AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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De un Brillante y Triste Azul [Yulianna Fiódorovna]
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De un Brillante y Triste Azul [Yulianna Fiódorovna]
Llevaba ya una semana en París, ya se manejaba un poco por la ciudad. Y se había encontrado con personas nuevas, y con una amiga del pasado.
- Las cosas van bien – pensó mientras vagaba por el centro comercial de la ciudad.
Miraba los adornados escaparates de las tiendas, encontrándose con miles de curiosidades, perfumes y libros. De pronto, termina frente al escaparate de una tienda llamada "Mode Révolution". Carmmine nunca fue vanidosa en el sentido estricto de la palabra, pero no se permitía dejar de ser elegante y sofisticada, cuando mantenía la compostura al menos, momentos que se estaban haciendo permanentes desde que había llegado a París.
Antes podría haberse permitido pasar incluso solo con la ropa de Azael por la casa, pero eso había cambiado. Ya no vivía en Inglaterra, donde además había dejado la mayor parte de su guardarropa con todos esos hermosos vestidos y zapatos. Había traído solo unos cuantos vestidos, sus favoritos, los azules.
Finalmente, tras pensárselo un rato decidió entrar, aunque no tan entusiasmada como pensó que estaría, eso hasta que vio en el interior de la tienda un precioso vestido azul con detalles dorados.
- Azul… como los ojos de Azael… - susurró despacio, y es que el vestido era exactamente del mismo color de los tristes ojos de Azael, aquellos que vio por última vez en Inglaterra.
Estaba embelesada con el vestido, era contradictorio, quería ese vestido y seguramente se volvería su favorito, pero su color era tan idéntico al de los ojos de Azael que le daba tristeza y rabia, al recordar todo lo que ella le había hecho. Trató de alejar la vista del vestido para no comenzar a llorar, encontrando su mirada con la que parecía ser la dueña del lugar.
- Buenas noches, buscaba algo que me gustara, llevo poco tiempo aquí y como el viaje fue de improviso no traje casi nada conmigo. Y para serle honesta, no soy muy buena en esto de comprar – dice con voz melancólica, recordando que era Azael quien le escogía y mandaba a confeccionar los vestidos.
- Las cosas van bien – pensó mientras vagaba por el centro comercial de la ciudad.
Miraba los adornados escaparates de las tiendas, encontrándose con miles de curiosidades, perfumes y libros. De pronto, termina frente al escaparate de una tienda llamada "Mode Révolution". Carmmine nunca fue vanidosa en el sentido estricto de la palabra, pero no se permitía dejar de ser elegante y sofisticada, cuando mantenía la compostura al menos, momentos que se estaban haciendo permanentes desde que había llegado a París.
Antes podría haberse permitido pasar incluso solo con la ropa de Azael por la casa, pero eso había cambiado. Ya no vivía en Inglaterra, donde además había dejado la mayor parte de su guardarropa con todos esos hermosos vestidos y zapatos. Había traído solo unos cuantos vestidos, sus favoritos, los azules.
Finalmente, tras pensárselo un rato decidió entrar, aunque no tan entusiasmada como pensó que estaría, eso hasta que vio en el interior de la tienda un precioso vestido azul con detalles dorados.
- Azul… como los ojos de Azael… - susurró despacio, y es que el vestido era exactamente del mismo color de los tristes ojos de Azael, aquellos que vio por última vez en Inglaterra.
Estaba embelesada con el vestido, era contradictorio, quería ese vestido y seguramente se volvería su favorito, pero su color era tan idéntico al de los ojos de Azael que le daba tristeza y rabia, al recordar todo lo que ella le había hecho. Trató de alejar la vista del vestido para no comenzar a llorar, encontrando su mirada con la que parecía ser la dueña del lugar.
- Buenas noches, buscaba algo que me gustara, llevo poco tiempo aquí y como el viaje fue de improviso no traje casi nada conmigo. Y para serle honesta, no soy muy buena en esto de comprar – dice con voz melancólica, recordando que era Azael quien le escogía y mandaba a confeccionar los vestidos.
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: De un Brillante y Triste Azul [Yulianna Fiódorovna]
12:00. ¿Hora del té? No. De vuelta al trabajo.
Eran a penas las doce en punto. Yulianna no había podido ir a la cafetería como cada día, pues la habían echo llamar, puesto que al parecer había mucha gente en la tienda. Pero lo extraño era que nadie se decidía a comprar, y no porque no les gustasen las prendas, sino porque se encontraban demasiado indecisos. Y ahí estaba el don de Yulia: ayudar a elegir, aconsejar sinceramente. Y después de atender a una hermosa dama, que quería sorprender a su prometido en la velada, se fijó en una muchacha que se había quedado prendada de un vestido azul. O eso parecía. Pero no era cualquier vestido, sino uno de los más elegantes y sofisticados de la estancia. Y eso hizo sonreír a Yulianna, pues no todo el mundo tenía el don de la elegancia y el buen gusto, pero esa joven, a la cual veía en esta ocasión por primera vez parecía tenerlo. Y entonces escuchó que le pedía ayuda. Lo extraño de todo esto no fue el echo de que le pidiese apoyo para elegir un traje, sino el tono de voz: triste diría Yulia, y eso la disgustaba. ¿Qué escondería la profunda mirada de esa joven? Eso la intrigaba, pero ella era así.
-Madame. -dijo con un tono humilde y familiar. -Será un placer ayudarla. Soy Yulianna. -pero obvió decir que era la dueña, aunque eso se notaba, pues sus trabajadores y trabajadoras llevaban atuendos elegantes, y todos iguales. Pero ella no vestía como ellos. No en esta ocasión. -No he podido evitar fijarme en el precioso vestido que parece gustarle... ¿Me equivoco? -dijo tomando la prenda entre sus brazos y mostrándosela. Tenía una tela suave como la seda. SIn duda sería una buena elección. -Debería probárselo.
Eran a penas las doce en punto. Yulianna no había podido ir a la cafetería como cada día, pues la habían echo llamar, puesto que al parecer había mucha gente en la tienda. Pero lo extraño era que nadie se decidía a comprar, y no porque no les gustasen las prendas, sino porque se encontraban demasiado indecisos. Y ahí estaba el don de Yulia: ayudar a elegir, aconsejar sinceramente. Y después de atender a una hermosa dama, que quería sorprender a su prometido en la velada, se fijó en una muchacha que se había quedado prendada de un vestido azul. O eso parecía. Pero no era cualquier vestido, sino uno de los más elegantes y sofisticados de la estancia. Y eso hizo sonreír a Yulianna, pues no todo el mundo tenía el don de la elegancia y el buen gusto, pero esa joven, a la cual veía en esta ocasión por primera vez parecía tenerlo. Y entonces escuchó que le pedía ayuda. Lo extraño de todo esto no fue el echo de que le pidiese apoyo para elegir un traje, sino el tono de voz: triste diría Yulia, y eso la disgustaba. ¿Qué escondería la profunda mirada de esa joven? Eso la intrigaba, pero ella era así.
-Madame. -dijo con un tono humilde y familiar. -Será un placer ayudarla. Soy Yulianna. -pero obvió decir que era la dueña, aunque eso se notaba, pues sus trabajadores y trabajadoras llevaban atuendos elegantes, y todos iguales. Pero ella no vestía como ellos. No en esta ocasión. -No he podido evitar fijarme en el precioso vestido que parece gustarle... ¿Me equivoco? -dijo tomando la prenda entre sus brazos y mostrándosela. Tenía una tela suave como la seda. SIn duda sería una buena elección. -Debería probárselo.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Re: De un Brillante y Triste Azul [Yulianna Fiódorovna]
- Carmmine Von Misson, un placer conocerla – dijo cordialmente – y tiene usted razón, señorita, me gusta mucho este vestido pero su color me trae ciertos recuerdos un poco tristes. Pero como todos tendemos a ser algo masoquistas, creo que me lo probaré si usted cree que me sentaría bien.
Se notaba que Yulianna era la dueña de la tienda, y no era solamente porque llevaba un atuendo diferente al de los dependientes, sino por su desplante y la propiedad con la que se movía por la tienda.
- Podría usted asesorarme de forma integral, me interesa mucho este vestido en particular, pero de nada me sirve sin un conjunto completo, y por supuesto, el dinero no es problema – dice sonriendo.
El dinero nunca había sido un problema, mucho menos ahora que había conseguido que se le heredara todo aquello que el vil de su padre no quiero gastar en su rescate. Pero eso ya daba igual, ahora era libre de gastárselo en lo que quisiera.
Volvió a posar los ojos en el vestido, casi se había olvidado de él, y no pudo evitar pensar si hubiese sido para mejor. Y es que al verlo no podía evitar pensar en los ojos que Azael debe haber puesto al no encontrarla durmiendo a su lado. Era mejor no pensar en eso, no dejar que ese dolor se plantara en una mueca en su rostro.
- Y bien, ¿Qué dice? – pregunta tratando de fingir que todo va bien.
Se notaba que Yulianna era la dueña de la tienda, y no era solamente porque llevaba un atuendo diferente al de los dependientes, sino por su desplante y la propiedad con la que se movía por la tienda.
- Podría usted asesorarme de forma integral, me interesa mucho este vestido en particular, pero de nada me sirve sin un conjunto completo, y por supuesto, el dinero no es problema – dice sonriendo.
El dinero nunca había sido un problema, mucho menos ahora que había conseguido que se le heredara todo aquello que el vil de su padre no quiero gastar en su rescate. Pero eso ya daba igual, ahora era libre de gastárselo en lo que quisiera.
Volvió a posar los ojos en el vestido, casi se había olvidado de él, y no pudo evitar pensar si hubiese sido para mejor. Y es que al verlo no podía evitar pensar en los ojos que Azael debe haber puesto al no encontrarla durmiendo a su lado. Era mejor no pensar en eso, no dejar que ese dolor se plantara en una mueca en su rostro.
- Y bien, ¿Qué dice? – pregunta tratando de fingir que todo va bien.
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: De un Brillante y Triste Azul [Yulianna Fiódorovna]
Yulianna frunció el ceño al escuchar "recuerdos tristes", pues los recuerdos, recuerdos son, pero agua pasada. Uno no debe atormentarse continuamente por los problemas.
-Pruébeselo... hágame caso. -Mientras tanto, Yulia buscó completentos... pero debían ser especiales, para una clienta como esa, que además era nueva. Y seguramente, si quedaba satisfecha, volvería por la tienda. Así que recorrió la tienda, pero ya tenía en mente lo que buscaba. Sonrió satisfecha, y a penas cuando regresó la vio. Estaba deslumbrante.
-Sin duda está usted maravillosa. -dijo mirándola. Parecía echo a medida para ella. Y era la hora de mostrarle los complementos.
-Mire... los he escogido especialmente para usted. -admitió mostrándole primero el anillo.
Yulianna le entregó todo, pendiente de su reacción.
-Pruébeselo... hágame caso. -Mientras tanto, Yulia buscó completentos... pero debían ser especiales, para una clienta como esa, que además era nueva. Y seguramente, si quedaba satisfecha, volvería por la tienda. Así que recorrió la tienda, pero ya tenía en mente lo que buscaba. Sonrió satisfecha, y a penas cuando regresó la vio. Estaba deslumbrante.
-Sin duda está usted maravillosa. -dijo mirándola. Parecía echo a medida para ella. Y era la hora de mostrarle los complementos.
-Mire... los he escogido especialmente para usted. -admitió mostrándole primero el anillo.
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Yulianna le entregó todo, pendiente de su reacción.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Re: De un Brillante y Triste Azul [Yulianna Fiódorovna]
Carmmine accedió a probarse el vestido, aunque se sentía un poco extraña haciéndolo en un lugar que no fuera su casa. No le gustaba desnudarse frente a personas que no conocieran su naturaleza, por miedo a la reacción que podrían tener frente a la textura y color de su piel.
Al desnudarse frente al espejo, en el lugar del que disponía la tienda para ello, no pudo evitar mirar su cuerpo de doncella de 17 años, su eterno cuerpo de 17 años. Ya casi había perdido la noción de tiempo que transcurrió desde que murió, pero sin duda, de estar viva su cuerpo sería muy diferente. En cambio, tenía una hermosa y delicada piel, unas extremidades perfectamente proporcionadas con su altura, y un rostro juvenil, pero que parecía solo ser sincero cuando se trataba de la tristeza.
- Basta de pensar en eso – se dijo así misma, ya que no debía perder el tiempo ni la concentración en cosas como esa, que ya no tenían arreglo.
Se puso y vestido, el cual sorprendentemente se ceñía de forma perfecta en su cuerpo. Era la elección perfecta, la primera. Solo bastaba acompañarlo con los detalles adecuados, y sería un vestido para ocasiones especiales. En eso pensaba cuando la dueña de la tienda entró con dichos detalles faltantes.
- Son preciosos – dijo admirada cuando vio el anillo y los pendientes – de un precioso turquesa – no es que fuese su color favorito, pero quedarían estupendos con el vestido.
Frente al espejo, se puso los pendientes, los cuales consiguió colocar después de fallar torpemente la primera vez. El anillo lo dejo para el final, se lo calzó en la mano derecha de una forma tan solemne como si fuese una ceremonia… un compromiso.
- Tiene usted un excelente gusto, señorita Yulianna, además de una increíble capacidad para acertar a las medidas – decía mientras cerraba delicadamente los broches de los zapatos.
Habiendo terminado lo que parecía un ritual, cerró los ojos y se paró frente al espejo, como buscando algo de valor para mirarse. Cuando al fin consiguió hacerlo, no pudo sino sorprenderse de la delicadeza que había adquirido su semblante, pese a que seguía pareciendo una joven doncella.
Al desnudarse frente al espejo, en el lugar del que disponía la tienda para ello, no pudo evitar mirar su cuerpo de doncella de 17 años, su eterno cuerpo de 17 años. Ya casi había perdido la noción de tiempo que transcurrió desde que murió, pero sin duda, de estar viva su cuerpo sería muy diferente. En cambio, tenía una hermosa y delicada piel, unas extremidades perfectamente proporcionadas con su altura, y un rostro juvenil, pero que parecía solo ser sincero cuando se trataba de la tristeza.
- Basta de pensar en eso – se dijo así misma, ya que no debía perder el tiempo ni la concentración en cosas como esa, que ya no tenían arreglo.
Se puso y vestido, el cual sorprendentemente se ceñía de forma perfecta en su cuerpo. Era la elección perfecta, la primera. Solo bastaba acompañarlo con los detalles adecuados, y sería un vestido para ocasiones especiales. En eso pensaba cuando la dueña de la tienda entró con dichos detalles faltantes.
- Son preciosos – dijo admirada cuando vio el anillo y los pendientes – de un precioso turquesa – no es que fuese su color favorito, pero quedarían estupendos con el vestido.
Frente al espejo, se puso los pendientes, los cuales consiguió colocar después de fallar torpemente la primera vez. El anillo lo dejo para el final, se lo calzó en la mano derecha de una forma tan solemne como si fuese una ceremonia… un compromiso.
- Tiene usted un excelente gusto, señorita Yulianna, además de una increíble capacidad para acertar a las medidas – decía mientras cerraba delicadamente los broches de los zapatos.
Habiendo terminado lo que parecía un ritual, cerró los ojos y se paró frente al espejo, como buscando algo de valor para mirarse. Cuando al fin consiguió hacerlo, no pudo sino sorprenderse de la delicadeza que había adquirido su semblante, pese a que seguía pareciendo una joven doncella.
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: De un Brillante y Triste Azul [Yulianna Fiódorovna]
Al fin respiró tranquila. Le habían gustado. O eso había dicho, pero seguramente fuese verdad, puesto que sonreía mientras se miraba al espejo. El vestido, los zapatos, y cada detalle se ajustaban a ella. Solo le quedaba un buen peinado, y compañía. ¿O ya la tendría? Pero no se atrevía a preguntar, puesto que probablemente se sintiese ofendida.
-¿Contenta? -dijo sonriendo. Había echo un buen trabajo, al menos por esa vez. -¿Desea algo más? -preguntó Yulianna con una tierna sonrisa. Pero entonces se calló, pues justo cuando la muchacha se miró al espejo por última vez con todos los complementos puestos, parecía que le faltasen ganas de verse, o quizás era pereza... Yulianna no estaba segura de qué se trataba, pero sabía que a esa jóven le ocurría algo... ¿y cómo preguntarle?
-Madame... Veo en sus bonitos ojos la tristeza que la recorre. Pero debe ser feliz. -Se atrevió a decir de la manera más sutil que encontró, tomando su mano, intentando reconfortarla.
-¿Contenta? -dijo sonriendo. Había echo un buen trabajo, al menos por esa vez. -¿Desea algo más? -preguntó Yulianna con una tierna sonrisa. Pero entonces se calló, pues justo cuando la muchacha se miró al espejo por última vez con todos los complementos puestos, parecía que le faltasen ganas de verse, o quizás era pereza... Yulianna no estaba segura de qué se trataba, pero sabía que a esa jóven le ocurría algo... ¿y cómo preguntarle?
-Madame... Veo en sus bonitos ojos la tristeza que la recorre. Pero debe ser feliz. -Se atrevió a decir de la manera más sutil que encontró, tomando su mano, intentando reconfortarla.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Re: De un Brillante y Triste Azul [Yulianna Fiódorovna]
- Huí de la compañía, señorita Yulianna – dijo sin darse cuenta.
Se había puesto en evidencia, y es que aún a pesar de todo el tiempo que había pasado, no sabía controlar sus poderes, y sin querer había confundido los pensamientos de Yulianna con palabras audibles. Se estaba comenzando a alarmar… Quizás no se había dado cuenta, pensó.
Ella había abandonado a su maestro, a su amante, solo para evitar dañarlo y decepcionarlo. Por eso había llegado a Francia, huyendo como una vil criatura. Pero era momento de cambiar el cristal.
- Si, querida, estoy muy contenta con el vestido y los accesorios – dijo tratando de aparentar una sonrisa – Y este vestido es solo el primero, me gustaría adquirir un guardarropa completo, pero ya habrá tiempo para eso.
Tenía muchas cosas planeadas para su estadía en París, pero también había aprendido que los planes por más elaborados que fueran podían caerse en pedazos de un momento a otro, aun a causa de la más pequeña de las dudas. Así que de momento, tenía que conocer la ciudad y confeccionar un guardarropa adecuado para alguien como ella.
- Tristeza… - dice suspirando – tristeza es poco decir, querida, pero tienes razón, se debe ser feliz y aprovechar la vida que le queda a cada uno, más si se es joven – dice tratando de ocultar la ironía de su inmortal cuerpo, en el momento en que Yulianna le toma la mano.
Sabía que estaría fría, pero por un momento olvidó que era una vampira, se sintió como una joven normal. Le agradaba la tienda, y más la propietaria, que aun desconociendo su naturaleza parecía entender sus problemas sin siquiera contárselos.
- ¿Sería tan amable de asesorarme con el resto, Yulianna? – dijo sonriendo, esta vez, de una forma sincera.
Se había puesto en evidencia, y es que aún a pesar de todo el tiempo que había pasado, no sabía controlar sus poderes, y sin querer había confundido los pensamientos de Yulianna con palabras audibles. Se estaba comenzando a alarmar… Quizás no se había dado cuenta, pensó.
Ella había abandonado a su maestro, a su amante, solo para evitar dañarlo y decepcionarlo. Por eso había llegado a Francia, huyendo como una vil criatura. Pero era momento de cambiar el cristal.
- Si, querida, estoy muy contenta con el vestido y los accesorios – dijo tratando de aparentar una sonrisa – Y este vestido es solo el primero, me gustaría adquirir un guardarropa completo, pero ya habrá tiempo para eso.
Tenía muchas cosas planeadas para su estadía en París, pero también había aprendido que los planes por más elaborados que fueran podían caerse en pedazos de un momento a otro, aun a causa de la más pequeña de las dudas. Así que de momento, tenía que conocer la ciudad y confeccionar un guardarropa adecuado para alguien como ella.
- Tristeza… - dice suspirando – tristeza es poco decir, querida, pero tienes razón, se debe ser feliz y aprovechar la vida que le queda a cada uno, más si se es joven – dice tratando de ocultar la ironía de su inmortal cuerpo, en el momento en que Yulianna le toma la mano.
Sabía que estaría fría, pero por un momento olvidó que era una vampira, se sintió como una joven normal. Le agradaba la tienda, y más la propietaria, que aun desconociendo su naturaleza parecía entender sus problemas sin siquiera contárselos.
- ¿Sería tan amable de asesorarme con el resto, Yulianna? – dijo sonriendo, esta vez, de una forma sincera.
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: De un Brillante y Triste Azul [Yulianna Fiódorovna]
"Huí de la compañía" Logró escuchar Yulia, pues esa muchacha estaba inundada de nostalgia, de tristeza... de amor. Amor por alguien que no estaba.
Anteriormente había reconocido que acababa de llegar a la ciudad... ¿Habría huido de un agrio amor? Quizás un desengaño, o un problema personal... pero más bien su dolor parecía dolor del corazón. Estaba enamorada, o eso parecía, pero Yulianna conocía esos ojos. Miles de muchachas se acercaban desoladas hasta ella, buscando un vestido perfecto, buscando deslumbrar, "una presa" decían algunas.
Yulianna acarició su mano fría. Muy fría, pero pensó que sería porque se había destemplado al cambiarse.
-Bueno querida... cámbiese o se quedará fría. -Dijo en tono cordial. Entonces se dispuso a salir, pero se giró y la miró.
-No esté triste... no es bueno, de veras... alégrese. -Dijo con una sonrisa. -La invito a tomar un café. ¿Le apetece? -Añadió intentando hacerla sentir mejor.
Anteriormente había reconocido que acababa de llegar a la ciudad... ¿Habría huido de un agrio amor? Quizás un desengaño, o un problema personal... pero más bien su dolor parecía dolor del corazón. Estaba enamorada, o eso parecía, pero Yulianna conocía esos ojos. Miles de muchachas se acercaban desoladas hasta ella, buscando un vestido perfecto, buscando deslumbrar, "una presa" decían algunas.
Yulianna acarició su mano fría. Muy fría, pero pensó que sería porque se había destemplado al cambiarse.
-Bueno querida... cámbiese o se quedará fría. -Dijo en tono cordial. Entonces se dispuso a salir, pero se giró y la miró.
-No esté triste... no es bueno, de veras... alégrese. -Dijo con una sonrisa. -La invito a tomar un café. ¿Le apetece? -Añadió intentando hacerla sentir mejor.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Re: De un Brillante y Triste Azul [Yulianna Fiódorovna]
Al parecer no la había oído, o quizás por respeto decidió ignorar aquel comentario que había resultado ser la respuesta de un descuido. Desde ahora estaría más atenta, no podía darse el lujo de arruinar una relación que se veía prometedora, solo por culpa de sus incontrolados poderes.
Yulianna acarició la mano de Carmmine, eso la asustó de sobremanera, ya que sin duda notaría que la temperatura de su cuerpo no era normal y se asemejaba más a la de una estatua de mármol… o un cadáver, sería una comparación más correcta. Estaba tan sorprendida con su gesto, que no sabría cómo respondería si le preguntaba sobre su temperatura ¿Problemas de circulación? Así que sintió un enorme alivio en el momento en que Yulianna pareció pensar que el frío tacto de su cuerpo era debido al brusco cambio de temperatura al cambiarse.
- Tiene usted razón, no quisiera enfermarme, así no podría lucir este vestido pronto – dijo sonriendo ya más relajada.
Ya estaba comenzando a quitarse los hermosos zapatos dorados que hacían un juego perfecto con los ribetes dorados del vestido, cuando la joven se volteó para invitarle un café.
- Por supuesto, si es que no le causo molestias con ello – dijo recordando lo atestada que estaba la tienda, a pesar de ser ya muy tarde - ¿Es aquí en la tienda o en un café del centro?
Yulianna acarició la mano de Carmmine, eso la asustó de sobremanera, ya que sin duda notaría que la temperatura de su cuerpo no era normal y se asemejaba más a la de una estatua de mármol… o un cadáver, sería una comparación más correcta. Estaba tan sorprendida con su gesto, que no sabría cómo respondería si le preguntaba sobre su temperatura ¿Problemas de circulación? Así que sintió un enorme alivio en el momento en que Yulianna pareció pensar que el frío tacto de su cuerpo era debido al brusco cambio de temperatura al cambiarse.
- Tiene usted razón, no quisiera enfermarme, así no podría lucir este vestido pronto – dijo sonriendo ya más relajada.
Ya estaba comenzando a quitarse los hermosos zapatos dorados que hacían un juego perfecto con los ribetes dorados del vestido, cuando la joven se volteó para invitarle un café.
- Por supuesto, si es que no le causo molestias con ello – dijo recordando lo atestada que estaba la tienda, a pesar de ser ya muy tarde - ¿Es aquí en la tienda o en un café del centro?
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: De un Brillante y Triste Azul [Yulianna Fiódorovna]
-Bueno, cámbiese y nos veremos en un momento ahí afuera. -Sonrió y cerró la cortinilla que separaba a la dama del resto de la tienda. Yulianna calculó que al cabo de unos minutos estaría lista, así que se apresuró. Quería hacerle un regalo a la joven clienta.
Buscó algo especial, y entonces lo encontró. Un brazalete dorado, de oro envejecido. Estaba valorado en varios francos, pero era perfecto para ella.
Sonrió al verla aparecer. -¿Lista para el café? -Yulia miró entonces a la gerente de la tienda y le guiñó un ojo. Ella estaría al tanto de todo.
Le dió tiempo para pagar sus prendas, y después, al salir, le entregó el obsequio.
-Creo que es perfecto para usted, y un remedio anti tristeza. -Dijo intentando animarla
Buscó algo especial, y entonces lo encontró. Un brazalete dorado, de oro envejecido. Estaba valorado en varios francos, pero era perfecto para ella.
Sonrió al verla aparecer. -¿Lista para el café? -Yulia miró entonces a la gerente de la tienda y le guiñó un ojo. Ella estaría al tanto de todo.
Le dió tiempo para pagar sus prendas, y después, al salir, le entregó el obsequio.
-Creo que es perfecto para usted, y un remedio anti tristeza. -Dijo intentando animarla
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Re: De un Brillante y Triste Azul [Yulianna Fiódorovna]
Ya sola de nuevo, no pudo evitar llorar mientras se desnudaba, y las tibias lágrimas recorrían desde las mejillas hasta perderse en su cuello, sin duda eran recuerdos muy tristes que le rompían en pedazos la poca alma que le quedaba.
- No sé en qué momento se dio todo por perdido – suspiro despacio mientras comenzaba a vestirse de nuevo.
Sin duda no podría fingir buen ánimo, ni una pequeña sonrisa, eso le molestaba profundamente. No poder controlar sus emociones en público era una debilidad que siempre había detestado. Practico una sonrisa en el gran espejo, pero el resultado fue patético, una media sonrisa forzada, era demasiado obvia.
- Ni el más iluso creería que es una sonrisa de verdad – dijo suspirando – mejor ni me molesto en fingir
Ya había acabado de vestirse, sabía que la dueña de la tienda la esperaba afuera, pero la verdad lo único que quería era irse a la residencia de su maestro, a llorar a su habitación. Pero quizás la compañía no le haría tan mal.
Salió para dirigirse directo a la dependienta encargada de la caja, debía pagar el precioso vestido azul y los accesorios, aunque no sabía a ciencia cierta si tendría alguna oportunidad especial para usarlo.
- Si, ya estoy lista – dijo tranquilamente - ¿Conoce usted un buen lugar? – al momento en que se acercaba vio a la dueña de la tienda con una pequeña cajita en las manos.
No pudo evitar sorprenderse de sobremanera cuando escucho a Yulianna, se había dado cuenta de su triste semblante y estaba tratando de animarla.
- Muchas gracias – dijo abriendo la cajita, descubriendo así es brazalete – esta precioso, el oro envejecido tiene cierta elegancia ¿No cree?
- No sé en qué momento se dio todo por perdido – suspiro despacio mientras comenzaba a vestirse de nuevo.
Sin duda no podría fingir buen ánimo, ni una pequeña sonrisa, eso le molestaba profundamente. No poder controlar sus emociones en público era una debilidad que siempre había detestado. Practico una sonrisa en el gran espejo, pero el resultado fue patético, una media sonrisa forzada, era demasiado obvia.
- Ni el más iluso creería que es una sonrisa de verdad – dijo suspirando – mejor ni me molesto en fingir
Ya había acabado de vestirse, sabía que la dueña de la tienda la esperaba afuera, pero la verdad lo único que quería era irse a la residencia de su maestro, a llorar a su habitación. Pero quizás la compañía no le haría tan mal.
Salió para dirigirse directo a la dependienta encargada de la caja, debía pagar el precioso vestido azul y los accesorios, aunque no sabía a ciencia cierta si tendría alguna oportunidad especial para usarlo.
- Si, ya estoy lista – dijo tranquilamente - ¿Conoce usted un buen lugar? – al momento en que se acercaba vio a la dueña de la tienda con una pequeña cajita en las manos.
No pudo evitar sorprenderse de sobremanera cuando escucho a Yulianna, se había dado cuenta de su triste semblante y estaba tratando de animarla.
- Muchas gracias – dijo abriendo la cajita, descubriendo así es brazalete – esta precioso, el oro envejecido tiene cierta elegancia ¿No cree?
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: De un Brillante y Triste Azul [Yulianna Fiódorovna]
Yulianna esperó pacientemente, pero ella tardaba, tardaba... no acababa de salir. Y eso era mala señal: uno, porque se arrepentía de lo que había elegido, o dos, porque se sentía aún peor, y cuando la vio salir con todo sobre sus brazos se dio cuenta de que la segunda opción era la correcta, además que cuando Yulianna le ofreció el humilde obsequio, pareció gustarle, pero ella esbozó una sonrisa un poco frustrada. Y eso no le gustaba.
Dejó que pagase la cuenta y mientras se quedó pensativa. Aprovechó para coger un fulard por si refrescaba y su bolso. Ya estaba lista, y parecía que la cajera ya había apuntado los datos de Carmmine para el posterior envío.
-Si tienes algún problema con algo... no dudes en volver. -Dijo amablemente. Eso lo hacía con todos, pero no a todos sus clientes les invitaba a café en su cafetería favorita. Así pues, tras cruzar la calle bastante transitada por los coches de caballos y las bicicletas, llegaron a la terraza del lugar.
Yulianna se sentó y pidió café para las dos.
-Carmmine... tengo algo para ti. -Era otra manera de animarla, al menos divertida. Sacó una tableta de chocolate suizo del bolso y se la entregó como si le diese algo ilegal, es decir, como si se escondiese porque le estaba contanto un profundo secreto. -Ésta es la mejor medicina cuando estamos tristes. -Aseguró Yulianna dejando espacio para el camarero que venía con el café. Olía delicioso.
Dejó que pagase la cuenta y mientras se quedó pensativa. Aprovechó para coger un fulard por si refrescaba y su bolso. Ya estaba lista, y parecía que la cajera ya había apuntado los datos de Carmmine para el posterior envío.
-Si tienes algún problema con algo... no dudes en volver. -Dijo amablemente. Eso lo hacía con todos, pero no a todos sus clientes les invitaba a café en su cafetería favorita. Así pues, tras cruzar la calle bastante transitada por los coches de caballos y las bicicletas, llegaron a la terraza del lugar.
Yulianna se sentó y pidió café para las dos.
-Carmmine... tengo algo para ti. -Era otra manera de animarla, al menos divertida. Sacó una tableta de chocolate suizo del bolso y se la entregó como si le diese algo ilegal, es decir, como si se escondiese porque le estaba contanto un profundo secreto. -Ésta es la mejor medicina cuando estamos tristes. -Aseguró Yulianna dejando espacio para el camarero que venía con el café. Olía delicioso.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Re: De un Brillante y Triste Azul [Yulianna Fiódorovna]
Saliendo ya de la tienda, el agradable fresco primaveral de la ciudad la acogió suavemente, no sabía que tal lejos quedaba la cafetería a la que Yulianna la había invitado. Así que se sorprendió gratamente cuando llegaron rápidamente a la terraza.
Era un lugar muy pintoresco, con las típicas y románticas mesitas blancas en plena calle, no había tenido la oportunidad de venir a lugares como este, mucho menos acompañada. Pero no sabía cómo podría le explicaría que no podía beber el café al que tan cordialmente le había invitado.
Vio como rápidamente el chico a quien Yulianna le había pedido el café, entraba a la cafetería para traer la orden.
Sorprendida y llena de curiosidad espero que su acompañante sacara algo de su bolso, lo que terminó siendo una barra de chocolate. La forma casi clandestina en que lo hizo, no pudo sino causarle risa, la cual no pudo contener.
- Tiene usted razón, Yulianna – dijo aun entre risas – es una de las mejores medicinas – ahora tratando de contenerse ya que veía al camarero con el pedido.
Al mirar la taza de café, volvió a entrarle un poco de nostalgia, ya que sabía que dada su condición lo único que podría hacer sería sentir su aroma. Ya inventaría alguna excusa para explicar el hecho de que no lo bebiera. Comenzó a jugar con la cuchara, revolviendo lentamente el café, como queriendo contar las olas que se estrellaban en los bordes de la taza.
- Le agradezco mucho la invitación, mi panorama desde que llegué a París se reduce a las lecciones de mi maestro y a deambular por ahí – dijo mientras dejaba la cuchara a un lado de la taza – también que me haya dado el valor para comprar el vestido – dijo ya más sonriente.
No era de las jóvenes que veían las compras, especialmente de vestidos, como un sucedáneo para la felicidad, pero esta vez, al menos había traído algo bueno. Una agradable conversación y un buen chocolate.
Era un lugar muy pintoresco, con las típicas y románticas mesitas blancas en plena calle, no había tenido la oportunidad de venir a lugares como este, mucho menos acompañada. Pero no sabía cómo podría le explicaría que no podía beber el café al que tan cordialmente le había invitado.
Vio como rápidamente el chico a quien Yulianna le había pedido el café, entraba a la cafetería para traer la orden.
Sorprendida y llena de curiosidad espero que su acompañante sacara algo de su bolso, lo que terminó siendo una barra de chocolate. La forma casi clandestina en que lo hizo, no pudo sino causarle risa, la cual no pudo contener.
- Tiene usted razón, Yulianna – dijo aun entre risas – es una de las mejores medicinas – ahora tratando de contenerse ya que veía al camarero con el pedido.
Al mirar la taza de café, volvió a entrarle un poco de nostalgia, ya que sabía que dada su condición lo único que podría hacer sería sentir su aroma. Ya inventaría alguna excusa para explicar el hecho de que no lo bebiera. Comenzó a jugar con la cuchara, revolviendo lentamente el café, como queriendo contar las olas que se estrellaban en los bordes de la taza.
- Le agradezco mucho la invitación, mi panorama desde que llegué a París se reduce a las lecciones de mi maestro y a deambular por ahí – dijo mientras dejaba la cuchara a un lado de la taza – también que me haya dado el valor para comprar el vestido – dijo ya más sonriente.
No era de las jóvenes que veían las compras, especialmente de vestidos, como un sucedáneo para la felicidad, pero esta vez, al menos había traído algo bueno. Una agradable conversación y un buen chocolate.
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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Re: De un Brillante y Triste Azul [Yulianna Fiódorovna]
El hermoso y "coqueto" como se referían a esta clase de sitios en Francia, estaba rebosante de gente. Eso a Yulianna le transmitía una sensación de vitalidad que le hacía sonreir, y por ello pese a que su acompañante se sintiera aún mal, pues eso era evidente por su rostro, Yulianna sonrió para romper el hielo, y probó su café. Estaba delicioso.
-Bueno Carmmine... ¿qué más puedo saber de ti? -dijo ahora tuteándola, pues pese a ser extremadamente educada porque se lo debía a su trabajo y sobretodo a la educación que sus padres le habían brindado, le gustaba ser cercana con la gente que conocía, y por esa misma razón se tomó el atrevimiento.
-Por el vestido... -dijo refiriéndose a lo segundo que Carmmine había dicho -No te preocupes... serás envidiada por todo el que te vea. Creéme. -dijo sonriendo de nuevo.
-Bueno Carmmine... ¿qué más puedo saber de ti? -dijo ahora tuteándola, pues pese a ser extremadamente educada porque se lo debía a su trabajo y sobretodo a la educación que sus padres le habían brindado, le gustaba ser cercana con la gente que conocía, y por esa misma razón se tomó el atrevimiento.
-Por el vestido... -dijo refiriéndose a lo segundo que Carmmine había dicho -No te preocupes... serás envidiada por todo el que te vea. Creéme. -dijo sonriendo de nuevo.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Re: De un Brillante y Triste Azul [Yulianna Fiódorovna]
¿Qué podía contarle de ella? Casi todo en su vida hasta ese momento había sido miserable, así que se apenaba de no tener mucho que contarle, solo recuerdos vagos y vacíos, sumados a pequeños traumas aun sin superar. Tal vez era aún más amarga que la taza de café sin azúcar, a pesar de que las cosas dulces le encantaban, era una característica de que pensó carecía desde siempre, porque tendía a poner una apropiada distancia entre las personas y ella. Pero ese “siempre” hacía referencia a Dusseldorf y Londres, no a París, quizás aquí las cosas fuesen diferentes por primera vez en su vida.
- No mucho, la verdad, no he tenido una vida tan interesante antes de venir aquí – dijo levantando la mirada de las pequeñas olas que se formaban en la taza de café – Así que se podría decir que vengo… huyendo del hastío – comentó con una sonrisa.
Huyendo de aquellos ojos azules de Azael, huyendo del miedo que sentía al no poder corresponderle con la misma intensidad. Esperando que el azar que la había traído hasta aquí le otorgara también la experiencia para poder definir sus sentimientos.
- Espero tener pronto una ocasión para lucirlo – dijo llevándose sin pensar, la taza a los labios – Aunque me gustaría variar un poco, un vestido rojo tal vez –
En esos momentos no tenía idea de lo mucho que cambiarían las cosas desde ese instante, tan drástico como pasar de azul a rojo, pasar de tener barreras autoimpuestas a ser finalmente libre para vivir a su manera y con sus propias reglas. O al menos esa era la idea. Tomó un sorbo de café, realmente no le sabía a nada, así que debía dejar que sus sentidos se fuesen por el aroma, volvió a dejar la taza en su lugar, parpadeando un par de veces para despertar de su estupor.
- Yo tampoco sé mucho de usted – dijo indirectamente para saber más de la mujer que ahora estaba sentada a su lado, esperando a que si algún día se enteraba de lo que era no la rechazara por ello.
- No mucho, la verdad, no he tenido una vida tan interesante antes de venir aquí – dijo levantando la mirada de las pequeñas olas que se formaban en la taza de café – Así que se podría decir que vengo… huyendo del hastío – comentó con una sonrisa.
Huyendo de aquellos ojos azules de Azael, huyendo del miedo que sentía al no poder corresponderle con la misma intensidad. Esperando que el azar que la había traído hasta aquí le otorgara también la experiencia para poder definir sus sentimientos.
- Espero tener pronto una ocasión para lucirlo – dijo llevándose sin pensar, la taza a los labios – Aunque me gustaría variar un poco, un vestido rojo tal vez –
En esos momentos no tenía idea de lo mucho que cambiarían las cosas desde ese instante, tan drástico como pasar de azul a rojo, pasar de tener barreras autoimpuestas a ser finalmente libre para vivir a su manera y con sus propias reglas. O al menos esa era la idea. Tomó un sorbo de café, realmente no le sabía a nada, así que debía dejar que sus sentidos se fuesen por el aroma, volvió a dejar la taza en su lugar, parpadeando un par de veces para despertar de su estupor.
- Yo tampoco sé mucho de usted – dijo indirectamente para saber más de la mujer que ahora estaba sentada a su lado, esperando a que si algún día se enteraba de lo que era no la rechazara por ello.
Carmmine Von Misson- Vampiro Clase Alta
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