Una historia de cascabeles (Jane Roux)

por **Dana Luminita** Sáb Abr 23, 2011 4:44 pm

Somos los mismos, nada cambia, seguimos en este mundo sin mirar los pasos, aquí seguirnos descubriendo nuevas ciudades...

Shhhh Shhhh...

Ding Dong

Quieren verte con miedo, pero de sus ojos solo nacen preguntas. Crisis del mundo, crisis de una cicatriz, no puedo evitarlo Juana siempre sigue mis pasos, siempre está en mi conciencia, no importa el atuendo, no importa la clase social o ni siquiera si posee o no un alma, ahí está carcomiendo mi piel, lentamente, con su recuerdo. Es la corona que hace competir los egos, y te apuntan con el dedo y quieren quitarte la cabeza, y las posesiones que te vuelcan es este mundo podrido en el que caminamos.

Me miro en ese cristal, un aparador de sombreros. Los cascabeleos de mi sombrero de arlequín suenan cuando avanzo para entrar al local, deseo varios sombreros para mí y para mi muñeca decapitada. Con ropas finas de arlequín de alcurnia estoy en ese lugar, con un maquillaje mal logrado, como si me hubiese maquillado sin un espejo. Mi vestuario de bombachas blancas con morado, botas doradas con cascabeles y un sombrero dorado con blanco que tiene unos emblemas bordados en negro, igual que una capa que tengo amarrada junto con ese prendedor en el cuello que de holanes purpúreos decora junto con los botones que hacen juego con todo el atuendo, pero no quiero un cascabeleo más para mi ropa, quiero algo para ser un mago de cabecera, un sombrero de copa, un sombrero de color purpura...

Ding Dong.

por **Jane Mérimée** Dom Abr 24, 2011 6:24 pm

Pronto sería el cumpleaños de papá y quería hacerle un bonito regalo, tenía pensado qué era lo que le iba a regalar. Del trabajo que hacía con él aunque estuviese en prácticas había reunido algunos ahorros de la paga. No era demasiado pero no tenía nada en que usar el dinero, que para mí era algo banal y el único método para dar paso a la más triste pobreza. No se podía hacer nada contra ello mientras los ricos no soltaran al menos la mitad de lo que tenían porque con la media parte de su fortuna se podría alimentar a media ciudad, todos serían felices.

Me puse un vestido sencillo y sin cancán, con mis botas debajo y el pelo suelto, no me gustaba recogérmelo, me daba dolor de cabeza, esos peinados que usaban los de la gran realeza eran muy apretados, o eso parecía, sólo de verlos me hacía daño. Tomé mi bolsito de mano de color blanco, a juego con mi vestido, y salí de casa tras decirle a mis padres que iría a dar un paseo. Mamá sabía a dónde iba y me sonrió de manera cómplice, papá obviamente no lo sabía, mi regalo sería una sorpresa. Y así puse camino hacia la zona de tiendas. Caminé mirando a todos lados, buscaba una tienda en concreto, una que había visto anteriormente y a la que no había podido entrar en aquel momento por no haber llevado dinero encima. Era una tienda de sombreros para hombres y mujeres, los había de todos los colores, formas y modelos, era todo un sueño. Una belleza a contemplar.

Di unos pequeños saltitos al encontrar lo que buscaba y algunas personas que pasaban por la calle se me quedaron mirando pero no me importó, me dio igual. Las ignoré y entré en la tienda con una sonrisa alegre. Algo llamó mi atención, vi a una persona vestida de manera un tanto estrafalaria pero la abuela me había enseñado que quedarse mirando a la gente era de muy mal gusto así que enseguida me puse a mirar los sombreros de hombre que había, a cuál más bonito, estaba tan fascinada que sabía que me costaría elegir uno para papá.

por **Dana Luminita** Vie Abr 29, 2011 12:53 am

La campanilla de la entrada suena y una joven entra dando unos saltos. ¿La observas Juana? Sí, yo también.

En la espera de la vendedora me quedo y de soslayo miro a la mujer que está también en la tienda. Mi ropa por más extravagante que fuera, era parte de lo que es mi vida, un arlequín de la corte de ajedrez, sin embargo, me importa un pepino ¿Estás de acuerdo conmigo Juana?... lo sé pequeña...

La proveedora me mira con cierto temor y me pregunta que es lo que deseo... y como por arte de magia saco un papel dándoselo en la mano. Una lista de sombreros que deseo, con sus respectivos dibujos. A la mujer le brillan los ojos y a mí se me tuerce una sonrisa. Me quito el sobrero de arlequín y lo dejo en el mostrador y la mujer lo toma para sacarle las medidas haciendo sonar los cascabeles. Mis ojos se posan sobre la única cliente que está ahí y no tengo esa cordialidad de no mirarla, al contrario, la miro con extrema curiosidad. Mis pasos avanzaron hasta su lado con sigileza y me quedo mirando el sombrero que ella está mirando.
-Tal vez una circunferencia pueda ser más pequeña o más grande en un mundo lleno de avaricia... ¿su cabeza... o de otra persona...?

por **Jane Mérimée** Miér Jun 08, 2011 8:38 am

Spoiler:

Me había quedado absorta observando sombreros, eran hermosos, a cada cual más bonito. Por eso, el susto al ver a aquella estrafalaria y escalofriante persona junto a mí tan de repente fue inevitable. ¿Y si se había dado cuenta de que me había quedado mirándola un rato y se había molestado o enfadado? Esperaba que no... Di un respingo y ahogué por los pelos un grito en mi garganta. Siempre había tenido buenos reflejos y por ello podía sobresaltarme por cualquier cosa o ser que entrase en mi campo de visión repentinamente, sobre todo por mi sordera, pero ver a aquella persona a mi lado casi me dio un susto de muerte.

Alcancé a entender su pregunta solamente porque fue lo único que me dio tiempo a leer en sus labios. Me daba un poco de miedo, tanto por su aspecto como por la idea de que podía haberse percatado de que la había estado observando con gran sorpresa, eso me estaba casi carcomiendo por dentro. Si se había enfadado podía pedirle disculpas pero el problema era que no las aceptara. Respiré hondo porque parecía no haber prestado atención a ese detalle ni a mi nerviosismo y había preguntado directamente por los sombreros.

―La... La mía. ―tuve que obligarme a mí misma a tranquilizarme y a hablar de manera normal, sin trabarme.

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