Alina Adler

₪Nombre del Personaje:
Alina Adler.

₪Edad
40 años. Aparenta 20.

₪Especie
Licántropo.

₪Tipo y Clase Social
Clase Alta.

₪Orientación Sexual
Heterosexual.

₪Lugar de Origen
Hamburgo, Alemania.

₪Habilidad/Poder
Sentidos aumentados y agilidad y reflejos sobrehumanos. Además, visión compartida y visión remota, sanación acelerada y longevidad.

₪Descripción Física

Spoiler:

₪Descripción Psicológica
Su pasado le enseñó que hay que disfrutar de cada momento por muy pequeño que sea y a perseguir lo que desea, pero sin herir a nadie. Siempre dice lo que piensa por muy duro que resulte, aunque siempre trata de decir las cosas con la mayor delicadeza posible con el fin de no herir a los demás o hacerlo lo menos posible. Confía con relativa facilidad en los demás y aunque la hieran, seguirá confiando. Es impaciente, no le gusta que la hagan esperar, pero le gusta hacerse esperar. Le gustan las cosas bien hechas, no importa el tiempo que le tome hacerlas, llegando a repetirlas varias veces hasta que le quedan perfectas. Le gusta dar su opinión y no admite que otras personas le impongan sus pensamientos. Es bastante cabezota e insistente hasta el punto de resultar irritante. Considera la risa el mayor de los regalos, por lo que trata de sonreír, y hacer sonreír a los demás, y no dejarse llevar por las cosas negativas. Además, es bastante curiosa, por lo que los misterios le resultan muy interesantes. Se enfada con facilidad, pero se le pasa con la misma facilidad.

Odia que las personas le tengan lástima o pena cuando descubren su triste pasado. Y no admite a las personas extremadamente pesimistas, ya que considera que una cosa es ser realista y otra muy distinta es ser pesimista. No soporta que se generalice, por lo que discutirá con cualquier persona que lo haga, aunque siempre manteniendo el respeto. No admite a las personas que cambian su forma de pensar sólo por agradar a otras, es algo que le pone de muy mal humor.


₪Historia
Alina es la segunda hija del matrimonio entre Edgard Adler, músico alemán perteneciente a la renombrada familia Adler, y Ariadne Müller, fabricante de instrumentos musicales que continuaba con la tradición familiar manteniendo la humilde tienda perteneciente a su familia durante varias generaciones. Ambos se conocieron en uno de los largos paseos del músico por las calles comerciales de Hamburgo en busca de tiendas musicales, donde se topó con la pequeña tienda de la familia Müller, lugar del cual lo primero que le llamó la atención no fueron los preciosos instrumentos hechos con gran habilidad y cariño, sino la mujer que se mantenía tras el mostrador. A partir de entonces las visitas de Edgar a la tienda de la familia Müller se convirtieron en una práctica casi diaria donde el amor llegó a surgir entre ambos.

En un principio, la relación entre Edgard y Ariadne no era aprobada por Alphonse Adler, el padre de este, ya que consideraban que la esposa de su hijo debía pertenecer a la misma clase social y un compromiso de ese tipo podría arruinar la reputación de la gran familia Adler, pero finalmente Alphonse aceptó el matrimonio entre ambos llegando a coger gran aprecio a la familia Müller.

Tras la boda, Ariadne se trasladó junto con su esposo a la mansión Adler junto con los actuales cabezas de la familia (Alphonse y Aubrey Adler), donde poco después daría a luz a su primer hijo, Daimmen Adler. Seis años después del nacimiento del primer primogénito nació Alina. Los Adler gozaban de una gran felicidad: tenían dos preciosos hijos y la carrera de Edgard como músico lo había llevado a actuar en los lugares más famosos de Hamburgo. Sin embargo, desde que los pequeños habían nacido, cada noche previa a la salida de la luna llena Edgard y Ariadna se trasladaban con sus pequeños durante varios días a una pequeña casa en el centro de la ciudad, bastante alejada de la residencia principal.

Los pequeños, comenzaron a crecer y las preguntas de por qué abandonaban siempre la mansión Adler durante las lunas llenas empezaron a incomodarlos, pero lo que más les molestaba era que sus padres siempre cambiaban de tema cada vez que preguntaban. Pero una noche, todo cambió. Edgard Adler había salido tarde de uno de sus conciertos y para cuando llegó a la mansión, a pesar de que su familia estaba ya lista para marcharse con las habituales pertenencias en el carruaje, faltaba muy poco para que la luna saliera. A pesar de todo, consiguieron estar listos para partir y justo cuando el carruaje comenzaba a avanzar, el joven Daimmen saltó del carruaje alegando que se había olvidado su preciado violín, aquel que su madre había hecho con tanto cariño para él y que su padre con tanto esmero le había enseñado a tocar. En una situación normal, habría dejado el violín atrás, pero esa noche su padre le había prometido enseñarle una nueva pieza y sus deseos de aprender eran demasiado grandes. Inevitablemente, la luna llena brilló en el cielo y las miradas de Ariadne y Edgard se cruzaron con gran preocupación. Este último salió del carruaje gritando el nombre de su hijo mayor, pero lo único que recibió a cambio fue un desgarrador sonido de dolor muy parecido al aullido de un lobo. Corrió de nuevo al carruaje y dio la orden a su mujer y a su hija de salir de allí para después adentrarse a la mansión. Ariadne, desobedeciendo a su marido agarró a Alina de la mano y salieron fuera del carruaje justo cuando su marido salía corriendo mientras las mandaba a meterse de nuevo en el vehículo y alejarse de allí cuanto antes, pero era demasiado tarde. Una enorme criatura muy parecida a un lobo surgió de la oscuridad de la mansión y acabó con la vida de Ariadne y Edgard Adler. Alina sabía que ahora era su turno, pero era incapaz de moverse. El lobo mordió su brazo y tiró de él con fuerza con la intención de arrancárselo del cuerpo. La pobre Alina, confundida entre el dolor de su brazo y la visión de los cuerpos mutilados de sus padres gritó el nombre de su hermano esperando que este saliera de la mansión y la salvara igual que había hecho otras tantas veces. La enorme bestia, al escuchar el desgarrador grito de la chica la miró fijamente a los ojos para después salir corriendo de allí, adentrándose en los grandes jardines que rodeaban la residencia Adler. Ese momento en el que la bestia había dejado de atacarla y la había mirado fijamente a los ojos, Alina no pudo evitar que le recordaran a los sinceros y cariñosos ojos de su hermano mayor antes de caer inconsciente por la pérdida de sangre.

Alina despertó en su habitación y dio gracias porque todo había sido un mal sueño, pero cuando trató de levantarse no pudo. El cuerpo le dolía como si de pronto sus huesos hubieran sufrido una gran transformación, pero no fue consciente de que lo ocurrido no había sido un sueño hasta que su abuelo entró a su habitación con los ojos llorosos y pidiéndole disculpas una y otra vez por haber transformado a su hermano en una bestia así. Entonces Alina comprendió el por qué abandonaban la mansión cada luna llena: su abuelo era también una de esas bestias y con el fin de protegerlos los alejaba cada luna llena de él, pero Daimmen se había adentrado en la mansión y había liberado a su abuelo sin siquiera darse cuenta, ocasionando que este lo mordiera y lo transformara también en una de esas bestias que perdían la consciencia cada noche. No le preguntó cómo había llegado a convertirse en una bestia como esa, ya que lo que realmente le importaba en esos momentos ya no existía.

Sus padres habían muerto y su hermano había desaparecido, pero ella seguía viva y no había rastro de las heridas que había sufrido. Su abuelo trató de explicárselo con calma para que Alina lo entendiera, para que entendiera que su vida a partir de ahora no iba a ser igual y no sólo por el hecho de perder a sus padres y desconocer el paradero de su hermano. Alina ya no iba a ser la misma, ahora tendría que tener cuidado cada luna llena. Esta aceptó con mayor facilidad su nueva naturaleza que la muerte de sus padres: no comía, no salía de su habitación y se pasaba todo el tiempo en la cama (la mayor parte del tiempo llorando), por lo que sus abuelos decidieron trasladarse a París, donde la familia tenía otras propiedades, con el fin de alejar los recuerdos de su familia a Alina para que esta pudiera seguir adelante.

En París, Alina pareció recobrar la energía que antes tanto la había caracterizado. Sonreía, disfrutaba de la compañía, se divertía y volvió a ser capaz de tocar el piano, instrumento que su padre le había enseñado a tocar, sin derramar ni una sola lágrima, disfrutando del sonido que desprendía cada nota. Ahora, los únicos que habitaban en la nueva mansión de los Adler eran ella y su abuelo, tras la muerte de su abuela, además de las personas del servicio. A pesar de que era feliz, recordaba a su hermano perdido deseando encontrarlo y decirle que nada de lo ocurrido era su culpa. Sueña con un día abrir la puerta y encontrarlo frente a ella con la sonrisa que ella tanto recordaba.


₪Datos Extras
·Disfruta degustando nuevos tipos de comida.
·Pintar es uno de sus pasatiempos preferidos.
·Odia que la despierten cuando duerme.
·Adora los animales de todo tipo. Especialmente, los perros.
·Toca el piano.