AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Dolorosos recuerdos. [Priv.]
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Dolorosos recuerdos. [Priv.]
Allí estaba, cada vez mas lastimado debido a aquel recuerdo, que una vez debió quedarse en tan solo eso. Dia tras dia, minuto tras minuto el recuerdo de aquella mujer la tenía presente como si la estuviese viendo con mis propios ojos. Deseé volver el tiempo atrás una vez mas, había viajado, había recorrido kilómetros con mis pies, pero todo, por muy lejos que me fuese, cada vez la tenía mas cerca aun.
El sol acababa de dejarme con la unica compañía que la luna, que se alzaba exhuberante ante mi, mientras me encontraba sentado en el borde de un puente, con los pies colgando hacia el agua que se arremolinaba abajo. Uno tras otro, mis pensamientos solo me podía llevar por la calle de la amargura. Yo, que siempre había sido un chico alegre, alegrando las almas de las demas personas, con chistes, simples sonrisas o una noche de sexo habrían bastado. Pero no era todo así, necesitaba algo, y no sabía muy bien por donde empezar.
El sol acababa de dejarme con la unica compañía que la luna, que se alzaba exhuberante ante mi, mientras me encontraba sentado en el borde de un puente, con los pies colgando hacia el agua que se arremolinaba abajo. Uno tras otro, mis pensamientos solo me podía llevar por la calle de la amargura. Yo, que siempre había sido un chico alegre, alegrando las almas de las demas personas, con chistes, simples sonrisas o una noche de sexo habrían bastado. Pero no era todo así, necesitaba algo, y no sabía muy bien por donde empezar.
Tyler Fausten- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Edad : 36
Re: Dolorosos recuerdos. [Priv.]
El sol caía lentamente, con suavidad, como antecedente de la temida noche. Había cogido a la morena en el bosque. Su carromato estaba a la entrada del mismo, pero ella se había adentrado por las pistas hechas por los animales y por otros humanos buscando plantas que le sirvieran tanto para condimentar la comida, como para poder utilizarlos en los emplastos medicinales que hacía. Sus pasos eran ligeros, mientras que la oscuridad caí hasta que finalmente la Luna se alzó como dándole la bienvenida a esas horas. Sonrió brevemente. La Luna siempre había sido una compañía constante en su vida, en los momentos que habían marcado un antes y un después.
Fue entonces cuando vio al hombre. Por un momento se detuvo sin saber muy bien qué hacer. A fin de cuentas no le conocía, estaba solo y seguramente querría preservar su momento de soledad. Había algo en él que le provocó un nudo en la garganta, había tristeza, demasiada tristeza. Quizá fuera por su postura, quizá por la hora en la que se encontraba en aquel lugar. Jugueteó suavemente con el hatillo que llevaba colgado al hombro, mientras decidía que hacer.
Fueron sus pies los que lo hicieron, sin darse cuenta comenzó a andar con suavidad, procurando hacer ruido para indicar que se acercaba. No estaba dispuesta a darle un susto de muerte, esa no era su intención. Llegó por uno de sus laterales, permitiendo que si alzaba la vista pudiera verla con comodidad. Sus pasos eran suaves, lentos, indicando con su movimiento corporal que no estaba allí para atacarle. Su cabello oscuro se movía en libertad, junto con las vaporosas faldas de color oscuro que el viento parecía agitar a cada uno de sus pasos.
—¿Se encuentra bien? —preguntó deteniéndose a unos metros de donde estaba el hombre, mirándole directamente a los ojos.
Fue entonces cuando vio al hombre. Por un momento se detuvo sin saber muy bien qué hacer. A fin de cuentas no le conocía, estaba solo y seguramente querría preservar su momento de soledad. Había algo en él que le provocó un nudo en la garganta, había tristeza, demasiada tristeza. Quizá fuera por su postura, quizá por la hora en la que se encontraba en aquel lugar. Jugueteó suavemente con el hatillo que llevaba colgado al hombro, mientras decidía que hacer.
Fueron sus pies los que lo hicieron, sin darse cuenta comenzó a andar con suavidad, procurando hacer ruido para indicar que se acercaba. No estaba dispuesta a darle un susto de muerte, esa no era su intención. Llegó por uno de sus laterales, permitiendo que si alzaba la vista pudiera verla con comodidad. Sus pasos eran suaves, lentos, indicando con su movimiento corporal que no estaba allí para atacarle. Su cabello oscuro se movía en libertad, junto con las vaporosas faldas de color oscuro que el viento parecía agitar a cada uno de sus pasos.
—¿Se encuentra bien? —preguntó deteniéndose a unos metros de donde estaba el hombre, mirándole directamente a los ojos.
Éabann G. Dargaard- Gitano
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Re: Dolorosos recuerdos. [Priv.]
Solo el arrullo del rio me acompañaba a esas horas. Dejé de pensar o al menos eso intentaba si éxito alguno.
Me di cuenta de que sostenía mis costillas con una mano, quizá algo enfermo, o gracias a un golpe me encontraba así. Ciertamente hasta ese mismo instante no me había dado ni cuanta de ello.
Unos pasos me sacaron de mi ensimismamiento, fue entonces cuando me di cuenta de que mi rostro estaba fruncido en una mueca de profunda tristeza. Alcé la mirada hacia una mujer que se posaba a pocos metros de mi, lo suficientes como para poder oir aquella suave voz preocupada, queda, dirigida hacia mí.
- Un mal dia signora.
Mi acento italiano estaba latente en mis simples palabras, nisiquiera me había parado a oensar que había llevado a la mujer a estar ahi, preocupandose por un extraño. Tuve que tomar aire, y bajar del borde del puente para dejar mis pensamientos a un lado. Aun así me apoyé de costado en la piedra del puente, aun algo absorto, e incluso ido, algo extraño en mi, algo cambiaba pero por otra parte mi mente se negaba a alejarse de aquel lugar tan cercano.
- Necesita ayuda? - La observé con aquellos bártulos, quizá habría venido a pedir ayuda o solo fueran imaginaciones mias.
Me di cuenta de que sostenía mis costillas con una mano, quizá algo enfermo, o gracias a un golpe me encontraba así. Ciertamente hasta ese mismo instante no me había dado ni cuanta de ello.
Unos pasos me sacaron de mi ensimismamiento, fue entonces cuando me di cuenta de que mi rostro estaba fruncido en una mueca de profunda tristeza. Alcé la mirada hacia una mujer que se posaba a pocos metros de mi, lo suficientes como para poder oir aquella suave voz preocupada, queda, dirigida hacia mí.
- Un mal dia signora.
Mi acento italiano estaba latente en mis simples palabras, nisiquiera me había parado a oensar que había llevado a la mujer a estar ahi, preocupandose por un extraño. Tuve que tomar aire, y bajar del borde del puente para dejar mis pensamientos a un lado. Aun así me apoyé de costado en la piedra del puente, aun algo absorto, e incluso ido, algo extraño en mi, algo cambiaba pero por otra parte mi mente se negaba a alejarse de aquel lugar tan cercano.
- Necesita ayuda? - La observé con aquellos bártulos, quizá habría venido a pedir ayuda o solo fueran imaginaciones mias.
Tyler Fausten- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Edad : 36
Re: Dolorosos recuerdos. [Priv.]
Éabann le observó en silencio mientras se movía, escuchando sus palabras. Su acento le resultaba extraño, su última palabra poco conocida. Italiano, pensó, al menos reconocía de dónde era. En sus viajes se había cruzado con personas de prácticamente todos los lugares, pero aquello no era realmente lo importante en ese momento. Parecía que no se encontraba del todo bien. Un mal día. Sí, un mal día lo tenía cualquiera. Sonrió de forma queda mientras le miraba, una sonrisa rápida mientras negaba con suavidad.
—Había salido a recoger unas plantas. —confesó, para después mirar por un momento a su alrededor. —Aunque debo decir que no estoy muy segura de dónde me encuentro en estos momentos.
El bosque, de noche, podía resultar muy parecido. Demasiado parecido. Había recorrido aquellos pasajes de día, con una brisa suave agitando su cabello y sus ropas, pero el tiempo había pasado más rápido de lo que hubiera pensado. Se sacudió las manos que tenía llenas de tierra y con diversos raspones que indicaban lo que había estado haciendo. Eran unas manos que claramente estaban acostumbrado al trabajo, hecho por el que siempre llevaba guantes cuando se movía por la ciudad, pero esa noche no era así.
—Seguramente me estoy metiendo donde no me llama nadie. —susurró entonces, mirando al hombre. —No le conozco y usted no me conoce a mí, pero… bueno, dicen que a veces es bueno hablar con alguien desconocido que no nos juzgue para poner las ideas en orden.
Era un ofrecimiento que no solía hacer, pero había sentido en su propia carne la mordida de la soledad. En otra ocasión quizá se hubiera girado dejándolo solo con sus pensamientos, es más, si él se lo pedía así lo haría. No era persona que se metiera demasiado en la vida ajena, pero el nudo que se había formado en su garganta al verlo persistía.
—Había salido a recoger unas plantas. —confesó, para después mirar por un momento a su alrededor. —Aunque debo decir que no estoy muy segura de dónde me encuentro en estos momentos.
El bosque, de noche, podía resultar muy parecido. Demasiado parecido. Había recorrido aquellos pasajes de día, con una brisa suave agitando su cabello y sus ropas, pero el tiempo había pasado más rápido de lo que hubiera pensado. Se sacudió las manos que tenía llenas de tierra y con diversos raspones que indicaban lo que había estado haciendo. Eran unas manos que claramente estaban acostumbrado al trabajo, hecho por el que siempre llevaba guantes cuando se movía por la ciudad, pero esa noche no era así.
—Seguramente me estoy metiendo donde no me llama nadie. —susurró entonces, mirando al hombre. —No le conozco y usted no me conoce a mí, pero… bueno, dicen que a veces es bueno hablar con alguien desconocido que no nos juzgue para poner las ideas en orden.
Era un ofrecimiento que no solía hacer, pero había sentido en su propia carne la mordida de la soledad. En otra ocasión quizá se hubiera girado dejándolo solo con sus pensamientos, es más, si él se lo pedía así lo haría. No era persona que se metiera demasiado en la vida ajena, pero el nudo que se había formado en su garganta al verlo persistía.
Éabann G. Dargaard- Gitano
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Re: Dolorosos recuerdos. [Priv.]
Sus simples palabras solo hacían querer abrirme a alguien mas a parte de a mí. Yo, a pesar de ser una persona bondados jamás había permitido que ottra persona aguantase mis penas, mis malos dias o simplemente a mi.
- Disculpeme, no era eso tan solo... - solté un gran suspiro que había cortado en seco mis palabras. No sabía que decir, simplemente tener a aquella mujer preocupandose por alguien que no conocía de nada me parecía algo encantador. Tenía algo que la hacía parecerse a mi. Dar para no recibir. Me acerqué con paso lento, algo cansado en realidad por el trabajo que había tenido en estos dias atrás, y en parte por el agotamiento mental y el no tener a nadie con quien desahogarme, o simplemtnete tomar una cerveza en la taberna. Me paré a un escaso metro de la mujer para no intimidarla. La dirigí una mirada cansada, a la vez que negaba con la cabeza.
- No es por usted, disculpame. Mi nombre es Tyler Fausten, y el vuestro?
Simplemente un primer contacto verbal, desde pequeño siempre cometía el mismo error de confiar en toda persona, siempre acababa mal parado pero eso no me dejaba de ser como era.
- Disculpeme, no era eso tan solo... - solté un gran suspiro que había cortado en seco mis palabras. No sabía que decir, simplemente tener a aquella mujer preocupandose por alguien que no conocía de nada me parecía algo encantador. Tenía algo que la hacía parecerse a mi. Dar para no recibir. Me acerqué con paso lento, algo cansado en realidad por el trabajo que había tenido en estos dias atrás, y en parte por el agotamiento mental y el no tener a nadie con quien desahogarme, o simplemtnete tomar una cerveza en la taberna. Me paré a un escaso metro de la mujer para no intimidarla. La dirigí una mirada cansada, a la vez que negaba con la cabeza.
- No es por usted, disculpame. Mi nombre es Tyler Fausten, y el vuestro?
Simplemente un primer contacto verbal, desde pequeño siempre cometía el mismo error de confiar en toda persona, siempre acababa mal parado pero eso no me dejaba de ser como era.
Tyler Fausten- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Edad : 36
Re: Dolorosos recuerdos. [Priv.]
Los observadores ojos verdes de la mujer siguieron los movimientos del hombre, parecía cansado. En su mente aparecieron miles de situaciones, seguramente estaría así por culpa del trabajo. En los últimos meses ella misma se había sentido agotada, cuando la soledad amenazaba con devorarla, cuando la frustración se anudaba en su interior y la impedía seguir hacia delante. Se mantuvo en su sitio cuando él se acercó, no era el momento para dar un paso atrás si buscaba dar confianza. Por regla general los hombres solían provocarla desconfianza, no por nada en concreto, había tenido bastante suerte y no había tenido un contacto desagradable con uno de ellos… no con uno humano al menos.
—Encantada de conocerle señor Fausten.—respondió son sinceridad mientras le miraba. Un lugar extraño, sin duda, para hacer una presentación. —Mi nombre es Éabann Dargaard. No es de aquí ¿verdad? Lo digo por su acento.
Un acento distinto marcaba las palabras de ella. Tendió su mano hacia delante para estrechar la suya. No esperaba el consabido besamanos que muchos hombres realizaban con las mujeres de clase alta, a fin de cuentas era una simple gitana, pero sí era cierto que un estrechón de manos podía ser el gesto necesario para comenzar una nueva… conversación. Además, siempre sentía curiosidad por cómo sería el gesto, decía mucho de la otra persona cuando se producía.
—¿Le gustaría tomar una infusión conmigo?
Una pregunta extraña para encontrarse en mitad del bosque, pero en su hatillo había lo suficiente para tomarla: Cuencos para calentar el agua, yesca y pedernal para encender el fuego, plantas para realizar una infusión si fuera necesario. Había salido a recoger plantas medicinales, también tenía corteza de sauce. El mortero estaba presente. Por un momento se sintió extraña, como si en vez de un bosque se encontrara en el salón de una casa.
—Encantada de conocerle señor Fausten.—respondió son sinceridad mientras le miraba. Un lugar extraño, sin duda, para hacer una presentación. —Mi nombre es Éabann Dargaard. No es de aquí ¿verdad? Lo digo por su acento.
Un acento distinto marcaba las palabras de ella. Tendió su mano hacia delante para estrechar la suya. No esperaba el consabido besamanos que muchos hombres realizaban con las mujeres de clase alta, a fin de cuentas era una simple gitana, pero sí era cierto que un estrechón de manos podía ser el gesto necesario para comenzar una nueva… conversación. Además, siempre sentía curiosidad por cómo sería el gesto, decía mucho de la otra persona cuando se producía.
—¿Le gustaría tomar una infusión conmigo?
Una pregunta extraña para encontrarse en mitad del bosque, pero en su hatillo había lo suficiente para tomarla: Cuencos para calentar el agua, yesca y pedernal para encender el fuego, plantas para realizar una infusión si fuera necesario. Había salido a recoger plantas medicinales, también tenía corteza de sauce. El mortero estaba presente. Por un momento se sintió extraña, como si en vez de un bosque se encontrara en el salón de una casa.
Éabann G. Dargaard- Gitano
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Fecha de inscripción : 09/05/2011
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Re: Dolorosos recuerdos. [Priv.]
Asentí al saber un nuevo nombre, el de una nueva mujer que conocía en ésta ciudad. Tan solo verla alzar la mano preví que debía hacer algo al respecto, asi que solo hice lo que acostumbraba. Otras personas me tachaban de descarado pero lo cierto era que en mi país no era tn raro saludar de aquella forma.
Tomé su mano para no dejar de lado sus buenos modales y acercándome a su mejilla di un beso en ella.
- Encantado de conocerla, signora.
Mi rostro contrariado, poco a poco se volvió sonrisa conforme oía las palabras de la mujer, a juzgar por sus ropas era gitana. Una gitana hermosa, como las que solían danzar alrededor del fuego, o simplemente entonaban una antigua canción de sus familias. El caso era que la naturaleza siempre les acompañaba,, en ocasiones les envidiaba, por poseer ciertos dones que a mi se me negaban tan solo por no ser como ellos, de ahi a que en mi pasado hubiese vivido en un campamento de gitanos, una de las múltiples cosas que ocurrieron en mi laborioso pasado y que nadie sabía ni debía saber.
- Por supuesto. - Sonreí, tomando un nuevo camino junto con ella. Siempre me había parecido extraño el poder que tenían las plantas. Cómo la gente me daba de lado por parecer algo... afeminado por simplemente el amor que profesaba a las plantas y todo lo que les concernía. Pero a las mujeres no les importaba lo que decían de mi, yo siempre podía demostrar que no lo era en absoluto, mi virilidad nunca estaba en juego.
- Hacía tiempo que no sabía de nadie que supiese preparar infusiones. De seguro que sabe preparar ungüentos, cierto? - La observaba, cada uno de sus sutiles movimientos, me parecía algo digno de una persona que amaba cuanto le rodeaba, aunque la vida no le sonriese del todo.
Tomé su mano para no dejar de lado sus buenos modales y acercándome a su mejilla di un beso en ella.
- Encantado de conocerla, signora.
Mi rostro contrariado, poco a poco se volvió sonrisa conforme oía las palabras de la mujer, a juzgar por sus ropas era gitana. Una gitana hermosa, como las que solían danzar alrededor del fuego, o simplemente entonaban una antigua canción de sus familias. El caso era que la naturaleza siempre les acompañaba,, en ocasiones les envidiaba, por poseer ciertos dones que a mi se me negaban tan solo por no ser como ellos, de ahi a que en mi pasado hubiese vivido en un campamento de gitanos, una de las múltiples cosas que ocurrieron en mi laborioso pasado y que nadie sabía ni debía saber.
- Por supuesto. - Sonreí, tomando un nuevo camino junto con ella. Siempre me había parecido extraño el poder que tenían las plantas. Cómo la gente me daba de lado por parecer algo... afeminado por simplemente el amor que profesaba a las plantas y todo lo que les concernía. Pero a las mujeres no les importaba lo que decían de mi, yo siempre podía demostrar que no lo era en absoluto, mi virilidad nunca estaba en juego.
- Hacía tiempo que no sabía de nadie que supiese preparar infusiones. De seguro que sabe preparar ungüentos, cierto? - La observaba, cada uno de sus sutiles movimientos, me parecía algo digno de una persona que amaba cuanto le rodeaba, aunque la vida no le sonriese del todo.
Tyler Fausten- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Edad : 36
Re: Dolorosos recuerdos. [Priv.]
No era normal que alguien sorprendiera a la morena, pero el gesto de él, que rompía por completo con los protocolos, lo hizo. Una sincera sonrisa apareció en sus labios mirándole un momento, asintiendo con suavidad para hacerle ver que no le había molestado el gesto en absoluto. A pesar de que conocía bien cómo se había que comportar uno en el mundo de las ciudades y de aquellos que preferían vivir en una casa de piedra que en un carromato o en una tienda, debía reconocer que prefería los impulsos, la libertad de aquellos que actuaban según le dictaba el corazón en aquel momento.
Habría que hacer una pequeña hoguera, pero eso no sería problema. No había llovido en unos días, por lo que encontrarían ramas secas entre los árboles.
—Así es, me gustan las plantas y mi abuela me enseñó sus usos. —respondió con naturalidad mientras le miraba, tanto sus usos buenos como sus usos malos. Quien tenía el conocimiento, sabía qué utilizar, cómo utilizarlo y cuándo hacerlo. Los que conocían la forma de sanar, también sabían la forma de dañar. —Siempre es necesario cuando ir a un médico puede resultar costoso y… además... —se encogió con suavidad y una media sonrisa apareció en sus labios cargada de picardía. —no me fio demasiado de los “matasanos” como decía mi padre.
Hacer referencias a sus antepasados era algo habitual y normal. Algo que estaba siempre presente en el mundo de la muchacha, las enseñanzas, lo vivido, aunque hiciera tanto tiempo que los había perdido. Sus pasos ligeros apenas hacían ruido mientras se dirigían hacia donde estaba su carromato. Otra persona igual hubiera pensado que sería mejor no llevar a un desconocido a su campamento, que pecaba de confiada por ese simple gesto.
—¿A qué se dedica? No me diga que es médico. —se respondió entonces a sí misma, tras darse cuenta de que no sabía nada del hombre y, que quizá, había dado un buen traspié con su anterior comentario.
Habría que hacer una pequeña hoguera, pero eso no sería problema. No había llovido en unos días, por lo que encontrarían ramas secas entre los árboles.
—Así es, me gustan las plantas y mi abuela me enseñó sus usos. —respondió con naturalidad mientras le miraba, tanto sus usos buenos como sus usos malos. Quien tenía el conocimiento, sabía qué utilizar, cómo utilizarlo y cuándo hacerlo. Los que conocían la forma de sanar, también sabían la forma de dañar. —Siempre es necesario cuando ir a un médico puede resultar costoso y… además... —se encogió con suavidad y una media sonrisa apareció en sus labios cargada de picardía. —no me fio demasiado de los “matasanos” como decía mi padre.
Hacer referencias a sus antepasados era algo habitual y normal. Algo que estaba siempre presente en el mundo de la muchacha, las enseñanzas, lo vivido, aunque hiciera tanto tiempo que los había perdido. Sus pasos ligeros apenas hacían ruido mientras se dirigían hacia donde estaba su carromato. Otra persona igual hubiera pensado que sería mejor no llevar a un desconocido a su campamento, que pecaba de confiada por ese simple gesto.
—¿A qué se dedica? No me diga que es médico. —se respondió entonces a sí misma, tras darse cuenta de que no sabía nada del hombre y, que quizá, había dado un buen traspié con su anterior comentario.
Éabann G. Dargaard- Gitano
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Fecha de inscripción : 09/05/2011
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Re: Dolorosos recuerdos. [Priv.]
Negué tristemente pero con una sonrisa en los labios.
- Jardinero, signora.
Lo cierto era que había heredado la maña, las manos y el arte de esculpir de mi padre. Fuí el único hermano capaz de seguir los pasos de padre, tal vez estaba destinado a ello o simplemente mi dedicación y entrega me llevaron a auqello. Pero el dinero en este ciudad lo era todo y tan solo se podía ser escultor si precisabas de un buen material, por cierto muy caro y dificil de adquirir. Mis manos jugaban con una rama de romero, mientras observaba a la mujer manejar con gran destreza las distintas hierbas sin importarle las manchas que podrían cubrir su falda.
- Siempre seguí los pasos de mi padre. - Tras unos segundos de silencio, proseguí. - lo observaba, le tenía siempre en un pedestal. El era.. mis palabras se ahogaban conforme pronunciaba "era" ya que él había muerto, estuve muy ligado a él desde siempre. - Escultor. Heredé sus manos, por así decirlo.. Ancianos que vieron sus trabajos al ver alguno que otro mio casi lloran de la felicidad, se podría decir que soy mejor que él, pero no puedo permitirme el lujo de ser escultor.
Demasiadas palabras quizá para alguien que a penas dbía de interesarle mi vida, o mejor dicho parte de mi pasado.
- Jardinero, signora.
Lo cierto era que había heredado la maña, las manos y el arte de esculpir de mi padre. Fuí el único hermano capaz de seguir los pasos de padre, tal vez estaba destinado a ello o simplemente mi dedicación y entrega me llevaron a auqello. Pero el dinero en este ciudad lo era todo y tan solo se podía ser escultor si precisabas de un buen material, por cierto muy caro y dificil de adquirir. Mis manos jugaban con una rama de romero, mientras observaba a la mujer manejar con gran destreza las distintas hierbas sin importarle las manchas que podrían cubrir su falda.
- Siempre seguí los pasos de mi padre. - Tras unos segundos de silencio, proseguí. - lo observaba, le tenía siempre en un pedestal. El era.. mis palabras se ahogaban conforme pronunciaba "era" ya que él había muerto, estuve muy ligado a él desde siempre. - Escultor. Heredé sus manos, por así decirlo.. Ancianos que vieron sus trabajos al ver alguno que otro mio casi lloran de la felicidad, se podría decir que soy mejor que él, pero no puedo permitirme el lujo de ser escultor.
Demasiadas palabras quizá para alguien que a penas dbía de interesarle mi vida, o mejor dicho parte de mi pasado.
Tyler Fausten- Hechicero Clase Alta
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Re: Dolorosos recuerdos. [Priv.]
Ahí podía estar el vínculo en cierta manera, ese extraño lazo que en ocasiones entrelazaban el camino de dos personas sin darse cuenta, aunque fuera para una conversación. Sonrió al saber la profesión del hombre. Jardinero. Parecía que el amor por la naturaleza estaba presente en ambos. Cuando estaba en Londres, había tenido diversas conversaciones con el jardinero que cuidaba el pequeño jardín de la casa que él había alquilado, una casa modesta, pero con un jardín posterior que siempre estaba cuidado. Había visto el amor que aquel hombre anciano tenía por las plantas, por los árboles, por las flores. Le había hablado de todos y cada uno de los jardines que había cuidado, de los rosales que eran sus favoritos.
—Parece ser que en cierta manera ambos estamos relacionados con el mundo de las plantas. —contestó con una sincera sonrisa.
Después siguió escuchando. Pudo notar con claridad el momento en el que su voz flaqueó, ese momento en el que los recuerdos se amontonaban y el pasado se reflejaba en un simple verbo. El nudo en la garganta de la joven se profundizó por un instante. Sabía bien lo que era perder a las personas que se quería, a las personas que habían marcado parte del camino que uno tenía que seguir.
—¿Tiene algún trabajo hecho aquí? No entiendo mucho de arte, pero me gustaría ver alguna de sus obras. —se quedó unos instantes callada, mirándole. —Lamento escuchar eso, todos deberíamos poder dedicarnos a aquellos que realmente nos gusta, pero hay demasiadas barreras y muchas veces es difícil traspasarlas.
Lo dijo con gesto pensativo, ligeramente ausente mientras observaba cómo las manos de él jugueteaban con la ramita de romero que llevaba en las manos.
—Parece ser que en cierta manera ambos estamos relacionados con el mundo de las plantas. —contestó con una sincera sonrisa.
Después siguió escuchando. Pudo notar con claridad el momento en el que su voz flaqueó, ese momento en el que los recuerdos se amontonaban y el pasado se reflejaba en un simple verbo. El nudo en la garganta de la joven se profundizó por un instante. Sabía bien lo que era perder a las personas que se quería, a las personas que habían marcado parte del camino que uno tenía que seguir.
—¿Tiene algún trabajo hecho aquí? No entiendo mucho de arte, pero me gustaría ver alguna de sus obras. —se quedó unos instantes callada, mirándole. —Lamento escuchar eso, todos deberíamos poder dedicarnos a aquellos que realmente nos gusta, pero hay demasiadas barreras y muchas veces es difícil traspasarlas.
Lo dijo con gesto pensativo, ligeramente ausente mientras observaba cómo las manos de él jugueteaban con la ramita de romero que llevaba en las manos.
Éabann G. Dargaard- Gitano
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Re: Dolorosos recuerdos. [Priv.]
- Siempre viví obsesionado con las obras de mi padre, intentando buscar una propia, pero... el material es muy caro y tan solo he podido hacer unas simples figuras talladas en madera. Ya sabe... el mármol es muy caro.
Sonreí tristemente a la vez que sacaba de mi bolsillo una pequeña figura de una serpiente enroscada en si misma. Una simple figura, un simple acompañante de sus caminatas. Siempre que caminaba, me entretenía tallando cualquier trozo de madera. Y dejándolos tirados en el camino conforme hacía otro nuevo. No eran algo de importancia, simplemente algo que dejaba en el camino, para que si alguien lo encontraba, pudiese quedárselo. Tan solo era eso, un trozo de madera.
Observé el agua del caldero hervir, y como ella, a pesar de las labores que hacía prestaba atención a mis palabras, pese a que carecieran de importancia alguna.
- Dejemos de hablar de mi, hábleme de usted, por favor.
La ayudé acercándole el cesto donde llevaba las plantas que iba a utilizar, sin pretenderlo, las imágenes volaron a mi mente devolviéndome recuerdos de aquel día. Como aquellas hierbas las había recogido hoy mismo, y todo el duro trayecto que había tenido en la mañana. Mi poder estaba desbocado, revelándome el breve pasado de aquel césto, con tan solo tocarlo con mis manos.
Sonreí tristemente a la vez que sacaba de mi bolsillo una pequeña figura de una serpiente enroscada en si misma. Una simple figura, un simple acompañante de sus caminatas. Siempre que caminaba, me entretenía tallando cualquier trozo de madera. Y dejándolos tirados en el camino conforme hacía otro nuevo. No eran algo de importancia, simplemente algo que dejaba en el camino, para que si alguien lo encontraba, pudiese quedárselo. Tan solo era eso, un trozo de madera.
Observé el agua del caldero hervir, y como ella, a pesar de las labores que hacía prestaba atención a mis palabras, pese a que carecieran de importancia alguna.
- Dejemos de hablar de mi, hábleme de usted, por favor.
La ayudé acercándole el cesto donde llevaba las plantas que iba a utilizar, sin pretenderlo, las imágenes volaron a mi mente devolviéndome recuerdos de aquel día. Como aquellas hierbas las había recogido hoy mismo, y todo el duro trayecto que había tenido en la mañana. Mi poder estaba desbocado, revelándome el breve pasado de aquel césto, con tan solo tocarlo con mis manos.
Tyler Fausten- Hechicero Clase Alta
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Re: Dolorosos recuerdos. [Priv.]
—Nunca nada es simple, aunque sea en madera ha tallado algo con sus propias manos y eso es importante. —comentó con una ligera sonrisa, mientras observaba cómo él sacaba una serpiente enroscada en si misma. Había escuchado demasiado sobre las serpientes, observó la que él llevaba en las manos y por un momento la imaginación provocó que casi viera moverse. —Parece que tiene vida propia. —dijo en un susurro para sí.
La serpiente, un símbolo de sabiduría. No podía negar que era supersticiosa, en cierta manera, como todos los suyos. Pequeños detalles podían provocar que todo se desbocara, que todo tomara sentido. Que le diera pistas para el paso que tenía que dar a continuación. Muchas personas creían que la serpiente era símbolo del demonio, así rezaba las enseñanzas de la religión de los cristianos, pero antes de ello había sido un símbolo poderoso. Un símbolo mágico en cierta manera. Apartó los ojos verdes cuando él volvió a hablar, preguntando por ella.
—Como me imagino que ya se ha imaginado… soy una gitana. —contestó con naturalidad, no era cuestión de ir negando lo evidente y mentir sobre un hecho como aquel era una estupidez en ese momento. —Nací en tierras austriacas, muy cerca de Viena. Viajé con mi familia hasta que… sufrieron un accidente. —apretó brevemente los labios, en sus palabras seguramente él podría leer más de lo dicho. Un accidente mortal que le había dejado sola. —Hace apenas unos días que he llegado a París, siento curiosidad por ver qué puede depararme la ciudad.
Al tomar el cesto con las plantas, sus dedos rozaron apenas con la yema de los dedos la mano de él. Casi pudo ver chisporrotear una corriente que pasó entre ellos y entonces se dio cuenta de que la persona que estaba delante de ella, no era una persona normal. Le miró a los ojos, unos segundos, como si buscara leer en ellos algo que se le escapaba.
—Usted…—se detuvo porque no sabía muy bien cómo continuar. — Es algo más que un escultor o un jardinero ¿verdad?
La serpiente, un símbolo de sabiduría. No podía negar que era supersticiosa, en cierta manera, como todos los suyos. Pequeños detalles podían provocar que todo se desbocara, que todo tomara sentido. Que le diera pistas para el paso que tenía que dar a continuación. Muchas personas creían que la serpiente era símbolo del demonio, así rezaba las enseñanzas de la religión de los cristianos, pero antes de ello había sido un símbolo poderoso. Un símbolo mágico en cierta manera. Apartó los ojos verdes cuando él volvió a hablar, preguntando por ella.
—Como me imagino que ya se ha imaginado… soy una gitana. —contestó con naturalidad, no era cuestión de ir negando lo evidente y mentir sobre un hecho como aquel era una estupidez en ese momento. —Nací en tierras austriacas, muy cerca de Viena. Viajé con mi familia hasta que… sufrieron un accidente. —apretó brevemente los labios, en sus palabras seguramente él podría leer más de lo dicho. Un accidente mortal que le había dejado sola. —Hace apenas unos días que he llegado a París, siento curiosidad por ver qué puede depararme la ciudad.
Al tomar el cesto con las plantas, sus dedos rozaron apenas con la yema de los dedos la mano de él. Casi pudo ver chisporrotear una corriente que pasó entre ellos y entonces se dio cuenta de que la persona que estaba delante de ella, no era una persona normal. Le miró a los ojos, unos segundos, como si buscara leer en ellos algo que se le escapaba.
—Usted…—se detuvo porque no sabía muy bien cómo continuar. — Es algo más que un escultor o un jardinero ¿verdad?
Éabann G. Dargaard- Gitano
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Re: Dolorosos recuerdos. [Priv.]
Debía de haber previsto aquello. Había convivido lo suficiente con los gitanos para saber que ellos también percibían el mundo algo parecido como lo veíamos los brujos.
Asentí, con una sonrisa, a la vez que apartaba mis manos, tomando los guantes que guardaba en mi bolsa, y colocándolos. - Si, soy un hechicero. La magia lleva en mi familia desde hace generaciones.. me pilló de improvisto que usted lo supiese.
Por temor, quizá, tuve la forma de mantener aquel secreto, pero viendo y sabiendo de la fraternidad que a veces conllevaba la magia supondría que aquella mujer tan perfecta a mis ojos, amable, sincera... *reí* fuese la perfecta para guardar el secreto.
- No irá a decirlo a los cuatro vientos, no? Aun queman a los brujos? - Dije entre risas, procurando no hablar muy alto de todas formas. De todas formas, siempre debo llevaréstos guantes, me protegen de las cosas, mi cabeza explotaría si viese de donde proceden todas las cosas, no cree? Me arrodillé a su lado, vertiendo yo mismo el agua entre las hierbas.. cuidadosamente escogidas para tomarlas a gusto, algo dulces para mi paladar, pero perfectas para esta tranquila noche.
Asentí, con una sonrisa, a la vez que apartaba mis manos, tomando los guantes que guardaba en mi bolsa, y colocándolos. - Si, soy un hechicero. La magia lleva en mi familia desde hace generaciones.. me pilló de improvisto que usted lo supiese.
Por temor, quizá, tuve la forma de mantener aquel secreto, pero viendo y sabiendo de la fraternidad que a veces conllevaba la magia supondría que aquella mujer tan perfecta a mis ojos, amable, sincera... *reí* fuese la perfecta para guardar el secreto.
- No irá a decirlo a los cuatro vientos, no? Aun queman a los brujos? - Dije entre risas, procurando no hablar muy alto de todas formas. De todas formas, siempre debo llevaréstos guantes, me protegen de las cosas, mi cabeza explotaría si viese de donde proceden todas las cosas, no cree? Me arrodillé a su lado, vertiendo yo mismo el agua entre las hierbas.. cuidadosamente escogidas para tomarlas a gusto, algo dulces para mi paladar, pero perfectas para esta tranquila noche.
Tyler Fausten- Hechicero Clase Alta
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Re: Dolorosos recuerdos. [Priv.]
—Ha sido solo un momento, puedo notar lo que son los seres que se encuentran a mí alrededor… pero no me gusta mucho meterme en la intimidad de las personas.
Sonrió con suavidad mientras observaba sus gestos. Había escuchado de los brujos, de los hechiceros, había convivido con ellos, pero siempre la sorprendían. Tenían una magia distinta a la suya, mucho más fuerte, mucho más poderosa. No sabía bien la razón, a veces consideraba que a su lado la magia de los gitanos no dejaba de ser algún tipo de juego, algún tipo de magia menor. No es que la importara, había vivido con la magia en su interior desde que tenía uso de razón, con esa capacidad que tenía para poder ver lo que muchas otras personas no veían, de poder ser capaz de diferenciar qué ser tenía delante de sí o qué podría pasar en el futuro de una persona.
En la posibilidad estaba la clave. Sonrió por un momento, observando a su alrededor, como si esperara que en cualquier momento apareciera alguien. Desgraciadamente, sí, podrían ser capaz de armar una buena si alguien hablaba de magia. La Iglesia era muy precavida en algunos aspectos.
—No se preocupe, no pensó decir nada, sería de estúpidos hacerlo cuando seguramente yo le acompañaría ¿no le parece? —preguntó, mientras observaba sus movimientos, pronto un delicioso aroma se extendió por el lugar. —No conozco mucho sus poderes, debo reconocerlo… ¿funciona con el tacto?
Miró sus guantes por un momento, al tiempo que sacaba un pequeño bote donde podía ver una delicia para las personas golosas: miel.
—¿Le gusta?. —preguntó mientras abría el bote, tendiéndole después una cuchara y tomando ella otra.
Sonrió con suavidad mientras observaba sus gestos. Había escuchado de los brujos, de los hechiceros, había convivido con ellos, pero siempre la sorprendían. Tenían una magia distinta a la suya, mucho más fuerte, mucho más poderosa. No sabía bien la razón, a veces consideraba que a su lado la magia de los gitanos no dejaba de ser algún tipo de juego, algún tipo de magia menor. No es que la importara, había vivido con la magia en su interior desde que tenía uso de razón, con esa capacidad que tenía para poder ver lo que muchas otras personas no veían, de poder ser capaz de diferenciar qué ser tenía delante de sí o qué podría pasar en el futuro de una persona.
En la posibilidad estaba la clave. Sonrió por un momento, observando a su alrededor, como si esperara que en cualquier momento apareciera alguien. Desgraciadamente, sí, podrían ser capaz de armar una buena si alguien hablaba de magia. La Iglesia era muy precavida en algunos aspectos.
—No se preocupe, no pensó decir nada, sería de estúpidos hacerlo cuando seguramente yo le acompañaría ¿no le parece? —preguntó, mientras observaba sus movimientos, pronto un delicioso aroma se extendió por el lugar. —No conozco mucho sus poderes, debo reconocerlo… ¿funciona con el tacto?
Miró sus guantes por un momento, al tiempo que sacaba un pequeño bote donde podía ver una delicia para las personas golosas: miel.
—¿Le gusta?. —preguntó mientras abría el bote, tendiéndole después una cuchara y tomando ella otra.
Éabann G. Dargaard- Gitano
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Re: Dolorosos recuerdos. [Priv.]
Negué al mismo tiempo que pegaba el primer sorbo a la infusión.
- Me gusta la miel, pero no las abejas.. soy muy... alérgico a ellas. Podría morir con el veneno de un solo aguijón de ellas.
Carraspeé desaciendo el nudo que se hacía en mi garganta, la miel era dulce, pero su sabor a veces despejaba demasiado la garganta provocando en ella sequedad. Oí sus palabras, los mitos seguían siendo tan solo eso. Observó a la mujer, si tan solo llevase puestas otras ropas parecería una mujer noble, y no solo de corazón. Su belleza resaltaba por encima de sus ojos verdes como el jade.
- Mi caso digamos... es extraño, todo viene de familia. Tomé aire para contar algo que no había tenido el gusto de contar a nadie aun.
- Mis padres eran.... algo semejantes. Obvié el tema híbrido de mi madre, ella era mitad lobo, pero en su sangre fluía la magia desde generaciones, al igual que mi padre, pero aquello no se transformó en mí. - Habrá oido hablar de los licántropos, cierto? Esperé a que asintiese o negase pese a que proseguí. - Los dos eran licantropos, pero la magia fluía por sus venas al igual que sus antepasados... Tengo dos hermanos mas, pero solo yo soy hechicero. Esperé a que la información que le estaba dando no fuese demasiado para ella. Los híbridos siempre habían sido un tema delicado, por lo que evitaba el contar aquella historia, por posibles... risas o quizás me tomasen por loco, solo yo sabía lo que había visto y oido.
- Mi madre era ciega, su don consistía en aumentar o disminuir los sentidos.. eso fué lo que heredé de ella. Su don del tacto. Mis manos pueden ver a través de las cosas, como o cuando fué cortada una rosa.. o que... desayunó usted en la mañana. - Reí por la absurdez de los ejemplos que le había puesto, lo cierto era que aquello era mucho mas complejo de lo que parecía a simple vista.
- Dirá que estoy loco. - Dije mirándo directamente a sus ojos.
- Me gusta la miel, pero no las abejas.. soy muy... alérgico a ellas. Podría morir con el veneno de un solo aguijón de ellas.
Carraspeé desaciendo el nudo que se hacía en mi garganta, la miel era dulce, pero su sabor a veces despejaba demasiado la garganta provocando en ella sequedad. Oí sus palabras, los mitos seguían siendo tan solo eso. Observó a la mujer, si tan solo llevase puestas otras ropas parecería una mujer noble, y no solo de corazón. Su belleza resaltaba por encima de sus ojos verdes como el jade.
- Mi caso digamos... es extraño, todo viene de familia. Tomé aire para contar algo que no había tenido el gusto de contar a nadie aun.
- Mis padres eran.... algo semejantes. Obvié el tema híbrido de mi madre, ella era mitad lobo, pero en su sangre fluía la magia desde generaciones, al igual que mi padre, pero aquello no se transformó en mí. - Habrá oido hablar de los licántropos, cierto? Esperé a que asintiese o negase pese a que proseguí. - Los dos eran licantropos, pero la magia fluía por sus venas al igual que sus antepasados... Tengo dos hermanos mas, pero solo yo soy hechicero. Esperé a que la información que le estaba dando no fuese demasiado para ella. Los híbridos siempre habían sido un tema delicado, por lo que evitaba el contar aquella historia, por posibles... risas o quizás me tomasen por loco, solo yo sabía lo que había visto y oido.
- Mi madre era ciega, su don consistía en aumentar o disminuir los sentidos.. eso fué lo que heredé de ella. Su don del tacto. Mis manos pueden ver a través de las cosas, como o cuando fué cortada una rosa.. o que... desayunó usted en la mañana. - Reí por la absurdez de los ejemplos que le había puesto, lo cierto era que aquello era mucho mas complejo de lo que parecía a simple vista.
- Dirá que estoy loco. - Dije mirándo directamente a sus ojos.
Tyler Fausten- Hechicero Clase Alta
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Re: Dolorosos recuerdos. [Priv.]
—Disculpe.
Fue lo único que supo decir ante su confesión sobre las abejas, con suavidad y delicadeza coló el agua con las hierbas, para que esta no fuera a los cuencos de cerámica que llevaba consigo. Primero el de él, mientras escuchaba sus palabras. Le miró a los ojos, hablaba con sinceridad y eso era algo que sorprendía y, a la vez, agradaba a la joven gitana. Eso era algo que no solía ocurrir con frecuencia, que una persona pudiera abrirse de ese modo.
—Sí, les conozco, a uno de esa raza debo mi vida.
Lo dijo, sin darle más importancia, mientras terminaba de colar el agua y con gestos suaves le entregó el cuenco para que pudiera beber. Estaba caliente y el aroma llegó hasta su olfato. Después procedió a servirse a ella misma. Se detuvo, entonces, al escucharle. Sus ojos verdes abiertos con sorpresa. No lo hubiera podido imaginar, era la primera vez que escuchaba algo así y, automáticamente, sintió curiosidad. Era un defecto que tenía, excesivamente curiosa procuraba enterarse de todo, saberlo todo.
—No, no creo que esté loco, sino que tiene un don maravilloso. —dijo con rapidez, mirándole con sinceridad, una sinceridad que se colaba en sus palabras. —No había escuchado nunca antes algo así… es hermoso, es fascinante saberlo. Lamento mucho lo de la vista de su madre, pero supo adaptarse y potenciar los otros sentidos….—le miró, con gesto pensativo.—Impresionante, simplemente impresionante.
Fue en ese momento, absorta como estaba, cuando sin darse cuenta de lo que estaba haciendo el agua caliente, casi hirviendo, cayó sobre la mano que sujetaba el cuenco de cerámica deslizándose por su mueca y sus dedos antes de que lo soltara con un estrépito.
—¡Oh! ¡Por los dioses!. —se lamentó al tiempo que sus ojos verdes se llenaban de lágrimas sin que pudiera evitarlo producto del dolor.
Fue lo único que supo decir ante su confesión sobre las abejas, con suavidad y delicadeza coló el agua con las hierbas, para que esta no fuera a los cuencos de cerámica que llevaba consigo. Primero el de él, mientras escuchaba sus palabras. Le miró a los ojos, hablaba con sinceridad y eso era algo que sorprendía y, a la vez, agradaba a la joven gitana. Eso era algo que no solía ocurrir con frecuencia, que una persona pudiera abrirse de ese modo.
—Sí, les conozco, a uno de esa raza debo mi vida.
Lo dijo, sin darle más importancia, mientras terminaba de colar el agua y con gestos suaves le entregó el cuenco para que pudiera beber. Estaba caliente y el aroma llegó hasta su olfato. Después procedió a servirse a ella misma. Se detuvo, entonces, al escucharle. Sus ojos verdes abiertos con sorpresa. No lo hubiera podido imaginar, era la primera vez que escuchaba algo así y, automáticamente, sintió curiosidad. Era un defecto que tenía, excesivamente curiosa procuraba enterarse de todo, saberlo todo.
—No, no creo que esté loco, sino que tiene un don maravilloso. —dijo con rapidez, mirándole con sinceridad, una sinceridad que se colaba en sus palabras. —No había escuchado nunca antes algo así… es hermoso, es fascinante saberlo. Lamento mucho lo de la vista de su madre, pero supo adaptarse y potenciar los otros sentidos….—le miró, con gesto pensativo.—Impresionante, simplemente impresionante.
Fue en ese momento, absorta como estaba, cuando sin darse cuenta de lo que estaba haciendo el agua caliente, casi hirviendo, cayó sobre la mano que sujetaba el cuenco de cerámica deslizándose por su mueca y sus dedos antes de que lo soltara con un estrépito.
—¡Oh! ¡Por los dioses!. —se lamentó al tiempo que sus ojos verdes se llenaban de lágrimas sin que pudiera evitarlo producto del dolor.
Éabann G. Dargaard- Gitano
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Re: Dolorosos recuerdos. [Priv.]
Me sobresalté al ver como la mujer gritaba de dolor. Las lágrimas no tardaron en acudir a sus ojos velozmente a lo que no pude evitar acortar el espacio que había en nosotros.
Tomé su mano algo temeroso, pese a que nunca dejaba de mostrar aquella faceta mía. Hacía tiempo que no sanaba tal y como solía hacer antaño, tampoco nadie se había herido delante mía, solo esperaba no empeorar las cosas mas de lo que eran. Tomé su muñeca, de forma que no la pudiese dañar mas de lo que estaba.
- Piensa rápido Fausten...!! Huevo!
Mis manos acumularon todo el poder que no solía usar, pues no lo necesitaba nisiquiera para beneficio propio, anulando el dolor, como si su mano se hubiese dormido por completo, casi el brazo... solo necesitaba un minuto mas y encontrar un huevo pero... estabamos en mitad de..! Señalé un nido, uno de los huevos parecía haber caido aun sin incubar por la madre, solo tenía una pequeña rotura por la que empezaba a salir la clara del huevo.
- Espera... con ésto desaparecerá mas rápido de lo que imaginas..
Rompí con cuidado el huevo para que no se cayese todo al suelo, aun con su mano aguantada introducí un par de dedos y acaricié la zona, suavemente para que al curar no quedase la piel dañada del todo. Mi poder, había anulado casi el dolor, quizás sintiese tan solo una pizca del mismo pero no sería lo mismo.
- Estas bien? - Me agaché delante suya para levantarle la vista y poder así saber que sentía.
Tomé su mano algo temeroso, pese a que nunca dejaba de mostrar aquella faceta mía. Hacía tiempo que no sanaba tal y como solía hacer antaño, tampoco nadie se había herido delante mía, solo esperaba no empeorar las cosas mas de lo que eran. Tomé su muñeca, de forma que no la pudiese dañar mas de lo que estaba.
- Piensa rápido Fausten...!! Huevo!
Mis manos acumularon todo el poder que no solía usar, pues no lo necesitaba nisiquiera para beneficio propio, anulando el dolor, como si su mano se hubiese dormido por completo, casi el brazo... solo necesitaba un minuto mas y encontrar un huevo pero... estabamos en mitad de..! Señalé un nido, uno de los huevos parecía haber caido aun sin incubar por la madre, solo tenía una pequeña rotura por la que empezaba a salir la clara del huevo.
- Espera... con ésto desaparecerá mas rápido de lo que imaginas..
Rompí con cuidado el huevo para que no se cayese todo al suelo, aun con su mano aguantada introducí un par de dedos y acaricié la zona, suavemente para que al curar no quedase la piel dañada del todo. Mi poder, había anulado casi el dolor, quizás sintiese tan solo una pizca del mismo pero no sería lo mismo.
- Estas bien? - Me agaché delante suya para levantarle la vista y poder así saber que sentía.
Tyler Fausten- Hechicero Clase Alta
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Re: Dolorosos recuerdos. [Priv.]
Había sido un latigazo de dolor, un dolor que escocía como miles de demonios. No le había dado tiempo a reaccionar, se había quedado tan atontada escuchando y pensando en lo que él la decía que simplemente se había quedado como en otro mundo. No retiró la mano aunque esa fuera su primera intención, automáticamente comenzó a notar cómo el dolor disminuía pero tenía los ojos plagados de lágrimas. Maldita fuera, ella no lloraba, nunca lo hacía, no sabía por qué de repente había sentido esa necesidad.
—Odio llorar.—consiguió farfullar mientras ni siquiera le miraba, fijando sus ojos en su mano y en la de él.
De forma automática se encogió por un instante cuando vio que le echaba huevo en la quemadura, pudo notar un ligero frescor mientras observaba los gestos de él. Respiró hondo por un instante. Tenía aloe vera, en algún sitio, pero en ese momento su cabeza era un auténtico caos, un caos horrible en el que solo podía sentir la piel enrojecida que lentamente parecía calmarse. Maldijo por un momento para sí, sin darse cuenta de lo que estaba haciendo. Hasta que sintió los dedos de él en su barbilla y alzó el rostro.
Tenía los ojos verdes brillantes, plagados de lágrimas que libremente se deslizaban por sus mejillas. En un gesto brusco se llevó la mano hacia las mejillas para secarlas, aunque pronto nuevas lágrimas comenzaron a deslizarse por las mismas. Se maldijo de nuevo y le miró.
—Odio llorar.—volvió a repetir, como si se tratara de una niña pequeña. Odiaba llorar porque le hacía parecer débil, respiró hondo de nuevo. —Lo siento, siento haber sido tan torpe, estoy bien… de verdad. —bajó la mirada de nuevo. —Gracias por haber actuado tan rápido… creo que tengo también Aloe Vera por algún lado…
—Odio llorar.—consiguió farfullar mientras ni siquiera le miraba, fijando sus ojos en su mano y en la de él.
De forma automática se encogió por un instante cuando vio que le echaba huevo en la quemadura, pudo notar un ligero frescor mientras observaba los gestos de él. Respiró hondo por un instante. Tenía aloe vera, en algún sitio, pero en ese momento su cabeza era un auténtico caos, un caos horrible en el que solo podía sentir la piel enrojecida que lentamente parecía calmarse. Maldijo por un momento para sí, sin darse cuenta de lo que estaba haciendo. Hasta que sintió los dedos de él en su barbilla y alzó el rostro.
Tenía los ojos verdes brillantes, plagados de lágrimas que libremente se deslizaban por sus mejillas. En un gesto brusco se llevó la mano hacia las mejillas para secarlas, aunque pronto nuevas lágrimas comenzaron a deslizarse por las mismas. Se maldijo de nuevo y le miró.
—Odio llorar.—volvió a repetir, como si se tratara de una niña pequeña. Odiaba llorar porque le hacía parecer débil, respiró hondo de nuevo. —Lo siento, siento haber sido tan torpe, estoy bien… de verdad. —bajó la mirada de nuevo. —Gracias por haber actuado tan rápido… creo que tengo también Aloe Vera por algún lado…
Éabann G. Dargaard- Gitano
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Re: Dolorosos recuerdos. [Priv.]
Sonreí. - Yo solía usar aloe para algunas quemaduras pero... no sabía que hubiese por aqui cerca. - comenté.
Aquel gesto era el mas humano que se pudiese tener cualquier persona, aunque no sabía muy bien por que se negaba a hacerlo. Bueno.. en realidad si lo sabía. Hacía años que yo no me tomaba aquella libertad, hasta el punto de no necesitar hacerlo.
- No tiene por que avergonzarse, todos somos humanos píccola Eabann
La abracé tras sus espaldas sin saber muy bien como proseguir, yo siempre me había curado solo, salvo un par de ocasiones en las que tuve que curar las rodillas masgulladas de un niño pequeño.
Me acerqué donde me señaló y le traje la rama de aloe. Realmente olía mal pero aquella gelatina que siempre estaba fresca aliviaba el dolor. Saqué un cuchillo y pelé un trozo, tendiéndole aquella viscosidad que entrañaba la planta en sí.
- Creo que deberías hacerlo tu, no quiero meter la pata. - Dije conuna sonrisa en los labios a la vez que sobaba la parte de mi nuca.
Aquel gesto era el mas humano que se pudiese tener cualquier persona, aunque no sabía muy bien por que se negaba a hacerlo. Bueno.. en realidad si lo sabía. Hacía años que yo no me tomaba aquella libertad, hasta el punto de no necesitar hacerlo.
- No tiene por que avergonzarse, todos somos humanos píccola Eabann
La abracé tras sus espaldas sin saber muy bien como proseguir, yo siempre me había curado solo, salvo un par de ocasiones en las que tuve que curar las rodillas masgulladas de un niño pequeño.
Me acerqué donde me señaló y le traje la rama de aloe. Realmente olía mal pero aquella gelatina que siempre estaba fresca aliviaba el dolor. Saqué un cuchillo y pelé un trozo, tendiéndole aquella viscosidad que entrañaba la planta en sí.
- Creo que deberías hacerlo tu, no quiero meter la pata. - Dije conuna sonrisa en los labios a la vez que sobaba la parte de mi nuca.
Tyler Fausten- Hechicero Clase Alta
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Re: Dolorosos recuerdos. [Priv.]
Llorar era un signo de debilidad, así se lo habían enseñado. Llorar significaba que algo había hecho daño. Respiró intentando tranquilizarse, en verdad había recibido muchos más golpes en su vida, muchos peores. No había llorado desde hacía mucho tiempo, no lloró cuando su amiga murió, no lloró cuando se tuvo que marchar de Londres sintiéndose brevemente sola. Ni siquiera recordaba haber llorado por la muerte de su familia, una muerte que había sido tremendamente dolorosa. No había llorado porque no quería que nadie la viera llorar y de repente estaba allí, llorando, como si se hubieran abierto algún tipo de presa que no controlaba.
—Hacía mucho que no lo hacía. —respondió, cerrando brevemente los ojos.
No sabía bien por qué lloraba frente a él, no le conocía, apenas sabía su nombre. Tomó aire intentando tranquilizarse, los sollozos comenzaban a ser demasiado sonoros para su gusto. Una sensación cálida se extendió por su espalda cuando se puso detrás de ella durante unos instantes hasta que finalmente se tranquilizó lo suficiente como para indicarle dónde se encontraba lo que necesitaba. Mientras que volvía se miró la mano enrojecida. Había actuado con rapidez, seguramente no quedaría marca alguna aunque en ese momento tenía mala pinta. Tomó la viscosidad en su mano izquierda, comenzando a deslizarlo con gesto torpe por la piel de su mano derecha.
—Gracias, le puedo asegurar que no suelo ser tan torpe.—contestó, mientras miraba al hombre durante unos instantes, volviendo a tomar un poco de la blanca viscosidad para echárselo en la piel lentamente, en círculos, notando cómo la piel iba absorbiéndolo.—Ni tan despistada, por regla general soy yo la que cuido de los demás, no a la inversa.
Se sentía cómoda en aquel papel, en el de cuidadora, pero que fuera a la inversa provocaba que no supiera muy bien cómo comportarse. Se mordió brevemente el labio inferior, fijándose en lo que estaba haciendo. Sentía la piel sensible y rugosa bajo sus dedos. ¿Cómo se había podido despistar de esa manera? Era como si la historia de Tyler hubiera tirado de ella impidiéndola pensar con claridad, sin darse cuenta de que se estaba moviendo.
—Hacía mucho que no lo hacía. —respondió, cerrando brevemente los ojos.
No sabía bien por qué lloraba frente a él, no le conocía, apenas sabía su nombre. Tomó aire intentando tranquilizarse, los sollozos comenzaban a ser demasiado sonoros para su gusto. Una sensación cálida se extendió por su espalda cuando se puso detrás de ella durante unos instantes hasta que finalmente se tranquilizó lo suficiente como para indicarle dónde se encontraba lo que necesitaba. Mientras que volvía se miró la mano enrojecida. Había actuado con rapidez, seguramente no quedaría marca alguna aunque en ese momento tenía mala pinta. Tomó la viscosidad en su mano izquierda, comenzando a deslizarlo con gesto torpe por la piel de su mano derecha.
—Gracias, le puedo asegurar que no suelo ser tan torpe.—contestó, mientras miraba al hombre durante unos instantes, volviendo a tomar un poco de la blanca viscosidad para echárselo en la piel lentamente, en círculos, notando cómo la piel iba absorbiéndolo.—Ni tan despistada, por regla general soy yo la que cuido de los demás, no a la inversa.
Se sentía cómoda en aquel papel, en el de cuidadora, pero que fuera a la inversa provocaba que no supiera muy bien cómo comportarse. Se mordió brevemente el labio inferior, fijándose en lo que estaba haciendo. Sentía la piel sensible y rugosa bajo sus dedos. ¿Cómo se había podido despistar de esa manera? Era como si la historia de Tyler hubiera tirado de ella impidiéndola pensar con claridad, sin darse cuenta de que se estaba moviendo.
Éabann G. Dargaard- Gitano
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