Kaleb Samuels Heatherton

Nombre del Personaje:

Kaleb Samuels Heatherton

Edad:

18 años

Especie:

Cambiaformas Felino

Tipo y Nivel Social:

Clase Baja

Sexualidad:

Homosexual

Lugar de Origen:

Londres

Habilidad/Poder:

*Gran agilidad
*Buena capacidad de camuflaje

Descripcion Fisica:

Físicamente, Kaleb podría ser considerado el chico perfecto donde quiera que los haya. Su cabello es rubio, ondulado, ni corto ni largo, y le cae en juguetones mechones sobre el rostro. Sus ojos son de un tono azul intenso, brillantes... con forma almendrada y largas pestañas que los enmarcan, tan oscuras como si llevase máscara. Sus rasgos son finos y dulces, casi se podrían considerar aniñados si se miran bien. Tiene unos labios gruesos y carnosos, cuya forma sensual atrae más de una mirada, y su natural color entre rosa y amelocotonado es el complemento ideal para unas facciones de ángel.
Tiene un cuerpo esbelto, ni muy trabajado ni muy delgado. Se le notan algunos musculos, pero no de forma excesiva. No es un chico que viva obsesionado con cuidar su cuerpo e ir al gimnasio siempre que le es vitalmente posible. Suele vestir de forma descuidada, pero siempre conjuntado y de buen ver. siempre está seguro de que pegarán con todo. No es un muchacho que lleve muchos complementos, más bien es sencillo y poco complicado en ese sentido. Sus colores preferidos para vestir son el negro y el blanco, este primero resaltando especialmente el tono ligeramente bronceado de su piel tersa.

En sus formas animales toma la apariencia de un gato blanco, un lince blanco y un tigre blanco, de mayor a menor sucesivamente.

Spoiler:

Descripcion Psicologica:

Complicado. Es el mejor adjetivo que se podría usar para describir el carácter de Kaleb. Tiene una forma de ser egocéntrica, creyéndose por encima de los sentimientos y de las personas que lo rodean, no dejando que nadie se acerque a él lo suficiente como para conocerlo de verdad. Siempre lanza groserías a cualquiera que quiere plantarle cara o hacer frente a su arrasadora forma de ser. Algo apático y sobre todo poco sociable, le es bastante complicado hacer buenas amistades. Desconfía de cualquiera que se le acerque, pensando o que tiene malas intenciones o que sencillamente no va con la verdad por delante.
Es un muchacho que se guía por los impulsos y no se piensa demasiado las cosas. Pese a que la gente lo vea como un pasota y un egocéntrico, él simplemente hace lo que sea para alejar a los demás. En el fondo, sólo es un chiquillo asustado, que teme sufrir a manos de las demás personas como ya le sucedió en un pasado. Sincero y claro, jamás se deja nada en el tintero, y no pone ninguna objeción a la hora de decir la verdad... aunque esta duela. Al igual que él se comporta con sinceridad, espera lo mismo de aquellos que con mucho esfuerzo consiguen un puesto en su vida.
Se lo puede enfadar con facilidad.
Su gran lema es el "Carpe Diem" y disfruta continuamente de aquellas pocas cosas que lo hacen gozar, tales como la bebida, la música, los espejos y sobre todo las largas escapadas para encontrarse con la salvaje naturaleza que lo ayuda a evadirse de una vida que no ha sido demasiado amable con él. Los momentos de soledad los aprecia más que ningún otro, ya que sólo entonces se permite reflexionar y dejarse llevar por los recuerdos del pasado. El amor o la amistad no es algo en lo que crea demasiado; igualmente, ve los sentimientos como un simple apéndice del ser humano, que debería ser extirpado para librarse de incontables sufrimientos y decepciones.

Historia:

La historia de Kaleb, da comienzo la madrugada del doce de enero de 1782, cuando su madre, estando en el hospital ingresada ya con contracciones, finalmente dio a luz a un pequeño bebé varón, el futuro de la familia. Tras limpiarlo, fue entregado a la buena mujer, que lo tomó en brazos como si fuese un bello tesoro. Después, el padre de la criatura tomó el relevo, y sostuvo al pequeño de la misma forma que lo había hecho su esposa, con cuidado de no dañar su pequeña cabezita. Y de repente... una complicación, mucha sangre perdida y una grave enfermedad genética... Así fue como Sophy Heatherton perdió la vida, minutos después de traer a su hijo al mundo... sin que los médicos pudiesen hacer nada para salvarla. Ian, desesperado, abandona a su hijo biológico sobre una mesa de metal del quirófano, y se lanza sobre el cuerpo de su difunta cónyuge. El pequeño Kaleb, sollozaba como buscando una atención que sabe que jamás vendrá... Ni en ese momento ni nunca.

Los años fueron pasando. Ian jamás superó la muerte de su esposa, y mucho menos el nacimiento de su hijo. Consideraba que había sido el niño quien había arrebatado la vida de la mujer a la que quería, y nunca desde el momento de su nacimiento, pudo volver a mirarlo a los ojos. Hasta los siete años, Kaleb fue criado por las empleadas del hogar, que lo educaban y le preparaban la comida. Pero la depresión de su progenitor fue tan grande, que poco a poco este fue abandonando la empresa, y esta quedó en la quiebra, cerrando el grifo de las ganancias del hogar.

A sus ocho años, Kaleb y su padre tuvieron que abandonar la mansión en la que siempre habían habitado, y trasladarse a un piso en el centro de la ciudad, donde poder subsistir. Queen siempre cuidó a su padre a pesar del menosprecio y los malos tratos que él le ofrecía, jamás lo dejó solo y ya cuando tenía diez años, empezó a trabajar cargando y descargando cajas en un mercado cercano. Ya sabía hacer la comida, las tareas del hogar y traer el dinero suficiente para subsistir, así que podría decirse que creció demasiado rápido, y aguantó demasiadas cosas.

Pero una noche, Kaleb fue ingresado en un hospital a causa de una paliza en la que su padre le había aplastado la mano con una maza de cocina. El chico, que soñaba con ser dibujante o ilustrador, no podía siquiera pensar que su padre pudiese acabar de una forma tan sencilla con su futuro... así que no volvió a casa después de su estancia en el hospital. Además, hacía apenas unos años que su hermana había muerto, y nada lo ataba al hogar familiar. Vagó por las calles, sin rumbo fijo... hasta que se encontró con un hombre mayor, que se convertiría en su mentor y su padre adoptivo. Dante, que así se llamaba el buen hombre, fue la persona que descubrió o al menos dio importancia a algunas de las habilidades que poseía Kaleb. Gracias a él, descubrió su verdadera naturaleza, ya que Dante era también un cambiaformas del mismo tipo que él.

Aprendió a controlar sus cambios y los dones que poseía, pero jamás supo el origen de sus poderes y de su naturaleza. Dante sostenía que sus padres le habían ocultado la verdad sobre ambos, y seguramente ambos fuesen cambiaformas… pero eso es algo que Kaleb ya no puede saber. Se ha trasladado a París para buscar suerte… y quizás esas respuestas a preguntas que han marcado su vida.

Datos Extras:

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