тени и свечи [Anatol K. Trubetzkoy]

por **Andrei Neverov** Sáb Jun 25, 2011 4:34 pm

“…

La investigación avanza lentamente, apenas logro encontrar nuevas pistas o personas conectadas con el objetivo de forma significativa. Esto se está tornando más complicado de lo que imaginaba. Además, para completar mi frustración, me encuentro azotado por un terrible abatimiento estos días. Quizás esté enfermo y necesite unos días de descanso, pero no sé si la misión lo permitirá.

Espero recibir pronto noticias de San Petersburgo.

Atentamente,
Andrei”

La pluma se movió ágil sobre el papel para poner fin a la misiva con la elegante firma del muchacho. Una vez hubo terminado, el joven repasó lo que había escrito e introdujo el papel, cuidadosamente doblado, en un sobre. Más tarde la sellaría y la enviaría directamente al despacho de sus superiores, donde ellos mismos podrían corroborar que la misión no iba a completarse tan rápidamente como habían previsto.

Andrei dejó la carta en una esquina, camuflada entre otros papeles y cuadernos, y se echó hacia atrás en su silla, con los ojos cerrados. No, no estaba enfermo, pero era una forma sencilla y rápida de explicar aquella inactividad, aquel repentino bajón en su rendimiento. Enfermedad, cansancio, sueño, abatimiento…mil y una excusas para mantener en secreto la tristeza que le embargaba. Cualquier cosa era más fácil que tener que explicar que, de alguna forma, llevaba todos esos días sintiéndose estúpidamente deprimido.

Y lo peor: deprimido por un hombre. No sólo era triste, sino además vergonzoso. En primer lugar no tendría que haber sentido nada por él, pero así fue. Y en segundo lugar tampoco debió haberse hecho ilusiones de ningún tipo, pero, de nuevo, así fue. Simplemente no había podido detener aquella corriente indomable en que se habían convertido sus sentimientos y emociones. Una corriente que le había arrastrado de forma inevitable hasta el lugar en el que se encontraba, perdido y desolado. El joven abrió los ojos, clavándolos en el techo. No sabía cómo, pero debía acabar con aquella situación tan pronto como fuese posible. Terminar de una vez con aquella sensación de vacío que apenas le dejaba respirar.

Lo primero sería dejar de esquivar a Anatol como si la vida le fuese en ello, como si su simple visión le hiriera de gravedad. Soltó un largo y profundo suspiro, llevándose una mano a la frente. Si sólo pudiera dejar de quererle tanto…