada de mi...no soy realmente un hombre bueno pero si alguien de palabra
-Tomé la copa y la elevé por encima admirando su impoluta belleza, sonreí porque yo mismo me habia tomado la molestia de haberles recordado que quería todo limpio de antemano, le miré a los ojos cuando esperé a que ella tambien elevase la copa...no mentia cuando decia que era absolutamente preciosa, habia estado con muchas mujeres pero muy pocas me habian embaucado a mi con su belleza y astucia, ella era una de esas mujeres que me alegraba de tener a mi lado-
Era como un vidente bien informado del mundo que decia lo que la gente quería oir ya que de este modo no habría peleas ni debia de preocuparse por mucho más que por hacer lo que sabia, pero Ayris me conocía demasiado bien como para saber cuando mentia y cuando no, ese era en parte mi defecto para con ella que habia veces en las que me sentaba a su lado y le comentaba mi día como un señor cansado que necesitaba de su confidente para poder ser feliz.
Mi vista era una traviesa, se habría ido justo donde habia colocado la mano pero solo vi sus ojos porque sabia que lo que estaba diciendo era de todo corazón y no, no quería estropear el momento que habia surgido entre ambos con torpes miradas hacia aquel escote ¿desde cuando eso me preocupaba? tenia suficiente autocontrol como para sentirme orgulloso del mismo, cuando se sentó le besé la mejilla con una sonrisa en los labios marchando hacia donde estaba un camarero que no me vió llegar y tembló nada más notar mi presencia.
No le presté atención y tomé una botella de vino blanco, hice una indicación para que nos sirvieran la comida que habia pedido, una ensalada de primero con algunos aperitivos, de segundo un estofado de carne que no fuera muy pesado y de tercero un pastel de chocolate. De nuevo me acerqué hacia ella escuchando los ruidos de la cocina cuando el camarero abria de golpela puerta seguramente indignado por mi trato más no me importó, seguí hacia la mesa llenando las copas de Ayris y la mia con aquel vino blanco que no me habia costado nada, despues de todo "invitaba la casa"-
Ayris, mi querida Ayris esta noche deseo daros todo pero sin que os penseis nada de mi...no soy realmente un hombre bueno pero si alguien de palabra
-Tomé la copa y la elevé por encima admirando su impoluta belleza, sonreí porque yo mismo me habia tomado la molestia de haberles recordado que quería todo limpio de antemano, le miré a los ojos cuando esperé a que ella tambien elevase la copa...no mentia cuando decia que era absolutamente preciosa, habia estado con muchas mujeres pero muy pocas me habian embaucado a mi con su belleza y astucia, ella era una de esas mujeres que me alegraba de tener a mi lado-
Léonard Deveraux- Humano Clase Media
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Re: Mi princesa, por un dia {Privado}
Como normalmente hacía, mi mente divagaba sobre las palabras pronunciadas por Léonard, por eso me pilló por sorpresa cuando sus labios depositaron un pequeño beso en mi mejilla. Noté como el calor subia donde había posado sus labios y me llevé una mano allí para comprobar algo y... efectivamente, mi piel ardía, me había hecho sonrojarme. Suspiré con una sonrisa al notar como mi piel regresaba a la temperatura normal de menos de 34 grados centígrados. Algo que según los médicos, sanadores y doctores, era muy extraño, ya que la temperatura media mínima de un cuerpo vivo solía ser, por norma general, de unos 35 o 35 grados y medio. Pero conmigo nunca había sido así, siempre había sido una persona muy fría.
Después Léonard se apartó y se dirigió a un camarero, ladeé la cabeza con curiosidad al ver que, literalmente, el camarero se ponía a temblar. Volví la cabeza hacia la mesa, donde fijé la vista mientras negaba con la cabeza ligeramente y una mueca llamada sonrisa se extendía por mis labios. El joven caballero regresó, con una botella de vino blanco en las manos, se inclinó y observé como el líquido caía en el fondo de mi vaso a medida que iba echando. Después le escuché mientras le miraba con una dulce sonrisa. -Jamás me has demostrado que seas un hombre malo, Léonard- dudé al decir la última palabra, debía acostumbrarme durante la noche a llamarlo de ese modo. -Lo que si se esque si tu me prometes algo, lo cumplirás- lo miré a los ojos con seguridad.
Al ver que Léonard levantaba la copa, tomé la mía con delicadeza y suavidad, procurando lo derramar ni una sola gota de aquel fascinante líquido con el poder de debilitar a los más fuertes. La levanté también , cogiéndola con solamente cuatro dedos, dejando al meñique estirado, igual que solían hacer las personas de altos cargos. No sería la primera vez que bebería vino, pero si la segunda o la tercera; nunca me había esforzado a catar su delicioso sabor. Yo me solía preocupar por cosas más importantes y menos materialistas, pero había que concederle que de vez en cuando, tomar una copa de vino blanco, con moderación, siempre venía bien. -¿Brindamos?- pregunté en voz baja, con un tono que mi cerebro denominó como "tímido" y "reservado".
Ayris C. Richards- Hechicero/Realeza
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