Dolorosos recuerdos. [Priv.]

por **Tyler Fausten** Dom Mayo 22, 2011 5:46 am

Recuerdo del primer mensaje :

Allí estaba, cada vez mas lastimado debido a aquel recuerdo, que una vez debió quedarse en tan solo eso. Dia tras dia, minuto tras minuto el recuerdo de aquella mujer la tenía presente como si la estuviese viendo con mis propios ojos. Deseé volver el tiempo atrás una vez mas, había viajado, había recorrido kilómetros con mis pies, pero todo, por muy lejos que me fuese, cada vez la tenía mas cerca aun.
El sol acababa de dejarme con la unica compañía que la luna, que se alzaba exhuberante ante mi, mientras me encontraba sentado en el borde de un puente, con los pies colgando hacia el agua que se arremolinaba abajo. Uno tras otro, mis pensamientos solo me podía llevar por la calle de la amargura. Yo, que siempre había sido un chico alegre, alegrando las almas de las demas personas, con chistes, simples sonrisas o una noche de sexo habrían bastado. Pero no era todo así, necesitaba algo, y no sabía muy bien por donde empezar.

por **Tyler Fausten** Jue Mayo 26, 2011 5:22 am

Mi vista pasó de viajar por su herida a centrarse en la suya, en su mirada casi ausente. A veces tomaba alguna bocanada de aire al ver las heridas, pero rápidamente optaba por tener calma en ciertos casos. La ayudé a ponerse de pié entre la maleza, y aquellas dos piedras que nos servían de asiento.

- - Ya, tranquila que no pasa nada, venga… no se lo contaré a nadie, lo prometo.
Alcé la mano de forma divertida y algo teatral para quitar asperezas, u olvidar el tema del que habíamos hablado con anteioridad. Lo cierto era que no me sentía realmente cómodo hablando de ello. Pero sábiamente supe elegir a aquella mujer para contar lo que me aguaba el día, mas bien la vida pero aquello era otro tema muy distinto, del que no debía mencionar en lo que quedaba del día.
El día estaba completamente nublado, justamente fue mirar hacia el cielo cuando éste me brindó una gota de lluvia como si fuese una lágrima, recorriendo mi mejilla. Observé a la mujer, entrecerrando los ojos al sentir la lluvia apretar con fuerza sobre nosotros. Con el cuello agazapado, dejé que la mujer fuese delante, hacia su carro. Yo, mientras tomé sus utensilios, llevándolos tras ella. Debería de regresar a su casa o simplemente resguardarse bajo el carro.

- - Métase dentro, o cogerá una pulmonía.. – Dije alzando la voz levemente, ya que el sonido del agua caer era algo ensordecedor para mi gusto. Allí me quedé, tendiéndole su bolsa bajo la lluvia.

por **Éabann G. Dargaard** Jue Mayo 26, 2011 5:15 pm

—Gracias.

Parecía que las lágrimas de la mujer habían dado envidia al cielo, puesto que en ese momento se abrió como si este se pusiera a llover. No hubo un instante de descanso, ni el inicio de una llovizna suave, sino que comenzaron a caer directamente gotas que les golpeaban como si de repente se hubieran abierto los cielos para descargar su furia. Se encogió de forma instintiva, se iba a mover para recoger sus cosas pero la verdad es que no hizo fatal: él lo hizo por ella. Avanzó entonces hacia su carromato, una casa ambulante en toda regla. Las escalerillas se presentaron ante ella aunque para cuando llegó ya estaba completamente empapada, riachuelos de agua se deslizaban por su cabello empapado, bajando por su rostro. Arrugó la nariz.

No es que le disgustara la lluvia, pero era cierto que si permanecían mucho allí fuera seguramente terminarían cogiendo algo. Con celeridad subió las escaleras y abrió la puerta que había dejado antes abierta cuando había ido a coger las cosas.

—Pase, no se quede ahí fuera, no es muy grande pero al menos estará resguardado.

Dejó la puerta para que entrara. El interior era austero, apenas había un camastro y varios baúles. Una mesa y un par de sillas que claramente estaban ancladas al suelo. Colgadas del techo no demasiado alto, había varios ramilletes de plantas puestas a secar que proporcionaban un olor especial, como si fuera una herboristería, al lugar. Esperó a que él entrara para dirigirse hacia uno de los baúles y agacharse, al ir a usar la derecha un ramalazo de dolor la recorrió y se detuvo.

—Auch.— consiguió susurrar, para después abrirlo con la izquierda, dentro habían varias telas de colores y rebuscó hasta que finalmente encontró lo que buscaba, sacando dos de ellas e incorporándose para tenderle una de ellas si es que finalmente había entrado.

por **Tyler Fausten** Dom Mayo 29, 2011 9:37 am

Jamás habría pensado que una mujer me dejase entrar a su.. “casa” nada mas conocerla, eso sería un descuido por su parte. Nunca había visto un carro como éste, los otros que había visto solían ser mas pequeños, con apenas espacio para una cama y un arcón.
Asentí, bajo la lluvia, no me incomodaba pero debería de resguardarme si no quería caer enfermo también, tampoco podría dejar a la gitana sola, aunque sabía muy de buena cuenta que sabía arreglárselas sola.
Me sentía incómodo por llenar la madera de barro de mis pies y el agua de mi cuerpo, que resbalaba por mi cabello dando un toque erótico muy a mi pesar.
La mujer me tendió una tela, arqueé la ceja pero no pude evitar reir, con ello no podría tapar ni la mas mínima parte de mi cuerpo, algo haría..

- [color=teal] - Gracias por el ofrecimiento, me iré en cuanto escampe no se preocupe..[/teal]

Entendía que la mujer necesitaba intimidad para cambiarte y no enfermar con la ropa mojada encima, a lo que reaccioné dándome media vuelta dejándola a mis espaldas. Aproveché el momento para quitar mis pantalones y colocarme aquella tela a modo de falda… muy a mi pesar. Lo anudé a mi cintura quitando mi camiseta poco después y dejarla a un lado junto a todo el resto de mi ropa mojada. Si tenía que salir de ahí no dudaría en ponérmela de nuevo. Ya en casa de la señora Chavanell se encargarían de secármela, o yo mismo la tendería al sol cuando saliese de nuevo..

Tras unos segundos de incomodante silencio y girando levemente la cabeza para mirar de reojo sin que lo notase la avisé.

- [color=teal] - Espero que haya terminado ya.[/teal] – Dije aun de espaldas.

por **Éabann G. Dargaard** Dom Mayo 29, 2011 10:02 am

Asintió ligeramente a sus palabras, no quería incomodarlo tampoco. La invitación había sido hecha directamente desde el corazón, pero entendía que podría resultar violento, sobre todo porque no era tan grande como podría ser algunas casas de piedra… en verdad era prácticamente como una habitación pequeña y ni eso. Además estaba la altura del techo, no demasiado alta, lo que provocaba que un hombre tuviera que estar ligeramente encorvado.

—No se preocupe, parece que se trata de una tormenta.

En ese momento, al tiempo que decía las palabras, un trueno se escuchó en el exterior y unos segundos más tarde el relámpago iluminó el interior del carromato. Éabann no pudo evitar un ligero escalofrío ante la ferocidad de la Naturaleza. Agradeció con un ligero gesto que él se girara y no pudo evitar deslizar la mirada por su espalda cuando se quitó la camiseta, negó para sí. Mejor concentrarse en lo que tenía por delante.

Con cuidado se quitó las botas, la mano seguía escociéndola e hizo una breve mueca, antes de seguir retirando prendas de vestir hasta quedarse únicamente con una camisola. Camisola que acababa de retirar cuando escuchó sus palabras.

—Deme solo un momento.

Con movimientos rápidos, pero torpes, que provocó que soltara alguna pequeña exclamación, tomó una camisola limpia que se puso por la cabeza y se movió para coger una falda y una camisa que se puso, aunque se quedó descalza, tomando la tela que había tomado se frotó el pelo y frunció ligeramente el ceño con gesto pensativo.

—Lo siento, me temo que no tengo nada mejor para dejarle… no tengo ropa de hombre aquí y creo que se sentiría más ridículo con una de mis faldas.—le miró con gesto pensativo, sin poder evitar un nuevo respingo cuando se vio un nuevo relámpago y el trueno retumbó como si tuvieran la tormenta prácticamente encima.

por **Tyler Fausten** Miér Jun 29, 2011 2:32 am

No pude evitar dar una carcajada. Mi mirada seguía fija en aquella puerta del carromato, pensando en cuando dejaría de llover aquel maldito día. Entonces recordñe algo en mi fuero interno que me hizo sonreir, al tiempo que negaba para mí mismo con la cabeza.

- Eres gitana... ¿Sabes leer las manos?

Sabía que era una pregunta ridícula. Muchos de los gitanos no tenían aquel hermoso don que la madre naturaleza les otorgaba en señal de respeto y similitud entre sus iguales.
Yo, siempre fuí presa de mi eterna y grandiosa curiosidad. Por el momento no había sufrido ningun percance, pero... habría de reconocer que mas de una vez me había metido en un buen lio a causa de aquellas tonterías, que para mí no lo eran.
Levanté levemente la vista, y observé el reflejo de la mujer en algo de metal que había colgado de la pared... si hubiese levantado la cabeza segundos antes podría haberla visto como dios la trajo al mundo, hermosa como todas las mujeres, pero no era de un caballero ir espiando por ahí a las damas sin su consentimiento, aunque algún palo recibí de pequeño a causa de ello en mi tierra, La Toscana Italiana.

Fué entonces cuando me giré, aquel relámpago iluminó toda la caseta, haciendo que las sombras oscilasen entre nosotros.

- Deberías encender algun candil.. - Señalé entre los reflejos blanquecinos que la sombra y la noche nos dejaban a su paso. La mujer, se había puesto la camisola del revés, dejándo parte de su espalda ahora al descubierto.

por **Éabann G. Dargaard** Miér Jun 29, 2011 4:42 am

Su pregunta provocó que alzara la mirada solo unos instantes, con curiosidad mirándole la espalda puesto que no podía ver el rostro desde aquella postura. Mucha gente sentía curiosidad por aquello, muchos más lo temían. No había escuchado temor en sus palabras, quizá sí un toque de la primera sensación. El trueno y el relámpago hicieron que diera un nuevo bote que provocó que frunciera el ceño para sí. Nunca había tenido miedo a las tormentas, había vivido las suficientes como para que no la afectaran, pero parecía que aquel día su cuerpo no terminaba de acostumbrarse a la Naturaleza desatando toda su furia o quizá se encontraba nerviosa por alguna razón que no llegaba del todo a entender.

Se movió entonces, vestida con la camisola del revés y la falda para dirigirse hacia donde guardaba las velas y el candil. Estaba tan acostumbrada a andar a oscuras allí dentro que no había pensado que para él aquel lugar era nuevo y que resultaba de poca educación por su parte no haber hecho nada para remediarlo. Soltó una pequeña maldición cuando notó cómo la mano le molestaba cuando fue a coger una pequeña lámpara de aceite y un par de velas, mirándole entonces cara a cara.

— ¿Le importa encenderlo mientras termino de vestirme?—preguntó moviéndose hacia un lado para que él tuviera acceso a la mesa. El problema de aquel lugar es que era bastante más largo que ancho, por lo que siempre tendría que echarse a un lado uno de ellos para que le otro pudiera pasar con comodidad. No era como las habitaciones que utilizaban en las casas que ella había visto donde había bastante más espacio para poder moverse. — En cuanto a su pregunta…—se sentó en la camastra para poder ponerse las botas, pero desistió al notar de nuevo un tirón de la piel y se quedó quieta mirándole. — Puedo hacerlo, ya sea con las cartas, con la quiromancia, con los posos del té…—se mordisqueó brevemente el labio inferior. —Es una habilidad que compartimos mi familia.

Y otros muchos gitanos, era cierto. No era algo exclusivo de los Dargaard ni mucho menos. Ese don era fundamental en muchos de los gitanos que había conocido, aunque era cierto que muchos otros se negaban a pensar solo en ello o incluso los había sin aquella habilidad que buscaban aprovecharse de los demás diciendo que lo tenían. Trueno y relámpago volvieron a llegar y la gitana alzó brevemente el rostro con el ceño fruncido apenas: al menos estaba vez no había saltado aunque había estado cerca de hacerlo.

por **Tyler Fausten** Dom Jul 03, 2011 11:48 am

A Tyler siempre le habían solido fascinar todos los tipos de magia. De hecho, era la primera vez que le hacía una petición de aquel estilo a alguien, que no fuese de su condición. El habría podido adivinar su futuro de otras muchas diversas maneras o formas, pero siempre la magia que destilaban los gitanos era totalmente distinta, decían cosas que los brujos jamás podrían adivinar, tenían mas intuición, acertaban completamente con sus predicciones y ante todo, la solemne forma de adquirir aquello era natural, con la simple ayuda de la madre tierra y el don personal de cada uno.
Tomó un fosforo, un divertido invento de los humanos que quizás pudiese desencadenar algo dificil de parar, pero en éste caso no había peligro. Sacó aquel fósforo de una cajetilla que tenía entre sus ropas mojadas, raro o no, no estaban mojados, por lo que procedió a encender aquel candil.
Entonces, pudo divisar la estructura de aquel carro gitano. Era pequeño, pero acogedor, todo detalladamente delimitado por un camastro, y un baúl. Sonrió para suss adentros, "Una casa que se mueve", era una idea divertida pese a todo.

Tras concentrarse, unos segundos mirando el fuego, susurró unas palabras ininteligibles, que ni siquiera el agudo oido de aquella muchacha podría percibir, era casi como un susurro dicho para sí mismo. Quizá aquel pequeño encantamiento, surtiese efecto casi al instante, pero con aquella mujer en el mismo lugar que él, prefirió hacer como si nada, y colocarse los pantalones bajo aquella tela que la mujer le prestó para resguardarse de su propia ropa mojada.

El jóven, que pese a su humilde posición social no hacía justicia a su galanteria y amabilidad, ofreció sitio a la mujer, preguntándose cuales métodos utilizaría para adivinar algo de su parte. Algo que le iluminase en el camino de su vida, o quizás el qué hacía en aquella ciudad, si habría algo que le retuviese en aquel lugar, el por qué de tantas csas, pero no se debía subestimar aquel poder natural. Simplemente se esperaba cualquier pequeño detalle delatador.
Una vez la mujer se sentó frente a frente con él, él le tendió su mano, forma tradicional y rudimentaria para la adivinación, pero quizás la mas correcta de todas.

- Adelante..

Él, de todas formas, estuvo concentrado, en algo distinto quizás, pero sin alejar la mirada de la mano quemada de Eabann.

por **Éabann G. Dargaard** Miér Jul 20, 2011 5:25 am

Mientras que él procedía a encender la lámpara, Éabann terminó de vestirse con gestos más torpes de lo habitual debido a su mano, aquella mano que escocía cuando hacía algún movimiento demasiado brusco. Pronto la claridad se hizo en el lugar, haciendo que los ojos verdes de la mujer parpadearan con suavidad mientras se hacían al cambio de luminosidad. La tormenta fuera seguía azotando el carromato. El aire hacía que las gotas golpearan con la estructura de madera, los aullidos se escuchaban con sobrecogedora claridad como si fueran animales furiosos y hambrientos buscando entrar en ese pequeño lugar que la gitana llamaba hogar.

Observó al hombre que tenía delante, haciéndole un gesto hacia la mesa para que se acomodara y poco después ella hizo lo mismo justo delante de él. El lugar tenía una ambientación íntima, casi mística, a la luz del candil, con las sombras que se movían a su alrededor como si tuvieran vida propia. Éabann sabía que en el momento en el que dejara que ese Don maravilloso que tenía su familia y que tenían muchos de su etnia llegara, su misma visión del hombre que tenía delante cambiaría. No le gustaba demasiado hacer aquel tipo de lecturas a personas que conocía, pero él se lo había pedido. Respiró hondo. Sabía lo que vendría a continuación, la sensación, sobre todo porque a diferencia de las demás, la quiromancia era mucho más personal.

—¿Qué quieres saber exactamente?—preguntó mientras le miraba a los ojos con tranquilidad, antes de tomar su mano. Sabía que en el momento en el que lo hiciera llegarían esas imágenes inconexas que muchas veces la dejaban exhausta. Sabía que podría ver situaciones, hechos, que no serían buenos. Incluso podría ver enfermedad y muerte. Y sabía que si era así tendría que decírselo al hombre que tenía delante de ella por mucho que le doliera. —
¿Tienes alguna pregunta en especial? ¿Algún asunto que quieras saber?

Mientras hablaba, se movió para tomar un pañuelo oscuro que depositó a modo de mantel sobre la mesa. Era uno de tantos gestos automáticos que había aprendido de su abuela, pero que sabía que le servían para concentrarse. La mano de él se encontraba remarcada sobre aquella textura. Con suavidad, entonces, tomó la mano de él con la izquierda puesto que la derecha sabía que tenía que utilizarla lo menos posible y le miró a los ojos esperando sus respuestas, evitando en todo momento quedarse mirando a las líneas, a los montes, que sabía que en cuanto mirara comenzarían a hablarla.

por **Tyler Fausten** Sáb Jul 23, 2011 5:28 am

- Demasiadas preguntas para tan poco tiempo, háblame de mi futuro, da igual de lo que se trate…
Él mismo sabía que cuando comenzase con aquello se daría cuenta de su potencial, de su magia aquello que le recorría cada poro de su piel que le hacía ser más atrayente más desconocido por aquellos que deseaban obtener la magia de otros modos injustificados.

Entonces tomó su fuerza, no la física sino aquella que no se podía medir de ninguna forma, pero que aun así se mostraba especialmente en toda su plenitud. Ella, había deshecho la idea de darle su mano quemada, cosa que supondría un hándicap para aquello que pretendía hacer el joven.
Mientras la mujer hacía uso de su don, mientras aquella magia pura les rodeaba, ambos pudieron sentirla. Aun no sería el momento en el que ella se diese cuenta, por lo que Tyler, con sus ojos entrecerrados musitaba unas palabras sin sonido, aprovechando que la mujer depositaba sus ojos sobre la mano. Tyler, con un conjuro estaba sanando la mano de la gitana, la sien del muchacho sudaba sin haber hecho esfuerzo alguno, sino por la cantidad de magia que acababa de liberar en aquel carro.
Observó los matices del cabello de la Gitana, tanto como sus ojos le permitían ver. Sus ojos al encontrarse con los de ella, que parecía que animales salvajes danzasen en ellos junto a la luz del candil, le hicieron estremecer. Tyler sintió la fiereza del alma de aquella humilde mujer. Mientras, sin poder vocalizar una mísera palabra, prefirió quedarse en silencio, pues no sería bueno romper el trance al que se sometían las mujeres que usaban la clarividencia.

por **Éabann G. Dargaard** Lun Jul 25, 2011 5:06 am

Ajena a lo que el hombre estaba haciendo, demasiado concentrada quizá en la mano que estaba sobre la suya, Éabann bajó la mirada una vez que él dijo sus palabras. Con suavidad apoyó la mano quemada a unos pocos centímetros de los suyos mientras que finalmente sus ojos verdes se deslizaban por las líneas como si fuera un mapa. Un mapa que lentamente fue tomando forma delante de sus ojos. Dejó que un suspiro se escapara de sus labios, un suspiro de alivio al ver que la línea de la vida era larga y fuerte.

—Ya sabéis que el futuro no está escrito, por lo que solo son suposiciones de una opción.—dijo con voz calmada mientras que fuera se desataba la tormenta contra el carromato, aunque en ese momento la gitana no lo oía, ni veía más allá de la mano que tenía en la suya o de los ojos del hombre que estaba sentado al otro lado de la mesa. —Su vida será larga, tiene una línea fuerte y definida.—con suavidad, intentando no tocar su mano más de lo debido con la mano herida, deslizó con suavidad la yema de su dedo por la línea concentrada en lo que estaba haciendo. —No será, sin embargo, una vida fácil. Tendrá que enfrentarse a más de una decisión y a más de un peligro, hay sombras que se encuentran amenazándole.—frunció el ceño, mordisqueándose por un momento el labio inferior en cierta manera porque sabía que si se zambullía demasiado en lo que estaba viendo sería muy difícil volver. —Llegará, sin embargo, un tiempo de paz en el que podrá asentarse y realizar sueños que pensaba que no podría llegar a cumplir. Sueños que pesan como losas en su interior y que teme sacar a la luz. Si sigue trabajando, conseguirá que finalmente se hagan realidad.

Tenía que concentrarse porque podría suceder que se adentrara demasiado en lo que estaba viendo. A veces le costaba salir de allí. En ocasiones se perdía en las palabras que salían de sus labios sin que se diera cuenta de lo que estaba diciendo. La yema del dedo de la mano herida se deslizaba lentamente por la piel de la palma de la mano de él como si de esa forma pudiera llegar a descifrar lo que había en su mano. Un cosquilleo se instaló en su nuca mientras se quedaba unos minutos callada.

por **Tyler Fausten** Vie Jul 29, 2011 1:08 pm

Sonreí observando como la herida de su mano ya no existía, ni siquiera una cicatriz había quedado en aquella hermosa mano. Aun con la mujer en trance, sopesé cada una de sus palabras, cada una de sus posibles consecuencias, como me temía todo aquello podría haberlo adivinado yo solo, pero lo cierto era que aquella llamada “línea de la vida” me había dejado boquiabierto, bien había pensado que por circunstancias de la vida, hubiese puesto fin a mi vida muy pronto, aunque ya por el hecho de haberla conocido y aquel don tan hermoso me incitaba a encontrar más respuestas. Pero aquella mujer, y cada mueca que hacía me decían que no debía de abusar de su don, aquel don otorgado por la madre naturaleza, que había bendecido a aquella niña de ojos verdes con un encanto especial, distinto a los de su raza.

Tyler, tomó su mano, la mano quemada y se la llevó a los labios mientras se aferraba a su otra mano que la tenía tendida sobre la mesa, observó los ojos de la mujer, y pudo ver a la perfección como se abrían desorbitadamente al no ver cicatriz alguna, fruto del poder que Tyler le había conferido.

- Gracias por vuestra ayuda, creo que os pagué con creces, aunque si quereis unas monedas no os la negaría, me dijeron lo que necesitaba oir…
Tyler, con una sonrisa amplia entre sus brazos besó a aquella gitana. No era un gesto de perversión, sino una sincera y pura muestra de afecto, bien claro con otros ojos se podía ver como un descaro, pero así era Tyler, y nadie le iba a quitar su propia naturaleza abierta. Degustó los labios de la mujer, como si aquello le propinase un pedacito mas de aquel paraíso que se negaba a encontrar, sabiduría y paz, tan solo los encontró al darle las gracias con aquel simple y casto beso.

por **Éabann G. Dargaard** Vie Jul 29, 2011 2:02 pm

Volver después del “viaje” que había hecho aunque fuera de forma momentánea fue un cúmulo de sorpresas. Al aturdimiento inicial le siguió la sorpresa. La sorpresa por ver que su mano no le dolía, sino que había desaparecido por completo. Apartó la mirada para fijarla, flexionando por un momento los dedos. No se había dado cuenta de cuándo él había estado utilizando la magia, el don fascinante que tenía, porque se encontraba demasiado concentrada en su mano. Le resultaba sorprendente, un verdadero don. La sanación. ¿No había soñado ella con aquello mil veces? A fin de cuentas ella lo intentaba cada vez que utilizaba las plantas.

—No tenéis que pagarme nada, es más… no deberíais haber hecho…

Las palabras quedaron en el aire porque sus labios fueron sellados de la forma más dulce que existía para hacer callar a una persona: un beso. Disfrutó unos instantes del beso puesto que en la mentalidad de la gitana no había ninguna norma sobre aquello que le impidiera hacerlo, sonriendo una vez que finalizó. Alzó entonces la mano hacia la mejilla masculina acariciándola por un momento y dejó un beso en la contraria en un claro gesto de cariño que pocas veces demostraba con personas que eran extrañas para ella.

—Gracias, de verdad, no deberías haberlo hecho y te agradezco que te hayas tomado la molestia.—dijo en un susurro disfrutando unos instantes el sentir el calor de la mejilla masculina contra la suya antes de moverse ligeramente hacia atrás para mirarlo. —Sé que a veces os cansa el utilizar vuestros dones… no es mucho lo que tengo, pero si tienes hambre o lo que sea… podemos cenar.

¿Debería haber puesto el grito en el cielo? ¿Quizá abofetearle por el descaro? No, Éabann no era así aunque sí era cierto que le había sorprendido lo había tomado como un gesto de agradecimiento, nada más que eso de la misma forma que ella había hecho después.

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