La necesidad no conoce leyes...Bienvenida [Analeigh]

Espere la respuesta, con los ojos firmemente clavados sobre la chica de cabello negro. Mi mano aún se encontraba engarzada a la suya comí una muestra solidaria, un apoyo por demás oculto gracias a una excelente actuación. Contuve una sonrisa maliciosa cuando pronuncio que era virgen ¿Cuánto dinero ganaría en su primera vez? Muchos estarían dispuestos a pagar lo que sea por tener a una chica virgen, para la suerte de Analeigh ella lo era y ahora yo sería su mentora y la que recibiría parte de sus ganancias hasta que tuviera totalmente mi vida planeada. En la prostitución solo había dos formas de ganar dinero, la primera era siendo extremadamente hermosa y buena en tu trabajo y la segunda era siendo virgen, lástima que esta última solo duraba una vez-No te avergüences, piensa que es algo que tienes a tu favor y que muchas desearian-deje entre ver los dientes en una sonrisa que se borró automáticamente al escuchar lo siguiente. Obviamente todas mis gestos eran bien planeados y anticipados a lo que ella pudiera decirme, nada salía de mi boca sin antes ser pensado con anterioridad, la preocupación por lo que ahora me contaba igual era una farsa pues yo no me preocupaba por nadie más que no fuera yo. Sobre todo después de él.

Me sentí ligeramente identificada con la pobre Analeigh, yo también tenía raíces extremadamente humildes y podía asegurar que eran mucho más humildes que las de ella-Bueno ya te dije que en este lugar no te faltara nada y puedes contar conmigo-asentí varias veces, asegurándome de convencerla cosa que no sería muy difícil ¡Ya la había atrapado con todo lo demás! Conservar esa confianza no sería la gran cosa, mayores peces había pescado y siempre triunfaba. Casi pude asegurar como los nervios afloraron en su estómago, hasta el grado de subir por su garganta e impedir que la voz saliera fuerte y clara-Ya llegamos… ¡Hey!-la volví a tomar de la mano fuertemente, llamando su atención.-Tranquila que nadie te va a comer ¿No quieres dar una mala impresión cierto?-la solté y acto seguido me baje del carruaje. Le indique al chofer que necesitaba su ayuda con la maleta de Analeigh, una mirada fuerte y fulminante basto para que no se atreviera decir palabra alguna sobre nosotras o más específicamente sobre mí, que ahí hasta ese momento era la única golfa.

No éramos bien vistas pero por lo menos no éramos unas mantenidas. Le sonreí irónicamente al chofer, sabía cómo sobornar a los hombres pues no había ningún solo parisino que no se hubiera metido con alguna cortesana con anterioridad ya fuera por despecho o diversión-Colóquelo en la puerta por favor-amablemente le cedí el paso a Analeigh no sin antes echarle un vistazo a la entrada que parecía como cualquier otra mansión, con un enrejado, un patio, y una vista que cualquier podría confundir con una finca de algún Conde-Llamare a alguien para que venga por tus cosas, no te preocupes-la rebasé en el camino e hice que me siguiera-Como ves…este negocio tiene más que un solo placer-le señale los muebles, algunos sillones que se encontraban estratégicamente colocados y los candelabros que alumbraban tenuemente cuando era de noche y el humo del cigarro te molestaba los pulmones.

-Hay muchas más salas y subiendo la escaleras están las primeras habitaciones-señale con un dedo la primera planta en donde estaban las habitaciones de las chicas con precios módicos, de seguro a ella le tocaría en la segunda planta, no estaba tirada a la basura como muchas otras-Ahora escucha…pasare a hablar con el dueño, después te mandare a llamar y solo tiene que exponerle tu caso ¿Entendido?-le guiñe un ojo mientras me detenía en una puerta de madera finamente tallada, toque varias veces con los nudillo y espere paciente por una respuesta mientras clavaba los ojos en los de mi acompañante para darle “confianza” en ese silencio que hacia la espera mucho mas larga de lo que en verdad era.

La necesidad de Ana se mitigaría mientras mi vicio simplemente iría en aumento.

Por un momento creí verme reflejada en su persona cuando la morena de tez pálida comenzó a frotar con brusquedad sus mejillas, logrando que se enrojecieran al instante. Si, por un momento me proyecte pero todos sabían que no había ninguna como yo por mucho que a veces atisbara situaciones parecidas en otras chicas. Espere hasta que acabará de arreglarse y me acerque con paso lento para tomarla del cabello con cuidado y enrollar los dedos en algunos mechones, sacudiendo, enterrando los dedos para alborotar su cabello, de esta forma se le vería mucho más natural-Entonces espera mi llamado-empuje la puerta de la oficina del dueño con mucho cuidado, seguí con la mirada a Analeigh hasta que por fin estuve adentro del pequeño cuarto. Olía a cigarro y obviamente a alcohol. Una sonrisa mezquina, más de desagrado que de otra cosa, hizo que la voz del hombre al que “pertenecía” sonara tranquila pero fuerte e imponente al mismo tiempo.

-¡Arianne! ¿A que debo el milagro? Eres como las santas…pocas veces se aparecen-mostré los dientes frontales divertida, en realidad la broma que acababa de hacer me había hecho mucha gracia. Era algo así como una broma que solo yo sabía. Negué con la cabeza tratando de no soltar una carcajada, ese día estaba de buen humor así que no había razón para ponerle malas caras al cierre de mi trato. Me lleve un dedo a la boca para callarlo, no deseaba que la plática traspasara la madera con la que estaba hecha la puerta, Analeigh debía de saber lo menos posible sobre cómo se manejaban las cosas conmigo.

-Shh ¿Cómo una santa? ¡Tú sabes cómo las odio! No soy una santa y estoy segura de que no estoy cerca del cielo pero bueno dejémonos de santidades y mártires canonizadas que el tema religioso no es lo mío-camine despacio, contando el tiempo entre el golpe de mis zapatos y cada palabra que pronunciaba-Te tengo…digamos que…te tengo una oferta que no puedes rechazar-mire como las pupilas del hombre se dilataban a escuchar la última frase. Sabía que mis palabras tenían un rango muy amplio de entendimiento pero me gustaba jugar con mi habilidad para hacer creer a todos esos ingenuos que pensaban que yo estaba a su alcancé. Toque el respaldo de la silla y comencé a rodearla con el cuerpo hasta que quede justo con las pantorrillas pegadas al asiento.

-¿Qué oferta? ¿Por fin estarás…?-señalo con un dedo su regazo, acto que me pareció ligeramente desesperado. Enarque una ceja y lo mire sin vergüenza, tome asiento sin quitarle la mirada de encima como enamorada que no deja de ver a su prospecto y después negué con la cabeza-¿Entonces qué es? Solo si es sobre dinero estoy dispuesto a escucharte, de otra forma puedes salir de la oficina-la mafia de la prostitución no dejaba espacio para perdidas de dinero, para negocios poco fructíferos, para chicas que no estuvieran dispuestas a abrirse de piernas para que se las tiraran. Todo estaba perfectamente calculado y por eso yo tenía una gran ventaja.

-Creo que no debes hablarme con ese tono porque si, te conviene y también es sobre dinero-su mirada inquisitiva me hizo darme cuenta de que estaba interesad en mis palabras así que continúe-El punto es que encontré a alguien…una chica, se llama Analeigh, es bastante linda…-la mirada de mi interlocutor se hizo severa, como si estuviera a punto de soltarme una palabrota-Deberías de darle trabajo, está dispuesta a hacerlo todo…y te faltan chicas bonitas con un precio accesible, la mayoría son feas y creen que nos llegan al precio a las cinco especiales. No es presuntuosa y creo que eso te hace falta-saque aire lentamente, sabía que la plática tenía mucho futuro por eso no me desanime mientras veía como se acomodaba en su asiento.

-La reina de la presunción hablando…¿Y yo que gano con eso? Solo otra boca que mantener ¿Y si no hace las cosas bien? ¿Quién le enseñara?-rodé los ojos al escuchar su última pregunta, me parecía insultante la falta de sentido común que los hombres podían llegar a tener ¿Por algo yo la recomendaba no? Era más claro que el agua que yo me haría cargo de ella, le enseñaría y la alentaría para que no pensara dejar el negocio a los pocos meses.

-Gracias por el cumplido pero tu bien sabes porque soy así, me conozco y conozco todas las ganancias que dejo a este lugar así que dejar de decirme piropos sin sabor...aparte de todo, decirlo y hacerlo saber a los demás no es pecado-la lentitud de las personas me irritaba pero no quería perder el camino ya recorrido. Me tome dos segundos para respirar-¿Qué ganas? Pues mira…tómalo como una inversión a futuro, la chica es virgen ¿Sabes cuánto pagarían por desvirgarla? Claro después se devaluaría pero para ese entonces ya habrás recuperado lo invertido, está dispuesta y yo me encargaría de enseñarle cómo funcionan las cosas…-sonreí pues estaba segura de que poco a poco la espinita de la curiosidad se enterraba más en su ser-Aparte, no me digas que no tienes tus tácticas para con las desertoras…te conozco y conozco este mundo, la chica te conviene-“Y me conviene a mí”.

-¿Por qué el interés Arianne? Tú no haces nada sin obtener algo a cambio-mi reputación me precedía pero eso me hacía única. Apreté la mandíbula mientras lo escuchaba, el plan era perfecto y no podía salir mejor. Él estaba caminando hacia donde yo quería que caminara.

-La última vez que estuve tan grave que toque la fuerte fue cuando ese coreano me rompió las costillas…¡Ya me cansé! Sé que mi precio de por si no es muy accesible para todos los bolsillos, sé que a veces mi negación te quita dinero pero las veces que digo que sí, ganas mucho más rápido que cualquier banco así que la cosa es simple…sube mi precio-le espete con cero gracia y de forma ruda-Contrata a la chica y sube mi precio, ambas cosas te convienen y tú sabes muy bien que lo que digo es verdad…ambos precios se complementaran mientras pasé el tiempo-me levante sin decir nada más y caminé hasta la puerta-Sabes que perderme te llevaría a la bancarrota ¿Qué dices?...Es más, no…no me digas nada…La haré pasar, verás que no miento en nada de lo que dije sobre ella…te gustara y más vale que le des el lugar-abrí la puerta, sintiendo como la derrota del hombre inundaba la habitación y mi victoria enterraba todo rastro de queja, yo tenia razón...como siempre. Salí para encontrarme con una Analeigh que a mi parecer estaba impaciente, aunque tal vez eran nervios y la impaciente era yo.

-¡Listo linda! Pasa a hablar con él…no se negara al verte Lo sé, tienes el puesto asegurado...solo falta la pequeña entrevista-le jalé la mano y la obligue a entrar, aunque en realidad la empuje, asentí con la cabeza varias veces y espere detrás de la puerta. Interrumpiría en el momento en el cual mi plan se viera afectado por las palabras de mí, según, dueño.

Tenía el alma en un puño. Necesitaba las palabras correctas en el momento correcto de lo contrario la chica se asustaría y saldría corriendo como un pequeño cachorro. No estaba segura de si en verdad quería escuchar o no, lo único de lo que estaba plenamente consciente es que tenía que cuidar todo lo que pasaba adentro de esa habitación. Me mordí el labio antes de acercarme cuidadosamente hasta la puerta de madera, no recargue mi peso, simplemente acomode mi cabello de un lado y acerque la cabeza hasta que los distorsionados tonos de voz se volvieron frases claras aunque aún lejanas. La entrevista era aburrida, en algunos momentos me imagine como el terror corría por las venas de Analeigh y eso mismo me parecía gracioso y algo penoso pero fue cuando le preguntó sobre si estaría dispuesta a mantener contacto con alguna otra chica si es que algún espectador se lo pedía.

Rodé los ojos. Tenía que interrumpir ese momento que me sonaba muy patético pero el punto es que no sabía la forma de hacerlo, tenía que tener delicadeza porque entrar abruptamente solo mostraría que me la había pasado pegada del otro lado dela puerta. Camine en círculos varias veces, gire sobre mi propio eje provocando con el faldón del vestido un sonido de fru fru. Me volví acercar a la puerta, no se escuchaba nada. ¡Claro! Si se toca algo sensible era estúpido esperar que no se rompiera y justo eso le había pasado a mi “querida” Ana. Pero para mi suerte un pequeño incidente con el licor me dio la excusa perfecta para abrir sin parecer muy obvia. Toque la puerta dos veces antes de abrirla y quedarme en el marco de esta con expresión sería-Te buscan allá afuera-señale con la cabeza-Creo que algo pasó con el proveedor pero bueno tú eres el único que sabe de eso-me encogí de hombros y me quite del paso, esperando que en cualquier momento el dueño se levantara y fuera a solucionar el problema.

Escuché los pasos cansados, reflejo de que en verdad no quería salir de ese cuarto por nada del mundo. Pasó a mi lado, con una mirada furtiva y casi retadora, levante una ceja y después de dos segundos le sonreí amablemente como si no hubiera visto su intento provocación. No me gire para verlo desaparecer, simplemente cuando lo creí prudente llamé a la pelinegra-Ana…vamos-seguramente tendría muchas preguntas sobre si había quedado o si la entrevista seguiría en algún momento del día-No te preocupes, estás dentro-le dije con total seguridad porque yo me había encargado de que así fuera-¿Por qué no vamos a ver en donde te quedaras a dormir?-insinué con la cabeza. Necesitaba su total confianza, al final acabaría siendo como su mentora, cosa que no me gustaba pero que era necesaria si quería que mi plan saliera perfecto.

La tome de la mano y jalé de ella, para así guiarla al piso de arriba. Muchas miradas se posaron en mi compañera y otras sobre mí, todas reprochadoras y recelosas ¿Cómo es que ellas no y Ana si? Todas sabían que estando conmigo Ana recibiría ciertos privilegios, privilegios que ellas ni soñando tendrían. El ambiente era tenso mientras cruzábamos el pasillo, sonreí de forma sarcástica y burlona a todas las pequeñas mediocres que se amontonaban en las puertas, tan grande era el poder que me daban que menos podía evitar sonreír como si la sonrisa no solo les dañara los ojos si no el pequeño y dañado ego que portaban-No te preocupes, no se meterán contigo-me aseguré de que todas escucharan esas palabras porque era cierto, si se metían con ella acabarían en la calle, viviendo con las ratas y quien sabe…tal vez devoradas por ellas.