La Cazadora y el Brujo [Shenae Eagle]

-Dios está mirando-digo entre susurros cuando veo hacia el campanario de la catedral-Nuestra señora de Paris.

No estoy en este lugar para rezar al señor o pedir misericordia por mis pecados cometidos. Vine aquí por que escuche de algo nuevo. La iglesia a decidido introducir humanos entrenados como cazados en Paris. En Inglaterra los había, nunca he enfrente a ninguno, pero supe por la anciana de los libros que ella huyo de algunos.

La noche es fría para ser primavera, llevo mi saco negro cerrado, como raras ocasiones y mi atuendo oscuros, siempre limpio, combina con la noche. Hoy no llevo corbata, solo mi camisa blanca abierta del cuello y un bastón negro en mi mano izquierda. No sólo es un accesorio para verme elegante, dentro lleva varios frascos pequeños, apenas del tamaño del dedo meñique, donde hay varias pócimas.

Me detengo frente a las puertas de la bella iglesia y cierro los ojos. Detengo mi respiración un momento y puedo sentir las personas pasando a mi alrededor, sus sentimientos. El miedo, el odio, el amor, el desprecio, la alegría, la lujuria y, de pronto, siento esa sensación, una odio tan grande que es casi tangible, como lodo arrastrándose alrededor de mi.

-Un juicio-susurro al entrar a la iglesia.

No soy un vampiro, pero entrar a un lugar que me considera un servidor de Satanás es escalofriante. Pero Satanás no es mi maestro ni lo será, pero tampoco es el cielo. Sigo mi propio corazón, me lleve a donde me lleve. Esta vez me guía hacia la parte trasera de la iglesia, ahí puedo ver claramente a un pequeño grupo de personas, no más de 10.

En el centro de la habitación y al fondo, hay una chica de ojos azules y piel blanca, ella esta encadenada al suelo y llora pidiendo piedad. No siento sus emociones, por lo que es una inmortal. Atrás de ella, un cura vestido con su sotana levanta un cruz y grita palabras en lo que parece latín. Frente al espectáculo, otros curos y personas ven el acto del cura.

La única persona un poco separada, que parece vigilar el acto y no ser parte de el, es una bella chica cubierta con una capa café que no me deja ver su vestimenta. Su cabello es corto y tiene ojos penetrantes, como si pudieran ver el alma de las personas.- Creo que encontré a una cazadora…-pienso para mi mismo mientras me muevo más hacia la pared, ocultándome de la vista de todos.

Posiblemente la chica encontré a esa mujer, la encadenada, pero no es pálida y no grita de forma salvaje, puede ser una cambiaformas ¿Sabrá acaso la diferencia entre cada uno?

La chica voltea hacia mi dirección repentinamente. Me muevo rápido y me escondo en las sombras, escucho claramente que el cura condena a la hoguera a la cambiaformas- Pobre chica-pienso y el miedo y el oído en la habitación se acrecientan, excepto por el corazón de la muchacha de capa, su valor y satisfacción es grande, incluso siento curiosidad en su corazón. Tal vez no ve de esa forma, algo curioso.

No puedo permitir esto. Sin embargo, si dejo que me vean, posiblemente tendré que enfrentarme a la cazadora, no me incomoda esa, sólo el hecho de que vea mi rostro.
Me recargo en la pared contraria a la escena, dándole la espalda a tal atrocidad.

-Piensa en algo maldición-me digo a mi mismo mientras escucho la sentencia de la mujer encadenada.

No tengo nada contra el cielo, pienso que sólo lo mal interpretan la mayoría de las personas, yo no soy una de ellas.
Entro al lugar y noto que la cazadora me mira, le ofrezco una sonrisa y me aproximo hacia una de las columnas, seguramente la chica me seguirá con la mirada, eso es lo que quiero. Me muevo entre las sombra, toco una de las columnas más alejadas del juicio, que parece inmutable ante mis acciones.

-Supongo que esa cazadora vendrá por mi-me digo a mi mismo mientras me voy a sentar en una de las bancas próximas a la columna que acabo de tocar.

Una línea de color negro comienza avanzar de la columna hacia el suelo y entre los asientos de maderas. Casi de forma invisible, llega a las cadenas que sostienen a la muchacha. El metal se torna oscuro por un instante hasta, se comienza a oxida con gran rapidez, pronto parece metal de siglos de antigüedad. La muchacha lo nota y rompe las cadenas.

-¡Brujería!-grita el curo que parece esforzarse por sostener a la muchacha.

La joven cambiaformas busca por la habitación a su salvador, pero me asegure de moverme a tiempo para no ser visto, no esta vez. Pronto la joven mira hacia el ventanal y sonríe mientras su cuerpo se hace pequeño y se transforma en un gato gris que escapa hacia la noche, dejando su sus ropas y el acero color café hecho pedasos.

Pronto estoy al otro lado del pasillo y escucho los gritos del curos y sus subordinados, seguramente n oes la primera vez que les pasa. Sigo caminando y me aproximo hacia las escaleras hasta llegar al lugar del órgano, me le quedo mirando unos momentos, esperando lo que yo se que vendrá.

-¿Por quien vendrás, muchacha? ¿Por la cambiaformas o por mi?-me digo a mi mismo mientras busco los sentimientos de la chica, claramente siento como se a movido de lugar.

Sonrío ante sus palabras, no por restarles la importancia de una amenaza, si no porque, de haber sido otras, hubiera sido una situación sumamente seductora.

-Que interesante proposición, aun después de que hice que su presa se escapara-le digo mientras me volteo hacia ella lentamente- ¿Prefiere cazarme a mí que a ella? Bien, será interesante.

Leo sus emociones, un corazón lleno de confianza, normal en los cazadores. Realmente me he llegado a cuestionar como es que son tan valientes, me hace sentir algo de envidia, no parece que le teman a ningún ser de la noche, por mas grande que sea. No le temo a los lobos y vampiros, pero posiblemente si a un clan entero de ellos.
Lentamente, saco de mis pantalones una esfera con liquido rojo. La rompo entre mis dedos, ante la obvia reacción de la cazadora. Pero cuando el humo se disipa, una rosa de color rojo carmesí queda entre mis dedos.

-Llamémosle un detalle antes de comenzar, pues puede que no tenga tiempo de dársela mas tarde, señorita.-Se la ofrezco durante un instante, antes de reaccionar-Disculpe, ha de pensar que es una trampa. Coloco la rosa en el órgano, esta se queda perfectamente de pie, como si estuviera dentro de un jarrón invisible.

Me alejo lentamente de ella, haciendo un círculo que termino con la salida a mi espalda. Entre mis dedos juego con una esfera de cristal y un líquido blanco dentro. Levanto la mano, amenazando con arrojarla a a mis pies.

-No quisiera causar un conflicto en la casa del que llaman su señor, además, aquí hay más de ustedes. Búsqueme- doy una media sonrisa y arrojo la esfera.

El efecto es instantáneo y el brillo inunda la habitación. Seguramente pudo verme a través de mis movimientos, pero cuando este desaparece, ya no estoy cerca.