AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Oscura noche de agua fria... (Samuel A.Salvatore)
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Oscura noche de agua fria... (Samuel A.Salvatore)
1800. Paris. Noche oscura. Agua fría. Una laguna.
Cierta noche de primavera, la joven Yulianna decidió salir al lago. Para muchos es algo peligroso, o temerían acercarse solos a un lago, pero ella necesitaba distraerse, estar sola, y salir de su casa. Asique decidida a ello se quitó el vestido de color beige que llevaba, se soltó la melena y se quitó el corsé que tanto le oprimía el pecho. Miró hacia la derecha, después a la izquierda y finalmente se adentró en el agua fría sumergiéndose finalmente.
Durante unos minutos todo parecía normal. Ella se lavó, disfrutó del agua, de la tranquilidad de la noche y cuando vio el momento preciso salió y se puso el corsé y la parte de abajo del conjunto de seda blanca.
Se sentó en la hierva y comenzó a mirar la luna llena. Sin duda era una bonita noche.
Tiempo después su tranquilidad se esfumó, pues escuchó un ruido y le pareció ver... ¿un lobo? No sabía muy bien lo que era pero se encontraba detrás de los árboles, y venía hacia ella. Su reacción fue, a pesar de ser una persona fuerte y valerosa, apretar su vestido con la mano derecha. No sabía lo que iba a pasar.
Cierta noche de primavera, la joven Yulianna decidió salir al lago. Para muchos es algo peligroso, o temerían acercarse solos a un lago, pero ella necesitaba distraerse, estar sola, y salir de su casa. Asique decidida a ello se quitó el vestido de color beige que llevaba, se soltó la melena y se quitó el corsé que tanto le oprimía el pecho. Miró hacia la derecha, después a la izquierda y finalmente se adentró en el agua fría sumergiéndose finalmente.
Durante unos minutos todo parecía normal. Ella se lavó, disfrutó del agua, de la tranquilidad de la noche y cuando vio el momento preciso salió y se puso el corsé y la parte de abajo del conjunto de seda blanca.
Se sentó en la hierva y comenzó a mirar la luna llena. Sin duda era una bonita noche.
Tiempo después su tranquilidad se esfumó, pues escuchó un ruido y le pareció ver... ¿un lobo? No sabía muy bien lo que era pero se encontraba detrás de los árboles, y venía hacia ella. Su reacción fue, a pesar de ser una persona fuerte y valerosa, apretar su vestido con la mano derecha. No sabía lo que iba a pasar.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Oscura noche de agua fria... (Samuel A.Salvatore)
Gemidos, gritos de dolor y de desgarro cortaban el aire ante toda mi agonía. Mi piel parecía explotar. Me temblaba todo el cuerpo y los musculos me ardían fieramente, como si de tanto tensarse se fueran a partir. Dos lágrimas de dolor cayeron por mi rostro y se posaron en mis labios, aun con forma humana. Era extraño, estaba tardando mucho tiempo en convertirme. Grité con todas mis fuerzas, logrando espantar a un buho que cazaba cerca de mí. Me mordí un labio, conteniendo otro grito, hasta lograr hacerlo sangrar. Mi espalda se arqueó, mis huesos se estiraron y se doblaron, logrando alcanzar la forma exacta de un depredados de casi 200 kilos.
Noté como garras surgían de donde segundos atrás se habían hallado mis dedos, mis uñas, mi piel. Pelaje blanco y negro empezó a surgir por todo mi cuerpo. Tenía calor. Estaba apunto de vomitar. Y seguía el dolor, Dios no tenía piedad de mí. Dios permitía que me sucediera esto. Dios no estaba en mi vida, hacía tiempo que había dejado de creer en él. Otro grito acompañado de un rugido cortó el aire. Fue exactamente en ese momento cuando supe que ya estaba, todo había acabado por esa noche.
Ya estaba, era un lobo. Noté como mis pensamientos se tornabas casi incoherentes y logré dejar gran parte de mi mente despierta, impidiendo que mi parte de lobo se apoderara de mí. Pero no pude impedir que mis patas me llevaran hacia lo más profundo del bosque, mi parte cuerda me decía que no debía ir allí, que me podía ver alguien merodear por la laguna. Pero mi parte lobuna solo quería cazar. Dejé a mis patas guiarme hasta que me di cuenta de donde estaba. Me había aproximado demasiado al lago, y que una joven, bastante hermosa, no pude evitar pensar, se había levantado asustada al verme, de donde momentos antes había estado. Intenté refrenarme, porque sabía lo que yo podía hacer cuando salía a relucir mi licantropía, así que intenté que mi parte cuerda venciaara al lobo interior. Hice algo que nunca jamás había intentado: revertir el proceso.
Quise convertirme en humano, lo desee con todas mis fuerzas. Noté como mis ojos celestes de lobo se cerraban con fuerza mientras mis patas me llevabas hacia la chica. No podía pararme y temía. Temía hacerle algo malo. Temía atacarla como a aquella mujer. Mi parte lobuna aulló de dolor. Mi mente cuerda vencía, estaba venciendo. Mis huesos volvieron a colocarse, mis tendones volvieron a su tamaño normal, el pelaje blanco y negro desapareció. Noté como volvía en mí mismo. Esta vez sin dolor, algo tranquilo. Pero estaba exhausto. Cansado y dolorido. Volvía a ser humano de nuevo.
Estaba de pie, completamente desnudo, sin nada que me cubriera. Me caí al suelo y casi pierdo la consciencia. La cabeza me iba a explitar. Solté un gemido y jadeé. Me retorcí en el suelo, mientras notaba la presencia de la joven cerca de mí.
Samuel A. Salvatore- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 23/02/2011
Localización : Aullando bajo la luz de la luna
Re: Oscura noche de agua fria... (Samuel A.Salvatore)
Yulianna permanecía quieta, apretando su vestido con fuerza, mientras observaba a lo que definitivamente era un lobo caminar hacia ella. ¿Iba a morir? Sí. Lo cierto es que se le pasó por la cabeza. Sin duda pensó que la mordería, que desgarraría su piel, y que después ella se desangraría, pero no fue así. No. Y entonces pensó en lo que su "Nianuskina" le había dicho días antes: "Querida, no sabes lo que se esconde, ni con lo que te encontrarás, pero es peligroso". Ahora nuestra protagonista pensaba en ello. ¿Por qué no estaba en casa? Podía haberse quedado en el sillón de piel de potro de su salón, al lado de la chimenea mientras leía algunas rimas de su amado Shakespeare, pero en lugar de eso se había dejado llevar por esa noche, y ahí estaba. Frente a un lobo de hermoso pelaje blanco y negro, pero no un lobo cualquiera, pues su mirada era de dolor, de melancolía y me atrevería a decir de miedo, y ella permanecía quieta. Entonces pasó algo extraordinario. El lobo se convirtió en un joven de a penas unos veinti pocos años, alto, delgado, con melena rubia. Y se derrumbó. Se calló al suelo como si no tuviese motivo para seguir caminando, como si no tuviese fuerzas para seguir, y mientras Yulianna lo observaba con evidente asombro e incomprensión sus ojos se cerraron poco a poco. En ese preciso momento, esta sin pensárselo dos veces corrió hacia él. ¡¡¡Despiertaa!!! decía ella, pero no obtenía respuesta. Entonces se acercó hacia donde estaba su vestido la toquilla que había sido de su madre, la cual la había bordado con sus propias manos. Se dirigió hacia el joven lo más rápido que pudo, pese a haber tropezado y hacerse un rasponazo en la rodilla derecha. Pese a todo volvió junto a él, que se encontraba a unos cinco metros del lago y lo arropó como pudo, aferrándolo contra sus brazos, esperando que se despertase, que reaccionase, y sobretodo que le bajase la fiebre, pues estaba muy caliente.
-Mi nombre es Yulianna. Y estoy aquí para ayudarte. -dijo en voz baja mientras lo acercaba más hacia ella y lo aferraba hacia su pecho a la vez que acariciaba su precioso cabello rubio.
-Mi nombre es Yulianna. Y estoy aquí para ayudarte. -dijo en voz baja mientras lo acercaba más hacia ella y lo aferraba hacia su pecho a la vez que acariciaba su precioso cabello rubio.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Oscura noche de agua fria... (Samuel A.Salvatore)
Los latidos de mi débil corazón resonaban en mi cabeza como miles de martillos picando en la madera. El sonido era constante, no había momento en el cual pudiera taparme los oídos. Mis músculos estaban paralizados y mis huesos hechos polvo. No me podía mover y para colmo tenía frío. Eso era normal, contando que era una noche de primavera y yo estaba desnudo cerca de un lago que aguardaba toda su humedad en él. Mi respiración era delicada, aunque también un poco ronca. Notaba los pulmones hacer su trabajo, transformando el oxígeno en diógino de carbono. Era extraño que el cuerpo de un ser como yo funcionara igual que el de un humano, pero al fin y al cabo, yo había nacido como tal y siempre tendría mi parte animal y mi parte humana.
Intenté abrir los ojos, pero los párpados me epsaban de sobremanera y era incapaz de despertarme completamente. Quitando en parte ese problema, podía oir y sentir todo lo que me sucedía alrededor. La voz de la joven había resonado en mis oídos, interrumpiendo el estridente ruido martilleante de mi corazón. Había gritado que despertara, y eso era precisamente lo que había estado intentando desde que la había visto: despertar. Los pasos de la chica por la cual había decidido convertirme de nuevo en humano para no matarla ni herirla, se habían acercado a gran velocidad hacía algunos segundos atrás.
Oí como se cayó al suelo, pero a pesar de eso siguió su camino, hacia mí. Noté como me cubrió con una tela suave, que disipó buena parte del frio que antes me había recorrido la piel hasta casi llegar a congelarla. Agradecí silenciosamente aquel gesto, pero aquella joven tenía que huir, yo no sabía cuanto aguantaba invirtiendo el proceso una noche de Luna Llena. Nunca lo había intentado antes y, de momento, solo sabía que era una experiencia dolorosa y agónica. Pero podía controlarla, al menos lo suficiente como para advertir a la muchacha de que huyera antes de que fuese demasiado tarde. Oí lo que me decía, que su nombre era Yulianna, que me aydaría. Me acarició el cabello, logrando que un escalofrío me recorriera el cuerpo. Intenté advertirla, pero solo una jadeo ahogado salió de mis labios. Morados del frío. Tosí varias veces, intentando deshacerme del nudo situado más arriba de mi garganta.
Abrí los ojos de golpe y me incorporé, quedando sentado en el suelo. Intenté localizar la cara de la muchacha, pero mis ojos estaban vidriosos y apenas distinguía figuras nítidas. Me llevé las manos a los ojos y me los froté, con la intención de despejarlos para poder ver. Después de un rato así, paré, satisfecho de saber que había logrado mi cometido. Tosí de nuevo una vez un enfoqué a la joven. Era hermosa, sin duda y parecía bastante joven, de mi edad, más o menos, quizás menor. Sonreí de lado, un amago de lo que anteriormente yo solía llamar sonrisa. -Tenga cuidado, joven- gemí al notar que no podía moverme. -Será mejor que no se acerque a mí, soy perligroso- logré advertirla al fin. Alcé una mano para acariciarle la mejilla, fría en comparación con mi piel, que casi ardía.
Samuel A. Salvatore- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 23/02/2011
Localización : Aullando bajo la luz de la luna
Re: Oscura noche de agua fria... (Samuel A.Salvatore)
Ella permanecía allí, acariciando su cabello. Estaba alucinada, no sabía que pensar... ¡tan si quiera lo hacía! Solo le preocupaba algo, ¿y por qué? Si tan si quiera lo conocía, pero así era. Le preocupaba él y su bienestar pero al estar sola poco podría hacer. Al cabo de unos instantes el muchacho sonrió, pese a su dolor pues se notaba que sufría. ¿Y por qué? De nuevo esta pregunta, a la que ella por el momento no obtendría respuesta. Y él seguía ardiendo. Finalmente consiguió hablar, le dijo que huyese, que él era peligroso, pero ¿debía irse? Jamás lo haría, porque ella no era así, y podría matarla pero no lo abandonaría.
Él no dijo nada más. Silencio. O eso parecía, pero ella escuchaba su corazón y sentía el de él latir con fuerza. Estaba mal y no sabía que hacer, pero se le ocurrió una cosa. Se levantó y corrió lo más rápido que le permitieron sus piernas, no sin antes haber apoyado al joven sobre el suelo de manera cuidadosa.
Cuando llegó hasta su vestido, que se encontraba sobre la verde hierva de mediana altura totalmente arrugado, sacó una pequeña daga de su corsé, que había sido herencia de su madre, y cortó la tela de dentro del faldón. Posteriormente guardó la daga y miró hacia atrás. El chico seguía allí. Se metió en el río y mojó por completo el cacho de tela que acababa de coger.
Fue hasta el joven que aún permanecía allí. Casi inconsciente, y necesitado de atención, de un delicado cuidado, y quizás de amor.
Al llegar se colocó como antes había echo y humedeció su frente caliente con el paño, notando como él abría los ojos poco a poco y la miraba. Pero algo echaba en falta. Ya no le acariciaba la mejilla como antes. Y lo peor: quizás no volvería a hacerlo nunca, pero ella, Yulianna, no se movería de su lado. No. No lo haría. No le dejaría solo. No hasta que estuviese bien. No hasta que le dijese su nombre. No hasta que estuviese segura de que lo volvería a ver. Definitivamente no. Algo hacía que quisiese quedarse allí, a su lado, junto al débil latido de su corazón, junto a su piel que instantes antes hervía, juntos a esos ojos que de nuevo la miraban atenta y cariñosamente.
-Dime algo. -dijo sin saber por qué lo había dicho.
Él no dijo nada más. Silencio. O eso parecía, pero ella escuchaba su corazón y sentía el de él latir con fuerza. Estaba mal y no sabía que hacer, pero se le ocurrió una cosa. Se levantó y corrió lo más rápido que le permitieron sus piernas, no sin antes haber apoyado al joven sobre el suelo de manera cuidadosa.
Cuando llegó hasta su vestido, que se encontraba sobre la verde hierva de mediana altura totalmente arrugado, sacó una pequeña daga de su corsé, que había sido herencia de su madre, y cortó la tela de dentro del faldón. Posteriormente guardó la daga y miró hacia atrás. El chico seguía allí. Se metió en el río y mojó por completo el cacho de tela que acababa de coger.
Fue hasta el joven que aún permanecía allí. Casi inconsciente, y necesitado de atención, de un delicado cuidado, y quizás de amor.
Al llegar se colocó como antes había echo y humedeció su frente caliente con el paño, notando como él abría los ojos poco a poco y la miraba. Pero algo echaba en falta. Ya no le acariciaba la mejilla como antes. Y lo peor: quizás no volvería a hacerlo nunca, pero ella, Yulianna, no se movería de su lado. No. No lo haría. No le dejaría solo. No hasta que estuviese bien. No hasta que le dijese su nombre. No hasta que estuviese segura de que lo volvería a ver. Definitivamente no. Algo hacía que quisiese quedarse allí, a su lado, junto al débil latido de su corazón, junto a su piel que instantes antes hervía, juntos a esos ojos que de nuevo la miraban atenta y cariñosamente.
-Dime algo. -dijo sin saber por qué lo había dicho.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Oscura noche de agua fria... (Samuel A.Salvatore)
Y la dichosa temperatura seguía y seguía subiendo. Ya había alcanzado tal punto que la agónica sensación de malestar era irremediable. Cada vez mis sentidos estaban más agudizados, tanto, que dolía. Podía escuchar hasta el susurro de las ojas al rozar los helechos, después de sufrir una fina y suave caída debida al viento. Ya con mis ojos abiertos, intentando buscar alguna señal de bienestar por mi parte, dejé de intentarlo, sabía que hasta pasadas una media hora o una hora entera, no dejaría de encontrarme mal. Y lo sabía por mi percepción del peligro, claro. Don tomado a partir de mi conversión en licántropo, conversión que yo odié desde el primer momento en que estuve consciente.
Lo único bueno que tenía eran algunas de las noches en las que había Luna Llena, cuando me podía relajar bajo mi melancólica forma lobuna. Y esa noche había intentado revertir ell proceso, algo, según entendido, muy peligroso y apenas resultante. Pero lo había hecho, con bastante fuerza de voluntad y una buena parte de mi mente humana consciente en mi cerebro.
En ese momento notaba las delicadas manos de la joven acariciándome el cabello con suavidad propia de las damas. Creí que ella iba a hacer caso de mi estúpida advertencia, porque escuché sus pasos al correr no sin antes posarme sobre el suelo mientras respiraba agitadamente. Luego agudicé aun más si cabe mis sentidos. Así fue como supe que la muchacha no se había ido, simplemente pululaba por ahí cerca, tratando de buscar algo. Levanté la cabeza del suelo para mirar lo que hacía. Se había metido en el rio con un pedazo de tela en las manos, logrando mojarla y desprenderla de cualquier gérmen que pudiera haber en el claro.
Me pasó la tela por la frente, ardiendo por momentos, mientras yo observaba todos y cada uno de sus movimientos. La verdad, habían pasado algunos minutos desde que estaba haciéndome eso, que ya me sentía un poco mejor. Al parecer, había decidido hacer caso omiso a mi advertencia. Se había quedado ahí y me estaba cuidando. Yo pensaba que no me merecía su atención, ella parecía ser muy pura y en cambio yo, estaba sucio de pecado. Entrecerré los ojos, intentando percibir lo que le pasaba por la menta a la joven. En su expresión se podían ver la melancolía y en el transfondo, la ansiedad; pero lo que más se notaba era la decisión. Parecía firme al quererse quedar a mi cuidado.
Susurró apenas dos palabras, reclamando, pidiendo que de mi boca saliera algúnn sonido, otra palabra a cambio, una frase si cabía. Intenté deecirle algo mientras abría ya por completo los ojos. Intenté formar una pequeña sonrisa, que se elevaba en las comisuras, pero que por lo menos denotaba paz y tranquilidad ante su presencia. -Gracias- apenas murmuré ante su petición. -No tenías por qué- añadí intentando satisfacerla. Intenté incorporarme para quedar sentado y por lo menos, no parecer penoso ni débil, que es lo que debería pensar de mi en ese momento. -¿Yulianna es tu nombre, entonces?- pregunté para aliviar la situación, mientras dejaba caer gotas de agua derramadas por el paño en mi torso. Caí en la cuenta que con tanto dolor y desesperación no había dicho demasiado sobre mí. Pensé que me había visto en mi forma de lobo y luego, de golpe, mi transformación humana. Le debería sonar raro pero no lo demostraba. -El mío es Samuel.- contesté a la pregunta muda de sus preciosos ojos.
Samuel A. Salvatore- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 23/02/2011
Localización : Aullando bajo la luz de la luna
Re: Oscura noche de agua fria... (Samuel A.Salvatore)
El joven no mejoraba. O eso creía ella, pero cuando regresó y ya le había humedecido la frente, se dio cuenta de que el calor disminuía. Estaba mejorando y es que ella llevaba a su lado bastante tiempo.
Cuando se dio cuenta de que él se quería incorporar se lo permitió. Pero no se apartó demasiado. Para ella, el echo de que estuviese a su lado desnudo, doloroso y tan débil, era lo suficiente como para sentir la necesidad de quedarse allí hasta el amanecer si hiciese falta. Y no se movería de su lado. Eso lo tenía claro.
Al fin, el chico logró decir algo. Su nombre. "Samuel", había dicho. A Yulianna le encantaba. Y no pudo evitar sonreír. Se acercó más a él y posó sus labios sobre su tibia frente. Como si fuese a hacerlo. La fiebre había bajado, y él no deliraba. Eso lo había demostrado al mantener una conversación tan sensata. Ella recordó sus palabras: "No tendrías por qué", pero eso lo decía porque acababa de conocerla. Muchos dicen de ella que es de las personas más humildes de la ciudad, pues a cambio de nada, ayuda a todo el que puede. Así que, ¿por qué no iba a quedarse allí con ese joven?
Finalmente separó sus labios de su rostro. No quería sobrepasarse.
-Ya estás mejor. -dijo abrazándole para que notase su calor. -Me has dado un susto de muerte. -Sonrió para sí misma. Alegre por su mejoría. Y se dio cuenta de que ya le hablaba como si se conociesen de toda la vida, y esperaba que él no se molestase pues ella era así.
Yulianna le observaba. Estaba tranquilo. No hablaba. Y ella dudaba. ¿Cómo preguntarle por qué había pasado de ser un hermoso lobo a un humano? Jamás lo había visto, aunque su Nianuskina le había contado muchas cosas sobre las personas sobrenaturales. ¿Acaso era todo eso cierto? No lo sabía, pero estaba segura de que no era el momento de preguntar. No por el momento. Y allí se quedó. Inmóvil. No se iría hasta que él mismo se lo pidiese. Y recordó que ya lo había echo anteriormente, pero... ¿sería posible que ella no pudiese apartarse de él? Todo era posible. Y esa era una posibilidad poco descabellada.
Cuando se dio cuenta de que él se quería incorporar se lo permitió. Pero no se apartó demasiado. Para ella, el echo de que estuviese a su lado desnudo, doloroso y tan débil, era lo suficiente como para sentir la necesidad de quedarse allí hasta el amanecer si hiciese falta. Y no se movería de su lado. Eso lo tenía claro.
Al fin, el chico logró decir algo. Su nombre. "Samuel", había dicho. A Yulianna le encantaba. Y no pudo evitar sonreír. Se acercó más a él y posó sus labios sobre su tibia frente. Como si fuese a hacerlo. La fiebre había bajado, y él no deliraba. Eso lo había demostrado al mantener una conversación tan sensata. Ella recordó sus palabras: "No tendrías por qué", pero eso lo decía porque acababa de conocerla. Muchos dicen de ella que es de las personas más humildes de la ciudad, pues a cambio de nada, ayuda a todo el que puede. Así que, ¿por qué no iba a quedarse allí con ese joven?
Finalmente separó sus labios de su rostro. No quería sobrepasarse.
-Ya estás mejor. -dijo abrazándole para que notase su calor. -Me has dado un susto de muerte. -Sonrió para sí misma. Alegre por su mejoría. Y se dio cuenta de que ya le hablaba como si se conociesen de toda la vida, y esperaba que él no se molestase pues ella era así.
Yulianna le observaba. Estaba tranquilo. No hablaba. Y ella dudaba. ¿Cómo preguntarle por qué había pasado de ser un hermoso lobo a un humano? Jamás lo había visto, aunque su Nianuskina le había contado muchas cosas sobre las personas sobrenaturales. ¿Acaso era todo eso cierto? No lo sabía, pero estaba segura de que no era el momento de preguntar. No por el momento. Y allí se quedó. Inmóvil. No se iría hasta que él mismo se lo pidiese. Y recordó que ya lo había echo anteriormente, pero... ¿sería posible que ella no pudiese apartarse de él? Todo era posible. Y esa era una posibilidad poco descabellada.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Oscura noche de agua fria... (Samuel A.Salvatore)
Tosí una vez más y me aclaré la garganta para que mi voz no sonara ronca, algo que mis cuerdas vocales habían tomado por costumbre después de que estuviera un buen rato sin hablar ni decir nada. Me llevé una mano al cuello para rascármelo, aun recordaba que en mi forma lobuna me había enganchado en una mata de zarzas y otras plantas urticantes, y todavía sentía el picor a lo largo de esa zona. Parpadeé repetidamente durante algunos segundos. Estaba cuerdo, sí, pero me sentía confuso. Y no me gustaba la confusión.
Yulianna sonrió al escuchar mi nombre, algo que no hacía mucha gente, así que me limité a mirarla con curiosidad cuando depositó sus labios sobre mi, ahora, tibia frente. Me resultó placentero notar el contacto de una piel que no fuera la mía. El contacto, sorprendentemente, hizo que mi respiración fuera más tranquila y liviana. Al rato se separó y me dijo que ya estaba mejor. Asentí. Me abrazo, seguramente para que notara su calor. Alcé los brazos y rodeé su cuerpo con ellos. Comparada conmigo, ella era más bien menuda y delicada. De piel suave. Acaricié uno de sus brazos, y deposité mi cabeza al lado de su clavícula, aspirando su aroma.
Sí. Definitivamente estaba confuso. Esperé que no le molestara mi contacto, en ese momento necesitaba algo a lo que sostenerme porque aun me sentía débil. La primera persona del singular que utilizó la joven muchacha me hizo sonreir para mis adentros, apenas nos conocíamos, pero me sentía bien con ella y, al parecer, ella confiaba en mí. Sentí sus azules ojos fijarse en mí, me observaba, intentando descibrar algo de mí. Probablemente se preguntaba que era lo que había pasado minutos antes.
Mi mente empezó a divagar. ¿Debería hacer algún comentario sobre lo de antes? ¿Debería callarme y limitarme a no decir nada? ¿Debería pedirle que se fuera? Nada más surgir ese pensamiento de mi mente lo auyenté bruscamente. No tenía ganas de que la joven se fuera y, aunque no supiera el por qué, me sentía bien sintiéndola en mis brazos. Me separé un poco, lo suficiente para que pudieramos hablar si ella así lo quería. Posé mis manos sobre la hierba, para sostenerme y le sonreí ligeramente. Ya estaba despierto por completo. Mi mente lobuna había desaparecido a pesar de que había Luna Llena.
-Lo siento- le dije. Sentía haberme encontrado con ella esa noche. Sentía haberla puesto en peligro. Sentía que luego tuviera que afrontar las cosas. Sentía que su mente despertara y supiera sobre seres sobrenaturales. Lo sentía con toda mi alma. Después de eso me limité a mirarla de nuevo con curiosidad al ver que no preguntaba nada.
Samuel A. Salvatore- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 23/02/2011
Localización : Aullando bajo la luz de la luna
Re: Oscura noche de agua fria... (Samuel A.Salvatore)
Samuel se llevó la mano al cuello. Ella no se había fijado, pero él tenía heridas, no de mucha importancia, en la parte derecha.
-¿Qué te ha ocurrido? -Pero al instante ella comprendió. Era una herida provocada quizás por algún arbusto, pero no era grave. Le picaría un par de días y después no le molestaría.
Yulianna acarició su cuello, como si intentase calmar su dolor. Sin saber por qué ella era como su protectora, y no dejaría que nada le ocurriese.
Ahora las cosas habían cambiado. La respiración del joven era mucho más tranquila. Su rostro se veía débil y a ella le resultaba enternecedor, pero cada vez necesitaba menos de su ayuda, y quizás de su compañía. ¿Quién sabe? Lo que ella sabía era que la fiebre había bajado, y él se había recompuesto, eso sí, sin soltarla. La abrazaba, y ella se sentía reconfortada. Además, acariciaba su brazo con delicadeza. La sensación era inexplicable. Era como si se tuviesen el uno al otro, frente a la laguna, sin que nada más importase. Tan solo la noche que quedaba por delante, pero algo llegó a la mente de Yulianna. Dudas. Muchas preguntas. Y no quería hacerlas. No le apetecía hablar, pese a la curiosidad que sentía, de lo que ahí acababa de ocurrir.
Le miró fijamente y sin poder evitarlo se hundió en su cabello, besando su cabeza con dulzura finalmente. Admirando su olor, fresco, era como un champú de naranja. Y eso le recordaba al Verano, cuando ella bebía "naranjada".
De nuevo se separó, intentando no parecer indiscreta. Que palabra: INDISCRECIÓN. A menudo opinaba que ella era así. Y no podía evitarlo, pero con él sentía una confianza extraña de explicar. No sabía que le pasaba, pero tampoco le preocupaba. Iba a disfrutar de esa noche, de lo que quedaba de ella. Pasara lo que pasase.
Se acercó a su oído y susurró. "Quiero quedarme aquí, contigo". Dijo sin pensárselo dos veces, pese al posterior rechazo por parte de él que era probable, pues casi ni se conocían. Pero de todos modos le pidió su compañía esa noche, sin pararse a pensar que quizás su novia o mujer lo esperasen en casa, e incluso hijos pero... ¿de ser así él no lo habría mencionado? Supuso que sí, y mantuvo la mirada fija sobre su rostro, a la vez que esperaba su respuesta. Y entonces, sus labios se entreabrieron. Estaba dispuesto a hablar.
-¿Qué te ha ocurrido? -Pero al instante ella comprendió. Era una herida provocada quizás por algún arbusto, pero no era grave. Le picaría un par de días y después no le molestaría.
Yulianna acarició su cuello, como si intentase calmar su dolor. Sin saber por qué ella era como su protectora, y no dejaría que nada le ocurriese.
Ahora las cosas habían cambiado. La respiración del joven era mucho más tranquila. Su rostro se veía débil y a ella le resultaba enternecedor, pero cada vez necesitaba menos de su ayuda, y quizás de su compañía. ¿Quién sabe? Lo que ella sabía era que la fiebre había bajado, y él se había recompuesto, eso sí, sin soltarla. La abrazaba, y ella se sentía reconfortada. Además, acariciaba su brazo con delicadeza. La sensación era inexplicable. Era como si se tuviesen el uno al otro, frente a la laguna, sin que nada más importase. Tan solo la noche que quedaba por delante, pero algo llegó a la mente de Yulianna. Dudas. Muchas preguntas. Y no quería hacerlas. No le apetecía hablar, pese a la curiosidad que sentía, de lo que ahí acababa de ocurrir.
Le miró fijamente y sin poder evitarlo se hundió en su cabello, besando su cabeza con dulzura finalmente. Admirando su olor, fresco, era como un champú de naranja. Y eso le recordaba al Verano, cuando ella bebía "naranjada".
De nuevo se separó, intentando no parecer indiscreta. Que palabra: INDISCRECIÓN. A menudo opinaba que ella era así. Y no podía evitarlo, pero con él sentía una confianza extraña de explicar. No sabía que le pasaba, pero tampoco le preocupaba. Iba a disfrutar de esa noche, de lo que quedaba de ella. Pasara lo que pasase.
Se acercó a su oído y susurró. "Quiero quedarme aquí, contigo". Dijo sin pensárselo dos veces, pese al posterior rechazo por parte de él que era probable, pues casi ni se conocían. Pero de todos modos le pidió su compañía esa noche, sin pararse a pensar que quizás su novia o mujer lo esperasen en casa, e incluso hijos pero... ¿de ser así él no lo habría mencionado? Supuso que sí, y mantuvo la mirada fija sobre su rostro, a la vez que esperaba su respuesta. Y entonces, sus labios se entreabrieron. Estaba dispuesto a hablar.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Re: Oscura noche de agua fria... (Samuel A.Salvatore)
Respiré hondamente, para que de mi voz no surgiera ningún inesperado gallo que delatara mi estado de salud tras la transformación. La joven Yulianna preguntó que me había sucedido, aunque luego calló. Supuse que habría adivinado la respuesta al ver la serie de pequeños arañazos que tenía repartidos por la nuca y el cuello. De todos modos, aquello no era fácil de distinguir para una persona poco observadora, así que supuse que ella sería del equivo que tiraría más hacia los observadores. Sonreí a la muchacha con amabilidad, pero le respondí igualmente, como si apenas me hubiera percatado de que sabía su respuesta. -Son... arañazos, hechos por los arbustos- carraspeé.
La verdad, era que gracias a sus cuidados y a su presencia, me encontraba en un estado mucho mejor que el anterior, ya no sentía los terribles sofocos y las estremecedoras tensaciones de los tendones al estirarse, que me hacían retorcer de dolor. Ya no había simbolos del cambio en ninguna parte, sin tener en cuenta los pequeños arañazos que me había hecho durante la transformación. Me pasó una mano de nuevo por ahí, intentando localizar las pequeñas heridas de alrededor, encontré una par de costras, tanteando con los dedos por mi piel, suave pese a todas las rozaduras.
Acarició mi cuello con suavidad, cosa que me hizo cerrar los ojos con tranquilidad y suspiré, si ella supiera... A continuación, después de algunos minutos en silencio, callados ambos, besó mi cabeza. Aquel nímio gento me sorprendió enormemente y entreabrí los labios en una mueca de sorpresa. No una sorpresa desagradable, al contrario, con solamente aquello me sentía querido. Aunque lo que más me sorprendió, fue lo que me dijo ella al oído, "Quiero quedarme aquí, contigo". Sonreí desdpués de unos segundos parado. -¿Lo deseas de verdad?- pregunté mirándola fijamente. Bueno, sería solo una noche, aunque había Luna Llena, eso era lo único que me preocupaba, total ¿alguien me esperaba? No. Asentí lentamente, decidido. Me acosté sobre la hierba y con un movimiento le indiqué a la joven que hiciera lo mismo. -Yulianna...- la llamé por su nombre, no me gustaba la sobriedad del lenguaje elegante por el que se habla de "usted". Carraspeé de nuevo y pregunté una cosa diferente de la que iba a decir. -¿Quieres, esto, preguntarme algo?- suspiré y cerré los ojos otra vez.
Samuel A. Salvatore- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 23/02/2011
Localización : Aullando bajo la luz de la luna
Re: Oscura noche de agua fria... (Samuel A.Salvatore)
Respiró profundamente, y confesó que sus arañazos se debían a los arbustos del bosque. De todos modos no era algo grave. No. Se le pasaría. Y ahora ya no parecía tener fiebre. Estaba mejor. ¿Y Yulianna habría tenido algo que ver en todo eso? Era una persona humilde, por eso no aceptaba que así fuese, pero... ¿quién sabe? Quizás sus cuidados hubiesen servido para algo.
Cuando le acarició el cuello con delicadeza, él suspiró. Parecía que no le había molestado. Y entonces ella le besó y de nuevo no hubo rechazo.
Al atreverse a decir finalmente: "Quiero quedarme aquí, contigo", él no se opuso, y además se tumbó en el pasto. Eso reconfortó a Yulianna, la cual estaba un poco confusa. Y digo confusa, porque ella no solía actuar así. No conocía lo suficiente a ese joven, solo le había visto una vez, habían hablado con brevedad, y ella solo le había prestado ayuda pero... pero sencillamente eso era más que suficiente para que ella desease quedarse allí. De echo, lo deseaba con todas sus fuerzas. ¿Qué tenía Samuel que resultaba tan especial para ella? No lo sabía. Pero quizás la fragilidad. Sí, al principio él parecía frágil, aunque ahora parecía reconfortarse, pero de todos modos, se sintiese mejor o no, ella no permitiría que se fuese. No. No ahora que había aceptado quedarse a su lado. Y fue en ese momento cuando ella se recostó, pero no en el pasto, sino sobre el pecho de Samuel.
Sentía su corazón latir, su piel tibia, sobre su cabello la barbilla de este, y eso le hizo sonreír. Y fue en ese momento cuando él dejó de lado la tercera persona. "Yulianna", pronunció. Parecía que fuese a decir algo, pues el énfasis se había apagado quizás por timidez, o por verguenza, pero ella creía que no había acabado la frase, cuando entonces, sus esperanzas de escuchar algo más, algo que la hiciese sentir aún mejor, se vieron trucadas, pues dijo: "-¿Quieres, esto, preguntarme algo?-". Y ella pensó: ¿Por qué eres tan hermoso? -Pero entonces sus labios, que acababan de separarse para hablar se cerraron. Sí. Por timidez, por verguenza... por su forma de ser. Pues ella no aceptaba sentir lo que sentía. Era... demasiado pronto, pero se sentía tan bien.... que quiso seguir sintiendo. Y alzó la mirada, sin pensárselo dos veces, fijándose en sus hermosos ojos primero, después en su cabello, y finalmente en sus labios, de los cuales le separaban unos centímetros. Quería sentir. Quería seguir ahí. Y que no la dejase ir.
Cuando le acarició el cuello con delicadeza, él suspiró. Parecía que no le había molestado. Y entonces ella le besó y de nuevo no hubo rechazo.
Al atreverse a decir finalmente: "Quiero quedarme aquí, contigo", él no se opuso, y además se tumbó en el pasto. Eso reconfortó a Yulianna, la cual estaba un poco confusa. Y digo confusa, porque ella no solía actuar así. No conocía lo suficiente a ese joven, solo le había visto una vez, habían hablado con brevedad, y ella solo le había prestado ayuda pero... pero sencillamente eso era más que suficiente para que ella desease quedarse allí. De echo, lo deseaba con todas sus fuerzas. ¿Qué tenía Samuel que resultaba tan especial para ella? No lo sabía. Pero quizás la fragilidad. Sí, al principio él parecía frágil, aunque ahora parecía reconfortarse, pero de todos modos, se sintiese mejor o no, ella no permitiría que se fuese. No. No ahora que había aceptado quedarse a su lado. Y fue en ese momento cuando ella se recostó, pero no en el pasto, sino sobre el pecho de Samuel.
Sentía su corazón latir, su piel tibia, sobre su cabello la barbilla de este, y eso le hizo sonreír. Y fue en ese momento cuando él dejó de lado la tercera persona. "Yulianna", pronunció. Parecía que fuese a decir algo, pues el énfasis se había apagado quizás por timidez, o por verguenza, pero ella creía que no había acabado la frase, cuando entonces, sus esperanzas de escuchar algo más, algo que la hiciese sentir aún mejor, se vieron trucadas, pues dijo: "-¿Quieres, esto, preguntarme algo?-". Y ella pensó: ¿Por qué eres tan hermoso? -Pero entonces sus labios, que acababan de separarse para hablar se cerraron. Sí. Por timidez, por verguenza... por su forma de ser. Pues ella no aceptaba sentir lo que sentía. Era... demasiado pronto, pero se sentía tan bien.... que quiso seguir sintiendo. Y alzó la mirada, sin pensárselo dos veces, fijándose en sus hermosos ojos primero, después en su cabello, y finalmente en sus labios, de los cuales le separaban unos centímetros. Quería sentir. Quería seguir ahí. Y que no la dejase ir.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Re: Oscura noche de agua fria... (Samuel A.Salvatore)
No: son ojos las estrellas,
son miradas, son fiestas.
Yo anoche bien veía
que estaban contentas y felices,
como quien puede mirar desde un collado
a una moza llamada Teresa
mientras va por la cabra
o recoge azucenas.
Y yo quería tener, yo deseaba
tantos ojos como tiene el cielo
para verte con ellos. Yo me sentía
el cuerpo hecho un acerico
de estrellas y de ojos.
son miradas, son fiestas.
Yo anoche bien veía
que estaban contentas y felices,
como quien puede mirar desde un collado
a una moza llamada Teresa
mientras va por la cabra
o recoge azucenas.
Y yo quería tener, yo deseaba
tantos ojos como tiene el cielo
para verte con ellos. Yo me sentía
el cuerpo hecho un acerico
de estrellas y de ojos.
Por la piel
me picaban y corrían
todas las estrellas.
¡Pudiera yo ser cielo
y eternamente verte
con los innumerables ojos
de mis estrellas!
Sentí a Yulianna recostarse sobre mi pecho, que subía y bajaba a cada honda respiración mía. Me puse a mirar el oscuro cielo, repleto de estrellas refulgentes que brillaban y titilaban en impresionantes destellos, en contraste con la espesa oscuridad sobre la que estaban. Era curioso observar como, en comparación con donde vivía antes, este cielo tenía poquísimas estrellas. Pero desde siempre había sido malo para las constelaciónes, así que no sabía que tenía frente a mis ojos, a millones de años luz de la tierra.
El frío aire alcanzaba con fuerza mis pómulos, como millones de agujas punzantes lanzadas desde lejos. No dolía, era... relajante. Parpadeé dos veces. Había desconectado del mundo unos dos minutos. Le pregunté si tenía alguna pregunta, estaba digamos, un poco nervioso debido al hecho de que me hubiera visto en mi forma de lobo y al minuto siguiente convertido en humano. Nadie me había visto así, jamás. Y no confiaba con que muchos pudieran tener aquella experiencia mientras yo viviera.
Alcé el cuello para poder observar su expresión. Puse mis manos en la hierba, por detrás mio, para poder sujetarme y evitar una caída. Me elevé lentamente, para que Yulianna no tuviera que moverse por el hecho de que yo si lo hiciera. Al mirar en sus bonitos ojos, vi que me estaba mirando también, como intentando buscar la respuesta a mi pregunta. Y esperé... esperé un momento que no llegó. Sus labios se cerraron, quizá por timidez, quizá porque no tenía nada que decirme. Me encogí de hombros con una sonrisa y, al segundo siguiente, vi a Yulianna muy cerca de mí. A pocos centímetros. La separación era casi nula. Abrí los ojos con sorpresa, pero al instante me relajé al ver decisión en los suyos.
¿Que debía hacer? ¿Acortar la distancia que nos separaba para... besarla? Estaba confuso, ¿qué pasaria si no me aceptara? ¿si se alejara con una mirada de asco teñida en los ojos? Creí que no lo podría soportar. ¿Me atrevería? Dejé de hacerme aquellas estúpidas preguntas y acorté la distancia de golpe. Posando mis labios en los suyos, casi con deleite, mientras cerraba los ojos. Tuve dos segundos de indecisión y me separé un tanto, con la frente pegada a la suya. ¿Como se lo habrá tomado? pensé con paranoia. -Lo... lo siento- me disculpé. ¿Qué debía decirse si besabas a una mujer que acababas de conocer?
off: lo siento muchísimo *-*
Samuel A. Salvatore- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 23/02/2011
Localización : Aullando bajo la luz de la luna
Re: Oscura noche de agua fria... (Samuel A.Salvatore)
Con los pies en la tierra y la mente en las estrellas
dijo un famoso escritor.
Así me siento desde que llegaste a mi vida
¿y ahora como te olvido?
Me devolviste las ganas
y el amor que estaba muerto en mi vida
resucitó con tu mirada y se aferró a tu sonrisa.
dime, ¿cómo le hago para no pensarte?
¿cómo para no extrañarte?,
¿para no sentir que tus brazos me rodean nuevamente?,
para no creer que si! ¡estoy viva!
¿y no soy un cuerpo extraño?
{...}
dijo un famoso escritor.
Así me siento desde que llegaste a mi vida
¿y ahora como te olvido?
Me devolviste las ganas
y el amor que estaba muerto en mi vida
resucitó con tu mirada y se aferró a tu sonrisa.
dime, ¿cómo le hago para no pensarte?
¿cómo para no extrañarte?,
¿para no sentir que tus brazos me rodean nuevamente?,
para no creer que si! ¡estoy viva!
¿y no soy un cuerpo extraño?
{...}
Yulianna continuaba encima de sus brazos, escuchando su respiración. Él, Samuel se acomodó pasando sus brazos por detrás de su cuello, y eso hizo que aún se acortase más la distancia entre ellos. La separación entre ellos era escasa.
Ella no pudo mirar el cielo que tanto brillaba, pues él determinó que no debían estar tan separados. Y la besó. Yulianna, aunque lo deseaba, estaba sorprendida, y tardó un instante en cerrar los ojos. Pero justo cuando lo hizo él se disculpó y la miró. Como si ella fuese a pegarle por lo que acababa de hacer.
Sin darle tiempo, y sin dudarlo, ella colocó su mano derecha en su mejilla izquierda y le besó, pero esta vez el beso duró mucho más, aunque no era apasionado, no aún. Sólo quería saborear sus labios, no excederse. Y al fin se separó y le miró fijamente.
-Yo no me disculpo porque no me arrepiento de lo que acabo de hacer. -Dijo sonriéndole, y a la vez manteniendo la mirada sobre él.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Oscura noche de agua fria... (Samuel A.Salvatore)
Noté los finos dedos de Yulianna posarse en mi mejilla izquierda, y al instante siguiente sus labios pegados en los mios. Fue un beso más largo que el anterior, no cerré los ojos de la sorpresa, al besarla yo, pensaba que me iba a rechazar, pedirme que me fuera. Me miró fijamente y sonrió, diciendo a continuación unas palabras que me dejaron anonadado. Pestañeé dos veces y sonreí, acercando mi rostro al suyo y rozando con mis labios los ajenos. En un beso tierno, al final me cansé de eso y, como anteriormente no había sentido rechazo por parte de la joven, la besé con más intensidad, entreabriendo sus labios con los míos, timidamente mientras la punta de mi lengua rozaba la suya.
Suspiré en sus labios ¿me arrepentiría de aquello después? No debía pensar en eso, solo vivir, disfrutar el momento. En la vida solo se vive una vez. Y aquella era mi vida y solo mía. Prolongué el beso durante un rato más. Una parte, en el fondo de mi mente, me chillaba que aquello no era posible, que no debía tentar a la suerte, que acababa de conocer a aquella mujer. Era la primera vez que la veía. Mis padres me chillarían y me aplicarían multiples castigos de severidad, aquello era algo que hubieran repudiado, por mucho que me quisieran más que a mi hermano Jared. -Pues espero no tener que arrepentirme de esto- le susurré a la joven.
Samuel A. Salvatore- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 23/02/2011
Localización : Aullando bajo la luz de la luna
Re: Oscura noche de agua fria... (Samuel A.Salvatore)
Poco a poco la besó más intensamente. Pero le notaba extraño. Ningún hombre le había besado jamás de aquella manera. No era exactamente timidez, sino que parecía que temía algo.
Finalmente la besó como ella deseaba. Entreabrió sus tiernos labios e introdujo su lengua en la boca de esta. El besó se tornó apasionado. Ella se sentía muy atraíada por él, y no sabía qué era exactamente, pero había algo en Samuel que le llamó notablemente la atención.
Cuando terminó de besarla, suspiró en sus labios. Algo iba mal, y sus sospechas se confirmaron cuando éste dijo "espero no tener que arrepentirme de esto". La dejó de piedra. Totalmente helada. ¿Por qué decía eso?
-¿Hay otra? -Preguntó al instante. -Dígamelo. No quiero interponerme. -Se alejó un poco, pero le miró y la atracción hacia él pudo más. De nuevo se acercó a sus labios, tan dulces, los cuales la habían besado de esa manera tan especial. Y de nuevo le esperó. Sin preocuparse del resto. De nada. Ella quería disfrutar de la vida, de esa noche, de las que vinieran. Junto a él.
Finalmente la besó como ella deseaba. Entreabrió sus tiernos labios e introdujo su lengua en la boca de esta. El besó se tornó apasionado. Ella se sentía muy atraíada por él, y no sabía qué era exactamente, pero había algo en Samuel que le llamó notablemente la atención.
Cuando terminó de besarla, suspiró en sus labios. Algo iba mal, y sus sospechas se confirmaron cuando éste dijo "espero no tener que arrepentirme de esto". La dejó de piedra. Totalmente helada. ¿Por qué decía eso?
-¿Hay otra? -Preguntó al instante. -Dígamelo. No quiero interponerme. -Se alejó un poco, pero le miró y la atracción hacia él pudo más. De nuevo se acercó a sus labios, tan dulces, los cuales la habían besado de esa manera tan especial. Y de nuevo le esperó. Sin preocuparse del resto. De nada. Ella quería disfrutar de la vida, de esa noche, de las que vinieran. Junto a él.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Oscura noche de agua fria... (Samuel A.Salvatore)
"¿Hay otra? Dígamelo. No quiero interponerme." Aquellas fueron las seis palabras que me devolvieron a la realidad, a mi desastrosa vida como licántropo. Me incorporé, sentandome por completo, y no en la incómoda posición en la que había estado antes. Suspiré mientras cerraba los ojos. Quería olvidar mi vida, quería vivir otra diferente, que no me afectara nada. Como a Jared. No, no no y definitivamente no. No me puedo comparar con Jared. Negué con la cabeza ante la pregunta de Yulianna. ¿Que si había otra? Ni hablar, no había estado enamorado desde los 16 años, ¿como iba a haber alguien en mi vida? -No, no la hay- le respondí, acariciándole una mejilla con ternura -pero no es eso.- volví a suspirar, esta vez con pesar.
Acercó su labios otra vez. Sin preocuparle nada. Y yo la seguí. Como si me diera igual todo, ¿que más daría? Mis padres no tenían por qué controlar mi vida a base de espionajes, además, por no saber no sabín siquiera donde me hallaba en ese mismo momento. Viva la ignorancia, me dije interiormente. ¿Supondría algo aquel día? ¿Aquella noche o lo que fuera que fuese aquel momento? Wäre das Richtige zu tun?, me pregunté. En los momentos que me sentía confuso o perdido solía hablar en mi idioma materno, era algo que hacia, por extraño que fuese, que mis pensamientos quedasen aclarados. Que volviera a la realidad.
Y así se hizo. Fui consciente de que bajo el pedazo de tela que me cubría pequeña parte del cuerpo, estaba completamente desnudo. Y es algo que al darme cuenta me hizo sentirme avergonzado. Desnudo frente a una chica que acababa de conocer. No es que fuera vergonzoso, que no lo era, lo que pasaba esque me sentía un tanto extraño que un pedacito de tela me tapase. Miré a Yulianna, me había separado al darme cuenta de aquel descubrimiento. -Oye...- mi voz sonaba un tanto ronca -estoy desnudo- no era una insinuación, no, me repetí mentalmente, pero lo parecía, al instante de decir las palabras, me arrepentí de haberlas formulado. -Quiero decir...- mi voz se apago, ¿qué quería decir?
Samuel A. Salvatore- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 23/02/2011
Localización : Aullando bajo la luz de la luna
Re: Oscura noche de agua fria... (Samuel A.Salvatore)
Yulianna le miró atentamente, mirándole. Era extraño. Muy raro lo que ahí estaba pasando. Finalmente aceptó que no había otra, lo aseguró. Y ella le creyó. Entonces no entendía lo que pasaba, pero algo no iba bien. Parecía que Yulia pudiera escuchar su cerebro funcionar, se notaba que algo rondaba en su pensamiento pero... ¿cómo preguntarle? Sólo se habían besado, y para él parecía ser como un entretenimiento, o algo parecido.
Ella le besó de nuevo, y él la había correspondido. Entonces las objecciones de Yulianna se veían negadas. Parecía que le gustaba el momento, pero posteriormente utilizó palabras equivocadas en el mejor momento.
Le acarició la mejilla y luego la besó. Por alguna razón sentía la necesidad de estar sumamente cariñosa con él. Pero no lograba explicarlo.
-¿Y? -dijo con una tímida sonrisa. -Entonces se volvió, le dio la espalda, pese a ser de mala educación, puesto que no quería que se sintiese incómodo. -¿Va a irse? -Preguntó ahora entristecida. Le miró de reojo y lluego agachó la mirada. Samuel la atraía mucho, pero algo corrompía el momento, y no sabía el qué.
Ella le besó de nuevo, y él la había correspondido. Entonces las objecciones de Yulianna se veían negadas. Parecía que le gustaba el momento, pero posteriormente utilizó palabras equivocadas en el mejor momento.
Le acarició la mejilla y luego la besó. Por alguna razón sentía la necesidad de estar sumamente cariñosa con él. Pero no lograba explicarlo.
-¿Y? -dijo con una tímida sonrisa. -Entonces se volvió, le dio la espalda, pese a ser de mala educación, puesto que no quería que se sintiese incómodo. -¿Va a irse? -Preguntó ahora entristecida. Le miró de reojo y lluego agachó la mirada. Samuel la atraía mucho, pero algo corrompía el momento, y no sabía el qué.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
- Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Oscura noche de agua fria... (Samuel A.Salvatore)
-Verás, necesitaría algo de ropa, no se donde está la mía ya que cuando...- la voz fue bajando lentamente, consimiéndose como una cerilla que lleva mucho rato encendida y ya era hora de que apagase. Había estado a punto de confesarle su condición. Su licantropía. Pero aquello no podía hacerlo, sería muy peligroso y la muchacha debería preguntar y preguntar y, finalmente, me tomaría por un loco recién salido del sanatorio mental. Algo muy delicado que preferiría que no pasase. -Claro que no- respondí a su pregunta. -Aquí estoy bien, pero es peligroso...- lo último lo dije en una voz muy baja, un nímio susurro que podía tomarse por otras palabras al no ser escuchado bien.
Sonreí al ver que se había girado, quizás por verguenza, quizás por precaución; aquello era imposible de saber. Pero encontré un poco extraño el hecho de que apenas unos instantes había caído al suelo, completamente desnudo, sin ningún tipo de protección ni ropa cerca de mí. ¡Por supuesto que se haría preguntas! Pero me daba miedo decirle que existían criaturas como yo. Lobos. Criaturas peligrosas que abandonan su humanidad para dar paso a un enorme depredador sin piedad ni control, que no reconocería a nada ni a nadie. Ya me había disculpado antes por haberla encontrado, por haberme tenido que transformar, a pesar de el sufrimiento, el dolor y la desesperación que esto causaba.
-Es de noche y hay Luna Llena- comenté. Sin ninguna clase de indirecta, solo un simple comentario hecho y derecho. -¿Crees que podría conseguir algo de ropa y luego podamos hablar?- le pregunté mientras miraba a mi alrededor, buscando con la mirada alguna cabaña, algún carro, lo que fuese.
Samuel A. Salvatore- Mensajes : 77
Fecha de inscripción : 23/02/2011
Localización : Aullando bajo la luz de la luna
Re: Oscura noche de agua fria... (Samuel A.Salvatore)
Yulianna permaneció allí. Quieta. Callada. Esperando su reacción. Y eso obtuvo. Una respuesta. Samuel no iba a irse, al menos por el momento. ¿Podría robarle otro beso? Sonrió calladamente. Y entonces fue cuando tuvo una idea. Una gran idea, pues Yulianna conocía aquel lugar por completo.
-Cúbrete. Por favor. -Pidió y se dio la vuelta sin saber si le había dado el tiempo suficiente para cambiarse. Deseó acercarse a él y besar su frente, sentir de nuevo el olor de su cabello. pero se resistió, aunque no supo cuanto tiempo podría hacerlo. Después se levantó y se sacudió el vestido. Él podría taparse con el fullar, al menos por el momento.
Comenzó a caminar, en una dirección segura. Sabía lo que hacía. Sentía frío. Otra vez. Miró hacia atrás, él le seguía. Ella sonreía. Esa noche era extraña, pero le gustaba. ¿O sería él? No quería pensar más. Se calló todo el camino, sólo escuchaba sus pasos, y continuaba andando. Sin cesar.
Al fin habían llegado. "La cabaña del leñador" la llamaban en los pueblos cercanos, pero sólo era una pequeña casa de piedra, con una bonita chimenea. Era de un amigo de Yulianna. Era cazador. Y aunque eso a ella no le gustaba mucho eran amigos. Él tenía mucho dinero, e incluso habían sido pareja. Se llamaba George. Ahora sólo había amistad. Pero eso daba igual. La cuestión era que encontrarían calor y ropa.
Ella buscó la llave entre las piedras de la pared. Al fin la encontró. Abrió y entró. Buscó luz. Al fin encontró la lámpara de aceite. Y todo era visible. El sofá, los trofeos de las cazas, la alfombra de piel, y la chimenea. -Cierra y siéntate.... por favor. -Dijo ella cortésmente. -Ahora te traeré ropa.
Se las apañó como pudo para encender la chimenea. Quería que sintiese calor, y después le daría ropa. Subió al segundo piso por la escalera de piedra. Había polvo en la casa pero estarían bien.
Le bajó unos pantalones y una camiseta, además de unas botas negras. No sabía si era su estilo... pero serviría. Entonces fue a la pequeña cocina y buscó algo caliente, a lo que encontró café. Esperaba que le gustase. Lo preparó, lo sirvió en una bandeja y se lo acercó.
Llevaban unos minutos allí y ella no había dicho gran cosa, pero ahora ya estaba sentada a su lado.
Le miró y un escalofrío recorrió su cuerpo.
-Cúbrete. Por favor. -Pidió y se dio la vuelta sin saber si le había dado el tiempo suficiente para cambiarse. Deseó acercarse a él y besar su frente, sentir de nuevo el olor de su cabello. pero se resistió, aunque no supo cuanto tiempo podría hacerlo. Después se levantó y se sacudió el vestido. Él podría taparse con el fullar, al menos por el momento.
Comenzó a caminar, en una dirección segura. Sabía lo que hacía. Sentía frío. Otra vez. Miró hacia atrás, él le seguía. Ella sonreía. Esa noche era extraña, pero le gustaba. ¿O sería él? No quería pensar más. Se calló todo el camino, sólo escuchaba sus pasos, y continuaba andando. Sin cesar.
Al fin habían llegado. "La cabaña del leñador" la llamaban en los pueblos cercanos, pero sólo era una pequeña casa de piedra, con una bonita chimenea. Era de un amigo de Yulianna. Era cazador. Y aunque eso a ella no le gustaba mucho eran amigos. Él tenía mucho dinero, e incluso habían sido pareja. Se llamaba George. Ahora sólo había amistad. Pero eso daba igual. La cuestión era que encontrarían calor y ropa.
Ella buscó la llave entre las piedras de la pared. Al fin la encontró. Abrió y entró. Buscó luz. Al fin encontró la lámpara de aceite. Y todo era visible. El sofá, los trofeos de las cazas, la alfombra de piel, y la chimenea. -Cierra y siéntate.... por favor. -Dijo ella cortésmente. -Ahora te traeré ropa.
Se las apañó como pudo para encender la chimenea. Quería que sintiese calor, y después le daría ropa. Subió al segundo piso por la escalera de piedra. Había polvo en la casa pero estarían bien.
Le bajó unos pantalones y una camiseta, además de unas botas negras. No sabía si era su estilo... pero serviría. Entonces fue a la pequeña cocina y buscó algo caliente, a lo que encontró café. Esperaba que le gustase. Lo preparó, lo sirvió en una bandeja y se lo acercó.
Llevaban unos minutos allí y ella no había dicho gran cosa, pero ahora ya estaba sentada a su lado.
Le miró y un escalofrío recorrió su cuerpo.
Yulianna Fiódorovna- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 15/04/2011
Re: Oscura noche de agua fria... (Samuel A.Salvatore)
Me tapé bien, cuidando de que nada se viera. No era demasiado pudoroso, pero tampoco era un exhibicionista, lo hacía en consideración de Yulianna, ya que sería indecoroso estar en una situación similar y mostrarse. Que poca dignidad. Observé como la joven se había dado la vuelta para que me pudiera levantar y cubrir con su tela. -Gracias- dije con una media sonrisa justo antes de verla darse la vuelta cuando creía que yo estaría listo.
Ella comenzó a caminar, seguramente tenía algún lugar en mente, a mi me servía un lugar que tuviera ropa para poder hablar cómodamente, sin tener que vigilar cada X tiempo que la tela me cubriera lo suficienta para que no se pudiese ver nada. Seguí a Yulianna, justo unos pocos pasos por detrás que ella. Al final llegamos, era como una cabaña hecha de piedra, me pareció acogedora, lo que necesitaba justo en aquel instante. Abrió la puerta, después de buscar una llave por la pared, lo que demostró que la pequeña casa no sería de ella.
Cerré la puerta por detrás mío, tal como ella indicó, y observé la estancia con nerviosismo, se parecía a la casa de campo donde mi padre guardaba sus armas, trofeos y otras cosas de la cacería. Definitivamente, aquella casa no era de ella. Asentí cuando fue a buscar ropa para mi. Me retiré el manto que cubría mi desnudez cuando ella fue a preparar algo a la cocina, y me puse la ropa que me entregó. Me iba ligeramente grande, pero por lo demás era perfecta.
Me trajo café y se fue a sentar conmigo, como esperando, y si no hubiera tenido una vista asombrosa, no podría haber notado el pequeño escalofrío que le recorrió el cuerpo. Me encogí. ¿Tenía miedo de mí? ¿Por qué temblaba? Probó el café, delicioso, pero eso era algo que ya me esperaba. Decidí romper aquel frío témpano de hielo que nos separaba y no nos dejaba hablar. -No es tu casa, ¿cierto?- pregunté, a sabiendas de que era imposible que aquella estancia fuera de Yulianna.
Samuel A. Salvatore- Mensajes : 77
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