Damon Glowcester

Mi historia empieza hace 32 años. No recuerdo nada de mis padres después de mucho investigar lo único que averigüé fue que mi madre era Londinense y católica y mi padre era de creencia musulmana. Siempre dijeron que el agua y el hielo se encontraban en mis ojos. Y en cierto modo llevaban la razón.

En el orfanato podrías encontrarme despierto cuando todos dormían y disfrutaba de la noche, de la tenue luz de la luna que entraba por las ventanas y el bajo de la puerta. Me gustaba escuchar a los mayores discutir, aprendía a comportarme, diferentes formas de pensar y opiniones que a lo largo era lo que realmente me hizo madurar. Nunca tuve un grupo grande de amigos. Era un chico especial. Me gustaba pensar, me gustaba escribir me reía de cosas que no solían hacer gracia y era un escuálido y de tez muy blanca..

Cuando aprendí a manejar el idioma del Latín, del castellano ,el francés, el Inglés y de árabe me dediqué en los ratos libres que nos daban los monjes a rebuscar y leer libros ajados que las bibliotecas arrojaban a la calle. Descubrí así las historias fantasiosas y de terror que envolvían mis noches en ansiedad y no poder dormir. En una de mis excursiones a la biblioteca, por las tardes después de las enseñanzas conocí a mis únicas amigas de verdad . Eran de familia adinerada y solían traerme chocolates y dulces y cosas que no solía ver o comer sus nombres : Ebony e Ivory Glowcester eran gemelas. De rostro angelical y de vestidos perfectamente enfundados. Despertaron en mi la sensación de ternura y calidez y estuve deseoso de seguir con ellas siempre. Un domingo en la misa a la que nos obligaban asistir jugaba con ellas en el parque de al lado. Cuando su padre se acerco para llevárselas de vuelta a casa me sonrió y me invitó a cenar a su casa con su esposa y él.

Eso se convirtió en un ritual en el que tenía una familia. No de sangre pero fueron los que me educaron y me enseñaron las cosas que no nos enseñaban o podían enseñarnos. Con 16 años me echaron del orfanato para que empezara a buscarme la vida y con mis escasas pertenencias me acerqué a la casa de Lord Mason Glowcester. Quien a duras penas me dejo una habitación pequeña en el sótano no poseía ventanas y solo se encontraba la caldera. Lord Mason me tomo como si fuera su hijo. Siempre quiso tener un varón y debido a una enfermedad que daño a su esposa no podían engendrar más.

Una noche los lobos aullaban ferozmente, me desperté agitado en la cama y vi el rostro de Mason a mi lado sombrío poco iluminado por la luz que había.

Pregunté qué era lo que hacía ahí y me dijo que quería enseñarme una cosa. Siempre hable de todo con él y era un hombre que admiraba y me parecía enigmático y extremadamente confiado en sí mismo. Me vestí con la poca ropa que tenía y me dirigí con él hacia el bosque. Los aullidos cada vez eran más fuertes por el eco que hacían las hondas de sus gritos en las rocas. Lord Mason me indicó que bajara por unas escaleras de piedra hasta llegar a una especia de Mazmorras. Fue cuando vi a un lobo enorme intentar atravesar con las garras a unos hombres. Me explicó que lo que había leído en libros era cierto existían seres irracionales que destrozaban y asesinaban sin piedad. Me explico que bajo la apariencia humana había muertos profanadores. Que tomaban lo que querían. Que había que erradicar el mal que consumía a las personas para poder vivir en armonía. Mi corazón se encogió al saber de la existencia de esas criaturas. Se arrodilló a mi lado y me miro a los ojos para preguntarme que sentía y que había pensado hacer. Me ofreció ser un aprendiz suyo. Un cazador, un asesino. Acepté sin rechistar y desde aquel día empezó mi entrenamiento. No solo de adiestramiento militar y en armas, sino en el cuerpo a cuerpo. Y la mente.

Mi lord no era un cazador. Era un asesino a sueldo. Podía matar a la gente sin importarle el encargo pero cobrando una gran suma de dinero. Por eso podía mantener ese estatus social y esa pequeña orden de cazadores. La noche en la que mate a mi primer ser antinatural logre demostrar mi agilidad y mi veracidad. Tenía un cuerpo fuerte, el mentón firme y una agilidad casi sobrehumana. Los reflejos siempre alerta y una puntería suprema. No tardé mucho en ser de los mejores cazadores de Londres. De boca en boca. Pero eso traía repercusiones una madrugada volvía a casa y había sido brutalmente irrumpida. Caí de rodillas llorando al lado del cuerpo de mis amigas, de mi mentor, de mi madre. Y estuve en esa habitación llorando cuatro días. El notario me dijo que la herencia y las propiedades de Lord Mason eran ahora mías. Asentí vacio y eso fue un duro golpe. Me volví frio, ausente y engreído. Cambié totalmente mi forma de ser. Me gasté una gran fortuna en la vestimenta que llevaba, en armas y todo lo que podía permitirme. Adopté el apellido de mi Lord. Me gané la fama de un buen cazador, de un buen asesino. Quise honrar a mis caídos y lo conseguí .

Mis súbditos partieron hasta París y ahí es donde me encuentro ahora escribiendo de nuevo mi diario para quien pueda interesarle.