Lienzo de gitana [Aishe Barrul]

Si quería ver gitanos, podría haber ido al circo de la ciudad, es más cercano y ahí mismo podrían leer mi mano, sin embargo, aquí parece tener más posibilidades de encontrarla a ella. Remango mi camisa blanca, dejando ver mis tatuajes, mi mano derecha en mis pantalones grises y sostengo el objeto en mi mano izquierda.

Hace mucho que no pasaba lo de esta mañana, tuve una premonición, suficientemente fuerte como para hacer que me levantara de la cama de un salto, envuelto en sudor y con mi respiración agitada.
El sueño se sintió demasiado real esta vez, casi como si pudiera respirar ese aire con aroma a tierra húmeda y pasto envuelto en estrellas. Sentía el calor de aquellas brazas, como si el fuego quisiera quemarme mientras dormía. Prácticamente estaba acariciando el tronco en el que estaba sentado, podía sentir la madera, caliente por el fuego. Pero mi atención no se fijaba en las llamas, el tronco o la tierra. Una bella figura danzaba frente a mí, alrededor del fuego, con pandero en la mano. Sus caderas hacían que el movimiento de su larga falda fuera casi una extensión del cuerpo de la preciosa mujer. Un vientre plano, piernas largas, cabello castaño, piel aperlada, sin duda la perfecta imagen que cualquiera tuviera de una gitana. Cada que daba la espalda podía ver una cicatriz en su espalda, mas no su final.
Se acerco a mi sonriendo y sus bellos ojos se oscurecieron al acerca a mí, como si supieran, con sólo estar cerca, que yo no soy un simple hombre.

-Debo pintar-me dije al levantarme. Sin vestirme comencé a esbozar en el lienzo al lado de mi cama, a la preciosa gitana, teniendo especial cuidado en sus ojos característicos y sus gruesos labios. Al terminarlo, me fui a preparar para salir, me lleve el lienzo y camine por la ciudad, teniendo esperanzas de tal vez verla aquí. No fue hasta la tarde que decidí venir aquí y llegar al anochecer.
-No me siento seguro-dije casi susurrando, pasando entre las carpas y carretas de los gitanos-es como si supieran que soy brujo, no es como si tuviera un enorme anuncio en la frente.Un hombre alto y fornido se me acerca, su aire amenazante me recuerda a aquel gitano que encontré en el mercado, la noche que conocí a Lyuba. El hombre me mira y suspira, como toro a punto de embestirme.

-¿Qué desea alguien de tu clase aquí?-me dice amargamente.
-Buenas noches, amable señor-le digo sonriendo, ignorando su lenguaje brusco-vengo en busca de alguien que he buscado todo el día.
-Aquí no hay nadie como tú, ni que se interese en encontrarte-me contesta con la misma brusquedad, levantando su mano hacia mi pecho, empujándolo un poco.
-Le ruego, no tome a mal mi comentario, pero no vengo por problemas, solo encontrar a alguien-le digo sin dejar de sonreír.
-¡Te queremos fuera!-pierde el control y me empuja unos centímetros.
-…ojala no hubiera hecho eso…señor-me acerco y de mi bolsillo saco una manopla de plata, fundida de balas de un arma de mi padre, tengo la teoría que si la uso en un licántropo, posiblemente lo pueda herir sin matarlo. Lastima que la tendré que poner a prueba con un gitano.
Subo con fuerza el brazo y lo golpeo en la quijada, levantándolo unos centímetros para patearle el estomago mientras esta en el aire. Lo hago caer al suelo, de donde se levanta rápidamente. Dejo el lienzo en el suelo, volteando hacia arriba y suspiro-No me gusta pelear…

Una tarde más como cualquier otra en donde los colores del viento parecían mezclarse con el matiz del cielo, donde el brillo de la mirada de algunos parecía iluminar el sendero de otros y en donde las palabras se esfumaban en el aire como si las propias figuras humanas borraran su estela al pasar junto a ellas; una de esas tardes en donde todo lo cercano parece inmóvil y lo lejano un remolino de posibilidades.

Algo le decía que la esperaban, giraba el rostro para mirar sobre su hombro sintiéndose observada; su espíritu se sentía aprisionado como si una jaula de humo se hubiese formado alrededor, sus pies no perdían la gracia levantándose en punta cada que giraba sobre si para asegurarse que venía sola. Los demás gitanos la veían pasar abriéndole paso ante la gracia de su andar, sonriendo a su porvenir sin saber la preocupación que a su corazón abrumaba.

Comenzó a tararear una melodía cerrando sus ojos para no pensar en lo que ese día le guardaba; un paso, un giro, dos pasos y se detuvo en seco al oír aquella voz gruesa y rasposa que se le hacía tan conocida uno de los gitanos que mayor respeto infundía, un hombre de groso torso con quijada hundida, barba cerrada y ojos de furia peleaba con un hombre de tez blanca, rostro sereno y mirada... su corazón sintió un vuelto, su alma se elevó hasta el cielo y sus pies se movieron como si estuvieran poseídos o hechizados.

- Si no le gustan las peleas... su cuerpo se acercaba cada vez más al lugar rodeando por detrás al hombre de tez blanca hasta quedar justo en medio de ambos hombres al compás que sus pupilas se dilataban haciendo que sus ojos se volvieran negros como el carbón y que de su piel se erizaran los vellos -...¿para qué continuar la provocación? alzó su mano hasta media altura intentando que el gitano comprendiera que no debía seguir; pocos de su clase tenían la capacidad de identificarlos y por eso ella era respetada en su mirada se observaba aquel reflejo de sus almas.

Entre la gente que pasa puedo ver el bello rostro de la gitana con la que soñé, cuando la veo a los ojos noto que algo en ellos cambio, se han hecho negros. Cuando siento la empatía con su corazón, me golpea con fuerza la sensación de amenaza, posiblemente hacia a mi. A su vez me comienzo a sentir amenazado yo, la gente se junta alrededor y parece que ya se dieron cuenta que no soy un simple humano.

-…sin embargo usted me provoco-digo cuando el sujeto de acerca a mi con toda la intensión de romperme el rostro.

Esta vez me hago un lado al esquivar su golpe, mis pies se mueven con velocidad y gracia dignos de un bailarín, no de un peleador. Pronto la multitud aumenta y puedo ver a varios gitanos amenazando con la mano, otros parece tener toda la intensión de entrar en el conflicto ¿Qué no creen en el 1 contra 1?

Pronto la multitud se cierra alrededor, pierdo de vista a la gitana de la pintura entre una lluvia de golpes. Pronto pierdo el conocimiento y todo se vuelve oscuridad, las personas se abre y mi cuerpo se deja ver tirado en piso.
Un hombre acerca y toma mi pulso.

-Está muerto-dice casi con alegría-lo mataron a golpes.

Suspiro desde donde se encontraba la primer multitud al inicio de la pelea, mientras la gente se disipa y se llevan mi “cuerpo"-Debería de aprender a usar ese poder, no solo cuando esto amenazado-pienso para mi. Llevo el lienzo en la mano, me asegure de tomarlo antes de mi huida y puedo ver perfectamente la espalda de la chica de la pintura.
Me acerco a la gitana, que parece que se quedo toda la escena.

-Lamento haber respondido así a la agresión de su gente, señorita-le digo hablándole desde mi perfil-creo que a veces no podemos evitar que nuestra búsqueda nos nuble el juicio y cuando uno busca la hermosura, es difícil mantenerse cuerdo ¿No lo cree?-le muestro la pintura, un cuadro preciso de su figura, su rostro y casi sus movimientos-la vi en una premonición esta mañana, me tomo toda la tarde decidirme en llegar aquí y ahora parecen que piensan que estoy muerto, hasta que se den cuanta que lo que llevan en hombros es un tronco.

Camino rodeándola, sosteniendo el lienzo para que lo vea y quedo frente a ella, sonriéndole.

-De verdad, lamente la forma en que me presente ante ustedes-le repito haciendo una reverencia -Soy Rayner Andrews, señorita.