Vuela el viento bellas notas [Pablo]

por **Cyrille Vezier** Dom Abr 10, 2011 6:02 pm

El astro rey teñía los cielos de oro y fuego, sentía como el calor lamia sus desnudos brazos más aquello no causaba en el embole de ningún tipo, ver un nuevo amanecer y más aun estar de pie durante el día andando por las calles parisianas era el regalo mas preciado que su señor padre Dios le otorgaba cada día y cada día descubría vienes mejores y más preciados, sonrisas efímeras que sin embargo quedaban en sus recuerdos grabadas como cinceladas en piedra fina, llevaba como era usual una bolsa con francos escondida entre la vestimenta que aquel día era ligera. Habia llegado a París mucho antes que la primavera y si bien los días no eran tan frescos como en un inicio aun se sentían ventiscas que hacían que el oro liquido que del sol manaba se difuminase antes de enrojecer su piel, quemarla hasta tostarla como el bajo sobre las brasas.

Aquel día era diferente del resto, aquel día era preciado y no precisamente porque algo importante fuese a tener lugar en su vida sencillamente porque para alguien como el cada día tenia su valor y cada día era una nueva oportunidad de hacer lo correcto aunque lo correcto no siempre le ayudase a si mismo. La monotonía y el aburrimiento eran solo para aquellas personas que cegadas ante la vida no eran capaces de observar aquellos placeres que como abalorio se otorgaban diariamente como diminutas sonrisas y satisfacciones que solo algunas personas eran capaces de observar, solo a ojos de la felicidad se lograban encontrar. Pensaba entonces que quizás debería abrir un cotarro para aquellos desdichados que la suerte no amparaba en su noble cuna.

El hálito voló sus cabellos y arrastro consigo el místico cantico de lo que aparentaba ser un instrumento celestial, observo a diestra y siniestra intentando descifrar de que lugar recóndito de aquellas calles provenía tal sonido. Una carreta paso a su lado tan próxima que le pareció un milagro que las ruedas no hubiesen arrasado con sus pies -¡lo lamento!- exclamó al recibir un grito de ofensa de parte del conductor, uno de aquellos adustos y oblongos hombres que no parecían no conocer verdad alguna más allá de sus palabras.

“¿de dónde provienes?” Sus piernas le guiaban sin razonar, lo que en un principio habia llegado a sus oídos como el distantes eco de una melodía tañía ahora el aire a su alrededor con una sinfonía desconocida hasta aquel momento y que más sin embargo no seria capaz nunca más de olvidar.

por Invitado Dom Abr 10, 2011 6:57 pm

Ahí de nuevo, tocando como si su vida dependiera de ello, y era porque en realidad lo hacía, no sólo era el vehículo para tener comida y un techo, humilde y precario, pero que lo refugiaba de las inclemencias del tiempo, que evitaba que la lluvia lo empapara o el sol lo quemara; más allá, su vida dependía de la música porque sentía que si no tocaba moría de a poco, su parte humana se iba, caminaba lejos de él y dejaba sola a la bestia. La música era el lazo que mantenía con su humanidad y ahí radicaba la importancia en su vida, se sentía más humano cuando desgarraba el viento con notas y compases.

Paró de tocar, agotado y trató de mirar a la audiencia, más escueta que de costumbre, pero el sol de aquella tarde lo cegó momentáneamente.

-Gracias -dijo esperando que las monedas comenzaran a caer en el estuche de su violín.

Fue cuando notó a un hombre entre la poca gente, muy atento a su persona, pero sabía que como hombre era poco llamativo, como músico era diferente y que eso era lo que había capturado la atención de aquel sujeto joven.

-Si le ha gustado lo que escuchó siéntase libre de pagar con lo que usted considere más adecuado -dijo dirigiéndose al sujeto con respeto, pues a pesar de todo, sabía cuál era su lugar: el último en la pirámide social

por **Cyrille Vezier** Dom Abr 10, 2011 7:16 pm

Logro al final abrirse brecha entre el gentío y los lebreles y corceles que piafaban mientras avanzaban por las densas calles de aquella ciudad de pecados capitales ¿Qué habia descubierto en sus pocos meses de vivir en aquel lugar? Había descubierto los horrores de la vida, una mujer le habia intentado seducir en un callejón y aun más increíble en la casa del señor. No, el no perecería ante aquellos pensamientos impuros y trastornados más aun estaba en aquel lugar para acoger en cuanto le fuese posible a aquellas personas que más que nadie necesitaban de su respaldo.

Llego, quizás demasiado tarde pues segundos llevaba de pie frente a aquel hombre cuando sus manos habían cesado y el ambiente se había llenado de un silencio sepulcral que fácilmente podría haber sido partido con un fino cuchillo para embutidos y mantecas, especialidades alemanas según sabia. Aplaudió, efusivamente cuando todos los demás acallaron y poco le importo, como siempre sucedía, si la gente creía que estaba loco.

¿Más adecuado? ¡seguramente no llevaría dinero suficiente para pagar tan perfecta sinfonía! Torció los labios mientras rebuscaba entre sus prendas aquella bolsa de cuero que llevaba siempre consigo pues durante el día no faltaban los mendigos y gitanos que se acercasen a el extendiendo sus manos o bailando, alguna vez inclusive se le habia acertado una mujer que juraba por todos los santos y lo que era verdad que podría ver su futuro en su mano, desdichada aquella mujer que desconocía la voluntad de Dios.

Sus alargados dedos sujetaron al fin el cordón con el cual ataba dicha bolsa no mayor a la palma de su mano y sin embargo con los francos suficientes para otorgar si lucir mezquino. En su casa habría siempre mas de aquello y los excesos no eran jamás bien recibidos más aun los lujos le abrumaban y ennegrecían su alma -¡ha sido maravilloso!- se atrevió a pronunciar depositando la monedas en el bote que mantenía a la vista y como lluvia en sequia clamaron su nombre al golpetear contra las paredes del cuenco.

-toca usted realmente bien- asevero levantándose con rapidez para regalarle una amplia sonrisa de hito en hito.

por Invitado Dom Abr 10, 2011 8:08 pm

Levantó el mentó con orgullo al escuchar los halagos, siempre que escuchaba palabras que reconocían su talento el dinero dejaba de importarle un poco, era como dar un paso, muy pequeño, rumbo a su meta, rumbo al reconocimiento total como músico.

-Gracias -dijo y esbozó una sonrisa tímida-, siempre es grato encontrar personas que aprecian mi talento -quiso mesurarse, pero siempre destellaba un dejo de músico arrogante, a pesar de sus carencias materiales.

Le llamaba la atención este sujeto, parecía amable, más de lo que había visto en la mayoría de los parisinos, tal vez no era de ahí como él.

por **Cyrille Vezier** Dom Abr 10, 2011 9:40 pm

Extendió su mano hacia el desconocido, quizás habia pasado su adolescencia entera encerrado entre cuatro muros de altas piedras que le alejaban de la latente realidad que ahora comenzaba a comprender con temor, quizás no habia pasado su vida rodeado de hombres y mujeres como los demás, no habia asistido a una escuela normal después de los doce años y habia cosas que eran vetadas en una abadía, la música no era una de ellas más tampoco la acción mas usual, sin embargo habia escuchado múltiples conciertos en su infancia y sabia reconocer un sondo armonioso de uno estrafalario y desafinado.

-si supongo que si…mi nombre es Cyrille por cierto- ¿de algo serviría decir su apellido? No era como que al pronunciarlo todo el mundo fuese a saber de quien se trataba, su nombre por otro lado lo identifica del resto de las personas su apellido no era sino una legado no adjunto por placer.

-¿usted como se llama?- le cuestiono con curiosidad pues quería conocer a aquel que con las manos lograba crear tan bella sinfonía que como migas de pan habían marcado el camino a seguir para llegar a su presencia –aunque seguramente derrochando tanto talento dichos comentarios no escasean-

por Invitado Dom Abr 10, 2011 10:04 pm

Se sintió sorprendido al ver el gesto del hombre, le estaba dando la mano, ¿quién quería darle la mano a un músico callejero como él?, tuvo una severa pero breve lucha interna: corresponder o no. No sabía cuales eran las intenciones del sujeto frente a él, pero algo en sus ojos juveniles lo hacían de cierto modo confiable a la primera corazonada, como si esa mirada fuera perpetuamente bondadosa, pero qué sabía él, era un desconocido, aún conociendo su nombre no sabía nada de él, sólo que infundía confianza y seguridad.

-Pablo... -pausó-, Pablo Díaz-Reixa -dijo con orgullo aquel apellido que no era suyo de nacimiento, sino que se ganó por derecho-, un placer señor Cyrille -le pareció extraño llamarlo por su nombre de pila, pero se había presentado sólo así.

Una vez roto el saludo, se agachó momentáneamente para guardar el violín en su estuche y guardar el dinero en esa pequeña bolsa de tela vieja que cargaba consigo.

-Mucha gente parece apreciar lo que hago -respondió ante el halago-, unos días más que otros, claro -jugó con la bolsa de monedas, traduciendo lo que había dicho en las ganancias que recibía.

por **Cyrille Vezier** Dom Abr 10, 2011 10:35 pm

Rio por lo bajo negando, un suave movimiento de cuello que meneo sus achocolatados cabellos de un lado a otro como si mesado por una mano ajena se revolvieran en su cabeza con gracia -¿señor?...no creo ser mayor que tu- asevero y aquello podia asegurarlo viendo al hombre que sin llegar a ser quizás demasiado grande podia asegurar rondaba ya los veinte años cuando el apenas alcanzaba los dieciocho, una edad prudente y más aun tardía para comenzar a vivir y conocer todo lo que ahora comenzaba a saber por experiencias de vida.

-seguro…no creo que fuese divertido si siempre es lo mismo- se encogió de hombros porque a fin de cuentas ¿Qué sabia un adolescente de clase alta acerca de los pesares que la cuna humilde podia otorgar? Quizás un techo inestable y una familia disfuncional, a lo mejor escases de comida y trabajo forzado y mas trágico aun la perdida de confianza y fe no en la iglesia sino en quien desde los cielos y mas abajo les observaba. Porque le gustaba pensar que Dios, Jesús y su santísima madre no eran seres ajenos a las personas sino que de alguna extraña forma lograban vivir en ellos.

-¿y siempre has tocado en la calle?- le cuestiono curioso, olvidaba diariamente la educación y la prudencia para permitirse conocer cosas que otros, por temor o moral preferían no cuestionar.

por Invitado Dom Abr 10, 2011 10:55 pm

Se sintió avergonzado por lo que el joven le acababa de decir, claro que era mayor, y más si consideraba los años que había vivido y no sólo los que aparentaba. Desconocía la imagen que un espejo le podía devolver, pero estaba seguro que era la imagen de un veinteañero que, tal vez maltratado por la crudeza de la vida, no mostraba signos de la madurez que cargaba oculta. Pero se había topado con tantos pomposos aristócratas que no permitían que un tipo como él les hablara como un igual que ahora prefería evitarse la pena y hablarles siempre con respeto, no importando sexo o edad.

-A veces se me olvida que ya no soy un niño -bromeó, pero oculta estaba una verdad más triste, a veces sentía que seguía siendo el niño de 7 años abandonado a orillas del Llobregat.

Luego aquella pregunta lo tomó por sorpresa, nadie nunca se la había formulado, y eso era tal vez porque a nadie nunca antes le había importado, miró al chico que, a pesar de sus ropas y sus modales, era sencillo.

-Siempre -contestó-, las calles siempre han sido mi escenario, el sol o las estrellas mis luminarias y la gente que pasa mi público.

Después de dicho aquello un gesto sombrío se apoderó de él, no era ningún orgullo que a sus años siguiera tocando en la calle y sobreviviendo por la caridad de los pocos que llegaban a tentarse el corazón.

por **Cyrille Vezier** Dom Abr 10, 2011 11:29 pm

-a todos nos pasa…supongo que era mejor antes- se encogió de hombros, nuevamente, por lo menos en su caso no era asi, en su infancia la soledad habia abrumado sus días y por compañía tenia a la mora que sus padres habían contratado para servir en la mansión que por hogar llevaba nombre, por titulo y no sentimiento. Teva, era el nombre de aquella mujer de piel de chocolate y menudas carnes, la única que se preocupo por el cuando mas nadie le podia ver, la madre que nunca habia tenido y quien habia inculcado en el las ansias de servir a los demás y la felicidad en pos de otros.

Con que verdad sus palabras tocaban el aire y sin embargo cargaban sobre ellas aquel toque melancólico de aquellos que conocían la desgracia –muchos estarían felices con eso…pero su talento merece conocer escenarios y ver palcos repletos de gente- lo imagino por unos instantes, el telón abriéndose de par en par, el gentío aplaudiendo a la par que la música comenzaba a manar de aquel instrumento que según recordaba se llamaba violín, el por otra parte tocaba el piano y no con la maestría de aquel hombre.

Suponia que el sueño de todo artista era ser conocido por los demás y verse recompensado por su talento pues, a pesar de no compartir el tales pensamientos y anhelos era una persona y como tal lograba entender esas cosas, era además una persona empática, capaz de ponerse en el lugar de otro e imaginar el mundo con otros ojos.

-¿se a imaginado alguna vez sobre un escenario?- ladeo el rostro observándole, a la espera de alguna respuesta exaltante, una sonrisa amplia o un brillo en su mirada, cualquier señal que le indicase que ese sueño debía ser realizado.

por Invitado Lun Abr 11, 2011 12:04 am

No estaba seguro si era mejor antes. Tal vez antes del ataque del hombre lobo, entonces sí, pero antes de pisar París, no lo sabía, amó con intensidad a esa vieja gitana que lo tomó como hijo cuando su propia sangre le dio la espalda, pero los caminos que había andado parecían todos sinuosos, pocos días de paz podía contabilizar en su calendario. ¿Antes?, antes era como ahora, difícil e incierto.

Agachó la mirada y lo escucho decirle lo que él merecía, teatros repletos y ovaciones del público, como si estuviera leyendo su mente, claro que merecía aquello... sin tan sólo se tratara de un ser normal, pero la maldición que era su cruz lo hundía cada vez más impidiéndole seguir adelante, la luna rebosante que reina las noches era su verdugo.

Y luego vino esa pregunta, en ese instante se dio cuenta que hacía mucho tiempo la estaba esperando, y sin embargo no tenía una respuesta lista, actuó como un chiquillo en vísperas de Navidad; alzó la mirada y en ella había una mezcla de sorpresa y anhelo.

-Desde que tengo memoria -fue espontáneo, directo del corazón, crudo y arrojado, una verdad contundente, tanto que se sintió desnudo, pues aquella confesión era algo que no se había atrevido a pronunciar, ni siquiera en sus largas noches solo.

por **Cyrille Vezier** Lun Abr 11, 2011 10:29 am

No era la respuesta esperada ni tampoco la más asombrosa y sin embargo resultaba increíble perfecta porque era real y no habia nada mejor que la verdad. Sonrió de medio lado deformando sus diminutos labios juveniles en lo que podría ser una sonrisa o también una mueca de ironía. Ironía, no la conocía demasiado.

-es tiempo entonces de hacer su sueño realidad- asevero torciendo los labios para comenzar a pensar e imaginar, idear un plan que le ayudase a aquel buen hombre de talento exuberante a derrochar su don al publico desde un escenario importante. Si, quizás, pudiese hablar con su tío y pedirle los nombres de aquellos nobles que sus padres tenían por clientes. Relacionarse con la alta estirpe no solo parisiana o francesa sino del mundo entero podia tener en sus momentos grandes y anhelantes repercusiones, en ese instante por ejemplo podría cumplir el sueño de otro.

-¿podria tocar algo más para mi?...algo que sea especial- le pidió con aquella voz infantil y gesto afable, esperaba poder de aquella forma convencerse del talento que indudablemente el hombre poseia en su cuerpo, como si cada fibra de su cuerpo sintiese las notas que fluían como el agua de las cuerdas de su inusual instrumento –porfavor-

por Invitado Lun Abr 11, 2011 6:09 pm

Parpadeó incrédulo, ¿estaba soñando?, debía ser un sueño, nadie se para a escucharte y decirte aquello, la vida una vez más le estaba jugando bromas pesadas; pero no, no era un sueño, el sol quemando su piel se sentía muy real, y las risas de los niños más allá eran un sonido que nunca había escuchado en sus sueños, porque poco conocía de la dicha de ser niño.

Estuvo a punto de preguntarle cómo, pero luego llegó la petición por una pieza más, con premura sacó de nuevo el violín del estuche y lo acomodó entre su hombro y su barbilla.

-Claro -lo iba a sorprender, y a sí mismo, para qué se mentía, tocaría algo que había escrito el primer día que había llegado a París, una pieza que reflejaba el cómo se sentía perdido y abrumado, pero también cómo su corazón latía con aquel sueño como combustible, triste, porque él era así, pero brillante también, porque creía que incluso la penumbra tenía su resplandor de genialidad-. Esto... lo escribí yo -dijo quedó, nunca tocaba lo que él componía, no para otras personas al menos.

Y eso era, una pieza de romanticismo con toques de su natal Cataluña, porque sabía que él podía salir de ahí, pero los Pirineos, el Llobregat y Barcelona nunca saldrían de él; era visionaria en cierta forma, pues se deslindaba del Clasicismo que comenzaba a perecer como corriente dominante.

Cerró los ojos, porque siempre hacía eso y trataba con todas sus fuerzas, que no eran muchas, contarle a Cyrille su historia por medio de aquella pieza que desgarraba, pero arrullaba por igual.

por **Cyrille Vezier** Lun Abr 11, 2011 10:10 pm

Si lo había escrito el debía prestar más atención de la aun ya merecida, porque pensaba que todo buen artista lograba plasmarse en sus obras, los pintores lo hacían al lienzo y los escritores en sus obras, los actores se inventaban las historias y saliendo de su realidad se volvían aquel personaje que solo en sueños de alguien cobraba vida, adoptaban otra esencia y mejoraban sus vidas, los músicos por otro lado eran difíciles de comprender con tonadas agridulces y aceleradas, con cantos celestiales y endemoniados, piano, arpa o violín, la flauta de pan inclusive y más alla aun los tambores de las tribus bajas y las trompetas de las marchas del rey, todo se resumía al sentir, al vivir y existir, todo se resumía a ser.

Meció su cuerpo sobre sus pies, avanzando de la punta a los talones cual ansioso ser escuchaba con atención observando el rostro sereno del hombre que parecía suavizarse con las notas tañendo en el ambiente, parecía volverse otro al emerger de sus dedos dicha sinfonía que como pesar y placer llevaba a cuestas en sus oídos, se colaban por su corazón abrigándose con algo más que solo el tacto, se hundían bajo su piel como esencias las notas musicales y sus manos comenzaron a temblar a la expectativa de un final exquisito ¿un final? Que Dios le permitiese no escucharle jamás cesar.

Una mujer a su derecha se detuvo a un lado de el para escuchar con igual atención al hombre que inundaba las calles parsianas de lo que todos carecían, derrochaba el más puro talento y arte, se desanudaba sin percatarse y aun con aquella falta de cobijo nadie era capaz de comprender lo que con tanta facilidad se exponía ante ellos “con que don habia sido dotado”

por Invitado Lun Abr 11, 2011 10:50 pm

La pieza crecía, y crecía en un clímax casi teatral y con ello Pablo se sentía más fuerte y más grande, él crecía a la par de su composición, y luego la pasión se fue apaciguando como la de un animal furioso que encuentra consuelo en una mano que desea acariciarlo, poco a poco la intensidad fue bajando hasta que la melodía dejó de sonar como desvaneciéndose en el horizonte. El final llegó y con él el silencio.

Abrió los ojos y aunque tenía un par más de orbes curiosas sobre él, lo único que le importaba era la respuesta de Cyrille, si le había gustado, si había logrado escuchar sus vesanias implícitas en aquella pieza, que era parte de sus propios cantares heroicos, de su poema épico, pero sobre todo, estaba ansioso por saber si su talento sería valorado por aquel amable hombre.

Estaba agotado, a veces tocaba con tanta entrega que al terminar lucía como corredor de maratón griego después de la carrera. Suspiró esperando una reacción o una respuesta.

por **Cyrille Vezier** Mar Abr 12, 2011 11:06 am

Aplaudió, y sus aplausos efusivos llamaron a otros a hacer lo mismo, la poca gente que se congregaba alrededor del artista, pues a sus ojos ser músico era también desprender arte, comenzó a llenar la calle de aquel ruidoso y nada armonioso sonido producto de unas manos reaccionantes de un esfuerzo y sin embargo suponía que aquel ruido más bien exagerado para un alma humilde como la suya resultaba el pan de cada día para alguien que luchaba desde sus entrañas con sus dotes y habilidades perfeccionadas, porque de nada servia poseerlas si uno no se esmeraba en agrandarlas.

-¡maravilloso!- exclamo escuchando como sonido de fondo las múltiples monedas que comenzaban a caer pesadas sobre el cuenco de hojalata o aluminio y pronto, ambos sonidos cesaron permitiéndole nuevamente respirar calma –deberíamos ir a dar un paseo- asevero sonriente, no le parecía lo más correcto decirle su propuesta en aquel lugar y , además, prefería conocer más de aquel buen hombre aunque eso no interferiría en lo que su mente comenzaba ya a labrar como historia de antaño y cuento de hadas, tendría un final feliz sin lugar a dudas.

por Invitado Mar Abr 12, 2011 5:41 pm

Al escuchar los aplausos, hizo una reverencia agradecido, pocas veces se atrevía a tocar su material original pero estaba fascinado con el hecho que fueran del agrado del público en general y Cyrille en particular. Ese dinero extra no le venía mal, claro que no.

Tal vez contaba con una ventaja después de todo, pues aunque aparentaba unos tempranos veinte, duplicaba esa edad y había tenido más vida para pulir con minucioso labor su técnica y su habilidad. En breves momentos como ese, que eran como epifanías en medio del desierto, se daba cuenta que ser lo que era no significaba que todo debiera ser pena y zozobra.

-Claro -se apresuró a guardar el violín nuevamente, quería descubrir cuál era el interés tan vehemente que Cyrille tenía sobre su persona, pues era un pobre diablo-. Después de usted, señor -hizo un ademán con la mano para comenzar la caminata y le habló con aquel respeto que una vez ya le había dicho el hombre frente a él que no era necesario

por **Cyrille Vezier** Mar Abr 12, 2011 10:54 pm

Prosiguió pues a andar con aquel paso lento que le caracterizaba a el y no al resto de las personas, habia visto por lo pocos meses que llevaba e ese lugar que la mayoría de las personas que osaban salir a las calles, porque muchas de las personas ya ni tiempo tenían para gastarlo en caminar, andaban con un paso apresurado, tan rápido que no lograban percatarse de lo que yacia a sus lados, las personas que pudiendo conocer decidían ignorar, los mundos de los cuales se privaban, las esencias que decidían no compartir.

-en verdad me incomoda que me hables asi- sonrio de medio lado azorado por su formalidad al referirse a el, un adolescente sin mucho más en la vida que algunas ayudas a necesitados y por necesitados hablaba de quienes poseían sueños y anhelos y no los recursos para cumplirlos –no soy ningún monarca ni santo, no e publicado una teoría ni descubierto una nueva especie…entonces podrías hablarme de usted- meneo la cabeza como si lo que acababa de decir tuviese en verdad una gracia resguardada.

-¿Cuánto tiempo llevas aquí? En París me refiero- le habia dicho que desde siempre las calles habían sido su escenario, la habia confesado su falta de trabajo y sin embargo no habían estipulado un tiempo para aquellos acontecimientos ¿un mes o diez años? ¿una semana o una vida? ¿importaba? En efecto, no lo hacia. Simple curiosidad que no podia dejar de lado.

por Invitado Miér Abr 13, 2011 3:27 pm

De inmediato lo siguió, manteniendo aquel paso acompasado que era ideal para andar y conversar. Normalmente caminaba más aprisa y con la mirada gacha, sumido en sus pensamientos y problemas, era diferente hacerlo en compañía de alguien, y más aún, conversando.

Sonrió apenado cuando le volvió a decir que la formalidad no era necesaria.

-Lo siento -fue lo único que atinó a decir, apenado pero le agradaba la humildad de ese sujeto y por ello trataría de ya no dirigirse a él como si de hecho se tratara de un monarca.

-Llevo en realidad poco tiempo en París, pero incluso en mi natal Barcelona y en todos los pueblos que recorrí para llegar aquí, a esto es a lo que me he dedicado -porque su travesía no había sido fácil, y se había movido a pie o en carretas que le daban un viaje gratis hasta donde pudieran, tocaba en todas las plazas de los poblados que visitó, unos más grandes que otros, se había convertido en un peregrino en pos de su sueño, y no de Santiago-. ¿Usted es de París? -preguntó movido por mera curiosidad mientras ambos seguían caminando; se le hacía que se ese hombre era demasiado amable para ser un parisino promedio, y demasiado humilde para tener mucho dinero, pero como en todo siempre había excepciones, tal vez él era una.

por **Cyrille Vezier** Jue Abr 14, 2011 11:07 pm

-¡España!- exclamo con el rostro iluminado, lo conocía solo de nombre y por los relatos que los trabajadores de sus padres le hacían cuando curioso se acercaba a ellos para ver que trabajos realizaban, una de sus primeras nanas en efecto habia sido proveniente de aquellas tierras, una mujer alta y de facciones bastante oscas, de nariz aguileña y ojos dulces como la miel, sus cabellos abundantes y crespos y sus cejas bien pobladas y definidas enmarcaban aquel rostro como esculpido por los dioses.

-yo vengo de Burdeos…no espero que lo conozca es realmente un lugar pequeño pero se dan ahí los mejores vinos, queda bastante cerca de España pero sigue siendo territorio Francés- habia aprendido que no era el único que pecaba de curiosidad y contestar tales preguntas le quitaban tan poco y nada que contestarlas le resultaba agradable al saber que con ello lograba apagar los demonios ajenos.

Se llevo un dedo a la frente para hablar -¿cree usted en el destino y la suerte?- necesitaba saber bien como pensaba para saber bien como abordarlo.

por Invitado Vie Abr 15, 2011 12:05 am

Algo se iluminó dentro de él cuando ese hombre exclamó el nombre de su país con tanta alegría, había algo puro y realmente generoso en Cyrille, se sentía en completa calma en su compañía.

Había escuchado de Budeos, precisamente por la cercanía con su país, pero nunca había estado ahí, ni estaba en sus planes visitarlo aunque si era cuna de un hombre como el que tenía en frente tal vez valía la pena visitarlo algún día, además seguía soñando como chiquillo en recorrer todo el mundo como un respetado músico, y lo errante, vaya, era una costumbre que se le había contagiado de los gitanos.

-Suena como un bello lugar -dijo al pintar en su mente los viñedos, debía ser parecido a Castilla, donde sí había estado, pero más hermoso.

Le miró ese gesto y sonrió, aunque la pregunta lo había tomado por sorpresa.

-¿El destino y la suerte? -preguntó, pero era más para sí mismo, el destino y la suerte, si de hecho existían, no habían sido benévolos con él, pero entonces en qué creía, en él nada más-, no lo sé -fue sincero-, pero supongo que si creyera en el destino y la suerte estaría realmente enojado con ellos.

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