¿QUE? ¿¡Porqué a mí!? { Leviathan St Jacques }

por Invitado Jue Mayo 12, 2011 11:21 am

Eran las once de la noche cuando me disponía a irme a dormir, cuando de repente encuentro a Rosaline en una carrera hacia donde me encontraba, cerca de la escalera del hall principal. Paré en seco y vi que tenía una especie de carta de toque alto y muy elaborado, lo que parecía que era de alguien importante, pero estaba demasiado cansada para ponerme a leer una carta aunque fuera de suma importancia y mi vida dependiera de ello. Mis horas de sueño eran sagradas para mí y Rosaline lo sabía desde que era una cría, pero aún seguía estando de pie enfrente de mí con una cara de susto que parecía que el fin del mundo estuviera cerca. Me asusté y me acerqué a mi doncella para abrazarla y calmarla. Una vez calmada le pregunte con pereza, pero la atendí antes de que le diera un vuelco.

-Rosaline querida, me tienes en un tanto preocupada con tus prisas en que lea siempre mi correspondencia y encima si me la entregas a estas horas de la noche-Dije mientras le cogía la carta, la movía entre mis dedos y abría el envoltorio. Un bostezo hizo que parara de abrir la carta y me acordé de que quería dormir. Cerré torpemente la carta y me fui a mi alcoba estirando mis brazos en el aire del hall principal. Escuché como resoplaba Rosaline, el andar de como arrastraba sus pies y se dirigía a terminar las tareas. Ya en el rellano del pasillo del segundo piso, mire al dorso de la carta: "Sr. St Jacques". Me encogí de hombros pues no sabía bien de quién se trataba y menos ahora me iba a ir a poner a investigar. Me negaba rotundamente.

Llegue a la gran puerta de mi habitación y la cerré después de entrar. Solté la carta en mi mesilla de noche y me dispuse a cambiarme. Agarré el camisón de seda y lo colgué encima del biombo. Me quité mis ropas de calle y una vez en ropa interior me puse el camisón encima de mi ropa interior. Estire un poco y me metí en la cama a dormir bajo el brillo plateado de la luna.

Al día siguiente, el sol brillaba con toda su alegría, el cielo despejado estaba azul claro y los pájaros revoloteaban por el aire sin ninguna preocupación. Al parecer tendría que haber jaleo en el exterior por los gritos que escuchaba de fondo y la molestia que me resultaba escuchar. Me dirigí a ponerme la bata y en cuanto me la puse, Rosaline entró de repente en mi habitación y me miró con una cara de susto, podría decirse que era la misma de ayer de la noche. La carta. Caí justo en la cuenta de que la carta que me entregó Rosaline con tanta prisa podría estar relacionada con el barullo del exterior. Y ay madre mía, si eso fuera verdad, que me tragara la tierra por ser tan torpe.

-¿¿¡¡ROSALINE!!!?? ¡¡¿¿PORQUE NO ME DIJISTE NADA EN LUGAR DE MIRARME EN SILENCIOO!!??-Comencé a gritar por toda mi habitación en alto a la vez que me movía rápido buscando algo decente para ponerme hoy. Seguramente alguien vendría y nadie me había dicho nada hasta ayer por la noche y yo muy torpe no abrí la carta. La carta. De repente me acordé de la carta y cuando fui a cogerla por poco se derrumba la mesa de la fuerza en la que empuje al coger la carta. Respiré hondo y abrí poco a poco la carta:

St. Jacques.
Paris, Mayo 1800.

Estimada señorita Lenneth:

Es para mí un placer dirigirme a usted y espero que me recuerde al menos levemente, no me había comunicado con usted antes por problemas familiares, no estoy al tanto de si usted sabe lo que sucedió con mi familia pero no quiero llenar esta carta de situaciones desagradables así que dejaremos el tema para otro día. Sé que debe ser una sorpresa para usted que me dirija a usted en una carta pero recién encuentro fácil el hacerlo, sé que mis padres tuvieron un acuerdo para que nosotros dos estuviéramos prometidos y aunque ha pasado el tiempo, quisiera saber qué piensa usted al respecto. ¿Le parece que nos veamos algún día pronto?

Mis más sinceros saludos
Leviathan St Jacques

Cerré la carta lentamente y me encontré sola y al parecer Rosaline había desaparecido de la habitación, dejándome al borde del caos.

por **Leviathan St Jacques** Vie Mayo 13, 2011 4:22 pm

Había amanecido como cualquier otro día, las cortinas corridas dejando entrar la luz del sol que me golpearía directamente en la cara gracias a la astucia de mi mayordomo que siempre abría la cortina que quedara estratégicamente colocada para terminar en un malhumorado pero despierto Leviathan. También era lo bastante astuto como para haber traído a Noelle con él y dejarla sobre mi cama justo antes de que la emprendiera a maldiciones contra él por despertarme tan temprano. Un par de besos en mi frente por parte de la pequeñita y ya me tenía dispuesto a hacer cualquier cosa que me pidiera, así fuera tirarme del primer acantilado que encontrara. Todo por su felicidad. Aun así le dediqué una mirada de profundo odio a mi mayordomo antes de que saliera anunciándome que hoy tendría que ir a visitar a la que era mi prometida y que entre más pronto me levantara, más tiempo tendría para desayunar. ¿Cómo era que los padres hacían cosas que reverberaban en tu vida aún después de que ellos estuvieran muertos y enterrados.

-Tenemos que ir a ver a nuestra prometida-

Le dije a una ceñuda Noelle que se enfurruñó más cuando dije la palabra 'prometida'. Aja, se me olvidaba contarles que así como yo mataba [o al menos intentaba de ver muy feo] a todo aquel que se le acercara a ella, ella era capaz de babearle el vestido a toda aquella mujer que quisiera algo más que una sonrisa de mi parte. Cielos. Me froté la cara con las manos y asentí para darle a entender que yo me sentía de la misma manera que ella.

-Pero verás, ella no tiene la culpa y probablemente me encuentre tan repulsivo que huirá en cuanto llegue a su casa así que no tienes de qué preocuparte, ¿vale?-

¿Quién querría a un hombre como yo de prometido? El simple pensamiento me hacía reír, después de todo yo era bastante torpe, no tenía idea de cómo relacionarme con mujeres más allá de ser caballeroso con ellas y volverme su amigo y además tenía ahora una pequeña responsabilidad a mi cargo, eran demasiadas cosas qué aceptar por parte de la 'afortunada'. Tardé un poco más en levantarme mientras Noelle jugaba a apretarme las mejillas y ver si así de pronto me hacía atractivo y llamé a mi mayordomo fiel [a quien debo ponerle un nombre o será anónimo de por vida] para que se la llevara y alguien la vistiera mientras yo hacía lo mismo. Un baño rápido y un montón de capas de ropa después salí a beberme mi café más rápido de lo que debía y recibí la noticia de lo que mi mayordomo creía mejor.

-¿No sería mejor que la damita se quede en la casa?

-No, ¿Porqué pensarías eso?-

-Porque probablemente ya sea suficiente noticia para la señorita Lenneth el hecho de que usted sea su prometido-

-Gracias, tu siempre tan... sincero...-

No tuve demasiado tiempo para reprocharle esto, en cuanto me vi subido en el carruaje, casi empujado por él, y abandonando a mi sobrina en los brazos de alguna sirvienta me di cuenta de su malévolo plan. ¿Porqué siempre los sirvientes eran los que tomaban las decisiones difíciles? Me las iba a pagar. Suspiré asintiendo al chofer empezando a sentir las ansias de la separación de mi niña cuando la vi lloriquear mientras el carruaje se alejaba y me mordí el labio para evitar gritar que detuvieran el coche. Maldita sea. No tardaría demasiado, espero. Me fui en silencio hasta que llegamos a la casa y se detuvo el carruaje bajando de inmediato y esperando a que mi chofer tocara la puerta y yo me acomodaba el traje. Si había mandado la carta, ¿cierto? Si, la había mandado junto con la carta para la señorita Stavros con quien también debía verme pronto. Que cosas.

por Invitado Sáb Mayo 14, 2011 7:56 pm

Me había preparado lo mas rapido que podía y esperaba que no estuviera esperando en la entrada como un pasmarote, aunque la verdad, no le importaba mucho, pues no lo había conocido en la vida y todo había sido una triquiñuela familiar. ¿Seria eso lo que le querían decir sus padres en el cementerio? Seguramente su difunta madre se lo dijo a Kei telepaticamente y no dijo nada al respecto en voz alta. Aún seguía en bata y me fui a dar un baño para relajarme. Una de mis jovenes doncellas, entró de repente en mi habitación y me avisó que el señorito St Jaques se encontraba en la puerta esperando. Me hundi en el agua de la bañera y quise que me tragara la tierra para poder desaparecer.

Después de un rato, salí de la bañera y me seque rapido. Me vesti con ayuda de mis doncellas y cuando ya estaba lista, baje poco a poco las escaleras, pero eran tantas que me aburria. Me sente en el bordillo y me deslice barandilla abajo hasta que cai de pie en el suelo. Estaba en el primer piso y aun no habia nadie, ni prometidos, ni señores, nadie. Todos esperaban afuera en la puerta principal a que yo saliera y diera la bienvenida a nuestro invitado. Ya en el Hall, se miro en un espejo, respiró hondo y miró hacia adelante para afrontar su destino. Me movia con elegancia grata y adecuada, tal y como una condesa debía hacerlo.

Cuando salí un muchacho alto, de cabellos dorados y de sonrisa abierta, me hacia una reverencia en cuanto salí a recibirle. Hice una reverencia para mostrarle mis respetos y le sonrei.

-Buenos días-Dije con suma cortesia.-Me llamo Lenneth o al menos eso ya lo sabe debido a que me llamó asi en su carta.-Dije con calma. Le miraba y no me parecia un insulto su aspecto, no me parecia tan guapo, pero era de buen ver. Y era este hombre con el cual mis padres me habian comprometido en secreto y no pensaban decimerlo nunca. Bueno, como paso lo que paso, dejemos estar el pasado.

-Espero que el viaje haya sido bueno y no haya sufrido baches en el camino.-Dije con mera preocupacion. Sonreí al ver a aquel hombre detenidamente de arriba a abajo. En un lado de la camisa del hombre, diviso una pequeña mancha de pintura amarilla y pensó que era pintura de dedos, como la que utilizaban los niños en el orfanato. Me acerque un poco a él-¿Tiene hijos?-Pregunte curiosa.

por **Leviathan St Jacques** Sáb Mayo 14, 2011 10:33 pm

Cambié el peso de un pie a otro, el nerviosismo se hacía presente a cada momento y en mi mente sólo se repetía la misma pregunta una y otra vez, ¿cómo le digo que yo no quiero casarme? Estaba yo acostumbrado a las chicas que iban a los bailes y cazaban hombres solteros para atraparlos y casarse con ellos y sabía que para ese tipo de mujeres, esto del matrimonio era bastante serio, si corría con suerte no sería de ellas. Me acomodé por centésima ocasión la camisa mientras mi chofer esperaba a que alguien saliera y mis manos se movían nerviosas. De pronto un nuevo pensamiento se metió dentro del torrente y me hizo casi perder el juicio. ¿Y si a Noelle le pasaba algo mientras yo estaba aquí? Intenté desviarlo de mi cabeza, intenté que se acomodara en un lugar oscuro cuando de pronto la puerta se abrió y yo di un bote por estar desprevenido.

Bien, ella era bonita pero yo creía que todas las mujeres eran bonitas de una o de otra manera y todavía quedaba el hecho de que iba a decirle que no podíamos casarnos, al menos no ahora con Noelle recién huérfana de padres y quedándose con alguien como... yo. Me apresuré a devolverle la reverencia murmurando un 'buenos días' en respuesta al suyo. Escuché todo lo que me decía asintiendo a que yo ya sabia cómo se llamaba aunque mis padres sólo habían atinado a decirme que estaba comprometido y que tendría que cumplir con el protocolo como se debía de hacer.

-Fue bastante bien... el viaje, me refiero... gracias-

Hora de cerrar la boca. ¿Qué tenían todas las mujeres que me hacían comportarme tan raro? Sonreí para quitar el hierro de la conversación mientras escuchaba que mi chofer se adelantaba para dejar el coche un poco adelante y esperar mi salida. Mi mente vagaba entre Noelle, la situación y un montón de cosas más como para darme cuenta del chequeo al que fui sometido bajo su mirada antes de soltarme esa pregunta. Me quedé algo estático porque a mi vista no había nada que me delatara, a menos claro, que alguien me hubiera puesto un letrero en la frente que dijera que me estaba haciendo cargo de mi sobrina. Alcé las cejas forzando a mi cerebro a ir rápidamente buscando algún tipo de respuesta coherente, era ahí donde mi madre me hacía falta para que me dijera si era prudente decirle que ahora tenía que cuidar a Noelle pero si mi madre estuviera, yo no estaría metido en este aprieto en primer lugar.

-Eh...-

Aunque después de todo, negarla se me hacía una bajeza y algún día tendría que saberlo, si es que nos íbamos a cas... No, no, yo no podía casarme ahora mismo. Suspiré intentando acomodar mis pensamientos y asentí, desde el día en que había encontrado mi casa destrozada y una escena sangrienta en cada una de las habitaciones, Noelle se había vuelto mi hija. Mi responsabilidad. Mi niña y no iba a negarla solamente porque si.

-Una niña... tiene cuatro años pero se ha quedado en casa.-

Tampoco tenía que enterarse de cosas desagradables en nuestro primer encuentro. Mi mayordomo iba a poner el grito en el cielo cuando le contara lo que había sucedido, pero yo no había abierto la boca, eso al menos estaba a mi favor.

por Invitado Lun Mayo 16, 2011 10:39 am

Le sonreí sin ganas. Le miré de arriba a abajo y le volvi a sonreir con más ganas.

-Por aqui, monseiur-Dije con amabilidad a la vez que me ladeaba para dejarlo pasar y que se quedara a mi lado. Me metí en mi hogar junto con.....¿Leviathan? o eso era lo que ponia en el pie de la carta. Estuvimos andando por todo el palacio. Le enseñe cada una de las habitaciones que habia por la casa hasta que en el final del recorrido llegamos al estudio y me sente detrás de la gran mesa de oro, adornada con unos cuantos libros y unas hojas apiladas con cartas de los niños del orfanato. Detrás de la silla había un corcho enorme con un mapa mundi a escala y todos los paises, tintados a tonos sepias y azules, decoraban la pared del estudio. A los lados, había estanterias repletas de libros y mas libros, una bola del mundo y una mesa de cristal junto con dos sofás de cuero. El estudio era normal y corriente y no era nada ostentoso.

-Creo que aqui podemos hablar en paz...-Escuche un sonido desde afuera y en esto era igual que mi padre. Me levante de la silla y para cuando estoy a la mitad de distancia, la puerta se abre de repente dejando caer a los curiosos de los mayordomos y sirvientas que estaban escuchando detrás de la puerta. Me tape los ojos de la verguenza que estaba sintiendo en este instante y quería desaparecer ahora mismo, pero me volvi a sentar y a reflexionar sobre lo ocurrido. Observe como los curiosos se iban poco a poco haciendo reverencias mientras le fulminaban con la mirada y desaparecían en el pasillo cerrando tras ellos las puertas del estudio.

Miré desde la misma posicion a Leviathan y gracias a Diós que alguien tenia la decencia de mostrar respeto ante la situación y no haberse burlado ni que se hubiera puesto a reír a carcajadas. Habia tenido desetendidas mis obligaciones como dueña y señora de este palacio debido a mis ocupaciones en el orfanato y demás cosas, pero no significaba que tuviera que ser respetada asi. Cuando la visita terminara se enterarían de lo que valía un peine.

-Le pido disculpas por lo que acaba de presenciar-Me disculpe con elegancia y con gracia al igual que el movimiento de un bello cisne-La verdad, esto es algo que no me esperaba de mi servicio servil y me resulta aún mas que usted lo hubiera presenciado.-Intente buscar con la mirada algo que me sirviera de apoyo para mirar, pero solo me atraía su apariencia simple contrastando con la calidad de mis pertenencias.

por **Leviathan St Jacques** Miér Mayo 18, 2011 2:31 pm

Entré cuando me invitó a pasar, me quité el sombrero de copa antes de quedar cubierto por el techo de una casa que de alguna manera se parecía a la mía. supuse que esa era la razón por la cual nuestros padres habían pensado que nuetro matrimonio tenía futuro, porque éramos de la misma clase social y probablemente tuviéramos alguno que otro gusto compartido. La seguí mientras me mostraba las habitaciones asintiendo educadamente a todo lo que me iba diciendo. ¿Porqué me mostraba su casa? Tomé una nota mental de mostrarle la mía cuando fuera a visitarme o más bien cuando la invitara, debía invitarla primero. Cielos, me estaba haciendo un lío yo solo. Para cuando me di cuenta ya nos encontrábamos en una especie de estudio que me dediqué a mirar un momento. El mapa me llamaba mucho la atención, pero probablemente lo que hacía que me emocionara verdaderamente de estar ahí era la cantidad de libros que había por todos lados, a mi madre le había encantado leer y por lo tanto, me había inculcado el hábito desde niño, la biblioteca de mi casa siempre había sido mi refugio, mi santuario. Este lugar me encantaba. Paseé mi vista por el lugar un buen rato tratando de detener mi impulso para ir a ver con qué volúmenes contaba su biblioteca, si tenía primeras ediciones y probablemente hojear algunas pero justo estaba deshaciéndome de ese pensamiento cuando fui traído de vuelta a la realidad por su voz.

Asentí acercándome despacio a la silla cuando escuché ruidos afuera y la vi levantarse. Yo no le veía nada de malo pero es que mis sirvientes siempre habían sido como una segunda familia tanto para Cecily como para mi. Me quedé mirándolos a todos ahí tirados, sinreirme, sin hacer algún tipo de expresión, más bien estaba algo desprevenido pero no dejé que lo notara. Ella por el contrario estaba avergonzada pero no había gran problema, si supiera que yo me peleaba con mi mayordomo por lo que debía ser lo correcto por hacer probablemente también se avergonzaría de que yo fuera su prometido. Regresé la mirada que me envió sin saber cómo continuar o si de hecho sería una buena idea hacerlo, parecía afectada. Dejé que ella hablara primero y levanté la mano haciendo un gesto para que olvidara el asunto.

-No se disculpe, en realidad me parece bastante agradable que sus sirvientes se preocupen tanto por usted que tengan que escuchar detrás de las puertas.

Parecía su forma de mantener todo en orden y aunque varias personas los hubieran tachado de entrometidos, yo, que solía ver el lado bueno de todo, incluso de las personas más malas, creía que era interés por el bienestar de su jefa. Sonreí de lado para asegurarle que no por eso juzgaría su carácter, ni a su familia y me dediqué a pensar en otra cosa. No parecía haber tenido una reacción cuando le mencioné que tenía una hija, no había dicho nada y eso me dejaba mal parado en este asunto, además de que todavía no sabía cómo era que había adivinado lo que tanto yo como mi mayordomo habíamos tratado de ocultar, al menos hasta que la confianza creciera un poco. Tuve que atreverme a preguntarle, no podía quedarme con la duda.

-Disculpe pero debo preguntar... ¿Cómo intuyó que tenía una hija?

por Invitado Vie Mayo 20, 2011 12:39 pm

-Es curioso como los detalles pequeños pueden revelarnos grandes cantidades de informacion en un instante sobre una persona.-Dije sonriendo levemente a Leviathan De hecho, la mancha reseca del borde de su camisa, es pintura para dedos que suelen utilizar los infantes para dibujar-Me levante y comence a rodear la mesa lentamente mientras mantenía mi mirada puesta en él. Llegué a su lado y comencé a sentarme encima de la mesa poco a poco mientras cruzaba las piernasestando ya sentada en la mesa.

Le vi que estaba serio pero de todas maneras no me iba a bajar. Estaba mas comoda que en la silla y vi en el suelo algo que me resultó bastante raro dado que no lo había visto antes. Me baje lentamente de la mesa y fuí a una de las losas de marmol que decoraban el suelo del estudio, pero para cuando llegué habia un dibujo de una figura extraña que echaba fuego por la boca y parecia muy detallado, destacando asi con el resto de las baldosas del suelo.

Miré con disimulo a Leviathan y me dirigi hacia la estanteria en busca de algun libro para distraer la verguenza que estaba sintiendo en este instante. En este momento me sentia observada y mi cuerpo comenzaba a temblar de nerviosismo. Estaba frente a un desconocido que se supone que era mi prometido, el cual podría ser mi próximo marido dentro de quien sabe cuando. Seguia atenta mirando sin atencion los libros de la estanteria y para cuando de repente me atrapa la atencion uno en especial, tiro del lomo del libro y un pesado ruido de rocoso resonó en la estantería abriendo como una puerta de un pasadizo secreto. Mi mirada se quedo a cuadros mientras retrocedia poco a poco y observaba mejor el umbral del pasadizo que bajaba escaleras abajo.

De todo el tiempo que pasaba en el estudio, no habia descubierto que tal lugar se encontrara en mi hogar. De hecho habia comprado con urgencia un hogar y no me habia parado a pensar en escondites secretos ni en nada. De repente me acordé de que tenía a un invitado muy especial en mi estudio y para cuando le ví estaba a mi lado, observando con la cara de un niño cuando descubre un tesoro de monedas de oro. Habia oido que el antiguo dueño de este palacio apenas pudo disfrutar del palacio a causa de una misteriosa muerte y sus supersticiones, pero eso eran bobadas. No existian tales cosas como supersticiones ni fantasmas. Sacudi mi cabeza levemente y decidi cerrar el pasadizo.

por **Leviathan St Jacques** Jue Jun 09, 2011 3:25 pm

Alcé mis cejas a manera de pregunta, ¿Estaba diciéndome que algo de mi apariencia había delatado que pasaba tiempo con mi sobrina? Bajé la mirada para inspeccionar la mancha de la que hablaba y pasé mi dedo por encima de ella, tal vez no era tan cuidadoso con mi aspecto como presumía. Ni sqiuiera me había dado cuenta de ello. No me molestó en lo absluto, pasar tiempo con Noelle era la parte alta de mi vida siempre, verla jugar, verla reírse. Me preguntaba cómo había llegado yo a esta situación. Entre mis cavilaciones no me di cuenta que se acercaba y por eso mismo cuando la tuve cerca, me sorprendí, demasiado cerca. Piernas cruzadas. Me obligué a mantener la mirada en sus ojos, no iba a ser maleducado y mirar más de lo que debería, sentí el rubor cubrir mi cara pero logré mantenerme lo suficientemente sereno como para no decir alguna tontería. Apenas duró unos segundos y fue cuando decidí intervenir.

-Bueno, espero que no se sienta ofendida por lo que acaba de descubrir-

Podría ser una decepción para cualquier prometida pero mis padres me habían metido en esto y ahora Noelle y yo éramos como un paquete todo en uno. Noelle, Arthur y yo. No pude menos que sonreír por el pensamiento. Un padre inútil, un mayordomo entrometido y una pequeñita huérfana. Menuda familia. Parpadeé un par de veces al recordarme a mi mismo que estaba en compañía y que la señorita que paseaba por ahí era nada más y nada menos que mi prometida, que grosero estaba siento. Me giré un poco para mirarla justo cuando lo que parecía un pasadizo secreto se abrió en la estantería.

Mi cara debió demostrar lo sorprendido que me encontraba. Me levanté al verla retroceder dispuesto a hacer algo si de pronto cualquier peligro saliera de ahí, aunque fuera liarme a golpes con alguien a mano pelada pues por aquí no había una espada que pudiera utilizar. Hice una barrera instintivamente entre Lenneth y la entrada observando el interior. Ella no parecía tener idea de que eso se encontraba ahí, seguramente porque era la primera vez que lo veía. Un momento de pausa en el que yo no sabía si mostrarme serio y preocupado o sorprendido y maravillado. Ya hubiera querido yo que mi casa tuviera esos pasadizos. Una idea vaga cruzó fugazmente por mi cabeza. Le pediría a Arthur que buscáramos los dos, o que construyéramos alguno, sería divertido.

-E... eso... ¿Está bien? Luce... igual de sorprendida que yo-

Logré ser yo otra vez, el caballeroso, atento y siempre dispuesto a ayudar, Leviathan. Había tenido un atisbo de tontería infantil pero no era para tanto, ya me había recuperado. Intenté sonreírle, al menos no tuvimos un montón de murciélagos volando ciegamente hacia nosotros, ni salió alguna criatura que pudiera hacernos daño, no había pasado realmente a mayores.

por Invitado Sáb Jun 11, 2011 7:21 am

Agarre el libro de nuevo y el pasadizo se cerro de nuevo. Suspire aliviada y me gire haciendo una reverencia al que era mi prometido.

-Disculpeme Monsieur, no supe de la existencia de dicho pasadizo hasta ahora-Termine de hacer mi reverencia y mire hacia atras por encima de mi hombro y después volvi mi mirada al frente donde se encontraba Leviathan.-¿ Un cafe ?-Le pregunte con suavidad. Me dirigi hacia las puertas y de nuevo, cuando iba a abrirlas, las doncellas y los mayordomos, incluida Rosaline, se cayeron en masa delante de mis narices sobre el suelo de mármol.

Me volvi a llevar las manos a la cara de la verguenza que me estaba produciendo el ver a toda la servidumbre en el suelo y delante de alguien como mi futuro marido, del cual desconocia...pero al menos sabia que tenia una niña pequeña y eso le ganaba puntos, aunque por sus pintas sencillas me retiraba un poco, pero me daba igual. No era una persona que juzgaba a la gente solamente por la imagen. La personalidad tambien ganaba o perdia puntos en la persona con la que me encontrara en la vida.

Me volvi hacia los grandes ventanales ignorando el desastre mientras todo volvia a la normalidad y cerraban las puertas tras ellos. Intentaba aguantar la verguenza, pero esta se convirtio en pura verguenza, frustracion y humillación por parte de mi servidumbre. De repente note como mis manos se humedecian y por ellas comenzaban a resbalar hilos humedos que al parecer se trataban de lágrimas, simplemente por la falta de respeto y la humillación. No pensé que tuviera un dia tan malo y tan raro, con un apuesto joven que dice ser mi prometido y con una soledad inaguantable en la que nadie me quiere, y nadie quiere al parecer estar conmigo. Mis rodillas flaquearon y me arrodille en el suelo poco a poco y me apoye en la ventana intentando aguantar la humillacion.

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¿QUE? ¿¡Porqué a mí!? { Leviathan St Jacques }

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