Gyula Koram

Es una persona bastante callada y ensimismada, no suele decir lo que precisamente piensa. Su mente casi siempre está conectada con el mar y sus temas preferidos son sobre éste mismo. Es orgulloso y arrogante cuando se trata de su pasado y su legado gitano. No tolera a la gente irrespetuosa de las culturas y prefiere no mezclarse con gente que no sea gitana o de estrato social bajo. Cree que las personas de status sociales altos, son personas engreídas y que sólo desean hacer pasar malos ratos a las personas de su nivel. Es respetuoso cuando tiene que tratar a las personas y más si éstas son personas que lo emplean o cree que merecen el respeto. Con las mujeres es muy serio y prefiere no involucrarse con ellas a menos que sean cortesanas y generalmente son tratos de una sola noche. A veces es melancólico, más cuando se trata de su familia, les extraña mucho pero no regresa a casa porque se siente atado a la vida del circo y las ataduras de todo tipo le molestan.

Siempre viví en este lugar, desde que nací estuve rodeado de esto, de este circo que no me gustaba, acompañado de trucos y magia, de embusteros, gente sombría y muchos personajes que me rodearon desde niño. Mi padre los montaba en esas enormes caravanas y viajamos desde lugares calurosos, a ciudades frías. Conocí las excentricidades de la gente y las propias, estudié entre versos y sonetos los cuerpos de las mujeres, me detuve a pensar en un abismo mientras tocaba el violín, pero luego me embarcaron para navegar en otros mares. Las caravanas era mi lugar, una ciudad ambulante que siempre se iba de un lugar a otro y al verlos de lejos, pensé que mi lugar no era aquel, pertenecía a otro mundo, uno que descubrí después de largos viajes en el océano. Tal vez mi música no era esa, no eran las cuerdas que sujetaban mi vida y mi propio camino era seguir solo. Ellos eran mi familia y seguirían siéndola toda la vida, siempre busqué esos vestigios a mi paso, sus senderos, sus casas y su calor todo dentro del alma gitana, seguí independiente. Los mares marcaron otras batallas, otros rumbos, conduje entre otros sonetos y versos que me enseñaron los ojos de la crudeza de la vida, de la soledad y de a pesar de encontrar aquella felicidad en los cuerpos femeninos, en su sudor, siempre estaba ese vacío que nunca llené con nada. En los libros encontré un escape para olvidar los soles que curtían la piel y en el licor encontré un aliado para pasear en mundos que divertían los malos ratos. Las historias me acompañaron como un manto en medianoche, seres que en su mitología los volvían fantásticos y poderosos, pero nunca me interesaron, todos eran parte de la ficción y de las creencias de los hombres, siempre fue así, había que temerle a la realidad, no a la fantasía. Sin embargo, tenía curiosidad por saber de esos cuentos y leí, leí tanto como pude encontrar, algunos libros estuvieron en las librerías, otros los cambié en los puertos por comida y otros los robé de algún maletero de algún pasajero. Nunca conocí el amor y el único que para mi existía era La mar, que en mi amante se volvió, mi casa y mi sustento, conociendo sus olas que como un navegante me llevaron sobre sus aguas a lugares que nunca imaginé, probando los elixires más exquisitos de la vida, los frutos, los tragos amargos y también las aventuras jamás inolvidables. Llegué a ese puerto, donde la gente hablaba de forma divertida, me pareció elegante la manera en que ellos hablaban, con esa erre gutural y esa ese sutil me pareció encantador. Decidí quedarme un tiempo, era tiempo de descansar un poco antes de volver a tomar las tiendas de mi barco y volver a las aguas de mi única amante. Empezaba la primavera y creo que el olor de la brisa del mar traía un aroma diferente en esta nueva etapa, de esta nueva aventura.

A temprana edad aprendió el arte de las ilusiones en el circo, educó a su cuerpo para ser flexible en la gracia de los malabares. No es un excelente peleador pero sabe defenderse y tiene la suficiente flexibilidad para ser escurridizo y si se lo propone para pasar desapercibido. Lleva consigo un tarot gitano, regalo de su abuela materna, lo usa generalmente para estafar a las personas aunque si se lo propone puede tener vistazos del futuro.