AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Relación invertida; ¿Qué puedo aprender de ti?
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Relación invertida; ¿Qué puedo aprender de ti?
Los pájaros cantaban y concretamente hubo uno que destaco, la gallina que tocaba la hora. Eran las siete de la mañana cuando Adam empezó a abrir los ojos. Al principio no sabía muy bien donde se encontraba, cabe decir, que le pasaba siempre aun estando en su propia habitación, más enseguida los recuerdos le venían a la mente o, si no, la habitación se le hacía familiar y de ahí partía la memoria. Ese día no fue menos y empezó a recordar la noche de arduo "trabajo" que había tenido.
Un hombre yacía a su lado tumbado. Lo miró por unos segundos más enseguida se volteo, en caso de que despertara, no le gustaba que su acompañante le pillara mirandole. De alguna manera le avergonzaba y le hacía ver algo vulnerable, una manía como otra cualquiera, tan aceptable como muchas otras. Así pues cerró los ojos aparentando dormir más su mente estaba despierta, pensativo. Lo había pasado bien, como siempre, ciertamente, podía afirmar que no había noche que pasara en una cama que no fuera entretenida, sin embargo, notaba que, tal vez, empezaba a hacersele un tanto monótono.
Suspiró y con delicadeza se levantó, procurando siempre no despertar a su acompañante. Sabía que un amanecer juntos auguraba sexo matutino seguro y él en ese momento no tenía ganas. En el burdel era fácil decir que no, desnudos y compartiendo la misma cama la cosa se complicaba un tanto más, sobretodo, porque podían hacerle despertar el "pajarito", entonces si que ya no había vuelta atrás.
Así pues se dió una rápida ducha, se vistió con sus ropas holgadas, cogio su dinero y se marchó. Aquella vez había ido a una casa bastante humilde, seguramente, sería alguien de clase media con dineros "extras" que gastaba en ese tipo de asuntos, sin embargo, a él poco le importaba. Cuanto menos clase tuviera menos posibilidad habria de que le conociera como Adam DuPont.
De camino a casa pasó por el burdel pues se había dejado allí sus pertenencias, que venían siendo algunos papeles que había llevado para acabar con su trabajo. Si, supuestmente, iba a casa de un amigo para estudiar no podía irse de manos vacías. Era ya costumbre ese tipo de excusas, el que le vieran con papeles o bien el que se pasara por allí de mañana. Poco a poco la rutina iba inundando su vida y a la vez cada día era uno nuevo. Una mezcla confusa.
Una vez allí se dispuso a subir las escaleras más observó que había alguien en la sala principal privada -la que no era de cara al público-. Por curiosidad se acercó y se sorprendió un tanto cuando vió allí tumbada, durmiendo placidamente, a una de sus compañeras. Una que precisamente no era poco conocida si no más bien "famosa" por a tan temprana edad tener un cierto nivel. - Se ve mona y todo cuando duerme.. - susurró con una sonrisa y caminó hasta el armario, sacando una manta para echarsela por sobre el cuerpo. A esa hora, aun siendo primavera, corría algo de viento fresco y podría arriesgarse a enfermar.
Seguidamente salió de allí antes de echarle una última mirada y subió hasta su habitación que era donde tenía las cosas que solía dejar allí. Prácticamente era como una segunda casa.
Un hombre yacía a su lado tumbado. Lo miró por unos segundos más enseguida se volteo, en caso de que despertara, no le gustaba que su acompañante le pillara mirandole. De alguna manera le avergonzaba y le hacía ver algo vulnerable, una manía como otra cualquiera, tan aceptable como muchas otras. Así pues cerró los ojos aparentando dormir más su mente estaba despierta, pensativo. Lo había pasado bien, como siempre, ciertamente, podía afirmar que no había noche que pasara en una cama que no fuera entretenida, sin embargo, notaba que, tal vez, empezaba a hacersele un tanto monótono.
Suspiró y con delicadeza se levantó, procurando siempre no despertar a su acompañante. Sabía que un amanecer juntos auguraba sexo matutino seguro y él en ese momento no tenía ganas. En el burdel era fácil decir que no, desnudos y compartiendo la misma cama la cosa se complicaba un tanto más, sobretodo, porque podían hacerle despertar el "pajarito", entonces si que ya no había vuelta atrás.
Así pues se dió una rápida ducha, se vistió con sus ropas holgadas, cogio su dinero y se marchó. Aquella vez había ido a una casa bastante humilde, seguramente, sería alguien de clase media con dineros "extras" que gastaba en ese tipo de asuntos, sin embargo, a él poco le importaba. Cuanto menos clase tuviera menos posibilidad habria de que le conociera como Adam DuPont.
De camino a casa pasó por el burdel pues se había dejado allí sus pertenencias, que venían siendo algunos papeles que había llevado para acabar con su trabajo. Si, supuestmente, iba a casa de un amigo para estudiar no podía irse de manos vacías. Era ya costumbre ese tipo de excusas, el que le vieran con papeles o bien el que se pasara por allí de mañana. Poco a poco la rutina iba inundando su vida y a la vez cada día era uno nuevo. Una mezcla confusa.
Una vez allí se dispuso a subir las escaleras más observó que había alguien en la sala principal privada -la que no era de cara al público-. Por curiosidad se acercó y se sorprendió un tanto cuando vió allí tumbada, durmiendo placidamente, a una de sus compañeras. Una que precisamente no era poco conocida si no más bien "famosa" por a tan temprana edad tener un cierto nivel. - Se ve mona y todo cuando duerme.. - susurró con una sonrisa y caminó hasta el armario, sacando una manta para echarsela por sobre el cuerpo. A esa hora, aun siendo primavera, corría algo de viento fresco y podría arriesgarse a enfermar.
Seguidamente salió de allí antes de echarle una última mirada y subió hasta su habitación que era donde tenía las cosas que solía dejar allí. Prácticamente era como una segunda casa.
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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Fecha de inscripción : 16/05/2011
Edad : 32
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Re: Relación invertida; ¿Qué puedo aprender de ti?
-¿Te quedarás allí sin hacer nada?
-Ya te dije que te largues... si digo no, es no
-Pague por esto ¿sabes? y no me saliste muy barata que digamos
-Quieres baratas, vete a la calle o pregúntale al dueño por las que tengan un precio más accesible; además cumplí por lo que pagaste y te dije que no quería que permanecieras en mi cuarto... ahora lárgate antes de que me ponga a gritar como loca para que te saquen de aquí
-Ya te dije que te largues... si digo no, es no
-Pague por esto ¿sabes? y no me saliste muy barata que digamos
-Quieres baratas, vete a la calle o pregúntale al dueño por las que tengan un precio más accesible; además cumplí por lo que pagaste y te dije que no quería que permanecieras en mi cuarto... ahora lárgate antes de que me ponga a gritar como loca para que te saquen de aquí
Nadie le decía que hacer, mientras trabajaba adoptaba la actitud que el cliente le pedía pero una vez terminado el trabajo volvía a ser la niña terca, fría y caprichuda que era "Recuéstate a mi lado, déjame dormir contigo esas habían sido las palabras del último cliente de la noche algo que para ella aparte de osado, era una completa estupidez; se rió de él en su cara y eso pareció molestarle, cosa que a ella le tenía sin cuidado ¿acaso le veía cara de madre de la caridad? no le importaba si se había "encariñado" con ella después de varias noches de paga, no le interesaba en lo más mínimo si se había creído los besos y las caricias... ella lo quería fuera de su cuarto, no soportaba seguir viéndolo.
Los gritos... o más bien berreos que profirió alarmaron a sus compañeras quienes a punta de zapatazos, almohadazos y uno que otro jarrón roto lograron correr al desamparado hombre que solamente pedía una noche tranquila con alguien a su lado que le proporcionara calor y comodidad... Que busque a su madre fue el pensamiento de la chica en cuanto aquel hombre hubo abandonado sus aposentos. Normalmente no dejaba que ninguno de sus clientes entrara a su cuarto, pero los demás cuartos estaban ocupados y no le quedo otra opción; mala decisión, ahora el aroma del hombre estaba impregnado en cada rincón, pegó la nariz a la almohada intentando buscar algún dejo de su propia fragancia y solo se encontró con ese aroma a madera, mirra y algo de menta; se removió como gusano en su cama intentando encontrar una posición cómoda que la alejara de ese olor... pero estaba pegado en lo más íntimo de las fibras de sus sábanas, emanaba de los sofás, brotaba de las ligeras persianas que cubrían sus ventanas; no podría dormir ahí, salió de su recámara en busca de refugio y el sofá del hall privado parecía una mejor opción.
El cantar de los jilgueros, la ligera luz que se colaba por entre las pesadas cortinas de color ocre de la sala, el murmullo del viento soplando entre las hojas de los árboles; todo eso parecía una continuación de su propio sueño por lo que quedar recostada sobre el sofá no le pareció imposible ni poco atractivo; hasta que las pisadas cambiaron el panorama, el crujir de la madera debajo de esos pesados pero armónicos pasos la sacaron por completo de su estado semiinconsciente… aunque claro no se arriesgaría a que la vieran despierta, no quería dar explicaciones, además de que su cuerpo aun le pesaba. Una repentina calidez la invadió y la suavidad se extendió por su piel, reconoció la textura de lo que tenía encima seguida de la dulce caricia de aquella voz que se le hacía algo familiar; en cuanto dejó de sentirse observada se incorporó alcanzando a mirar el perfil de quien había actuado de forma tan dulce, su nombre no lo conocía puesto que no tenía mucho de haber entrado al burdel y realmente ella jamás hablaba con los nuevos, pero él… él tenía algo que en ese momento pareció brillar como aura a su alrededor mientras subía con paso firme las escaleras.
Sus pies parecían más ligeros al momento de quela punta tocó el piso y comenzaron a deslizarse sobre la fría madera casi como un fantasma, no quería hacer ruido y que se percatase que lo estaba siguiendo, se ocultó en el canto de la escalera una vez que terminó de subirla y escuchó que abrió una puerta, salió de su escondite y lo siguió ahora ya sin importarle si hacía ruido o no; se quedó en el marco de la puerta, recargada y mirándolo algo embelesada Tan cerca, y ni siquiera sé tú nombre… fue lo que de sus labios salió acompañado de una media sonrisa.
Los gritos... o más bien berreos que profirió alarmaron a sus compañeras quienes a punta de zapatazos, almohadazos y uno que otro jarrón roto lograron correr al desamparado hombre que solamente pedía una noche tranquila con alguien a su lado que le proporcionara calor y comodidad... Que busque a su madre fue el pensamiento de la chica en cuanto aquel hombre hubo abandonado sus aposentos. Normalmente no dejaba que ninguno de sus clientes entrara a su cuarto, pero los demás cuartos estaban ocupados y no le quedo otra opción; mala decisión, ahora el aroma del hombre estaba impregnado en cada rincón, pegó la nariz a la almohada intentando buscar algún dejo de su propia fragancia y solo se encontró con ese aroma a madera, mirra y algo de menta; se removió como gusano en su cama intentando encontrar una posición cómoda que la alejara de ese olor... pero estaba pegado en lo más íntimo de las fibras de sus sábanas, emanaba de los sofás, brotaba de las ligeras persianas que cubrían sus ventanas; no podría dormir ahí, salió de su recámara en busca de refugio y el sofá del hall privado parecía una mejor opción.
El cantar de los jilgueros, la ligera luz que se colaba por entre las pesadas cortinas de color ocre de la sala, el murmullo del viento soplando entre las hojas de los árboles; todo eso parecía una continuación de su propio sueño por lo que quedar recostada sobre el sofá no le pareció imposible ni poco atractivo; hasta que las pisadas cambiaron el panorama, el crujir de la madera debajo de esos pesados pero armónicos pasos la sacaron por completo de su estado semiinconsciente… aunque claro no se arriesgaría a que la vieran despierta, no quería dar explicaciones, además de que su cuerpo aun le pesaba. Una repentina calidez la invadió y la suavidad se extendió por su piel, reconoció la textura de lo que tenía encima seguida de la dulce caricia de aquella voz que se le hacía algo familiar; en cuanto dejó de sentirse observada se incorporó alcanzando a mirar el perfil de quien había actuado de forma tan dulce, su nombre no lo conocía puesto que no tenía mucho de haber entrado al burdel y realmente ella jamás hablaba con los nuevos, pero él… él tenía algo que en ese momento pareció brillar como aura a su alrededor mientras subía con paso firme las escaleras.
Sus pies parecían más ligeros al momento de quela punta tocó el piso y comenzaron a deslizarse sobre la fría madera casi como un fantasma, no quería hacer ruido y que se percatase que lo estaba siguiendo, se ocultó en el canto de la escalera una vez que terminó de subirla y escuchó que abrió una puerta, salió de su escondite y lo siguió ahora ya sin importarle si hacía ruido o no; se quedó en el marco de la puerta, recargada y mirándolo algo embelesada Tan cerca, y ni siquiera sé tú nombre… fue lo que de sus labios salió acompañado de una media sonrisa.
Solèil Molyneux- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Edad : 29
Re: Relación invertida; ¿Qué puedo aprender de ti?
De camino hacia la habitación bostezos se escapaban por la boca de Adam. Era inevitable. Acostumbrado a levantarse a las doce aquel día lo había echo demasiado pronto. Aunque también es cierto que cuando iba a casa de algún cliente la hora de despertar era incierta, bien podía ser muy temprano -como el caso de ese día- o bien muy tarde. Ya fuese porque volvían a hacerlo o porque ambos se quedaban dormidos. Se desperezaba escuchando el crujir de algunos de sus huesos; eso siempre le ayudaba a relajarse. ¿Ahora que haría, volver a casa? No sería normal, pensó y deshechó la idea pues podría levantar sospechas. Todos sabían la tendencia y facilidad de Adam para dormir.
Al entrar en su habitación la observó y caminó hasta el pequeño escritorio que había en un lado; era un tanto extraño que en aquel lugar le hubiesen puesto escritorio pero al parecer era una de las antiguas habitaciones, de una de sus compañeras que antes vivía allí y claro, en ese caso, no era solo una cama lo que requería. En cualquier caso le era útil para quedarse a veces a hacer algunos trabajos.
Rió mientras tenía su vista fija en la mesa donde estaban colocados los papeles que había ido a buscar. Seguro que si alguien le veía a altas horas de la mañana haciendo "deberes" se reiria en su cara. O eso o bien se sorprendería mucho. Desdeluego, en aquel lugar, lo más probable es que lo menos que se esperaran fuese a alguien haciendo otra cosa que no fuera prácticar el sexo, mover su cuerpo, gemir..en fín, lo que no fuera su trabajo a fin de cuentas. Pues sí, Adam era diferente hasta para eso. Siempre lo había sido y, seguramente, lo seguiría siendo por el resto de su vida. En el momento en que perdiera ese toque ya estaría acabado.
De nuevo se quedó embelesado en su propio mundo, sin embargo, algo le sacó esta vez de él y no fue por voluntad propia. Unas palabras que iban dirigidas hacia él. Sí. Un sonido femenino cerca de donde se encontraba que, al parecer, iban dirigidas hacia él. No esperaba que nadie estuviese despierto a esa hora y muchos menos que le hablaran. Se equivocaba.
Enseguida volteó parte de su cuerpo y observó la figura de la mujer dueña de esa pausada y a la vez interesante voz. Para su sorpresa era la muchacha que se había encontrado dormieda antes. Una leve sonrisa volvió a posarse en sus labios cuando se dió cuenta de eso. - Y yo que pensé que dormias.. - susurró más como un comentario para él mismo que para la jovencita. Se dió la vuelta apoyando su parte trasera sobre el reborde del escritorio y miró a la muchacha - Ah, tú no sabes mi nombre pero yo si sé el tuyo - su voz hacia resaltar un tono algo pícaro que acompañaba su mirada. Era la primera vez que hablaban y le resultaba una situación interesante.
- Si te acercas un poco tal vez puedas conocer algo más que mi nombre - ladeó su cabeza apoyandola así en uno de sus hombros, sin quitar la sonrisa. - ¿Qué me dices? - La invitó a pasar con todas las letrás que la frase incluía, sin embargo, ¿qué intenciones tenía? nisiquiera él lo sabía...
¡Qué hombre!
Al entrar en su habitación la observó y caminó hasta el pequeño escritorio que había en un lado; era un tanto extraño que en aquel lugar le hubiesen puesto escritorio pero al parecer era una de las antiguas habitaciones, de una de sus compañeras que antes vivía allí y claro, en ese caso, no era solo una cama lo que requería. En cualquier caso le era útil para quedarse a veces a hacer algunos trabajos.
Rió mientras tenía su vista fija en la mesa donde estaban colocados los papeles que había ido a buscar. Seguro que si alguien le veía a altas horas de la mañana haciendo "deberes" se reiria en su cara. O eso o bien se sorprendería mucho. Desdeluego, en aquel lugar, lo más probable es que lo menos que se esperaran fuese a alguien haciendo otra cosa que no fuera prácticar el sexo, mover su cuerpo, gemir..en fín, lo que no fuera su trabajo a fin de cuentas. Pues sí, Adam era diferente hasta para eso. Siempre lo había sido y, seguramente, lo seguiría siendo por el resto de su vida. En el momento en que perdiera ese toque ya estaría acabado.
De nuevo se quedó embelesado en su propio mundo, sin embargo, algo le sacó esta vez de él y no fue por voluntad propia. Unas palabras que iban dirigidas hacia él. Sí. Un sonido femenino cerca de donde se encontraba que, al parecer, iban dirigidas hacia él. No esperaba que nadie estuviese despierto a esa hora y muchos menos que le hablaran. Se equivocaba.
Enseguida volteó parte de su cuerpo y observó la figura de la mujer dueña de esa pausada y a la vez interesante voz. Para su sorpresa era la muchacha que se había encontrado dormieda antes. Una leve sonrisa volvió a posarse en sus labios cuando se dió cuenta de eso. - Y yo que pensé que dormias.. - susurró más como un comentario para él mismo que para la jovencita. Se dió la vuelta apoyando su parte trasera sobre el reborde del escritorio y miró a la muchacha - Ah, tú no sabes mi nombre pero yo si sé el tuyo - su voz hacia resaltar un tono algo pícaro que acompañaba su mirada. Era la primera vez que hablaban y le resultaba una situación interesante.
- Si te acercas un poco tal vez puedas conocer algo más que mi nombre - ladeó su cabeza apoyandola así en uno de sus hombros, sin quitar la sonrisa. - ¿Qué me dices? - La invitó a pasar con todas las letrás que la frase incluía, sin embargo, ¿qué intenciones tenía? nisiquiera él lo sabía...
¡Qué hombre!
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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Fecha de inscripción : 16/05/2011
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Re: Relación invertida; ¿Qué puedo aprender de ti?
Aquella mirada penetrante, aquel semblante tan seguro de si mismo, la forma de su cuerpo con esa espalda no tan ancha pero tampoco tan delgada; recorrió toda su anatomía con la mirada manteniéndose recargada en el marco de la puerta mordiéndose el labio inferior. Nunca lo había visto, o más hasta ese momento se había percatado de su existencia y algo en él llamó su atención al punto de crear una nueva fijación en ella que de forma repentina ya había echado raíces tan profundas que sería difícil hacer que lo olvidara.
Ladeó la cabeza hasta que ésta estuvo totalmente apoyada en el marco de la puerta y pasando su mano derecha suavemente por sobre su brazo izquierdo hasta que éste la rodeo en un intento de abrazarse a si misma para contener el impulso de saltarle encima... ¿tanto así la había cautivado? quería conocerlo, saber todo de él. Una sonrisa seductora surcó su rostro al escucharle hablar; sabía que él le conocía, pensamiento un tanto ególatra pero... así era.
Su cuerpo se separó unos centímetros de su posición distante, sus pies se movieron hacia adelante intentando marcar un ritmo acompasado y suave - ¿A sí, dime qué me ofreces?- un reto imposible de ignorar, siguió avanzando hasta quedar totalmente separada del marco de la puerta y haber entrado por completo en la habitación - Sin más, tu propuesta me parece un tanto... difícil de rechazar- la sonrisa no desaparecía de sus labios, sus manos buscaron la puerta detrás de ella tomándola por el borde para comenzar a cerrarla hasta que el clic del pestillo se escuchó como eco en la habitación.
Tomó un pequeño impulso para continuar caminando hasta quedar enfrente de él, sus manos se deslizaron por sobre los muslos de su acompañante subiendo hasta su cadera como enredadera Y bien ¿me dirás tú nombre?-, que escena tan poco usual ¿acaso una de las prostitutas más jóvenes y aclamadas, estaba intentando seducir a uno de sus compañeros?, algo nuevo, inusual y... claro, probaría.
Ladeó la cabeza hasta que ésta estuvo totalmente apoyada en el marco de la puerta y pasando su mano derecha suavemente por sobre su brazo izquierdo hasta que éste la rodeo en un intento de abrazarse a si misma para contener el impulso de saltarle encima... ¿tanto así la había cautivado? quería conocerlo, saber todo de él. Una sonrisa seductora surcó su rostro al escucharle hablar; sabía que él le conocía, pensamiento un tanto ególatra pero... así era.
Su cuerpo se separó unos centímetros de su posición distante, sus pies se movieron hacia adelante intentando marcar un ritmo acompasado y suave - ¿A sí, dime qué me ofreces?- un reto imposible de ignorar, siguió avanzando hasta quedar totalmente separada del marco de la puerta y haber entrado por completo en la habitación - Sin más, tu propuesta me parece un tanto... difícil de rechazar- la sonrisa no desaparecía de sus labios, sus manos buscaron la puerta detrás de ella tomándola por el borde para comenzar a cerrarla hasta que el clic del pestillo se escuchó como eco en la habitación.
Tomó un pequeño impulso para continuar caminando hasta quedar enfrente de él, sus manos se deslizaron por sobre los muslos de su acompañante subiendo hasta su cadera como enredadera Y bien ¿me dirás tú nombre?-, que escena tan poco usual ¿acaso una de las prostitutas más jóvenes y aclamadas, estaba intentando seducir a uno de sus compañeros?, algo nuevo, inusual y... claro, probaría.
Solèil Molyneux- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Edad : 29
Re: Relación invertida; ¿Qué puedo aprender de ti?
Su mirada no tardó en recorrer el cuerpo de la joven descaradamente mientras se le acercaba. Era muy de mañana, tal vez demasiado, pero ella ya había conseguido despertar su curiosidad además de esa pequeña parte de lujuria que su cuerpo escondía. Que creciera dependía exclusivamente de lo que ella quisiera e hiciera, porsupuesto. Pero era bella y sugerente. Sus palabras le incitaban también a pensar en doble sentido aunque, realmente, el que había empezado con todo aquello había sido él.
¿En ese caso ella le correspondía a sus pensamientos? Todavía era pronto para saberlo. Sin más se enderezó y puso una de sus manos sobre la cintura ajena, de un movimiento pegandola a su cuerpo cabe destacar que con cierta fuerza. No conocía mucho de esa muchacha más que el echo de su experiencia a tan pronta edad, sin embargo, podía deducir que no la asustaría con facilidad. O eso lo descubriria poco a poco.
Su rostro fue bajando disimuladamente hacia el de ella, como si aquellos roces fueran normales entre ellos. Como si se conocieran de toda la vida o fuese el típico saludo de cualquier persona - Adam, puedes llamarme Adame, madame Solèil - le demostró con ello que él conocía lo que todos decían; ahora bien ¿qué de los rumores sería cierto? Se moría por comprobarlo. ¡¿Cómo podía ser que de buena mañana estuviera tan pervertido?! No tenía remedio alguno, definitivamente.
La mano acarició la zona con suavidad, de arriba a abajo y sin quedarse quieta en ningún momento. Tampoco avanzando lo suficiente como para considerarse más de un gesto sugerente - Te ofrezco te ofrezco...¿conocerme tal vez? - rió suavemente sin despegar sus ojos de los de ella y tomando su mentón con un par de dedos de su mano libre - Profundamente - estas últimas palabras las pronunció con algo de énfasis mientras le apretaba un poco el rostro, obligandola a mirarle, aunque no fuese necesario. Pero le agradaban aquel tipo de actos.
¿En ese caso ella le correspondía a sus pensamientos? Todavía era pronto para saberlo. Sin más se enderezó y puso una de sus manos sobre la cintura ajena, de un movimiento pegandola a su cuerpo cabe destacar que con cierta fuerza. No conocía mucho de esa muchacha más que el echo de su experiencia a tan pronta edad, sin embargo, podía deducir que no la asustaría con facilidad. O eso lo descubriria poco a poco.
Su rostro fue bajando disimuladamente hacia el de ella, como si aquellos roces fueran normales entre ellos. Como si se conocieran de toda la vida o fuese el típico saludo de cualquier persona - Adam, puedes llamarme Adame, madame Solèil - le demostró con ello que él conocía lo que todos decían; ahora bien ¿qué de los rumores sería cierto? Se moría por comprobarlo. ¡¿Cómo podía ser que de buena mañana estuviera tan pervertido?! No tenía remedio alguno, definitivamente.
La mano acarició la zona con suavidad, de arriba a abajo y sin quedarse quieta en ningún momento. Tampoco avanzando lo suficiente como para considerarse más de un gesto sugerente - Te ofrezco te ofrezco...¿conocerme tal vez? - rió suavemente sin despegar sus ojos de los de ella y tomando su mentón con un par de dedos de su mano libre - Profundamente - estas últimas palabras las pronunció con algo de énfasis mientras le apretaba un poco el rostro, obligandola a mirarle, aunque no fuese necesario. Pero le agradaban aquel tipo de actos.
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 510
Fecha de inscripción : 16/05/2011
Edad : 32
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Re: Relación invertida; ¿Qué puedo aprender de ti?
Seducción, era el juego que Adam jugaba; sensualidad, así le respondía ella; provocación, eran las reglas que ambos habían planteado y... ¿atrevimiento?, levantó una ceja en cuanto las manos del chico la rodearon por la cintura acercándola a él de una forma posesiva y demandante; algo que sin duda le gustaba, sus manos se deslizaron desde los muslos del chico arriba hacia su cadera surcando por su cintura hasta posarse en su pecho -Adam... repitió con una sonrisa delicada en sus labios inclinándose un poco hacia el frente para acercarse a él -Bien Adam, entonces sabrás que no me agrada que me llamen Solèil sino Rouge sus manos recorrieron el camino de regreso deteniéndose en su cadera haciendo un poco de presión al soportar el peso de su cuerpo que se inclinaba aún más -Pero si prometes que solo me llamarás por mi nombre cuando la puerta esté cerrada... supongo que puedo hacer una pequeña excepción contigo la sonrisa tomó una índole más seductora y pícara mientras su rostro se acercaba al suyo y su nariz recorría la piel de su rostro.
- Tentadora, una oferta muy tentadora sus labios se posaron sobre su barbilla mientras su cuerpo buscaba amoldarse más al espacio entre sus piernas juntándose lo mas que pudo, pasando sus manos hacia la parte baja de su espalda abriéndose paso por debajo de la tela que recubría su bien torneado cuerpo; ¿acaso la adrenalina se había apoderado de ella por el hecho que la situación era inusual y sin duda sería nada bien vista pos las personas del burdel? ¿o era que la sensualidad de Adam encendía en ella una mecha que pocos lograban?; lo que fuera, quería continuar con ello.
Sus labios formaron un nuevo camino desde su barbilla hasta sus labios tomando posesión de ellos, sus dientes mordieron aquel carnoso labio inferior para seguir con su camino hasta su oído, lamiendo el lóbulo de su oreja mordiéndolo levemente bajando hasta su cuello para rozarlo con sus labios-Entonces déjame saber más que tu nombre volvió a besarlo mientras sus manos subían y bajaban por su espalda y sus uñas marcaban la piel.
- Tentadora, una oferta muy tentadora sus labios se posaron sobre su barbilla mientras su cuerpo buscaba amoldarse más al espacio entre sus piernas juntándose lo mas que pudo, pasando sus manos hacia la parte baja de su espalda abriéndose paso por debajo de la tela que recubría su bien torneado cuerpo; ¿acaso la adrenalina se había apoderado de ella por el hecho que la situación era inusual y sin duda sería nada bien vista pos las personas del burdel? ¿o era que la sensualidad de Adam encendía en ella una mecha que pocos lograban?; lo que fuera, quería continuar con ello.
Sus labios formaron un nuevo camino desde su barbilla hasta sus labios tomando posesión de ellos, sus dientes mordieron aquel carnoso labio inferior para seguir con su camino hasta su oído, lamiendo el lóbulo de su oreja mordiéndolo levemente bajando hasta su cuello para rozarlo con sus labios-Entonces déjame saber más que tu nombre volvió a besarlo mientras sus manos subían y bajaban por su espalda y sus uñas marcaban la piel.
Solèil Molyneux- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Edad : 29
Re: Relación invertida; ¿Qué puedo aprender de ti?
Ante el acercamiento de ella Adam correspondió pegandose, porsupuesto, si no lo había echo ya era para ver precisamente que tal reaccionaba ella. Tal vez se estuviesen precipitando, acababan de conocerse a esas horas de la mañana y ya estaban así de fogosos ambos. De echo, probablemente no solo Adam fuese el que tuvo un cliente la noche anterior, aquello ya empezaba a ser un vicio. Un vicio carnal que por lo visto compartían. No la conocía de nada pero a la vez en cuestión de segundos podía sentir que empezaba a conocerla profundamente, quien sabe si de eso podría salir algo más que placer; que mucho placer. ¿Dos profesionales juntos? No podría ser una mejor convinación.
Sus labios bailaron repetidas veces y los suyos formaron una ligera sonrisa tras las palabras que recibió. Paró el beso por unos instantes y se relamió los labios, sugerentemente. Alzó la vista por encima de la muchacha, en dirección a la puerta - Pues según veo, está cerrada.. - rió ladino y divertido - Así que haz esa excepción Soléil - se acercó hasta morder su mentón y descendió hasta su cuello, inclinandose ligeramente notando ahora como el pecho de ella se pegaba al suyo. - Yo normalmente marco a mis compañeras, pero.. - lamió una pequeña zona en su cuello y seguidamente la mordió, no lo suficiente como para que se quedara una marca - pero..pero.. - rió de nuevo, como si estuviese buscando lo que seguía a la frase y no lo encontrara. - pero definitivamente no puedo saltarme esa norma - antes de que pudiese rebatirle succionó la zona con fuerza durante un par de segundos hasta que quedó una marca notablemente rojiza.
Inmediatamente se separó y se relamió los labios de nuevo - Ahora sí eres mía - frunció levemente los labios y alzó ambas cejas a la vez en una carantoña ligeramente divertida. Eso no tenía porque quitarle excitación al momento pero, como no, siempre estaba su toque especial - Y ahora ¿por dónde ibamos? Ah sí, te comía a besos - sonrió malicioso y se inclinó de nuevo hasta besar sus labios, cerrando a la par sus ojos sin dejar que ahora nada lo interrumpiese.
Agarró uno de sus muslos con fuerza y lo subió ligeramente para que rozara con el perfil de una de sus piernas; introduciendo a la vez esa misma mano por debajo para acariciar la zona con algo más de brusquedad. Una vez más no sabía lo mucho o poco que a su acompañante le agradaban las marcas pero él, como siempre, ya se había salido con la suya.
Sus labios bailaron repetidas veces y los suyos formaron una ligera sonrisa tras las palabras que recibió. Paró el beso por unos instantes y se relamió los labios, sugerentemente. Alzó la vista por encima de la muchacha, en dirección a la puerta - Pues según veo, está cerrada.. - rió ladino y divertido - Así que haz esa excepción Soléil - se acercó hasta morder su mentón y descendió hasta su cuello, inclinandose ligeramente notando ahora como el pecho de ella se pegaba al suyo. - Yo normalmente marco a mis compañeras, pero.. - lamió una pequeña zona en su cuello y seguidamente la mordió, no lo suficiente como para que se quedara una marca - pero..pero.. - rió de nuevo, como si estuviese buscando lo que seguía a la frase y no lo encontrara. - pero definitivamente no puedo saltarme esa norma - antes de que pudiese rebatirle succionó la zona con fuerza durante un par de segundos hasta que quedó una marca notablemente rojiza.
Inmediatamente se separó y se relamió los labios de nuevo - Ahora sí eres mía - frunció levemente los labios y alzó ambas cejas a la vez en una carantoña ligeramente divertida. Eso no tenía porque quitarle excitación al momento pero, como no, siempre estaba su toque especial - Y ahora ¿por dónde ibamos? Ah sí, te comía a besos - sonrió malicioso y se inclinó de nuevo hasta besar sus labios, cerrando a la par sus ojos sin dejar que ahora nada lo interrumpiese.
Agarró uno de sus muslos con fuerza y lo subió ligeramente para que rozara con el perfil de una de sus piernas; introduciendo a la vez esa misma mano por debajo para acariciar la zona con algo más de brusquedad. Una vez más no sabía lo mucho o poco que a su acompañante le agradaban las marcas pero él, como siempre, ya se había salido con la suya.
Jean-Luc Tessier- Prostituta Clase Baja
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Re: Relación invertida; ¿Qué puedo aprender de ti?
El pecado que sacó a la humanidad del paraíso era algo que ella realmente disfrutaba, el olor de las fragancias combinadas con el sudor, el roce de los cuerpos desnudos que sin más solo se tienen el uno al otro para taparse, los susurros que como gemidos excitan más de lo necesario; una locura, una droga... mas que su forma de vida aquello era una obsesión, y más si con quien la compartía sabía cómo llevarla al éxtasis de lo prohibido y repudiado por la sociedad.
Los labios de Adam le incitaban a sobre manera, su cuerpo sentía la corriente eléctrica erizado sus vellos, la espalda se arqueaba con cada roce del aliento del muchacho sobre su cuello desnudo, las piernas le flaqueaban ¿era posible? normalmente el control lo llevaba ella, el ritmo, las pausas, tal como en una partitura que da vida a la más bella melodía; pero ahora, justo ahora, un total desconocido la descontrolaba y emocionaba a la pequeña niña que dormía muy dentro de ella como si esta fuera la primera vez, como si fuera su primer encuentro.
- Lo haré...responderé a mi nombre... haré caso y omitiré el hecho de que seguimos... las palabras salían entrecortadas, la oración no pudo ser terminada puesto que la sensación gélida que le producía el cálido aliento de Adam sobre su cuello la desconcentraba, echó la cabeza hacia atrás abriéndole paso, sus manos se deslizaron hasta sus muslos apretando con fuerza al sentir la pequeña succión que los labios prestos del chico ejercían sobre su apiñonada piel, su cadera se pegó mas a la de él logrando sentir que no solo ella estaba excitada, apretó los dientes gruñendo por el dolor en el cuello, una mezcla bastante extraña entre sufrimiento y placer; se llevó una mano al cuello mirándole con molestia y lujuria "ahora eres mia" -¿Tuya? una sonrisa un tanto perversa se dibujo en sus labios mientras sus manos atrapaban el cincelado rostro de Adam obligándolo a seguirla, era más alto que ella pero eso no le impedía el ejercer su papel de dominatrix -Oh no debiste marcarme de esa forma, verás a mí también me gusta dejar claro cuando algo es mío- giró sin soltarlo hasta que la cama quedó justo detrás de él y con un ágil movimiento lo aventó sobre el mullido pedazo de cielo.
Como felino tras su presa comenzó a subir por las piernas de Adam hasta quedar sentada sobre de él, sus muslos hacían presión a los lados de su cadera en una especie de trampa, se inclinó sobre el besándolo de nuevo, su lengua dibujó un camino por su mandíbula hasta llegar a su oreja donde sus dientes apresaron el pequeño lóbulo, sus manos se vieron prestas deslizándose bajo la camisa del chico acariciando la piel caliente bajo ella, instintivamente su cadera presionó hacia abajo justo sobre la pelvis de su ahora amante para incitarlo a continuar -¿Acaso me dejarás todo el trabajo a mi sola? una de sus manos cambió de dirección acariciando con suavidad el pequeño promontorio que ahora se formaba dentro de los pantalones de Adam mientras una sonrisa lujuriosa aparecía en su cara
Los labios de Adam le incitaban a sobre manera, su cuerpo sentía la corriente eléctrica erizado sus vellos, la espalda se arqueaba con cada roce del aliento del muchacho sobre su cuello desnudo, las piernas le flaqueaban ¿era posible? normalmente el control lo llevaba ella, el ritmo, las pausas, tal como en una partitura que da vida a la más bella melodía; pero ahora, justo ahora, un total desconocido la descontrolaba y emocionaba a la pequeña niña que dormía muy dentro de ella como si esta fuera la primera vez, como si fuera su primer encuentro.
- Lo haré...responderé a mi nombre... haré caso y omitiré el hecho de que seguimos... las palabras salían entrecortadas, la oración no pudo ser terminada puesto que la sensación gélida que le producía el cálido aliento de Adam sobre su cuello la desconcentraba, echó la cabeza hacia atrás abriéndole paso, sus manos se deslizaron hasta sus muslos apretando con fuerza al sentir la pequeña succión que los labios prestos del chico ejercían sobre su apiñonada piel, su cadera se pegó mas a la de él logrando sentir que no solo ella estaba excitada, apretó los dientes gruñendo por el dolor en el cuello, una mezcla bastante extraña entre sufrimiento y placer; se llevó una mano al cuello mirándole con molestia y lujuria "ahora eres mia" -¿Tuya? una sonrisa un tanto perversa se dibujo en sus labios mientras sus manos atrapaban el cincelado rostro de Adam obligándolo a seguirla, era más alto que ella pero eso no le impedía el ejercer su papel de dominatrix -Oh no debiste marcarme de esa forma, verás a mí también me gusta dejar claro cuando algo es mío- giró sin soltarlo hasta que la cama quedó justo detrás de él y con un ágil movimiento lo aventó sobre el mullido pedazo de cielo.
Como felino tras su presa comenzó a subir por las piernas de Adam hasta quedar sentada sobre de él, sus muslos hacían presión a los lados de su cadera en una especie de trampa, se inclinó sobre el besándolo de nuevo, su lengua dibujó un camino por su mandíbula hasta llegar a su oreja donde sus dientes apresaron el pequeño lóbulo, sus manos se vieron prestas deslizándose bajo la camisa del chico acariciando la piel caliente bajo ella, instintivamente su cadera presionó hacia abajo justo sobre la pelvis de su ahora amante para incitarlo a continuar -¿Acaso me dejarás todo el trabajo a mi sola? una de sus manos cambió de dirección acariciando con suavidad el pequeño promontorio que ahora se formaba dentro de los pantalones de Adam mientras una sonrisa lujuriosa aparecía en su cara
Perdona la tardanza u.u
Solèil Molyneux- Mensajes : 98
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Edad : 29
Re: Relación invertida; ¿Qué puedo aprender de ti?
La muchacha era joven pero impávida. No tardó en tener a Adam sentado en la cama, casi tumbado y éste no dudó en dejarse hacer. ¡Porsupuesto! Si algo le gustaba era dejarse hacer por una mujer..o por un hombre. Por su amante en definitiva y en ese momento era aquella dulce y al mismo tiempo amarga muchacha. Sus ojos, en los segundos que permanecían entreabiertos la miraban fijamente de arriba a abajo. Sus facciones eran tremendamente finas pero al mismo tiempo fieras. Femeninas pero tan animales como las de una leona. Se notaba que no había manera de hacerla caer en una trampa o obligarla a algo en contra de su voluntad. ¿Qué vida habría tenido? Una vez más estaba con una mujer que no conocía. ¿Cuantas veces se había dicho esa misma frase? "No la conozco de nada" Y luego había acabado conociendola bien a fondo. Y tan afondo. Tanto como estaba a punto de conocerla a ella.
Sus manos no se quedaron quietas en ningún momento, claro que no. Eran tan traviesas como las de la chica y recorrían el cuerpo ajeno. Solo que, por su parte trasera. Bajo ese corto vestido que facilmente le podía hacer llegar a su ropa interior. Y así lo hizo. Las deslizó hasta su ropa interior baja y pasó un par de dedos por el elástico, agarrandolo y aporreandolo contra su piel unas cuantas veces de manera muy juguetona. - Me tienta, madame, me muero por ver que es capaz de hacer usted sola - enfatizó en una de las palabras mientras se separaba lo justo como para observarla fijamente al rostro. Se mantenían en completo conjunto. Como si se tratara de dos imanes de polos opuestos que se veían increiblemente atraídos y no podían separarse. Sí ¡era increible! Por lo menos para Adam. No pensó en que la muchachita pudiera resultar tan salvaje. Y como le excitaba.
La agarró por sus muslos, de un bote, recolocandola sobre su cuerpo. No solo para recolocarla sino también porque ese simple gesto sabía que podía excitarla. Y haría todo lo que estuviese en su mano para que pasara la mejor noche en mucho tiempo, no era tan ególatra como para decir de su vida, seguramente, habría pasado por muchas camas. Pero si era lo bastante como para decir que sería uno de los mejores. Por el simple echo de que así lo decía y así lo creía ¿Para que algo sea cierto lo primero es creertelo tú mismo no? Pues él se lo tenía bien creído. ¿Tal vez por eso era tan buen amante? Fuese por lo que fuese a él le encantaba todo lo que era complacer a los demás, cuan más complacida quedara ella, más quedaría él.
Y sin preguntarle ni darle ninguna señal la agarró lo suficientemente fuerte de los muslos como para levantarla, besando sus labios con furia y con esa misma furia estampandola contra la pared más cercana que encontró al dar un par de pasos. El cuerpo de ella se encontraba enroscado en el suyo. Movió su pelvis que estaba justamente encajado en el sexo ajeno y, aunque tenía los pantalones por encima, también por suerte la ropa que llevaba era holgada así que no le resultó dificil sentir la ropa interior ajena. Ya quería verla húmeda y excitarla. Le había puesto bastante ansioso ¿Cómo? No tenía ganas de pensar en ello, sinceramente. Solo tenía ganas de deborarla.
- Y bien ¿Qué piensa hacer entonces? - jadeó sobre sus labios, mirandola fija y penetrantemente después de aquel furtivo beso y tras una "embestida" de su cuerpo contra el ajeno. El apretón en sus muslos fue inevitable junto a otro choque de la espalda ajena contra la pareja ¿Suave o Salvaje? Solo ella podía moderar esas dos partes que había en su interior, e incluso, hasta podría llegar a convinarlas.
Sus manos no se quedaron quietas en ningún momento, claro que no. Eran tan traviesas como las de la chica y recorrían el cuerpo ajeno. Solo que, por su parte trasera. Bajo ese corto vestido que facilmente le podía hacer llegar a su ropa interior. Y así lo hizo. Las deslizó hasta su ropa interior baja y pasó un par de dedos por el elástico, agarrandolo y aporreandolo contra su piel unas cuantas veces de manera muy juguetona. - Me tienta, madame, me muero por ver que es capaz de hacer usted sola - enfatizó en una de las palabras mientras se separaba lo justo como para observarla fijamente al rostro. Se mantenían en completo conjunto. Como si se tratara de dos imanes de polos opuestos que se veían increiblemente atraídos y no podían separarse. Sí ¡era increible! Por lo menos para Adam. No pensó en que la muchachita pudiera resultar tan salvaje. Y como le excitaba.
La agarró por sus muslos, de un bote, recolocandola sobre su cuerpo. No solo para recolocarla sino también porque ese simple gesto sabía que podía excitarla. Y haría todo lo que estuviese en su mano para que pasara la mejor noche en mucho tiempo, no era tan ególatra como para decir de su vida, seguramente, habría pasado por muchas camas. Pero si era lo bastante como para decir que sería uno de los mejores. Por el simple echo de que así lo decía y así lo creía ¿Para que algo sea cierto lo primero es creertelo tú mismo no? Pues él se lo tenía bien creído. ¿Tal vez por eso era tan buen amante? Fuese por lo que fuese a él le encantaba todo lo que era complacer a los demás, cuan más complacida quedara ella, más quedaría él.
Y sin preguntarle ni darle ninguna señal la agarró lo suficientemente fuerte de los muslos como para levantarla, besando sus labios con furia y con esa misma furia estampandola contra la pared más cercana que encontró al dar un par de pasos. El cuerpo de ella se encontraba enroscado en el suyo. Movió su pelvis que estaba justamente encajado en el sexo ajeno y, aunque tenía los pantalones por encima, también por suerte la ropa que llevaba era holgada así que no le resultó dificil sentir la ropa interior ajena. Ya quería verla húmeda y excitarla. Le había puesto bastante ansioso ¿Cómo? No tenía ganas de pensar en ello, sinceramente. Solo tenía ganas de deborarla.
- Y bien ¿Qué piensa hacer entonces? - jadeó sobre sus labios, mirandola fija y penetrantemente después de aquel furtivo beso y tras una "embestida" de su cuerpo contra el ajeno. El apretón en sus muslos fue inevitable junto a otro choque de la espalda ajena contra la pareja ¿Suave o Salvaje? Solo ella podía moderar esas dos partes que había en su interior, e incluso, hasta podría llegar a convinarlas.
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