La plaza, de noche [Catherina A. Salvatore]

por Invitado Vie Ago 13, 2010 12:20 pm

No sé exactamente como llegué a la Plaza de Tertre, pero era un buen lugar para pasar la noche, observé cada rostro que pasaba ante mis ojos, posando mi mirada en el, esperando a que esa persona me mirara, y así, empezar una conversación, como ya había hecho muchas veces, pero lo único que hacía la gente era ignorarme o sonreírme e irse, eso me ponía de mal humor, tenía ganas de hablar con alguien, hacía tiempo que no veía a ninguno de mis conocidos, no conseguía localizarlos, no habría estado de más que les pidiera su dirección, para hacerles alguna visita por la noche, apunté mentalmente esa nota en mi cabeza, y resignado, me senté en un banco de la plaza, siendo iluminado por la luz de una farola, sobre la cual revoloteaban algunos insectos, saqué de mi bolsillo un libro pequeño, en el que te explicaban los pasos principales para aprender a dibujar, a mis 60 años de edad(y 20 de apariencia, claro) nunca me había interesado por la pintura, pero mi fortuito encuentro con Marco hizo que la curiosidad me invadiera, y que encontrara una nueva fuente de entretenimiento, ya había practicado un poco, no estaban del todo mal para ser un principiante, pero lo que tenía claro es que nadie en la vida vería esos cuadros, aún no eran de esos cuadros de los que se podía presumir, por supuesto, también Marco me ayudaría a aprender, después de que en nuestro primer encuentro se lo pidiera, este dijo que si, sin ni siquiera conocerme, y además, dijo que lo daría gratis, cosa que, por supuesto, no iba a permitir, era demasiado caballeroso para ello.

Las horas pasaron rápidamente, sin casi darme cuenta ya me había leído la mitad del libro, cada página eran conocimientos nuevos que se añadían a mi cabeza, quizás la gente me viera como un loco que prefería leer al lado de una farola llena de bichos que en su casa, pero, como todos los que me conocen lo saben, lo que diga la gente me da igual, ¿quienes son ellos para decidir mi vida?

por Invitado Vie Ago 13, 2010 8:13 pm

De nuevo el día de hot tenia la oportunidad de volver a pasear por la calle. Pero casi como si fuera costumbre, entre mi gran extensión de libros tome el primero que vi. No fue necesario que examinara las portadas de cada uno, pues yo ya tenia el lugar de cada libro y era fácil de aprenderlo si estaban organizados. Pero a pesar de que pareciera un lió, no lo era. Era un diario escrito por alguna persona que yo desconocía. Solo aprecio en ese lugar y lo que narraba se me era muy fascinante.

Una vez andando entre las calles hasta llegar al parque. Comprobé que aquella tarde era muy cómoda. No veía vestigios de lluvia, vientos o cosas peores que pudieran arruinar el día. Sin duda estaba muy tranquilo. Eso lo hacia aun mucho mejor. Las interrupciones no eran muchas. Solo una que otra persona se detenía para saludarme y seguir su camino. Todo era a base de que el mismo apellido Salvatore me diera toda esa vida. No me gustaba mucho pero no la desperdiciaría. Si mis padres batallaron para conseguirla les agradecería del mismo modo. Así de grande era el cambio que tuve con el paso del tiempo.

Sin embargo, el pasar del tiempo era rápido. Era sorprendente como unas cuantas paginas manejarían las horas con rapidez. El cielo ya estaba oscuro y aun no tenia la necesidad de volver al castillo. Como era fácil de decir que la noche estaba presente, necesitaba de algo de luz para seguir con mi lectura. Baje por unos instantes el libro y observe detenidamente al alrededor. Al notar como un joven se encontraba leyendo bajo una farola, no perdía el tiempo al compartir un lugar. Después de todo era el único asiento en donde la luz llegaba. Me acerque tranquilamente y al estar cercas de el, le sonreí antes que nada.- ¿Puedo tomar asiento? -le pregunte observando el lugar vació.

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