Perder el control (Vincenzo)

por **Sheira Lyzbeth** Sáb Mar 26, 2011 6:04 am

Había pasado una semana desde que había estado en el puerto. A penas había salido desde entonces, y la única causa de que ésto sucediera era mi necesidad de alimentarme. Vagaba por algún callejón y mataba pobres diablos y delincuentes. Mantenía mi promesa de no matar a nadie que no se lo mereciera de antemano, al igual que yo no me había merecido el castigo de una vida eterna en su día. Pensar en la injusticia que habían cometido conmigo, con la futura heredera del trono de Egipto, me revolvía las entrañas y me hacía más agresiva y más calculadora con las presas. Malditos humanos. Seres llenos de rencor y odio.

Suspiré mientras avanzaba sigilosa por un París desconocido a altas horas de la noche. No encontré ni un solo humano a quien castigar en todo el centro de la ciudad... así que con cierta incomodidad tuve que aproximarme más de lo que me gustaba a las zonas más habitadas, los callejones donde algún tabernero no cerraba sus puertas hasta que el sol comenzaba a salir. Me eché una capucha sobre el cabello haciendo quedar mi rostro en penumbra, y entré en una posada que hacía las veces de bar o de burdel haciendo aletear tras de mi la capa negra que ocultaba mis ropas. Me senté en la barra donde el posadero se me acercó revoloteando, con una sonrisilla impertinente. Había más mujeres en el local, pero no precisamente señoras que quisieran beber tranquilamente. Todas ellas rondaban a los hombres para vender lo que podían dar. Arrugé la nariz asqueada.

-¿Quiere algo madame? No acostumbramos a tener mujeres... ya sabe. Por aquí - vi cómo se le sonrojaban las mejillas al procesar lo que había dicho.

-Solo una copa de vino - dije con mi tono de indiferencia habitual.

De pronto, la imagen de Vincenzo tirándome al agua apareció en mi mente. Oh por dios. ¿Tanto me había afectado su comportamiento que me estaba ablandando un simple recuerdo? Me oí a mi misma pronunciando un "por favor" entre dientes. Me giré hacia las mesas de la posada y volví a arrugar mi nariz. Me sentía protegida de miradas con la capa. A pesar de que quedaba claro que era una mujer por el vuelo del vestido, nadie podía ver mi rostro... y sin duda, mostrar mi figura delante de más de cincuenta animales en celo borrachos no estaba entre mis planes aquella noche. Había venido a saciar mi sed... pero no de vino, si no de sangre.

por **León Gerôme Marchessault** Dom Mar 27, 2011 5:17 am

Casi merompo la mano a mi mismo al verme reflejado en un espejo, tenía las malditas mismas facciones que él, y aquella mirada del que todos temían y otras muchas caian en mis redes. Aquel brillo metalizado debía de haber causado algunos estragos en las mujeres de la ciudad si mi hermano vivia en ella seguramente. Pero todo cambiaría en cuando le viesen comportandose de alguna forma muy extraña. Tanto tiempo a la sombra me abastecieron de ideas suficientes para hacer real mi venganza y tomar su puesto como mio, como siempre debió ser.

Había procurado abastecerme con las mismas ropas que el bastardo, no eran iguales pero algo se le parecían. Pero maldito el día en que tenía que llover! Tomé un camino distinto al habitual, para poder asi tener indicios de donde vivía. Podría hacerme el borracho y que algun conocido me llevase a mi casa creyendo que era el bastardo. Era algo infantil pero podría resultar efectivo segun con quien me topase.

Me senté en uno de los mugrientos taburetes del lugar y pedí lo que acostumbraba en otros sitios.

- Vodka doble.

El camarero me miró y la sensación que le dí era aterradora, el miedo se podía sentir a lo lejos, era una especia de percepción que jamas llegué a comprender. El hombre aun así tardaba en traer la copa, asi que opté por calmar mi ego quizá si me comportaba como el bastardo podía simplemente pasar desapercibido. Las mujeres que había en el local podrían servirme para esta noche fría quizás dos, pero no merecía la pena que abriesen las piernas para mi. Eran algo viejas para lo que yo solía tomar, aun mas teniendo en cuenta la mujer que había allí sentada. Era la pura encarnación del deseo humano, todo aquello que un hombre podía desear, aquella sola presencia eclipsaba hasta a las prostitutas mas jóvenes que comerciaban con su cuerpo por unas migajas de pan.

Opté por mirarla de soslayo, centrándome en la copa que traía el camarero.

- Mas vodka y menos hielo.

por **Sheira Lyzbeth** Dom Mar 27, 2011 8:38 am

Cuando el camarero trajo la copa de vino, me costó unos segundos decidirme a llevarmela a los labios y dejar que el fuerte sabor inundara mi boca, y más tarde el alcohol mi mente. Todos mis sentidos estaban activados. Sabía sin mirar exáctamente dónde estaban colocados los presentes, y si cerraba los ojos, hasta mi don podía dibujarme su silueta de cada unos de ellos en tonos rojizos. Intenté escuchar las conversaciones ajenas con el fin de hallar un motivo por el que matar a alguien de aquella posada, pero todos los diálogos se me antojaron insustanciales, asíque me concentré en mirar al frente para seguir pasando desapercibida... hasta que noté una nueva presencia entrando en la posada y sentándose a unos metros de mi, en la barra. Maldije por lo bajo cuando su olor me llegó a la nariz haciéndome comprender en el acto de quien se trataba, y toda mi curiosidad se adhirio a esa persona sin proponérmelo.

Escuché con desagrado cómo se dirigía al camarero, y cómo más tarde reparaba en mi presencia. Era lo único que no esperaba esa tarde. De hecho, no podía imaginarme a Vincenzo, bebiendo vodka en ese lugar a esas horas de la noche. Intenté ignorarle, pero era tarde. Notaba sus ojos clavados en mi, así que giré levemente la cabeza para asesinarle con la mirada bajo la capucha. Mi curiosidad seguía latente. Quería saber de él, pero desde que había desaparecido del puerto me había mentalizado de que no le volvería a ver, y de que aquel propósito de saber estaba muy por debajo de mi prioridad principal. Pasar desapercibida. No relacionarme con humanos excepto que fuera estrictamente necesario. Vincenzo estaba un poco cambiado y aunque no entendía por qué, su mirada escrutadora me irritó hasta tal punto que casi rompo la copa de cristal entre mis dedos.

-Qué demonios haces tú aquí -mascullé por lo bajo viendo en sus ojos el mismo deseo sordo que había adivinado en la playa y que creía haber extinguido-. Te dije que no quería volver a verte, o al menos, creo que lo dejé bastante claro.

por **León Gerôme Marchessault** Lun Mar 28, 2011 8:21 am

Casi me atraganto con el primer sorbo de Vodka que tomaba aquella noche. Mantuve la compostura intentando analizar las estridentes palabras de la mujer que ahora se dirigía hacia mí. Desafortunadamente no la conocía, así que eso solo me daba a pensar que mi querido hermano la había conocido antes y al parecer no terminó muy bien que digamos.

- Deja de dar el espectáculo preciosa, es un bar, no te creas el centro del universo..

Detuve mis palabras intentando no descubrirme, pareciendo sereno, pues eso ya me costaba. Tenía que ocultar mi sonrisa que se ensanchaba por momentos, volviendo el rostro hacia el vaso, esperando el siguiente paso en aquel ajedrez que acababa de empezar.
Me parecía una absurda provocación, una mujer bella en un bar en el que solo las mujeres eran el objeto preferido de los hombres. Era descarado aquel comportamiento lo que me hizo imaginarme unas cuantas situaciones concernientes a ella que muy bien le podrían gustar, pero a mí me haría disfrutar.

Me giré en el taburete dirigiendo toda mi atención a la mujer, que aun llevaba capucha.. algo querría esconder. Pero y quien no escondería algo en la actual sociedad? Lo que me extrañaba era “que” hacía ella allí, “por qué” escondía su rostro, y que era lo que el bastardo le había hecho para tenerla en su contra. Éste último pensamiento me hizo torcer la sonrisa con satisfacción. Tenía carácter, algo que me gustaba mucho, y encontraba poco.

por **Sheira Lyzbeth** Lun Mar 28, 2011 8:49 am

Entorné los ojos al oir la estúpida frase que se le ocurrió decir a Vincenzo. Desde luego, aquel día no iba a ceder a sus provocaciones. Bebí de un trago la copa de vino que tenía frente a mi. Al inclinar la cabeza, la capucha que llevaba resbaló levemente dejando parte de mi rostro al descubierto, pero un instante después ya me la había recolocado y las sombras volvían a ocultar lo que no quería mostrar en una taberna o posada a aquellas horas. Bajé del taburete donde me había sentado y me acerqué a Vincenzo.

-Te agradecería que dejaras de llamarme por nombres que no me pertenecen. ¿Tanto te escuece la lengua al pronunciar Sheira que lo evitas? - Sisee mirándo hacia las mesas a nuestras espaldas-. Valiente marinero....

No tenía ganas de cruzarme con su mirada una vez más. Era una especie de tentación que debía evitar. Arrugé la nariz al ver cómo un hombre tomaba a una cortesana de la mano y tiraba de ella hacia sí. Decidí que prefería vérmelas con mi autocontrol que intentar mantener a raya mis instintos asesinos. Cuando no estaba alimentada, me ponía de muy mal humor.

-Voy a montar un espectáculo, sí, pero eso ocurrirá si no te veo desaparecer en breves instantes de aquí.

por **León Gerôme Marchessault** Lun Mar 28, 2011 9:15 am

Wow.. cuanto podía saber un completo desconocido sobre su hermano? Al parecer la mujer acumulaba rabia por doquier lo que me hacía desear aun mas su cuerpo oculto tras la capa.
Reí con suavidad, ante las palabras de una niña rabiosa, lo que hoy si acabaría sería lo que había comenzado mi hermano. Decidí tomar un atajo en este camino.

- Mueres por besarme, por eso estas hoy aqui, no? - Tomé el último trago y bajé del taburete dejándo el vaso en su lugar. Poco a poco me iba acercando al lugar donde se hallaba la mujer pues se me hacía que esta noche iba a ser divertida, aunque tuiviese que hacer algo de lo que no estaba dispuesto en un principio esta noche, aunque la tapadera se desvelase pero lograría que la mujer odiase aun mas al bastardo.
Una vez a sus espaldas, con gesto tranquilo le sustraje la capucha de la capa dejando entrever a la luz de la taberna su cabello oscuro, al igual que su piel morena de su cuello.

- No eres capaz de nada.. tan solo estas frustrada.. reconócelo, estas aqui por mí, si no ya te hubieses ido hace un rato. - Terminé la frase susurrando en su oido, la cual siguió una suave risa que pondría el vello de punta a cualquier mujer, y no precisamente por miedo. Deseé tomar su cuerpo allí mismo, frente a los ojos curiosos del populacho, pero eso solo supondría el fin de la diversión, yo quería algo mas.

por **Sheira Lyzbeth** Lun Mar 28, 2011 1:21 pm

-Créeme cuando te digo, que si tus labios rozan por algún motivo los mios en algún instante de ésta conversación, te arrancaré la lengua de un mordisco- dije haciendo rechinar los dientes-. De hecho, disfrutaré con tus gritos.

Me giré hacia la barra haciendo ondear mis cabellos ahora sueltos en el aire, y acorralé a Vincenzo entre mis brazos. Aun sentía su aliento sobre mi cuello, y no podía negar que ese gesto había estado a punto de desbaratar mis esquemas. Al menos, el hecho de estar de espaldas a él me había dado un poco de ventaja a la hora de ocultar el sentimiento tonto y humano que había atenazado mi cuerpo durante unos segundos. Clavé mis ojos en los del muchacho haciendo de tripas corazón. La cercanía a su yugular me ponía de los nervios, y la garganta me ardía.

-No sé a qué estás jugando. El único que mostraba signos de adoración en la playa eras tú hacia mí, así que podrías dejar tus comentarios egocéntricos y dejar de intentar ligar conmigo como si fuera una de las cortesanas que habituas a tener en tu cama, Vincenzo - las palabras se me escaparon de los labios a borbotones, y pensé que quizás me estaba pasando de la raya, pero quería borrar esa sonrisa estúpida del rostro de Vincenzo antes de que una vampira de más de un siglo de vida perdiera el control que había mantenido celosamente latente durante años.

por **León Gerôme Marchessault** Lun Mar 28, 2011 1:33 pm

Sus palabras me hacían ser plenamente consciente de que era una chica sádica, algo que no podía negar que me atraía mas aun hacia esa mujer. Aquel gesto me hizo soltar una carcajada. Asi que el bastardo andaba ligandosela en la playa, como un campesino besándole los pies a su señor.Era patético.

- A juzgar por tus palabras diría que tu tienes mas ganas que yo de subir y hacer crujir las tablas del suelo, preciosa.

Me logré zafar sin dificultad de aquel gesto "inocente",¿Qué pretendía? Hice un ademán con la mano - suelo, pared, cama.. psss.. a quien le importa donde, no? Unos pensamientos sordos en una milésima de segundo me hizo sonreir antes de tiempo, con suerte, lograría mi objetivo sin dificultad alguna.

- En la playa! que mejor lugar para abrirte de piernas. Pero sinceramente la arena me parecía un poco incómoda. - Le di la espalda por un instante, el cual el camarero parecía agacharse tras la barra como atemorizado, ya en el lugar todos parecían estar tras las trincheras como en una guerra. - Era lo único que quería, es mas.. aun tenemos tiempo, no? - Alcé la mano riendome con voz grave, apartando un mechon de su pelo de la mejilla.

por **Sheira Lyzbeth** Lun Mar 28, 2011 2:08 pm

La furia comenzó a hacerme hervir la sangre. ¿Qué demonios le ocurría? ¿A caso había creído que Vincenzo, al fin y al cabo, era diferente al resto de hombres? ¿Es que no había aprendido nada en todos estos años de esconderme? ¿De observar? Por algún motivo, me pareció que toda la posada se había quedado en silencio. Sentí que mi orgullo caía en picado, y que mi intención de pasar desapercibida se extinguía. Todos los hombres me miraban, y no me hizo falta girarme para darme cuenta. Incluso supe que algunos, aguantaban la respiración.

-Eres un maldito bastardo - se oyeron algunos grititos de algunas cortesanas al oir salir aquella frase de mis labios.

Se suponía que yo era una dama... que no debía dejarme llevar por la agresividad que era palpable en los hombres. Pero me daba igual. Nadie me conocía en París porque procuraba ser muy discreta a la hora de cazar. Haciendo gala de mi rapidez vampírica pero no de mi fuerza, asesté un puñetazo en el pómulo a Vincenzo. No podía arriesgarme a que todos los presentes corrieran gritando que una mujer había matado a un hombre de un golpe. Sería antinatural y mis hermanos de sangre vendrían comprendiendo que había una vampira fuera de control en París. Un hilo de sangre manó de la herida de Vincenzo... y en ese instante me di cuenta de algo que había pasado totalmente por alto. Su olor. Su olor tenía un matiz diferente y eso era imposible. Imposible en todos los aspectos. Mis sentidos estaban disparados por la sed, no me podía equivocar en algo como aquello. Miré con ojos vidriosos al hombre que me miraba con una mueca divertida tras el puñetazo. Le cogí de la camisa y lo empujé fuera de la posada. Una vez fuera, volví a empujarlo hacia un callejón.

-Quién- eres - tú -pronuncié intentando no gritar-. Tú no eres Vincenzo. Estoy segura de que él no era tan despreciable como tú en ninguno de los aspectos posibles.

por **León Gerôme Marchessault** Lun Mar 28, 2011 2:23 pm

Simplemente mi risa resonó por el oscuro y vacío callejón. Juraría que aquella frase pronunciada la habría oido mas gente y por miedo habrían cerrado las ventanas y puertas a cal y canto. Me dieron ganas de barrer el suelo con una pierna y tirarla al suelo conmigo.. , pero no era un animal salvaje.. o si? Reí ante mi estupido pensamiento y me puse de nuevo de pié, aquella figura desafiante que se postraba ante mí se me hacía en cierto modo adorable. Tenía genio! seguro que el bastardo no pudo ni siquiera estar un par de minutos al lado de la mujer. Tenía que ser mia, ahora lo tenía claro.

- Soy tu peor pesadilla.. - Hice uso de mi teatralidad con ambas manos como quien le da un pequeño susto a un niño. Volví a reir y limpié con el brazo la sangre que caía sobre mi mejilla. Era un precio que estaba dispuesto a pagar con tal de que aquella mujer cayese lo mas bajo que pudiese.

- Como que no soy yo? - Abrí excesivamente los ojos y murmuré en voz alta, exageradamente. mmm... entonces quien soy?

por **Sheira Lyzbeth** Lun Mar 28, 2011 2:48 pm

Desde que la revelación se había puesto a la luz en mi cerebro, ya no temía mirar a los ojos a quien quiera que fuera el hombre que tenía delante. No dejaba de mirar su rostro como buscando diferencias entre él y Vincenzo. No podía permitirme el lujo de hacer sangrar a Vincenzo cada vez que le viera para comprobar si era él realmente, pero no pude encontrar ninguna diferencia que me guiara a parte de su olor. Respiré hondo mientras apoyaba la espalda en la espalda del callejón, un tanto más calmada y sentí que los colmillos volvían a su lugar.

-Deja de actuar. No sé quien eres, y espero que me lo digas tú. ¿Quizás un primo de Vincenzo? No, te pareces demasiado a él. ¿Su hermano? - alcé las cejas levemente.

Desde luego, después de ese encuentro Vincenzo me volvería a ver la cara me agradara o no. Tenía que aclararle ciertas cosas. Como por ejemplo, que si alguien tiene un hermano gemelo no puede ocultarlo así com así. El pensamiento me irritó de nuevo mientras leía en los ojos de su hermano cierta diversión.

-¿Qué te hace tanta gracia engendro? ¿No te das cuenta de que has perdido? No puedes engañarme más - gruñí por lo bajo-. No puedes hacerme nada.

por **León Gerôme Marchessault** Jue Mar 31, 2011 12:29 pm

Aquello no sabía nada más que mejorar, observé como la mujer que me había desvelado su nombre tan sencillamente, se calmaba. Parecía calmar sus instintos asesinos, sus músculos se destensaron, entonces comprendí lo que era. Lo que sentía no era miedo, sino una curiosidad tan latente en mí que quizá ella podría haberla sentido a lo lejos.

- Soy yo Sheira… vamos no me reconoces? Aquella noche en el puerto, mi gran barco, acaso no lo recuerdas? O prefieres que lo repitamos?

Hice perfectamente mi papel, gesticulando como había visto hacer a Vincenzo, gestos, movimientos, e incluso la angustia en mi voz se podía palpar, pero no pude resistirme de nuevo y acabé dando una sonora carajada. Ella no sabía quién era ni tampoco le iba a desvelar tan fácilmente el misterio. Negué con la cabeza resistiéndome a la idea de cazar al cazador. Estaba frente a una hermosa bestia de la oscuridad y no me importaba en absoluto encararla, es más, su atractivo aumentaba conforme pasaba la noche.
Saqué mi cuchillo y me hice un sencillo corte superficial en la base del cuello, un poco a la izquierda, un sitio que había oído rumores de que era más cómodo para ellos, succionar la sangre, deseaba sentir como ella hacía lo suyo en mi cuello.

- Vamos!, muérdeme!
Me acerqué a ella mas, todo lo que pude, algo menos de lo que yo deseaba pero lo justo para cometer el fin de mi frase.

- Vamos Sheira, no dirás que no deseabas esto..

Arqueé el cuello dejándole todo a su vista, mientras hacía uso de mi poder, llegándola a mostrar imágenes vividas con mi hermano, todo ilusiones, pero aquello pretendía hacerla sentir como aquella noche. Aquello me permitía estar tan cerca de ella que el solo contacto con su vestido me excitaba, procurando hacerla perder la concentración. Al parecer el bastardo se había herido, una lástima no poder haberle visto llorar como una niña. Cuando dejé de sentir su frío aliento en mi cuello, le asesté una puñalada en el vientre, un acto reflejo que ni siquiera ella habría podido adivinar. Empujé la hoja en su cuerpo, para hacer que aquello le doliese aun mas al no poder cerrarse la herida, aunque imaginaba que su dolor sería menor que el de un mortal. Como me hubiese gustado probar mis torturas en su cuerpo, saber cuanto aguantaría hasta desplomarse.

por **Sheira Lyzbeth** Vie Abr 01, 2011 8:44 am

No tuve tiempo de procesar lo que pasaba. El joven me apuñaló sin previo aviso, y yo estaba demasiado débil como para curarme con normal rapidez. El dolor me traspasó el alma. Hacía años que no tenía un descuido como aquel, y ni siquiera en las guerras de Egipto habían conseguido herirme. Dejé escapar un gemido que sonó más humano de lo que hubiera esperado, y me aferré al alfeizar de una ventanna baja mientras intentaba recomponerme del golpe. Cerré los ojos cuando desclavé la afilada hoja de mi vientre, lo que hizo que me encogiera más sobre mi misma al rasgar de nuevo mi carne. No entendía cómo aquel hombre podía haberse metido en mi mente de esa forma, ni por qué había podido visualizar tan claramente a Vincenzo.

La piel más pálida de lo normal de mis manos contrastaba con el color de mi sangre, y a medida que conseguía erguirme de nuevo, la ira se extendía por mi cuerpo, pero mi mente parecía embotada por el cansancio y la confusión. ¿Por qué él quería imitar a Vincenzo? ¿Cómo me había dejado llevar por una imagen de alguien a quien a penas conocía? ¿Cómo había averiguado lo que yo era? Aparté con una mueca las manos de mi vestido ensangrentado y miré al joven desafiante a los ojos.

-No has debido hacer eso- mascullé entre dientes tirando con rabia el cuchillo al suelo.

Sentía unas ganas de asesinar allí mismo a aquel malnacido, pero no tenía ni idea de cual era su relación con Vincenzo, y hasta que no hablara con él no podía matarle con la seguridad de que a nadie le importaría. Además, por algún motivo sabía que no sería tan fácil devolverle la puñalada. Ese hombre ocultaba algo, igual que Vincenzo que al parecer era su hermano, y no descansaría hasta averiguarlo.

-Solo eres un maldito humano ¿sabes? Tu vida es finita, y la mía, eterna. Tienes todas las papeletas para que te elija como fetiche y decida hacerte la vida imposible para divertirme- me acerqué otra vez al hombre, y con sumo esfuerzo activé de nuevo todos mis sentidos, de forma que tendría controlados todos los movimientos extraños que pretendiera hacer-. No se cual es tu relación con Vincenzo, pero espero que entiendas que no voy a permitir que le hagas daño alguno si es lo que te propones intentando imitarle y ser como él... pura envidia, a mi ver.

por **León Gerôme Marchessault** Dom Abr 03, 2011 5:10 am

Mi sonrisa divertida se volvió una seria mueca de desprecio. Como era capaz de hablarme así? Los músculos de mi mandíbula se tensaron al ver como aquella furcia hacía mención del bastardo como su protección en este momento. Daba asco, puras arcadas! era totalmente ridículo que una mujer (a pesar de su condición) protegiese al débil y pobre vincenzito.
Paseé frente a su mirada casi asesina, con los brazos cruzados. Reponiéndome de aquel shock con una sonrisa verdaderamente falsa.

- - Con que ahora eres su niñera? Ya sabía yo que una mujer como tu no podría tocarle ni un centímetro de su preciada masculinidad. – Dije entre carcajadas. – Acaso él sabe que eres una criatura de leyendas? – Opté por referirme a él como otra persona y no yo mismo, era algo aburrido hacer de él, como para seguir jugando mas tiempo.

- – Apuesto cincuenta monedas de oro a que te da caza antes de que te de tiempo de parpadear. – Era asqueroso ver salir aquellas sucias palabras por mis preciados labios. Supuse que ella no sabría nada sobre nuestra naturaleza “mágica” al ver las constantes muecas de desprecio a un humano.
Alcé mi mano con gesto despreocupado, mostrándoles simples hechizos que hacían formarse en círculo, como en una bola de cristal usadas por supuestas videntes. En ella, hice aparecer ciertas imágenes, entre ellas se podía adivinar el puerto de parís, y a Vincenzo caminando en la oscuridad. Cerré la mano y todo se esfumó.

- Ahora que se donde está podría hacerle una visita. – Bajé mi vista a mi mano ahora vacía y la cerré en un puño, tornando mi sonrisa un poco sádica. Ah! Por cierto, no se si sabías que los hechiceros somos los mejores cazadores. Solo eres una pieza mas para su colección.

Mi mirada ahora fría se volvió oscura, al tiempo que pronunciaba palabras que ella jamas comprendería, ni siquiera un humano normal las comprendería, un conjuro que hacía desaparecer mi imágen, que tan solo era eso, mi cuerpo se hallaba a una mayor distancia, la cual mantuve al acuchillar con mis propias manos su vientre, y aprovechar el aturdimiento de la vampiresa para colocar mi reflejo en su lugar. A salvo, mantuve las distancias marchándome, hacia mi proximo objetivo aquella noche.

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