Es hora de relajarse.

por **Odoric Eichelberger** Dom Mayo 22, 2011 2:24 pm

Como de costumbre me sentía vacío y además era un día aburrido, los estudios los había dejado ya de lado hace bastante tiempo, con leer libros que me enseñaban como era la vida real de ahora y de hace unos años aprendía mucho, gracias a ello sabía ya demasiado. Con todo aprendido y resumido en mi cabeza las horas pasaban como segundos, desde por la mañana hasta por la tarde, todo el día tumbado pensando y a mi lado el libro de la familia, cerrado y sin tocar. No me llevé ningún alimento a mi estómago, no sabía que hacer. De pronto me vino un estado de lujuria al ver por la ventana a unos hombres semidesnudos cargando y descargando material para su casa. Había pasado mucho tiempo desde mi última relación sexual, tampoco me tocaba y como cualquier ser humano tiene sus necesidades, lo preocupante era que el tema de la homosexualidad estaba muy mal visto en estos tiempos y se lo tenían muy ocultos la gente su orientación, a mi me daba lo mismo mostrarlo pero aun así tenía que guardar las formas porque un chico de la nobleza no se puede permitir sacar a la luz tremenda cosa, además que iba a pensar la gente de mí, tampoco me importaba mucho, pero influía bastante.

Tras pocos minutos de estar viendo el trabajo de esos pobres hombres me senté de nuevo al borde de la cama y pensé detenidamente, gracias a dios que en esta ciudad existía un lugar llamado burdel donde recogían a damiselas y jóvenes chicos, más bien recoger ellos venían al burdel para poder sobrevivir con un poco de monedas mientras se dejaban vender su cuerpo a gente viciosa o gente como yo, que en momentos dados necesitábamos ese placer pero era difícil encontrarlo por la cuidad salvo ese sitio, aunque no había entrado antes suponía de que hombre debía haber. Entonces cogí mi chaqueta, el reloj de mi difunto padre y unos billetes que tenía de la herencia. Tenía que buscar trabajo cuanto antes porque el dinero no dura para siempre. Salí de mi casa, estaba a punto de ocultarse el sol, quedaban algunos rayos de luz iluminando las bonitas calles de París, aunque algunas ya yacían en la oscuridad las paredes de los viejos edificios tapaban los débiles rayos de luz solar.

Sonriente, saludando a la gente que conocía, iba a un paso algo veloz, impaciente por llegar y ver que hombres había para escoger, iban a disfrutar muy bien conmigo, deseé no encontrarme a nadie conocido en ese lugar. Estaba ya enfrente de la gran puerta, entre algo nervioso pero aun sonriendo y simpatizando con las demás gentes, algunas mujeres me miraban desganadas, las pobres estaban muy mal, otras querían ya apoderarse de mí cogiéndome de mis ropajes y llevándome a sitios más privados, estaban tan felices y contentas pero les dije mi secreto y se quedaron atónitas al pensar que un hombre como yo podía ser eso, algunas se marcharon con mala cara y otras me dijeron donde buscar a hombres, yo les di mis gracias y me dirigí allí, pero antes, al ver que muchos hombres estaban sentados tomando alcohol o tabaco yo decidí darme un capricho, entonces pedí el mejor whisky. Era muy caro, pero era una bebida celestial, tu paladar disfrutaba con tal sabor que daba. Con mi pequeño vaso fui a sentarme a una mesa vacía y puse encima de ella mi vaso de whisky, di un pequeño sorbo antes de dejarlo y cerré los ojos al sentir que bajaba el líquido por mi esófago, me relamí los labios y vi un pequeño espectáculo que estaban dando, las chicas bailaban muy bien, yo no podía hacer eso, era muy patoso para el baile, aunque me gustaba.

Al girar mi vista un momento vi a un muchacho bien guapo de cabello moreno, parecía ser que estaba hablando con otros hombres y estos no tenían cara de muy buenos amigos, uno lo empujó y otro le dio un puñetazo en la cara, al ver tremenda acción me levanté de inmediato de la silla y me dirigí a los tres hombres con una simple sonrisa.- Señores, señores, no hay que llegar hasta tal punto, las cosas se pueden solucionar con unas simples palabras.- Los señores al parecer no entendían de palabras, entonces fácilmente y sin preguntar porque lo estaban maltratando les respondí con su lenguaje de pelea, estaban algo ebrios así que fue fácil derrumbarlos al suelo. Empleé una mirada asesina mía y se fueron corriendo como animales que huyen de su presa para no ser cazados, lo malo es que hicieron despertar mi lado asesino, pero me calmé respirando un poco de aire. Me agaché un momento y socorrí al chico que estaba bien por lo visto, le acaricié un momento su moratón de la cara y lo miré.- ¿Estás bien joven? ¿Por qué demonios harían esos desgraciados algo a un joven tan a puesto como usted?- Esbocé una sonrisa en mi cara y me fijé en sus ojos y en los rasgos faciales.

por **Jean-Luc Tessier** Lun Mayo 23, 2011 10:42 am

Silencio, calma, tranquilidad, frio, oscuridad. Palabras que se le pasaban por la cabeza en ese momento al joven muchacho. Se encontraba recostado en su habitación, no había tenido un buen día y la cabeza se lo estaba haciendo saber pues se volvía contra él. El dolor, por fortuna, no era demasiado profundo si no más bien ligero, pero estaba ahí al fin y al cabo. Y no pensaba desaparecer por un buen tiempo, se lo imaginaba.

Aun así Adam no se quedó allí encerrado. Cuando tenía ese tipo de días lo peor que podía hacer era encerrarse porque solo conseguiría que el malestar fuese en aumento. Él, ciertamente, se consideraba como un pájaro, un ave al cual no podrían enjaular nunca. No permitiria que eso ocurriese, pasar lo que pasara, lo tenía claro. Él necesitaba sentirse libre más aun sabiendo lo mucho que sufrian otras personas precisamente por un cautiverio, se consideraba afortunado. Siempre había sabido que su vida era un lujo del que muy pocos podían disfrutar, no referente a las riquezas, pues como bien decían, no daban la felidad, si no referente a su familia, a su día a día que transcurría siempre sin problemas mayores de los que te podría generar un dolor de cabeza. Gente pasando hambre, muriendo, esclavizada bajo el yugo de otros seres. Todo eso pasaba ajeno a su vida y de eso él era consciente, por ese mismo motivo, se aseguraba de aprovechar cada minuto de su vida como si fuese el último. No sabía cuando aquello podría dar un giro inesperado. Deseaba que no cambiara jamás, aun siendo imposible.

Así pues al tocar las doce -de la noche- se levantó, se dió una buena ducha refrescante que le alivió un tanto el malestar y salió de casa. Habitualmente estaba todo el día fuera más ese día su padre le había permitido quedarse recostado durante la tarde, no le había visto buena cara. Era comprensivo con él, compensando las pocas veces que había sido duro, aunque éstas solo eran en lo referente al trabajo. Los negocios eran el mundo de su padre, él era el Rey y Adam su "servidor" por llamarlo de alguna manera. Lo sabía y lo valoraba. A pesar de que aquel mundo no le agradara, sabía que, en un futuro, necesitaría ser tan bueno como él. Tenía confianza en eso, la confianza, era algo que Adam nunca perdía. Tal vez por eso conseguía todo -o casi todo- lo que se proponía en la vida.

Las calles eran oscuras y estaban iluminadas únicamente por algunos farolillos, cabe destacar que no demasiado luminosos, a partir de cierta hora se apagaban. Él consideraba que demasiado pronto pero si bien no con aquello pretendían fomentar el que la gente no estuviese a altas horas de la madrugada deambulando por allí, eso se lo había dicho su padre, una estrategia de los jefazos, llamados así por Adam informalmente y únicamente en familia o amistades muy próximas a él.

El burdel estaba como siempre, a rebentar de clientela, tanto masculina como femenina cabe decir que nunca faltaba gente a la que "alegrar". Además, el lugar era de cierto prestigio, no había muchos burdeles en París reconocidos y, este, no es que precisamente se hablara entre la gente de clase alta pero bien es cierto que entre las clases medias o bajas siempre solían cuchichear sobre asuntos que hubiesen pasado. Ya fuesen turbios o no tan turbios, fuera por lo que fuera, era reconocido. Y eso le hacía estar siempre lleno. Atendían bien, en todos los aspectos.

Fue a su lugar de siempre, situado en una de las mesas que estaban más al fondo, sin embargo, algo le impidio el paso. Una par de hombres bastante fornidos que le miraban con una cara algo aterradora - Ey, enano, ¿eres tú el que se ha follado a nuestras mujeres verdad? - la pregunta le impactó un tanto ¿a caso allí era el único cortesano?. A él no le gustaban ese tipo de recriminaciones, no obligaba a nadie a ir allí ni a que se fijasen en él o le hablaran, los problemas tras cada cliente no eran de su asunto. - Disculpen, pero no es asunto mio - simplemente les ignoró y caminó de nuevo hacia donde se proponía ir. Más fue interrumpido de nuevo, esta vez, por un fuerte golpe asestado en su cara que le derrumbó, dejandole tendido en el suelo.

Se hizo el silencio, puede que aquello no fuera un lugar demasiado respetable, más no frecuentaban las peleas. Para pelearse estaba la taberna que había unos metros más al lado.

Abrió los ojos al escuchar una voz, masculina tras unos golpes. Se había quedado ligeramente inconsciente por el golpe. Se lo habían asestado en el puente de la nariz y fue tan el dolor en ese momento que lo dejó descolocado. Escuchó de nuevo la voz, parecia que se dirigia a él más no abrió los ojos, únicamente intentó incorporarse - Creo que estoy algo tocado - rió intentando bromear con lo obvio dado que se le veia una gran raja surcando parte de su nariz además del color rojo que predominaba en la zona más afectada. Abrió los ojos, al principio se mareó, más al estar sentado pudo acabar recuperandose únicamente con unos parpadeos - Precisamente creo que por eso, chico, por eso - volvió a reir pues le pareció divertido el echo de que le recalara que era apuesto. Por eso me meto en estos lios, pensó para sí y rió de nuevo - Muchas gracias por tu ayuda, debo decir que me tomaron por sorpresa - le sonrió ahora intentando levantarse hasta conseguirlo, apoyandose suavemente en una de las columnas, la mas cercana - ¿Puedo saber tu nombre? - su mano fue hasta la nariz, notó que algo se le escurría y, probablemente, era sangre bajando por sus conductos nasales. Emorragia que habria provocado el golpe.

Es hora de relajarse.

Es hora de relajarse.

Re: Es hora de relajarse.