AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Porque esta es otra de esas noches. [Damian Montague]
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Porque esta es otra de esas noches. [Damian Montague]
Porque basta el hecho de que la monotonía se repitiera, que el día fuera lo mismo, lo cotidiano y lo que era de esperarse, nada nuevo y las mismas líneas como si fuera un parlamento o un guion a decir en repetidas ocasiones, un ciclo sin salida...en fin, solo esto bastaba para que diera un giro lo que se suponía que era o debía ser, para que yo misma tomara las riendas y decidiera dar un cambio a lo que se avecinaba y especialmente esa noche no sería la excepción. El palco no me necesitaba, agradecía ese hecho ya que las charlas metódicas y alargadas por el bien de la nación en el fondo me hastiaban y no causaban interés aparente, conocía lo necesario, lo que debía saber de leyes y sus adyacentes, y los intentos mortales, vagos y sin bases para levantar algo perdido, no eran un antídoto a lo que dentro de mi ocurría. Mis criados se habían ido a dormir, no puse resistencia en cuando una de ellas, temblorosa y mínima, se acerco a mí para solicitar mi permiso ante su cansancio fruto de la limpieza y orden de mi hogar y mis servicios ausentes, con una inclinación le concedí lo que anhelaba mientras mi mirada seguía sobre el manto nocturno que me permitía el ventanal de mi habitación y el pequeño dosel de seda en donde me encontraba sentada, con una de mis manos recorría los suaves rizos de mi cabello, sin que estos perdieran su forma, solo llevaba un albornoz blanco que daba a la vista extensiones visibles y sensuales de mi anatomía que no me molestaba en enseñar ¿a quiénes? al parecer solo a las paredes y objetos que llenaban mis aposentos brindándole antigüedad y armonía. Decisiones y mas decisiones, cada una de ellas eran mi diario vivir y por ello no fue de sorpresa cuando me levante con pasos simples y suaves en busca de algunas prendas de ropa para salir, ¿a dónde? a cualquier lugar que me llevara mi interés inmortal.
No tarde en cuanto me vestí, un vestido simple de color blanco y largas mangas que dejaban al descubierto mis hombros, solo un corsé de suave tela marrón como la tierra húmeda destacaba mis rasgos femeninos y mi proporcionado busto, el calzado y mis cabellos esparcidos como cascada por mis hombros me avisaron que ya estaba lista, mi vestimenta de seguro podría hacerme pasar como una campesina, una mujer cualquiera y curiosa que huía de sus intereses a tal horas de la noche, eso sin contar una belleza que pondría en duda la verdadera procedencia de tal dama. No necesite cochero y mi salida fue silenciosa, mas rumores en mi propio hogar haría que perdiera la paciencia y ya sabía lo que eso podría traer consigo y los estados en los cuales quedarían los causantes. El tiempo pasó rápido y mi llegada no necesita narración de su desarrollo, solo puedo decir que estaba solo, tal como esperaba y allí me encontraba...en el cementerio. El camposanto parisino donde muchos lloraban ante las pérdidas de sus seres queridos, un lugar bendito donde reposaban cuerpos sin vida que hacía años había sentido, querido, amado y ahora se hallaban bajo tierra sin posibilidad de volver a pasar por tales emociones, irónico, pero de eso se trataba la vida inmortal, de ironías y mentiras, imposibilidades ante lo ocurrido, sonreí con sarcasmo curvando el mis labios la demostración de que sin duda alguna la vida inmortal era un regalo divino, éramos fuertes, invencibles, dioses que podían decidir en el mundo de la muerte y de la vida.
Un aroma irrumpió mis pensamientos, peculiar y dulce que hizo agua mi paladar haciendo que cualquier hilo de pensamiento se perdiera en mi mente para pronto aparecer, tan pronto como hubiera encontrado tan exquisita fuente que despertó cada uno de mis sentidos. Mis pasos fueron silenciosos y letales, pude verlo con mis ojos, era un anciano, un pobre mortal en la etapa final de su vida, podía hacerle un favor, adelantarlo a aquella despedida, una risilla broto dentro de mi mientras me acercaba cual joven inocente, mis pasos le avecinaron mi llegada que no me había molestado en ocultar, después de todo no podría en contra de mi rapidez juvenil. Su reacción fue rápida y algo que no deseaba haberme perdido, sus ojos oscuros se abrieron de par en par, sabía lo que era, de seguro su infancia y madures habían transcurrido en mitos y leyendas que no muchos creían, enseguida tomo un crucifijo en sus manos, con fuerza pues pude ver el enrojecimiento de la circulación de sus manos, mi garganta afloro una carcajada cual campanillas de Catedral, me perdió de vista, no pudo verme mas y a los segundos estaba tras de él, no pudo reaccionar y aunque hubiese querido no hubiera podido -Si cree en Dios ahora es un buen momento. Susurre cual víbora a su oído, no le di tiempo de reaccionar, mi colmillos actuaron y perforaron su garganta dándome acceso a su sangre, dulce y viscosa, no como la de los jóvenes que acostumbraba pero aun así me seria de utilidad. Bebí hasta saciarme y al terminar deje caer el cadáver inerte que aun mantenía en sus manos aquel crucifijo, limpie mis labios con la punta de mi lengua, no había rastro, nada que levantara sospechas o sus semejantes, deje el cuerpo en el suelo, no me importaba mas tocar aquella rancia y fría piel, recordaría su imagen, al pie de una lapida, el implemento religioso en mano, sus instrumentos de trabajo a un lado y sus ojos desorbitados en el cielo pidiendo fe, una que no llegaría.
Empecé a caminar por el frio suelo hasta encontrar una roca alta al pie de una de las lapidas, bajo el tronco de un árbol oscuro y de gran tamaño, me senté con el cuidado pertinente a mi vestido y mis ojos divagaron hasta encontrarse con el cielo nocturno, la paz que necesitaba en ese instante, el punto blanco entre la oscuridad que me rodeaba, la armonía deseada después de la sangre, el dolor y el miedo que continuamente formaban parte de mi vida, solo las hojas cercanas oyeron un suspiro proveniente de mi ser, algo que aseguraba que tendrían que acostumbrarse a mi presencia por lo menos de momento así seria.
No tarde en cuanto me vestí, un vestido simple de color blanco y largas mangas que dejaban al descubierto mis hombros, solo un corsé de suave tela marrón como la tierra húmeda destacaba mis rasgos femeninos y mi proporcionado busto, el calzado y mis cabellos esparcidos como cascada por mis hombros me avisaron que ya estaba lista, mi vestimenta de seguro podría hacerme pasar como una campesina, una mujer cualquiera y curiosa que huía de sus intereses a tal horas de la noche, eso sin contar una belleza que pondría en duda la verdadera procedencia de tal dama. No necesite cochero y mi salida fue silenciosa, mas rumores en mi propio hogar haría que perdiera la paciencia y ya sabía lo que eso podría traer consigo y los estados en los cuales quedarían los causantes. El tiempo pasó rápido y mi llegada no necesita narración de su desarrollo, solo puedo decir que estaba solo, tal como esperaba y allí me encontraba...en el cementerio. El camposanto parisino donde muchos lloraban ante las pérdidas de sus seres queridos, un lugar bendito donde reposaban cuerpos sin vida que hacía años había sentido, querido, amado y ahora se hallaban bajo tierra sin posibilidad de volver a pasar por tales emociones, irónico, pero de eso se trataba la vida inmortal, de ironías y mentiras, imposibilidades ante lo ocurrido, sonreí con sarcasmo curvando el mis labios la demostración de que sin duda alguna la vida inmortal era un regalo divino, éramos fuertes, invencibles, dioses que podían decidir en el mundo de la muerte y de la vida.
Un aroma irrumpió mis pensamientos, peculiar y dulce que hizo agua mi paladar haciendo que cualquier hilo de pensamiento se perdiera en mi mente para pronto aparecer, tan pronto como hubiera encontrado tan exquisita fuente que despertó cada uno de mis sentidos. Mis pasos fueron silenciosos y letales, pude verlo con mis ojos, era un anciano, un pobre mortal en la etapa final de su vida, podía hacerle un favor, adelantarlo a aquella despedida, una risilla broto dentro de mi mientras me acercaba cual joven inocente, mis pasos le avecinaron mi llegada que no me había molestado en ocultar, después de todo no podría en contra de mi rapidez juvenil. Su reacción fue rápida y algo que no deseaba haberme perdido, sus ojos oscuros se abrieron de par en par, sabía lo que era, de seguro su infancia y madures habían transcurrido en mitos y leyendas que no muchos creían, enseguida tomo un crucifijo en sus manos, con fuerza pues pude ver el enrojecimiento de la circulación de sus manos, mi garganta afloro una carcajada cual campanillas de Catedral, me perdió de vista, no pudo verme mas y a los segundos estaba tras de él, no pudo reaccionar y aunque hubiese querido no hubiera podido -Si cree en Dios ahora es un buen momento. Susurre cual víbora a su oído, no le di tiempo de reaccionar, mi colmillos actuaron y perforaron su garganta dándome acceso a su sangre, dulce y viscosa, no como la de los jóvenes que acostumbraba pero aun así me seria de utilidad. Bebí hasta saciarme y al terminar deje caer el cadáver inerte que aun mantenía en sus manos aquel crucifijo, limpie mis labios con la punta de mi lengua, no había rastro, nada que levantara sospechas o sus semejantes, deje el cuerpo en el suelo, no me importaba mas tocar aquella rancia y fría piel, recordaría su imagen, al pie de una lapida, el implemento religioso en mano, sus instrumentos de trabajo a un lado y sus ojos desorbitados en el cielo pidiendo fe, una que no llegaría.
Empecé a caminar por el frio suelo hasta encontrar una roca alta al pie de una de las lapidas, bajo el tronco de un árbol oscuro y de gran tamaño, me senté con el cuidado pertinente a mi vestido y mis ojos divagaron hasta encontrarse con el cielo nocturno, la paz que necesitaba en ese instante, el punto blanco entre la oscuridad que me rodeaba, la armonía deseada después de la sangre, el dolor y el miedo que continuamente formaban parte de mi vida, solo las hojas cercanas oyeron un suspiro proveniente de mi ser, algo que aseguraba que tendrían que acostumbrarse a mi presencia por lo menos de momento así seria.
Última edición por Amelie G. Lefevre el Jue Jul 29, 2010 10:44 pm, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: Porque esta es otra de esas noches. [Damian Montague]
Un manto nocturno cubre la ciudad de París, un velo de penumbra que pronto desaparecerá. En el fuerte silencio de su hogar un suspiro es arremetido en contra de un cristal, mismo que se empaña al sentir el aliento de un joven observando por aquella ventana las calles de Francia pero sin ver absolutamente nada. La luna brillaba con todo su esplendor, no hacía falta mucho tiempo para que se llenase atrayendo las leyendas y con ellas los cuentos de terror, aullidos desesperantes y poesía nocturna. La maldita quietud dentro de su propia penumbra tortura los oídos del varón, esa maldita paz que encierra sus más atroces pensamientos, carcomen lenta y cruelmente sus entrañas cubriéndolo con su terrible compañía, la más letárgica y devastadora de todas. El brazo de quien acuna sus noches y vela sus días se extiende por su espalda para recordarle el frío de su presencia, un escalofrío recorre su cuerpo desde sus pies hasta su espalda, abrazándolo fuertemente hasta que no puede resistir más, jadea, gime ¿Llora? Una lágrima es derramada de sus ojos, creciendo notablemente hasta su mejilla y que simplemente se suicida, arrojándose al vacío desde la barbilla del miserable hombre que le dio la vida. - ¿Cuánto tiempo habéis estado aquí? – Una cuestión irrumpe el silencio de aquella obscura habitación, nadie responde… Solo el fuerte ajetreo del exterior se percibe en los agudos oídos de Damian.
Crispa sus manos en puños golpeando la pared que queda a escasos centímetros del ventanal. La sangre brota de sus nudillos pero a él parece no importarle. Como si alguien susurrara en su nuca siente la una pequeña ventisca, una caricia del viento escapándose por la puerta misma que le había dejado entrar – ¡No! No me dejes aún… - Susurra pensando en que están a punto de abandonarle en aquel sombrío rincón. Se gira lentamente sobre sus talones y extiende su mano para intentar alcanzar y/o detener a lo que sea que le acompañaba esta noche. Sus labios se curvan hacia abajo, una mueca triste, la opacidad en sus ojos es completamente notable, el suspiro de su interior es lastimero. Baja el brazo hasta que choca contra su pierna. Se muerde la lengua con esfuerzo para no gritar en medio de la nada, fricciona sus dientes ¡Es su coraje! Su pena, la melancolía que lleva en su alma, el dolor que carga sobre su espalda. Nadie que lo escuche, no hay nadie que le acompañe… - No, aquí ya no estáis, pero yo se donde puedo encontraros – Un chico más entre tanta gente que por azares del destino se encuentra sólo, desprotegido y demente. Un hombre más que habla con la nada y se deja envolver en manto más gélido, aquel cobijo que únicamente es entregado con los brazos abiertos de la tremenda soledad.
Comienza caminar, contando mentalmente. Palpando lo que se cruza por su camino, identificando lo que se esconde, lo que no puede ver ¡Todo! Afortunadamente para él es el rey de su penumbra y dueño del espacio en el que se encuentra. La noche pinta terrible para las ánimas en pena y Damian es una que aún vive, en el limbo quizá, pero su corazón aún late. Sumergido en sus pensares, sus memorias la voz de su padre… Camina fuera de la casa, deambula por las calles Parisinas hasta llegar a su destino. Con el silencio abrumador que le rodea puede identificar en su trayecto a los animales más cercanos, un par de ratas perseguidas por enormes y gordos felinos, ladridos de los perros hacen que los segundos se ericen, música de trasfondo en alguna especie de establecimiento nocturno, carcajadas de los amantes de lo banal. Mas sigue perdido en el susurro que le llamo, su rostro es completamente inescrutable, el miedo no se nota en sus ojos, mucho menos en su cuerpo. Los tambaleos que realiza al no reconocer el suelo por el que anda son muy a menudo, pero no detiene su caminata y en poco menos de una hora palpa la verja de la mansión en la que radica su padre. Como si estuviese buscando un tesoro cuenta pasos en direcciones contrarias una y otra vez, un laberinto, un enredo para quien no conoce la clave. Con sigilo y precaución camina una vez que su cuenta terminó, extiende su mano para palpar algo, lo que sea que se cruce por su camino y la encuentra. Una pequeña lápida con el apellido Montague grabado en el centro y un epitafio que el mismo declaró al instante en que era creada aquella piedra, esa roca que ahora guarda el cuerpo de la única persona a la que realmente ah querido. Su cuerpo desfallece ante la frialdad de la ausencia, sus rodillas encuentran la tierra y sus manos acarician la lápida, leyendo…
El llanto del loco se hace presente, baña la tierra que cubre, que resguarda con recelo un cadáver que quizá con el paso del tiempo sean ya puros huesos. Recuesta su cuerpo sobre esa misma tierra con la lápida convertida en su cabecera. La posición fetal es la que adopta su cuerpo, se abraza a si mismo, sintiendo, creyendo, pensando, soñando, añorando que es el tacto de Anthony. Una simple alucinación ¿Por qué visitarlo ahora, en esta noche? No hay nada mejor que la obscuridad para cubrir las lágrimas secas de un corazón roto, el silencio de la soledad para poder recitar los versos de un completo loco. Tomando la tierra entre sus manos, sintiendo la textura de la misma sus labios se abren para proferir algún extraño poema, labrado con sus sentimientos.
Crispa sus manos en puños golpeando la pared que queda a escasos centímetros del ventanal. La sangre brota de sus nudillos pero a él parece no importarle. Como si alguien susurrara en su nuca siente la una pequeña ventisca, una caricia del viento escapándose por la puerta misma que le había dejado entrar – ¡No! No me dejes aún… - Susurra pensando en que están a punto de abandonarle en aquel sombrío rincón. Se gira lentamente sobre sus talones y extiende su mano para intentar alcanzar y/o detener a lo que sea que le acompañaba esta noche. Sus labios se curvan hacia abajo, una mueca triste, la opacidad en sus ojos es completamente notable, el suspiro de su interior es lastimero. Baja el brazo hasta que choca contra su pierna. Se muerde la lengua con esfuerzo para no gritar en medio de la nada, fricciona sus dientes ¡Es su coraje! Su pena, la melancolía que lleva en su alma, el dolor que carga sobre su espalda. Nadie que lo escuche, no hay nadie que le acompañe… - No, aquí ya no estáis, pero yo se donde puedo encontraros – Un chico más entre tanta gente que por azares del destino se encuentra sólo, desprotegido y demente. Un hombre más que habla con la nada y se deja envolver en manto más gélido, aquel cobijo que únicamente es entregado con los brazos abiertos de la tremenda soledad.
Comienza caminar, contando mentalmente. Palpando lo que se cruza por su camino, identificando lo que se esconde, lo que no puede ver ¡Todo! Afortunadamente para él es el rey de su penumbra y dueño del espacio en el que se encuentra. La noche pinta terrible para las ánimas en pena y Damian es una que aún vive, en el limbo quizá, pero su corazón aún late. Sumergido en sus pensares, sus memorias la voz de su padre… Camina fuera de la casa, deambula por las calles Parisinas hasta llegar a su destino. Con el silencio abrumador que le rodea puede identificar en su trayecto a los animales más cercanos, un par de ratas perseguidas por enormes y gordos felinos, ladridos de los perros hacen que los segundos se ericen, música de trasfondo en alguna especie de establecimiento nocturno, carcajadas de los amantes de lo banal. Mas sigue perdido en el susurro que le llamo, su rostro es completamente inescrutable, el miedo no se nota en sus ojos, mucho menos en su cuerpo. Los tambaleos que realiza al no reconocer el suelo por el que anda son muy a menudo, pero no detiene su caminata y en poco menos de una hora palpa la verja de la mansión en la que radica su padre. Como si estuviese buscando un tesoro cuenta pasos en direcciones contrarias una y otra vez, un laberinto, un enredo para quien no conoce la clave. Con sigilo y precaución camina una vez que su cuenta terminó, extiende su mano para palpar algo, lo que sea que se cruce por su camino y la encuentra. Una pequeña lápida con el apellido Montague grabado en el centro y un epitafio que el mismo declaró al instante en que era creada aquella piedra, esa roca que ahora guarda el cuerpo de la única persona a la que realmente ah querido. Su cuerpo desfallece ante la frialdad de la ausencia, sus rodillas encuentran la tierra y sus manos acarician la lápida, leyendo…
El llanto del loco se hace presente, baña la tierra que cubre, que resguarda con recelo un cadáver que quizá con el paso del tiempo sean ya puros huesos. Recuesta su cuerpo sobre esa misma tierra con la lápida convertida en su cabecera. La posición fetal es la que adopta su cuerpo, se abraza a si mismo, sintiendo, creyendo, pensando, soñando, añorando que es el tacto de Anthony. Una simple alucinación ¿Por qué visitarlo ahora, en esta noche? No hay nada mejor que la obscuridad para cubrir las lágrimas secas de un corazón roto, el silencio de la soledad para poder recitar los versos de un completo loco. Tomando la tierra entre sus manos, sintiendo la textura de la misma sus labios se abren para proferir algún extraño poema, labrado con sus sentimientos.
“Tu recuerdo, no me queda más de ti,
El perfume que se guardó en mi memoria murió,
¿Por qué me abandonasteis así?
En tu ausencia fue la penumbra quien me arropó.
La mayoría cuando cierra sus ojos sueña,
Es sólo cuando se encuentran con la obscuridad cuando temen.
Mi ser siempre en estas tinieblas os recuerda,
No puedo yo solo, esta herida aún me duele…"
El perfume que se guardó en mi memoria murió,
¿Por qué me abandonasteis así?
En tu ausencia fue la penumbra quien me arropó.
La mayoría cuando cierra sus ojos sueña,
Es sólo cuando se encuentran con la obscuridad cuando temen.
Mi ser siempre en estas tinieblas os recuerda,
No puedo yo solo, esta herida aún me duele…"
Damian Montague- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 27/07/2010
Re: Porque esta es otra de esas noches. [Damian Montague]
El manto de la noche iluminaba mi cuerpo, tranquilo, pacifico, como una figura de mármol labrada por manos sagradas que bien sabían hacer su trabajo, como solo un artista de antaño podría hacer, aquellos que verdaderamente apreciaban las obras de arte, aquella palabra de cuatro letras cuyo significado transmitía paz y armonía, una verdadera forma de expresión para los que desearan transmitir sus ideales sin fronteras de por medio, el brillo de plata bañaba las extensiones visibles de mi cuerpo, mis hombros desnudos, el camino al paraíso que implicaba la perdida sugerente del corsé bordado a mi medida, la piel de mis tobillos y de mis pies que el vestido dejaba a la luz, eso era, una obra, maldita y despreciada por muchos pero sin embargo una obra cuya misión no estaba clara, cuyo motivo no había sido descifrado y su procedencia era una gran interrogante ¿esperaba algo? ¿Esperaba que alguien lo descifrara?. Los años de espera, los siglos habían hecho de mi un monstro, una bestia oculta tras un rostro angelical, alguien que no mide las consecuencias de los medios que utiliza para lograr sus fines, sus anhelados caprichos y vanidades, y sinceramente, a estas alturas de mi eternidad no esperaba más, no esperaba que alguien me bridara esa razón que necesitaba para descubrir el brillo de luz del que tantos hablaban en nuestro camino de la inmortalidad, no lo necesitaba y lo creía inexistente, uno de los vagos mitos acerca de las criaturas de la noche, criaturas como yo.
El mar de pensamientos se acumulaba en mi mente, cada hilo era como un pasaje frente a mis ojos, como si los arboles oscuros, las frías lapidas y los cuerpos bajo tierra no fueran el escenario que me rodeaba, ahora era solo mi mente y mi persona, unidas en una sola como cual pareja de baile, trabajando al unisonó y guiándose la una de la otra para lograr un efecto que yo misma desconocía. Siempre había pensado que tales escenas ocurrían luego de un asesinato, de arrebatarle la vida a alguien, algo que los mortales comunes y creyentes de la fe religiosa llamarían conciencia, como si las almas me torturaran pidiéndome explicaciones, motivos, como si me lanzaran maldiciones por mi crimen, sin saber que eso no me importaba, no moría, no iría ni al mismo infierno y mucho menos al purgatorio, no rendiría cuenta de mis acciones y menos pensaría en aquella palabra que sería la salvación...el arrepentimiento. Una risilla afloro de mi garganta, un sonido armónico que se perdió con el cauce del viento.
Mis dedos se deslizaban por la forma de la fría roca, los trozos de naturaleza adyacentes en ella que con los años se habían acumulado dándole un toque antiguo y temeroso, los búhos ululaban en lo más alto de las ramas, con sus ojos fijos en la hermosa figura que mi persona implicaba, se acostumbraban a mi calma luego de ser testigo de lo que era capaz de hacer, mis ojos grises se fijaron en el manto nocturno cubierto de las diminutas estrellas, al parecer nada más interesante ocurriría y mi sed estaba saciada por lo que no veía inconveniente alguno en regresar a mi hogar antes de que alguno de los inútiles de mis sirvientes despertara en una incansable búsqueda de pistas que indujeran a más del misterio que yo implicaba para ellos, me baje con cuidado como una doncella simple y educada, refinada y sencilla, pero entonces lo sentí, era un aroma dulce, joven, no como el anciano de hacia instantes, esta vez fue algo que nublo mis sentido pero sin permitir que mis bajos instintos salieran a la luz, inocencia, dolor...percibía tantas cosas que se me fue imposible no sentir curiosidad, ganas de saber quien más se encontraba en el oscuro cementerio en mi compañía.
Mis pasos fueron rápidos aprovechando mis habilidades, las hojas secas y la tierra húmeda no sentían mi presencia ante la velocidad, mis ojos divagaban en busca de la piel, del efluvio y de lejos pude verlo, luego de unos segundos que para mi fueron extensos minutos, era un joven, no mucho menor que yo pero tampoco lo suficiente para parecer mayor, era un mortal. Mis pasos no se oyeron, ni siquiera por mi afinado sentido de la audición, estaba tumbado en una de las lapidas, lloraba en silencio, lloraba de dolor, un sentimiento puro se encontraba dentro de él. Había aprendido de los humanos recordando a su vez que, hacía muchos años, yo había pertenecido a su misma raza y las semejansas se podrian haber dado en cualquier ocasión. Arriesgándome y tomando en cuenta mis dotes indudables de defensa me acerque frente a él, aun así seguía sin verme, no podría oírme pero la visión humana hubiera captado enseguida mi presencia a la que exactamente no sabia razón, solo curiosidad y un futuro incierto, eso me hizo inducir algunas variadas hipótesis que solo espere errar. Las palabras de sus labios carnosos, hipnóticas y musicales, como si fueran la más perfecta lirica poética llena de sentimientos y gracilidad, mis ojos lo veían, seguía sin moverme, sus palabras me había tocado, era como un tacto suave e inocente pero sin embargo firme en mi piel que me habían dejado desnuda ante sus ojos en forma literal, tristeza...solo eso pude concluir.
-¿Por qué su llanto joven?. No pensé, extrañamente no pensé antes de hablar y mi voz no fue un deje de suavidad con emociones ocultas tras de sí, era inocencia sincera e inevitable ante la escena que se desarrollaba ante mis ojos y que no ignoraría, seguía frente a él, a pocos metros, esperando alguna visión de sus ojos, aquel par que no me habían visto y que de seguro estarían perdidos en el más profundo rencor o en las más bajas tinieblas. Podría matarlo, si, de un momento a otro podría tomar lo que quería de él e irme sin dejar rastro, solo un asesinato mas al amanecer cuya procedencia no sería descubierta, pero no, esta vez no lo deseaba, lo que estaba frente a mi no era una presa, no era un cualquiera.
Off: En respuesta al MP (que no he podido enviar :s) no se preocupe, me ha encantado su post totalmente, lamento si tarde con la respuesta .
El mar de pensamientos se acumulaba en mi mente, cada hilo era como un pasaje frente a mis ojos, como si los arboles oscuros, las frías lapidas y los cuerpos bajo tierra no fueran el escenario que me rodeaba, ahora era solo mi mente y mi persona, unidas en una sola como cual pareja de baile, trabajando al unisonó y guiándose la una de la otra para lograr un efecto que yo misma desconocía. Siempre había pensado que tales escenas ocurrían luego de un asesinato, de arrebatarle la vida a alguien, algo que los mortales comunes y creyentes de la fe religiosa llamarían conciencia, como si las almas me torturaran pidiéndome explicaciones, motivos, como si me lanzaran maldiciones por mi crimen, sin saber que eso no me importaba, no moría, no iría ni al mismo infierno y mucho menos al purgatorio, no rendiría cuenta de mis acciones y menos pensaría en aquella palabra que sería la salvación...el arrepentimiento. Una risilla afloro de mi garganta, un sonido armónico que se perdió con el cauce del viento.
Mis dedos se deslizaban por la forma de la fría roca, los trozos de naturaleza adyacentes en ella que con los años se habían acumulado dándole un toque antiguo y temeroso, los búhos ululaban en lo más alto de las ramas, con sus ojos fijos en la hermosa figura que mi persona implicaba, se acostumbraban a mi calma luego de ser testigo de lo que era capaz de hacer, mis ojos grises se fijaron en el manto nocturno cubierto de las diminutas estrellas, al parecer nada más interesante ocurriría y mi sed estaba saciada por lo que no veía inconveniente alguno en regresar a mi hogar antes de que alguno de los inútiles de mis sirvientes despertara en una incansable búsqueda de pistas que indujeran a más del misterio que yo implicaba para ellos, me baje con cuidado como una doncella simple y educada, refinada y sencilla, pero entonces lo sentí, era un aroma dulce, joven, no como el anciano de hacia instantes, esta vez fue algo que nublo mis sentido pero sin permitir que mis bajos instintos salieran a la luz, inocencia, dolor...percibía tantas cosas que se me fue imposible no sentir curiosidad, ganas de saber quien más se encontraba en el oscuro cementerio en mi compañía.
Mis pasos fueron rápidos aprovechando mis habilidades, las hojas secas y la tierra húmeda no sentían mi presencia ante la velocidad, mis ojos divagaban en busca de la piel, del efluvio y de lejos pude verlo, luego de unos segundos que para mi fueron extensos minutos, era un joven, no mucho menor que yo pero tampoco lo suficiente para parecer mayor, era un mortal. Mis pasos no se oyeron, ni siquiera por mi afinado sentido de la audición, estaba tumbado en una de las lapidas, lloraba en silencio, lloraba de dolor, un sentimiento puro se encontraba dentro de él. Había aprendido de los humanos recordando a su vez que, hacía muchos años, yo había pertenecido a su misma raza y las semejansas se podrian haber dado en cualquier ocasión. Arriesgándome y tomando en cuenta mis dotes indudables de defensa me acerque frente a él, aun así seguía sin verme, no podría oírme pero la visión humana hubiera captado enseguida mi presencia a la que exactamente no sabia razón, solo curiosidad y un futuro incierto, eso me hizo inducir algunas variadas hipótesis que solo espere errar. Las palabras de sus labios carnosos, hipnóticas y musicales, como si fueran la más perfecta lirica poética llena de sentimientos y gracilidad, mis ojos lo veían, seguía sin moverme, sus palabras me había tocado, era como un tacto suave e inocente pero sin embargo firme en mi piel que me habían dejado desnuda ante sus ojos en forma literal, tristeza...solo eso pude concluir.
-¿Por qué su llanto joven?. No pensé, extrañamente no pensé antes de hablar y mi voz no fue un deje de suavidad con emociones ocultas tras de sí, era inocencia sincera e inevitable ante la escena que se desarrollaba ante mis ojos y que no ignoraría, seguía frente a él, a pocos metros, esperando alguna visión de sus ojos, aquel par que no me habían visto y que de seguro estarían perdidos en el más profundo rencor o en las más bajas tinieblas. Podría matarlo, si, de un momento a otro podría tomar lo que quería de él e irme sin dejar rastro, solo un asesinato mas al amanecer cuya procedencia no sería descubierta, pero no, esta vez no lo deseaba, lo que estaba frente a mi no era una presa, no era un cualquiera.
Off: En respuesta al MP (que no he podido enviar :s) no se preocupe, me ha encantado su post totalmente, lamento si tarde con la respuesta .
Última edición por Amelie G. Lefevre el Mar Ago 03, 2010 5:58 pm, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: Porque esta es otra de esas noches. [Damian Montague]
Enfrascado en sus propios versos, aquellas estrofas que se enmarañaban en sus pensamiento para ser recitadas por una voz tan angelical que engatusaba hasta el oído de quienes no pueden escuchar. Así se encontraba, acunado por sus sentimientos aflorándose por completo en medio de un cementerio, en una noche… En su nada. Una ráfaga de viento acaricio sus mejillas aún pese a que la lápida de resguardaba de casi todo, un augurio que le avisaba no se encontraba solo, sin sumarle importancia continuo con aquellas palabras desde lo más profundo de su corazón. El pecho le dolía y en el espacio donde se supone tiene que encontrarse su órgano vital, simplemente posaba la soledad y la tristeza.
Era una noche en las que las personas no deberían pensar, un tiempo en el que los humanos quizá deberían estar ocupando en realizar otra cosa, lo que sea, menor pensar y recordar todo lo que con el pasar del tiempo se perdió en la nada, sin embargo, son estos días, esas noches, esos malditos minutos en los que la melancolía siempre abraza a los desamparados y a los desprotegidos, bañándolos con su tristeza, arropándolos con su insólita necesidad de todo, sin tener la esencia junto a uno mismo. Esta es la descripción de Damian, pensando, soñando y recitando, pues solo en su poesía se siente completamente vivo, de una forma u otra, es el ancla que lo mantiene en este mundo teatral.
Su cantico se ve abruptamente interrumpido por una voz, el simple hecho de escuchar las melodiosas notas musicales de esa pregunta encresparon sus emociones, un escalofrío igual al que le toco en su habitación se poso en su cuerpo, se instaló allí para quedarse. Su mirada fija en un punto sin sentido destella en un efímero momento. Su cuerpo inerte ante aquel golpe despiadado, respinga en un instante, sus labios… Sus labios que antes recitaban la poesía de su alma se cerraron profundamente sin responder la cuestión. Era la voz más hermosa que había escuchado, con la sencillez de sus vibraciones podía notar que se trataba de una hermosa mujer “¿Quién con esa voz puede carecer de belleza física?” Piensa para sus adentros, su ceño se frunce ligeramente y sin moverse se prepara mentalmente para responderle quizá a una alucinación de su cabeza “¿Acaso eh muerto y me encuentro en el infierno?” El infierno para él representaba lo magnánimo.
– Del por qué conozco poco, las razones son escasas pero quizá simbólicas para un ánima desesperanzada… - Una de sus manos se coloca a la altura de su pecho y la clava como si una estaca se tratara, trata de opacar el vacío de su interior con ademán bastante trivial y sin sentido. El rostro del joven se torna inescrutable, no existe vida en el más que el motivo de una indiferencia inconsciente- Solo soy un muerto contándole estrofas a otro sepultado mas – Estira su brazo para palpar la fría roca de con el nombre de su padre. Siente el grabado de aquella piedra, las letras que marcan su apellido, la textura de una gélida cosa tan áspera como el dolor en su persona. Suspira fuertemente esbozando una sonrisa tan amarga como el anochecer en un día de crudo invierno donde se añora el calor del sol.
Era una noche en las que las personas no deberían pensar, un tiempo en el que los humanos quizá deberían estar ocupando en realizar otra cosa, lo que sea, menor pensar y recordar todo lo que con el pasar del tiempo se perdió en la nada, sin embargo, son estos días, esas noches, esos malditos minutos en los que la melancolía siempre abraza a los desamparados y a los desprotegidos, bañándolos con su tristeza, arropándolos con su insólita necesidad de todo, sin tener la esencia junto a uno mismo. Esta es la descripción de Damian, pensando, soñando y recitando, pues solo en su poesía se siente completamente vivo, de una forma u otra, es el ancla que lo mantiene en este mundo teatral.
Su cantico se ve abruptamente interrumpido por una voz, el simple hecho de escuchar las melodiosas notas musicales de esa pregunta encresparon sus emociones, un escalofrío igual al que le toco en su habitación se poso en su cuerpo, se instaló allí para quedarse. Su mirada fija en un punto sin sentido destella en un efímero momento. Su cuerpo inerte ante aquel golpe despiadado, respinga en un instante, sus labios… Sus labios que antes recitaban la poesía de su alma se cerraron profundamente sin responder la cuestión. Era la voz más hermosa que había escuchado, con la sencillez de sus vibraciones podía notar que se trataba de una hermosa mujer “¿Quién con esa voz puede carecer de belleza física?” Piensa para sus adentros, su ceño se frunce ligeramente y sin moverse se prepara mentalmente para responderle quizá a una alucinación de su cabeza “¿Acaso eh muerto y me encuentro en el infierno?” El infierno para él representaba lo magnánimo.
– Del por qué conozco poco, las razones son escasas pero quizá simbólicas para un ánima desesperanzada… - Una de sus manos se coloca a la altura de su pecho y la clava como si una estaca se tratara, trata de opacar el vacío de su interior con ademán bastante trivial y sin sentido. El rostro del joven se torna inescrutable, no existe vida en el más que el motivo de una indiferencia inconsciente- Solo soy un muerto contándole estrofas a otro sepultado mas – Estira su brazo para palpar la fría roca de con el nombre de su padre. Siente el grabado de aquella piedra, las letras que marcan su apellido, la textura de una gélida cosa tan áspera como el dolor en su persona. Suspira fuertemente esbozando una sonrisa tan amarga como el anochecer en un día de crudo invierno donde se añora el calor del sol.
{Lamento bastante el retraso con el post Madame}
Damian Montague- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 27/07/2010
Re: Porque esta es otra de esas noches. [Damian Montague]
La tristeza en su alma y en su cuerpo afloraban sin remordimiento alguno, llegue a pensar que tal era la magnitud de sus emociones y dolores que ni el mismo podía evitarlo, que su pobre fuerza mortal no le permitía cerrar dentro de sí para que dichos sentimientos no pasaran por los ojos de los demás, para que no sintieran lastima o compasión por él, la típica terquedad humana. Particularmente y durante los años de mi existencia me había declarado totalmente consciente de las reacciones que podían tener los mortales, su orgullo, sus tristezas, su fe y la ilusa esperanza que mantenían firmemente así la batalla fuera ardua y las mismas bases se debilitaran con los constantes ataques. Mi trato con ellos había sido muy cercano aunque debo admitir que la mayoría de las ocasiones no todos podían admitir el hecho de haberme conocido puesto que mas nunca sus labios volvían a abrirse para dejar aflorar palabras, se sabe a lo que me refería claramente, las explicaciones no son necesarias para dar a conocer que dichos cuerpos solo eran utilizados por mi persona para lograr mis fines, los objetivos que me planeaba y que lograba exitosamente.
Mis palabras no lograron un efecto tardío en el, al contrario, pude captar un rayo de luz brillante en su mirar a pesar de que sus ojos seguían fijos en la fría lapida que adornaba el pasto seco y húmedo por la neblina nocturna, aquella que identificaba un cuerpo, a algún familiar seguramente ya que no me aventure a leer las letras formadas, alguien que hacía años había cumplido con su ciclo de vida, vivió, creció y murió dejando quien sabe que bienes o personas dolidas por su partida. Algo sucedía, aquellos ojos oscuros e inocentes y llenos de dolor me parecían vacios después de todo, carecía de aquel rayo de luz típico de la curiosidad humana, los que te veían con miedo, temor, admiración, benevolencia...el asunto es que sentía que no me veía y tantas hipótesis se juntaron en una sola cuando lo comprendí, cuando comprendí su estado y a lo que me había estado refiriendo...simplemente no era que el no quisiera verme con sus ojos cerrados por el dolor, no, era tan fácil como que no lo hacía, el…no podía.
Tantas ideas cruzaron por mi mente, estaba frágil y desnudo en forma literaria frente a mis ojos, una presa puesta en bandeja de plata solo para mi, en cuestión de segundos podía acercarme sin que lo sintiera, tocar su cremosa y cálida piel y al instante simplemente absorber toda su sangre, mi elixir preferido, dejar que el pequeño brillo aún persistente, como un despertar momentáneo, se fuera de su mirar, que su piel pasara a un blanco enfermizo y sin vida, que el rubor virginal de sus mejillas se borrara y que su cuerpo permaneciera inerte en el sueño como la señal de lo que momentos anteriores había ocurrido, como la conclusión de un asesinato, de un crimen. Por otro lado podía dejarlo ahí, que se sumiera en sus temores, dejarlo solo y solo sentir lástima por su persona, creer que era un pobre individuo y que no merecía siquiera y valiosa atención, dejar que la vanidad y egocentrismo típico de la realeza se apoderara de mi para actuar como tal y verlo como un inferior, podría realizar diversas acciones sin límites de tiempo y rapidez, pero...no lo deseaba, en ese momento no lo quería y mi sed saciada era un factor que me ayudaba enormemente ante mi torbellino de pensamientos.
Lo que hice no lo esperaba, no estaba dentro de mi naturaleza, un momento, quizás si ya que era bien conocido mis constantes cambios de ánimo y de la ruta que tomaría al realizar un movimiento, mi persona podía ser fría, malvada, llena de sadismo y perversión, sensual y que logra sus fines sin importar el medio, como de igual forma podía ser armónica y pacifica con quien lo deseaba, puede ser tras pura apariencia o como una realidad vivida. En fin, los pasos sobrantes fueron dados dejando que quedara frente a su cuerpo con los bordes de mi vestido rozando la fría superficie, sus palabras musicales y sutiles se forjaron desde el nacimiento de su garganta dándome el placer de escucharlas solo conmigo como audiencia, cada una estaba marcada por la más profunda tristeza, aquella que había descubierto a penas lo vi, en el momento que no necesite explicaciones y presentaciones para saber que la felicidad siquiera recorría su ser, desde hacia tiempo que no lo hacía, y en el estado en que él se encontraba francamente sería imposible, los seres humanos necesitaban el impulso y la fuerza suficiente para lograr sus objetivos y sabia que él no se encontraba en la capacidad de lograrlo por sí mismo.
Finalmente, al él concluir, no lo dude ni me guie por la absurda etiqueta que tras los años me perseguía como guía de instrucciones, me incline hacia el sentándome frente suyo, sabía que lo sentiría, sus habilidades táctiles eran sumamente desarrolladas, más que la de un mortal pero que no alcanzaban el limite inmortal. Lo observe por unos instantes con una facción pacifica y calma en mi rostro de mármol, con lentitud y sin rapidez que lo sorprendiera coloque mi mano fría al tacto, lo que ameritaría al frio nocturno, en la suya retirándola de su pecho, del puñal imaginario que el mismo había clavado como un potente hierro en su corazón que lo marcaba paso tras paso -Solo un vivo de cuerpo y alma recitaría tan hermosas líneas para un cuerpo sin vida que se halla bajo la profundidad de la tierra, solo un alma que tiene la fe y esperanza hasta en el andar en su modo de vida. Asegure descendiendo mi voz varias octavas para que solo por el pudiera ser escuchada, aun en la piel de mi mano sentía su calidez y la sangre vital recorrer sus venas, no rompí el tacto y pose su mano sobre la lapida cuyas letras formaban un relieve acorde al detalle del cementerio -No está muerto joven, es solo el dolor que irrumpe su esperanza y cubre cualquier escapatoria a dar para sus ganas de vivir. Una de mis manos se dirigía a su mentón, quería ver su rostro, sus ojos, sus facciones mortales y juveniles pero...no lo hice, enseguida mi mano volvió a su lugar, posada sobre una de mis piernas mientras el tacto de la otra se alejaba lentamente de su mano, alejando su efluvio, su calidez, su vida.
Mis palabras no lograron un efecto tardío en el, al contrario, pude captar un rayo de luz brillante en su mirar a pesar de que sus ojos seguían fijos en la fría lapida que adornaba el pasto seco y húmedo por la neblina nocturna, aquella que identificaba un cuerpo, a algún familiar seguramente ya que no me aventure a leer las letras formadas, alguien que hacía años había cumplido con su ciclo de vida, vivió, creció y murió dejando quien sabe que bienes o personas dolidas por su partida. Algo sucedía, aquellos ojos oscuros e inocentes y llenos de dolor me parecían vacios después de todo, carecía de aquel rayo de luz típico de la curiosidad humana, los que te veían con miedo, temor, admiración, benevolencia...el asunto es que sentía que no me veía y tantas hipótesis se juntaron en una sola cuando lo comprendí, cuando comprendí su estado y a lo que me había estado refiriendo...simplemente no era que el no quisiera verme con sus ojos cerrados por el dolor, no, era tan fácil como que no lo hacía, el…no podía.
Tantas ideas cruzaron por mi mente, estaba frágil y desnudo en forma literaria frente a mis ojos, una presa puesta en bandeja de plata solo para mi, en cuestión de segundos podía acercarme sin que lo sintiera, tocar su cremosa y cálida piel y al instante simplemente absorber toda su sangre, mi elixir preferido, dejar que el pequeño brillo aún persistente, como un despertar momentáneo, se fuera de su mirar, que su piel pasara a un blanco enfermizo y sin vida, que el rubor virginal de sus mejillas se borrara y que su cuerpo permaneciera inerte en el sueño como la señal de lo que momentos anteriores había ocurrido, como la conclusión de un asesinato, de un crimen. Por otro lado podía dejarlo ahí, que se sumiera en sus temores, dejarlo solo y solo sentir lástima por su persona, creer que era un pobre individuo y que no merecía siquiera y valiosa atención, dejar que la vanidad y egocentrismo típico de la realeza se apoderara de mi para actuar como tal y verlo como un inferior, podría realizar diversas acciones sin límites de tiempo y rapidez, pero...no lo deseaba, en ese momento no lo quería y mi sed saciada era un factor que me ayudaba enormemente ante mi torbellino de pensamientos.
Lo que hice no lo esperaba, no estaba dentro de mi naturaleza, un momento, quizás si ya que era bien conocido mis constantes cambios de ánimo y de la ruta que tomaría al realizar un movimiento, mi persona podía ser fría, malvada, llena de sadismo y perversión, sensual y que logra sus fines sin importar el medio, como de igual forma podía ser armónica y pacifica con quien lo deseaba, puede ser tras pura apariencia o como una realidad vivida. En fin, los pasos sobrantes fueron dados dejando que quedara frente a su cuerpo con los bordes de mi vestido rozando la fría superficie, sus palabras musicales y sutiles se forjaron desde el nacimiento de su garganta dándome el placer de escucharlas solo conmigo como audiencia, cada una estaba marcada por la más profunda tristeza, aquella que había descubierto a penas lo vi, en el momento que no necesite explicaciones y presentaciones para saber que la felicidad siquiera recorría su ser, desde hacia tiempo que no lo hacía, y en el estado en que él se encontraba francamente sería imposible, los seres humanos necesitaban el impulso y la fuerza suficiente para lograr sus objetivos y sabia que él no se encontraba en la capacidad de lograrlo por sí mismo.
Finalmente, al él concluir, no lo dude ni me guie por la absurda etiqueta que tras los años me perseguía como guía de instrucciones, me incline hacia el sentándome frente suyo, sabía que lo sentiría, sus habilidades táctiles eran sumamente desarrolladas, más que la de un mortal pero que no alcanzaban el limite inmortal. Lo observe por unos instantes con una facción pacifica y calma en mi rostro de mármol, con lentitud y sin rapidez que lo sorprendiera coloque mi mano fría al tacto, lo que ameritaría al frio nocturno, en la suya retirándola de su pecho, del puñal imaginario que el mismo había clavado como un potente hierro en su corazón que lo marcaba paso tras paso -Solo un vivo de cuerpo y alma recitaría tan hermosas líneas para un cuerpo sin vida que se halla bajo la profundidad de la tierra, solo un alma que tiene la fe y esperanza hasta en el andar en su modo de vida. Asegure descendiendo mi voz varias octavas para que solo por el pudiera ser escuchada, aun en la piel de mi mano sentía su calidez y la sangre vital recorrer sus venas, no rompí el tacto y pose su mano sobre la lapida cuyas letras formaban un relieve acorde al detalle del cementerio -No está muerto joven, es solo el dolor que irrumpe su esperanza y cubre cualquier escapatoria a dar para sus ganas de vivir. Una de mis manos se dirigía a su mentón, quería ver su rostro, sus ojos, sus facciones mortales y juveniles pero...no lo hice, enseguida mi mano volvió a su lugar, posada sobre una de mis piernas mientras el tacto de la otra se alejaba lentamente de su mano, alejando su efluvio, su calidez, su vida.
Invitado- Invitado
Re: Porque esta es otra de esas noches. [Damian Montague]
El mundo poético de Damian es visitado por una extraña presencia, una que posee la vos más maravillosa que a estudiado en jovenzuelo, el perfume más embriagador que ah olfateado el mortal desdichado, pero entre todo eso, no puede servirse de su esencia. Para él que ah vivido desde pequeño con la ceguera de sus ojos es fácil darse cuenta cuando alguien esta cerca por el peso de sus pies en el suelo y la atractiva metamorfosis de la energía a su alrededor, en este caso, todo absolutamente todo eso en la figura de esa mujer calla. La luna en el firmamento hace su trabajo, observa desde el cielo las desventuras de sus hijos, de los malditos, de los pobres y desamparados, de los ricos… De todos. El muchacho no pretende ser el atractivo de esta noche, no desea convertirse en el títere de los demás jugadores, le importa poco si despierta un sentimiento tan amargo como la lástima, esta ocasión se siente sin alma. Sepultado bajo esa tierra quiere guardar su corazón, para que así su dolor opaque entre la penumbra que sí es palpable. Procura no sonreír agriamente, mudan sus labios al igual que sus ojos y escucha las sabias palabras de un extraño, un místico ente merodeador del cementerio como Damian de sus propios y turbios sueños.
El tacto de una aterciopelada piel, toca su letárgica mano, la daga imaginaria que clavó en su pecho se desvanece. Su ceño se frunce, piensa, escucha, duerme y sueña en un instante, transporta sus sentimientos a lo más recóndito de su ser, las palabras de esa dama despiertan su interés en la filosofía abstracta, en la poca elocuencia de su lucidez y esa demencia en su ideología. Es sólo allí cuando se da cuenta del gélido tacto en su mano, la frialdad de esa seda le hace sucumbir ante un escalofrío recorriendo su espalda, presintiendo e ignorando la verdad ¿Miedo? El miedo es una palabra que poco describiría lo que ese joven testarudo puede llegar a sentir, más su ahogo en aquellas penas no le brinda espacio a la emoción del vértigo como lo es el miedo. Por instinto y la inercia que genera su cuerpo ante la invasión un espasmo refleja en su brazo, mismo que dicta en los pensamientos del joven retirar la mano de ese gélido contacto lo más pronto posible. No lo hace. Por alguna extraña razón desea mantener su piel junto a la de ella, por más frío que se siente, es a lo único que puede aferrarse justo ahora, le es indiferente a la cuestión de la realidad o no, recorre las guaridas de su mente, irrumpiendo una por una en los aposentos de las palabras especificas, una eternidad para quien no es paciente, sí eso fue… Un minuto en el que el silencio cubrió el cuerpo de Damian, un infinito vacío para los que no saben esperar – Pero Madame – Sus labios se abren poco, escapando de ellos una frágil voz. Con sus dedos toca el relieve en las letras grabadas en el sepulcro de su padre, los enrosca, impidiendo sentir el nombre de Anthony.
Presta atención a las palabras seguidas de esa mística voz, las asume, las analiza, las cuestiona en silencio, responde con sarcasmo a sus propias dudas, reprime a su interior, se refugia en su propia fuente de inspiración. Para quien puede verle se da cuenta que sus ojos cambiaron de dirección, ahora parecieran ver a la mujer que se encuentra frente a él, quizá sus pupilas reflejen la silueta de la fémina pero esa espléndida imagen a su cerebro jamás llegará. La ruptura de un contacto previo le hace estremecer más de lo que pudiese haber imaginado, se siente solo, en una vorágine, completamente perdido y sin visión alguna ¿Irónico? Se aferra al suelo que se encuentra adoquinado por el rocío de la noche, su mano encierra en un puño el césped húmedo, su cuerpo se irgue de forma en la que queda sentado, recostando su espalda en la tan mencionada lápida – Los muertos también lloran sus penas Madeimoselle – Hecha su cabeza hacía atrás para que su nuca golpee la piedra, su mirada entonces es vista por las estrellas, como si fuesen un espejo en sus pupilas se pueden reflejar. Sus brazos caen a sus costados como los de una marioneta, sin fuerza, sin vida - ¿A qué sabe el dolor? Esa emoción no puede opacar una esperanza en donde nunca existió como tal – A la vista de un para de ojos, es un ebrio más perdido en el alcohol y las alucinaciones de una torpe mente humana, con una gran diferencia, la embriaguez de sus pensamientos no se deben al licor que puede llegar tomar, si no al dolor que no pueden sus sentidos esquivar.
El tacto de una aterciopelada piel, toca su letárgica mano, la daga imaginaria que clavó en su pecho se desvanece. Su ceño se frunce, piensa, escucha, duerme y sueña en un instante, transporta sus sentimientos a lo más recóndito de su ser, las palabras de esa dama despiertan su interés en la filosofía abstracta, en la poca elocuencia de su lucidez y esa demencia en su ideología. Es sólo allí cuando se da cuenta del gélido tacto en su mano, la frialdad de esa seda le hace sucumbir ante un escalofrío recorriendo su espalda, presintiendo e ignorando la verdad ¿Miedo? El miedo es una palabra que poco describiría lo que ese joven testarudo puede llegar a sentir, más su ahogo en aquellas penas no le brinda espacio a la emoción del vértigo como lo es el miedo. Por instinto y la inercia que genera su cuerpo ante la invasión un espasmo refleja en su brazo, mismo que dicta en los pensamientos del joven retirar la mano de ese gélido contacto lo más pronto posible. No lo hace. Por alguna extraña razón desea mantener su piel junto a la de ella, por más frío que se siente, es a lo único que puede aferrarse justo ahora, le es indiferente a la cuestión de la realidad o no, recorre las guaridas de su mente, irrumpiendo una por una en los aposentos de las palabras especificas, una eternidad para quien no es paciente, sí eso fue… Un minuto en el que el silencio cubrió el cuerpo de Damian, un infinito vacío para los que no saben esperar – Pero Madame – Sus labios se abren poco, escapando de ellos una frágil voz. Con sus dedos toca el relieve en las letras grabadas en el sepulcro de su padre, los enrosca, impidiendo sentir el nombre de Anthony.
Presta atención a las palabras seguidas de esa mística voz, las asume, las analiza, las cuestiona en silencio, responde con sarcasmo a sus propias dudas, reprime a su interior, se refugia en su propia fuente de inspiración. Para quien puede verle se da cuenta que sus ojos cambiaron de dirección, ahora parecieran ver a la mujer que se encuentra frente a él, quizá sus pupilas reflejen la silueta de la fémina pero esa espléndida imagen a su cerebro jamás llegará. La ruptura de un contacto previo le hace estremecer más de lo que pudiese haber imaginado, se siente solo, en una vorágine, completamente perdido y sin visión alguna ¿Irónico? Se aferra al suelo que se encuentra adoquinado por el rocío de la noche, su mano encierra en un puño el césped húmedo, su cuerpo se irgue de forma en la que queda sentado, recostando su espalda en la tan mencionada lápida – Los muertos también lloran sus penas Madeimoselle – Hecha su cabeza hacía atrás para que su nuca golpee la piedra, su mirada entonces es vista por las estrellas, como si fuesen un espejo en sus pupilas se pueden reflejar. Sus brazos caen a sus costados como los de una marioneta, sin fuerza, sin vida - ¿A qué sabe el dolor? Esa emoción no puede opacar una esperanza en donde nunca existió como tal – A la vista de un para de ojos, es un ebrio más perdido en el alcohol y las alucinaciones de una torpe mente humana, con una gran diferencia, la embriaguez de sus pensamientos no se deben al licor que puede llegar tomar, si no al dolor que no pueden sus sentidos esquivar.
Damian Montague- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 27/07/2010
Re: Porque esta es otra de esas noches. [Damian Montague]
El vacio de su dolor y la tristeza que el mismo sentía le hacía recaer en las más profundas acciones donde no tenía ni voz ni participación, solo era una marioneta de lo que sentía y de lo que su cuerpo dominaba, se había dejado llevar por sus mismos sentimientos como cualquier mortal, ahora que lo recordaba, particularmente pensaba que el punto débil de los mortales en la importancia que le dan a sus sentimientos, a los sucesos que les ocurren y por lo mismo a las consecuencias que estos traen, por ello son esclavos de sus sentimientos, de lo que su mente traza como un mapa a seguir, como un manual de instrucciones perfecto y conciso que debe cumplirse como todos en general, me arriesgue a pensar por un momento que eso era lo que sentía el joven que yacía frente a mí, era un criado de su propio corazón sumando a ello que había sido traicionado por su propia mente que cubría cualquier indicio o entrada de luz de la esperanza humana pilar de sustento cuando los mortales sienten que todo acabo, que nada vale la pena y que el fin se aproxima, frente a mí se hallaba un claro ejemplo del que solo quedaban liricas armónicas y un prominente dolor, ¿lastima?, tenía todo el derecho de sentirla, incluso podía hacerlo sin que él se diera cuenta, solo en mi subconsciente podía crear una imagen irónica y pobre del chico que se hallaba frente a mí, divertirme con su desaliñado aspecto que ocultaba cualquier rasgo de belleza en él, su situación...cuantas oraciones llenas se burla y sarcasmo no formaría, la maldad de tenia en mi interior creando cualquier situación futura donde se diera a flote, pero en este momento no lo deseaba, ni siquiera pensaba cometer tal acción contra el chico, lo supiera o no puesto que el brillo de sus ojos y la suavidad de sus oraciones me habían cautivado a no hacerle daño, no un completo dominio pero si el saber que le ocurría y la razón del empañar de sus ojos.
¿Dolor?, tan solo cuando menciono esa interrogante pude transportarme a recuerdos anteriores, tanto que quería en ese instante alejarme de las atrocidades que me invadían por completo y el, inconscientemente pues no sabía nada de mí, las había llamado como una desconocida y vil amiga que se adentro en mi llevándome a tantas de las vivencias que se inducían en mi cuerpo como un toxico, que llenaban mi mente como cual trama de obra teatral, haciéndome pensar, reaccionar, sentir. Tantos asesinatos, tantos crímenes nunca resueltos y de los que no quedaría pista alguna fue con lo que me tope ante la mención de esa palabra. Los rostros sin vida de los mortales, sus gritos y manifestaciones de una fe que nunca llegaría a manifestarse, sus peticiones a que no les hiciera daño lo cual era inútil puesto que siempre terminaba mi capricho con éxito y sin que quedaran pistas, que la sociedad solo pensara que eran uno más de esos asesinatos donde no descubrían al culpable y simplemente seria un anonimato, creando las dudas y frustración en sus mentes. Negué ante tales recuerdos mientras aun me hallaba sentada frente a él sobre el camposanto, lo mire aun sabiendo que no podría verme pero aun así vi su cuerpo apoyado en una posición que solo denotaba vencimiento y dolor, tome una bocanada de aire al saber que de alguna forma u otra y basándome en mis vivencias quería responder a su interrogante, quizás nuestros puntos de vista fueran opuestos en su totalidad pero no perdía nada en contestar tal inquisición que el había aflorado de su garganta al frio aire que rodeaba el lugar -El dolor no tiene sabor Monsieur, el dolor tiene poder, solo se siente mas no se toca en el paladar. Una amarga ironía cubrió mi voz aunque no lo suficiente para dar a conocer mi realidad -Tiene el don de hacernos sentir inferiores, pobres a su merced y mínimos ante ella, tiene la habilidad de cubrir cualquier indicio de esperanza y me atrevo a decir que usted esta errando al decir que no hay esperanza, si la hay solo que se esconde tras las lagrimas que empañan sus ojos tras el dolor que cubre su alma y la tragedia que ocupa su corazón, muy dentro de todos esta ese rayo de esperanza pero la tristeza es tan fuerte que su poder lo ha carcomido para pensar que no existe. Mis ojos dejaron de verlo para recorrer con mis dedos las letras de la fria lapida sin tomarme la molestia de leerla aun, allí, donde se hallaba la razón de su llanto.
Me quede en mi lugar, no temía hacerle daño ya que estaba totalmente controlada y esta vez pude ganarle a mi cuerpo y a mis instintos que se empeñaban en aprovecharse de la situación de soledad y sufrimiento de aquel joven cuya vista se hallaba perdida en la inmensidad del cielo nocturno como si con ella pidiera no más dolor o tan solo buscara respuestas o una paz que hacía mucho tiempo no se posaba en el. Podía oír las ramas y hojas de los secos arboles moverse con el cauce del viendo nocturno el cual no era muy favorable para un solitario mortal, aunque pensé que de seguro lo que habitaba dentro de él ya no le permitía sentir siquiera las manifestaciones físicas del frio, el calor, las manifestaciones internas, solo estaba sucumbido en las tinieblas sin la esperanza de buscar una luz -No doy excusas a mi imprudencia pero, me gustaría saber el porqué de su dolor, ¿tanta profundidad se debe al ser que yace bajo esta tumba?, no debe responderme si no lo desea pero sus versos, la paz de los mismos es triste y solo basada en recuerdos y lagrimas, hermosos debo decir pero su estado me indica que algo...algo nubla su corazón. Sentía curiosidad por aquel joven y solo él me respondería si lo deseaba, no había conocido a un mortal de tal forma, en todos los sentidos, la oscuridad de sus ojos y aun así un brillo que indicaba una oculta fe y el sufrimiento de su alma que el mismo se había encargado de formalizar como un potente puñal de hierro que literalmente me demostró minutos anteriores.
¿Dolor?, tan solo cuando menciono esa interrogante pude transportarme a recuerdos anteriores, tanto que quería en ese instante alejarme de las atrocidades que me invadían por completo y el, inconscientemente pues no sabía nada de mí, las había llamado como una desconocida y vil amiga que se adentro en mi llevándome a tantas de las vivencias que se inducían en mi cuerpo como un toxico, que llenaban mi mente como cual trama de obra teatral, haciéndome pensar, reaccionar, sentir. Tantos asesinatos, tantos crímenes nunca resueltos y de los que no quedaría pista alguna fue con lo que me tope ante la mención de esa palabra. Los rostros sin vida de los mortales, sus gritos y manifestaciones de una fe que nunca llegaría a manifestarse, sus peticiones a que no les hiciera daño lo cual era inútil puesto que siempre terminaba mi capricho con éxito y sin que quedaran pistas, que la sociedad solo pensara que eran uno más de esos asesinatos donde no descubrían al culpable y simplemente seria un anonimato, creando las dudas y frustración en sus mentes. Negué ante tales recuerdos mientras aun me hallaba sentada frente a él sobre el camposanto, lo mire aun sabiendo que no podría verme pero aun así vi su cuerpo apoyado en una posición que solo denotaba vencimiento y dolor, tome una bocanada de aire al saber que de alguna forma u otra y basándome en mis vivencias quería responder a su interrogante, quizás nuestros puntos de vista fueran opuestos en su totalidad pero no perdía nada en contestar tal inquisición que el había aflorado de su garganta al frio aire que rodeaba el lugar -El dolor no tiene sabor Monsieur, el dolor tiene poder, solo se siente mas no se toca en el paladar. Una amarga ironía cubrió mi voz aunque no lo suficiente para dar a conocer mi realidad -Tiene el don de hacernos sentir inferiores, pobres a su merced y mínimos ante ella, tiene la habilidad de cubrir cualquier indicio de esperanza y me atrevo a decir que usted esta errando al decir que no hay esperanza, si la hay solo que se esconde tras las lagrimas que empañan sus ojos tras el dolor que cubre su alma y la tragedia que ocupa su corazón, muy dentro de todos esta ese rayo de esperanza pero la tristeza es tan fuerte que su poder lo ha carcomido para pensar que no existe. Mis ojos dejaron de verlo para recorrer con mis dedos las letras de la fria lapida sin tomarme la molestia de leerla aun, allí, donde se hallaba la razón de su llanto.
Me quede en mi lugar, no temía hacerle daño ya que estaba totalmente controlada y esta vez pude ganarle a mi cuerpo y a mis instintos que se empeñaban en aprovecharse de la situación de soledad y sufrimiento de aquel joven cuya vista se hallaba perdida en la inmensidad del cielo nocturno como si con ella pidiera no más dolor o tan solo buscara respuestas o una paz que hacía mucho tiempo no se posaba en el. Podía oír las ramas y hojas de los secos arboles moverse con el cauce del viendo nocturno el cual no era muy favorable para un solitario mortal, aunque pensé que de seguro lo que habitaba dentro de él ya no le permitía sentir siquiera las manifestaciones físicas del frio, el calor, las manifestaciones internas, solo estaba sucumbido en las tinieblas sin la esperanza de buscar una luz -No doy excusas a mi imprudencia pero, me gustaría saber el porqué de su dolor, ¿tanta profundidad se debe al ser que yace bajo esta tumba?, no debe responderme si no lo desea pero sus versos, la paz de los mismos es triste y solo basada en recuerdos y lagrimas, hermosos debo decir pero su estado me indica que algo...algo nubla su corazón. Sentía curiosidad por aquel joven y solo él me respondería si lo deseaba, no había conocido a un mortal de tal forma, en todos los sentidos, la oscuridad de sus ojos y aun así un brillo que indicaba una oculta fe y el sufrimiento de su alma que el mismo se había encargado de formalizar como un potente puñal de hierro que literalmente me demostró minutos anteriores.
Invitado- Invitado
Re: Porque esta es otra de esas noches. [Damian Montague]
¿Desdicha? Muy pocas personas se sienten relacionadas con esa tan descriptible palabra. La desdicha desde el propio pensamiento del joven humano solo puede ser utilizada por las propias mentes que de una forma u otra se siente así, con la miseria al borde de cada lágrima que emana cual manantial de sus tristes, lamentables, llorosos ojos. No, Damian no era ese tipo de personas que se sumergen en su propia tristeza sin salir del abismo que él mismo creo, pese a sus ideales, a las teorías depositadas en su mente, las hipótesis que crean sus neuronas, continúa por desgracia o fortuna siendo un humano, un animal más en este mundo con la capacidad suficiente para sentir. En la nostalgia de su condición el invidente puede incluso ser capaz de sentir mucho más que las personas ordinarias, quizá no sea él quien se deje ahogar por su agonía, tal vez siempre encuentre la forma de permanecer a flote y a la deriva en el mar de sus tristezas… Pero toda regla tiene una excepción, la misma excepción es la confirmación de la propia regla infundada por una sociedad, que se resume siempre a lo mismo, una conglomeración de humanos con ideas particulares…
En su cárcel de cristal, el ciego es feliz fingiendo la indiferencia de lo que le rodea, más cuando las memorias que precisamente en estos días se supone no se debe pensar, regresan para asecharle cual bestia despiadada embosca a su presa. Si fuese un enemigo común, un simple y adoquinado monstruo con ganas de arrancarle la vida en un solo y único movimiento, podría escapar huyendo, escondiéndose… Un monstruo físico es más fácil de vencer cuando se sabe donde esta, como camina, como es que se mueve, por donde es que atacará, sin importar realmente si se puede ver o no, una bestia real Damian puede escapar, pero de su propia mente, su propio ser que martiriza sus sentidos, desfallece sus esperanzas y duerme sus sueños, de algo que a donde quiera que valla, no puede escapar… No tiene la fortaleza suficiente para desvanecerlo, simple y fácil como las palabras se escuchan cuando se pueden pronunciar. La libertad de su ser se resume a ser prisionero de un mundo tan amargo como este. Su agudo oído se enfoca en las sabias palabras del espectro frente a él. Ese tipo de enseñanzas y/o sabiduría no le corresponden a una persona cualquiera, pero el tono en la voz de esa mujer denotaba lo común que puede llegar a ser. Confusiones y más confusiones se describen en el semblante de Damian, no puede discernir de lo que se trata la aparición…
En silencio escucha y escrudiña las posibilidades que tiene para derrumbar los sustentos de la fémina, pero no encuentra una ruptura lo suficientemente apropiada para interponerse, implantar sus propias y letárgicas ideas en el pensamiento de la mujer. ¿Vencido? Si se encontrara en otro estado de ánimo las posibilidades de que se le viera con esa facha serían mínimas, pero con el abrigo de su soledad, aferrándose a él como el ancla en los mares, no puede, no debe… Piensa detenidamente las cosas que dirá, no quiere convertirse en el paria de palabras malintencionadas que pueden o no arrastrarlo hasta el más mortífero de sus infiernos, entonces allí donde su luz brilla de entre tanta maldita penumbra – No Madeimoselle, el dolor sabe a vida… - Una curva en sus labios figura sonrisa ácida, la tonalidad de su voz es más bien parecida a un susurro fúnebre acompañado por los aullidos de un ánima errante en el alunado – Quien no siente el dolor marcase en las fauces de su ser, no tiene alma… Muerto y enterrado se encuentra aún cuando su pensamiento le engañe diciéndole que la vida es eterna – Tras esas palabras sus manos se posan en su cabeza para despeinar sus cabellos, el fío de esa noche puede calarle hasta los huesos si él así mismo lo desea, más su mente se encuentra ocupada en la apreciación de otro tipo de cosas, más que del estar al pendiente de las brizas del viento, las caricias del gélido aliento de la tierra desplazarse por todo el camposanto, solo para depositarse en las mejillas de un humano más en el mundo, tan solo para morir en el choque contra la piel fría, blanca, pálida y demacrada de un rostro juvenil como anciano.
Baja la mirada como quien desea ver lo que se encuentra inmerso, sus manos se deslizan nuevamente por sus costados, una de ellas busca la figura de la piedra en la que se encuentra reposando, pero la retira antes de llegar siquiera a rosarle, no puede permitirse caer de nuevo en la obscuridad – Solo quien ah atravesado la puerta del infierno abandona toda esperanza… Mi llanto por su cuerpo sepultado se resume a la vida que me entrego, Mi padre… - Una lágrima perlada con los rayos de la luna se suicida desde su rostro hasta su mejilla – Responderle a un extraño es como confesarse con el viento, arrastrando las palabras hasta donde alguien pueda apreciarlas - Sonríe, pero esta vez recobra su propia fuente de inspiración, el todo y la nada unidos por sus prosas.
En su cárcel de cristal, el ciego es feliz fingiendo la indiferencia de lo que le rodea, más cuando las memorias que precisamente en estos días se supone no se debe pensar, regresan para asecharle cual bestia despiadada embosca a su presa. Si fuese un enemigo común, un simple y adoquinado monstruo con ganas de arrancarle la vida en un solo y único movimiento, podría escapar huyendo, escondiéndose… Un monstruo físico es más fácil de vencer cuando se sabe donde esta, como camina, como es que se mueve, por donde es que atacará, sin importar realmente si se puede ver o no, una bestia real Damian puede escapar, pero de su propia mente, su propio ser que martiriza sus sentidos, desfallece sus esperanzas y duerme sus sueños, de algo que a donde quiera que valla, no puede escapar… No tiene la fortaleza suficiente para desvanecerlo, simple y fácil como las palabras se escuchan cuando se pueden pronunciar. La libertad de su ser se resume a ser prisionero de un mundo tan amargo como este. Su agudo oído se enfoca en las sabias palabras del espectro frente a él. Ese tipo de enseñanzas y/o sabiduría no le corresponden a una persona cualquiera, pero el tono en la voz de esa mujer denotaba lo común que puede llegar a ser. Confusiones y más confusiones se describen en el semblante de Damian, no puede discernir de lo que se trata la aparición…
En silencio escucha y escrudiña las posibilidades que tiene para derrumbar los sustentos de la fémina, pero no encuentra una ruptura lo suficientemente apropiada para interponerse, implantar sus propias y letárgicas ideas en el pensamiento de la mujer. ¿Vencido? Si se encontrara en otro estado de ánimo las posibilidades de que se le viera con esa facha serían mínimas, pero con el abrigo de su soledad, aferrándose a él como el ancla en los mares, no puede, no debe… Piensa detenidamente las cosas que dirá, no quiere convertirse en el paria de palabras malintencionadas que pueden o no arrastrarlo hasta el más mortífero de sus infiernos, entonces allí donde su luz brilla de entre tanta maldita penumbra – No Madeimoselle, el dolor sabe a vida… - Una curva en sus labios figura sonrisa ácida, la tonalidad de su voz es más bien parecida a un susurro fúnebre acompañado por los aullidos de un ánima errante en el alunado – Quien no siente el dolor marcase en las fauces de su ser, no tiene alma… Muerto y enterrado se encuentra aún cuando su pensamiento le engañe diciéndole que la vida es eterna – Tras esas palabras sus manos se posan en su cabeza para despeinar sus cabellos, el fío de esa noche puede calarle hasta los huesos si él así mismo lo desea, más su mente se encuentra ocupada en la apreciación de otro tipo de cosas, más que del estar al pendiente de las brizas del viento, las caricias del gélido aliento de la tierra desplazarse por todo el camposanto, solo para depositarse en las mejillas de un humano más en el mundo, tan solo para morir en el choque contra la piel fría, blanca, pálida y demacrada de un rostro juvenil como anciano.
Baja la mirada como quien desea ver lo que se encuentra inmerso, sus manos se deslizan nuevamente por sus costados, una de ellas busca la figura de la piedra en la que se encuentra reposando, pero la retira antes de llegar siquiera a rosarle, no puede permitirse caer de nuevo en la obscuridad – Solo quien ah atravesado la puerta del infierno abandona toda esperanza… Mi llanto por su cuerpo sepultado se resume a la vida que me entrego, Mi padre… - Una lágrima perlada con los rayos de la luna se suicida desde su rostro hasta su mejilla – Responderle a un extraño es como confesarse con el viento, arrastrando las palabras hasta donde alguien pueda apreciarlas - Sonríe, pero esta vez recobra su propia fuente de inspiración, el todo y la nada unidos por sus prosas.
Damian Montague- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 27/07/2010
Re: Porque esta es otra de esas noches. [Damian Montague]
El silencio que nos cobijaba cumplió su función en sepultar las palabras en nuestras gargantas para que una ola de pensamientos sin rumbo fijo se adueñara de nuestras mentes y trajeran consigo los más profundos e ilícitos pensamientos. El estaba en su mundo, en su dolor, sus ideales y cada hilo que pasaba frente a él como la escena o parlamento de una obra teatral o las estrofas de una armónica canción, podía adentrarme en su mente, saber lo que estaba pensando y de esa forma llenar la curiosidad que el mismo había despertado al no ser semejante al común de los mortales, pero no, parecía sumido en una extraña tranquilidad, si, el dolor brillaba en sus ojos sin vida pero de igual forma tenia por seguro que en el desarrollo de nuestro silencio había encontrado la paz con tan solo un pensamiento y de momento no sería yo quien la irrumpiera de forma abrupta y sin intención aparente. Aunque mis ojos lo repasaban, analizaban sus suaves rasgos mortales que, aun cubiertos por la tragedia y el poder del dolor, como yo misma lo había calificado, poseían un rayo de luz, si, un rayo de luz profundo y misterioso me transmitía conocimientos, pensamientos profundos y poco comunes, armonía, musicalidad y una inquebrantable alegría, algo opuesto a lo que hasta los momentos había visto, una curvatura apareció en mis labios de forma inconsciente al repasar nuevamente aquel dicho antiguo de que nada era lo que aparentaba ser y que mas demostración que el cuerpo mortal que yacía frente a mí en un solitario cementerio con la luz de la luna y los cuerpos fallecidos de testigo.
Mis pensamientos se transportaron a mi respuesta, a lo que había calificado como dolor pese a su interrogante llevada a los oídos del viento cuyo cauce la llevo hasta mi encuentro y hasta el frio análisis que yo misma pude apreciar desde mi punto de vista, desde mi vivencia y recuerdos, todo aquello fue lo que me conllevo a responderle de tal manera. Mis dedos repasaban el húmedo pasto y la tierra vacía y fría por el halito nocturno de la neblina que deja a su paso mínimas formaciones cristalinas de agua, recordaba y pensaba, solo eso, rostros, gritos, ojos desorbitados sin vida alguna y peticiones de una piedad imposible, eso solía suceder, hasta el más malvado y maniático vampiro le sucedían momentos como aquel, miles de rostros y recuerdos agolpándose en nuestra mente como si fuera un baúl que, a pesar de las extensas cantidades, quería llenarse mas y mas para atormentarnos y crear de alguna forma inevitable un poco de conciencia en nuestra forma de vida. Usualmente en mis momentos de soledad el pasado se adaptaba a mi cuerpo creando una barrera sin defensas cuyo único objetivo era atacarme sin piedad, inmiscuirse en mi fuerte temple para dejarlo debilitado y sumirme en un vacio profundo de todas mis acciones. Negué internamente ante la nueva posesión que estaba empezando a darse e internamente agradecí que el joven hablara y atrajera con su léxico impecable mi total atención.
No lo esperaba, y menos aun que aquel chico sumara con su argumento un trozo más a lo que segundos antes había mantenido en mis pensamientos. Sus palabras retomaban la vida y la seguridad y él sin saberlo había atacado algo interno que habitaba en mí, no lo evite y me levante del suelo húmedo para dar unos cuantos pasos y alzar mi vista a la luna, cerré mis ojos y tome un suave suspiro, aunque no necesitaba del aire para mi supervivencia sería algo que acallara lo extraño que se había levantado en mi ser interno, fue allí cuando me dispuse a escucharlo, porque después todo no eran necesarias sus palabras ni una extensa filosofía para saber que el tenia razón y que el dolor a que ambos nos referíamos era de un concepto totalmente diferente, agregando a ello que yo no podía sentirlo, solo podía verlo en los ojos de mis victimas, estaba entre el mundo de los muertos mas no estaba muerta, había que aceptarlo y solo la mención de esa palabra fue la que me acallo dejando un sentimiento poco peculiar en mi.
Su padre, suponía que a algún ser querido pertenecía el frio cuerpo que se hallaba bajo tierra, aun recordaba a mi padre, un hombre apuesto a pesar de la edad, educado y refinado, inteligente y poderoso, lástima que los acontecimientos y mi nuevo renacer habían hecho que nuestra relación se alejara en su totalidad hasta quedar destruida por completo pero...no era el momento de lamentarme por mis acciones -A veces un extraño puede poseer más entendimiento que un conocido a lo que nosotros se refiere, eso sí es el indicado. Mantenía una sutil sonrisa en mis sonrosados labios, fruto de la imagen de la luna reflejada en mis ojos y el resonar de su suave voz en mis oídos, mis dedos se deslizaban en mis propios brazos aun sobre la tela del vestido como una reacción pacifica a mi persona después de minutos de tormentosos recuerdos internos -Puede decírmelo a mí que en una noche...como muchas otras encontré a un desconocido poco común que aun lleno de tristeza supo utilizar las palabras correctas para crear una imagen que nunca antes hubiera repasado de mi…por más que lo hubiese aceptado. Concluí en mi interior. Baje la mirada al suelo del camposanto con una cruda ironía, las últimas palabras habían sido como unos pensamientos únicos para mí que mis labios habían dejado escapar, solo esperaba que él le diera algún sentido mortal a mi argumento, el que fuera, no me importaba, puesto que consideraba que aun no podría enterarse de el verdadero y oculto significado de mis términos y alusiones y de alguna manera no quería que lo hiciera.
Mis pensamientos se transportaron a mi respuesta, a lo que había calificado como dolor pese a su interrogante llevada a los oídos del viento cuyo cauce la llevo hasta mi encuentro y hasta el frio análisis que yo misma pude apreciar desde mi punto de vista, desde mi vivencia y recuerdos, todo aquello fue lo que me conllevo a responderle de tal manera. Mis dedos repasaban el húmedo pasto y la tierra vacía y fría por el halito nocturno de la neblina que deja a su paso mínimas formaciones cristalinas de agua, recordaba y pensaba, solo eso, rostros, gritos, ojos desorbitados sin vida alguna y peticiones de una piedad imposible, eso solía suceder, hasta el más malvado y maniático vampiro le sucedían momentos como aquel, miles de rostros y recuerdos agolpándose en nuestra mente como si fuera un baúl que, a pesar de las extensas cantidades, quería llenarse mas y mas para atormentarnos y crear de alguna forma inevitable un poco de conciencia en nuestra forma de vida. Usualmente en mis momentos de soledad el pasado se adaptaba a mi cuerpo creando una barrera sin defensas cuyo único objetivo era atacarme sin piedad, inmiscuirse en mi fuerte temple para dejarlo debilitado y sumirme en un vacio profundo de todas mis acciones. Negué internamente ante la nueva posesión que estaba empezando a darse e internamente agradecí que el joven hablara y atrajera con su léxico impecable mi total atención.
No lo esperaba, y menos aun que aquel chico sumara con su argumento un trozo más a lo que segundos antes había mantenido en mis pensamientos. Sus palabras retomaban la vida y la seguridad y él sin saberlo había atacado algo interno que habitaba en mí, no lo evite y me levante del suelo húmedo para dar unos cuantos pasos y alzar mi vista a la luna, cerré mis ojos y tome un suave suspiro, aunque no necesitaba del aire para mi supervivencia sería algo que acallara lo extraño que se había levantado en mi ser interno, fue allí cuando me dispuse a escucharlo, porque después todo no eran necesarias sus palabras ni una extensa filosofía para saber que el tenia razón y que el dolor a que ambos nos referíamos era de un concepto totalmente diferente, agregando a ello que yo no podía sentirlo, solo podía verlo en los ojos de mis victimas, estaba entre el mundo de los muertos mas no estaba muerta, había que aceptarlo y solo la mención de esa palabra fue la que me acallo dejando un sentimiento poco peculiar en mi.
Su padre, suponía que a algún ser querido pertenecía el frio cuerpo que se hallaba bajo tierra, aun recordaba a mi padre, un hombre apuesto a pesar de la edad, educado y refinado, inteligente y poderoso, lástima que los acontecimientos y mi nuevo renacer habían hecho que nuestra relación se alejara en su totalidad hasta quedar destruida por completo pero...no era el momento de lamentarme por mis acciones -A veces un extraño puede poseer más entendimiento que un conocido a lo que nosotros se refiere, eso sí es el indicado. Mantenía una sutil sonrisa en mis sonrosados labios, fruto de la imagen de la luna reflejada en mis ojos y el resonar de su suave voz en mis oídos, mis dedos se deslizaban en mis propios brazos aun sobre la tela del vestido como una reacción pacifica a mi persona después de minutos de tormentosos recuerdos internos -Puede decírmelo a mí que en una noche...como muchas otras encontré a un desconocido poco común que aun lleno de tristeza supo utilizar las palabras correctas para crear una imagen que nunca antes hubiera repasado de mi…por más que lo hubiese aceptado. Concluí en mi interior. Baje la mirada al suelo del camposanto con una cruda ironía, las últimas palabras habían sido como unos pensamientos únicos para mí que mis labios habían dejado escapar, solo esperaba que él le diera algún sentido mortal a mi argumento, el que fuera, no me importaba, puesto que consideraba que aun no podría enterarse de el verdadero y oculto significado de mis términos y alusiones y de alguna manera no quería que lo hiciera.
Invitado- Invitado
Re: Porque esta es otra de esas noches. [Damian Montague]
Un estigma marcado en su vacío interno y corona de espinas atormentando su letárgica muerte. Es así como el joven de ojos azules ve la vida cuando en sus memorias se asoman todos esos recuerdos castigando su alma, recordándole una y otra vez lo que es la muerte en vida. Un corazón pútrido en un cuerpo que los ancianos desearían, una vitalidad frenética pero con un espíritu en tinieblas. Si la nostalgia es quien le abraza por las noches, la soledad quien abriga su cuerpo día con día, la penumbra su fiel compañera en momentos tan tristes ¿Cuándo hace su aparición la esperanza, esa de la que un espectro femenino esta noche le habla? No todos los versos de un poeta terminan en la amargura de su esencia. Damian se deja llevar por sus sentimientos, por lo pagano que resultan sus creencias, lo ambiguo de sus palabras y lo rústico de su inteligencia. Esta vez cayo en el abismo de su impertinente tristeza, las horas frente aquel cristal en su ventana le enmarañaron recuerdos en sus pestañas, desfilando entre sí, atados el uno con el otro; en esta ocasión le toco perderse en sus lagrimas internas llenas de un dolor agonizante, pero quien sabe si mañana despierte con una sonrisa esculpida en su fúnebre rostro.
“¡Oh, Gratitud sin desdicha! Envuelve en tus sábanas de seda a tu hijo, ese quien por las noches siempre te espera”
En medio del silencio los agudos oídos del mortal no escuchaban nada, la presencia de esa mujer sin nombre le parece ser un sueño solamente, opina que sus ojos se cerraron después de tanto llanto, con sus labios tras terminar el versículo de un capítulo sin nombre. Piensa haber perdido los estribos, la cordura que alguna vez presumió en sus retorcidas pesadillas, solo sonríe disfrutando plenamente de su dolor, dícese masoquista en un principio, filosofo intermedio y demente al final. Si la extraña dama aún permanecía a su lado al despertar quizá, solo tal vez se trataba de alguien que comparte la rareza de sus abstractos pensamientos, mas si su silueta se desvanecía con la llegada del alba, Damian necesitaría regresar al cementerio para buscarla ¿Una adicción? Lo duda pero sí la forma de encontrarse consigo mismo. Presta su atención únicamente a la melodía en la voz de su hermosa compañera. Asiente una vez tras el primer comentario de la mujer, eso es precisamente lo que siente, desahogarse con extraño esa noche justo lo que requería.
Su cuerpo permanece inerte, reposa en la lápida con el nombre de su padre descrito a relieve, en ocasiones se pregunta ¿Y si yo hubiese muerto antes que él? La respuesta que siempre llega a su cabeza es contradictoria, lo que él más desea, lo que el joven más anhela “Sería libre” Concluye con su amarga expresión. La libertad es más grande sueño, poder navegar entre los mares irreales en este mundo, divagar en la tierra, deambular por las calles, admirar nuevamente la luz del día. Escribirle un poema a la hermosura de la luna, poder contar las estrellas, adorar de una mujer su belleza. Entonces sus manos toman de sus mejillas dos delicadas lágrimas que mueren absorbidas por la tela de su descolorida camisa – Mi Lady, los humanos cometemos el error de subestimar nuestra propia alma, creemos, pensamos e incluso juramos ser algo que a la larga termina carcomiendo nuestras entrañas… - Sujeta su mano derecha contra el filo de la piedra, sus rodillas y tobillos generan una fuerza, sus piernas se alargan, su espalda se arquea… Se pone de pie camina en dirección a donde proviene la voz de la dama, no extiende su mano en esta ocasión pues el territorio lo conoce, solo basta con iniciar una cuenta más mentalmente. Su mueca es inescrutable, esta acostumbrado no expresar ninguna emoción en su rostro, pocas son las veces en las que se le verá con un semblante que pueda hacer que alguien traspase su muralla – Lastima que solo sea una máscara… Es por ello que las palabras de un individuo, aquellas que profesa en su estado más débil, son más valiosas que cualquier cosa. Mis felicitaciones a su desconocido, logro tentar su corazón ¿Existe algo más hermoso que eso? -
“¡Oh, Gratitud sin desdicha! Envuelve en tus sábanas de seda a tu hijo, ese quien por las noches siempre te espera”
En medio del silencio los agudos oídos del mortal no escuchaban nada, la presencia de esa mujer sin nombre le parece ser un sueño solamente, opina que sus ojos se cerraron después de tanto llanto, con sus labios tras terminar el versículo de un capítulo sin nombre. Piensa haber perdido los estribos, la cordura que alguna vez presumió en sus retorcidas pesadillas, solo sonríe disfrutando plenamente de su dolor, dícese masoquista en un principio, filosofo intermedio y demente al final. Si la extraña dama aún permanecía a su lado al despertar quizá, solo tal vez se trataba de alguien que comparte la rareza de sus abstractos pensamientos, mas si su silueta se desvanecía con la llegada del alba, Damian necesitaría regresar al cementerio para buscarla ¿Una adicción? Lo duda pero sí la forma de encontrarse consigo mismo. Presta su atención únicamente a la melodía en la voz de su hermosa compañera. Asiente una vez tras el primer comentario de la mujer, eso es precisamente lo que siente, desahogarse con extraño esa noche justo lo que requería.
Su cuerpo permanece inerte, reposa en la lápida con el nombre de su padre descrito a relieve, en ocasiones se pregunta ¿Y si yo hubiese muerto antes que él? La respuesta que siempre llega a su cabeza es contradictoria, lo que él más desea, lo que el joven más anhela “Sería libre” Concluye con su amarga expresión. La libertad es más grande sueño, poder navegar entre los mares irreales en este mundo, divagar en la tierra, deambular por las calles, admirar nuevamente la luz del día. Escribirle un poema a la hermosura de la luna, poder contar las estrellas, adorar de una mujer su belleza. Entonces sus manos toman de sus mejillas dos delicadas lágrimas que mueren absorbidas por la tela de su descolorida camisa – Mi Lady, los humanos cometemos el error de subestimar nuestra propia alma, creemos, pensamos e incluso juramos ser algo que a la larga termina carcomiendo nuestras entrañas… - Sujeta su mano derecha contra el filo de la piedra, sus rodillas y tobillos generan una fuerza, sus piernas se alargan, su espalda se arquea… Se pone de pie camina en dirección a donde proviene la voz de la dama, no extiende su mano en esta ocasión pues el territorio lo conoce, solo basta con iniciar una cuenta más mentalmente. Su mueca es inescrutable, esta acostumbrado no expresar ninguna emoción en su rostro, pocas son las veces en las que se le verá con un semblante que pueda hacer que alguien traspase su muralla – Lastima que solo sea una máscara… Es por ello que las palabras de un individuo, aquellas que profesa en su estado más débil, son más valiosas que cualquier cosa. Mis felicitaciones a su desconocido, logro tentar su corazón ¿Existe algo más hermoso que eso? -
Damian Montague- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 27/07/2010
Re: Porque esta es otra de esas noches. [Damian Montague]
Mis ojos oscuros como la noche se perdieron en cada gramo de tierra húmeda que el suelo vislumbraba a favor del brillo que el manto nocturno y los astros ofrecían como guía para el camino, para evitar la pérdida de los ojos mortales y el alumbrar por doquier, como si la figura lunar quisiera imitar los rayos solares sin poco éxito, mas sin embargo un ser como yo lo observaba con perplejidad favorecida por su sola existencia. Mi mente estaba sumida en un mar abstracto y complejo de pensamientos, eran como hilos que pasaban de un lado a otro con rapidez y sin dejarme siquiera observarlos con detenimiento para saber de que se trataban o que me querían decir sus mensajes ocultos que se distorsionaban cada vez más al recordar las palabras musicales fruto de los labios de mi acompañante mortal, fruto de su poesía y filosofía que me cobijaba como su nueva huésped, que me desnudaba con su ritmo y argumentos y que a la vez me confundían, como si el de alguna forma u otra supiera de mi todo lo posible y que sus intervenciones solo fueran vagas indirectas que me harían saber que él estaba al tanto de con quien se encontraba, que la belleza angelical y femenina solo cubría a un demonio lleno de maldad y eternidad, sin ninguna opción de arrepentimiento, ajuste con fuerza mis dedos en las frágiles palmas de mis manos como si aquello hubiera causado una extensa frustración en mi persona y ese gesto aliviara tal sentimiento, pero no, el no podría saberlo, sus ojos ciegan su presente mas su mente intenta buscar restos del mismo sin embargo no lo sabría a menos que mis labios afloraran tal confesión. Libere mis palmas ahora cálidas por la pequeña fracción de fuerza ejercida y mi mente se aíslo quedándose en un paraíso que solo escuchaba sus oraciones armadas de la forma más perfecta, juvenil y armónica que hasta mis días actuales había oído.
Los humanos, los mortales, sus palabras me guíaban como una niña pequeña y curiosa, me guían a pensar cuantas veces mis pensamientos no se dirigieron al torrente emocional que implicaba el desarrollo de la mentalidad humana, lo había repasado en incontables veces, creía conocer sus acciones y pensamientos, anticipar sus reacciones obvias en los momentos precisos, los términos que utilizarían en una compleja conversación y hasta en el más torpe de los diálogos, pero interiormente sabia que de alguna manera erraba, un aspecto de mi manifestaba a viva voz que no todo se basaba en lo exterior, que por variadas anticipaciones que pudiera hacer, que sin importar las hipótesis creadas había algo en la mente mortal que solo establecía de manera fija y concisa un aspecto que al que no muchos podía llegar, algo que servía para crear una barrera interna entre ellos, que los protegía, los martirizaba o incluso formaba parte de sus pensamientos y vivencias -Piensan que son esclavos de las decisiones de su propios ser. Concluí pese a su primer comentario. Se encerraban en su alma vacía y trágica, se culpaban, ellos mismos creían que podían ser monstros basados en la ira y avaricia trastornados por el dolor hasta concluir, luego de una imponente batalla que finalmente mantenían la pureza típica de su alma y los errores cometidos al querer subestimar algo que no se debió. Negué con una divertida ironía, tantos caminos que tomar y que, para los mortales, conllevaban a un solo destino, esperado o no para ellos sería su destino.
Mi agudo sentido percibió que ya no se encontraba sentado en su pose vencida y de dolor, se había levantado y por un momento la tentación de ayudarlo me invadió, pero al momento el sonido se volvió mas intenso lo cual implicaba que lo había logrado por sí solo, que su esfuerzo valió la pena e interiormente aquello me alegro en su amplitud y se represento en mis facciones como una suave curvatura sincera. Me voltee con lentitud viéndolo caminar hasta quedarse estático a una distancia considerable de mi persona y concluir aquella idea de la máscara profesada anteriormente, utilizada por muchos y que al pasar el tiempo desaparecía dejando solo las corrientes de dolor en su más pura ilusión que a final de cuentas terminaban siendo la sinceridad de tal escena y todo el tiempo transcurrido bajo un antifaz imaginario. Sus últimos diálogos me hicieron verlo con inocencia y sutilidad ¿acaso sus palabras habían sido intencionales o su pura sinceridad halagaba a un desconocido cuyo conocimiento propio aun no había nacido?, a ciencia cierta no lo sabía, la mente de aquel joven era compleja y de un iris sensible y puro a la vez, no eran necesario mis dones, siquiera por un fin propio, prefería desconocer lo que en sus pensamientos ocurría y que fuera una sorpresa pacifica cuando de sus labios concluyeran. No dude cuando me acerque a él, sabía que podía sentirme frente suyo, mis ojos escrutando cada parte de su ser, admirando sus rasgos mortales, tan comunes y diferentes a la vez, contradictorio pero inevitable, su piel blanca y cálida, sus ojos azules cual mar infinito, una melena castaña y brillante, sedosa de seguro, rasgos masculinos y poco resaltantes como un joven en la flor de su juventud sin embargo bien formados agradables a la vista femenina, estatura adecuada y el rubor virgen de sus mejillas causado por el frio nocturno y acostumbrado en el lugar donde nos encontrábamos, la gélida brisa pacifica que brindaba paz a los que yacían en sueños eternos. Logre divisar una humedad persistente en su mirar, bajo sus ojos que no había alcanzado a eliminar en su totalidad, mi mano se levanto, dudosa de principio pero, tras la seguridad y control que implicaba, deslice mis suaves dedos bajo sus ojos, con sutileza, como si fuera la más delicada escultura a quien su cuidado confiere calma y paciencia por su fragilidad.
Pasaron solo unos segundos en los cuales culmine lo que había hecho, no quedaban rastros de saladas y cristalinas lagrimas que delataran su llanto interno, y mis manos volvieron a su posición cotidiana no sin antes sentir en anhelo a la tez percibida anteriormente de aquel mínimo calor y sedosidad sentida -Existen diversas clases de belleza, existe la belleza de cualquier cuerpo físico, la belleza de las muestras de gratitud, la belleza de los paisajes a quienes se admira...tantas que decir y que el tiempo elimina por su paso, pero lo particular del desconocido a quien usted y yo nos referimos es que me enseño la verdadera hermosura con solo una palabra, que abrió mi...ser con una oración dictada de su alma. Corazón, no lo considere un término adecuado y por ello lo omití con educación usando una palabra pertinente y que completaba a lo que verdaderamente implicaba mi argumento -Y por ello y mas debo preguntar ¿puedo saber el nombre de tal figura? ¿Puedo conocer la identidad de aquel desconocido proferir de sus propios labios presentes ante mí y voceros de las mas sabias y finas palabras?. No formaba parte vacilación alguna cuando pensé con convicción que él me entendería, que, a su manera, lo había hecho desde que mi presencia se unió a la suya en el cementerio, desde que el me encontró.
Los humanos, los mortales, sus palabras me guíaban como una niña pequeña y curiosa, me guían a pensar cuantas veces mis pensamientos no se dirigieron al torrente emocional que implicaba el desarrollo de la mentalidad humana, lo había repasado en incontables veces, creía conocer sus acciones y pensamientos, anticipar sus reacciones obvias en los momentos precisos, los términos que utilizarían en una compleja conversación y hasta en el más torpe de los diálogos, pero interiormente sabia que de alguna manera erraba, un aspecto de mi manifestaba a viva voz que no todo se basaba en lo exterior, que por variadas anticipaciones que pudiera hacer, que sin importar las hipótesis creadas había algo en la mente mortal que solo establecía de manera fija y concisa un aspecto que al que no muchos podía llegar, algo que servía para crear una barrera interna entre ellos, que los protegía, los martirizaba o incluso formaba parte de sus pensamientos y vivencias -Piensan que son esclavos de las decisiones de su propios ser. Concluí pese a su primer comentario. Se encerraban en su alma vacía y trágica, se culpaban, ellos mismos creían que podían ser monstros basados en la ira y avaricia trastornados por el dolor hasta concluir, luego de una imponente batalla que finalmente mantenían la pureza típica de su alma y los errores cometidos al querer subestimar algo que no se debió. Negué con una divertida ironía, tantos caminos que tomar y que, para los mortales, conllevaban a un solo destino, esperado o no para ellos sería su destino.
Mi agudo sentido percibió que ya no se encontraba sentado en su pose vencida y de dolor, se había levantado y por un momento la tentación de ayudarlo me invadió, pero al momento el sonido se volvió mas intenso lo cual implicaba que lo había logrado por sí solo, que su esfuerzo valió la pena e interiormente aquello me alegro en su amplitud y se represento en mis facciones como una suave curvatura sincera. Me voltee con lentitud viéndolo caminar hasta quedarse estático a una distancia considerable de mi persona y concluir aquella idea de la máscara profesada anteriormente, utilizada por muchos y que al pasar el tiempo desaparecía dejando solo las corrientes de dolor en su más pura ilusión que a final de cuentas terminaban siendo la sinceridad de tal escena y todo el tiempo transcurrido bajo un antifaz imaginario. Sus últimos diálogos me hicieron verlo con inocencia y sutilidad ¿acaso sus palabras habían sido intencionales o su pura sinceridad halagaba a un desconocido cuyo conocimiento propio aun no había nacido?, a ciencia cierta no lo sabía, la mente de aquel joven era compleja y de un iris sensible y puro a la vez, no eran necesario mis dones, siquiera por un fin propio, prefería desconocer lo que en sus pensamientos ocurría y que fuera una sorpresa pacifica cuando de sus labios concluyeran. No dude cuando me acerque a él, sabía que podía sentirme frente suyo, mis ojos escrutando cada parte de su ser, admirando sus rasgos mortales, tan comunes y diferentes a la vez, contradictorio pero inevitable, su piel blanca y cálida, sus ojos azules cual mar infinito, una melena castaña y brillante, sedosa de seguro, rasgos masculinos y poco resaltantes como un joven en la flor de su juventud sin embargo bien formados agradables a la vista femenina, estatura adecuada y el rubor virgen de sus mejillas causado por el frio nocturno y acostumbrado en el lugar donde nos encontrábamos, la gélida brisa pacifica que brindaba paz a los que yacían en sueños eternos. Logre divisar una humedad persistente en su mirar, bajo sus ojos que no había alcanzado a eliminar en su totalidad, mi mano se levanto, dudosa de principio pero, tras la seguridad y control que implicaba, deslice mis suaves dedos bajo sus ojos, con sutileza, como si fuera la más delicada escultura a quien su cuidado confiere calma y paciencia por su fragilidad.
Pasaron solo unos segundos en los cuales culmine lo que había hecho, no quedaban rastros de saladas y cristalinas lagrimas que delataran su llanto interno, y mis manos volvieron a su posición cotidiana no sin antes sentir en anhelo a la tez percibida anteriormente de aquel mínimo calor y sedosidad sentida -Existen diversas clases de belleza, existe la belleza de cualquier cuerpo físico, la belleza de las muestras de gratitud, la belleza de los paisajes a quienes se admira...tantas que decir y que el tiempo elimina por su paso, pero lo particular del desconocido a quien usted y yo nos referimos es que me enseño la verdadera hermosura con solo una palabra, que abrió mi...ser con una oración dictada de su alma. Corazón, no lo considere un término adecuado y por ello lo omití con educación usando una palabra pertinente y que completaba a lo que verdaderamente implicaba mi argumento -Y por ello y mas debo preguntar ¿puedo saber el nombre de tal figura? ¿Puedo conocer la identidad de aquel desconocido proferir de sus propios labios presentes ante mí y voceros de las mas sabias y finas palabras?. No formaba parte vacilación alguna cuando pensé con convicción que él me entendería, que, a su manera, lo había hecho desde que mi presencia se unió a la suya en el cementerio, desde que el me encontró.
Invitado- Invitado
Re: Porque esta es otra de esas noches. [Damian Montague]
Pocas son las personas que verían al mundo de la misma forma en la que Damian lo hace, de una forma casi imposible, el humano cree que aún existe esperanza para la atormentada humanidad, siempre tan errática en sus juicios, muy en el fondo él sabe que ningún ser con la capacidad suficiente para pensar, cuestionar, tener un libre albedrío; nunca por ningún motivo apagaría la llama de la esperanza, por más escasa que esta fuese, nadie tiene el derecho a opacar sus ilusiones permitiéndose sumergirse en un propio agujero sin salida, cuestionando sus capacidades, renunciando a todo por una idea errónea. Entonces si Damian cree “ciegamente” en sus hipótesis ¿Cómo es que ahora él mismo duda de su propio criterio? Es un simple mortal más, con la tolerancia de que, en deliberado momento, pueda caer en la vorágine de sus palabras, la ambigüedad de sus pensamientos y lo contradictorio de su ser. Toda su vida se resume a lo inocente que puede llegar a ser, es un niñato con el dolor en su pecho, pero así mismo como el infante se recupera de su caída levantándose para volver a su camino y jugar, es como este pobre humano se toma la vida.
“Piensan que son esclavos de las decisiones de su propio ser”. Una excelente frase para la culminación perfecta en su comentario, más por alguna extraña razón, una escasa, tonta y repentina sensación se alhoja como un huésped maldito en sus pensamientos. “¿Y si no es así?” Una idea nueva cruzo por su cabeza, algo meramente fugaz, pero tan resplandeciente en su obscuridad que quizá y solo tal vez había dejado una pequeña huella en su infértil suelo por esta noche. Una pregunta en la cual habría se inmiscuirse a sobre manera, pensando, analizando con gran escrutinio las cosas, purgando todo a su paso y que no quede lugar para la su duda o en su defecto, no habría ningún lugar para indagar más allá. Lo que encuentre tras el estudio universal de su cuestión, sería un punto fundamental para si mismo, nadie con más experiencia o lleno de preguntas podría hacerlo flagelar. Sí, definitivamente tenía tarea que realizar, una reflexión basada en muy pocos fundamentos pero que probablemente bien podrían sustentar sus motivos y razones.
Divagando de un lugar a otro, hundiendo sus sentidos en sus creencias tan paganas, se extravía sin quererlo en la inmensidad de su negrura, en el refugio de su soledad, en su más letárgica penumbra. El tiempo puede ser tan relativo, un minuto parecería ser una eternidad en el infierno y como en este caso, un par de segundos abrirse paso en las rupturas de la ley para instalar horas y horas de profundidad en la mente de un hombre perdido en su conciencia, altivo en sus sueños. Al ser un chico con ansiedad de comerse al mundo con sus ideales tan escasos de estética, tan llenos de fantasía y que en verdad se encuentran ciegos ante la totalidad de una amarga verdad; no pretende que le juzguen de distraído, tampoco presume de ser un fiasco, un rotundo fracaso depositado al azar, como uno más en la tierra tan llena de mentes vacías, con una fe austera… tan miserable como la decadencia del indigente ó peor aún, tan corrompido así como los demonios de una abadía en el infierno.
Sin comparación alguna, ni siquiera por las frágiles caricias de un viento que ha tocado el alma de los muertos, muchísimo menos siendo confrontado con el baño del agua rosando los poros, alimentando la resequedad en una piel llagada por marcas que dejo la vida al pasar en ese cuerpo tan quebradizo así como los mismos sueños al despertar. ¡Nada!, no encuentra relación alguna con el toque de la dama por debajo de sus ojos y lo antes mencionado. La yema de sus dedos en el demacrado rostro de Damian fue imprevista, pero rotundamente agradecida. Esa suavidad, en la piel de la mujer, fue como palpar la inestabilidad de lo divino, hasta la más fina seda perdía la exquisitez en el tacto bajo la comparación de la caricia depositada en el joven. Sus sentidos inmutaron, su martirio disminuyó, fue simplemente un breve instante, un par de segundos que la mayoría no podría recordar, pero para él… Aquel ademán sin chiste alguno tuvo a lugar una metamorfosis en su interior, su semblante se transforma hasta convertirse en lo más apropiado para alguien que aún permanece con vida.
Incorpora su completa y total atención a la dama, que ahora dispone en sus labios más que simples palabras. Para Damian fue increíble encontrar en el Cementerio un alma como la de esa mujer, eso es precisamente lo que añoraba de la sociedad, la comprensión sin juicio alguno… Una chispa mejor apreciada a forma de sonrisa en los labios del varón, flota cual flores en un lago lleno de tranquilidad y paz. La envidia cruzo por su cuerpo, sintiendo tan atroz sentimiento por el extraño a la que la dama describía con esa devoción “¿Qué sería de mí si pudiese cambiar al mundo como él a esta bella mujer?” Subestima su propia realidad, opaca el resplandor de su inocencia con algo bastante superficial con esa pregunta depositada en su pensamiento, alimentando torpemente la bilis de las obscuras emociones. Algo inesperado por su conciencia lo abofetea a la cara con fuerza y dirección.
A lo largo de su vida no hubo quien le adjudicara tal visión de su persona. Mas que agradecerle a la fémina su comentario, acaba de abrirle los “ojos”, una perspectiva de el mismo completamente radical, un cambio de estación, pero aún no esta preparado para aceptar esa maravillosa apreciación de su ser. – Mi nombre es Damian Montague, Madeimoselle, pero dudo mucho que la rusticidad en mis palabras sea vista como lo describe. Si bien fueron oraciones proferidas por las yagas de mi alma, no tienen sentido alguno – Niega con su cabeza, movimientos que vuelven a encerrar su ego, su ilusión. – Os agradezco, más… ¿Qué sería del extraño en cuestión, si los oídos de los demás no se abren lo suficiente para escuchar? No piense que fue el desconocido quien expuso su ser, fue usted misma Madame, pues no existe en este mundo palabra alguna que demuestre ó describa lo inexistente – Se encoge de hombros ante su comentario, solo dijo lo que se instaló, no en su mente, en su sentir… Lo peyorativo en su lenguaje se nota, cualquiera puede darse cuenta que él no es diferente a los demás. Las extrañezas son parte de la vida y él no pretende ser una de ellas, al menos que subestime su propia capacidad pero… ¿A quién puede importarle algo así?
“Piensan que son esclavos de las decisiones de su propio ser”. Una excelente frase para la culminación perfecta en su comentario, más por alguna extraña razón, una escasa, tonta y repentina sensación se alhoja como un huésped maldito en sus pensamientos. “¿Y si no es así?” Una idea nueva cruzo por su cabeza, algo meramente fugaz, pero tan resplandeciente en su obscuridad que quizá y solo tal vez había dejado una pequeña huella en su infértil suelo por esta noche. Una pregunta en la cual habría se inmiscuirse a sobre manera, pensando, analizando con gran escrutinio las cosas, purgando todo a su paso y que no quede lugar para la su duda o en su defecto, no habría ningún lugar para indagar más allá. Lo que encuentre tras el estudio universal de su cuestión, sería un punto fundamental para si mismo, nadie con más experiencia o lleno de preguntas podría hacerlo flagelar. Sí, definitivamente tenía tarea que realizar, una reflexión basada en muy pocos fundamentos pero que probablemente bien podrían sustentar sus motivos y razones.
Divagando de un lugar a otro, hundiendo sus sentidos en sus creencias tan paganas, se extravía sin quererlo en la inmensidad de su negrura, en el refugio de su soledad, en su más letárgica penumbra. El tiempo puede ser tan relativo, un minuto parecería ser una eternidad en el infierno y como en este caso, un par de segundos abrirse paso en las rupturas de la ley para instalar horas y horas de profundidad en la mente de un hombre perdido en su conciencia, altivo en sus sueños. Al ser un chico con ansiedad de comerse al mundo con sus ideales tan escasos de estética, tan llenos de fantasía y que en verdad se encuentran ciegos ante la totalidad de una amarga verdad; no pretende que le juzguen de distraído, tampoco presume de ser un fiasco, un rotundo fracaso depositado al azar, como uno más en la tierra tan llena de mentes vacías, con una fe austera… tan miserable como la decadencia del indigente ó peor aún, tan corrompido así como los demonios de una abadía en el infierno.
Sin comparación alguna, ni siquiera por las frágiles caricias de un viento que ha tocado el alma de los muertos, muchísimo menos siendo confrontado con el baño del agua rosando los poros, alimentando la resequedad en una piel llagada por marcas que dejo la vida al pasar en ese cuerpo tan quebradizo así como los mismos sueños al despertar. ¡Nada!, no encuentra relación alguna con el toque de la dama por debajo de sus ojos y lo antes mencionado. La yema de sus dedos en el demacrado rostro de Damian fue imprevista, pero rotundamente agradecida. Esa suavidad, en la piel de la mujer, fue como palpar la inestabilidad de lo divino, hasta la más fina seda perdía la exquisitez en el tacto bajo la comparación de la caricia depositada en el joven. Sus sentidos inmutaron, su martirio disminuyó, fue simplemente un breve instante, un par de segundos que la mayoría no podría recordar, pero para él… Aquel ademán sin chiste alguno tuvo a lugar una metamorfosis en su interior, su semblante se transforma hasta convertirse en lo más apropiado para alguien que aún permanece con vida.
Incorpora su completa y total atención a la dama, que ahora dispone en sus labios más que simples palabras. Para Damian fue increíble encontrar en el Cementerio un alma como la de esa mujer, eso es precisamente lo que añoraba de la sociedad, la comprensión sin juicio alguno… Una chispa mejor apreciada a forma de sonrisa en los labios del varón, flota cual flores en un lago lleno de tranquilidad y paz. La envidia cruzo por su cuerpo, sintiendo tan atroz sentimiento por el extraño a la que la dama describía con esa devoción “¿Qué sería de mí si pudiese cambiar al mundo como él a esta bella mujer?” Subestima su propia realidad, opaca el resplandor de su inocencia con algo bastante superficial con esa pregunta depositada en su pensamiento, alimentando torpemente la bilis de las obscuras emociones. Algo inesperado por su conciencia lo abofetea a la cara con fuerza y dirección.
A lo largo de su vida no hubo quien le adjudicara tal visión de su persona. Mas que agradecerle a la fémina su comentario, acaba de abrirle los “ojos”, una perspectiva de el mismo completamente radical, un cambio de estación, pero aún no esta preparado para aceptar esa maravillosa apreciación de su ser. – Mi nombre es Damian Montague, Madeimoselle, pero dudo mucho que la rusticidad en mis palabras sea vista como lo describe. Si bien fueron oraciones proferidas por las yagas de mi alma, no tienen sentido alguno – Niega con su cabeza, movimientos que vuelven a encerrar su ego, su ilusión. – Os agradezco, más… ¿Qué sería del extraño en cuestión, si los oídos de los demás no se abren lo suficiente para escuchar? No piense que fue el desconocido quien expuso su ser, fue usted misma Madame, pues no existe en este mundo palabra alguna que demuestre ó describa lo inexistente – Se encoge de hombros ante su comentario, solo dijo lo que se instaló, no en su mente, en su sentir… Lo peyorativo en su lenguaje se nota, cualquiera puede darse cuenta que él no es diferente a los demás. Las extrañezas son parte de la vida y él no pretende ser una de ellas, al menos que subestime su propia capacidad pero… ¿A quién puede importarle algo así?
Damian Montague- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 27/07/2010
Re: Porque esta es otra de esas noches. [Damian Montague]
Había conocido un sin fin de personas a lo largo de mi inmortalidad, veía rostros, gestos y hasta oía sus palabras recorrerme de manera continua, ese era el asunto. La mente de seres como yo esta imposibilitada de olvidar, no podemos ni debemos hacerlo y en varias ocasiones el verbo ¨querer¨ se suma a ello. Por lo mismo, con una grata referencia, podría recordar a cada persona que se hubiese cruzado en mi vida así sea para un simple saludo como muestra de cordialidad; mujeres, hombres, hasta pequeños se habían grabado en mi mente desde el inicio de nuestro encuentro hasta su final por circunstancias diferentes. No los borraba por mi mente así como tampoco cambiaba sus palabras grabadas en mi, muchos me habían dejado enseñanzas, como no decirlo, mis extensos compañeros inmortales de edades avanzadas y mas filosofía de vida que mi persona, de ellos, en especial, había sido grata aprendiz, sembraban algo parecido a una diminuta semilla en mi subconsciente que a medida del tiempo crecía y se formaba con mayor amplitud, se forjaba llenándose de conocimientos hasta aflorar y convertirse en una parte de mi que perduraría hasta que fuera innecesario, claro está, que tales moralejas eran útiles en ciertos momentos, cada una era como una pista o un paso a dar en todo el recorrido que debía realizar siendo lo que era y en lo que había renacido la noche en el bosque. En particular recuerdo a uno, un vampiro dueño de la noche, con más años de experiencia de los que hasta yo puedo imaginar, eso sí, de grata y admirable belleza y sabiduría, en uno de nuestros encuentros en el templo del teatro aquel hombre tomo mi mano con suma delicadeza, como acostumbraban a hacer en la nobleza, mostrándome su insigne devoción y etiqueta, de tal forma escruto mis ojos hasta lo más profundo de su ser y con un leve suspiro entreabrió sus labios solo para decir ¨-Eres una belleza letal, un arma peligrosa, mas sin embargo una joven que dentro de sí oculta los más profundos sentimientos, solo tú eres la dueña de tu verdad y la forma en que la veas, Amelie.¨ Esa conversación se perdió en las estrellas de la noche y desde entonces tal oración perduraba en mi interior grabada y posiblemente imborrable.
Todo aquel argumento desarrollado en las profundidades de mi mente tenían como objetivo comprobar que las palabras de aquel joven, hasta los momentos, desconocido para mí, no había sido en vano, no habían sido una filosofía barata y simple, sino un surgimiento interno y poderoso que había hecho referencia a mi persona como si los conocimientos de tal mortal a lo que a mí respecta fuera más alto que el común de mis conocidos. Es de extrañarse que no me incomodaba en lo absoluto su acercamiento a la diferencia que en mi se enmarcaba, quizás en otras circunstancias ya mis sentidos estuvieran puestos en lo alto para eliminar y distraer cualquier comentario semejante que se relacionara conmigo, pero de él, de aquel humano posado ante mis ojos, no, no me incomodaba y por alguna razón mis hilos de pensamientos, que aguardaban seguros y distantes el secreto de mi existencia, se removían incómodos con cada parlamento que el dictaba de sus sonrosados labios, como si dudaran en reaccionar entre un sí o un no que dentro de mí se disputaba.
Damian, Damian Montague, así se llama el humano que encierra su ego y sus sueños encubriendo el efecto de sus oraciones poéticas y llenas de vida y paz. Insiste, insiste en que sus palabras no tuvieron tal acción en mi, que por mi misma fue que logre abrir mi ser ante los ojos sin vida pero con luz que se encontraban frente a mí, el erraba. Por más que quería y si de mi contara, en ningún momento intentaría abrir de nuevo aquel baúl valioso que emanaba los más oscuros secretos de mi ser, aquel que delataba a medias de lo que yo misma trataba y menos antes una persona a quien tal acción podía producir profundos daños y eso, extrañamente, no era lo que yo quería.
¿Podría considerarse tal pensamiento como una especie de debilidad?, quizás si, quizás no, quien sabe, me sobraban vivencias para demostrar que nada en mi era débil, pero posiblemente, como en la vida mortal se basaba, las debilidades no se hallan a viva luz sino dentro de los cuerpos que conforman su mundo, ahí escondidas y preparadas para salir cuando la situación lo amerite -Lamento contradecir sus palabras Monsieur pero ni yo misma en mis gratos momentos donde me sumo a una realidad nada propia de este mundo, pudiera encontrar tales palabras afloradas de su voz que han tocado parte de mi hasta abrir mi ser frente a su persona, quizás porque no formara parte de mis posibilidades o hasta quizá por que no deseara abrir ese cajón vacio que dentro de mí se halla, de alguna u otra manera, gracias, agradezco a usted por tal acción que nadie nunca había iniciado y que a su vez creo que mi el más extenso mar de pensamientos. Puede que considere de sus palabras un sin sentido aparente a nuestra realidad pero debo decirle que si tal prototipo de argumentos es considerado de esa forma empezare a prestarle mas atención a la sinceridad emanada sin ningún sentido. Una sonrisa sincera se formo en mis labios mientras bajaba mi mirada cual típica doncella recordando mi olvido hacia los modales de presentación que se ataban a mí como una guía de instrucciones -Soy Amelie, solo eso.
Una brisa nocturna removió mis cabellos sin violencia, solo con una suavidad que aseguraba el seguimiento del cauce natural, mis suaves bucles cubrieron mis hombros como una cascada admirable y hermosa sin embargo no me removí y solo considere el aire como un tacto delicado y misterioso a mi piel, aun así podía sentir el frio que el manto estrellado indicada y mis ojos se encontraron de nuevo con mi compañero de virtudes para darme cuenta que su vida mortal le permitía sentir lo suficiente y que los efectos naturales no pasaban desapercibidos para él, a penas era un joven unos tanto centímetros mas alto que yo pero sin importar sus rasgos físicos y lo masculino de su persona, sus ropas no eran suficientes para aguardar su pálida y cremosa tez del halito frio y despiadado -Monsieur Montague, la noche es deslumbrante e iluminada aun sobre el suelo del camposanto pero sus efectos de temperatura no han de pasar desapercibidos por lo que me tomo el atrevimiento de cuestionarle si usted se encuentra bien a lo que la frigidez de nuestro entorno se relaciona. Inquirí. Quería sumirme junto a él en las más extensas de las conversaciones, su cuerpo podría ser de una figura indudablemente juvenil pero su alma era la de un hombre correcto y lleno de conocimientos, el lugar en que nos encontrábamos probablemente no fuera el más apropiado cuando aun así las horas se ponían de mi parte indicándome su aumentada extensión al amanecer, la ironía cruzo por mi mente cuando me tope con mi subconsciente que encontraba poco común tales acciones con un humano, con un mortal. Mis pensamientos podrían pasar por atrevidos y de rapidez a tomar cuando apenas nos conocíamos, pero a fin de cuentas todo le había dado la espalda a lo cotidiano cuando lo había conocido.
Todo aquel argumento desarrollado en las profundidades de mi mente tenían como objetivo comprobar que las palabras de aquel joven, hasta los momentos, desconocido para mí, no había sido en vano, no habían sido una filosofía barata y simple, sino un surgimiento interno y poderoso que había hecho referencia a mi persona como si los conocimientos de tal mortal a lo que a mí respecta fuera más alto que el común de mis conocidos. Es de extrañarse que no me incomodaba en lo absoluto su acercamiento a la diferencia que en mi se enmarcaba, quizás en otras circunstancias ya mis sentidos estuvieran puestos en lo alto para eliminar y distraer cualquier comentario semejante que se relacionara conmigo, pero de él, de aquel humano posado ante mis ojos, no, no me incomodaba y por alguna razón mis hilos de pensamientos, que aguardaban seguros y distantes el secreto de mi existencia, se removían incómodos con cada parlamento que el dictaba de sus sonrosados labios, como si dudaran en reaccionar entre un sí o un no que dentro de mí se disputaba.
Damian, Damian Montague, así se llama el humano que encierra su ego y sus sueños encubriendo el efecto de sus oraciones poéticas y llenas de vida y paz. Insiste, insiste en que sus palabras no tuvieron tal acción en mi, que por mi misma fue que logre abrir mi ser ante los ojos sin vida pero con luz que se encontraban frente a mí, el erraba. Por más que quería y si de mi contara, en ningún momento intentaría abrir de nuevo aquel baúl valioso que emanaba los más oscuros secretos de mi ser, aquel que delataba a medias de lo que yo misma trataba y menos antes una persona a quien tal acción podía producir profundos daños y eso, extrañamente, no era lo que yo quería.
¿Podría considerarse tal pensamiento como una especie de debilidad?, quizás si, quizás no, quien sabe, me sobraban vivencias para demostrar que nada en mi era débil, pero posiblemente, como en la vida mortal se basaba, las debilidades no se hallan a viva luz sino dentro de los cuerpos que conforman su mundo, ahí escondidas y preparadas para salir cuando la situación lo amerite -Lamento contradecir sus palabras Monsieur pero ni yo misma en mis gratos momentos donde me sumo a una realidad nada propia de este mundo, pudiera encontrar tales palabras afloradas de su voz que han tocado parte de mi hasta abrir mi ser frente a su persona, quizás porque no formara parte de mis posibilidades o hasta quizá por que no deseara abrir ese cajón vacio que dentro de mí se halla, de alguna u otra manera, gracias, agradezco a usted por tal acción que nadie nunca había iniciado y que a su vez creo que mi el más extenso mar de pensamientos. Puede que considere de sus palabras un sin sentido aparente a nuestra realidad pero debo decirle que si tal prototipo de argumentos es considerado de esa forma empezare a prestarle mas atención a la sinceridad emanada sin ningún sentido. Una sonrisa sincera se formo en mis labios mientras bajaba mi mirada cual típica doncella recordando mi olvido hacia los modales de presentación que se ataban a mí como una guía de instrucciones -Soy Amelie, solo eso.
Una brisa nocturna removió mis cabellos sin violencia, solo con una suavidad que aseguraba el seguimiento del cauce natural, mis suaves bucles cubrieron mis hombros como una cascada admirable y hermosa sin embargo no me removí y solo considere el aire como un tacto delicado y misterioso a mi piel, aun así podía sentir el frio que el manto estrellado indicada y mis ojos se encontraron de nuevo con mi compañero de virtudes para darme cuenta que su vida mortal le permitía sentir lo suficiente y que los efectos naturales no pasaban desapercibidos para él, a penas era un joven unos tanto centímetros mas alto que yo pero sin importar sus rasgos físicos y lo masculino de su persona, sus ropas no eran suficientes para aguardar su pálida y cremosa tez del halito frio y despiadado -Monsieur Montague, la noche es deslumbrante e iluminada aun sobre el suelo del camposanto pero sus efectos de temperatura no han de pasar desapercibidos por lo que me tomo el atrevimiento de cuestionarle si usted se encuentra bien a lo que la frigidez de nuestro entorno se relaciona. Inquirí. Quería sumirme junto a él en las más extensas de las conversaciones, su cuerpo podría ser de una figura indudablemente juvenil pero su alma era la de un hombre correcto y lleno de conocimientos, el lugar en que nos encontrábamos probablemente no fuera el más apropiado cuando aun así las horas se ponían de mi parte indicándome su aumentada extensión al amanecer, la ironía cruzo por mi mente cuando me tope con mi subconsciente que encontraba poco común tales acciones con un humano, con un mortal. Mis pensamientos podrían pasar por atrevidos y de rapidez a tomar cuando apenas nos conocíamos, pero a fin de cuentas todo le había dado la espalda a lo cotidiano cuando lo había conocido.
Invitado- Invitado
Re: Porque esta es otra de esas noches. [Damian Montague]
En el amanecer de su penumbra Damian, mientras bajaba poco a poco por aquel obscuro túnel en el que le había sumergido su padre, pensaba para si mismo entre susurros que únicamente él podría entender. Se cuestionaba el por que de la ambición de los humanos, y que tan lejos podría esta llegar a corromper un alma casta. En su infantil mente, ya se disputaban preguntan, sensaciones de una forma tan extraña que no pueden considerarse las de un niñato normal. Mientras más se hundía en la tierra en la búsqueda de más riqueza, más comprendía que la avaricia de los humanos no puede tener fin. Así mismo configuró sus pensamientos, se metió en la cabeza una idea que la mayoría de los hombres pasa desapercibida pero que es uno de los más valiosos comportamientos. Encontró pues que pasara lo que pasara, sin importar que tan influyente sea en su vida, jamás perdería su humildad. Pero es hasta el más extraño de los mortales es humano, comete errores por defecto y Damian no se encontraba excluido de esa inevitable regla. Su ego puede ser alterado sí, pero quizá, con la mínima esperanza no se marque tan gravemente en su existencia.
T oda esa sarta de palabrejas, recordando la promesa que le arrojo a la obscuridad en aquel pozo inmundo, regreso a su mente tras sentir en su espalda un balde de agua fría escurrirle cada rincón de su cuerpo, despertando sus dormidos recuerdos. Envidiablemente refrescante y aterrador. Esa mujer su voz melodiosa, sus palabras magnas, sus delicadas acciones, ella… Sólo ella pudo depositar en el ser del joven algo más que el ego de su persona, le hizo sentir bien consigo mismo, sin mortificarse por su incapacidad, pero ¡Maldita sea! Si tan solo pudiese ver su rostro aunque fuese por un segundo, Damian lo llevaría guardado celosamente no en sus alocados recuerdos, si no con muchísima más envidia para el mundo, lo encarcelaría en su corazón. Si tan solo pudiese admirar la belleza de la cual el infeliz muchacho presume que tendrá su compañera bajo ese rayo de luz plateado, las caricias del viento, las sonrisas que puede él ofrecerle… Si tan solo él… No, su privacidad en ese sentido representa algo que transciende por mucho mas allá de lo que pudiese imaginar. Se muerde la lengua para no estallar en un grito desesperado ante su torpeza. “No supliques ver una belleza extinguida con el pasar del tiempo, regocíjate en la virtud atrapada en tu interior al redescubrir la hermosura que prevalece en la eternidad”. Se reprime en sus tórridos claustros que posee a forma de pensamiento.
- No pienso, contradecirle Madame, las personas vemos… - Interrumpe su comentario para encontrar lo paradójico en su patético intento de enseñanza, sonríe sacado de sus pulmones un pequeño pero perfectamente audible jadeo. Levanta la vista hacia el firmamento, su mano derecha posa en su barbilla como la marca típica en un filósofo cuando esta analizando sus extrañas hipótesis, suspira con fuerte arrebato de oxigeno a la tierra y retoma sus palabras – Las personas tomamos, las cosas de diferentes formas. Depende bastante del pensamiento. Su perspectiva y la mía es diferente así mismo como las pinturas del género abstracto, cada ser ve, aprecia, recibe, adopta de la pintura lo que su mentalidad le dicta. Se que no soy quien para decir eso y más tomando en cuenta mi estado, pero fue la mejor metáfora que encontré dentro de mis ridículos parlamentos – Su cuerpo se encoge débilmente de hombros, por lo menos aún reconoce encontrarse por debajo de cualquier persona que le vea en la calle. Sabe que sus débiles palpitaciones de un conocimiento meramente básico no pueden si quiera ser comparados con los galopes de un mundo completamente inundado en la sabiduría.
Sus manos tocan el musculo del brazo contrario en un intento por refugiarse inútilmente del frío de su eterna noche. Frota con delicadeza esa parte de su cuerpo para que con la fricción ejercida se genere una calidez apreciable. Le extraña la cuestión de la dama. Un hombre, debido a su estructura, a su bestial piel, puede soportar con mejor calidad el fresco de cualquier cobijo nocturno, pero una mujer… No es que Damian sea un machista empedernido que únicamente busca las debilidades de las hembras, si no que se preocupa de la sensibilidad a la que se expone Amelie si no trae consigo un abrigo que refugie esa piel tan sedosa que posee del abismal manto de la noche. – Se que es una locura, pero aquí, en este campo sin vida, donde reposan los cuerpos de héroes y heroínas del pasado. Es aquí, debajo del gélido susurro nocturno, donde más calidad eh encontrado en vida desde mi repentina muerte que en cualquier otro lugar. – Comentó de forma extravagante – si se le puede decir así – aludiendo su comodidad ante todo aquel panorama. – Más si lo desea nuestro camino puede conducir a mismo lugar -
T oda esa sarta de palabrejas, recordando la promesa que le arrojo a la obscuridad en aquel pozo inmundo, regreso a su mente tras sentir en su espalda un balde de agua fría escurrirle cada rincón de su cuerpo, despertando sus dormidos recuerdos. Envidiablemente refrescante y aterrador. Esa mujer su voz melodiosa, sus palabras magnas, sus delicadas acciones, ella… Sólo ella pudo depositar en el ser del joven algo más que el ego de su persona, le hizo sentir bien consigo mismo, sin mortificarse por su incapacidad, pero ¡Maldita sea! Si tan solo pudiese ver su rostro aunque fuese por un segundo, Damian lo llevaría guardado celosamente no en sus alocados recuerdos, si no con muchísima más envidia para el mundo, lo encarcelaría en su corazón. Si tan solo pudiese admirar la belleza de la cual el infeliz muchacho presume que tendrá su compañera bajo ese rayo de luz plateado, las caricias del viento, las sonrisas que puede él ofrecerle… Si tan solo él… No, su privacidad en ese sentido representa algo que transciende por mucho mas allá de lo que pudiese imaginar. Se muerde la lengua para no estallar en un grito desesperado ante su torpeza. “No supliques ver una belleza extinguida con el pasar del tiempo, regocíjate en la virtud atrapada en tu interior al redescubrir la hermosura que prevalece en la eternidad”. Se reprime en sus tórridos claustros que posee a forma de pensamiento.
- No pienso, contradecirle Madame, las personas vemos… - Interrumpe su comentario para encontrar lo paradójico en su patético intento de enseñanza, sonríe sacado de sus pulmones un pequeño pero perfectamente audible jadeo. Levanta la vista hacia el firmamento, su mano derecha posa en su barbilla como la marca típica en un filósofo cuando esta analizando sus extrañas hipótesis, suspira con fuerte arrebato de oxigeno a la tierra y retoma sus palabras – Las personas tomamos, las cosas de diferentes formas. Depende bastante del pensamiento. Su perspectiva y la mía es diferente así mismo como las pinturas del género abstracto, cada ser ve, aprecia, recibe, adopta de la pintura lo que su mentalidad le dicta. Se que no soy quien para decir eso y más tomando en cuenta mi estado, pero fue la mejor metáfora que encontré dentro de mis ridículos parlamentos – Su cuerpo se encoge débilmente de hombros, por lo menos aún reconoce encontrarse por debajo de cualquier persona que le vea en la calle. Sabe que sus débiles palpitaciones de un conocimiento meramente básico no pueden si quiera ser comparados con los galopes de un mundo completamente inundado en la sabiduría.
Sus manos tocan el musculo del brazo contrario en un intento por refugiarse inútilmente del frío de su eterna noche. Frota con delicadeza esa parte de su cuerpo para que con la fricción ejercida se genere una calidez apreciable. Le extraña la cuestión de la dama. Un hombre, debido a su estructura, a su bestial piel, puede soportar con mejor calidad el fresco de cualquier cobijo nocturno, pero una mujer… No es que Damian sea un machista empedernido que únicamente busca las debilidades de las hembras, si no que se preocupa de la sensibilidad a la que se expone Amelie si no trae consigo un abrigo que refugie esa piel tan sedosa que posee del abismal manto de la noche. – Se que es una locura, pero aquí, en este campo sin vida, donde reposan los cuerpos de héroes y heroínas del pasado. Es aquí, debajo del gélido susurro nocturno, donde más calidad eh encontrado en vida desde mi repentina muerte que en cualquier otro lugar. – Comentó de forma extravagante – si se le puede decir así – aludiendo su comodidad ante todo aquel panorama. – Más si lo desea nuestro camino puede conducir a mismo lugar -
Damian Montague- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 27/07/2010
Re: Porque esta es otra de esas noches. [Damian Montague]
Una sonrisa, si, una sonrisa pura y sincera sin barreras aparentes fue lo único que mis labios forjaron para mí al momento que su garganta se afloro para mencionar aquellas palabras, la diferencia notable de los puntos de vista de aquellos individuos que la noche cubría bajo su manto y que los hacía compañeros de causa sin mediar sus diferencias notables, su forma de vida y los niveles que estos podían alcanzar. El arte, mi mente se desvió por unos segundos en cuento sus labios carnosos y sonrosados mencionaron tal palabras ante su pose de filosofo distraído y a la vez tan inteligente y lleno de sabiduría que corregía hasta el mas mínimo error de su hablar como si fuera una osadía errar ante mi presencia , supe entonces que con solo plasmar un termino de tal magnitud en su argumento como una base simple para explicarme su ejemplo ante las notorias diferencias entre nuestros puntos de vista tratados, aquel joven que frente a mí se encontraba era más de lo que hasta yo misma creía, que su incapacidad de ver, de percibir con el claro iris de sus ojos, no era impedimento alguno para que pudiera realizar las más grandes hazañas, no era un obstáculo para el e interiormente Damian lo sabía y aguardaba tal herramienta como una especie de apoyo y consuelo innecesario cuando se allegaban a él la apatía y el poco interés en seguir el camino de la vida y lo que el ameritaba, cuando ningún sinónimo de valentía se acercaba a él para demostrarle que hay mas, hay más en la vida para creer; que irónico, un sarcasmo total lo que significa que alguien como yo tenga un debate interno solo por un hilo de pensamiento como motivo.
-Diferentes pero con un solo destino, quizás no sea la conclusión que usted esperaba pero así es mi manera de admirar cada mundo. Mencione de una forma simple y amena mientras mis manos abrazaban de alguna forma mis propios brazos, el halito del cielo solo era una cálido roce en mi piel que no producía ningún efecto, semejante al roce de una tez, fue una reacción que tome y que no evite, algo común en las doncellas, antes de cualquier inmortalidad seguía siendo solo eso, seguía sintiendo y viendo las cosas principales como ello, como lo que era...una mujer -Siempre mantenemos pensamientos aparentemente que difieren unos de otros, cada ser vivo conlleva dentro de sí cualquier opinión relevante que muy pocas veces se asemeja con las demás, pero que si me permite decirlo tienen como guía a una misma finalidad, es como el arte, como los retratos o las obras, las vemos, las sentimos y todas las motivaciones que al autor mantuvo para su creador varían según la mentalidad del publico pero sin embargo sigue siendo eso joven Montague, sigue siendo la misma obra, la misma estructura o, también podría ser como los caminos, todos son diferentes, algunos misteriosos, otros iluminados por los astros, algunos cortos, largos pero aun así nos llevan hacia el mismo lugar sin importar el tiempo de llegada. Un deje de ansiedad e interés se noto en mi voz; diferentes pero a la vez iguales, así podía definir a mi compañero y a la manera en que los sucesos se daban en el escenario que nos implicaba. Teníamos ideales notoriamente diferentes pero nuestra filosofía, su origen y llegada eran tan semejantes...como mi ejemplo, no tenia duda de ello.
De momento no creí su argumento acerca de la temperatura, era muy poco probable que el cuerpo humano y mas el de un joven como el no sintiera cambios o reacciones ante el frio nocturno que se avecinaba y que recorría sin importar su cauce, todo el campo santo, sin embargo tome la decisión de no inquirir más acerca del tema sino esperar a que el mencionara algo al respecto o su cuerpo empezara a protestar acerca del descuido de su amo. La acción realizada por su tacto antes de hablar en busca de calidez hizo que mis fosas nasales fueran inundadas por su aroma, por su delicado y llameante efluvio que me llamaba pero que no me creía capaz de robar bajo ninguna circunstancia, no por lastima, no por desinterés, sino porque de alguna manera u otra, era el -Creo en su palabra Damian, pero si de alguna manera llegara usted a sentirse incomodo o cualquier semejante, no dude en decírmelo, podemos seguir nuestra conversación en algún otro lugar o momento. Asegure; atrevido, involuntario o insistente, de cualquier manera y sin importarme la opinión que podría crear mi cometario, mencione mis palabras con tranquilidad y armonía puesto que no negaría que, al igual que él, había encontrado más tranquilidad de la que buscaba en aquel lugar baldío y oscuro, o quizás el se había convertido de alguna manera en mi tranquilidad.
Algo llamo a mis recuerdos, un desconocido intento se involucro en mi fuero interno para crear una duda en mi, más bien una batalla propia que me decía de alguna forma, me gritaba a viva voz que el debía saberlo. Estaba creando un ambiente de convivencia nada propio y claramente diferente a lo cotidiano pero que sin embargo me agradaba como nada lo había hecho en un buen tiempo, pero nada era como lo aparentaba ser. El de seguro se valía en creer que yo era una mujer común; inteligente y llena de virtudes nunca antes vistas, pero aun así común en su forma anatómica y mortal, y así no era, no era algo común en la realidad del hombre, era una criatura diferente, un demonio, algo de lo que tal vez el escucho en sus cuentos de niños, en las narraciones que usaban para dormir y donde el héroe siempre vencía al astuto villano. Tome una ligera bocanada de aire poco necesario antes de hablar, segura de lo que hacía, di un paso, solo eso me permitió estar frente a él -Damian ¿me permitirías enseñarte algo, mostrarte...algo. Inquirí lejos de cualquier formalidad. No sería físico, eso no sería necesario de mencionar, tampoco táctil por lo que llamaría su atención. Estaba totalmente clara en que lo que haría involucraría a uno de mis legendarios dones y...lo esperaba; miedo, rencor, odio, tras lo ultimo sentí una puntada en el espacio vacío a la izquierda de mi pecho, pero quisiera o no y aun acostumbrada a su delicada persona, era algo que debía de esperar tras la confesión que posteriormente le haría.
Off: Lamento la tardanza .
-Diferentes pero con un solo destino, quizás no sea la conclusión que usted esperaba pero así es mi manera de admirar cada mundo. Mencione de una forma simple y amena mientras mis manos abrazaban de alguna forma mis propios brazos, el halito del cielo solo era una cálido roce en mi piel que no producía ningún efecto, semejante al roce de una tez, fue una reacción que tome y que no evite, algo común en las doncellas, antes de cualquier inmortalidad seguía siendo solo eso, seguía sintiendo y viendo las cosas principales como ello, como lo que era...una mujer -Siempre mantenemos pensamientos aparentemente que difieren unos de otros, cada ser vivo conlleva dentro de sí cualquier opinión relevante que muy pocas veces se asemeja con las demás, pero que si me permite decirlo tienen como guía a una misma finalidad, es como el arte, como los retratos o las obras, las vemos, las sentimos y todas las motivaciones que al autor mantuvo para su creador varían según la mentalidad del publico pero sin embargo sigue siendo eso joven Montague, sigue siendo la misma obra, la misma estructura o, también podría ser como los caminos, todos son diferentes, algunos misteriosos, otros iluminados por los astros, algunos cortos, largos pero aun así nos llevan hacia el mismo lugar sin importar el tiempo de llegada. Un deje de ansiedad e interés se noto en mi voz; diferentes pero a la vez iguales, así podía definir a mi compañero y a la manera en que los sucesos se daban en el escenario que nos implicaba. Teníamos ideales notoriamente diferentes pero nuestra filosofía, su origen y llegada eran tan semejantes...como mi ejemplo, no tenia duda de ello.
De momento no creí su argumento acerca de la temperatura, era muy poco probable que el cuerpo humano y mas el de un joven como el no sintiera cambios o reacciones ante el frio nocturno que se avecinaba y que recorría sin importar su cauce, todo el campo santo, sin embargo tome la decisión de no inquirir más acerca del tema sino esperar a que el mencionara algo al respecto o su cuerpo empezara a protestar acerca del descuido de su amo. La acción realizada por su tacto antes de hablar en busca de calidez hizo que mis fosas nasales fueran inundadas por su aroma, por su delicado y llameante efluvio que me llamaba pero que no me creía capaz de robar bajo ninguna circunstancia, no por lastima, no por desinterés, sino porque de alguna manera u otra, era el -Creo en su palabra Damian, pero si de alguna manera llegara usted a sentirse incomodo o cualquier semejante, no dude en decírmelo, podemos seguir nuestra conversación en algún otro lugar o momento. Asegure; atrevido, involuntario o insistente, de cualquier manera y sin importarme la opinión que podría crear mi cometario, mencione mis palabras con tranquilidad y armonía puesto que no negaría que, al igual que él, había encontrado más tranquilidad de la que buscaba en aquel lugar baldío y oscuro, o quizás el se había convertido de alguna manera en mi tranquilidad.
Algo llamo a mis recuerdos, un desconocido intento se involucro en mi fuero interno para crear una duda en mi, más bien una batalla propia que me decía de alguna forma, me gritaba a viva voz que el debía saberlo. Estaba creando un ambiente de convivencia nada propio y claramente diferente a lo cotidiano pero que sin embargo me agradaba como nada lo había hecho en un buen tiempo, pero nada era como lo aparentaba ser. El de seguro se valía en creer que yo era una mujer común; inteligente y llena de virtudes nunca antes vistas, pero aun así común en su forma anatómica y mortal, y así no era, no era algo común en la realidad del hombre, era una criatura diferente, un demonio, algo de lo que tal vez el escucho en sus cuentos de niños, en las narraciones que usaban para dormir y donde el héroe siempre vencía al astuto villano. Tome una ligera bocanada de aire poco necesario antes de hablar, segura de lo que hacía, di un paso, solo eso me permitió estar frente a él -Damian ¿me permitirías enseñarte algo, mostrarte...algo. Inquirí lejos de cualquier formalidad. No sería físico, eso no sería necesario de mencionar, tampoco táctil por lo que llamaría su atención. Estaba totalmente clara en que lo que haría involucraría a uno de mis legendarios dones y...lo esperaba; miedo, rencor, odio, tras lo ultimo sentí una puntada en el espacio vacío a la izquierda de mi pecho, pero quisiera o no y aun acostumbrada a su delicada persona, era algo que debía de esperar tras la confesión que posteriormente le haría.
Off: Lamento la tardanza .
Invitado- Invitado
Re: Porque esta es otra de esas noches. [Damian Montague]
Llamando a la más alocada de las pasiones escondidas por debajo de una duda latente, así, solamente así se siente el jovenzuelo que no termina por comprender la infinita diferencia entre él y su acompañante. Jamás en lo que puede su mente imaginar, hubiese pensando en encontrar a una dama en medio de la noche, en el más tétricos y fúnebres de los cementerios, con una mentalidad tan envidiable como la que posee Amelie. El simple hecho de pronunciar su nombre crea una sensación extraña en el cuerpecillo del humano, algo semejante a plumas enloqueciendo en su vientre, una cálida adrenalina que enloquece sus entrañas, más no deja de ser evidentemente satisfactoria. La plenitud perdida, una esperanza que se estaba por desvanecer en la obscuridad de su alma, recuperó su fuerza, su vitalidad… regresó a él sin pensarlo, creerlo, buscarlo, pedirlo. Había tantas reacciones encontradas en su interior que cualquiera pensaría que se trata de un niñato que no sabe nada de la vida y así mismo era Damian, más una diferencia se marcaba entre el infante que sueña desesperadamente con jugar sin parar y los cautivadores deseos, derrochados por suspiros que entrega un hombre en la inmensidad de su mente.
Una noche como ninguna, un momento que recordará el resto de sus días. Ying, Yang ambas almas confinadas en un mismo espacio para llenar el vacío que dejarán atrás si alguno de ellos abandonase su lugar. Una metáfora bastante complicada y al mismo tiempo tan fácil de comprender. Blanco, negro ¿Qué más falta explicar? Mundos diferentes, raciocinio disparatado hasta los niveles inverosímiles, dos entidades que encontraron sin querer una armonía entre sus palabrejas, dos engranes encajados en tiempo y forma. Dos criaturas, dos mundos pero por muy diferentes que estos sean en cuanto a físico o mentalidad, tienen algo en común. Algunos sabios alegarán con fundamentos bastante torpes lo que puede ó no ser aquello que les mantiene estrechamente unidos sin saberlo ó quererlo, pero no es la hipótesis de un sabio la que importa en el ahora, lo único que debe tomarse en cuenta y analizar es la absurda idea clavada en la mente de un “nadie” quien asegura que las semejanzas de mundos opuestos es nada más y nada menos que la esencia de los mismos, el alma…
- Hermoso don el que nos hemos robado dentro de lo prohibido ¿Cierto? – Pregunta con y comenta con una mueca en sus labios, sumergiéndose en las lecturas religiosas que le hacía su padre, esa tipo de literatura que cuestionaba tanto el muchacho al escuchar atentamente, encontrando rupturas más que obvias para quien presta su tiempo a analizar lo que se le esta contando. Muy poco común es verdad, es un humano con ganas de comerse al mundo, pero sus horizontes terminan en cualquier error cometido – El pensamiento – se responde a sí mismo con una mofa para su persona. Él, quien no ve nada, puede observar más allá de lo visible. Extraño, delirante, alucinante, pero descubre que no esta solo. Al menos esta noche alguien puede comprenderle sin juzgarle de loco. – Descuide madame, el frío al igual que el dolor me recuerda súbitamente que aún me encuentro vivo, que aún siento, que aún respiro… - Levanta ambas cejas, los movimientos de su cuerpo son normales, nada fuera de lo común de entre lo establecido como normal. Sus rasgos infantiles combinados con esa tonto filosofar de ancianos, aumentan de temperatura, los humanos se adaptan al entorno en el que se encuentran y Damian lo hace con gran avidez.
La quietud abismal del cementerio se hace presente, no hace falta dibujar, la penumbra junto al contraste de los plateados adornos de la luna. Las ramas colgantes de los árboles, las hojas secas bajo los pies, la poca neblina y lo escarchado del suelo. Tampoco se tiene por que describir el ulular de los búhos, los aullidos de los lobos en lo más lejano del campo abierto, la cantata de los grillos e incluso las andanzas de los muertos a su alrededor. Todo esto y más Damian lo guarda celosamente dentro de si mismo, son hechos inimaginables pero que alimentan sus tiernos delirios. Un respingo se asoma en su cuerpo al no escuchar a la dama acercarse a él, fue tan torpemente rápido que no pudo medir el tiempo ó quizá, sólo quizá el hombre fue bastante lento como para no darse cuenta antes del movimiento de Amelie. La cuestión de la dama hizo que el mortal frunciera su ceño preguntándose “¿Qué será lo que desea mostrarme y cómo me podré dar cuenta de lo que es?” Desvaneció toda señal de duda, después de todo lo que ya le ah enseñado esa noche, cree que no existe nada más magnifico que la forma en la que la señorita se desenvuelve en cuanto al pensamiento… - Por supuesto Amelie, si tenéis la disposición ¿Por qué negarme? – Sonríe ampliamente, algo en su interior se queda atrapado en millones de dudas, pero la mayor parte de su persona se ve envuelta en el aroma embriagante de la dama y a su vez en la fragancia de su ser.
Una noche como ninguna, un momento que recordará el resto de sus días. Ying, Yang ambas almas confinadas en un mismo espacio para llenar el vacío que dejarán atrás si alguno de ellos abandonase su lugar. Una metáfora bastante complicada y al mismo tiempo tan fácil de comprender. Blanco, negro ¿Qué más falta explicar? Mundos diferentes, raciocinio disparatado hasta los niveles inverosímiles, dos entidades que encontraron sin querer una armonía entre sus palabrejas, dos engranes encajados en tiempo y forma. Dos criaturas, dos mundos pero por muy diferentes que estos sean en cuanto a físico o mentalidad, tienen algo en común. Algunos sabios alegarán con fundamentos bastante torpes lo que puede ó no ser aquello que les mantiene estrechamente unidos sin saberlo ó quererlo, pero no es la hipótesis de un sabio la que importa en el ahora, lo único que debe tomarse en cuenta y analizar es la absurda idea clavada en la mente de un “nadie” quien asegura que las semejanzas de mundos opuestos es nada más y nada menos que la esencia de los mismos, el alma…
- Hermoso don el que nos hemos robado dentro de lo prohibido ¿Cierto? – Pregunta con y comenta con una mueca en sus labios, sumergiéndose en las lecturas religiosas que le hacía su padre, esa tipo de literatura que cuestionaba tanto el muchacho al escuchar atentamente, encontrando rupturas más que obvias para quien presta su tiempo a analizar lo que se le esta contando. Muy poco común es verdad, es un humano con ganas de comerse al mundo, pero sus horizontes terminan en cualquier error cometido – El pensamiento – se responde a sí mismo con una mofa para su persona. Él, quien no ve nada, puede observar más allá de lo visible. Extraño, delirante, alucinante, pero descubre que no esta solo. Al menos esta noche alguien puede comprenderle sin juzgarle de loco. – Descuide madame, el frío al igual que el dolor me recuerda súbitamente que aún me encuentro vivo, que aún siento, que aún respiro… - Levanta ambas cejas, los movimientos de su cuerpo son normales, nada fuera de lo común de entre lo establecido como normal. Sus rasgos infantiles combinados con esa tonto filosofar de ancianos, aumentan de temperatura, los humanos se adaptan al entorno en el que se encuentran y Damian lo hace con gran avidez.
La quietud abismal del cementerio se hace presente, no hace falta dibujar, la penumbra junto al contraste de los plateados adornos de la luna. Las ramas colgantes de los árboles, las hojas secas bajo los pies, la poca neblina y lo escarchado del suelo. Tampoco se tiene por que describir el ulular de los búhos, los aullidos de los lobos en lo más lejano del campo abierto, la cantata de los grillos e incluso las andanzas de los muertos a su alrededor. Todo esto y más Damian lo guarda celosamente dentro de si mismo, son hechos inimaginables pero que alimentan sus tiernos delirios. Un respingo se asoma en su cuerpo al no escuchar a la dama acercarse a él, fue tan torpemente rápido que no pudo medir el tiempo ó quizá, sólo quizá el hombre fue bastante lento como para no darse cuenta antes del movimiento de Amelie. La cuestión de la dama hizo que el mortal frunciera su ceño preguntándose “¿Qué será lo que desea mostrarme y cómo me podré dar cuenta de lo que es?” Desvaneció toda señal de duda, después de todo lo que ya le ah enseñado esa noche, cree que no existe nada más magnifico que la forma en la que la señorita se desenvuelve en cuanto al pensamiento… - Por supuesto Amelie, si tenéis la disposición ¿Por qué negarme? – Sonríe ampliamente, algo en su interior se queda atrapado en millones de dudas, pero la mayor parte de su persona se ve envuelta en el aroma embriagante de la dama y a su vez en la fragancia de su ser.
{Por el contrario, disculpame tú a mí }
Damian Montague- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 27/07/2010
Re: Porque esta es otra de esas noches. [Damian Montague]
Sus palabras, por mas que quisiese evitarlo, lograron aislarme de mi cometido en lo que una cuestión de segundos se tratase. Como pasaba comúnmente en aquel encuentro, con cae palabra que brotaba de los labios del joven Montague tenía el don y más allá, el poder de invadir mi mente cual carril de pensamientos filosoficoscy embellecedor, que pintaban con un matiz notable el espectrante mundo done me hallaba sumida durante los confines más largos del tiempo, se lo agradecía, internamente, y aunque no lo mencionara, agradecía en su amplitud que por lo menos durante unos segundos el cambiará, cual arquiteco experto, mi entorno y mi forma de ver lo que me rodeaba, aquella escenografía tan antigua y cambiante con el tiempo. Tal cortesía prevalecía en mi mente, mi pensamiento, el hurto tan valioso del que hablaba Damian y la razonbpor la que mis labios se curvaron con suavidad ante la sola mención de esa parte de su filosofía. Sin embargo, y por más que sus ojos no podrían notarlo, esa misma sonrisa sincera y ausente desapareció en cuando el baúl interno de recuerdos abrió su inconstante entrada para dejar salir y dar vida a mis recuerdos, a los hilos que dentro de mi se encontraban y que me anunciaban lo que por poco habia olvidado, la semilla de duda que había sembrado en el y que debia de ser contestada. Mis ojos se precipitaron a ver el firmamento nocturno donde las estrellas brillaron con intensidad y sin cohibirse, reflejandose en mis ojos como un recordatorio, tome un suspiro de frío aire, no había vuelta atrás.
Me pose frente a el, solo unos cortos pasos fueron necesarios para acercarme más y quedar a una mínima distancia, tanto que podía sentir su cálido aliento en mi rostro, fresco y natural. Lo mire por unos segundos, con ingenuidad sonreí al darme cuenta que mi mente seguía un rumbo ilimitado y desconocido al creer que era un mortal de gran belleza; delicada, inocente y que derrochaba bondad y juventud. Por ese momento, antes de cualquier suceso futuro, decidí que mi cuerpo y mi mente mantendrían una valiosa unión que sería la mayor influencia de mis acciones. Por lo mismo, una de mis manos se deslizo a su pecho, cerca del lateral izquierdo donde, aún sobre la tela de su camisa, podía percibir un número pausado de movimientos, de latidos. Si, me hallaba sobre su corazón, podía oirlo, sentirlo, su sangre fluía cual nacimiento de torrente y eso tan solo era percibido por mi palma, mis facciones se mantuvieron intactas sin pensar en el elixir que me perseguía y que de una manera tan ilusa se hallaba frente a mi, a mi sola merced.
Imagine lo contrariado que el mismo estaría pese a mis acciones pero, si su sabiduría se lo permitía, podría contar con la paciencia de que pronto lloverían respuestas. Mis manos, ambas se desplazaron a su rostro, a su perfilado y sutil rostro, no me movía con rapidez, mis yemas exploraban sus mejillas y los contornos pertinentes cual doncella curiosa, por algunos segundos logre tocar una tez diferente; sus labios -Y está noche usted me enseño las diferencias de ese hurto joven Lord, le debo aquello, solo yo podría saber cuanto usted ha cambiado mi ser esta noche. Mis dedos tomaron una especie de posición en sus mejillas, ya estaba lista tras probar la práctica que año tras año había mantenido -Solo puedo decir que no se que ocurrirá en un futuro, no quiero pensarlo, esta es mi verdad y es uno de los pocos que la sabe, que incluyó su confianza para ablandar mi ser y evitarse mas engaños, haga lo que haga, así esto cause su retirada siempre estará grabado en mis pensamientos, Damian.
Lo había practicado ilimitadas veces, causaba de alguna manera mi debilidad pero aquello solo ocurría cuando era notoria la sed y ese no era el caso esta vez. Tras un respiro di inicio a mi confecion. Mis manos en su rostro eran la conexión con mi mente que dio pie a mi don, a crear imágenes semejantes a las iluciones mortales, que, sumando mi control de la mente, le brindaron al joven humano una clara proyección de esa noche, de todo lo que había ocurrido, incluso desde mi llegada al camposanto. Ambos veíamos aquellas imgenes como si fueran un sueño durante la hora de dormir, sabía lo que el vería; una doncella de magnífica belleza, un anciano muerto en el suelo helido luego de que aquella hermosa mujer bebiera de su sangre saciando sus mas bajos instintos, por último solo vería el encuentro de dos jóvenes a la luz de la luna, las facciones y el rostro sosegado de amabilidad de la dama con cada palabra y gesto del hombre frente a ella finalizados por una indudable cercanía. El contacto término, mis manos se alejaron de su rostro y solo di un paso hacia atrás, como si temiera hacerle daño, como si fuera una peste para el, ahora solo me quedaba esperar, esperar cualquier reacción de su parte ante lo que acababa de pasar por mi propia elección, tenía que aguardar y no había otra opción; una huida, decepción, rencor, no lo sabía, desconocia el futuro de tal encuentro que por si solo se había dado bajo el esplandor de la noche.
Me pose frente a el, solo unos cortos pasos fueron necesarios para acercarme más y quedar a una mínima distancia, tanto que podía sentir su cálido aliento en mi rostro, fresco y natural. Lo mire por unos segundos, con ingenuidad sonreí al darme cuenta que mi mente seguía un rumbo ilimitado y desconocido al creer que era un mortal de gran belleza; delicada, inocente y que derrochaba bondad y juventud. Por ese momento, antes de cualquier suceso futuro, decidí que mi cuerpo y mi mente mantendrían una valiosa unión que sería la mayor influencia de mis acciones. Por lo mismo, una de mis manos se deslizo a su pecho, cerca del lateral izquierdo donde, aún sobre la tela de su camisa, podía percibir un número pausado de movimientos, de latidos. Si, me hallaba sobre su corazón, podía oirlo, sentirlo, su sangre fluía cual nacimiento de torrente y eso tan solo era percibido por mi palma, mis facciones se mantuvieron intactas sin pensar en el elixir que me perseguía y que de una manera tan ilusa se hallaba frente a mi, a mi sola merced.
Imagine lo contrariado que el mismo estaría pese a mis acciones pero, si su sabiduría se lo permitía, podría contar con la paciencia de que pronto lloverían respuestas. Mis manos, ambas se desplazaron a su rostro, a su perfilado y sutil rostro, no me movía con rapidez, mis yemas exploraban sus mejillas y los contornos pertinentes cual doncella curiosa, por algunos segundos logre tocar una tez diferente; sus labios -Y está noche usted me enseño las diferencias de ese hurto joven Lord, le debo aquello, solo yo podría saber cuanto usted ha cambiado mi ser esta noche. Mis dedos tomaron una especie de posición en sus mejillas, ya estaba lista tras probar la práctica que año tras año había mantenido -Solo puedo decir que no se que ocurrirá en un futuro, no quiero pensarlo, esta es mi verdad y es uno de los pocos que la sabe, que incluyó su confianza para ablandar mi ser y evitarse mas engaños, haga lo que haga, así esto cause su retirada siempre estará grabado en mis pensamientos, Damian.
Lo había practicado ilimitadas veces, causaba de alguna manera mi debilidad pero aquello solo ocurría cuando era notoria la sed y ese no era el caso esta vez. Tras un respiro di inicio a mi confecion. Mis manos en su rostro eran la conexión con mi mente que dio pie a mi don, a crear imágenes semejantes a las iluciones mortales, que, sumando mi control de la mente, le brindaron al joven humano una clara proyección de esa noche, de todo lo que había ocurrido, incluso desde mi llegada al camposanto. Ambos veíamos aquellas imgenes como si fueran un sueño durante la hora de dormir, sabía lo que el vería; una doncella de magnífica belleza, un anciano muerto en el suelo helido luego de que aquella hermosa mujer bebiera de su sangre saciando sus mas bajos instintos, por último solo vería el encuentro de dos jóvenes a la luz de la luna, las facciones y el rostro sosegado de amabilidad de la dama con cada palabra y gesto del hombre frente a ella finalizados por una indudable cercanía. El contacto término, mis manos se alejaron de su rostro y solo di un paso hacia atrás, como si temiera hacerle daño, como si fuera una peste para el, ahora solo me quedaba esperar, esperar cualquier reacción de su parte ante lo que acababa de pasar por mi propia elección, tenía que aguardar y no había otra opción; una huida, decepción, rencor, no lo sabía, desconocia el futuro de tal encuentro que por si solo se había dado bajo el esplandor de la noche.
Invitado- Invitado
Re: Porque esta es otra de esas noches. [Damian Montague]
“¿Una imagen dice más que mil palabras?”
En medio de un cementerio custodiado por centinelas infrahumanos, observando la actuación de un joven ciego ante una dama y viceversa. Una danza en la obscuridad guardada en los sueños de un invidente perfumada con el olor a humedad, con el efluvio más hermoso que en su vida jamás pudo imaginar, acariciado por los perfiles de la luna con su manto plateado y un vaivén formulado en algunas ramas de árboles cercanos a los intrusos del silencio.
Las palabrejas dichas por cada personaje difuminado en una noche loca, misteriosa, enigmática y tan corrompida por la magia; fueron guardadas celosamente en los recuerdos de Damian, la enseñanza que esa noche depositaron en su cabeza no deberá ser borrada, es una marca tatuada en su ser, impregnando lo mejor de Amelie que, sin conocerlo le dio la oportunidad de desenmascararse así mismo con sus lágrimas cristalinas frente a esa tonta y fría piedra que no escuchará las palabras dedicadas con tanto desdén desde el corazón muerto de un hijo.
Bendita sea la hora en que su destino se vio profanado por el de alguien más, bendito sea el nombre de una mujer que ah arropado en su diáfana presencia la locura encarecida de un joven humano con temor a la vida. Esta infinitamente agradecido con el soplo de existencia que le queda por haber compartido su momento de perdición, nostalgia y tristeza con una persona que le comprendió, si bien no del mismo modo en el que Damian puede discernir, sí de una forma extraordinaria que los demás verían inalcanzablemente hasta en sus más demenciales sueños. El silencio parece ser un fuerte grito ahogado de la muerte cuando las palabras no se profieren con los labios y la voz de los presentes. El joven comprende que las miradas son más fuertes que nada en el mundo, son la entrada del alma, el descubrimiento de la verdad, pero para él que no aprecia el color de un par de pupilas su concentración se enfoca entonces al cambio de atmósfera.
Tranquilidad y paz, no existe en este mundo una combinación tan perfecta como esa, donde los hijos de la luna y el sol extienden sus alas para volar sin temor alguno, sin inhibiciones, alcanzando sus anhelos, sonriendo, viviendo… Es precisamente la sensación que emerge desde el cuerpecillo del ciego, un hermoso y suave cobijo que esta acunando todos sus sentidos. Pero toda utopía tiene su némesis; las palabras de Amelie se instalaron como espinas en los agudos oídos del chiquillo, los latidos de su corazón se aceleran tras el nuevo contacto. La piel de su compañera es inmensamente fría, solo se asemeja al hielo, ala nieve que alguna vez palpó al lado de su desaparecida familia “No seáis tonto Damian” Piensa para si mismo mientras su cuerpo se incorpora lentamente. Sí, reconoce un temor inestable en su interior, un pánico que se abre paso hasta su sistema “¿Por qué habría de huir de tan hermosa mujer?” Su ceño se frunce al tener un conocimiento tan limitado y percibir por primera vez su vulnerabilidad.
Su mente, lo más preciado para él, fue atiborrada de imágenes tan claras y perfectas que no sabía si te trataban de algo real ó de un simple sueño. El ajetreo en su pecho marcaba el pasar del oxígeno a sus pulmones, cada vez más rápido, cada vez más lleno de pánico. Las pupilas del joven niñato se movieron rápidamente de un lado a otro como quien observa una pesadilla desde un ángulo diferente, como quien ve pasar a la muerte arrastrando consigo millones de vidas inocentes. La reacción era claramente predecible, sus labios se abrieron escasamente, en sus facciones el terror, la angustia y la desesperación se dibujaban a cada momento durante la primer ilusión que tuvo de Amelie.
No tiene tiempo para mencionar palabra alguna, no puede si quiera salir de su enmarañada alucinación. Sus pies se tensan, sus puños crispan, pero su mente continúa abierta. Era la película de los últimos instantes, fue tan extraño, tan poco racional pero al mismo tiempo enigmáticamente real. Poco después de un asesinato, siente una sensación cálida en su cuerpo al verse a sí mismo frente a ese sepulcro con su corazón en la mano. Fue completamente extraño observarse en ese estado, era como verse frente a un espejo mágico. Es atrapado por sentimientos ajenos a él, no entiende el por que puede saber con certeza la impresión ocasionada en Amelie por su persona.
Tantas historias, leyendas y cuentos que su padre le leyó, pero ninguno se asemeja a lo que ahora esta viviendo con cierto espanto. No necesita ser un sabio para caer en la cuenta de una verdad asfixiante, pero, y pese a todo lo demás aún tenía preguntas que hacer. Eleva sus manos hasta donde la fémina toca con las suyas las mejillas de Damian y las retira delicadamente. Su rostro de nueva cuenta es el de un ángel, tan inescrutable y sin emociones que aterra los demás. La serenidad en su semblante es caótica, fúnebre… En un fuerte suspiro se deja caer al suelo de rodillas, sus cristalinos ojos se humedecen, sus manos flagelan, su ceño es ligeramente fruncido con una marca de tristeza. – Decidme que no es real – Musita en un suplica casi silenciosa, no tiene miedo, no es por lo que le han revelado, si no por que su esperanza se ve amenazada. Si es cierta esa alucinación Amelie no es un humano, y si ella no es un mortal, Damian se habría equivocado en cuanto a que los humanos pueden cambiar.
Las palabrejas dichas por cada personaje difuminado en una noche loca, misteriosa, enigmática y tan corrompida por la magia; fueron guardadas celosamente en los recuerdos de Damian, la enseñanza que esa noche depositaron en su cabeza no deberá ser borrada, es una marca tatuada en su ser, impregnando lo mejor de Amelie que, sin conocerlo le dio la oportunidad de desenmascararse así mismo con sus lágrimas cristalinas frente a esa tonta y fría piedra que no escuchará las palabras dedicadas con tanto desdén desde el corazón muerto de un hijo.
Bendita sea la hora en que su destino se vio profanado por el de alguien más, bendito sea el nombre de una mujer que ah arropado en su diáfana presencia la locura encarecida de un joven humano con temor a la vida. Esta infinitamente agradecido con el soplo de existencia que le queda por haber compartido su momento de perdición, nostalgia y tristeza con una persona que le comprendió, si bien no del mismo modo en el que Damian puede discernir, sí de una forma extraordinaria que los demás verían inalcanzablemente hasta en sus más demenciales sueños. El silencio parece ser un fuerte grito ahogado de la muerte cuando las palabras no se profieren con los labios y la voz de los presentes. El joven comprende que las miradas son más fuertes que nada en el mundo, son la entrada del alma, el descubrimiento de la verdad, pero para él que no aprecia el color de un par de pupilas su concentración se enfoca entonces al cambio de atmósfera.
Tranquilidad y paz, no existe en este mundo una combinación tan perfecta como esa, donde los hijos de la luna y el sol extienden sus alas para volar sin temor alguno, sin inhibiciones, alcanzando sus anhelos, sonriendo, viviendo… Es precisamente la sensación que emerge desde el cuerpecillo del ciego, un hermoso y suave cobijo que esta acunando todos sus sentidos. Pero toda utopía tiene su némesis; las palabras de Amelie se instalaron como espinas en los agudos oídos del chiquillo, los latidos de su corazón se aceleran tras el nuevo contacto. La piel de su compañera es inmensamente fría, solo se asemeja al hielo, ala nieve que alguna vez palpó al lado de su desaparecida familia “No seáis tonto Damian” Piensa para si mismo mientras su cuerpo se incorpora lentamente. Sí, reconoce un temor inestable en su interior, un pánico que se abre paso hasta su sistema “¿Por qué habría de huir de tan hermosa mujer?” Su ceño se frunce al tener un conocimiento tan limitado y percibir por primera vez su vulnerabilidad.
Su mente, lo más preciado para él, fue atiborrada de imágenes tan claras y perfectas que no sabía si te trataban de algo real ó de un simple sueño. El ajetreo en su pecho marcaba el pasar del oxígeno a sus pulmones, cada vez más rápido, cada vez más lleno de pánico. Las pupilas del joven niñato se movieron rápidamente de un lado a otro como quien observa una pesadilla desde un ángulo diferente, como quien ve pasar a la muerte arrastrando consigo millones de vidas inocentes. La reacción era claramente predecible, sus labios se abrieron escasamente, en sus facciones el terror, la angustia y la desesperación se dibujaban a cada momento durante la primer ilusión que tuvo de Amelie.
No tiene tiempo para mencionar palabra alguna, no puede si quiera salir de su enmarañada alucinación. Sus pies se tensan, sus puños crispan, pero su mente continúa abierta. Era la película de los últimos instantes, fue tan extraño, tan poco racional pero al mismo tiempo enigmáticamente real. Poco después de un asesinato, siente una sensación cálida en su cuerpo al verse a sí mismo frente a ese sepulcro con su corazón en la mano. Fue completamente extraño observarse en ese estado, era como verse frente a un espejo mágico. Es atrapado por sentimientos ajenos a él, no entiende el por que puede saber con certeza la impresión ocasionada en Amelie por su persona.
Tantas historias, leyendas y cuentos que su padre le leyó, pero ninguno se asemeja a lo que ahora esta viviendo con cierto espanto. No necesita ser un sabio para caer en la cuenta de una verdad asfixiante, pero, y pese a todo lo demás aún tenía preguntas que hacer. Eleva sus manos hasta donde la fémina toca con las suyas las mejillas de Damian y las retira delicadamente. Su rostro de nueva cuenta es el de un ángel, tan inescrutable y sin emociones que aterra los demás. La serenidad en su semblante es caótica, fúnebre… En un fuerte suspiro se deja caer al suelo de rodillas, sus cristalinos ojos se humedecen, sus manos flagelan, su ceño es ligeramente fruncido con una marca de tristeza. – Decidme que no es real – Musita en un suplica casi silenciosa, no tiene miedo, no es por lo que le han revelado, si no por que su esperanza se ve amenazada. Si es cierta esa alucinación Amelie no es un humano, y si ella no es un mortal, Damian se habría equivocado en cuanto a que los humanos pueden cambiar.
Damian Montague- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 27/07/2010
Re: Porque esta es otra de esas noches. [Damian Montague]
Me torturaba, si, creaba un tormento nubloso y desconocido dentro de mí al que insistía para que me creara dolor, así sea por una mínima rama de pensamiento o una acción involuntaria, no importa, aquello era lo que deseaba en lo más profundo de mi ser posterior a la confesión que le acababa de hacer al mortal que frente a mí se encontraba. Nunca había sido masoquista y creo que era un término que no figuraba en mi modo de vida a lo largo del camino de la inmortalidad que había recorrido, pero en ese instante, en la escena que transcurría sobre el frio terreno del camposanto, deseaba pagar de cualquier forma por lo que había hecho. No me inculpaba del secreto que había brotado de mis labios con destino a su oído puesto que yo misma lo había causado y solo la semejanza entre ideales y el maravilloso ser que tenía como oyente me había convencido de abrir el baúl de secretos para dejar salir ese hilo tan importante en lo que a mí respecta; el deseo de no mentirle, de no dejarlo caer en lo errado, en no irrumpir su inocencia filosófica, eran algunas de las pocas oraciones que habían cruzado dentro de mí para hacer que mi tacto delatara lo que en verdad era, la ausencia de una viva y vital doncella mortal llena de sueños e ilusiones, dando paso a una mujer inmortal con todo su significado. Desde el momento que mi mente se desconecto de mi don finalizando la ilusión que había creado en el por medio de imágenes, supe que debía de esperar cualquier cosa, gritos, huida, cualquiera que fuese su reacción la estaba esperando, pero lo que no sabía era que sería tan doloroso, que sería algo que tocaría hasta lo que yo misma podía desconocer de mi realidad.
Una punzada profunda y sin cohibiciones ahondo en aquel espacio vacío en el lado izquierdo de mi pecho haciendo que me diera cuenta que era un llamado, un sentir intenso por la reacción de que el apartase mis manos de su rostro, con calma y sin prisas pero muy seguro de sí. Aparto cualquier tacto existente y se dejo caer, esa imagen sin duda alguna perduraría en mi mente sin importar la conclusión futura a la que llegáramos esa noche y a los sucesos futuros que nos llevaría la ola del destino.
Podía hacerlo, podía decirle que eran palabras vagas, que nada de ello era verdad, que había sido un truco barato y superficial, pero no, el no me creería, era un ser humano inteligente y completo y yo misma sabía que no tenía ni la menor intención de crear una farsa y mucho menos frente aquella presencia tan pura y sincera, no llegaría tan bajo ni a un comportamiento tan cobarde. Negué sin moverme, sin proferir palabras, mi vista seguía fija a pesar de que sabía que aun estábamos frente a frente, mis cabellos se movieron conforme a mi negación y mis labios se entreabrieron para solo dejar salir un cálido suspiro, semejante a que las palabras se quedara atadas a las paredes vocales sin la mínima intención de dar vida ni señal. El no me veía y agradecía aquel dote para estar sola, completamente sola aunque no fuera así, para dejar pasar pensamiento tras pensamiento, para que me inundaran y se profundizaran en cada rincón de mi, para que me lastimaran y me culparan de lo que ocurría, de crear una realidad que no era, de crear eso...una mentira -Es tan real como el aire que recorre los confines del mundo, es tan real como el agua pura y cristalina de los ríos, es tan real como...el latido de un corazón. Finalice en un susurro bajando la mirada ante lo último.
Mi mano se dirigió decidida al lado izquierdo de mi pecho aun cubierto por la suave tela del vestido que se posaba sobre mi cuerpo, no percibía nada, ni ritmo, ni calidez, nada...solo un vacio profundo y antiguo. Le di la espalda incapaz de poder verlo mientras mi mano se deslizaba hasta caer a un lado de mi silueta -¿Que sucederá?, no tengo posibilidad de ver o sentir que ocurrirá ¿se irá joven Montague? tiene razones de sobra para hacerlo y yo...motivos para entender cualquier acción que cometa. Cada palabra desgarraba mi garganta sin coherencia alguna, no pensaba y solo decía lo que mi fuero interno dictaba a gritos, aquel joven me afectaba más de la fuerza de la que contaba, no sabía razones y de momento no pensaba en buscarlas sino en descubrir que pasaría, que diría, las ansias se hacían presentes en cada espera de tan solo una palabra proveniente de sus labios.
-Las palabras comunes serian que no lo lastimare y que no era mi intención crear este inconveniente pero...la fortuna, el destino o el transcurso de nuestros caminos nos encontraron de alguna manera esta noche y es de lo que no me arrepiento, se que...no soy lo que esperaba, que soy...una bestia, un monstro de pesadillas... Mire mis manos como si estuvieran bañadas de sangre, de crímenes, de asco por lo que representaba, una vez más me sentía desnuda frente a él, con un rayo de luz inexistente de mi persona que me demostraba aun con creses que existía -...sin importar todo ello juro que no culpo ni siquiera a mis instintos por hacerme venir y dejarme encontrar aunque sea un segundo de paz con alguien que ni en mis peores sueños pensé que podía lograrlo y descubrirme con tan solo una palabra. Una curvatura simple se formo en mis labios aun así cuando nadie pudiera verla, di otro paso luego de ello, quería irme pero mis pies se mantenían atados al elido suelo, solo podía esperar, sumida en un silencio donde intervenían los comunes susurros de la naturaleza nocturna que no pretendía durar para siempre, esperaba cualquier cosa, después de todo hace mucho que había dejado mi futuro en manos del destino y lo único que podía hacer era aguardar la proyección de su decisión y en ese momento del joven mortal al que había lastimado.
Una punzada profunda y sin cohibiciones ahondo en aquel espacio vacío en el lado izquierdo de mi pecho haciendo que me diera cuenta que era un llamado, un sentir intenso por la reacción de que el apartase mis manos de su rostro, con calma y sin prisas pero muy seguro de sí. Aparto cualquier tacto existente y se dejo caer, esa imagen sin duda alguna perduraría en mi mente sin importar la conclusión futura a la que llegáramos esa noche y a los sucesos futuros que nos llevaría la ola del destino.
Podía hacerlo, podía decirle que eran palabras vagas, que nada de ello era verdad, que había sido un truco barato y superficial, pero no, el no me creería, era un ser humano inteligente y completo y yo misma sabía que no tenía ni la menor intención de crear una farsa y mucho menos frente aquella presencia tan pura y sincera, no llegaría tan bajo ni a un comportamiento tan cobarde. Negué sin moverme, sin proferir palabras, mi vista seguía fija a pesar de que sabía que aun estábamos frente a frente, mis cabellos se movieron conforme a mi negación y mis labios se entreabrieron para solo dejar salir un cálido suspiro, semejante a que las palabras se quedara atadas a las paredes vocales sin la mínima intención de dar vida ni señal. El no me veía y agradecía aquel dote para estar sola, completamente sola aunque no fuera así, para dejar pasar pensamiento tras pensamiento, para que me inundaran y se profundizaran en cada rincón de mi, para que me lastimaran y me culparan de lo que ocurría, de crear una realidad que no era, de crear eso...una mentira -Es tan real como el aire que recorre los confines del mundo, es tan real como el agua pura y cristalina de los ríos, es tan real como...el latido de un corazón. Finalice en un susurro bajando la mirada ante lo último.
Mi mano se dirigió decidida al lado izquierdo de mi pecho aun cubierto por la suave tela del vestido que se posaba sobre mi cuerpo, no percibía nada, ni ritmo, ni calidez, nada...solo un vacio profundo y antiguo. Le di la espalda incapaz de poder verlo mientras mi mano se deslizaba hasta caer a un lado de mi silueta -¿Que sucederá?, no tengo posibilidad de ver o sentir que ocurrirá ¿se irá joven Montague? tiene razones de sobra para hacerlo y yo...motivos para entender cualquier acción que cometa. Cada palabra desgarraba mi garganta sin coherencia alguna, no pensaba y solo decía lo que mi fuero interno dictaba a gritos, aquel joven me afectaba más de la fuerza de la que contaba, no sabía razones y de momento no pensaba en buscarlas sino en descubrir que pasaría, que diría, las ansias se hacían presentes en cada espera de tan solo una palabra proveniente de sus labios.
-Las palabras comunes serian que no lo lastimare y que no era mi intención crear este inconveniente pero...la fortuna, el destino o el transcurso de nuestros caminos nos encontraron de alguna manera esta noche y es de lo que no me arrepiento, se que...no soy lo que esperaba, que soy...una bestia, un monstro de pesadillas... Mire mis manos como si estuvieran bañadas de sangre, de crímenes, de asco por lo que representaba, una vez más me sentía desnuda frente a él, con un rayo de luz inexistente de mi persona que me demostraba aun con creses que existía -...sin importar todo ello juro que no culpo ni siquiera a mis instintos por hacerme venir y dejarme encontrar aunque sea un segundo de paz con alguien que ni en mis peores sueños pensé que podía lograrlo y descubrirme con tan solo una palabra. Una curvatura simple se formo en mis labios aun así cuando nadie pudiera verla, di otro paso luego de ello, quería irme pero mis pies se mantenían atados al elido suelo, solo podía esperar, sumida en un silencio donde intervenían los comunes susurros de la naturaleza nocturna que no pretendía durar para siempre, esperaba cualquier cosa, después de todo hace mucho que había dejado mi futuro en manos del destino y lo único que podía hacer era aguardar la proyección de su decisión y en ese momento del joven mortal al que había lastimado.
Invitado- Invitado
Re: Porque esta es otra de esas noches. [Damian Montague]
¿Un corazón que peca en inocencia puede ser corrompido por la obscuridad que nunca ha descubierto en su interior? La respuesta es sí. No hay nada mejor que un sentimiento puro para mutarlo en la más asquerosa de las emociones. Las tentaciones recorren su cuerpo carcomiendo cada diminuta partícula de él y aunque desea salir disparado de ese lugar simplemente no puede por que su pensamiento de anciano se lo impide. El sentir esa morbosa curiosidad, el si quiera tenerla como un aliado no bien visto le derrota, de quebranta todas y cada una de las razones por las cuales desea huir de Amelie, pero ¿En verdad quiere eso? No, es verdad… Damian no puede dejarla sola en aquel lugar tras haber experimentado todo lo vivido, tras entablar la más hermosa de las conversaciones en su vida, no después de comprender que aún cuando la vida puede ser tan cruel y miserable no todo esta perdido.
La afirmación de la mujer se pierde entre los obscuros aposentos de su mente, un eco espectral resuena en los tímpanos del humano, que aún piensa con la cabeza fría… Sus ojos débilmente se van cerrando, es algo absurdo pensar que lo hace para concentrar su cabeza en una sola cosa sin tener que perderse en la visión de las demás, sí, es una completa tontería creer que lo hace por ello y no por algo más cuando sus pupilas no pueden ver más allá que solo el color negro de su ceguera. Atrapa con sus manos un puño de tierra húmeda por el rocío de la noche que ahora parece nada a comparación de la gélida confesión de una increíble mujer. – Dentro de la magia y sus encantos, existen conjuros y maleficios… - Comienza a despejar los remolinos de pensamientos generados en su cabeza, seguramente comenzará a hablar cosas sin sentido, sin coherencia alguna, pero en este punto de su entendimiento nada tiene razones tan absolutas como las de si mismo, no existe algo que pueda contradecirle cuando hasta los enigmas en sí han convertido su misterio en una película delgada de nada. – Un corazón deja de latir, así como el agua puede ser contaminada, y el aire… el aire se queda atrapado frente al obstáculo más grande… una montaña que no le concede el paso, debilitando su viajar… pero eso ya no importa – Niega con su cabeza un par de veces antes de intentar ponerse de pie, el vapor que sale de sus labios al respirar es una muestra del frío que no siente.
Aún cuando sus instintos estuvieron opacados débilmente por la sorpresa en ningún momento dejo de estar consciente de los hechos, sus sentidos alertas, tan despiertos como la luna en la noche y tan incandescentes como las estrellas percibieron lo que un humano común jamás podría. La tonalidad en la garganta de la vampiresa, de esa mujer que ha develado su naturaleza a un completo extraño, denota el sufrimiento que guarda para si misma, cosa en la cual un simple y tonto mortal no tiene, ni debe por que entrometerse. Poco a poco alcanza la postura de minutos atrás, esa donde se podía ver a si mismo frente a Amelie desde una perspectiva que jamás hubiese podido apreciar sin ella. Un mundo alternativo donde es él quien ayuda y no por el contrario.
Extiende sus manos hacia delante con el afán de encontrar el cuerpo, la piel tan sedosa de la fémina y tomarla entre sus manos, sabe que no le lastimará, pudo apreciarlo en lo especial de sus palabras, aún cuando el demonio posea la habilidad para engañar a los humanos, tentándoles con frases hermosas, con esas lenguas viperinas, él… Damian reconoce una mentira sin tener que mirar a los ojos, a la ventana del alma, pues los labios, tampoco saben mentir. – No mi Lady, se equivoca… Una bestia no posee comparación con usted – Un paso temeroso es dado instintivamente por los pies del joven, su cuerpo le advierte el peligro mientras su mentalidad y corazón le envían a los brazos de Amelie. Una vez que encuentra el camino hasta las manos de la mujer las atrapa entre las suyas, como un niño explorador comienza a sentir la textura de su piel, rosando delicadamente el dorso de las mismas, palpando las delineadas curvas. Mirándola como solo Damian sabe hacerlo.
– Un monstruo jamás mostraría sus sentimientos como lo ha hecho usted… Ahora comprendo el por que de sus palabras, pero aún así, no retrocedo en las mías. No cometa un error al juzgarse tan cruel, sí, lo admito, no es lo que mi mente alucinaba… pero no siento decepción alguna por su confesión, por el contrario… me honra el que me haya contemplado dentro de sus secretos madame – Hace una pequeña reverencia expresando con ese ademán estar a la disposición de la dama sin importar absolutamente nada. Una epifanía recorre su cuerpo como un espasmo de veneno queriendo aniquilar todo lo bueno en él, no es nada maligno solo una forma de describir la reacción de su escalofrío interno al sopesar si quiera la idea de morir en las manos de un ser que admira por su sabiduría. – No soy nadie para juzgarle y créame… tampoco esperaba que en este cementerio gris pudiese concebir el deseo de ver, por que quiero, pese a la visión que me mostro, poder mirarle con mis propios ojos, sentirle con mi propia alma. Gracias por concederme una efímera visión de la noche, del viento, de su belleza, de sus palabras. Gracias por mostrarme los colores que había olvidado, la diversidad y el relieve de las lápidas, las letras de mi difunto padre, pero más aún gracias por mostrarse como es, sin el antifaz sobre su piel. No puedo irme cuando su misterio me llama… - Levanta las manos de la mujer hasta sus labios y las besa. Es un movimiento que no contempló en su pensamiento pero que por alguna extraña razón su cuerpo realizó sin arrepentirse de nada.
La afirmación de la mujer se pierde entre los obscuros aposentos de su mente, un eco espectral resuena en los tímpanos del humano, que aún piensa con la cabeza fría… Sus ojos débilmente se van cerrando, es algo absurdo pensar que lo hace para concentrar su cabeza en una sola cosa sin tener que perderse en la visión de las demás, sí, es una completa tontería creer que lo hace por ello y no por algo más cuando sus pupilas no pueden ver más allá que solo el color negro de su ceguera. Atrapa con sus manos un puño de tierra húmeda por el rocío de la noche que ahora parece nada a comparación de la gélida confesión de una increíble mujer. – Dentro de la magia y sus encantos, existen conjuros y maleficios… - Comienza a despejar los remolinos de pensamientos generados en su cabeza, seguramente comenzará a hablar cosas sin sentido, sin coherencia alguna, pero en este punto de su entendimiento nada tiene razones tan absolutas como las de si mismo, no existe algo que pueda contradecirle cuando hasta los enigmas en sí han convertido su misterio en una película delgada de nada. – Un corazón deja de latir, así como el agua puede ser contaminada, y el aire… el aire se queda atrapado frente al obstáculo más grande… una montaña que no le concede el paso, debilitando su viajar… pero eso ya no importa – Niega con su cabeza un par de veces antes de intentar ponerse de pie, el vapor que sale de sus labios al respirar es una muestra del frío que no siente.
Aún cuando sus instintos estuvieron opacados débilmente por la sorpresa en ningún momento dejo de estar consciente de los hechos, sus sentidos alertas, tan despiertos como la luna en la noche y tan incandescentes como las estrellas percibieron lo que un humano común jamás podría. La tonalidad en la garganta de la vampiresa, de esa mujer que ha develado su naturaleza a un completo extraño, denota el sufrimiento que guarda para si misma, cosa en la cual un simple y tonto mortal no tiene, ni debe por que entrometerse. Poco a poco alcanza la postura de minutos atrás, esa donde se podía ver a si mismo frente a Amelie desde una perspectiva que jamás hubiese podido apreciar sin ella. Un mundo alternativo donde es él quien ayuda y no por el contrario.
Extiende sus manos hacia delante con el afán de encontrar el cuerpo, la piel tan sedosa de la fémina y tomarla entre sus manos, sabe que no le lastimará, pudo apreciarlo en lo especial de sus palabras, aún cuando el demonio posea la habilidad para engañar a los humanos, tentándoles con frases hermosas, con esas lenguas viperinas, él… Damian reconoce una mentira sin tener que mirar a los ojos, a la ventana del alma, pues los labios, tampoco saben mentir. – No mi Lady, se equivoca… Una bestia no posee comparación con usted – Un paso temeroso es dado instintivamente por los pies del joven, su cuerpo le advierte el peligro mientras su mentalidad y corazón le envían a los brazos de Amelie. Una vez que encuentra el camino hasta las manos de la mujer las atrapa entre las suyas, como un niño explorador comienza a sentir la textura de su piel, rosando delicadamente el dorso de las mismas, palpando las delineadas curvas. Mirándola como solo Damian sabe hacerlo.
– Un monstruo jamás mostraría sus sentimientos como lo ha hecho usted… Ahora comprendo el por que de sus palabras, pero aún así, no retrocedo en las mías. No cometa un error al juzgarse tan cruel, sí, lo admito, no es lo que mi mente alucinaba… pero no siento decepción alguna por su confesión, por el contrario… me honra el que me haya contemplado dentro de sus secretos madame – Hace una pequeña reverencia expresando con ese ademán estar a la disposición de la dama sin importar absolutamente nada. Una epifanía recorre su cuerpo como un espasmo de veneno queriendo aniquilar todo lo bueno en él, no es nada maligno solo una forma de describir la reacción de su escalofrío interno al sopesar si quiera la idea de morir en las manos de un ser que admira por su sabiduría. – No soy nadie para juzgarle y créame… tampoco esperaba que en este cementerio gris pudiese concebir el deseo de ver, por que quiero, pese a la visión que me mostro, poder mirarle con mis propios ojos, sentirle con mi propia alma. Gracias por concederme una efímera visión de la noche, del viento, de su belleza, de sus palabras. Gracias por mostrarme los colores que había olvidado, la diversidad y el relieve de las lápidas, las letras de mi difunto padre, pero más aún gracias por mostrarse como es, sin el antifaz sobre su piel. No puedo irme cuando su misterio me llama… - Levanta las manos de la mujer hasta sus labios y las besa. Es un movimiento que no contempló en su pensamiento pero que por alguna extraña razón su cuerpo realizó sin arrepentirse de nada.
Damian Montague- Mensajes : 114
Fecha de inscripción : 27/07/2010
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