Libertad. | Libre.

por Invitado Lun Jun 21, 2010 10:05 am

La libertad es algo extraño.
Recuerdo los años que sufrí en la prisión de mi propia casa, junto con German. Tardes enteras en su compañía como si fuese su bastón, ese que un caballero nunca abandona por más innecesario que este sea. Las noches, condenada a la vigilia, sin entender por qué se marchaba, por qué tenía tanto afán por ver la luz de la luna, sólo la luz de la luna. Era prisionera de mi casa. Era prisionera de mi marido. Era prisionera de mis recuerdos. Era prisionera de mis propios pensamientos. Esas ideas locas vagando por mi mente, con miles de hipótesis, miles de teorías, miles de preguntas y ninguna respuesta, o quizás sí, pero ninguna que fuera suficiente, ninguna que me bastara. Los recuerdos de Artur y de la vida que pudo haber sido, pero que no fue, me ataban a esa vida. ¿Y si me marchaba de allí y él volvía? ¿Y si German iba en su búsqueda sólo por mis acciones? Estaba atada de pies y manos a un árbol seco. Un árbol de recuerdos negros y pensamientos turbios. Un árbol rodeado de nada, de sequía bajo la luna que quemaba más que el mismo sol.
Pero escapé.
¿Y conocí finalmente la libertad?
Oh! La libertad es algo tan extraño...
La libertad de vivir por mí misma. De decidir por mí misma. La libertad de vivir yo sola. Yo sola y mis pensamientos. La libertad de pensar. Y mi esclavitud a esos pensamientos que los tenía por el solo hecho de ser libre.
La libertad es un arma llena de responsabilidades que sólo te ata a cosas nuevas que decides vivir. Yo había decidido vivir pero aquello costaba vida y entonces, todo se volvía una carga difícil de llevar. Llevar la vida libremente se trataba de aceptar, con libertad de elección, ser amarrada a la responsabilidad de vida. La responsabilidad de ver el sol todos los días con los mismos ojos y de sonreír a las mismas personas.
Había sido mi elección. Una elección que la conseguí por medio de la libertad. Y ahora era esclava de esa elección libre.
¿Qué había logrado hasta ese entonces? ¿La libertad? Oh! Pero la libertad es algo tan extraño...
Podrán llamarme inconformista, pero yo me considero una persona libre capaz de ver la realidad, y mi realidad era que me había condenado a mí misma. Condenada a vivir una vida con la responsabilidad de ser libre.

Llevaba un listón de terciopelo morado en mi cuello.
Me lo quité.
Lo sostuve entre mis manos y luego lo dejé ir.
Me quedé allí en medio del bosque, mirando el destino que el mismo listón estaba escribiendo ahora que había conseguido la libertad de adentrarse en nuevos caminos, en nuevas responsabilidades...

por **Cam Rohan** Lun Jun 21, 2010 10:54 am

El bosque no era un buen lugar para caminar en solitario, pero yo no sentía miedo. No temía a todas esas criaturas que se escondían, esperando a los incautos, no. Yo salía en su búsqueda, no les temía, no iban a achantarme.

Siempre había pensado que mi destino no era morir joven,que mi destino iba a ser grande y diferente. La abuela siempre me había dicho eso una y otra vez a lo largo de mi vida. Decía que yo había nacido bajo la luna llena, que mi madre era aristócrata y mi padre un gitano, que ambos fueron asesinados y que yo sobreviví pese a todo ello.

Siempre había sido un supervivinete y siempre lo sería. Algo grande me aguardaba en mi futuro. Algo grandioso una acción que haría que la gente dejase de odiar a los gitanos...

Suspiré y pensé que me gustaría que eso fuera ya. Acarcié a mi fiel perro, Payaso, y ambos continuamos caminando entre la foresta arropados por las hojas y los árboles.

Un listón de terciopelo morado se enganchó en una rama alta. Dirigí mi vista al frente y vi allí a una mujer, sola.

-Buenas, señora-reverencia-¿Se encuetra usted bien?

por Invitado Lun Jun 21, 2010 11:19 am

Y el destino del listón quizás no fue un buen augurio para mí.
¿Debía dejarme llevar por esas supersticiones? Bueno, yo no era de las personas que le prestaban demasiada atención a tales cosas, pero no puedo negar que la llama de la esperanza se debilitó un poquito como si el suspiro de un ángel hubiera atormentado su existencia.
¿Qué sucedía entonces, si la libertad de elección nos permitía decidirnos por no vivir? Sería aprovechar la libertad para no vivir la vida. Sí, lo había pensado en varias oportunidades. Pero, ¿qué sentido tenía? ¿Acabar con mi vida sería lo más atinado? ¿Valía la pena? Claro que no. Yo sabía que no. Al menos, no quería destruir mi vida de forma consciente, pero en ese entonces yo entendía muy pocas cosas. Y es que la experiencia y el conocimiento es el único camino hacia la libertad, pero yo no sabía nada. No conocía las verdaderas elecciones. Sólo la elección de abrazarme a una libertad un poco engañosa, la libertad engañosa para vivir la vida, aunque quizás... quizás no la vivía. Ya se ve como la decisión de aquel listón había sido acabar allí, tal vez por cobardía o por las ganas de quedarse en ese lugar, con la libertad de elegir una vida calma, esperando a que una brisa cálida lo tomara de las manos y lo invitara a bailar en el aire.
¿Y bien? ¿Cuál sería mi decisión, entonces?
La libertad de tomar decisiones, siendo esclavos de tantas opciones que nos amarran sin darnos otra alternativa. La responsabilidad de decidir, todo el tiempo, sólo por ser libres a ello.
Pero todo el momento filosófico o mejor dicho, toda esa agonía interna entre definiciones caseras de mi mente que jamás podría llegar a algo, se vio interrumpido por la voz de un joven que solicitaba una respuesta a su pregunta con su sola presencia.
Fue evidente la salida brusca de mis pensamientos, cuando giré la cabeza para verlo directamente a los ojos. Respiré y lo observé unos instantes. Asentí con un gesto.
-No se preocupe, monsieur, todo está bien -dije con una sonrisa-. Se trata de una tarde maravillosa llena de libertad -comenté como si estuviera feliz de ser tan libre, o como si en verdad lo fuera-.
Me llevé la mano al cuello para sentir la ausencia del libre -o no- listón.
-¿Se ha perdido? -pregunté inútilmente puesto que no lo veía tan tenso como para adjudicar esa situación- Oh, supongo que no. Además tiene compañía -señalé a su mascota-. Nadie podría acercársele, ¿verdad? Es su guardián.
Desconocía el por qué de mis palabras. De hecho, siempre había sido ignorante con respecto a ellas. Nunca comprendía mi propio libreto: eran frases sueltas que servían para pasar el momento sin tocar cuestiones que no me convenían.
Cuando el actor vive sólo para su obra, el guión pierde sentido...

por **Cam Rohan** Mar Jun 22, 2010 6:52 am

Era una dama extraña que hablaba de forma extraña, pero no me daba mala espina y parecía que realmente se encontraba bien. Asentí con la cabeza cuando dijo que era una tarde llena de libertad y me aproximé un par de pasos intentando no asustarla.

Los gitanos teníamos la horrible fama de malhechores y ella por mi aspecto habría podido deducir que yo era uno de ellos. Los pendientes, la piel morena, los rizos...me delataban una y otra vez aunque quizás si me vestía mejor, al ser mestizo, incluso podría llegar a pasar por un hombre blanco. Deseché ese pensamiento al instante. Yo era lo que era y siempre lo sería.

-No me he perdido, señora-respondí con suavidad. Acaricié a Payaso cuando lo mencionó-En realidad Payaso es mi escudero-bromeé, guiñándole un ojo-él y yo vivimos muchas aventuras juntos y creo que usted le cae bien.

Payaso se dirigió hacia ella como corroborando mis palabras. Se sentó a sus pies y movió la cola levemente, mirándola con su único ojo sano. Luego se puso sobre dos patas gimoteando en busca de una caricia de la dama.

-Y bueno, ya que Payaso se presenta-sonreí-Yo soy Cam Rohan

por Invitado Mar Jun 22, 2010 6:36 pm

Me sentí extraña al ser observada por aquel muchacho que se encontraba frente a mí.
Él parecía tan sorprendido por mi persona como yo, y es que mis motivos era el poder ver su mirada sin ningún rastro de lujuría o ideas perversas. Y es que, estaba tan acostumbrada a ser sólo el objeto de placer de tantos hombres que sólo posaban su vista en mí como planificando qué parte de mi cuerpo acariciar primero. Y anteriormente, con German me sentía más deseada que en el burdel. Nunca había llegado a comprenderlo, pero aquel hombre que había sido mi esposo me observaba siempre como con sed de algo que yo no podía descubrir. Y esas cosas me incomodaban. Pero el joven que me hablaba ahora, era diferente, parecía no ver en mí lo que todos veían.
Sonreí cuando mencionó que su mascota era su escudero y que le servía de compañía. Abrí la boca asombrada al escuchar que le caía bien. Me mordí el labio inferior.
De eso se trataba la libertad: de ser libre de todos y de uno mismo. Ese hombre era libre, o al menos eso podía decir yo que apenas lo conocía. Estaba solo, por el bosque, sin miedo a nada, con su perro. Y se atrevía a sonreír. Se molestaba en sonreír. Aún cuando quizás las cosas no fueran demasiado bien, aún cuando tuviera de qué quejarse. Se daba el lujo de bromear y de comportarse como deberían comportarse todos con una persona como yo, que era tan sólo una humana, y no un cuerpo fuente de placer. De eso se trataba la libertad: él no pensaba lo que decía, lo decía y punto. No había temido a mi respuesta debido a sus comentarios. De eso se trataba la libertad.
Alcé las manos de repente cuando el animal se acercó a mí. Un pequeño grito cayó de mis labios, un grito de sorpresa y alegría. Acaricié su cabeza con mi mano, con cuidado, con delicadeza, pero sobretodo con dulzura, con la libertad necesaria para disfrutar ese pequeño momento, tan pequeño que era tan solo un detalle.
Levanté la mirada cuando escuché su nombre.
-Freja Malinovskii, monsieur Cam -dije con gracia sin atreverme a nombrarlo por su apellido-, es un placer conocerlo a usted y a su... escudero -le hice saber y volví a acariciar a la tierna criatura-. Ambos tienen suerte de tenerse el uno al otro -asentí con la cabeza-.

por **Cam Rohan** Miér Jun 23, 2010 4:36 am

Al escuchar su nombre ladeé la abeza.

-¿Es usted extranjera, Madame Malinovskii?-era un nombre extraño, diferente. Sonaba exótico y bonito, como el de una aclamada bailarina o el de una dama rica. Sonreí al imaginármela dándoles órdenes a unos criados con aquella peculiar manera de hablar que le había visto y oído.

Cuando dijo lo de que teníamos suerte asentí mostrándome de acuerdo.

-él me hace compañía cuando más perdido y sólo estoy-me encogí de hombros-El resto del campamento también está allí a mi lado, pero Payaso siempre tiene un ladrido de ánimo para mí-suspiré- El resto de personas también tiene sus problemas pero como nosotros dos somos medio salvajes nos entendemos muy bien, ¿verdad?

Payaso ladró una vez e hizo una graciosa cabriola que provocó que se cayese una vez más. Reí y me acerqué para ponerlo bien. Miré a Freja y no pude evitar preguntarle:

-¿Usted no tiene a nadie?-abrí los ojos sorprendido por mi porpio atrevimiento. A veces me pasaba, pero sólo lo hacía con los que me trataban mal a mí primero- Perdone, pero como ha dicho que nosotros dos teníamos suerte...yo...

por Invitado Jue Jun 24, 2010 2:13 pm

-Provengo de Rusia, monsieur -contesté con paciencia-.
El joven se veía extrañado y eso me hizo sonreír, comprendiendo todo.
Seguramente pensaba algo diferente de mí a lo que en verdad era, y es que en definitiva estaba equivocado ya que él tenía muchas más cosas en común conmigo que yo con mis padres. Ambos estábamos un tanto perdidos y solos en el mundo, éramos como seres salvajes a la deriva del viento turbulento que nos hacía danzar bajo su melodía egoísta. La única diferente entre los dos: él tenía a su perro. Y puede parecer estúpido, incluso incrédulo de mi parte, pero aquella mascota, "Payaso" como parecía llamarse, representaba la libertad del alma de ese muchacho. Estaba segura de que ese animal era capaz de correr horas y horas por el bosque sin ningún problema, sin preguntarse la dirección, sin preocuparse por todo lo que estaba dejando atrás, sin molestarse por los golpes del camino. ¿Y crees que yo soy igual? Oh, no, bueno, eso parece pero en verdad no es así. La realidad era que los recuerdos de la vida que había dejado volvían a mi mente sin piedad, y las cuestiones sobre mi siguiente parada eran vitales para mí. Quizás no le prestaba mucha atención a los medios, tal vez no me interesaban tanto los golpes, pero no podía ignorarlos. Cam y su perro, Payaso, significaban viento. Eran viento y vivían en él. En cada parte. Libres, con sus problemas, sí, pero aún así seguían su rumbo sin importar las demás cosas.
Sonreí ante sus palabras, nuevamente. Era algo extraño ver como una mascota podía hacer tan feliz a alguien. Y luego, con gracia, comencé a reír a carcajadas, realmente tentada, con una mano tapándome la boca, debido a su loco perro. Pero, de manera brusca, callé, detuve la actuación que aseguraba que todo iba bien. Su pregunta me había tomado por sorpresa. Levanté ambas cejas y lo miré perpleja.
Aclaré mi voz antes de contestar, intentando dibujar una nueva sonrisa -de eso se trataba, caída y otra vez de pie, caída... y otra vez de pie-.
-No... no es que no tenga a nadie -me encogí de hombros-, quizás no tenga a quienes necesito, a quienes valgan la pena -mentí, asegurando que no estaba del todo sola, aunque de todas formas estaban las otras muchachas del burdel pero no formaban parte vital de mi vida-, como Payaso -le señalé- te tiene a tí, y tú lo tienes a él.
Envolví una de mis manos con la otra para finalizar con ese tema.
-Por cierto, ¿campamento? -pregunté enarcando una ceja- ¿Qué clase de campamento? -no sabía realmente a lo que se refería.
Luego de eso chasqueé los dedos para llamar al perrito y cuando éste se acercó, me arrodillé para acariciarlo, y esperé allí entre la vegetación su respuesta.

por **Cam Rohan** Vie Jun 25, 2010 6:39 am

Nunca había estado en Rusia pero había visto a algunas personas de aquel lugar en Francia. Incluso entre los gitanos había alguno ruso que cuando hacía algo mal me lanzaba las maldiciones en su idioma y yo me echaba a reír como un loco.

La mujer parecía una persona extramadamente serena. Hablaba con calma y pronunciando las palabras lentas, como si se deslizasen por la lengua antes de escapar de su boca definitivamente. Eso la hacía interesante. Era increíble como un modo de hablar, comportarse o simplemente mirar te hacía ser diferente al resto de las personas. Freja Malinovskii se me antojaba una de esas personas: únicas, misteriosas, con un montón de sentimientos por dentro que pocas veces se exhibían en público.

Temía que mi pregunta la hubiese ofendido o molestado. Podía imaginármela inclinando levemente la cabeza antes de desaparecer del lugar, sin contestarme, y yo me lo merecería por ser un auténtico entrometido. A veces mi curiosidad y me lengua me perdían, pero no podía evitar preguntar y querer saber cosas de la gente con la que me encontraba.

-No... no es que no tenga a nadie , quizás no tenga a quienes necesito, a quienes valgan la pena , como Payaso te tiene a tí, y tú lo tienes a él-respondió, dando por zanajdo el tema que parecía incomodarle. Yo no quería incomodarle para nada así que me alegré cuando se agachó para tocar al perro y me preguntó sobre el campamento.

-El campamento gitano es nuestro hogar-usaba el plural refiréndonos tanto a mí, como Payaso, como a mi gente-.Los gitanos no estamos bien vistos en la sociedad y pocos son los que se atreven a construirse casa de piedra y ladrillos para vivir-sonreí de lado-, hay que ser muy valiente para renunciar a nuestra preciada libertas y desear vivir en un lugar que está siempre quieto y apenas cambia...

"Los gitanos somos nómadas por naturaleza, nunca estamos demasiado tiempo en una misma zona. Cuando olemos el peligro o sentimos que yo no hay nada que nos pueda sorprender cogemos nuestra carretas y levantamos el campamento para trasladarnos a otra zona. No podemos tener casa propiamente dichas porque sería imposible desmontarlas y llevárnoslas a cuestas por los bosques."

Supiré. Cada vez que cambiabamos de hogar encontraba algo nuevo e interesante que me hiciese entretenerme durante algún tiempo. Cuando nos íbamos, caminaba con el ánimo arriba, sabiendo que me encontraría con nuevos parajes casi sin explorar.

-El campamento es nuestro refugio, nuestro hogar-sonreí triste-El único sitio donde podemos ser libres y felices de verdad.

por Invitado Vie Jun 25, 2010 3:06 pm

¿Gitano? ¿Campamento gitano? Eso era nuevo para mí. En realidad había escuchado acerca de esa extraña comunidad pero jamás tuve la oportunidad de haber conocido a alguien que perteneciera a todo eso.
En Rusia se hablaba de ellos, más específicamente en la corte, se los discriminaba. Yo no era muy consciente de la forma de vida de aquellos personajes, tampoco había sido jamás de mi interés. Comprendía que eran personas como yo o como mi familia, con diferentes costumbres, pero personas que merecían la libertad de llevar una vida que soñaban. En los tiempos que yo era mucho más joven, creía que todos debían pensar igual que yo, pero luego advertí que no era esa la filosofía de otros, nunca la sería.
Aún así, sin importar mis raíces, sin importar las creencias que me habían impuesto de pequeña, me dio alegría saber que al fin conocía a un gitano. Me di cuenta de que ellos eran tan repudiados como nosotras, las cortesanas, y que aún así ellos eran libres de hacer lo que deseaban, y en los casos que no era posible, entonces al menos podían encontrar la propia libertad dentro de su propia vida limitada en un mundo tan grande para todos menos para ellos. Con las cortesanas no sucedía de ese modo, tal vez por tratarse de una comunidad específicamente femenina donde eran las más débiles en el mundo y no podían valerse del todo por sí mismas, pero la realidad era que mi dolor, mi pena, mi angustia, no era característica mía sino que muchas otras -o bien todas- sufrían al igual que yo.
De pronto tuve intenciones de ir a ese campamento, de ingresar a ese enigmático mundo y poder impregnar un poco toda esa libertad en mis manos. Quise conocer un pedacito más de este mundo que acostumbramos todos los seres a pisar, y poder comprenderlo un poco más.
Lo pensé unos instantes, con una mirada perdida en la nada misma. Me puse de pie y lo miré con emoción.
-¿Podría ir, algún día, a ese campamento? -pregunté- Espero que no sea un desagradable atrevimiento de mi parte, pero es que en verdad me sentiría muy a gusto pasando un bello momento allí, conociendo de ustedes, disfrutando de ustedes...
Libertad donde menos uno la espera.

por **Cam Rohan** Dom Jun 27, 2010 5:09 pm

Me sorprendió cuando de repente se puso en pie e hizo tan extraña petición. Parpadeé un par de veces antes de responder. Me parecía extraño que quisiese ir a vernos, por lo general las señoritas nos esquivaban, atemorizadas por nuestras tradiciones y nuestra fama de ladrones y violadores. Por supuesto yo entraba en el primer grupo, pero no en el último.

-B-bueno, no creo que tengan inconveniente-murmuré observándola de arriba abajo-Pero quizás debería usted ir con ropa menos elegante...No hace mucha gracia ver a personas con vestidos híper caros mientras nosotros saltamos de alegría al poder encontrar algo rico que llevarnos a la boca...

Lo dije sin maldad, pues era la pura verdad. Mi gente se sentiría más cómoda si la veían vestida de la forma más sencilla posible. Luego el carácter afable de Madame Malinovskii haría el resto..

Aún así me sentía intrigado, ¿Qué quería ver de nuestro campamento? Era un grupo de carretas dispuesto en torno a varias fogatas, sillas y animales. Más lejos montábamos el circo gitano al que acudían todo tipo de personas...¿Qué tenía de interesante todo aquello para una mujer no gitana?

por Invitado Jue Jul 01, 2010 5:37 pm

Le dediqué una sonrisa torcida, con pena, puesto que yo quería ir ese mismo día, pero evidentemente no era lo que el joven Rohan tenía pensado.
De todas formas lo comprendía, aunque eso me angustiaba. ¿Por qué por ser gitano debía hacer esos comentarios como rebajándose? Sabía que eso era lo que la sociedad hacía, pero ellos también tenían esa mentalidad de que eran peores o algo así por no tener las mismas necesidades. Entonces allí vi una cosa en común que él tenía con respecto a la gente de la alta sociedad: los prejuicios. Pensaba que por su vestimenta o modales debía ser rebajado, y a mí me engalanaba con miradas sorprendidas por un vestido que era tan sólo un trozo de tela, y por mi educación propia de una domesticación. Y sí, había sido domesticada, por eso no podía ser libre.
Pero, ¿qué se escondía detrás de Freja Malinovskii? ¡Nada! ¡Una simple cortesana! ¡Una burda cortesana! Tenía una pequeña suma de dinero que iba en aumento con lentitud gracias a mis ahorros, pero no bastaba ni siquiera para llevar el uno por ciento de la vida que había tenido. No la extrañaba, de hecho me sentía mejor así, pero el joven no podía ver eso.
-Lo comprendo. Haré lo que me ha aconsejado -sonreí-, aún así no se fíe de lo que ve, nada de lo usted cree de mí por las apariencias es el reflejo de mi corazón -suspiré-. De todas formas, entiendo la situación que usted me pone en frente -asentí-. ¿Cuándo podría ir a tu campamento, entonces? -indagué con emoción.

por **Cam Rohan** Vie Jul 02, 2010 8:01 am

No se fíe de nada de lo que ve...Esa mujer parecía realmete melancólica. Me pregunté porque me decía eso, quizás realmente era una bella campesina que se había extraviado y no una rica mujer como indicaban sus ropas. O simplemente ella no quería conseiderarse de ese modo. Me sentí mal por no querer llevarla hoy, pero temía la reacción de los demás...Se quedarían extrañados y pensarían que nuevamente una mujer de clase alta venía a abortar a un hijo que había concebido con un criado, o que venía en busca de pociones de amor y cosas así. Madame Malinovskii no parecía de ese estilo y yo me sentiría ofendido si se atrevían a pensar de esa manera de ella.

-Podríamos vernos mañana en este mismo lugar, Madame-le propuse- La llevaré a mi campamento y si quiere podrán hacerle pulseras e incluso leerle el futuro-sonreí-.Mi abuela lo hace.

por Invitado Sáb Jul 03, 2010 1:49 pm

Reí con dulzura y paciencia.
Aquel muchacho era encantador.
Se veía su personalidad transparente y pacífica.
Gitanos. Había escuchado tantas leyendas y mitos, tantas cosas sin sentido, cosas sin mucho interés, cuando después de todo lo más importante era lo que más se ignoraba: detrás de esa mala fama había una persona que sentía al igual que el resto del mundo.
Cam era uno de ellos. Se veía que sus intenciones eran sólo nobles. Me alegró haberlo conocido, porque sería una persona que valía la pena tener en mi vida. Un amigo. Un verdadero amigo. Sin importar su nivel social -no mucho más respetado que el mío-, sus costumbres o forma de ser. Allí estaba el significado de la amistad, los verdaderos requisitos.
-Me encanta la idea, sería un placer conocer a su abuela y a sus demás conocidos del campamento -sonreí-. Mañana, en este mismo lugar y a primera hora, vestida de forma prudente para ingresar por un día en la comunidad gitana -asentí con la cabeza-, ¿le parece correcto? Estoy segura de que todos pasaremos momentos encantadores e inolvidables.

Estaba ansiosa por conocer un nuevo mundo, una nueva vida.

por **Cam Rohan** Sáb Jul 10, 2010 8:32 am

Le sonreí alegre. El retso del campamento se alegraría de conocer a alguien nuevo y seguro que se llevarían bastante bien. Podia hablar con ellos y orginzar algún divertido espectáculo para hacerla reír. Algo me decía que no reía demasiado.

-Entonces nos encontraremos aquí y la llevaré a mi humilde hogar-le sonreí fugazmente-Le prometo que será inoolvidable, Madame. Los gitanos estarán ansiosos de conocer a alguien tan amable como usted.

Silbé a Payaso y tras despedirnos con una reverencia, me interné en el bosque en dirección a casa.

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