AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Últimos temas
Pietro Anghel
Página 1 de 1.
Pietro Anghel
-Nombre del Personaje:
Pietro Anghel
-Edad:
26
-Especie:
Humano
- Tipo y Nivel Social:
Realeza de Rumania
- Sexualidad:
Bisexual
-Lugar de Origen:
Rumania
-Descripción Física:
Pietro mide cerca del 1’82, con un cuerpo fornido, fuerte y musculoso, aunque proporcionado. Su cabello es castaño claro largo, sus ojos achinados, mirada penetrante, labios finos y carnosos, nariz recta, tez blanca con un toque bronceado y rostro alargado con la barbilla redonda.
-Descripción Psicológica:
Pietro Anghel, veintiseis años y en pleno momento álgido de su juventud. Por supuesto y acorde con eso, que es algo vividor, en todos los sentidos en los que quiera uno pensar. Independiente, inteligente, altruista y algo egocéntrico; con conocimientos sobre casi todo. Es de los que piensan que vale más saber poco de varios temas que mucho sobre muy pocos.
Atento, quizá algo conquistador e incluso a veces si proponérselo, algo narcisista pero con buen corazón.
Es un conde que rige su cargo desde hace poco, y que todavía tiene mucho que aprender.
-Historia:
Nunca antes se había visto nada parecido, y si lo fue, no dio tanto de qué hablar. Y todo por una carta. Una simple, pero definitiva carta…
Quizá esta pequeña introducción sea entendida cuando se desentrañe el secreto que un ya difunto conde rumano ocultó hasta casi su muerte…
Corría el año 1770. Un amistoso rey de Italia invitó a pasar unos días en su palacio al conde de Rumania, con el cual tenía afinidad y una larga amistad. Al principio, la visita era pensada como un viaje de relajación y comodidad, y volver después de nuevo a Rumania. Sin embargo, las cosas se torcieron cuando una noche se sentaron a la mesa y una criada de claros ojos sirvió el vino. Su nombre era Ágata, y ya fuera porque sus ojos eran de ese mismo color o por otra cosa, pero Razvan, conde de Rumania, cayó rendido a sus pies.
A ella le atraía, y poco a poco fueron intimando. No obstante, su amor estaba prohibido, pues nunca sería bien visto que un conde se viera con una criada. Llegó entonces el momento de volver a Rumania, pero no querían separarse. Para solucionar esto, Razven le propuso a Ágata irse con él a Rumania. Ella, inocente, indefensa y asustada, vaciló al principio, pero su amor por el conde era más fuerte que cualquier otro sentimiento de miedo que se interpusiera entre ella y Razven, así que aceptó abandonándolo todo.
Una vez allí, para no levantar sospechas, Razven le “dio trabajo” como criada de nuevo en su palacio, donde vivieron los años siguientes. Por fin pudieron verse tranquilos, sin temor a separarse… hasta que un día, Ágata se dio cuenta de que estaba embarazada.
Intentaron disimular el embarazo como pudieron, pero cuando comenzó a ser evidente, Razvan llevó a Ágata a una zona de palacio sólo para ella, en la que podría estar tranquila y dar a luz. Ya se inventarían algo a su vuelta…
Transcurrían los meses y cada día que pasaba Razvan se iba tensando más y más. Sabía lo que aquello significaría para su futuro, el de Ágata y el del niño. No obstante, estaba tan enamorado que decidió correr ese riesgo, expulsando todos los miedos y demonios de su cabeza. Se levantaba muchas mañanas antes de la hora establecida para ir a ver a su amada, la cual iba engordado conforme pasaban los días.
Por fin llegó la mañana esperada. Ágata sintió las primeras contracciones apenas el sol despuntaba por el horizonte. Cuando Razvan llegó a verla, ella se estaba revolviendo en la cama, gritando de dolor. Corrió entonces en busca de la comadrona que había contratado tiempo atrás en el pueblo, asegurándose de que sería alguien que no diría nada. Corrió hacia allí a caballo, tan rápido como pudo, y volvió de nuevo en cuanto la encontró. Corrieron a la habitación por un pasadizo secreto y se encontraron que el bebé ya tenía la cabeza a fuera. La partera se colocó en seguida al lado de Ágata y comenzó a decirle todo lo que debía hacer, y cómo. Razvan estuvo con ella todo el tiempo, cogiéndole la mano y acariciándole la frente.
Finalmente, cuando el sol volvía a ocultarse tras la línea del horizonte, Ágata sostenía a su hija entre los brazos. Razvan derramó algunas lágrimas de alegría, pero su felicidad poco duraría… AL final, la comadrona resultó ser amiga de la doncella de la madre de Razvan, Korina. Evidentemente, la comadrona se lo contó a la doncella, y ésta, a Korina. Ella armó un escándalo esa noche, argumentando que era una vergüenza tener un hijo que solamente quisiera deshonrar el apellido familiar mezclando su sangre con la de la “no gente”.
Razvan se enfureció y se fue a ver a Ágata, a la cual le prometió que todo saldría bien. No obstante, él volvió a su habitación, maquinando irse a la mañana siguiente, dispuesto a abandonarlo todo por su nueva familia.
Sin embargo, el destino les jugaría una mala pasada…
A la mañana siguiente, cuando Razvan acudió al dormitorio de Ágata para llevárselas a ella y a su hija, encontró a su amada tirada en el suelo, sangrando por entre las piernas y llorando desconsoladamente. Razvan se apresuró a acudir a su lado y preguntarle qué había sucedido. “Dónde está la niña?”, preguntó. Ahogada en llanto, ella le contó lo sucedido: de madrugada, unos soldados habían irrumpido en sus aposentos y se habían llevado a la niña bajo órdenes de Korina alegando el hacerla desaparecer por “engendro y error”. Razvan se quedó de piedra. Su hija… Su niña… ¡SE LA HABÍA LLEVADO AQUELLA BRUJA QUE TENÍA POR MADRE! La recostó en la cama y se aseguró de que estuviera bien. Luego se fue a buscar a Korina y lo primero que hizo al verla fue cogerla del brazo y tirarla al suelo, exigiendo una respuesta - ¡¿Dónde está mi hija?! - gritaba sin cesar… - ¡No es tu hija, ni mi nieta, ni nada en este mundo sino una bastarda! - le respondía ella desde el suelo.
Al escuchar eso, Razvan se abalanzó sobre ella y le pegó en la cara varios golpes que la hicieron sangrar y después la zarandeó - ¡¿Dónde está!? - repitió. Ella sonrió, ácida, y de sus dientes fluyó algo de sangre - Muerta - espetó con tono putrefacto - Muerta, muerta, muerta… - fue descendiendo el tono hasta que se calló y cayó al suelo - Nada, no era nada, no er… er-a.. naaa..da… - susurró por último antes de quedarse sin aliento.
La había matado. Razvan había matado a su madre, y no le había importado. Se levantó con asco y ordenó con voz firme que la sacaran de ahí y que hicieran con el cuerpo lo que quisieran.
Preguntó guarda por guarda hasta que al final uno se lo acabó confesando todo… - … lo lamento, señor, pero amenazó con matarnos a todos… - susurró el guarda casi llorando. Dios… - ¿Qué clase de persona era mi madre…? - susurró, alejándose del guarda a paso lento, dirigiéndose a la habitación de Ágata.
Llegó junto a ella y la abrazó - No pasa nada… - susurraba calmándola - Ágata… La niña, no… Ya no está, no… - fue bajando su tono hasta dejarlo caer en los brazos de llanto que asaltó su garganta tras confesárselo…
Ágata rompió a llorar. Esa noche todo fue muy complicado. Sin embargo, como la situación lo requería, no se le diría nada a nadie. Todos supieron después que Korina se había caído por las escaleras, partiéndose el cuello en la caída…
Fue pasando el tiempo. Ágata se quedó como criada en palacio mientras Razvan asumió el poder de todo lo referente a su cargo, y la vida se armonizó un poco. Durante estos años, Razvan y Ágata se vieron, pero no como antes, puesto que el resentimiento seguía vivo en sus corazones.
Durante ese tiempo había llegado a palacio el tío de Razvan, Adrián, quien decidió irse con él para ayudarle hasta que supiera cómo era el funcionamiento de todo cuanto había decidido adoptar como suyo. Evidentemente, él no sabía nada de lo que ocurrido con Korina, y su hija muerta. Por suerte, su personalidad era más liberal que la de su difunta hermana, y no puso objeción alguna cuando fue indagando y descubrió que su sobrino poseía actitudes algo cariñosas con cierta muchacha del servicio. Al fin y al cabo, él también era un hombre, y la susodicha no estaba mal. Pero que nada mal…
Cuando el tercer año murió y dio paso al cuarto, Ágata volvió a quedarse embarazada. El terror recorrió su cuerpo y su alma, y aterrada le pidió a Razvan que se fueran en cuanto les fuera posible. ÉL la calmó asegurándole que ya nada sería igual, ya que él era el conde y podía elegir, y ya no estaba Korina para hacerles daño. Sin embargo, Ágata no quiso fiarse de la suerte, y lo fue maquinando todo conforme pasaban los meses. ¿El resultado de sus planes? Llevarse a su hijo lejos de aquel lugar, al menos, hasta que fuera mayor.
Cuando estaba a punto de dar a luz, fue a ver a Adrián una noche y habló con él, contándoselo todo, absolutamente todo. Adrián no pudo creer que su hermana fuera una asesina, ni que Razvan lo fuera tampoco. Sin embargo, ella le pidió ayuda, rogándole la escritura de una carta en la que reconociera al chico como hijo del conde Razvan de Rumania, por consiguiente su heredero. ÉL aceptó, pero con la condición de que la escribiría una vez ella hubiera dado a luz, argumentando que podía aquello ser cierto o no. Ella aceptó y se retiró con algo oprimiéndole extrañamente el pecho.
Cuando Ágata dio a luz, todo transcurrió con normalidad. No obstante, aquella vez trajo a su hijo al mundo sola, no queriendo revivir aquel doloroso suceso de… Bueno, lo que sucedió…
Razvan y Ágata decidieron entonces, para no levantar sospechas ni nada parecido, le pusieron un nombre al niño originario de donde ella procedía. Así, el niño se llamó Pietro. Vino sano al mundo, y fuerte, también algo llorón.
A los pocos días del parto, Ágata se fue a ver a Adrián, sonriendo interiormente porque por fin podría irse y tener a su hijo tranquil ay en paz. Si embargo, en esa reunión, hubo más que palabras… - Su futuro a cambio de tu cuerpo… Yo creo que es bastante justo, ¿no? - espetó el tío conde. Ágata creyó morir. Se giró dispuesta a largarse, indignada y dolida. Pero se detuvo cuando el llanto de su hijo atacó sus oídos mentalmente. Ágata cerró los ojos sintiendo que no podía abandonarlo a su suerte, y volvió a girarse para quitarse la ropa que llevaba. Sin dudarlo, Adrián la tumbó en el suelo, desnudándose él también y poseyendo a la mujer de su sobrino.
La disfrutó a propósito, para poder morir tranquilo sabiendo que había ganado al menos esa partida en su vida.
Días más tarde, y sin que Razvan supiera nada. Ágata tomó la carta de Adrián y a su hijo, y se fue. Se fue sin saber dónde terminarían sus pasos. Así legó hasta una pequeña aldea habitada por granjeros y gentes del campo. Caminó y encontró a un matrimonio que la atendió en cuanto la vieron llegar. Pasó unos días con ellos hasta que tuvo que confesarles su historia. Asombrados, y gracias al cielo, buenas personas, se ofrecieron a cuidar del niño. Ágata lo agradeció de corazón y les explicó todo lo referente a la carta y cómo debía volver Pietro al palaico, algún día. Ellos comprendieron y juraron entregarle la carta una vez tuviera los dieciocho años. Y antes de irse, Ágata escribió otra carta, ésta para su hijo, para que la leyera cuando fuera lo suficientemente mayor como para poder entenderla. Ágata se fue, con lágrimas en los ojos y el corazón en un puño.
Fueron pasando los años, y Pietro fue creciendo como cualquier niño que vive con su familia en el campo. Creció creyendo que era el hijo de un labrador y de una costurera, y que todo cuando conocía era todo cuanto existía.
Cual no sería su sorpresa al volver un día a casa y encontrarse a sus padres sentados en la mesa, con dos cartas sobre ella y los rostros serios. Se sentó y escuchó todo lo que tenían que decirle. Lloró al principio, y se negó rotundamente a aceptarlo, pero poco a poco y con el paso de los días lo fueron convenciendo, hasta que finalmente, una mañana se sentó a leer la carta de su madre, solamente escrita con unas pocas palabras…:
“Hijo, sé fuerte y lucha por tu vida. Perdóname. Te quiero. Tu madre.”
Lloró de nuevo.
Esa noche la pasó pensando en todo y en nada. Sin embargo, cuando el sol despuntaba, tomó la decisión más importante de su vida: se levantó de la cama, cogió solamente la carta de su tío abuelo y un caballo, y marchó hacia el palacio.
A medida que iba llegando, el lujo del ambiente se iba abriendo paso ante sus ojos. Jardines hermosos, estatuas que parecían poseer vida propia, criados, animales, gente con vestidos elegantes… Llegó hasta la puerta y se apeó, solicitando hablar con el conde. Se le negó la entrada por llevar aquellas pintas, pero enseñó la carta estampada con el sello condal y de inmediato se avisó al conde Razvan. Éste, al salir y ver a un joven normal, frunció el ceño. Cuando el joven empezó a hablar y fue a enseñarle la carta, inmediatamente lo apartó del lugar y allí mismo, le dijo que renegaba de un campesino muerto de hambre.
A Pietro se le saltaron las lágrimas, y entonces a Razvan se le oprimió el corazón. Su hijo. Era su hijo. El segundo que tuviera con Ágata, su amada ya muerta por la pena de perder a sus dos hijos… Y de verlo casado con otra, con el pretexto de no levantar sospechas. La anécdota, que su nueva mujer era estéril. Eso le daría puntos para no tener más hijos, pero el que tenía…
Razvan le dijo entonces que podía trabajar en palacio como criado. Bueno, prácticamente fue obligado, puesto que Razvan le prohibió volver, ya que podía contarlo todo y eso lo desprestigiaría. Je… un bastardo ilegítimo… Y, para fortalecer su idea de ocultarlo, Razvan le robó a Pietro la carta de su tío y la destruyó, quemándola.
Comenzaron a pasar los años, y Pietro siguió siendo un criado en la corte de su padre. Una noche recordó y escribió en un papel la fecha de su ingreso en palacio. Tenía dieciocho años. Ahora, cuando escribía eso, tenía veinticuatro. De repente, alguien llamó a su puerta. El conde había tenido un desmayo y se había torcido el tobillo al caer; necesitaban a alguien fuerte que lo llevara a su habitación.
Todo parecía un simple desmayo, cuando al día siguiente Razvan vio que no podía levantarse y que se caía si lo intentaba. Llamaron inmediatamente el médico, el cual diagnosticó una grave pulmonía. Ella lo obligó a permanecer en la cama, puesto que ya estaba en un estado avanzado.
Poco a poco, Razvan fue empeorando, y cada día que pasaba era un susurro más hacia su condena, hasta que un día amaneció y él mismo supo que había llegado su hora. Sus pensamientos se revolvieron en su mente, creando un estado de confusión que desembocó en un llamamiento a gran parte de la corte, incluido Pietro. Todos acudieron a al espera de que el moribundo diera su discurso de despedida.
Para sorpresa de todos, llamó a Pietro a su lado, y frente a todos los precedentes, lo reconoció como Pietro Anghel, su hijo y único heredero de todo cuanto poseía.
Tras pronunciar estas palabras, cerró sus ojos para siempre.
Pasaron dos años más, en los cuales Pietro fue aprendiendo de la mano de su tío abuelo, el cual siempre lo quiso. Poco a poco sería yendo reconocido, a pesar de las indulgencias de personas de la corte, que seguían llamándolo bastardo.
Allí conoció a parte de su familia biológica, como el tío abuelo que ya se ha mencionado o su prima lejana Lenneth. Casualmente viajaron los dos al mismo tiempo.
Ahora, Pietro se halla en una de las ciudades más bellas de la Europa de principios del siglo XIX, portando en sus venas la verdadera sangre de un conde rumano dispuesto a ser quien debe ser.
- Datos extra:
- Es un humanista de los pies a la cabeza.
- No dudará en ayudar, pero siempre, su primer pensamiento, va a ser el qué puede sacar de ello, aunque después eche ese pensamiento de su mente.
Off: Por favor, si hubiera cualquier contradicción a lo establecido, o se detectara alguna anormalidad, por favor, avísenme para repararla ^^
Pietro Anghel
-Edad:
26
-Especie:
Humano
- Tipo y Nivel Social:
Realeza de Rumania
- Sexualidad:
Bisexual
-Lugar de Origen:
Rumania
-Descripción Física:
Pietro mide cerca del 1’82, con un cuerpo fornido, fuerte y musculoso, aunque proporcionado. Su cabello es castaño claro largo, sus ojos achinados, mirada penetrante, labios finos y carnosos, nariz recta, tez blanca con un toque bronceado y rostro alargado con la barbilla redonda.
- Spoiler:
-Descripción Psicológica:
Pietro Anghel, veintiseis años y en pleno momento álgido de su juventud. Por supuesto y acorde con eso, que es algo vividor, en todos los sentidos en los que quiera uno pensar. Independiente, inteligente, altruista y algo egocéntrico; con conocimientos sobre casi todo. Es de los que piensan que vale más saber poco de varios temas que mucho sobre muy pocos.
Atento, quizá algo conquistador e incluso a veces si proponérselo, algo narcisista pero con buen corazón.
Es un conde que rige su cargo desde hace poco, y que todavía tiene mucho que aprender.
-Historia:
Nunca antes se había visto nada parecido, y si lo fue, no dio tanto de qué hablar. Y todo por una carta. Una simple, pero definitiva carta…
Quizá esta pequeña introducción sea entendida cuando se desentrañe el secreto que un ya difunto conde rumano ocultó hasta casi su muerte…
Corría el año 1770. Un amistoso rey de Italia invitó a pasar unos días en su palacio al conde de Rumania, con el cual tenía afinidad y una larga amistad. Al principio, la visita era pensada como un viaje de relajación y comodidad, y volver después de nuevo a Rumania. Sin embargo, las cosas se torcieron cuando una noche se sentaron a la mesa y una criada de claros ojos sirvió el vino. Su nombre era Ágata, y ya fuera porque sus ojos eran de ese mismo color o por otra cosa, pero Razvan, conde de Rumania, cayó rendido a sus pies.
A ella le atraía, y poco a poco fueron intimando. No obstante, su amor estaba prohibido, pues nunca sería bien visto que un conde se viera con una criada. Llegó entonces el momento de volver a Rumania, pero no querían separarse. Para solucionar esto, Razven le propuso a Ágata irse con él a Rumania. Ella, inocente, indefensa y asustada, vaciló al principio, pero su amor por el conde era más fuerte que cualquier otro sentimiento de miedo que se interpusiera entre ella y Razven, así que aceptó abandonándolo todo.
Una vez allí, para no levantar sospechas, Razven le “dio trabajo” como criada de nuevo en su palacio, donde vivieron los años siguientes. Por fin pudieron verse tranquilos, sin temor a separarse… hasta que un día, Ágata se dio cuenta de que estaba embarazada.
Intentaron disimular el embarazo como pudieron, pero cuando comenzó a ser evidente, Razvan llevó a Ágata a una zona de palacio sólo para ella, en la que podría estar tranquila y dar a luz. Ya se inventarían algo a su vuelta…
Transcurrían los meses y cada día que pasaba Razvan se iba tensando más y más. Sabía lo que aquello significaría para su futuro, el de Ágata y el del niño. No obstante, estaba tan enamorado que decidió correr ese riesgo, expulsando todos los miedos y demonios de su cabeza. Se levantaba muchas mañanas antes de la hora establecida para ir a ver a su amada, la cual iba engordado conforme pasaban los días.
Por fin llegó la mañana esperada. Ágata sintió las primeras contracciones apenas el sol despuntaba por el horizonte. Cuando Razvan llegó a verla, ella se estaba revolviendo en la cama, gritando de dolor. Corrió entonces en busca de la comadrona que había contratado tiempo atrás en el pueblo, asegurándose de que sería alguien que no diría nada. Corrió hacia allí a caballo, tan rápido como pudo, y volvió de nuevo en cuanto la encontró. Corrieron a la habitación por un pasadizo secreto y se encontraron que el bebé ya tenía la cabeza a fuera. La partera se colocó en seguida al lado de Ágata y comenzó a decirle todo lo que debía hacer, y cómo. Razvan estuvo con ella todo el tiempo, cogiéndole la mano y acariciándole la frente.
Finalmente, cuando el sol volvía a ocultarse tras la línea del horizonte, Ágata sostenía a su hija entre los brazos. Razvan derramó algunas lágrimas de alegría, pero su felicidad poco duraría… AL final, la comadrona resultó ser amiga de la doncella de la madre de Razvan, Korina. Evidentemente, la comadrona se lo contó a la doncella, y ésta, a Korina. Ella armó un escándalo esa noche, argumentando que era una vergüenza tener un hijo que solamente quisiera deshonrar el apellido familiar mezclando su sangre con la de la “no gente”.
Razvan se enfureció y se fue a ver a Ágata, a la cual le prometió que todo saldría bien. No obstante, él volvió a su habitación, maquinando irse a la mañana siguiente, dispuesto a abandonarlo todo por su nueva familia.
Sin embargo, el destino les jugaría una mala pasada…
A la mañana siguiente, cuando Razvan acudió al dormitorio de Ágata para llevárselas a ella y a su hija, encontró a su amada tirada en el suelo, sangrando por entre las piernas y llorando desconsoladamente. Razvan se apresuró a acudir a su lado y preguntarle qué había sucedido. “Dónde está la niña?”, preguntó. Ahogada en llanto, ella le contó lo sucedido: de madrugada, unos soldados habían irrumpido en sus aposentos y se habían llevado a la niña bajo órdenes de Korina alegando el hacerla desaparecer por “engendro y error”. Razvan se quedó de piedra. Su hija… Su niña… ¡SE LA HABÍA LLEVADO AQUELLA BRUJA QUE TENÍA POR MADRE! La recostó en la cama y se aseguró de que estuviera bien. Luego se fue a buscar a Korina y lo primero que hizo al verla fue cogerla del brazo y tirarla al suelo, exigiendo una respuesta - ¡¿Dónde está mi hija?! - gritaba sin cesar… - ¡No es tu hija, ni mi nieta, ni nada en este mundo sino una bastarda! - le respondía ella desde el suelo.
Al escuchar eso, Razvan se abalanzó sobre ella y le pegó en la cara varios golpes que la hicieron sangrar y después la zarandeó - ¡¿Dónde está!? - repitió. Ella sonrió, ácida, y de sus dientes fluyó algo de sangre - Muerta - espetó con tono putrefacto - Muerta, muerta, muerta… - fue descendiendo el tono hasta que se calló y cayó al suelo - Nada, no era nada, no er… er-a.. naaa..da… - susurró por último antes de quedarse sin aliento.
La había matado. Razvan había matado a su madre, y no le había importado. Se levantó con asco y ordenó con voz firme que la sacaran de ahí y que hicieran con el cuerpo lo que quisieran.
Preguntó guarda por guarda hasta que al final uno se lo acabó confesando todo… - … lo lamento, señor, pero amenazó con matarnos a todos… - susurró el guarda casi llorando. Dios… - ¿Qué clase de persona era mi madre…? - susurró, alejándose del guarda a paso lento, dirigiéndose a la habitación de Ágata.
Llegó junto a ella y la abrazó - No pasa nada… - susurraba calmándola - Ágata… La niña, no… Ya no está, no… - fue bajando su tono hasta dejarlo caer en los brazos de llanto que asaltó su garganta tras confesárselo…
Ágata rompió a llorar. Esa noche todo fue muy complicado. Sin embargo, como la situación lo requería, no se le diría nada a nadie. Todos supieron después que Korina se había caído por las escaleras, partiéndose el cuello en la caída…
Fue pasando el tiempo. Ágata se quedó como criada en palacio mientras Razvan asumió el poder de todo lo referente a su cargo, y la vida se armonizó un poco. Durante estos años, Razvan y Ágata se vieron, pero no como antes, puesto que el resentimiento seguía vivo en sus corazones.
Durante ese tiempo había llegado a palacio el tío de Razvan, Adrián, quien decidió irse con él para ayudarle hasta que supiera cómo era el funcionamiento de todo cuanto había decidido adoptar como suyo. Evidentemente, él no sabía nada de lo que ocurrido con Korina, y su hija muerta. Por suerte, su personalidad era más liberal que la de su difunta hermana, y no puso objeción alguna cuando fue indagando y descubrió que su sobrino poseía actitudes algo cariñosas con cierta muchacha del servicio. Al fin y al cabo, él también era un hombre, y la susodicha no estaba mal. Pero que nada mal…
Cuando el tercer año murió y dio paso al cuarto, Ágata volvió a quedarse embarazada. El terror recorrió su cuerpo y su alma, y aterrada le pidió a Razvan que se fueran en cuanto les fuera posible. ÉL la calmó asegurándole que ya nada sería igual, ya que él era el conde y podía elegir, y ya no estaba Korina para hacerles daño. Sin embargo, Ágata no quiso fiarse de la suerte, y lo fue maquinando todo conforme pasaban los meses. ¿El resultado de sus planes? Llevarse a su hijo lejos de aquel lugar, al menos, hasta que fuera mayor.
Cuando estaba a punto de dar a luz, fue a ver a Adrián una noche y habló con él, contándoselo todo, absolutamente todo. Adrián no pudo creer que su hermana fuera una asesina, ni que Razvan lo fuera tampoco. Sin embargo, ella le pidió ayuda, rogándole la escritura de una carta en la que reconociera al chico como hijo del conde Razvan de Rumania, por consiguiente su heredero. ÉL aceptó, pero con la condición de que la escribiría una vez ella hubiera dado a luz, argumentando que podía aquello ser cierto o no. Ella aceptó y se retiró con algo oprimiéndole extrañamente el pecho.
Cuando Ágata dio a luz, todo transcurrió con normalidad. No obstante, aquella vez trajo a su hijo al mundo sola, no queriendo revivir aquel doloroso suceso de… Bueno, lo que sucedió…
Razvan y Ágata decidieron entonces, para no levantar sospechas ni nada parecido, le pusieron un nombre al niño originario de donde ella procedía. Así, el niño se llamó Pietro. Vino sano al mundo, y fuerte, también algo llorón.
A los pocos días del parto, Ágata se fue a ver a Adrián, sonriendo interiormente porque por fin podría irse y tener a su hijo tranquil ay en paz. Si embargo, en esa reunión, hubo más que palabras… - Su futuro a cambio de tu cuerpo… Yo creo que es bastante justo, ¿no? - espetó el tío conde. Ágata creyó morir. Se giró dispuesta a largarse, indignada y dolida. Pero se detuvo cuando el llanto de su hijo atacó sus oídos mentalmente. Ágata cerró los ojos sintiendo que no podía abandonarlo a su suerte, y volvió a girarse para quitarse la ropa que llevaba. Sin dudarlo, Adrián la tumbó en el suelo, desnudándose él también y poseyendo a la mujer de su sobrino.
La disfrutó a propósito, para poder morir tranquilo sabiendo que había ganado al menos esa partida en su vida.
Días más tarde, y sin que Razvan supiera nada. Ágata tomó la carta de Adrián y a su hijo, y se fue. Se fue sin saber dónde terminarían sus pasos. Así legó hasta una pequeña aldea habitada por granjeros y gentes del campo. Caminó y encontró a un matrimonio que la atendió en cuanto la vieron llegar. Pasó unos días con ellos hasta que tuvo que confesarles su historia. Asombrados, y gracias al cielo, buenas personas, se ofrecieron a cuidar del niño. Ágata lo agradeció de corazón y les explicó todo lo referente a la carta y cómo debía volver Pietro al palaico, algún día. Ellos comprendieron y juraron entregarle la carta una vez tuviera los dieciocho años. Y antes de irse, Ágata escribió otra carta, ésta para su hijo, para que la leyera cuando fuera lo suficientemente mayor como para poder entenderla. Ágata se fue, con lágrimas en los ojos y el corazón en un puño.
Fueron pasando los años, y Pietro fue creciendo como cualquier niño que vive con su familia en el campo. Creció creyendo que era el hijo de un labrador y de una costurera, y que todo cuando conocía era todo cuanto existía.
Cual no sería su sorpresa al volver un día a casa y encontrarse a sus padres sentados en la mesa, con dos cartas sobre ella y los rostros serios. Se sentó y escuchó todo lo que tenían que decirle. Lloró al principio, y se negó rotundamente a aceptarlo, pero poco a poco y con el paso de los días lo fueron convenciendo, hasta que finalmente, una mañana se sentó a leer la carta de su madre, solamente escrita con unas pocas palabras…:
“Hijo, sé fuerte y lucha por tu vida. Perdóname. Te quiero. Tu madre.”
Lloró de nuevo.
Esa noche la pasó pensando en todo y en nada. Sin embargo, cuando el sol despuntaba, tomó la decisión más importante de su vida: se levantó de la cama, cogió solamente la carta de su tío abuelo y un caballo, y marchó hacia el palacio.
A medida que iba llegando, el lujo del ambiente se iba abriendo paso ante sus ojos. Jardines hermosos, estatuas que parecían poseer vida propia, criados, animales, gente con vestidos elegantes… Llegó hasta la puerta y se apeó, solicitando hablar con el conde. Se le negó la entrada por llevar aquellas pintas, pero enseñó la carta estampada con el sello condal y de inmediato se avisó al conde Razvan. Éste, al salir y ver a un joven normal, frunció el ceño. Cuando el joven empezó a hablar y fue a enseñarle la carta, inmediatamente lo apartó del lugar y allí mismo, le dijo que renegaba de un campesino muerto de hambre.
A Pietro se le saltaron las lágrimas, y entonces a Razvan se le oprimió el corazón. Su hijo. Era su hijo. El segundo que tuviera con Ágata, su amada ya muerta por la pena de perder a sus dos hijos… Y de verlo casado con otra, con el pretexto de no levantar sospechas. La anécdota, que su nueva mujer era estéril. Eso le daría puntos para no tener más hijos, pero el que tenía…
Razvan le dijo entonces que podía trabajar en palacio como criado. Bueno, prácticamente fue obligado, puesto que Razvan le prohibió volver, ya que podía contarlo todo y eso lo desprestigiaría. Je… un bastardo ilegítimo… Y, para fortalecer su idea de ocultarlo, Razvan le robó a Pietro la carta de su tío y la destruyó, quemándola.
Comenzaron a pasar los años, y Pietro siguió siendo un criado en la corte de su padre. Una noche recordó y escribió en un papel la fecha de su ingreso en palacio. Tenía dieciocho años. Ahora, cuando escribía eso, tenía veinticuatro. De repente, alguien llamó a su puerta. El conde había tenido un desmayo y se había torcido el tobillo al caer; necesitaban a alguien fuerte que lo llevara a su habitación.
Todo parecía un simple desmayo, cuando al día siguiente Razvan vio que no podía levantarse y que se caía si lo intentaba. Llamaron inmediatamente el médico, el cual diagnosticó una grave pulmonía. Ella lo obligó a permanecer en la cama, puesto que ya estaba en un estado avanzado.
Poco a poco, Razvan fue empeorando, y cada día que pasaba era un susurro más hacia su condena, hasta que un día amaneció y él mismo supo que había llegado su hora. Sus pensamientos se revolvieron en su mente, creando un estado de confusión que desembocó en un llamamiento a gran parte de la corte, incluido Pietro. Todos acudieron a al espera de que el moribundo diera su discurso de despedida.
Para sorpresa de todos, llamó a Pietro a su lado, y frente a todos los precedentes, lo reconoció como Pietro Anghel, su hijo y único heredero de todo cuanto poseía.
Tras pronunciar estas palabras, cerró sus ojos para siempre.
Pasaron dos años más, en los cuales Pietro fue aprendiendo de la mano de su tío abuelo, el cual siempre lo quiso. Poco a poco sería yendo reconocido, a pesar de las indulgencias de personas de la corte, que seguían llamándolo bastardo.
Allí conoció a parte de su familia biológica, como el tío abuelo que ya se ha mencionado o su prima lejana Lenneth. Casualmente viajaron los dos al mismo tiempo.
Ahora, Pietro se halla en una de las ciudades más bellas de la Europa de principios del siglo XIX, portando en sus venas la verdadera sangre de un conde rumano dispuesto a ser quien debe ser.
- Datos extra:
- Es un humanista de los pies a la cabeza.
- No dudará en ayudar, pero siempre, su primer pensamiento, va a ser el qué puede sacar de ello, aunque después eche ese pensamiento de su mente.
Off: Por favor, si hubiera cualquier contradicción a lo establecido, o se detectara alguna anormalidad, por favor, avísenme para repararla ^^
Última edición por Pietro Anghel el Dom Mar 20, 2011 8:24 am, editado 1 vez
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