Los sueños paganos de los pobres (Gyula).

por **Dana Luminita** Miér Abr 20, 2011 10:21 pm

La sangre tibia de aquella criatura es especiada como muchas otras, no me llena su sabor, ese sabor dulzón de una crianza mediana, de esos ojos apagados que buscaron consuelo y solo encontraron su destino, la muerte. Tal vez doce años o trece, sus cantos franceses valieron la pena, ahora solo es un cascaron que descansa con dos varas en los ojos, con el pecho abierto y quemándose lentamente en una hoguera en un callejón de aquellos lugares. Un pañuelo limpia un poco aquellos vestigios dulces y con el bastón me abro paso a las calles de Paris, para disfrutar de aquella noche, las torres están conmigo, las torres que son mis sombras, mis guardias, dos hombres corpulentos de más de dos metros, musculosos y bien vestidos que van a donde voy.

El galmour se desprende de mi presencia, un arlequín vestido de caballero, dejando que la sombra de mi sombrero oculte mis ojos de océano frío. Una de las torres abre la puerta de la taberna, y entro enseguida con ese porte perfecto de caballero educado, con algunos movimientos felinos y femeninos, tal vez muchos hombres se cuestionen mi orientación sexual, de un hombre con esos tipos de tendencias, pero no me importa, porque al ver a las torres que me escoltan ni siquiera me miran mucho.

Hoy no tengo más acompañantes que las torres y Hamelín que descansa dentro de mi levita, tomo un lugar como una princesa, ahora mis movimientos masculinos se hacen femeninos, con los más finos modales y clase. Ataviada como un hombre, un catrín de la edad media. La gente no se acerca, mi escolta los a parta. Hago una seña al camarero para que me traiga vino, me quito los guantes mientras observo el espectáculo, mientras me amamanto de los latidos de los corazones, veo aquellos ojos que se despegan y dejan en mi recuerdos, solo aspiro sus olores de almizcle, tabaco y ron, que por más paganos sean sus pecados, siempre tienen sabor a sal.

por **Gyula** Miér Abr 20, 2011 11:41 pm

Había vagado mucho por las calles de París, estaba hambriento y sediento pero no poseía nada de dinero. Observé a lo lejos una taberna, de ella salían cantos y voces de la multitud que se reunía para ahogar sus recuerdos de una vida dura y perderse en la fantasía del alcohol. Yo haría lo mismo. Entré a la taberna abriendo de par en par las puertas, algunos me observaron y susurraron entre ellos. Si, yo era un gitano...uno en tierras lejanas. No me importó las miradas entré y caminé hasta una silla vacía sobre la barra, observé al que atendía y le hablé en Romaní. No me entendió y me sentí frustrado, le hice señas de que quería algo de beber y me quité un anillo de oro de mi mano derecha, era lo único que podía darle a cambio de un par de bebidas y algo de comer.

Al parecer había entendido las señas, me quitó el anillo de manera brusca y lo observó por varios minutos. Supongo que la credibilidad de los gitanos es poca, pero al darse cuenta que era oro verdadero, me sonrió y dijo algo en francés que no pude entender. No tardó en traerme un tarro con cerveza y un plato con algunos trozos de pollo y pan duro. Comencé a devorar todo con prisa y sin ningún miramiento en los protocolos de educación, estaba muriéndome de hambre. De reojo observé a la gente que estaba ahí y mi mirada cambió al observar a la no muerta que me había atacado la otra vez, pero no estaba sola...tenía compañía. Gruñí ligeramente y me quedé con la mirada clavada cual cuchillo filoso en ella.

por **Dana Luminita** Miér Abr 20, 2011 11:55 pm

Muchos aromas se mezclan en el ambiente y de un vaso de madera bebo un vino corriente, mientras más plata se tenga, no importa que seas o quien seas, este mundo violento lleno de gente inmunda, nos mezclamos perfectos, putrefacción que va en evolución.

Doy un sorbo más observando un espectáculo de hombres paganos que disfrutan de estar entre cortesanas, ebrios y vagabundos que solo desahogan su miseria con un vaso de licor barato. Uno a uno hasta que me detengo en una apariencia familiar, su aroma está mezclado con otras cosas y esa hambre que me inquieta, me gusta verle comer. Levanto el vaso de bambú para saludarle con una sonrisa sombría y jalo el saco del guardia para decirle algo a oído y este se marcha hasta donde está el gitano para decirle “Mi señora quiere su compañía. Estará encantada de volver a hacer negocios con usted”.

por **Gyula** Jue Abr 21, 2011 12:15 am

No me sorprendió que enviara a alguno de sus gorilas por mí. Terminé de beber mi tarro de cerveza y tomé el otro para beberlo completamente, definitivamente había cambiado algo de valor por tan poca cosa. Suspiré al oír lo que comentaba el grandulón y negué ligeramente. Si no iba por las buenas, tarde o temprano iría por las malas, así que me levanté y caminé lentamente hasta donde estaba aquel personaje. La mirada casi incendiada que tenía, hablaba muy bien de lo que pasaba en mi interior. ~¿Qué desea...mi señora?~ pregunté de mala gana y crucé mis brazos.

~Hable rápido...porque ésta vez quizás la que termine en las aguas de la madre océano...sea usted...~ dije de manera golpeada y no me importó si me escuchaban algunos de los presentes, estaba casi seguro que no entendían Romaní pero ella seguro que si me había entendido a la perfección.

por **Dana Luminita** Jue Abr 21, 2011 12:27 am

Una amplia sonrisa se plasma en mis labios cuando lo veo levantarse del taburete y luego mis cejas se unen cuando veo al sucio cantinero puliendo un anillo de oro y luego levantando lo que deja el gitano en su lugar. Intercambio, pienso en ese momento. Dinero.
-Siéntese – le digo mientras corro la silla con mi bastón que nunca suelto- Al menos bébase una copa... –Le sirvo un vaso de vino hasta coparlo, mismo vaso de madera de bambú, siempre pierde el sabor, pero así es en esos tipos de lugares donde no saben de elegancia y clase.
-Las noches siempre son noches Menusino, beba tranquilo y hablaremos de negocios... no hay prisa, tenemos tiempo para discutir que es lo que le molesta de mi...

Tengo curiosidad de saber que es lo que tiene en el pecho y quema como miles de soles, y solo quiero mirar sus ojos, aquellos ojos que me recuerdan a esas lunas que perdí.

por **Gyula** Jue Abr 21, 2011 12:34 am

~Yo no recibo ordenes...~ interrumpí pero cambié de opinión al ver la reacción de sus gorilas. Me senté de mala gana y observé lo que servía, ¿creía que con una copa de vino me iba a comprar? ~¿Cree que valgo una copa de vino, mi señora...?~ pregunté observándole fijamente con mis ojos esmeraldas. Odiaba esa palabra, "menusito". ~Menusito no es mi nombre...~ comenté de mala gana y tomé la copa que servía, la olfateé, arriesgando y tenía veneno.

~Faltarían Aeones para que pudiera terminar de decir, TODO lo que me molesta de usted...mi señora...~ hablé socarronamente y le guiñé un ojo mientras bebía de la copa sin dejarle de ver fijamente, la bebí de un golpe y dejé el vaso de bambú sobre la mesa. ~Vamos al grano...¿Qué desea de mi?...~ terminé la frase apuñalándole con una mirada cruel.

por **Dana Luminita** Jue Abr 21, 2011 3:59 pm

No respondo nada aun y con la espalda erguida sin quitar mi porte de caballero ficcional que está en un bar bebiendo con la plebe. Las torres son muy irritables y siempre están a la defensiva, reaccionan a mis órdenes y levando una mano seña que ellos conocen para que se tranquilizaran. No hay problema aun.
-Solo le estoy invitando a una copa de vino –digo dejando el vaso de bambú frente a él y bebo del mío tranquilamente con una sonrisa burlona- Una vez le pregunté su nombre usted no me lo dio, no tengo otro nombre... solo tengo ese.

Le observo y me causa gracia su premura desconfianza y está bien, no me importa, ambos sabemos lo que somos capaces de hacer. ¿Qué es lo que tiene en el pecho? ¿Qué es esa gema que tiene ahí, que brillan como mil soles?
-Tengo una eternidad para escuchar sus incansables quejas... quiero saber que es lo que tiene ahí –le señalo aun con distancia que es lo que tiene en el pecho, justo con la punta de mi bastón, hago una seña al camarero que antes le atendía y este trae como un perro más vino a la mesa.

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