Una missione perfetta [Marie-Faith Prigent]

Cuando eres parte de una revolución que comienza a tomar forma cualquier movimiento mal hecho no sólo te afecta a ti, también lo hace a cada una de las piezas que componen el todo. Su misión estaba clara y la princesa Cappelletti sentía que tenía un peso grande sobre los hombros, no era sólo tener que buscar a alguien que pudiera tener bajo su mirada supervisora, era también que fuera de su confianza, que estuviera de algún modo de acuerdo con las ideas que tenían y que al mismo tiempo eso fuera útil para que no tuviera que usar su poder para mantenerlo bajo su control, siempre era mejor cuando cooperaban, obligarlos la agotaba. Lily sabía que era una vampira joven comparada con muchos de los de su especie, sabía que además esa condición era un limitante, no podría salir durante los días y el hecho de sentirse tan restringida la desesperaba un poco. Sólo gracias a los años había logrado cultivar un poco de paciencia pero aún no era la suficiente, tener que esperar a que el sol se escondiera para poder finalmente hacer algo por ella misma seguía molestándole aún ciento cincuenta años después de que la convirtieran.

Después de pensar en algunas personas había decidido que lo mejor sería una mujer, sin saber por qué le parecían más confiables y a la vez más dominables. Necesitaba a alguien que fuera vulnerable pero con pensamiento propio, que necesitara además el dinero que ella ofrecería como pago por el servicio. No podía por si misma buscar en los callejones o lugares de mala muerte, así que le encargó la tarea a un humano al que había dominado mentalmente luego de una noche un poco alocada, él tenía que traerle los datos de alguien que pudiera servirle. Hay muchas maneras para conseguir lo que se quiere si tienes los medios adecuados, la princesa lo sabía mientras esperaba a la muchacha a que había citado, a sus oídos los rumores sobre sus ideas acerca de los trabajadores, los horarios y días de labores y lo que pensaba de más temas llegaron como si hubiera sido casi a propósito. De ella sólo sabía que era una cortesana joven, que aquellos pensamientos los compartía sin darse cuenta de lo que realmente estaba diciendo, eso era perfecto, simplemente perfecto, el carruaje llegaría en cualquier minuto y no podía dejar de moverse por el salón de aquella casa prestada, no podía de buenas primeras revelar todo ni tampoco su condición o cargo, tenía que hacer las cosas bien, lo haría porque estaba acostumbrada a eso. La princesa Liliana Cappelletti no cometía errores y si llegaba a hacerlo, eran eliminados antes de que alguien más lo notara.

Habían noche que quedaban grabadas en la memoria, por diversas razones, la noche anterior había sido una de esas, aunque en un comienzo había presagiado ser común, eso hasta que sintió una mirada insistente sobre su menuda persona. Era un hombre de apariencia pobre, y a la vez tenía aquella apariencia bohemia, que era difícil de explicar, se encontraba conversando y riendo con una chica sentada sobre las piernas, que no parecía demasiado entretenida, pero repentinamente él dejó de hablarle, pues había fijado su vista en Marie-Faith. Él la miró como si llevase siglos esperándola, como si de repente con solo verla su mundo cobrase sentido, aun sin conocerla, le hizo un gesto para que se acercara –Ven acá pequeña- le susurró suavemente, la muchachita lo escuchó a pesar del bullicio del local y se acercó algo confundida. La que hasta ese momento había sido el objeto de su interés había pasado rápidamente a último plano, por lo que se retiró ofendida. –¿Por qué te has demorado tanto? Llevo mucho tiempo esperándote- le dijo aquel extraño hombre, tendiéndole la mano para que se sentara a su lado, la miraba como si se tratase de una aparición mística. Ella parecía confundida, no comprendía sus palabras –¿Me esperaba? Si yo no lo conozco na’- dijo ladeando la cabeza, pensando que quizás él era uno de esos locos.

Él era un escritor, uno nada conocido, uno muerto de hambre, de aquel tipo que gastaban todos sus ahorros por una noche en el burdel, ya que era ahí donde buscaba su inspiración, con la esperando de ver u oír algo significativo que lo inspirase –Lo sé, pero llevo años esperándote. Eres el ángel que necesitaba, la musa que me hacía falta- le susurró acariciándole el rostro suavemente, Marie-Faith poco comprendía, se quejó torpemente, diciéndole que los ángeles solo habitaban en el cielo –No, no, existen ángeles en diversos planos, lo puedo ver en ti, confirmas mi teoría, eres distinta… Eres… Libre como los pájaros; lúcida como estrella; ida como una flor; flotas en medio de gente que parece no verte, apuesto que además eres adoradora de nubes; cazadora de crepúsculo y atolondrada con el sexo opuesto- le explicó sin dejar de llenarla de caricias, como si tuviese miedo que en cualquier momento ella fuese a desaparecer y a dejarlo. Allí en medio de la algarabía del burdel estaba surgiendo una conversación profunda entre un artista decadente y una prostituta ignorante, ella era buena escuchando, le hacía miles de preguntas, intentando llegar a comprender esas ideas tan complejas que tenía. El escritor le explicó una extraña teoría sobre como los ángeles y los demonios convivía en la tierra, y que de eso sería su próximo libro, Bleu se sintió algo ofendida, le hizo una pregunta que marcaría varias de las noches venideras –¿Por qué no escribe de le pasa a la gente real?- le preguntó antes de hablarle de como la gente en los campos se deslomaba trabajando para de todos modos morir de hambre, mientras en Paris los ricos malgastaban su dinero, hablaba con la vehemencia y convicción de aquel que conoce de aquello que está hablando, él parecía fascinado por las preocupaciones de aquel bello ángel, fue por eso que ocupó todo el dinero que tenía para que al menos por esa noche aquel angel fuese suyo, conversaron toda la noche, lo demás es fue obvio.

Aquella significativa conversación la marcó, alguien los había escuchado y también se había interesado en lo que aquella chiquilla pensaba, un espia de alguien importante, era lo único que sabía. Aquel espía había regresado a la noche siguiente por ella, la había convencido de que la persona para la cual trabaja necesitaba hablar con ella sobre algo de vital importancia, tenía que ser aquella noche, que podía pagarle más de lo que cualquier cliente le había pagado hasta esa noche para que acudiese a esa reunión. Acabó aceptando, y se dejó llevar en un carruaje en una dirección desconocida, a ver a alguien de quien no sabía siquiera el nombre, el camino le pareció eterno. Bajó con torpeza de este cuando el viaje hubo terminado y fue conducida al interior de un inmueble, pero fue solo ella quien se internó en su interior -¿Hola? Soy… Bleu, del burdel- dijo asomando la cabeza en la sala, algo recelosa vio a una mujer. Se preguntó si era ella quien la había enviado a llamar –¿Pa’ que me necesitaba?- inquirió entrando en la habitación, la verdad últimamente le estaban ocurriendo cosas muy raras. Primero aquel escritor y sus teorías que la habían dejado confundida, ahora esa mujer importante la buscaba para quien sabe que, y también estaba su cliente de la otra noche, su cabeza estaba llena de dudas y de cosas que no comprendía.