Oraciones reales {libre}

por **Géraldine Fontaine2** Vie Feb 18, 2011 11:55 am

Aquel día aun que hermoso y frío, la catedral de París no estaba del todo sola; en el fondo se desdibuja una figura arrodillada con la cabeza cubierta con una hermosa mantilla de encaje de finura sin igual. El rostro se la dueña no vislumbraba solo el Rubio de sus cabellos debajo de mantilla el penetrante aroma a rosas y murmullos era lo que en aquella fría mañana de invierno llenaba de vida a las estatuas de mármol de los santos

por **Louis J. Bouquet** Vie Feb 18, 2011 12:11 pm

Me hallaba nuevamente cerca de muros santos por pura distracción, sea dicha la verdad.
Mis mejillas estaban algo doloridas por el frío, las desventajas de aún no estar bien del todo. Entré en aquel lugar, con ese aire templado y olor místico. No me había aventurado a entrar antes, la catedral de Notre Dame, era casi exclusiva de los más adinerados. Pero, este día venía con un excelente disfraz, por decirlo de alguna manera, ese saco negro con bordados dorados, daba otro aire a mi ser.

Intenté hacer mis pasos lentos y suaves, para no molestar a los que allí estaban, si es que había alguien. Opté por quedarme allí,en ese rincón, un olor tan dulce como el néctar de la más exquisita de las rosas, invadió mis pulmones. Y me giré para verle. Destellos de una cabellera dorada. Solo me limité a observarle con atención, curioso

por **Géraldine Fontaine2** Vie Feb 18, 2011 12:40 pm

Me puse de pie había hecho mis desesperadas oraciones al altísimo mas al ponerme de pie la mantilla callo al suelo dejando ver mi rostro, si inusualmente pálido por las noches sin dormir, pero aun así trataba de lucir lo mejor posible.

Nuevamente me arrodille a recoger la mantilla y al ponerme se pie vi a alguien mas en la catedral le mire a los ojos algo sorprendida, sonreí e inmediatamente me puse la mantilla. Opte por solo inclinar la cabeza no quería interrumpir las oraciones del joven

por **Louis J. Bouquet** Vie Feb 18, 2011 12:53 pm

Aunque hubiera corrido, no hubiera logrado alcanzar a tomar aquella prenda suya, para devolvérsela caballerosamente. Pero gracias a ello, logré ver las facciones que velaban.
Un rostro de piel clara como el alabastro.

Y no solo eso, me sonreía. Estaba seguro de que por algún lado había visto el rostro de aquella dama. Pero no recordé donde. Ese aire distinguido, me informaban que era alguien de alta sociedad.

Quise saludarla, pero no supe como dirigirme a ella, en este lugar. Ella si había venido a rezar, en cambio yo, siempre iba a las iglesias para mirar a las personas, el lugar. Perderme un rato conmigo mismo.

Devolví aquella sonrisa, y no puede evitarlo, tenía que escuchar la voz de aquella mujer. ¿Sería tan sobria como lo era su persona?
-debería tener más cuidado, madame

por **Géraldine Fontaine2** Vie Feb 18, 2011 1:37 pm

Continue sonriendole al oir su voz me parecio hermosatiene mucha razon monsieur, gusta ud. Acompanarme? le dije con delicadeza bo queria ofenderle ni nada por el estilo mas como eran los unicos en la iglesia le parecio propio que compartiesen el banco asi que me sente con elegancia de frente al altar. Aquel enorme altar me inspiraba algo especial que no sabia describir solo me quede mirando con mucha atencion esperando la respuesta

por **Louis J. Bouquet** Vie Feb 18, 2011 2:01 pm

Si, efectivamente, no había equivocado. Su voz parecía regalo de los dioses. Como un ángel, si, ella estaría perfecta en un coro de ellos. Escucho su propuesta y no puedo menos que ampliar la sonrisa.
-Encantado, madame. Será un honor hacerlo.-Acto seguido, me senté junto a ella, que miraba aquel altar tan magnifico. Yo sabía preciar estos lugares, y sus... especie de rituales- las misas- Aunque no entendiera mucho de ello. -Viene usted a menudo?-Pregunté un poco tímido, como si no quisera distraerla en realidad, ni incomodarla.

por **Géraldine Fontaine2** Vie Feb 18, 2011 4:20 pm

suspire como si aquello fuese solo la expresión de mi alma a la cual la presencia de los santos aliviaba un poco a la pregunta de mi interlocutor respondí -por lo general no vengo aquí y menos sola...una mujer casada no debería salir sola, pero bueno aveces hago prevalecer mi voluntad- le sonreí con gentileza y le dije - que mal educada soy...Madame Geraldine Fontaine incline la cabeza en señal de saludo al caballero a mi lado, a pesar de las muchas tribulaciones siempre mantenía mis sonrisa

por **Louis J. Bouquet** Vie Feb 18, 2011 5:15 pm

Asi que la dama, era casada. Ese detalle no me sorprendió mucho. Lo podía intuir en su femenino rostro maduro. Quizás, fuese solo unos años mayor que yo, no lo sé, pero ese tipo de preguntas no se le hacen a una dama.
-No hay muchas que como usted, hagan ese tipo cosas, my lady. Se nota fuerza de su carácter.... Eso es algo digno de admirar, si me lo permite...-
Manteniendo aquella sonrisa, perdido en esos ojos azules, enredándome un dedo en un mechón de mi cabello, sin darme cuenta. Escuché su nombre. No, nada, sabia que lo había escuchado, en verdad que si, pero era tan distraído a veces... -El grosero he sido yo, mi señora, y es un verdadero placer escuchar su nombre, Madame Fontaine, encantado de conocerla...-Hice una profunda reverencia, en respuesta a su cálida y amable sonrisa -Louis J. Bouquet a su servicio...[-Murmuré,aún con la cabeza baja.

Off:Louis es extranjero :O, por eso no esta muy enterado de la realeza y esas cosas o,oU

por **Géraldine Fontaine2** Vie Feb 18, 2011 10:30 pm

seguí sonriendo, aun que amaba los protocolos sin embargo últimamente me era grato pasar inadvertida así que no me inmute al ver que solo me saludaba como a una dama de alcurnia y eso me alegró así que opté por decirle -y ud. monsieur, viene muy a menudo a este recinto? coloqué mis manos sobre mi regazo de manera tan delicada que era a vista de muchos irreal, pero era el resultado de años de entrenamiento y aun que no estaba en la corte siempre me salían naturales ese tipo de movimientos que a la opinión de la corte eran sublimes

por **Louis J. Bouquet** Vie Feb 18, 2011 10:40 pm

Se movía con la gracia de una ninfa de cuento. ¿No sería una ilusión mía? No, Louis, no, tu sabes que estas siempre en una fantasía, pero ella no lo es. No notas es delicado aroma que emana de ella? ¿Y esa mirada? No, no eres tan bueno como para crear algo así.
-Le diré mi señora...-Bajé la mirada, al tiempo que suspiraba. Después volvi a levantarla, con aire resuelto. Y con una sonrisa risueña, le respondí--Si, me gustan venir a estos santos lugares... La paz que se respira aqui, es... única. Además, debo confesarle una cosa...-Me incliné un poco en su dirección, bajando la voz a un tono confidente. Una gran dama como ella, no creo que se escandalizara... No creía que me mandara a todo el clero encima solo por ser "casi ateo"-Más que venir a escuchar, me gusta admirar las edificaciones, que en conjunto con los rezos, dan un toque mágico e interesante. Por que... yo... bueno, no fui criado bajo la iglesia que rige Europa...

por **Géraldine Fontaine2** Vie Feb 18, 2011 11:13 pm

Afortunadamente, yo era una mujer sumamente religiosa, pero para no variar muchas cosas me hacían dudar de algunas partes de mi fe y para el bien de muchos, había viajado por el mundo, conocía de otras religiones y de otras personas igualmente buenas en otras ciudades alejadas de Francia o Europa, así que me incline un poco hacia él para que mi voz no resonara en la iglesia

- A decir verdad monsieur, la catedral es hermosa, los cantos divinos...y la casa de Dios es para todos...aun que no le conozcan...así que desde esa postura, efectivamente este lugar es mágico...creo que yo misma he sentido que muchas veces mas paz en sentarme aquí que en largas horas de vigilia...

Sabia que si alguien me escuchara seria mi fin, pero no había nadie...y nadie sabia de mi presencia en el lugar así que sentía la libertad de decirle al caballero lo que sentía y pensaba

por **Louis J. Bouquet** Sáb Feb 19, 2011 1:13 pm

Por el modo de hablar que tenía, no solo era una persona importante, era una persona... Noté una especie de ¿cansancio? Si, podría ser casi definido de esa manera. Como si su vida a veces le agobiara. Vaya... Era curioso, cualquiera pensaría que una mujer hermosa y seguramente influyente, lo disfrutaba todo. Había que ver como a veces, era más solitaria una vida así, que la de un niño huérfano de rodillas sucias.

Suspiré y miré al frente. Tenía razón, sin importar el nombre que le diéramos, Dios nos acogia siempre. Aún.. yo que llevaba esa sangre rara en mí. ¿No decían cosas malignas sobre nuestro origen? La verdad, no creía en esos cuentos por la simple razón de que, al igual que una persona normal, teníamos sentimientos malos y buenos.

Con una sonrisa, le miré una vez más
-Quizás no sea mucho, y me considere un joven atrevido. Pero... Si necesita un sincero confidente, no dude que puedo serlo.

por **Géraldine Fontaine2** Sáb Feb 19, 2011 10:24 pm

Que tenía aquel joven? Para abrir su mente para oír las penas de un decadente reina ya en sus cuatro décadas... Llegando lentamente al final de sus días y lo mas terrible, su fe lo que le llenaba se paz ye aseguraba su existencia tambaleaba

-a decir verdad hay muchas cosas que no entiendo...y bueno mi condición...mi estilo de vida y todo mi universo se ve revuelto

Suspire con algo de congoja alce los ojos hacia la partera alta del altar, tube que discretamente tragar grueso ya que sabia mantener la compostura en todo momento

por **Louis J. Bouquet** Mar Feb 22, 2011 3:06 pm

Le observé casi con dulzura. Era mi propia naturaleza. El pecado de ser demasiado sensible. Si la persona tenía una pena, no importaba como, intentaría lo que fuera.... ¿Pero que puede ofrecerle un gato blando como yo a una dama que, tras esa porte distinguido, sufre?

-Comprendo, a veces, se siente devorada por un mundo que cree conocer, pero, que en realidad, nunca a deseado, al menos, no del todo. No sienta que debe guardar las etiquetas, siéntase libre por una vez. La vida es efímera. Debemos aprender a vivir como lo que nos toca. Ya sea una persona de élite, o un chiquillo que vende pan y roba manzanas en el mercado.

Con timidez, acerqué mi mano a la suya, como un hijo que aprieta cariñoso la mano de su madre, diciéndole que esta bien. Que el la entiende, que esta alli para ella. Que solo tiene pedirlo, y el entregará hasta su alma con tal de verla sonreir, una sonrisa de verdad. Una que nace desde el corazón.

por **Géraldine Fontaine2** Mar Feb 22, 2011 4:03 pm

Sentí su mano tomando la mía en el acto récorde a Jean y a mi princesa Dominic, recordé cuando venían corriendo a traerme cuantos tesoros encontrasen, a leerme sus lecciones o a preguntarme cosas sobre la vida y cuando creía que yo tenía las respuestas a sus infantes preguntas, no pude mas; baje la mirada y suspire tomando la mano del joven

-últimamente ya ni siquiera se quien soy sabe...en mi juventud era la princesa de España...crecí y era la delfína de Francia...después reina y madre...pero ahora...Jean es delfín Dominique princesa mi esposo el rey que al parecer bueno mejor lo dejo así y me veo a mi misma caminando por el palacio como sombra e intrusa de una vidas que ya están haciéndose y heme aquí sin que nadie sepa y sin que a nadie le importe que desapareciera de Versalles...

Ahí estaba torpemente hablando de lo que no debía hablar externando aqullo que solo un diario podría saber y yo en mi torpeza lo había dicho y a un joven que no sabia quien era, pero que había hecho las afirmaciones acertadas para que yo dejara salir mis pensamientos mas obscuros y tristes

por **Louis J. Bouquet** Mar Feb 22, 2011 4:30 pm

¿Era la reina quien apretaba tu mano, Louis? No pongas cara idiota. Mantente sereno. Ahora, en este instante robado al tiempo, en la tranquila quietud y el olor a cera y santidad de estos muros, ella no lo es. Es una dama que te abre su corazón, y que confía en ti. Eso es, aprieta su mano con cariño, no esta sola. Tu estas allí. Escuché con respeto, sin variar la expresión de mi rostro. No fuera a creer que armaría un escándalo o algo así.

- Madame, ¿que no sabe quien es? No ha mirado bien. Usted es, una gran señora, si. Madre y esposa, si. Pero, más importante aún.... No vea los titulos bajo los que nació, bajo los que ha vivido. Quizás, yo no se que es eso. Bajo, todo aquello, usted es Géraldine, tiene que confiar en usted misma, Sin importa que tan mal estén las cosas, y tropiece, no ve a mal llenarse de barro. Se aprende de cada experiencia. Viva por y para usted, no crea que es tarde. Nuca lo es, cuando se tienen verdaderas ganas de vivir. Nadie puede vivir por otra persona... Y, estoy seguro, de que, alguien, aunque no lo crea, la extraña esta tarde. A veces, solo vemos lo que queremos ver, y no abrimos nuestra mente a nuevos horizontes... La soledad, si sabemos apreciarla, son alas brillantes que nos ayudan a conseguir nuestros sueños. Nos llevan, a ese lugar, donde podemos ser nosotros mismos, sin importar quien o que seamos.-Terminé, seguro de que por el esfuerzo de decidir todo aquello de jalón, salido directamente de mi corazón, me dejaría las mejillas arreboladas

por **Géraldine Fontaine2** Mar Feb 22, 2011 7:28 pm

El joven había tomado mi diestra y hablado con la maestría de un sabio, así que yo tome su mano entre las mías con ternura aquella simple muestra de afecto me hizo que sonriera con tal ternura como hacia mucho que no lo hacia, seria posible que dios me mandara a un joven de cálida alma para tranquilizar mi espíritu o era que los ángeles existieran con cuerpos humanos?

-que bellas palabras y que sabiduría guarda detrás de la juventud de su rostro...que es capaz de consolar a alguien que aun que rodeada de lujos muchas veces la frialdad de las joyas calan hasta lo profundo del alma y bueno entre otras cosas, pero diría mi madre (Dios la guarde siempre) consolarse es la clave y siempre encontraras in ángel que te ayude y quien diría que un joven hoy seria el mío....

Le mire sonriendo con sinceridad no aquella hermosa sonrisa que se espera de una monarca de cuna ilustre, sino con la de una mujer que ha recuperado la esperanza y el deseo de vivir

por **Louis J. Bouquet** Jue Feb 24, 2011 11:51 am

Aún con la respiración un poco acelerada por hablar tanto de golpe, le miré fijamente. Y sentí como me apretaba la mano, como protegiéndola entre las suyas. ¿Sabiduría, yo? En realidad, no sabia que decirle... Solo le había hablado con el corazón...

-Vaya... Me alegra saber que... que... he sido de... algo de ayuda para usted, Madame...Pero... ¿un ángel? No, my lady, usted si que lo es, yo solo soy un extranjero donde sea que vaya, como un gato perdido. Pero... sabe? Hoy a roto la monotonía de mis días. Gracias, mi amable señora... Por el regalo tan tierno que me ha hecho. Tan hermosa sonrisa. Gracias-

Mientras le miraba respetuosamente, grabé en mi memoria cada detalle de su rostro, de su timbre al hablar y esos pequeños gestos. Era una experiencia única, no siempre se veía una sonrisa de esa manera. Y, aunque dentro de mi supiera que un momento como ese quizás no se volvería repetir, más que nada, por las diferencias de estatus y esas cosas, no importaba, lo único que realmente valía la pena, era ese momento. Mientras sentia la calidez de sus manos, sobre la mia.

por **Géraldine Fontaine2** Jue Feb 24, 2011 12:27 pm

Le escuche con atención, sentí realmente que aquel joven desconocía todo el bien que había hecho con aquellas palabras, sin embargo la magia del momento fue rota cuando las campanas anunciaban la misa de medio día y yo no debería estar allí sino en la Misa del palacio, así que sonreí de lado a mi lado izquierdo tenia algo muy especial, lo tome con mi siniestra y lo puse entre sus manos, era un libro no muy grueso, encuadernado en piel roja con remaches de oro, dentro como recuerdo de una joven que había visto cumplidas todas sus metas y como quien hubiese encontrado un tesoro estaba escrito "Géraldine Fontaine, Reina de Francia" y debajo de lo escrito el sello real en su típica cera roja; la juventud de la caligrafía y el sello en sus días de joven reina le sirvieron para jugar una broma, pero ahora sabia en su corazón que había tenido un motivo que solo un ser supremo lo había dispuesto así

-tome esto y consérvelo...cuando necesite de mi ayuda,indulgencia, refugio o lo que sea, corra a palacio y muestre esto al guardia y donde este iré a su encuentro

Una nueva campanada anunciando que dentro de poco sería la Misa me puse de pie casi de un salto,pero bueno una dama jamas corre - Debo marcharme antes de que cause un alboroto...muchas gracias hice una reverencia muy formal como aquellas que se hacen en palacio, espalda recta; cabeza baja y plie hasta tocar el suelo.

Acto seguido caminé hasta la puerta repetí la reverencia solo que esta vez frente al altar,una briza fría entro desde la puerta abierta de la Iglesia que al darme en la espalda hizo volar la mantilla de mi cabeza,pero no había tiempo de recogerla pasos de tacones se oían a mi derecha, miré hacia aquella dirección y un grupo de damas ya venia enfrascada en una conversación; debía salir de ahí cuanto antes.

Philip quien mejor me conocía sabia que tenia que salir así que cuando me di la vuelta hacia la calle ya estaba esperándome con la puerta del carruaje abierta; así que baje la cabeza caminé apresuradamente hasta él, quien con agilidad para su edad me ayudo a subir, cerro la puerta justo cuando el grupo de damas se acercaba aun hablando animadamente.

Una vez dentro sonreí con verdadera felicidad agradecí al cielo aquel encuentro y desee con toda mi alma que se repitiese si el destino lo deseaba, cerré los ojos y el carruaje comenzó su camino hasta el palacio de Versalles

por **Louis J. Bouquet** Jue Feb 24, 2011 12:44 pm

Tomé aquel hermoso y preciado libro, con mano temblorosa. ¿En verdad merecía que me lo diera? No, pero tampoco era de un caballero dejar o rechazar un regalo sincero de una dama tan importante y amale como ella.
-Gracias, Madame....-incliné azorado un poco la cabeza, mientras ella con elegancia, se despedía. Mucho antes si quiera de que pudiera reaccionar para ofrecerle mi compañía, al menos, escolta, para llegar hasta algún lugar...¿ seguro? Ella ya salía con prisa, como una ninfa del viento. Oh! y este cometía el pecado de arrancarle aquella prenda que velaba su rostro, corrí, recogiendo aquel especie velo. Lo levanté, pero ya no pude alcanzarla. Sonreí, seguro de que aquel carruaje que se perdía con rapidez entre la calle, llevaba a la amable dama, dueña de aquello que mis dedos sujetaban.

Y, antes de que la multitud me arrastrara dentro, para escuchar misa, doble la mantilla, y la metí dentro del libro, enfilando a quien sabe donde. Hoy no tenía ganas de nada más.

Quizás, solo me perdiera por las calles, o visitara algún amigo.

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